Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Descubriendo por Mizuki Nozomi

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!

Si, lo se; perdón por la tardanza :'v pero en verdad la escuela me estaba matando ;-;

En fin~, les traigo el ultimo capítulo de este mini-fic :3 Espero les guste!

Aprovecho para dar las gracias a las personitas que dejaron review! En verdad me ayudaron mucho para continuar :'3 Pase por una fase de depresión pos-vacaciones, y créanme que llegar y ver que tenia unos mensajitos tan lindos en estos lugares me animaron mucho. Gracias, de verdad.

Sin mas que decir, les dejo leer~

DESCUBRIENDO

CAPÍTULO 3. SIEMPRE

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Decir que una pequeña gama de emociones lo estaban atacando en ese mismo instante era muy poco; su cuerpo entero estaba siendo víctima de un cumulo enorme de sensaciones, emociones y sentimientos que jamás pensó que experimentaría en su vida.

Había sorpresa, confusión, furia, vergüenza, curiosidad, impotencia... Por primera vez en demasiado (DEMASIADO) tiempo, Izaya era incapaz de mantener la calma, estaba entrando en pánico. Es decir, sabía que esa estúpida bestia era impredecible, pero lo que en ese momento estaba sucediendo iba más allá del rango en el que lo había encerrado mentalmente para "tratar" de comprender sus acciones a lo largo de los años desde que lo había conocido, y aunque siempre había esperado el día en que Shizuo lograra sorprenderlo completamente, que lograra iniciar un juego donde él quedara en desventaja, ciertamente jamás había considerado la posibilidad de que algo como lo que sucedía en ese momento pasara...aunque claro, eso no significaba que tenía pensado quedarse de brazos cruzados.

Entonces pues, aun siendo arrastrado por el departamento, Izaya concentro todos sus sentidos en encontrar una forma de liberarse del agarre del rubio, de hacer que este lo soltara, y si era posible, que sufriera al hacerlo.

-¡M-MALDITA SEA! ¡ESTÚPIDA BESTIA! –exclamó al sentir los dientes del rubio sobre la piel de su cuello.

Furioso, aprovecho el momento en el que se encontró lo suficientemente cerca de una de las paredes de la sala, levantando las piernas -usando a su favor el hecho de que Shizuo lo estaba sosteniendo- y empujando con estas la pared, haciendo que ambos cayeran al suelo debido a la perdida de equilibrio que provoco en el rubio.

Una vez en el suelo, y libre del ex barman, Izaya se apresuró a levantarse y tratar de huir del lugar, cosa en la que fracaso olímpicamente cuando la bestia alcanzo a tomarlo por uno de sus brazos y lo hizo caer de espaldas al suelo nuevamente, sin darle ni siquiera un momento para quejarse debido al golpe, pues inmediatamente se colocó encima suyo para inmovilizarlo.

A pesar de saber que era un intento totalmente en vano al no contar con alguna de sus navajas, el pelinegro trato de hacerle frente al rubio, retorciéndose en el suelo para ponerle las cosas más difíciles, pero justo cuando este logro finalmente colocarse entre sus piernas y con un gruñido le arrancó la chamarra de Kadota rompiéndola en pedazos antes de buscar inmovilizar sus manos, Izaya reaccionó sin pensar demasiado las cosas, llevando una de estas a parar en la cara del rubio en un fuerte y certero puñetazo.

El resultado fue un tanto diferente al esperado.

Una vez el golpe se hubo concretado, todo el lugar quedo en total silencio, mientras la mano del más bajo se retiraba lentamente de la escena del crimen.

Para Izaya, la imagen de la cara ladeada del rubio, con mechones cubriendo su rostro y la boca ligeramente abierta con total estupefacción, fue suficiente para entender que lo que acababa de hacer posiblemente no había sido la mejor idea, considerando que la persona sobre de él se trataba de nadie más ni nadie menos que la bestia de Ikebukuro, el hombre capaz de romperle todos los huesos del cuerpo en cuestión de segundos.

Tragando saliva trató de calmarse pensando en los argumentos que tenía para tratar de defenderse de la furia del ex bartender, aunque sabía claramente que este no entendía de razones, y eso, más que asustarlo, le molestaba; ¡le acababa de romper el suéter de Dotachin!¡Además, prácticamente lo había secuestrado! Ese protozoo no podía esperar que se quedara quieto ¿o sí? ¡¿Y qué demonios se suponía que planeaba al atacarlo de "aquella" forma apenas llegar?! ¡Lo había besado!

Todo debía ser un gran malentendido...

-Izaya –la voz del rubio le hizo dar un respingo, y no porque le sorprendiera el que dijera algo, sino por la forma de decirlo, tan seria y gravemente...

El pelinegro entendió de inmediato que Shizuo no diría nada más hasta que le respondiera.

-¿Qué te pasa, estúpida bestia? –atino a preguntar, empleando su usual tono de voz burlón, más por costumbre que por otra cosa.

El rubio no dijo nada; tan solo permaneció estático sobre de él, sin permitir que se moviera.

Izaya comenzaba a incomodarse, demasiado. Su pecho subía y bajaba pronunciadamente, mientras trataba de regular su respiración y los latidos de su corazón, impacientándose cada vez más.

-¡Quítate de encima, monstruo! –exclamo, probando suerte.

Nuevamente no recibió contestación, aunque si sintió claramente como el rubio aflojaba levemente la presión que tenía sobre su cuerpo.

Animado trato nuevamente.

-Shizu-chan, sé que eres una bestia, pero...

-¡TODO ES TU MALDITA CULPA! –grito de repente el ex barman, estampando un puño a un lado de su cabeza con fuerza y acercándose a gritarle a la cara, dejándolo estupefacto – ¡ABSOLUTAMENTE TODO ES TU CULPA, MALDITA PULGA!

La cabeza de Izaya pareció querer enterrarse en el piso en reacción a lo dicho y la inesperada e incómoda cercanía de Shizuo. ¡Esta vez él no había hecho nada!

-¡Pero qué...!

Izaya hubiera querido golpear nuevamente el rostro del estúpido rubio frente a él; hubiera querido gritarle una y mil cosas sobre las tonterías que estaba diciendo y haciendo...pero las próximas palabras y acciones del mayor se tragaron toda posible reacción que le hubiera dado la ayuda necesaria para lograr huir, o al menos hacerle entrar en razón a esa bestia.

-HAZTE RESPONSABLE – fue lo que dijo en un siseo el ex barman, antes de apoderarse de sus labios nuevamente, mientras al mismo tiempo le inmovilizaba las manos a cada lado de la cabeza, impidiéndole de ese modo cualquier opción de negativa.

Una vez más el rostro de Izaya se desfiguro en sorpresa y terror, mientras la lengua del rubio se movía demandantemente dentro de su boca, buscando enredarse con la suya, mientras ambos pares de labios se frotaban en cada movimiento.

El informante trato una y mil veces de terminar con aquel contacto meneando su cabeza a los lados, pero el mismo agarre del rubio se lo impedía, y aunque en un momento consideró darle una "ligera" -entiéndase el sarcasmo- mordida a su atacante, cuando así quiso hacerlo Shizuo se apartó al tiempo justo, antes de retomar su labor apresando sus labios en el proceso, haciendo lo que él había tenido en mente, apretándole su labio inferior entre sus dientes lo suficientemente fuerte como para hacerle gemir de dolor, advirtiéndole con ello sobre las consecuencias de sus actos.

A pesar de eso Izaya no paro de tratar de liberarse, mientras fulminaba con la mirada al rubio.

En serio, esa bestia tenía que estar bromeando. Después de tantos años...

La falta de aire hizo al menor comenzar a debatirse aún más bajo el rubio, quien gracias al cielo entendió la situación y cortó el beso para permitirle respirar, y aunque para Izaya fue un alivio el poder llenar sus pulmones de aire nuevamente, pronto se arrepintió siquiera de pensarlo así cuando la boca del rubio fue a parar a su cuello, lamiendo, chupando y mordiendo desde el maxilar hasta una de las clavículas, con claros planes de abarcar cada vez más territorio.

-¡SHI-SHIZUO! –exclamo Izaya con voz entrecortada, sin parar de luchar por liberar sus manos.

Aunque no quisiera aceptarlo su cuerpo estaba reaccionando poco a poco a las acciones del ex bartender... Las cosas se estaban saliendo de control. ¡Necesitaba para aquello!

-¡Se s-supone que me odias, es-estúpida bestia! –le recordó tratando inútilmente de sonar serio a pesar de la situación, justo al tiempo en que una de sus manos logro librarse de la del rubio y se ubicaba en aquel fuerte pecho, tratando de apártalo sin mucho éxito.

Estaba comenzando a temblar.

-¡P-PARA YA! –insistió, cerrando un momento los ojos cuando sintió la lengua del nombrado sobre el lóbulo de su oreja, causándole cosquillas y mandando corrientes eléctricas a todo su cuerpo.

Por unos segundos Izaya sintió la necesidad de rendirse ante el rubio, sabiendo que hiciera lo que hiciera nada funcionaria, pues su fuerza era nada en comparación a la del contrario, quien desde el momento en que logro apresarlo contra el suelo hubo ganado la batalla; pero tan solo con pensar en las posibles razones sobre el actuar del mayor, aquel sentimiento de derrota quedaba botado. Ese desgraciado no podía hacerle aquello solo porque quería. Si el muy maldito estaba caliente él no pensaba ser su medio de desecho.

Aun si en el pasado lo había considerado...No pesaba mendigar ese tipo de amor...

Apretando los dientes y afilando la mirada, Izaya empujo su cuerpo con toda la fuerza que pudo, logrando hacer que ambos rodaran por el suelo de modo que terminaron invirtiendo las posiciones. Y así, quedando sentado sobre la cadera del mayor, coloco ambas manos en su cuello, apretándolo y agachándose hasta quedar a pocos centímetros de su rostro.

-¡NO SOY UNA MALDITA PUTA! –fue el grito que con furia le escupió, logrando con ello hacer que el rubio se quedara completamente estático mirándolo a la cara, como si no entendiera sus palabras.

Con un amargo sabor en la boca, Izaya deseo tener la fuerza suficiente para poder matar a Shizuo ahorcándolo, pero sabiendo que eso era imposible por tratarse de un monstruo, se limitó a quitar ambas manos, tratando por todos los medios de mantener aquella mirada de odio que a cada segundo que pasaba sentía que se quebraba en pedazos.

Habían pasado diez años...y aunque en ese tiempo creyó haber logrado suprimirlo, el sentimiento seguía ahí. Tal vez con algo más de tiempo hubiera logrado erradicarlo por completo... ¿Por qué esa bestia tenía que venir a recordárselo ese día? ¿Acaso se había enterado de su secreto y planeaba humillarlo con ello? Eso era cruel... Pero no sería algo que no se mereciera él en particular.

Tragando saliva reprimió un temblor ocasionado por el frio –quería pensar que era por eso- y finalmente tomo la decisión de levantarse e irse del lugar, pues nada más tenía que hacer allí; pero justo cuando trato de hacerlo las manos del mayor sobre sus caderas lo detuvieron, de modo que en respuesta volvió la vista a él con una advertencia en esta, aunque aquel gesto se desarmo cuando Shizuo, irguiéndose para quedar sentado –recorriéndolo a sus piernas en el proceso-, lo miro con tranquilidad, haciéndole honor a su apellido.

-Dije que...

-Lo sé –fue el murmullo que salió de la boca del ex barman, siendo este increíblemente amable –No lo eres.

Izaya tenso la quijada, nervioso y tratando de acallar aquel pequeño grano de esperanza que tantos años había estado hundido en lo más hondo de su pecho...pero aquel intento poco sirvió cuando con gran lentitud Shizuo comenzó a acercarse a él, sin dejar de verlo a los ojos, hasta que nuevamente sus labios se encontraron.

Solo fue un toque; uno increíblemente pequeño, y a pesar de eso la cantidad de sentimientos fue inmensa, tanto así que cuando el contacto se hubo roto ambos se hallaron extrañándose.

El ex barman se mantuvo a pocos centímetros del informante, analizando cada parte de su rostro mientras el aludido hacia lo mismo, y aunque este último igual pudo sentir las manos del rubio aflojar su agarre, dándole la oportunidad de terminar aquello e irse, simplemente fue incapaz de ello.

Shizuo sentado en el piso de la sala con Izaya sobre sus piernas. Ambos mantuvieron aquella posición y silencio por varios segundos, pero pronto la espera acabo junto con la paciencia del mayor, quien incapaz de soportar más tiempo volvió a acercarse al informante, capturando con cuidado sus dulces labios, observando con sorpresa como el pelinegro tan solo cerraba los ojos con lentitud mientras sus manos se apoyaban sobre sus hombros, al tiempo que sus mejillas se teñían levemente de carmín.

Shizuo se sintió enternecido por la expresión en aquel lindo rostro.

¿Cuánto tiempo habían estado cargando con ese sentimiento? ¿Por qué hasta ahora eran plenamente conscientes de eso?

Esas preguntas surcaron por un momento los pensamientos del rubio, pero inmediatamente decidió que concretaría las respuestas más tarde, de modo que dejándolo de lado retomó su agarre sobre la cadera del menor, antes de deslizar sus manos hacia arriba, colándose entre la húmeda playera y deleitándose con la suavidad de esa piel, tan tersa y blanca...

Cuando Izaya se estremeció debido al frio toque, Shizuo embozo una pequeña sonrisa en medio del beso, antes de reparar en donde se encontraban y en qué condiciones, así que, sin problema alguno, coloco sus manos bajo las piernas del informante aprovechando que este lo sostenía por los hombros, y se las arregló para levantarse del suelo sin soltarlo, antes de comenzar a caminar hacia su habitación sin parar ni un segundo de besar aquellos exquisitos labios.

Una vez en la nueva estancia, Shizuo se dirigió hacia la cama, depositando al informante en esta, colocando sus manos a cada lado de él para no aplastarlo con su cuerpo.

-No... - susurro Izaya quedamente, como si la cordura regresara a su cabeza, mientras débilmente desviaba el rostro a un lado.

Por un momento el ex barman considero aquella débil petición, sintiendo las manos del menor colocarse sobre su pecho, pero sin hacer fuerza contra este en realidad, a lo que, frunciendo el ceño, se agacho para depositar un beso sobre el cuello que Izaya había dejado expuesto, sonriendo satisfecho al verlo estremecerse y regresar su vista a él, tal como quería.

El pelinegro trato de mantener una mirada firme y dispuesta a defender lo dicho, pero aquello poco le duro ante el rubio, quien mirándolo del mismo modo solo necesito una mínima señal de duda expresada en sus granates ojos para poder volver al ataque, tratando en el proceso de convencerlo de dejarse llevar junto con él. Poco a poco.

Izaya se odio por su error, y a la vez odio al rubio por no dejarle ni un segundo para tratar de juntar un poco de voluntad para apartarlo e irse, pues simplemente no paraba de acariciarlo y repartir besos por todo su rostro mientras él solo mantenía los ojos cerrados, con el ceño ligeramente fruncido. Y no, no le faltaban las fuerzas para negarse a los toques del rubio, él podía ideárselas para librarse de ese monstruo, de eso no había dudas...pero aquello solo podía ser si tan solo su cuerpo se dignara a cooperar con aquello, y dejara de querer sentir aun cuando su mente se encontraba en toda una guerra, debatiendo lo "correcto" con lo "incorrecto" en cuanto a la situación que se estaba desarrollando, siendo el intermediario del asunto su deseo de ser amado por aquella bestia... de sucumbir por una vez en su vida ante las circunstancias, sin tratar de controlar nada.

Era difícil pelear contra uno mismo mientras ese rubio lo acariciaba tan necesitada y cuidadosamente mientras repartía besos en su piel como si se tratara de todo un Dios a sus ojos...como si fuera su Dios.

-Ah... -un pequeño gemido salió de su boca cuando sintió su playera siendo desgarrada por el ex bartender, quien sin problema alguno se encargó de botar los pedazos lejos antes de proceder a quitarse su propia camisa, dejando expuesto su delgado pero fuerte cuerpo.

Izaya soltó un suspiro cuando una mano grande y cálida recorrió su ahora desnudo torso, calentando cada zona que tocaba en lo que se suponía era una caricia, antes de centrar su atención en el pecho, haciéndolo estremecer, mientras sin tregua alguna devoraba la piel de su cuello, dejando profundas marcas rojizas.

Sin perder el tiempo, y aprovechando la momentánea sumisión de parte del pelinegro, Shizuo se permitió deslizar sus manos abajo, hasta el pantalón de este, antes de hacer lo mismo que con la playera, logrando con ello que Izaya se tensara y colocara ambas manos sobre sus hombros, empujándolo levemente, y aunque aparentemente él accedió a apartarse no por ello detuvo sus acciones, pues inmediatamente que logro deshacerse de esa prenda se hayo apresando ambas piernas entre sus manos, recorriéndolas, besándolas y deleitándose por la hermosa forma que tenían y su suavidad.

Perfectas...como su dueño.

-De-detente... -fueron las débiles palabras que salieron de la boca del pelinegro cuando, tras besar una de las blancas extremidades entre sus manos, Shizuo se acomodó mejor entre estas, pegando su pelvis contra la contraria antes de volver a colocarse encima de aquel delgado cuerpo, juntando ambos pechos y labios, mientras con enloquecedora cadencia comenzaba a hacer movimientos con la cadera, logrando con ello sacar un fuerte gemido de parte del informante.

Para Izaya aquello era más que vergonzoso. El contacto de la piel de Shizuo con la suya le estaba nublando cualquier pensamiento medianamente coherente, tanto así que inclusive sus manos habían ido a parar a ambos fuertes brazos, tan solo para sentirlo y tener algo a que aferrarse en respuesta a las sensaciones que el beso y las caderas de ese hombre chocando contra las suyas le provocaban.

-Ah, Shi-Shizuo, Shizu-chan...

Por unos segundos, consideró que aquello no era tan malo...Es decir, podía permitirle al ex barman hacer eso con él... Unas cuantas caricias...solo eso... ¿no?

Con manos temblorosas Izaya se encontró tomando entre estas el cabello del rubio, dirigiéndolo para que volviera a besarlo. No lo admitiría en voz alta, pero sin duda alguna le encantaba el sabor de los labios de esa bestia.

Mientras, Shizuo no tardo nada en reaccionar a la petición que se le hacía, yendo inmediatamente a complacerle con un beso húmedo, más profundo y vivaz que todos los anteriores, mientras sus manos reafirmaban sus caricias sobre su torso. Definitivamente le era imposible seguir controlándose ahora que él pelinegro parecía estar dispuesto a cooperar un poco más.

Haciendo más lentas las embestidas, llevó una de sus manos a bajar desde el pecho hasta el vientre del menor, cuidando que este no se exaltara con lo que estaba por hacer, por lo que, tratando de mantenerlo distraído pasando a situar su boca tras la oreja de este, donde había notado que era más sensible, introdujo la mano bajo la ropa interior, apresando en un movimiento rápido pero cuidadoso el miembro del informante, justo cuando este había colocado una mano sobre la suya, tratando de impedir aquello sin éxito alguno.

-¿Q-que crees q-que haces...? –balbuceo Izaya con un enorme sonrojo en las mejillas, mientras intentaba inútilmente de hacer que lo soltara.

Al no recibir contestación alguna, y al no poder librarse de aquel toque, el informante cerro los ojos con fuerza, y se mordió los labios, tratando a toda costa de no dejar que saliera sonido alguno de sus boca cuando el mayor comenzó a mover su mano en un sube y baja por toda la extensión de su virilidad, que inevitablemente se encontraba ya erecta y húmeda en respuesta a las acciones previas, mientras con su mano libre estimulaba uno de sus pezones en el proceso y su boca se paseaba por su cuello, haciéndole el trabajo increíblemente difícil.

Izaya sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas debido al placer que estaba sintiendo.

-N-no...Shizu-¡ngh!

Estremeciéndose, se llevó una mano a la boca, tratando de acallar los gemidos que inevitablemente comenzaban a nacer de esta y que, sin saberlo, fascinaban al hombre más fuerte de Ikebukuro.

Para Shizuo, la imagen que tenía en ese preciso momento frente a él era incomparable; el pelinegro recostado en su cama exponiendo aquella lechosa y suave piel -con unas cuantas marcas recién hechas por él-, con una mano apresando las sabanas y la otra sobre su boca, tratando de mantener a raya sus gemidos, con el rostro sonrojado y los ojos cerrados en respuesta al placer que sentía. Shizuo jamás hubiera pensado que Izaya fuera tan...hermoso. Definitivamente sus sueños no habían podido hacer justicia alguna de la verdadera perfección del pelinegro.

Sintiendo el cuerpo del informante estremecerse, Shizuo entendió que este había cedido a las caricias que le estaba brindando, así que, lamiéndose los labios, se encargó de terminar por desnudarlo, sin parar sus movimientos en ningún momento para evitar que el menor reaccionara negativamente.

Mirando una vez más de pies a cabeza al pelinegro en la cama, no pudo evitar sentir como su propio miembro se endurecía y un deseo egoísta despertaba en su pecho.

Aquella pulga molesta no podía ser vista ni tocada por nadie más; nadie podía acercarse a Izaya más que él, nadie podía verlo de la forma en la que estaba ahora...Esas expresiones de placer le pertenecían a él. Su atención, su odio, sus travesuras, su vida; todo eso le pertenecía. Ese hombre era suyo.

Siempre fue mío...siempre será mío...

Sonriendo, pasó una mano por la frente del informante, peinando su cabello hacia atrás y haciendo que este abriera los ojos un poco, antes de depositar un beso en su frente, como reafirmación de sus propios pensamientos, como un sello para la promesa que acababa de hacerse.

Sin poder contenerse más tiempo, bajo para depositar otro beso en labios del menor, antes de liberar el miembro de este para deshacerse de sus propios pantalones y ropa interior también, para llevar su mano hasta aquel orificio del cual quería apropiarse en ese momento.

Izaya no pudo evitar soltar un jadeo asustado en respuesta a aquellas acciones, sobre todo cuando, al leve toque de los dedos del mayor al ser deslizados por su piel, escucho el peculiar sonido de un cinturón ser retirado, seguido de una cremallera, sintiendo justo después los dígitos del rubio llegar a su estrada.

-E-espera, Shi-Shizuo, no... -le fue imposible el evitar balbucear, mientras trataba de alejarse inútilmente–No quiero...

Izaya quiso moverse, liberarse, pero el peso que ejercía el rubio sobre él le hacía imposible tal labor. Esa bestia en verdad tenía pensado ir más lejos, y eso era algo para lo que él no estaba del todo dispuesto ¿cierto?

-Izaya... -escucho susurrar al mayor cerca de su oído, haciéndolo estremecer. La forma en la que decía su nombre...

Para el ex barman no fue complicado, a pesar de las quejas del nombrado, comenzar a acariciar superficialmente la entrada de este, preocupándose un poco al sentir aquel lugar tensarse en respuesta a su toque. Si no lograba que Izaya se relajara las cosas serían muy difíciles...., así que, sin parar de palpar sutilmente esa zona, llevo su boca a repartir besos y chupetones por todo el torso frente a él, subiendo por el blanco pecho hasta llegar a los rosados pezones, sintiendo a Izaya estremecerse cuando, al apropiarse de estos, uno de sus dedos se introdujo al mismo tiempo en su orificio, aprovechando la relajación de este en respuesta a los estímulos.

-S-Shizuo...n-no...-apenas logro escucharse de boca del pelinegro, quien al no poder hacer mucho con sus manos, mantenía estas en su cara, ocultando sus ojos y tapando su boca, mientras su cuerpo entero temblaba.

Shizuo se relamió los labios al ver el estado del informante y sentir sus paredes, que curiosamente eran muy estrechas...

Algo confundido por lo último, comenzó un lento mete y saca, moviendo un poco su dedo para tratar de romper algo de resistencia, mientras al mismo tiempo sus labios viajaban del pecho a la mandíbula del menor, antes de quitar con su mano libre la que cubría la boca de este, para justo después apropiarse de sus labios, besándolos con intensidad mientras las acciones en su entrada continuaban, ahora de forma un poco más sencilla, por lo que, con cuidado, llevó un segundo dedo a adentrarse en aquella cavidad, logrando con ello hacer que el informante soltara un jadeo.

Cerrando los ojos para tratar de controlar los impulsos que comenzaban a querer hacerse de su voluntad, Shizuo apoyo la cabeza en el blanco pecho, concentrándose en los movimientos de sube y baja en respuesta a la acelerada respiración, y escuchando el acelerado latido de su corazón.

-¡AH...! –un fuerte e inesperado gemido de parte de Izaya le hizo levantar la vista, encontrándose con una mirada confundida y un cuerpo siendo víctima de espasmos. Incluso las piernas del informante se habían puesto rígidas, mientras trataban inútilmente cerrarlas.

Por unos segundos, Shizuo creyó que le había dolido, que había lastimado a Izaya, pero el sonrojo en las pálidas mejillas, y aquella mirada confundida pero avergonzada, le decían lo contrario.

Intrigado, decidió repetir lo que había hecho antes de que esa reacción de parte del pelinegro sucediera, así que, colocando una mano sobre el hombro contrario, al ver que su presa trataba de erguirse, tanteo nuevamente, deslizando sus dedos de adentro hacia afuera.

-¡...Ngh! –a pesar de sus esfuerzos, Izaya no pudo ocultar el gemido que escapo de sus labios. Aquello se sentía realmente bien...

-Así que aquí es... -murmuro Shizuo en respuesta, embozando una sonrisa antes de volver a golpear aquel lugar -¿Te gusta?

Desviando la cara, enojado y lleno de vergüenza, Izaya se negó a dar respuesta alguna, cerrando los ojos con fuerza y apretando del mismo modo los dientes.

-Lo siento, pulga –dijo de repente el ex barman, sacando ambos dedos y tomando entre sus manos las caderas ajenas, jalándolas con fuerza para acomodar mejor al pelinegro, de modo que entrar en el fuera más fácil –No puedo aguantar más...

Aturdido por el rápido movimiento y las palabras del mayor, Izaya tan solo pudo atinar a abrir los ojos y presenciar como este tomaba sus piernas para abrirlas un poco más, antes de pasar a sujetar con una mano su propio miembro, acariciándolo un poco antes de acercarlo a su entrada.

Enserio...tenía que estar bromeando... ¡ESA COSA NO IBA A ENTRAR EN EL!

-¡E-espera, Shi-Shizuo! –rápidamente, Izaya atino a usar sus manos para empujarse hacia atrás, en un intento por alejarse del nombrado. ¡Lo iba a romper!

Con el ceño fruncido, en un afán por mostrarse decidido, trató de hacerle frente a Shizuo, quien haciendo lo propio fue avanzando a la par de él, antes de simplemente hartarse y tomar uno de sus tobillos para jalar de este con fuerza y regresarlo a su lugar, cerca de él.

Izaya sintió un sudor frio bajar por su espalda cuando, sin permitirle recuperarse de aquel movimiento, el monstruo envolvió su cintura con un brazo, pegándolo a su pecho, al mismo tiempo que con su mano libre dirigía su erección y la colocaba en su entrada, frotando esta un par de veces antes de empujar un poco, abriéndose espacio con algo de dificultad, mientras que el informante, entendiendo que no podía evitar lo que estaba sucediendo, tan solo pudo cerrar los ojos con fuerza y abrir más sus piernas, tratando de relajarse para que aquello no le fuera tan doloroso.

-¡N-ngh...! ¡Shizu-ah! –inconscientemente, sus manos habían ido a parar a la espalda del rubio, dejando largas y profundas marcas en su necesidad de aferrarse a algo para evitar gritar.

Por su parte, Shizuo podía sentir cada uno de los arañazos que el menor trazaba en su espalda y, aunque no le dolían en lo más mínimo, era consciente de que aquello significaba que a Izaya sí, aunque este no quisiera decirlo, así que, sabiendo que no podía ser de otra forma la cosa, dadas las circunstancias, se apresuró a tomar una decisión, abrazando con fuerza al informante antes de colocar su mano libre en su hombro, empujando aquel menudo cuerpo hacia abajo al tiempo que él daba una embestida con la que logro entrar completamente.

-¡A-AH! –el cuerpo de Izaya dio un respingo, al mismo tiempo que de su garganta salía un entrecortado jadeo y sus ojos se llenaban de lágrimas, que trató de ocultar cerrándolos con fuerza mientras que, en vista de que era un hecho que no podía quitarse a Shizuo de encima, sus brazos y piernas se enredaban entorno al cuerpo del rubio, tratando de impedir que este hiciera movimiento alguno.

Su cuerpo estaba temblando, y de sus labios rogaban por salir palabras que buscaran hacer que el mayor no se moviera, que le hicieran saber que aquello en verdad le dolía y que hiciera algo por ayudarle...Pero como siempre, su orgullo no le permitía tal cosa; no quería ser visto como alguien débil, pues no lo era...él podía soportarlo ¿no...?

Con la respiración acelerada y varios gemidos dolorosos atorados en su garganta, Izaya trato de relajarse y parar de temblar sin mucho éxito. No quería que Shizuo notara el estado en el que se encontraba..., pero claro, eso fue algo inevitable.

-L-lo siento, ¿te duele demasiado? –la voz del rubio resonó amablemente en la habitación. Para él no había pasado desapercibido el estado de Izaya; podía sentir todo el cuerpo de este temblar.... Y aunque moría por comenzar a moverse, no pensaba hacerlo hasta que Izaya se sintiera bien...

No le sorprendió no escuchar respuesta alguna de parte del pelinegro; sabía que este no pensaba responder afirmativamente a aquella pregunta.

Tan molesto y orgulloso...

-Tranquilo, esperare -murmuro por lo bajo, escuchando con algo de pena un débil gemido doloroso que escapo de boca su pulga.

Teniendo la urgente necesidad de que Izaya se recuperara, Shizuo comenzó a repartir pequeños besos en la lechosa piel a su alcance, mientras sutilmente acariciaba los negros y húmedos cabellos, antes de llevar una mano a la erección en medio de sus cuerpos, acariciándola con suavidad, sintiendo después de unos segundos que todo aquello daba resultados, pues sentía el interior del pelinegro un poco más relajado, y su cuerpo ya no temblaba tanto, del mismo modo que las extremidades ya no lo abrazaban con demasiada fuerza.

Incapaz de mantenerse tranquilo más tiempo, en vista de que al informante ya no sentía demasiado dolor –y claro, ya que quería hacer que este se sintiera tan bien como él- Shizuo saco su miembro unos cuantos centímetros, sin dar tiempo a nada antes de dar un empujon, que logro hacer que ambos gimieran.

-¿Q-qué... ¡ah!?

La voz de Izaya aun sonaba algo adolorida, pero en esta igual comenzaba a estar presente lo que Shizuo tanto quería, así que, más animado, repitió aquel movimiento, tratando de golpear el punto que hace un rato había tocado con sus dedos y que le había permitido ver al pelinegro con una expresión sumamente excitante.

-¡Shi-Shizuo! –lo había encontrado.

Aferrado a la espalda del mayor, Izaya comenzó a perder la batalla contra sí mismo, dejando que algunos jadeos y suspiros salieran de sus labios cuando de algún modo aquello empezó a ser sumamente placentero. ¿Cómo era posible...?

Sintiendo las lágrimas escurrir por sus mejillas debido a las sensaciones que dominaban su cuerpo, mandó todo al diablo y se dejó llevar, comenzando a mover las caderas al compás de las estocadas de su bestia, quien alegre de verlo rendirse junto a él, se apresuró a capturar nuevamente sus labios, haciendo más fuertes y precisas las penetraciones, sabiendo que ambos estaban cerca del final.

Y así, separándose para poder tomar aire y gemir juntos, Izaya fue el primero en correrse, manchando su cuerpo y el del rubio sin que a ninguno le importara en lo absoluto, antes de que este último hiciera lo mismo en su interior, disparando su esencia entre unas cuantas embestidas más, antes de caer agotado sobre el cuerpo ajeno, saliendo de él apenas su miembro se asentó.

Aunque Shizuo no quería moverse, sabía que era pesado para el menor, así que sin muchas ganas se movió a un lado, alarmandose al notar a Izaya moverse y calmándose casi inmediatamente al verlo solo rodar y quedar acostado dándole la espalda, sin moverse más.

Sin pensarlo, el ex barman uso sus últimas fuerzas para acomodarse detrás del informante, estirándose para jalar una cobija para tapar a ambos, antes de pasar una mano sobre aquella delgada cintura, apretando el cuerpo del menor contra el suyo al mismo tiempo que depositaba un sutil beso en su coronilla.

Shizuo apenas pudo embozar una ligera sonrisa cuando a segundos de haber hecho eso, sintió una de las manos del pelinegro posarse sobre la suya, sin hacer nada, solo permaneciendo ahí.

Realmente ninguno tenía las ganas de hablar de lo que acababa de suceder, de aclarar absolutamente nada en ese preciso momento, estaban exhaustos, así que, ambos hombres parecieron acordar cerrar los ojos al mismo tiempo, dejando para después cualquier discusión o charla. Después de todo, realmente no pensaban olvidar nada de lo que había sucedido... aunque claramente en un principio uno estaría más convencido de ello que el contrario. Por su lado Shizuo seria quien graciosamente se tomara más tranquilamente las cosas, pues al menos para él todo era sencillo: Quería a Izaya; a pesar de todo lo quería, y muy probablemente las cosas habían sido así desde el momento en el que se habían conocido. El hecho de que ahora lo aceptara era quizá algo más complicado de explicar, pues ciertamente para ello tenía algo que ver el hecho de haber conocido a Kanra, pues desde ese momento había considerado la posibilidad de que Izaya le atraía.

Es decir, en el pasado no había pensado abiertamente la posibilidad de que Izaya le pareciera atractivo, sobre todo por tratarse de un chico y por aquel “odio” que día a día se profesaban. No sería algo normal...pero al ver a Kanra, y enamorarse de su imagen para después enterarse de que se trataba de Izaya...bueno, a partir de ese momento aquella posibilidad había sido considerada.

A veces solo se necesitaba de un minuto de duda para que surgieran nuevas ideas... ¿no?

Sonriendo aun con los ojos cerrados, Shizuo acepto que acababa de meterse en un gran problema. Los hombres más fuertes de Ikebukuro juntos...Nada bueno podía salir de un par de un monstruos...pero, de cualquier modo le daba igual. Lo único que le preocupa en esos momentos, era lo que tendría que explicarle al pelinegro cuando este despertara, pues lo reconocía, Izaya tendría mil y un cosas que reclamarle, y todo con justificación...Pero aun con eso no pensaba echarse para atrás...No dejaría que lo que dijera le hiciera cambiar de opinión.

Era hora de que ambos aceptaran lo que desde siempre había existido entre ellos.

-Aunque no lo creas, te quiero, pulga – soltó en un hilo de voz el ex barman, para no despertar al pelinegro; después frunció ligeramente el ceño –...así que no compliques las cosas y acéptalo.

Tras unos segundos de haber dicho aquello, el rubio cayó dormido, sin saber que Izaya lo había escuchado, y que por aquellas sencillas palabras sus planes de escapar mientras él dormía habían cambiado...

Tal vez...tal vez podría dignarse a escuchar lo que Shizuo tendría que decirle a la mañana siguiente...

Dándose la vuelta con lentitud para no despertar al mayor y poder quedar de frente a este, Izaya se acurruco más contra él, enredando sus piernas con las contrarias. Después de todo, y aunque no lo dijera...él había amado al rubio desde el primer momento en que lo había visto, siendo mejor que todos sus amados humanos juntos...Siendo un monstruo, su monstro.

Solo una cosa pasó por la cabeza del informante antes de caer dormido: Debía encargarle a Namie que buscara una chamarra igual a la que la bestia había roto. 

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

FIN

Notas finales:

¿Y bien? ¿qué les pareció :'v ?

Espero les haya gustado ^^

Me alegra informarles que esto a sido todo, así que pronto nos leeremos en otros fanfics Shizaya 7v7r (esta vez con mas trama; lo juro. Es que en verdad tenia ganas de escribir algo como esto :'v )

Muchas gracias a todas las personitas que siguieron esto! Les mando un fuerte abrazo y un beso :3

Hasta la próxima~ :'3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).