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Un regalo desde Rusia con amor. por LaGataenelTejado

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Capítulo 7. La curiosidad mató al gato.


 


Matt no se atrevió a moverse. Llevaba despierto seguramente un par de horas y su jodido cuerpo se negaba a reaccionar. Estaba ladeado, mirando la espalda de Mello tapada casi hasta arriba por el grueso edredón que los envolvía en la cama. 


Frunció el ceño, acurrucándose y apretando los labios cuando recordaba la fantástica mamada que el ruso le había hecho la noche anterior. Se relamió los labios, porque joder... tenia un tremendo dolor de huevos debido a sus recuerdos. Casi que podía sentir los dientes del rubio en su polla y su magnifica lengua viperina moverse con soltura por toda su extensión. Era desesperante. 


Tuvo ganas de patearle el culo, de golpearle y gritarle que por qué cojones no se lo había follado todavía, volviendo a recrear en su mente su propia imagen mordisqueando una almohada con el rubio embistiendo su trasero sin ningún ápice piadoso. 


El movimiento que hizo su compañero de cama, le provocó un leve sobresalto, viendo ensimismado como Mello se daba la vuelta aún entre sueños y se pegaba mas a él de forma inconsciente. Matt le observó lo mas callado que pudo, aguántandose hasta las jodidas ganas de respirar con normalidad. Se fijó en aquellos ojos cerrados con esas pestañas tan bonitas y fue bajando lentamente por su cara, deteniendo su vista en el inicio de la quemadura cicatrizada que tanto llamaba la atención de la gente. 


Aún sentía curiosidad por como se la habría hecho, y sus dedos inquietos se posaron sobre aquella zona áspera, acariciándola con las yemas. Lo que no esperaba fue la voz ronca del rubio. 


-La curiosidad mató al gato, Jeevas. - tan tranquilo, tan indiferente. 


-Imbécil. Me has asustado. - estaba temblando por el susto repentino y debido a eso, se arropó mas bajo las mantas, sintiendo un roce algo familiar. 


Los pies de Mello se enlazaron contra los suyos y durante largos minutos ninguno dijo nada. El ruso terminó colocándose boca arriba, rascándose los ojos y bostezando. 


-¿Que hora es?. 


-Temprano. - aún gruñendo, Matt se avergonzó por incrementar el roce entre ambos, moviendo los pies bajo la manta. 


La mano de Mello se movió de forma torpe, rebuscando algo en el primer cajón de la mesita de noche. El pelirrojo se ruborizó hasta las orejas cuando avergonzado, llegó a pensar que el chico sacaría un preservativo y algún tipo de lubricante. Joder, estaba excitado. Otra vez. 


Sin embargo, lo único que Mello sacó de aquel cajón fue su chocolatina, quitándole el envoltorio y dándole un buen mordisco. 


-Menudo desayuno de mierda. - gruñendo, como un cachorrito enfadado, hundió mas el rostro bajo la manta.


Mello sonrió ladino, mirándole por el rabillo del ojo. 


-¿Quieres que te la chupe?, quizás ese seria un desayuno mejor. 


Muy indignado, avergonzado y nervioso, Matt le dio la espalda en la cama, gruñendo un fuerte “No, gracias” que hizo reír a carcajadas al ruso. Lo peor es que se mordió el labio por imaginarse de nuevo la boca del chico ahí abajo, dándole placer. 


No estuvo preparado para sentir como Mello pegaba sin pudor su entrepierna contra su trasero, rodeándole con el brazo por la cintura y rozando sus dientes contra aquella nuca pelirroja que ardía como el maldito infierno. 


-¿Por qué eres tan descarado?. - la voz de Matt le hizo sonreír con malicia. 


-¿Y tú por que eres tan cachorro?. Te enfadas como un perrito llorón. - le lamió la piel, provocándole un escalofrío. 


-Apenas te conozco. 


Aquella frase hizo que un silencio se apoderase del ruso, que lentamente, se apartó de Matt hasta volver a tumbarse en la cama boca arriba. 


-¿Y?. ¿Acaso necesitas conocerme más?. 


-¿Como te hiciste la cicatriz?. - con algo de miedo, Matt giró un poco su cuerpo hasta poder observarle, terminando por ladearse de cara a él. 


-Eso no te importa, chucho. 


-Oh, perdona si estoy interesado en saber más acerca del tío que vive en mi casa y que anoche me hizo cosas sucias en esta cama. 


Su forma de decir “cosas sucias” le provocó al rubio una sonora carcajada, tapándose los ojos con el brazo flexionado. 


-Eres un maldito crio, Jeevas. 


-Tenemos la misma edad. No me jodas, Mello. 


-¿No quieres que te joda?, es una pena. - movió el brazo para dejar entrever uno de sus ojos azules, que observaron aquellas esmeraldas gruñonas durante unos segundos. - A ver... solo una pregunta, Jeevas. 


Matt se sintió tan ansioso que se sentó en la cama, en pose de indio con las piernas cruzadas y las mantas cubriéndole hasta el cabello, como cuando era pequeño y convertía los edredones en tiendas de campaña. 


-¿Como te la hiciste?. - le señaló el rostro, sin poder evitar rozarle con los dedos. 


Mello huyó de aquel contacto, ladeando la cara al lado contrario y apretando la mandíbula. 


-Tuve un lio con un muchacho. Discutimos y me quemó el rostro.


La forma cortante y seca que tuvo a la hora de decir aquello, hicieron que Matt apretase los labios poco conforme con esa respuesta. 


-Pero... - hasta se puso de rodillas en la cama, dispuesto a saber más. 


-De “pero” nada, te dije una pregunta y ya la has gastado. 


Realmente, Mello no tenia ni fuerza ni ganas de rememorar lo que ocurrió en Rusia. Aquel chico con el que estuvo tenia problemas con la mafia y él lo sabia. Aún así, terminó liándose con él y sufriendo las consecuencias de haberse codeado con el chico equivocado. Aún recordaba la amargura de su madre el día que tuvo que llevarlo sin demora al hospital para que le curasen la herida. 


-Dios, eres tan imbécil. - Matt se cruzó de brazos, mirando hacia otro lado. 


Mello aprovechó para agarrarle del pijama, tirandólo sobre él mismo y besándole los labios con bastante salvajismo. Le hizo jadear y gemir sorpresivamente y se sintió alagado cuando la polla del pelirrojo se endureció rápidamente contra él. 


-Pues este imbécil te hace jadear. - su sonrisa, su maldita y sensual sonrisa. 


Tragó saliva, con las manos torpemente apoyadas sobre el colchón y su entrepierna rozando la contraria. Matt solo pudo separarse del cuerpo del ruso, muy ruborizado y apunto de mandarlo todo a la mierda y pedir más, mucho más


-¿Te gusto?. - se mordió el labio, lloriqueando internamente por aquella pregunta que tan estúpida se le hacia. Mierda, él no era una maldita chica. Y se suponía que a él precisamente le gustaba eso, el sexo femenino. 


La risa breve de Mello le ofendió un poco. Para él, no era una broma lo ocurrido la noche anterior. Matt no solía ir por ahí, bajándose los pantalones y dejando que tíos rubios rusos le hicieran mamadas continuamente. Estaba dispuesto a perder la virginidad con Mello, porque joder, lo deseaba. 


-Yo no hago estas cosas, Mello. Y tú ahora se supone que eres como mi “hermano”. Y aún así... 


El ruso arqueó la ceja, relamiéndose sutilmente el labio. No perdió el tiempo tumbándose sobre el pelirrojo, mordiéndole la frente muy suavemente. Puso sus ojos a la misma altura de aquellas esmeraldas, perdiéndose en su color. 


-Aún así... - le mordió tan sensualmente el lóbulo de la oreja, que consiguió sacarle el primer gemido placentero de la mañana. - Quieres que te folle, ¿a que si?. - otra de sus risitas traviesas, una de esas que erizaban todo el vello corporal de Matt con una facilidad asombrosa. 


Si, joder, si. Claro que lo quería. 


Las manos del pelirrojo acariciando la cintura del rubio temblorosamente, hicieron sonreír satisfecho al muchacho, que ahora se dedicaba a investigar deliciosamente el sabor del cuello de Matt bajo el roce de su lengua y sus colmillos. 


-Umm... Jeevas... tu piel arde como el puto infierno... - le mordió el pezón, sonsacándole un gemido vergonzoso.


-Y tú...tú eres frio como un maldito cubito de hielo... - jadeó cuando Mello se movió sobre él, restregándole la polla sin pudor. A pesar de llevar la ropa interior, le avergonzó el poder sentirla tan caliente. 


Mello optó por agarrarle las manos, extendiendo sus brazos hacia arriba y obligándole a sujetarse del cabecero de la cama. Cuando se aseguró de que el pelirrojo no se iba a soltar, bajó por su mentón, su cuello y su pecho, dejando un rastro húmedo de saliva. 


Los ojos de Matt se cerraron con fuerza cuando al fin sintió otra vez la lengua traviesa del ruso en sus oblicuos y luego aquellos dientes afilados tirar de sus calzoncillos hacia abajo muy lentamente. 


-Nngghh...Mello...ahhh...estoy...estoy muy caliente...joder... 


-Te creo, chucho. Te creo. - sonrió tan maliciosamente que Matt se sintió caer al mismísimo infierno, flexionando las piernas y abriéndolas sin pudor, dejándose llevar. 


Y justo cuando se mordió el labio, justo cuando la lengua mojada del otro ya hacia círculos contra su erección, dos golpes fuertes en la puerta le sobresaltaron hasta el punto de pensar que iba a tener un jodido infarto. 


Los dos se miraron sorprendidos, como si de repente hubiesen olvidado que vivían en el planeta Tierra, rodeados de mas gente. 


-¿Quién mierda será?. - el enfado del ruso era bastante palpable. Se puso bien la ropa, mirando como Matt hacia lo mismo y volvía a cubrirse con las sábanas. 


El pelirrojo tragó saliva cuando escuchó a los segundos, la voz de su padre en el pasillo charlando con el rubio de algo que ahora mismo le importaba una santa mierda. De nuevo y maldiciendo su suerte, volvía a tener un dolor de huevos considerable. 


 


---o0o--- 


 


Su humor no mejoró cuando tuvieron que compartir la mañana con sus padres, paseando por el camino nevado del pueblo donde se situaba el hotel. 


-He pensado que podríamos volver en unos meses. Seguro que a tu padre le hacen de nuevo alguna propuesta vacacional. - Aline le limpió las cejas a su hijo, provocando que Mello aguantase malamente una risilla debido a lo infantil que se le hizo aquel gesto. 


-Mamá...me avergüenzas. - se cruzó de brazos, desviando la mirada hasta la del ojos color zafiro y mirándole de forma asesina. 


Mello se había pasado toda la mañana ignorándolo o siguiéndole el rollo a su madre cuando trataba de molestar al pelirrojo, nombrando defectos o cosas que no se le daban demasiado bien. 


-O podemos ir al campo. Las salidas rurales siempre os han gustado. - Henry se movió con algo de torpeza sobre el suelo nevado, intentando que su pie no se hundiese demasiado en la espesura. 


Continuaron charlando, sobretodo cuando Mello se unió contento a la conversación. Matt le miraba de reojo, furioso porque el rubio estuviese actuando de forma tan tranquila como si nada hubiese pasado entre ellos aquella mañana. 


Mientras andaban y saludaban por cortesía a las familias que iban y venían por el camino, el pelirrojo revisó su teléfono móvil, viendo un par de mensajes que Light y Lawliet le habían enviado. En ellos, ambos salían en actitud acaramelada y en alguna hasta obscena, burlándose de la inocencia del pequeño “uke encubierto”


Chasqueó la lengua, algo enfurruñado. Sabia que sus amigos hacían todo eso para chincharle y porque en realidad, por muy independientes y machitos que quisieran aparentar ser, esos dos estaban locos el uno por el otro desde el día en el que Light ingresó en su instituto, presentándose ante ellos y echándole el ojo al moreno en cuanto se conocieron. 


Volvió a mirar a Mello, frunciendo el ceño. ¿Algún día llegaría con él al nivel de relación que tenían sus dos amigos?. Negó con la cabeza, sacudiendo el cabello. ¿Que tonterías estaba pensando?, para empezar, si sus padres los pillaban estaba seguro de que los terminarían matando y segundo... Mello no tenia mucha pinta de ser un tío al que las relaciones le apasionasen. Mas bien tenia pinta de cabronazo sexy y chulo que te folla hasta dejarte sin aire. Y por desgracia, eso le calentaba en demasía. 


Entraron en una tienda de recuerdos y regalos porque Aline quería comprar algunas cosas para sus compañeras del trabajo, así que Matt se dio un pequeño paseo entre las estanterías. Los pasos de Mello a su espalda y un brazo delgado aferrándose contra su cintura le hicieron tragar saliva. 


-¿Q-Que haces, maldito loco?, si mis padres nos ven nos matan... - miró asustado alrededor, localizando a su padre de espaldas alejado mientras charlaba con su madre acerca de un par de imanes para el frigorífico. 


-Cállate Jeevas. 


Esa orden fue suficientemente clara y concisa para que el muchacho obedeciese sin rechistar, cerrando los ojillos cuando sintió un beso fugaz y suave en su mejilla, acompañado de un magreo sensual en su vientre. 


-Mello...estate quieto de una vez... - jadeando muy despacio, volvió a mirar como sus padres caminaban en la otra parte de la tienda, y se dejó hacer cuando el rubio lo puso contra la estantería mas escondida de la esquina del fondo. 


Se miraron a los ojos y el ruso tironeó de su labio inferior con dos dedos, comiéndole después la boca con bastante ansia, muy típico de sus besos animales. Matt gimió lastimero, debido al mordisquito que el otro le había dado en la boca. Tenia tanta destreza a la hora de excitarlo que Matt tuvo miedo de como seria acostarse con Mello. Si por un beso se ponía así, no quería imaginarse como estaría siendo follado contra la cama. 


Cuando el rubio besuqueó su cuello, lo lamió y de paso le tocó la polla sobre la ropa unos segundos, pareció que se había dado por satisfecho y lo dejó solo en aquella zona de la tienda, tragando saliva y maldiciendo a ese maldito falso hermano que le calentaba los huevos hasta el punto de querer arrancárselos. Y no era broma. Lo excitaba de una forma que Matt pensó que era hasta criminal. 


-¡Mail!. - por desgracia, la voz de su madre hizo que toda excitación desapareciese con rapidez. 


-¡Ya voy!. - le salió una voz extraña, como si alguien estuviese tirando de sus cuerdas vocales. 


Andó mosqueado hasta llegar donde sus padres y el rubio, que tranquilamente miraba su teléfono móvil como si nada hubiese pasado. Y eso era lo que mas le molestaba al pelirrojo, la facilidad que tenia para fingir que todo iba bien y que no era un lascivo de cuidado. Mierda, puta Rusia de los cojones.


 


--o0o-- 


 


Esquiaron todos juntos, aprovechando la última noche del viaje. Se rieron mucho cuando Henry tropezó cayendo de culo contra la nieve y su mujer le siguió los pasos al intentar levantarle. Al final terminaron volviendo al hotel mas pronto de lo esperado debido a que el pobre hombre tenia un dolor importante en el culo debido a la caída. 


Tomaron chocolate caliente con nubes derretidas frente al fuego, y Aline preparó unas cuantas manzanas caramelizadas que dieron a probar a Mello, que jamás había comido eso durante su vida en Rusia. Matt sonreía feliz, lamiendo su manzana y dándole pequeños mordiscos que le ayudaron a dejar de pensar en la tortuosa noche que le esperaba. 


-Mello, cariño, ¿podrías comenzar las clases particulares de Mail en cuanto volvamos?. Quiero que suba sus notas para la media final. 


-Claro, no hay problema. - el ruso, fingiendo toda la educación que sabia y ocultando su lado lascivo, le sonrió a la mujer con dulzura, echándole una mirada de reojo al pelirrojo. 


El aludido frunció el ceño, apretando los labios. Detrás de aquella inocencia rusa se escondía el tío mas ardiente sobre la faz de la Tierra, y Matt lo había vivido en sus propias carnes. Si quería fingir ser el profesor perfecto y educado... lo conseguiría solo con sus padres. 


-Mamá, no necesito clases. - se cruzó de brazos indignado, porque a pesar de todo, le daba mucho coraje darse cuenta de que sus notas habían bajado desde la existencia del otro en su vida. 


-Hazlo caso a tu madre. - Henry, que leía una revista frente a la chimenea, le observó a través de sus gafas. - Si sacas una buena nota final quizás te compremos esa videoconsola que tanto quieres. 


Ahora si que Matt hubiese movido la cola alegremente si llega a ser un perro de verdad. Sus ojillos se iluminaron y su sonrisa hizo reír un poco a Mello. 


-Papá, acuérdate de lo que estás diciendo, que luego finges que se te olvida. - miró a Mello, hinchando los mofletes. - Y tú, mas te vale que seas buen profesor para hacer que mi nota sea alta. 


-Tranquilo, Mail... te aseguro que no olvidarás mis lecciones. 


Tragó saliva, siendo consciente del doble significado de aquella frase y del que por supuesto, solo él se había enterado. 


 


--o0o-- 


 


Matt fue el primero en entrar en el dormitorio, cerrando la puerta tras ellos cuando el ruso ingresó también en el mismo, estirando los brazos y bostezando. Se giró hasta encararlo, sonriendo de medio lado.


-Y hoy, ¿vas a querer ducharte conmigo?. 


La pregunta dejó atontado a Matt, que observó en silencio como lentamente el rubio se iba quitando la ropa, desnudándose sin ningún pudor frente a él. Se volvió a fijar su como la cicatriz de su rostro se extendía un poco sobre el cuello, desapareciendo entre la piel. 


Sus ojos se deslizaron poco a poco frente a lo que veía, observando cada recoveco del cuerpo delgado de Mello frente a él. Por instinto y decidiendo que se iba a olvidar de todo, se fue acercando y puso temblorosamente las manos en los costados del muchacho, sin dejar de mirarle a los ojos. 


-¿Te gusto?. - con un mohín infantil y el rubor hasta en las orejas, aquella zanahoria gigante hizo sonreír con travesura al chico ruso. 


-Si. 


Fue cortante, directo, lo suficiente para encender de nuevo todas las alarmas del pelirrojo que sin demora, comenzó a besar con mucha hambre los labios del rubio, recreándose en su boca y sintiendo como su maldita polla pulsaba erecta preparada para jugar. 


Matt jadeó entre dientes cuando fue conducido hasta el borde de la cama, sentándose por órdenes de las manos de Mello que le desnudaban con prisa y acariciaban su piel expuesta. Ladeó el cuello y se mordió los labios cuando sintió al otro sentándose a horcajadas sobre sus piernas. Era el momento, o lo decía o se arrepentiría porque joder, eso debía de doler bastante. 


-Nunca lo he hecho antes... 


-¿Uhmm?. - Mello le mordió la oreja, arañándole la mejilla con los dientes. - ¿El que, Jeevas?. 


El pelirrojo le odió en aquel instante porque su voz bromista le hizo saber que solo lo preguntaba para chincharle. 


-El sexo, imbécil. ¿Que va a ser?. - le miró un poco acobardado, temiendo que por su inexperiencia, Mello detuviese sus caricias. 


-Tendré cuidado entonces, pequeño perro malhumorado. - riendo entre dientes, terminó tumbando al otro en la cama. 


Matt respiró despacio, cerrando los ojos y tratando de relajarse para lo que venia. Y todo por culpa de sus dos amigos, que le contaron con pelos y señales lo mucho que le iba a doler la primera vez que alguien se metiese en su culo. Joder, malditos cabronazos


Mello terminó desnudándolos del todo, saboreando la piel del otro y comiéndole la boca con salvajismo, sintiendo el pequeño temblor de su labio inferior. Le agarró las muñecas, haciéndole ver a Matt que le encantaba dominarle a su manera. 


-Si no te relajas te va a doler. 


-¿Como quieres que me relaje?. Que fácil es decirlo desde tu posición. Idiota... - sus palabras se perdieron cuando sintió al otro masturbar su miembro semi erecto, endureciéndolo de nuevo del todo para placar sus nervios. 


La espalda del pelirrojo se arqueó al sentir la lengua húmeda de Mello saborear su intimidad con bastante destreza, sonsacándole aquellos gemidos que tan familiares le resultaban. No se quejó, porque el rubio dedicó su tiempo a estimularle lo mas que pudo, humedeciéndolo hasta el punto de casi correrse en la boca del muchacho, haciéndolo temblar. 


Mello intentó callarse que aparte de tener que relajar su cuerpo, no tenían lubricante y la cosa iba a ser algo mas complicada por eso. Consiguió que Matt no preguntase cuando se humedeció sus propios dedos con esmero ayudándose por la saliva. 


-¿Me va a doler, verdad?. - su vocecilla infantil y asustada, provocó una breve risa en el otro, que se restregaba sensualmente sobre él notando ambas pollas hacer fricción. 


-Si te relajases no te dolería. Ya te lo he dicho. 


Matt decidió callarse la respuesta, porque si no iba a terminar discutiendo con el ruso y estaba demasiado ardiente como para rebatirle nada. Dejó que el chico le abriese las piernas y las flexionase en la cama, metiéndose entre medias y rozando con sus dedos mojados aquel rinconcito tan privado, uno que se obligó a jurar a si mismo que jamás profanaría de esa manera. Y ahora estaba con la polla dura, bajo el cuerpo de un ruso de ojos azules al que estaba dispuesto a entregarle hasta su alma si se lo pidiese. Que vida mas puta. 


El primer dedo le hizo rechinar los dientes, respirando entre cortadamente cuando sintió como exploraba su interior caliente. Mello se entretenía en deleitarle con besos obscenos que lo encendían mas si eso era humanamente posible. 


-Nnghh... - se quejó lastimosamente cuando el segundo dedo ingresó en su interior, notando una lagrimilla deslizarse hasta su mejilla. 


-Jeevas, si no te relajas no puedo moverlos. - Mello le sujetó la barbilla con su otra mano, haciendo que le mirase. Le encantó ver aquellos ojos esmeralda dilatados y brillantes. 


-Que duele mucho, joder. - intentó aguantar, respirando con dificultad cuando los sentía moverse dentro, expandiendo sus paredes poco a poco. 


Llegó un momento en el que sus jadeos dolorosos se convirtieron poco a poco en gemidos placenteros, sobretodo cuando Mello rozaba alguna zona sensible ahí dentro que le provocaban calambrazos de placer en todo el cuerpo. 


-¿Ahí te gusta?. - su sonrisa lasciva y la risita entre dientes, hicieron que Matt se sonrojase mas si eso era posible. 


-Si... - joder, no podía ni decir dos palabras seguidas sin gemir vergonzosamente. 


Llegó un momento en el que ni si quiera escuchó el ruido del envoltorio del preservativo al romperse, tan solo se dejó manejar al antojo de Mello que sujetando una de sus piernas, se agarró la erección y rozó la entrada con ella, despacio, sin dejar de besarle los labios hinchados y calientes. 


Tardó en entrar por completo varios minutos, porque la estrechez de Matt le engullía cada centímetro de carne, impidiendo que pudiese moverse con rapidez. 


-Ahhh...mierda, duele un montón... - apretó los labios, avergonzado por la lágrima de dolor que salió de sus ojos.


Mello sonrió, lamiendo aquella lágrima y las que vinieron cuando comenzó a moverse lentamente. Normalmente no solía tener ese cuidado, pero no quería lastimar a Matt. 


No supo en que momento ocurrió, pero llegó un punto dentro de aquel caldeado dormitorio en el que el pelirrojo enredó sus brazos alrededor de su torso, liando las piernas contra su cuerpo para que le diese con mas fuerza. Mello supuso que ya estaba rozando su próstata, debido a los gemidos jodidamente calientes que salían de aquella boca que ahora estaba húmeda y roja. 


-Estás ardiendo, Jeevas... - mordiéndole el cuello sin dejar de embestirle, su mano se enredó en la polla del pelirrojo para masturbarle y provocarle el doble de placer. 


Matt ni si quiera le respondió, estaba demasiado ocupado jadeando y perdiendo el control como para decir algo coherente. Pensó que siempre que Lawliet le había dicho que el sexo con otro hombre era algo increíble, estaba exagerando, pero ahora mismo entendía perfectamente a sus dos amigos. Y a pesar del escozor y el resquicio de dolor que aún le quedaba, sentir la polla del rubio dentro de él era algo que lo estaba volviendo loco. 


Cuando se corrió, lo hizo de forma abundante sobre su vientre y la mano de Mello, sintiendo como su espalda se arqueaba y su piel sudada se pegaba a las sábanas. Aún sentía moverse al ruso en su interior y tuvo el deseo de lamerle la cara, haciéndolo sin contenerse y acunando con los labios la quemadura. Sintió la polla de Mello pulsar enfurecida y como el otro gemía con fuerza, dejándose caer sobre su cuerpo al terminar de llegar en su interior. 


Respiraron alterados, calmándose poco a poco. Mello salió de su cuerpo con un sonido algo lascivo, quitándose el preservativo y tirándolo al suelo, tumbándose boca arriba en la cama. Matt ladeó el rostro para observarlo, embebiéndose de ver aquellas mejillas ruborizadas debido al sexo. 


-¿Te ha gustado?. - la voz ronca del ruso le hizo sonrojarse y cubrirse mas con las sábanas. 


-Sabes que si. 


El silencio del dormitorio ponía nervioso a Matt, que se preguntaba que demonios pasaría con ellos a partir de ahora. 


-¿Y ahora?. - aquella pregunta salió de forma automática, con un ferviente deseo de saber que pensaba el rubio. 


-Ahora vamos a dormir. - suavemente, le dio la espalda a Matt, acomodándose mejor y cerrando los ojos. 


Matt se mantuvo despierto unos minutos, bajando la mirada y terminando por ladearse del lado contrario, con un dolor en el culo que le hizo gimotear entre dientes. 


Iba a ser gracioso intentar andar con normalidad mañana.


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