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Infatuación por sunshinebunny

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Ace no pudo dormir bien aquella noche.

Su apartamento no contaba con estacionamiento  privado y cada tres horas o menos se asomaba por la ventana para asegurarse que nada le hubiera sucedido aun al automóvil que, no muy a su gusto, le habían “prestado” por esa noche. Una extraña mezcla de adrenalina y satisfacción se presentaban cada que al abrir la ventana se encontraba con que todo estaba bien, estaba seguro que de haber sido suyo ese auto no se encontraría tan nervioso, porque aunque el barrio conde vivía no era exactamente el mejor de la ciudad y aunque el auto azul no era exactamente el más costoso que había visto en aquella cochera que Luffy lo hubiera nombrado como el favorito de su hermano no dejaba de ponerlo de nervios.

Si el automóvil hubiera pertenecido a Ace solamente bastaría con coger a cualquier idiota que le hiciera algo, dar una buena golpiza y dejar su punto bien en claro, la gente no tocaba sus cosas por aquellos lugares ya que aunque no era algo de lo cual jactarse la reputación de Ace era un poco turbia. No era que se buscara los problemas a propósito, muy por el contrario, los problemas parecían búscalo a él desde una joven edad.

Aquel departamento pertenecía a sus difuntos padres, había vivido prácticamente solo en él desde la edad de los doce años y aunque lo que hubiera procedido legalmente habría sido mandarlo a un orfanato su madre había arreglado para que un pariente lejano al que en realidad el pecoso jamás conoció se encargara de él, seguro que cuando Rouge se puso en contacto con el viejo que debía cuidarlo esta no tendría en mente un cheque mensual y los “cuidados” de la vecina, una mujer gorda y de cabello cobrizos a la que poco o nada le importaba si el chiquillo asistía al colegio y a que se le aplicaran las vacunas.

Dejo el colegio a edad temprana y comenzó a meterse con pandillas, el que su padre antes que él tuviera una reputación por esos barrios no le sorprendió demasiado, sabía que su madre se había enamorado de un “chico malo” como ella solía llamarle por las historias que a veces le contaba aunque nunca se había enterado de las cosas completamente, aun ahora no estaba seguro que las supiera por completo; El viejo Newgate al igual que su difunta madre no solía contarle las cosas completas y entre las cosas que escuchaba en los bares clandestinos antes de meterse en algún pleito y los pedazos de verdad que alcanzaba a escuchar entre conversaciones de personas a las que había comenzado a respetar al unirse al clan de Barba blanca la imagen que tenía no era exactamente buena.

No era un crio para llorar u mortificarse por esas cosas, pero aun así le desagradaba escuchar a la gente hablar al respecto y se metía en más de un buen lio –que normalmente involucraba sus puños- en el proceso de ir de un lugar a otro, su cara y su cuerpo estaban constantemente bañados de cicatrices y moretones que él mismo cuidaba por aquel entonces, eh incluso aunque podría haberse mudado a casa del señor Newgate cuando se había convertido en parte de su “familia” tras una disputa con el mismo hombre prefería no hacerlo, sentía un poco de vergüenza de haber pensado que matar a aquel sujeto le traería algo bueno solo por haber escuchado que era un rival encarnizado de su padre en antaño, de sus días de peleadores clandestinos.

Pasó tres días en cama en aquella ocasión, en la cama de la casona Newgate para ser específicos, creía que se estaban burlando de él cuando lo invitaron a formar parte de la panda después de la paliza que le había dado un sujeto mayor y “delicado” de salud. Edward Newgate ya no era un peleador callejero, y aunque su casa de boxeo y artes mixtas no lucia como la cosa más impresionante del mundo conocía a tanta gente que su nombre no dejaba de escucharse por todos lados, aunque nunca se jactaba de que ningún negocio de sus “hijos” fuera suyo sabía que podía disponer como si lo fueran, él los había apoyado cuando más lo necesitaban y estos se lo pagaban con cariño y devoción, eran lo más cercano que cualquiera de ellos tenía a una familia.

A Ace le gustaba bastante la sensación y pasaba mucho tiempo ahí, superada su testarudez inicial se había dejado enseñar varias cosas y ayudaba cuando podía pero su temperamento volátil le metía en más de un problema y el manchar el nombre de su nuevo “padre” le sabia tan mal que seguía recluyéndose a su apartamento cuando aquello sucedía, si bien Ace se llevaba bastante bien con todos sus hermanos antes y después del accidente con Barba blanca nunca había podido formar un vínculo real con ellos, no quería ser una carga y como tal le obsesionaba un poco el mantenerse alejado de las personas para las que podía representar tal cosa.

Podría haber obtenido trabajo en cualquiera de los negocios de sus hermanos, pero se sentía como una especie de imposición con su torpeza y su enfermedad, no había sido una sola ocasión la que en medio de servir los platos había causado un alboroto en el restaurante de Thatch, o había dejado caer el telón a destiempo en el teatro kabuki donde trabajaba Izo, incluso se había quedado dormido durante las lecciones de joyería de Jozu… aunque aquello último probablemente no tuviera tanto que ver con su narcolepsia. Ninguno de ellos lo culpaba por sus fallos pero quizá habría sido más reconfortante para Ace que lo hicieran, así no tendría que golpearse mentalmente él mismo.

Ahora con aquel maldito auto fuera de su apartamento sentía que tenía la responsabilidad de una vida en sus manos, más incluso que cuando había tenido que cuidar a Luffy, que vamos que aquel revoltoso se metería en cualquier lio si le quitaba los ojos de encima en una calle transitada estaba seguro.

Se durmió sobre la mesa pensando en la mueca seria del mocoso que no le sentaba nada bien, se preguntaba cómo le habría ido con su hermano en el teatro, Ace solo había ido a las representaciones de sus hermanos y aunque le parecían interesantes dudaba que fueran lo mismo, recordaba vagamente la apariencia del rubio cuando fuera a verlos a la piscina, la ataviadura formal y esa sonrisa fría que aun en recuerdos le hacía estremecer un poco, si trasponía la imagen de esa sonrisa con la mueca seria del menor de aquellos hermanos podía perfectamente imaginarlos como familia, de otra forma los hubiera confundido por algo más.

Las marcas en el cuerpo de Luffy daban perfecta idea de que el menor podía divertirse a sus anchas, la ropa de Sabo por otro lado no dejaba nada al descubierto para descubrir si en el cuerpo del rubio habría algo que hiciera par para confirmar sus sospechas, las palabras del rubio bien podía tomarlas por las de un hermano preocupado que conoce los libertinajes de su hermanito menor pero había visto lo suficiente del mundo para tragarse que las cosas fueran tan inocentes, algo en esos dos no dejaba de gustarle y aun así la curiosidad y la perspectiva de un trabajo bien remunerado aunque temporal no eran nada despreciables, que si duraba un año le regalaron un auto, ja… era bastante gracioso que alguien hiciera ese mero ofrecimiento y aún más la clase de auto… Luffy había dicho que era él quien tomaba las decisiones y si su forma caprichosa de hablar y manejarse era indicador de algo probablemente fuera cierto de alguna forma.

De momento lo que tenía que hacer era devolver aquel auto, debió haberlo hecho esa misma noche pero al regresar a la casona de los hermanos Monkey era como si el lugar estuviera decierto, nadie que atendiera y al parecer alguien había tomado deliberadamente el control remoto de la cochera por qué no lo encontró por ningún lado. No hubo remedio más que llevarlo a casa.

Ace despertó en un charco de su propia baba cerca de las nueve y media al sonido del celular sonando y vibrando de manera poco agradable a unos centímetros de él en la mesa, lo primero que había hecho antes de coger aquella llamada había sido asomarse por la ventana para asegurarse de que el Firebird Azul siquiera ahí. Tras un leve suspiro de alivio por fin se fijó en la persona que llamaba y su corazón se detuvo por unos instantes. El dueño de aquel automóvil, Sabo, le estaba llamando.

—Alo…— Aun no se acostumbraba a esas llamadas, sin quererlo soltó un pequeño bostezo y sintió su corazón acelerarse como queriendo retomar el ritmo tras los momentos perdidos cuando una suave risa fue lo primero en saludarlo desde el otro lado del auricular.

—Buenos días Ace, ¿Perturbo tu sueño de belleza? — La voz de Sabo sonaba fresca y descansada, si Ace pudiera haberlo visto también hubiera sabido que aún se encontraba en su pijama de satín azul cielo, acariciando los cabellos del monito que dormía en su misma cama.

—L-llevaré tu auto en cuanto pueda. —  se apresuró a decir el pecoso, adivinando, o pensando que ese sería el motivo de la llamada, la nueva risa por parte del rubio sin embargo lo disuadió un poco de la seguridad que tenía en esa creencia.

—No es necesario. — mientras hablaba con calma Sabo se dedicaba a contemplar el rostro dormido de Luffy, bajando hacia este de forma suave y cariñosa en pequeñas caricias, bajando aún más hasta trazar con los dedos una a una las marcas del cuerpo de su hermano que había remarcado la noche anterior. —En realidad puedes conservarlo un tiempo si gustas, quizá lo necesites de cualquier forma, Luffy parece haberse divertido contigo, ¿Nos acompañaras para el desayuno? ¿O tienes muchas lozas que lavar el día de hoy? — el tono de burla que había en la aterciopelada voz de Sabo no le gustó mucho al moreno pero sabía que en cierta forma se lo merecía, después de todo estaba seguro que Luffy le habría contado de su conversación el día anterior y como había prácticamente despreciado el trabajo que le ofrecía. —Por qué imagino que debe ser un muy buen trabajo para que dudes tanto en aceptar nuestra oferta Ace…ah, aunque puede que sea porque no te eh hecho una propuesta formal. — comentó cual si fuera un descuido casual, el tono mordaz no faltaba pero de alguna forma Ace a penas comensaba a procesar las palabras de Sabo ¡¿Habia dicho que podía quedarse con el auto o era eso parte de un sueño?!

—¿Qué te parecería una cita Ace? —

—¡¿Eh?! — Debió perderse parte de la conversación, el rostro del pecoso se encendió por unos momentos, confundido por ese cambio de rumbo en la conversación.

—Una cita para discutir las condiciones de tu contrato laboral Ace. —la aparente inocencia de ese juego de palabras no era fortuita, aun al otro lado de la línea el rubio podía imaginarse el rostro del pecoso, apenado y confundido, en verdad era la primera vez que disfrutaba tanto de juguetear con una presa y sin pensarlo se relamió un poco los labios mientras sus manos se pasaban, cada vez más sugerentes por el cuerpo semidesnudo de su pequeño hermano aun sumido en el sueño profundo.

—Ah… eso. — No era que tuviera algo mejor que hacer, simplemente aquellos hermanos le sacaban horriblemente de su zona de confort. — Puedo ir ahora mismo si no estás muy ocupado…— sugirió al final y casi podía sentir la sonrisa complacida y un poco insinuante en esos labios carnosos que seguramente se sentirían bastante bien si se acercaba lo suficiente a ellos, si los del hermano pequeño se sentían bastante bien… Ace sacudió la cabeza para deshacerse de aquellos estúpidos pensamientos, probablemente aún estaba medio dormido.

—Llega pronto. — escucho al otro decir antes de escuchar el tono muerto, por alguna razón que no podía entender el pecoso no se había movido de su lugar por unos buenos segundos, como si su cerebro simplemente no fuera capaz de registrar los hechos ¿De verdad podía quedarse con el auto?

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Ace llegó a casa de los hermanos Monkey a eso de las diez veinte, solo se había dado una ducha rápida y puesto algo de ropa que él consideraba decente, por unos momentos incluso había considerado a ponerse algo más formal pero desecho la idea de inmediato, la palabra “cita” seguía rondando su cabeza de manera molesta cada que no pensaba en la cuestión del automóvil. Nadie iba a deshacerse de una posición como esa solo porque sí, eso seguramente era solo una clase de trampa, el para que se fraguaba aquella trampa no alcanzaba a comprenderlo.

A diferencia de la noche anterior no había tenido que llamar siquiera para que la puerta del garaje se abriera por sí sola, como si vigilaran que llegase, una empleada de cabellos obscuros le había recibido, guiándolo a una pequeña sala de estar con vista al jardín donde varias charolas de comida con buen aspecto se encontraban acomodadas en la amplia mesita de centro.

Bandejas con tartas de fruta, crepas y waffles entre otros dulces se alzaban en pequeñas torres, huevos fritos, abundantes cantidades de tocino, salchichas asadas y trozos de jamón, en pequeñas jarras había diferentes jugos, café y uno que otro plato desconocido pero que por lo que le decía su nariz seguramente tendría muy buen sabor.

—Ace, llegas justo a tiempo. — La emoción en la voz de su anfitrión le parecio sincera y sin esperar a ser invitado simplemente tomo asiento en el sillón continuo al de Sabo que en bata y pijama elegante parecía la imagen viva de esos tipos ricos que salen en las caricaturas, incluso estaba leyendo el periódico, su bata acolchada de un color rojo suntuoso rematada por una S en bordado dorado al igual que los detalles de los puños seguramente había sido hecha a la medida. —Luffy aún no despierta así que puedes comer tranquilo. — comento de manera amable, poniendo su periódico a un lado.

El pecoso no había tenido que pensarlo dos veces, tomo un plato vacío que parecía colocado ahí para ese propósito y comenzó a servirse de todo lo que alcanzaba a ver, con las prisas no había desayunado y más valía ponerle algo de comida a su estómago antes de que este se lo recordara amablemente con un gruñido.

Sabo no cuidaba demasiado sus modales, de vez en cuando tomaba algo de aquí y allá con la mano y se lo llevaba a la boca, infundiéndole de alguna manera más seguridad al pecoso de comer como le viniera en gana y no con los incomodos modales que intentaba conservar en ese momento, la comida estaba deliciosa, dulce pero sin empalagar, con los balances perfectos que no estaba seguro si había probado alguna vez algo igual. —Está delicioso. — soltó entre bocado y bocado el pecoso, con la boca todavía medio llena. Sabo era consciente de que la comida era la mejor, no hubiera permitido nada menos para su hermano menor después de todo.

—Me alegra que te guste, después de todo es lo que comeras de aquí en adelante a menos que a Luffy se le antoje salir a algún restaurante. — y claro, el tema no podía quedar olvidado, aunque de alguna manera a Ace le hubiera gustado olvidarlo al menos un rato más.

—Um… está bien, supongo ¿A que hora debo estar aquí por las mañanas? —

La sonrisa de Sabo se ensancho de manera un poco condescendiente, como si Ace fuera demasiado ingenuo para su propio bien. —En realidad Ace, una de las cláusulas del contrato de empleo es que no puedes salir de la propiedad sin el consentimiento mío o de mi hermano hasta acabar el periodo del contrato. — mientras hablaba el rubio había ido sacando unos papeles de un folder que Ace no había notado cuando recién entrase, debajo del periódico, se los paso para que pudiera hojear lo que parecía un escrito realmente formal, lleno de letras minúsculas y diversas cláusulas que seguramente le tomaría varias horas revisar. — Puedes leerlo con calma si gustas, pero te lo resumiré, básicamente nosotros nos comprometemos a cubrir todos tus gastos de comida, transporte, ropa y educación en caso de que te encontrases estudiando o te apeteciera estudiar algo, y tú te comprometes a vivir en esta casa y seguir las ordenes que se te den, durante tu estancia aquí puedes disponer de las instalaciones de la manera que te plazca pero no puedes bajo ningún motivo invitar a otra persona sin nuestro consentimiento, y/o hablar y divulgar cualquier cosa acontecida en esta propiedad. — dio un segundo para que el moreno tomase conciencia de las cosas que se le estaban diciendo, tomando el contrato de entre las manos del pecoso para ir hasta la página especifica que hablaba de la paga. — Y este sería tu salario. — si antes había alguna duda de si aceptar o no las ridículas condiciones que en el momento no se veían tan exageradas el ver esa bonita cantidad de dinero poco a poco las iba discipando. — Pago en efectivo… semanalmente. —

Si al inicio la cantidad había parecido casi ridícula el escuchar que sería semana había pasado a despertar una pequeña alarma en el cerebro del pecoso, nadie regalaba esa cantidad de dinero que apenas si podía ganarse a lo largo de un mes con muchos esfuerzos por no hacer nada… algo no le gustaba ahí, pero si podía soportar estar en ese lugar solo una semana o dos seguro que el dinero le ayudaría a comprar esa parrilla nueva por la que Thatch tanto había estado llorando y las cortinas de los vestidores de Izo, y el Ring del negocio familiar necesitaba arreglos, Marco no había parado de decirlo, las cosas se habían desmoronado poco a poco tras la muerte del viejo, sin importar los esfuerzos de su hermano.

Y siempre podía renunciar si aquello era demasiado malo…

Tomo la pluma que el rubio le extendía, yendo a la última página del contrato firmo sobre la raya que ya poseía su nombre debajo, justo al lado del de Monkey D Sabo, su nuevo jefe que al parecer ya había firmado desde antes, con su nombre y una pequeña cruz sobre la S.

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Continuara.

Notas finales:

Hola, una disculpa por la espera y espero que disfruten del capitulo, intentaré ser un poco mas responsable y como siempre los comentarios son bienvenidos <3

gracias a las personas que aun sigan esta historia.

Gatito gordo, te amo y eres lo mejor del mundo... siempre y para siempre.


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