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Un regalo desde Rusia con amor. por LaGataenelTejado

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Capítulo 8. Planes de seducción.


 


El camino a casa se hizo bastante largo debido a las nevadas que habían azotado la zona. Henry Jeevas conducía con cuidado y despacio, teniendo que alargar las horas de viaje obligatoriamente para evitar algún accidente.


 


Matt no se enteraba de nada, pues iba dormitando en el asiento trasero al lado de Mello, con la cabeza apoyada cerca de la ventanilla y una gruesa manta cubriéndole hasta las mejillas. El rubio le miraba de vez en cuando, sonriendo de medio lado al pensar en lo adorable que su chico zanahoria se veía de aquella forma.


 


Tras la noche que habían pasado, por la mañana se les hizo tarde por lo que se encontraron vistiéndose rápidamente y haciendo la maleta con mucha prisa, sin poder dedicarse algún tipo de cariño o sobeteo antes de salir. Mello esperaba poder hacerlo en alguna de las paradas que harían los Jeevas para repostar combustible.


 


-Chicos, vamos a hacer una parada para echar gasolina. - Henry frunció el ceño, tomando una bifurcación que estaba señalizada como zona de descanso.


 


-Mello, cielo, ¿quieres que te compre algo para comer en la gasolinera?. - Aline ya se estaba abotonando su grueso abrigo, preparada para acompañar a su marido. Miró a su hijo y suspiró, sonriendo suavemente. - Matt sigue dormido como un tronco.


 


-Algo salado estaría bien. - Mello también observó al chico, acomodándose mejor en el asiento. - Me quedaré aquí con él.


 


-Está bien.


 


Los Jeevas salieron del vehículo. Henry estiró los brazos, intentando no hundir demasiado los pies en la nieve y asegurándose de que los chicos estaban seguros en el coche. Rodeando con cariño la cintura de su esposa, ambos se alejaron directos al interior de la zona de compra de la gasolinera.


 


El ruso sonrió con malicia, pegándose mas al cuerpo caliente de Matt que se removió gruñendo infantilmente en el asiento, escondiéndose mas bajo la manta. Mello le acarició los labios con dos dedos y le dio un beso corto que rozó su boca de forma sensual.


 


-Nnghh...


 


-Matt, chucho... - le zarandeó, besando ahora el cuello del muchacho. - despierta. Me aburro.


 


-Que... - abrió los ojos desorientado, parpadeando para espabilarse y poniéndose jodidamente rojo cuando sintió la mano traviesa de Mello bajo la manta, acariciándole sin pudor la entrepierna sobre el pantalón. - Mello, ¿estás loco?, ¿y mis padres?.


 


-Repostando combustible... - respirando sobre el cuello del otro, Mello lamió de forma lasciva su piel. - Quiero follarte, Jeevas.


 


El cuerpo del pelirrojo se tensó por completo. Y no solo por esos dedos maestros que le acariciaban, si no porque vio a sus padres volviendo de la gasolinera con un par de bolsas en las manos. Intentó removerse para apartar la mano del otro, pero solo le sonsacó una risilla malvada y que se acomodase con él bajo la manta, disimulando.


 


-Mail, ya era hora. - Aline metió medio cuerpo en el coche, dándoles una bolsa que dejó en el asiento trasero al lado de Mello. - Os hemos traído algunos dulces y bocadillos salados. Comed, aún nos queda un largo viaje.


 


-Gracias. - Mello sonrió inocente, masajeando aún el miembro de Matt bajo la manta.


 


El pelirrojo tragó tanta saliva que casi tuvo miedo de que se le quedase la garganta como una maldita lija rasposa. Cuando Aline volvió a desaparecer para echar gasolina junto a Henry, miró furioso a Mello.


 


-Estás loco. Quita tu mano.


 


-¿Vas a pegarme si no lo hago?.


 


Matt sintió que se iba a morir en cualquier momento. Aquella sonrisa maliciosa y la travesura con la que el rubio le hablaba, casi le hicieron desfallecer allí mismo. Dejó caer la cabeza contra el asiento y cerró los ojos, mordiéndose los labios debido a que la mano del otro ya estaba haciéndole un “trabajito manual” ahí abajo.


 


-Mello...joder...no seas cruel... - lloriqueó, jadeó y tuvo que morderse el labio cuando sus padres comenzaron a dar vueltas muy cerca del coche mientras echaban gasolina.


 


Le llegaba a los oídos la conversación de sus progenitores y era incapaz de procesar algo. Estaba apretando el asiento con los dedos, sudando debido al placer y evitando mirar demasiado al otro, que de vez en cuando soltaba una risilla juguetona tapado con parte de su gruesa manta.


 


El rubio se aseguró de que quedaba poco para que los Jeevas entrasen en el coche y aumentó el ritmo, sintiéndose satisfecho cuando al cabo de los minutos y justo cuando Henry y Aline entraban en el vehículo, Matt se corriese entre sus dedos, apretando los labios con fuerza para evitar gemir y tan ruborizado que tuvo que ocultar vergonzosamente el rostro bajo la manta.


 


-Mail, hijo, ¿es que tienes fiebre?. - Henry les miró desde el espejo del coche, arrancando el motor suavemente para reanudar la marcha.


 


Su hijo solo puedo negar con la cabeza, mirando con odio de reojo al rubio que se cubría la boca para evitar reírse. Sintió a Mello con un pañuelo de papel limpiándolos a ambos bajo la manta e intentó relajarse de nuevo, con el corazón alteradísimo y mucha furia.


 


Bueno, en realidad no estaba furioso. Mas bien nervioso por llegar a casa y ver si aquella situación se iba a repetir a menudo.


 


--o0o-- 


 


Matt se movió inquieto por el dormitorio, como un maldito perro enjaulado. Estaba enfadado, furioso porque el ruso se había largado.


 


¿Realmente pensaba que los dos se acurrucarían como una pareja cursi al lado de la chimenea?. Una parte de él (una que por cierto, odió que fuese así) pensaba que si. Que quizás comenzarían a comportarse como eso que eran...¿y que eran?. ¿Dos chicos que follaron para bajarse el calentón?.


 


El pelirrojo le dio un puntapié a la pata de madera del escritorio, lloriqueando antes de dejarse caer boca arriba en su cama, sin poder dejar de pensar con quien estaría su rubio ahora mismo. Y en el fondo, comenzaba a arrepentirse de lo ocurrido en el viaje, porque joder...él había guardado celosamente su virginidad, inseguro siempre hacia los demás y con Mello todo había sido tan natural que le dolía sentirse abandonado.


 


Ahora si que parecía un perro desamparado.


 


Se removió en la cama, importándole poco el revolver las sábanas. Sin pensarlo dos veces, telefoneó a la única persona a la que podría contarle sus penas. Lawliet.


 


Su amigo no tardó en contestar al teléfono y cuando lo hizo, pudo escuchar la risita de Light de fondo de llamada.


 


-¿Matt?, ¿que tal el viaje?. - Elle rió, regañando con cariño a Light al otro lado del teléfono. - Perdona, Light está inquieto.


 


-Vosotros siempre estáis inquietos. ¿Es que no sabéis guardaros el pene?.


 


-¿El pene?, ¿desde cuando eres tan fino hablando?.


 


Gruñendo, Matt se rascó la nariz.


 


-Eso no importa ahora, tengo que hablar contigo.


 


-¿Ha pasado algo?.


 


Ahora si que parecía que había captado toda la atención de Lawliet. Esperó a que Light se callase y cuando el moreno le pidió que continuase, Matt le relató con mucha vergüenza lo ocurrido con Mello durante el viaje a la nieve. Incluso se asustó cuando ninguno de sus amigos dijo nada.


 


-Euu...¿hola?, ¿me hacéis el favor de decir algo?.


 


-Matt. - ahora era Light el que hablaba.


 


-Que.


 


-Estoy tan orgulloso de ti. - rió entre dientes, dando un par de palmadas que sonaron bastante estridentes en el teléfono. - ¡Yo sabia que eras un uke encubierto!.


 


Le hizo que pusiese los ojos en blanco, chasqueando la lengua y cansado de que sus amigos solo se preocupasen por su culo. Ese no era el tema, diablos, necesitaba consejo.


 


-Esa no es la cuestión.


 


-¿Y cual es?. - ahora la voz de Lawliet tenia un toquecito serio y neutral.


 


-La cuestión es que Mello se ha ido, ¿vale?. - y temblaba, y sonaba cada vez mas enfadado cuando se daba cuenta de toda la importancia que le estaba dando a ese tema.


 


-¿Pero sois pareja?.


 


Matt se mordió el interior de la mejilla, moviendo las piernas de un lado a otro sobre la cama. No lo eran, no habían dejado claro en el viaje nada de nada.


 


-No...


 


-Entonces, cachorro, siento decirte que Mello tiene todo el derecho del mundo a largarse por ahí. Lo que pasa es que estás celoso y has descubierto que tu “hermanastro” te la pone dura.


 


-¡Eso es lo que llevo diciendo desde que comenzó a vivir con él!. - la voz de Light, hizo gruñir a Matt.


 


-Light, cierra el pico.


 


-¿Y ahora que hago?. - la voz del pelirrojo sonaba tan triste y graciosa que Lawliet suspiró y no pudo evitar sentir algo de ternura hacia su amigo.


 


-Ahora vas a tener que defender lo que quieres que sea tuyo. Vamos, Matt, eres muy sexy cuando te lo propones...


 


-No me gusta por donde va esta conversación. ¿Por que siempre suenas tan pervertido, Lawliet?.


 


La risita maliciosa del moreno, hizo que a Matt se le erizase el vello de la nuca.


 


-Umm...si, quizás si suene así. Lo que te digo es que tendrás que seducir al ruso, ya sabes...hazle ver las estrellas para que no las busque en otro lugar fuera de casa.


 


Matt parpadeó confuso, entrelazando los dedos sobre el regazo. La verdad es que en temas de seducción era muy inocente, y como Lawliet se dio cuenta de que el pelirrojo no captaba lo que realmente le estaba diciendo, tuvo que ir directo al grano.


 


-Matt, hazle una buena mamada y luego ponle el culo. ¿Lo entiendes ahora?.


 


La risa de Light hizo sonrojarse al pelirrojo mas de lo que ya lo estaba. Dios, sus amigos eran tan cerdos siempre.


 


-¡Yo nunca he hecho algo así!. - se rascó nervioso la nariz, muy ruborizado y mordiéndose el labio.


 


¿Una mamada?, ¿él?, pero si jamás había hecho una. Además le daba miedo ahogarse o algo así, porque joder, había tenido a Mello dentro de su cuerpo y no era precisamente un chico de tamaño pequeño. Aún podía sentir sus paredes internas desgarrándose y un escalofrío le recorría todo el cuerpo.


 


-Entonces suerte reteniendo a Mello en casa.


 


-Está bien. Está bien, joder. - Matt lloriqueó, mirando el techo del dormitorio porque estaba seguro de que se arrepentiría el resto de su vida por lo que iba a decir a continuación. -¿Me ayudáis con los conocimientos básicos?.


 


Le daba tantísima vergüenza esto que escuchar la risa divertida de ambos solo empeoró las cosas. Pero se calló cuando Lawliet intentó mantenerse serio al otro lado del teléfono.


 


-Muy bien Jeevas, acomódate, porque esto nos llevará tiempo. 


 


--o0o-- 


 


Y vaya si les llevó tiempo. Matt había dejado de contar los minutos cuando fingió que se llevaba un plátano de la cocina para que le ayudase a estudiar al ingerir sus vitaminas. Su madre no hizo preguntas (gracias al cielo).


 


Estaba sentado frente a su escritorio, con los labios apretados y en una video llamada con sus dos amigos, que le miraban expectantes sin poder contener del todo aquellas risillas divertidas.


 


-Venga Matt, hazlo ya.


 


-Enséñanos tu parte mas erótica, chico sexy. - Light le guiñó el ojo a través de la pantalla, haciendo que se ruborizase.


 


-Mierda, si empezáis con eso no puedo.


 


Lawliet le dio un codazo a Light, mirando después a Matt fingiendo una inocencia que no tenia.


 


-Despacio, chúpalo con cariño. - Elle apretó los dientes para evitar reírse, mientras que su novio no tuvo tanta cortesía, echándose a reír de nuevo.


 


El pelirrojo tomó aire, parpadeando graciosamente y observando aquella banana como si fuese lo mas raro que había visto nunca. Vale que en forma quizás podría asemejarse pero no tenia mucho que ver... de todas maneras obedeció a Lawliet y despacio, lamió de forma muy tímida parte del tronco.


 


-Con mas sensualidad hombre, que parece que tengas miedo de que te vaya a sacar un ojo. - Lawliet se cruzó de brazos, tomándose muy en serio sus lecciones.


 


-Dale duro, pequeño cachorrito. - Light sonrió de medio lado, besando fugazmente la mejilla del moreno.


 


-¡Esto es ridículo!, me siento imbécil. - Matt bufó frustrado, apartándose el pelo de la frente.


 


De nuevo, sujetó la fruta con las manos, atreviéndose a ir abriendo la boca para chupar muy lentamente y siguiendo las indicaciones que su amigo le daba. El toque, la forma en la que tenia que mover la lengua y como ir apretando poco a poco los labios.


 


Terminó con dolor de mandíbula y comiéndose de verdad el plátano para evitar preguntas incómodas de su madre. No quería que lo tomase por imbécil por haber olvidado comerse la pieza de fruta que con tanto ahínco había robado de la cocina.


 


-Creo que mas o menos... - Lawliet se mordió el pulgar, mirando a su amigo fijamente. - puedes comenzar con la práctica real.


 


Light había terminado aburrido, así que les obervó tumbado desde la cama de Lawliet mientras ojeaba una revista. Levantó el pulgar en señal de ánimo hacia el pelirrojo para volver a ignorarles segundos después.


 


Matt miró hacia la puerta del dormitorio cuando escuchó a su madre charlar con Mello en la planta baja.


 


-Mello ya está aquí. Tengo que irme. - se despidió rápidamente de Lawliet, apagando el ordenador y tirando a la basura la cáscara del plátano.


 


Nervioso, caminó hacia la salida del dormitorio, saliendo al pasillo justo cuando la figura del ruso hacia su aparición en las escaleras. Tragó saliva al verle tan sumamente sexy, con aquella ropa de cuero que parecía que solo le quedaba bien a él.


 


-¿De donde vienes?. - se cruzó de brazos al hablarle, algo enfadado porque el rubio se había pasado fuera casi todo el día. Se fijó en las bolsas que llevaba en las manos.


 


-He ido a comprar ropa, ¿que pasa, Jeevas?, ¿me has echado de menos?. - se rió de forma socarrona, ignorando al muchacho mientras se dirigía hacia su dormitorio.


 


Matt tragó saliva, con el cerebro funcionando a toda velocidad cuando sujetó el brazo del rubio deteniéndolo antes de que pudiese escapar. Fue rápido cuando escucharon la voz de Henry Jeevas cada vez mas cerca, seguramente subiendo las escaleras. Así que sin pensarlo, metió con prisas a Mello en su propio dormitorio, cerrando la puerta y de espaldas al muchacho.


 


-Matt, ¿que pasa?. - dejó las bolsas a un lado, cruzándose de brazos y mirando al chico.


 


Vale, ¿ahora qué?, ¿como le seducía?. Matt era malísimo con esas cosas. Se acercó dubitativo hacia el ruso, apretando los puños y quedándose a pocos centímetros de su cuerpo. Tembloroso, le puso la mano en la cintura, sintiendo un calor agradable inundarlo rápidamente tan solo por aquello.


 


Despacio, fundió sus labios contra los de Mello, saboreando superficialmente aquella piel fría y húmeda que tanto contrastaba con la suya propia. Jadeó cuando el ruso le acarició la espalda baja, arañándolo con las uñas.


 


-Ya veo que si me has echado de menos.


 


Se movieron por el dormitorio, Matt temblando porque no dejaba de pensar en como dar pie a la situación que tanto había ensayado aquella tarde con los pervertidos de sus amigos y Mello, disfrutando de la sensación. El ruso se extrañó cuando fue el otro quien tomó un poco el control de la situación. Cuando la espalda de Mello rozó la cama, Matt miró distraído las chocolatinas que salían de los bolsillos del rubio.


 


-¿Es que siempre vas cargado de chocolate por ahí?.


 


La sonrisa traviesa del ruso le hizo tragar saliva, olvidándose rápidamente de su pregunta. Le agarró la cintura, besándolo con gula y aferrándose a él como si temiese que de un momento a otro se largase de nuevo. Su mano nerviosa se posó graciosamente sobre la entrepierna del muchacho, haciendo que le mirase con la ceja arqueada.


 


-Eres muy poco sutil, ¿lo sabias?.


 


Todo ruborizado y pasando la mayor vergüenza de su vida, Matt parpadeó un par de segundos para desviar la mirada justo después.


 


-Lo que pasó en el viaje...¿que ha sido para ti?. - y mierda, joder, temía mucho aquella respuesta.


 


-Lo pasamos bien, ¿tiene que significar algo más?.


 


Su excitación se fue al carajo. Se separó un poco del cuerpo del otro y se tumbó boca arriba en la cama, a su lado. Realmente... los dos accedieron a tener sexo sin preguntas, sin cuestionarse lo que ocurriría después. Y una parte de Matt se odió a si mismo por tener que darle vueltas a algo que era tan sencillo como el sexo casual sin compromiso. Además, vivían juntos, eran algo como...¿hermanastros?, una situación algo retorcida si se ponía a pensarla con detenimiento.


 


Hasta olvidó su propósito inicial. La seducción se había ido a la mierda y el sentir a Mello levantándose de la cama y mirándolo de reojo unos segundos le hizo ladearse sin decir nada.


 


-A lo mejor fue mi culpa, Jeevas. Pensaba que solo querías sexo casual.


 


No dijo nada, porque si decía algo iba a terminar mandando a la mierda al muchacho. Y no le culpaba, realmente no lo hacia, porque fue una decisión de ambos. Vio como Mello recogía sus bolsas del suelo y salia del dormitorio sin decir nada.


 


Se encogió en la cama, tomando aire y sintiéndose como un completo gilipollas.


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