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Mil Mundos por Rising Sloth

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Notas del capitulo:

Y aquí llegar por fin la sexta tanda de capítulos!! Se que he tardado un poco mucho esta vez, pero es que entre otras cosas tenía que actualizar mi otro fic, que lo tenía un poco abandonado U_ú

Capítulo 21

Cuaderno de bitácora, tercer día de la onceava semana de navegación:

Hemos sido afortunados en estas últimas jornadas, desde que salimos del puerto Nut no hemos tenido que enfrentarnos a la situaciones comunes de un viaje como este y que nos iban acompañando desde el principio de la travesía. Las provisiones de comida y agua no escasean y la nave se mantiene en unas condiciones más que óptimas. Sin embargo, el estado de uno de mis tripulantes es algo contrapuesto a todo lo anteriormente dicho.

Hace ya tres día que el Señor Trafalgar sufre de un extraño estado de coma; a veces acompañado de temblores, convulsiones y fiebre, en más de un caso delirantes. Según el médico de abordo, en su sangre no hay signos de virus alguno y no hay nada que pueda hacer por él ya que, dado su caso, no cuenta con el material necesario para tratarlo debidamente. Deja claro que su tiempo apremiaba, ya que el estado del Señor Trafalgar se encuentra en una especie de limbo; puede que el día menos pensado se haya recuperado como si nunca hubiese enfermado, o puede que tengamos que seguir el viaje con un miembro menos en la tripulación.

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Vivi asomó la cabeza por la puerta de la enfermería con cautela. La habitación estaba en silencio excepto por la profunda respiración de Law; así como la de Eustass, que sentado en una silla se había quedado dormido con la cabeza sobre el pecho de su compañero. La peliazul sonrió al verles. Haciendo el mínimo ruido, entró con dos paños al hombro y una pequeña tina llena de agua y cubitos de hielo entre las manos.

Se fijó en Law, algunas gotas de sudor resbalaban por su cara. A pesar de estar en el más profundo de los sueños, su rostro se mostraba más tenso que relajado. La culpa atenazó a la chica, él le había ayudado mucho cuando llegaron al barco y ella era incapaz de devolverle el favor. Suspiró resignada por la nariz. Dejó la tina sobre la mesita de noche y hundió uno de los paños en el agua; tras sacarlo, lo estrujó y lo colocó lentamente y con mucho cuidado sobre la frente de Law.

Soltó un grito ahogado cuando le agarraron de repente la muñeca con fiereza y unas pinzas de cangrejo se colocaba en su cuello.

–¿Qué mierda te crees que haces? –Eustass arrastó las palabras, la miraba con una ira que rayaba el odio.

–Solo quería ayudar –echaba el cuello hacía atrás todo lo que podía, pero el pelirrojo le podía cortar el gaznate fácilmente si quería.

–¿Acaso te la ha pedido alguien niñata? –la soltó de un empujón.

Recuperando el equilibrio antes de caerse, Vivi le frunció el ceño con reproche. Volvió a acercarse a la tina. Eustass vio como mojaba el otro paño.

–¿No me has oído o es que eres demasiado imbécil para entenderme? Te estoy diciendo que te largues.

–Ser tan desconfiado no le ayudará a que baje la fiebre.

–¿Quieres que te reviente un ojo?

La peliazul le ignoró, mojó el pañuelo que le quedaba y lo estrujo; con este, suavemente, limpió la cara de Law de su sudor. El pelirrojo le faltó tiempo para colocarse a su espalda y tirarle del pelo para apartarla de Law. Vivi notó la pinza del pelirrojo bajo su mandíbula.

–Vete.

Vivi notó como presionaba y le hacía un corte.

–Está bien, me voy.

El pelirrojo la soltó con otro empujón y le dejó paso hacía la puerta, estaba claro el espíritu imperativo. Ella le miró con disgusto limpiándose la poca sangre que había salido de la herida y que poco le quedaba por cerrarse. Caminó hacia la puerta, pero antes de irse dijo una última cosa.

–Yo sé tan bien como tú lo que es que te estén salvando siempre la vida y no poder responder de la misma forma.

Cerró la puerta, dejando a Eustass solo con Law.

El pelirrojo apretó los dientes y resopló cabreado apartando la mirada de la puerta, pero la puso en el moreno, y su gesto se tornó preocupado. Colocó una mano en la mejilla de Law, le daba la sensación de que eso le relaja, al menos le gustaba pensarlo.

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Da igual a donde fuera, que hiciera o como estuviera, a su al rededor parecía haber un campo de fuerza que apartaba al resto de tripulantes de él, eso y que todos le miraban con recelo. En realidad, sorprenderse estaba de más, siempre que hacía acto de presencia su otro "yo" no se le acercaban hasta cerciorarse de que no les iba arrancar la cabeza.

–Hola, Marco ¿Que tal estás?

Se volvió para mirar a Ace.

–Después dirás de tu hermano, pero tu también eres bastante inconsciente.

–¿A qué te refieres?

El rubio señaló con su barbilla al resto.

–Hay por ahí quién guarda las distancias conmigo.

–Ah, te refieres a eso. Bueno, han pasado tres días y... si me hubieses querido arrancar mi crudo corazón con sus manos desnudas y comertelo lo hubieses hecho en aquella ocasión

Marco tuvo que sonreír ante la ocurrencia.

–Tienes una lógica aplastante.

–Soy el listo de los tres hermanos, en algo habría que notarse.

–Creí que el listo era Sabo.

–No, no, Sabo es el intelectual y calmado.

–Vale, vale –dijo riéndose. Sintió en ese momento una mirada indiscreta y buscando se encontró con Smoker, apostado en ese momento de timonel. Marco resopló.

–¿Pasa algo?

–No, nada. Discúlpame Ace, tengo cosas que hacer.

–Ah, claro. Lo siento si te he entretenido de más.

–No tienes porqué.

El piloxiano se alejó de él. Lo prefirió a que el teniente fuera el que se acercara para llevarse al pecoso de su lado otra vez. ¿Celoso? Le preguntó su otro yo. Nada que a ti te importe, le respondió, vete. Ah, amigo, le habló, lo sabes bien, sabes que yo tengo más cojones de acabar con ese teniente que tú, por eso me llamas con esas ansias asesinas. ¡No, no quiero eso, cállate! Le gritó ¡El problema no es Smoker, eres tú! Si no fuera por ti... Su otro yo rió. ¿De verdad piensa que es mi culpa que Ace no esté contigo? No soy yo el que quemó su casa o planea matarlo, Marco, deberías recordarlo.

Esas fueron sus ultimas palabras antes de marcharse, después de dejarle con la sangre helada.

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Con el pecho apoyado en la mesa y las manos extendidas hacia el frente, Luffy pelaba una patata con toda la desgana del mundo.

–¿Qué te pasa, chico?– le preguntó Shanks removiendo la sopa con un cucharon.– Normalmente quieres terminar cuanto antes para trastear por ahí.

Tardó en contestar.

–¿Law se pondrá bien?

–Claro que si, su espíritu es fuerte.

–El barco es mas divertido con él.

–Bueno, mientras se recupera me tienes a mi.

–Tú no eres tan divertido.

–¡Oye!

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Mihawk se mantenía pensativo, sentado en el sillón de su despacho. Mientras, Smoker le daba el informe del día.

–Por último... el estado del señor Trafalgar sigue igual.

El capitán suspiró y se levantó de la silla. Dio la espalda a su subordinado para mirar por el ventanal con las manos enlazadas por detrás. Ciertamente, ese asunto le preocupaba bastante. Como capitán, su deber era velar por la seguridad de aquellos que estaban a su cargo. Perder a alguno de sus tripulantes era un fallo que no se consideraba en opción de permitirse.

–Señor, si me disculpa, respecto a Trafalgar hay determinadas cosas que me inquietan.

Mihawk se volvió para mirarle.

–Desde un principio sus circunstancias se me hicieron extrañas: un perlado de Dawn como un simple marinero... Lo común hubiese sido verle formar parte de los altos cargos en representación de lo suyos. Por no hablar de Kid, los de su raza solo abandonan su planeta para convertirse en esclavos. Además está el hecho de que sean íntimos.

Mihawk volvió a poner su atención en el espacio a través del cristal.

–Lo perlados de Dawn nacen con una gran capacidad mental, señor Smoker. No obstante, Trafalgar no ha hecho demostración de algo parecido en todo el desarrollo de esta travesía. Puede que ello esté relacionado con sus inquietudes –sus ojos de soslayo, fueron una vez más hacia su teniente–. Tal vez,l Trafalgar, nunca haya tenido esa capacidad y lo suyos le desterraron. Pero por lo que sé de las políticas interiores de Dawn, hubiese tenido más lógica que acabasen con su vida. De manera que solo llegamos a una posibilidad.

–Que no los use por decisión propia –terminó de decir Smoker–. Eso no explicaría sus razones.

Mihawk apartó la mirada a la ventana de nuevo.

–Hace bastante tiempo –tanto que el teniente no podría imaginar–, me encontré con otro perlado. Un desertor del régime de su planeta, tampoco usaba sus poderes. Cuando le pregunté porqué me dijo "para que no me encuentren".

Un repentino sonido les interrumpió la conversación. Eran unos cortos y repetidos pitidos.

–Es el sensor –dijo el capitán yendo para su mesa de despacho.

Abrió el holograma que mostraba un mapa. No hizo falta decir lo que vio a continuación mas el que ocupaba el puesto de vigía en ese momento se encargó de vociferarlo con todas sus fuerzas: tenían un planeta a la vista.

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Era una mujer de paso decidido y cabeza alta. Su aura desprendía tanta autoridad que la larga chaqueta de oficial de la Marina que llevaba sobre los hombros era tan solo un mero adorno. También era hermosa. Los hombres deseaban enredar las manos en su larga cabellera melocotón, soñaban con rozarla con la yema de sus dedos y saber como era esa pedrosa piel color topacio que adornaba su cuello. Esta mujer era la capitana Hina que, con pies ligeros y seguida por dos de sus subordinados, se dirigía desde su despacho a la sala de control de la base.

–¿Se puede sabe que ocurre? –preguntó una vez hubo entrado en el sitio, este era amplio y lleno de marines, cada uno con una pantalla holográfica sobre la que trabajaban.

–Es el sensor mi capitana –respondió uno de los encargados–. Ha detectado movimiento.

–¿Fuera de la base? Hina está sorprendida. Por fin pasa algo en este aburrido planeta.

–No, mi capitana. No es dentro del planeta, sino fuera de él.

–¿Disculpe? –se notó en su tono un deje de incredulidad e indignación–. Pasan millones de meteoritos a lo largo del día ¿sabe usted? –miró el holograma donde se mostraba el planeta y un punto que se aproximaba a él.– ¿Acaso va a caer sobre nuestras cabezas?

–No se trata de un meteorito mi capitana. Es una nave.

Eso si la pilló desprevenida. Por esa zona no pasaban naves.

–Denle a Hina una imagen de ella –ordenó.

Al segundo la tuvo de frente. Era un Sunny, un barco oficial de de la Marina, pero no de los convencionales, como no lo era el hecho de que estuviera ahí.

–Capitana.

–¿Que ocurre?

–Recibimos una llamada de la nave.

–Perfecto, ahorra a Hina el trabajo de hacerla. Descuelgue.

El holograma del mapa despareció para dar paso a una video llamada. A Hina se le curvaron los labios en media sonrisa.

–Vaya sorpresa le acaban de dar a Hina. Se ha alejado bastante de la ruta transitada, capitán Yurakiur.

Mihawk se limitó a contener una mueca de amplia molestia.

–Capitana Hina –saludó–. Necesitamos su permiso para aterrizar. Tenemos un enfermo que requiere atención medica y otros medios de los que nos disponemos en la nave.

–Hina sigue pensando que ni la piedra es tan rígida como tú. Esta bien, dense por bienvenidos a la base 1,6,7,9,1 de la marina.

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Pudieron observar el planeta conforme se acercaban a él. En su gran mayoría era desiertos, montaña y cañones. No se veían lugares verdes en ninguna parte, excepto en una zona. Se trataba de una gran selva, bosque y valle, que de seguro cubría un octavo de planeta. Era más frondoso cuanto más te acercabas a su centro, a su "zona caliente", donde curiosamente, ahí, era justo donde estaba la base.

Sin lugar a dudas se trataba de un edificio a tener en cuenta. Recubierto de un materia tan transparente como el cristal, extendiéndose en horizontal y con dos únicas torres de gran envergadura. Una de ellas era la pista de aterrizaje.

–La capitana Hina le da saludos, capitán –dijo esta haciendo el saludo militar, escondía sus ojos en unas gafas de sol.

Mihawk correspondió el saludo con sequedad.

–Agradezco su permiso.

La mirada de Hina fue tras Mihawk. Sonrió con complicidad a Smoker, y este desvió la mirada, cosa que a ella le hizo gracia sin más remedio. Por otra parte, cierto pecosos no era tan tonto como para no darse cuenta.

–Bueno. Hina quiere saber dónde está el enfermo.

–Aquí –se escuchó la voz malhumorada de uno de los pelirrojos de la tripulación que cargaba con Law en brazos.

–Fullbody, acompaña a este muchacho a la enfermería –dijo ella a la vez que ignoraba por completo la falta de respeto que Eustass había tenido hacia su persona.

–Si, mi capitana.

Mientras se iba, Hina se fijó en la raza de Law. No comentó nada, más se percató de la presencia de Vivi en la nave.

–Hina pregunta que hace esa chiquilla ahí.

–¡Aaaaaaaah!–salió Usopp como una bala del barco con las manos en alto hasta colocarse justo delante de la capitana– ¡A sus órdenes mi capitana! –hizo un firme, a la par que exagerado, saludo militar– Soy el profesor Usopp, seguramente ya habrá oído habrá de mi –puso pose de interesante.

–Hina no lo cree.

–... Ah, bueno... Ejem, soy gran experto del universo y él patrocinador de este viaje de características arqueológicas. Y esa chiquilla de ahí no es otra que mi sobrina, que quiere seguir mis pasos.

Hina la observó otra vez, después sus ojos fueron de reojo a Zoro, y finalmente a Mihawk. Se encogió de hombros guardando sus pensamientos para ella.

–Esta bien. Vengan, Hina les mostrará la base mientras les hace algunas preguntas.

Mihawk y Usopp siguieron a la capitana y sus subordinados. El único oficial que quedaba en él barco suspiró por la nariz y miró a la tripulación, en especial a Sabo y a Shanks que sujetaban y amordazaba Luffy. La explicación de porqué estaba así era tan simple como que el capitán venía conveniente que él hablara con Hina antes de que el menor de los D. Monkey se le ocurriera hacer algo extrovertido, por llamarlo de alguna forma.

–La capitana se ha marchado, lo pueden soltar.

–¡AVENTURA !–salió Luffy despedido a inspeccionar la base.

Hubo un suspiro general de profundo cansancio.

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La enfermería era un largo pasillo blanco con dos hileras de camas, aún así, solo dos estaban ocupadas; una de ellas por Law.

Eustass se mantuvo callado y quieto mientras el de las perlas era escaneado por una enfermera robot. Cuando está terminó, simplemente le dio por irse; el pelirrojo afiló sus ojos odio. ¿Eso era todo, un escáner? Se fijó por un momento en el otro paciente que guardaba cama, pero como realmente le era absolutamente irrelevante volvió a prestarle atención a Law. Apretó los puños, no iba a permitir que le pasase nada.

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Ambos capitanes, junto con el narizón erudito, caminaban por la base. A un lado, la gran y profunda selva se les hacía presente a través de las paredes.

–Así que una expedición arqueológica. ¿Y que piensan buscar?

–¡Es alto secreto capitana!– se atrevió a decir Usopp.– pero le aseguro cuando sea el momento usted será la primera en enterarse.

–No es necesario. Hina no le hará más preguntas a usted, capitán Yurakiur, pero no crea que no me he fijado en su tripulación.

–Si de mi hubiese dependido no sería en una tripulación como esa en la que tendría que fijarse.

–¿¡Quiere parar ya!?– le habló Usopp con reproche.– ¿¡Acaso me meto yo con su forma de capitanear!? ¡Ah!– resopló apartando su vista de él– Es igual, yo...

Entonces, irremediablemente,tuvo que abrir los ojos. No podía ser lo que estaba viendo.

–¿Ka... Kaya? –dijo acercándose al cristal.

En su mente se repetía que era imposible, que la dejó en el planeta de Goa. Pero ahí estaba, tras el cristal, en la selva y ofreciéndole una de sus cálidas sonrisas.

–Hina le advierte, profesor. No se a quién está viendo, pero no es quién usted cree.

–¿Disculpe?– volvió la cabeza hacía ella todavía sin procesar la información.

Hina se acercó al cristal y lo golpeó dos veces con los nudillos mirando a Usopp.

–Oesed. Así es como llamamos a estás criaturas. En realidad son como peces con patas y brazos, grandes ojos brillantes y extraños colores de piel; pero casi nadie los ve tal y como son. Leen la mente de las personas y se transforman en aquel individuo que más desean ver, ya sea por afecto o por odio. Estar expuestos a ellos físicamente es más peligroso; se elimina el raciocinio completo y se empieza a creer que la ilusión es real aunque todas las indicaciones apunten lo contrarío. De esa manera consiguen que su víctimas les siga y se pierda. Hina ignora aún que hacen con ellos.

Usopp tragó duro.

–¿Y... usted cree que esta pared es resistente?

–Es acero transparente, profesor.

–¿Y por qué transparente?

–Por la misma razón por la que esta base se encuentra en medio de un planeta alejado de ninguna parte. Son nuestro objeto de estudio. Cualquier cambio en ellos a de ser informado.

–¿Tan importantes son para que toda una base se traslade aquí?

Ella mostró una media sonrisa.

–Usted le hace gracia a Hina. Para ser un erudito piensa muy poco. ¿No se dio cuenta de que la única flora del planeta rodea esta base?

–Claro que sí –respondió con cierta indignación–. Me parece extraño ya que en el desierto sería más fácil avistar a esos seres si vienen, pero supongo que por aquí también encontraréis medios para sobrevivir más a mano.

–Así que cree usted que nosotros nos hemos instalado en el centro de la selva y no la selva a nuestro alrededor –se divirtió al ver la expresión de incertidumbre en el narizotas–. Los oesed son atraídos por otras formas de vida, pero en este planeta no hay más vida que la nuestra, por los tanto vienen sin que tengamos que mover un dedo, como si nos sintieran y creando todo esa flora a nuestro alrededor.

–¿Qué... Qué quiere decir.

–Que ellos son el origen de la vida y el equilibrio de este cuerpo celeste. Además de unos procuradores de extraños panoramas climáticos que estamos investigando. Hina tiene suerte de contar con una de las mentes más prodigiosas en este tema ¿sabe?

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–¡Vuelve aquí niñato!

–Muchas gracias por la comida –se reverenció Luffy antes de salir corriendo.

–¿¡Te crees que con eso te libras!?

Tras investigar un largo rato por la base, le había entrado mucha hambre y con algo de suerte había encontrado la cocina. Después de que arrasara la despensa, le encontró el cocinero jefe, el cual no se quedó muy contento y se apuró en tomar una par de cuchillos para perseguirle hasta el fin del universo si hacía falta.

–¡Aaah!– rugido de guerra.

–¡Aaaah!– grito de huida.

Luffy metió el turbo a sus pies buscando la manera de despistarle, hasta que por fin encontró una vía de escape, un ascensor. Entró sin pensárselo demasiado y presionó el único botón. Las puertas se cerraron y el cocinero se estampó contra ellas. El ascensor subió tranquilo mientras el chico se descojonaba en la cara de aquel hombre.

La cabina ascendía a su paso. Las paredes traslucidas permitían tener a Luffy una vista cada vez más amplia. Pegó las manos y el rostro al presunto cristal con asombro. Seguro que en esa selva había gran cantidad de cosas interesantes.

Tan embobado quedó con ella que no se dio cuenta de que las puertas del ascensor se habían abierto de nuevo.

–¿Qué haces tu aquí?

Se giró. A su espalada había una joven chica vestida de bata blanca, de largo pelo naranja recogido en una coleta y piel... ¿rosa?

Continuará...

Notas finales:

Bueno, bueno... pelo naranja ¿eh? ¿Quien podrá ser?

Después... "oesed", si lo sé, ya se me podría haber ocurrido otro nombre que no viniera de Harry Potter, pero mi mente no da para tantos nombres de bichos.


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