Su pequeño cuerpo temblaba por el abismal esfuerzo físico que realizaba, ojos ámbar fijo en una mirada de pura determinación, casi lo lograba, un poco más, solo un poco…
—Eso es Tsu-kun, tú puedes lograrlo…
La voz de su madre alimentaba su determinación y sus ganas de realizar su objetivo. Él podía lograrlo, sabía en lo profundo de su interior que podía.
Solo un poco más.
—¡Mi Tsu-kun es tan lindo!
Nana con cámara en mano miraba con alegría y adoración al mayor de sus hijos tratando de realizar sus primeros pasos, pequeño Tsunayoshi Sawada había comenzado a tratar de ponerse de pie por sí mismo a la tierna edad de un año y dos meses.
Ella vio y gravo como con una gran voluntad Tsu-kun, aun temblando y con mucho esfuerzo logro ponerse de pie, poco a poco esas pequeñas pierdas se movieron, una enfrente de otra, en forma temblorosa e inestable.
El pequeño Tsuna dio su primer paso.
Y luego otro y otro, hasta que aun con algo de problemas logro caminar seis pasos inestables, hasta que el cansancio venció y el bebé cayó sentado sobre su trasero protegido por los pañales esponjosos que llevaba.
— ¡Da!...
Pequeño Tsuan estaba muy orgulloso de sí mismo ¡Lo había logrado! Por fin pudo caminar por sí mismo, una alegre risa salió de sus labios, su alegría resonando por todo el lugar. Estaba tan orgulloso de sí mismo en ese momento.
Grandes ojos llenos de alegría infantil se movieron por todos lados, un inusual brillo en esos orbes ámbar cuando encontró al otro pequeño ocupante de la habitación.
— ¡Edo!
Sus manos extendidas, queriendo llegar a su adorado hermano gemelo, Tsuna quería celebrar su logro con su persona más importante.
—Oh mi…—Nana estaba el cielo, observar a sus pequeños actuar así de lindos ¡Ella simplemente no podía dejar de grabar!
El segundo hijo de la familia Sawada, Zero Sawada (el ex cazador aun no sabía cómo había logrado mantener su nombre) miro como su hermano mayor daba sus primeros pasos y ahora lo llamaba con entusiasmo.
Grandes ojos lilas notaron la distancia que lo separaban de su hermano, para un adulto solo sería unos míseros tres pasos, pero para él en su pequeña forma resultaría un gran desafío.
Su pequeño ceño se frunció, si su hermano mayor lo llamaba pues él iría a su encuentro.
Había tenido un año y dos meses para acostumbrarse al hecho de volvió a nacer y que ahora tenía la mente de un adulto en el cuerpo de un bebé, había sido frustrante, tener la completa dependencia a otra gente, el tener que confiar en otros para cuidarlo no era algo con lo que estaba cómodo, pero se acostumbró.
Y siendo honesto consigo mismo había disfrutado el cuidado que sus padres le brindaban. Kiryuu Zero había olvidado lo que era sentirse querido y cuidado, luego Sawada Zero apreciaba cada momento como un tesoro.
Pero no todo era alegría.
No se podía evitar la frustración que sentía al, teóricamente saber cómo hacer las cosas más simples, pero ser físicamente imposible de realizar dichas acciones.
Como ahora por ejemplo.
Nunca se había puesto a pensar en el enorme trabajo que era ponerse de pie y caminar. Zero sabía, él tenía el conocimiento de cómo pararse y caminar, pero parece que solo sabía la teoría.
Su trasero cayó al suelo por tercera vez sin dar un solo paso.
¡Eso no era justo! Su hermano mayor lo había logrado y él teniendo años de experiencia y conocimiento en caminar no debería tener tanto problema ¿Cierto?
Una vez más volvió a caer.
Un puchero se formó en sus labios sin, ojos lilas de repente con lágrimas de frustración.
Esa era otra cosa de la cual Zero se dio cuenta, no importa que sus recuerdos y personalidad se mantuvieran, así como él no tenía el control sobre su cuerpo, tampoco lo tenía sobre sus sentimientos.
Incluso si supiera como hacerlo, su joven cuerpo aún no estaba listo para caminar.
Por lo que, incluso si se horrorizaba consigo mismo, si se sentía impotente o triste su joven cuerpo actuaba en consecuencia.
Y lloraba.
—Bu…
Pequeño Sawada Zero resoplo en un valiente intento en detener su llanto, pero le era imposible, Nana dejo de sonreír, poniendo la cámara a un lado, ella estaba a punto de ir a sostener a su hijo menor y tranquilizarlo.
Pero se le adelantaron.
Con sus ojos llenos de lágrimas, Zero sintió más que vio a su hermano mayor a su lado, pequeñas manos, del mismo tamaño que las suyas propias, llegaron a su cabeza en un torpe masaje. Sawada Tsunayosi había llegado a su frustrado hermano menor, él se había movido en el momento en que sintió que Zero estaba a punto de llorar en frustración.
—¡Edo Ben…!
Palabras mal articuladas, toque inseguro pero lleno de afecto, eso fue todo lo que Zero necesito para calmarse, la mente adulta dentro del bebé no dejaba de sorprenderse del poder que su hermano mayor tenía sobre él, pero aun así…
—¡Ua!...
Amatista mirada, ahora libre de lágrimas, se animaron ante el confort que su hermano mayor brindaba, está bien, pequeño Zero decidió, no se iba a deprimir por no poder caminar aun, tenía tiempo, tarde o temprano él lo lograría.
—Edo…
—Una…
Los dos hermanos, se rieron en su exclusiva conversación, todo estaba bien, el pequeño momento de histeria infantil había sido superado gracias al rápido movimiento del mellizo mayor. Nana solo vio todo con amor y alegría en su mirada.
¡Sus pequeños eran tan lindos!
El lazo que esos dos compartían eran tan fuertes, ella no podía estar más feliz de ser bendecida por esos hermosos niños.
Y así dos días después, ella junto con su excitado marido, vieron al pequeño Zero lograr dar sus primeros pasos, siete pasos fueron los que Zero dio cuando al fin logro caminar, los siete pasos que debía de hacer para llegar al lado de su hermano mayor.
A la edad de un año y dos meses, los pequeños gemelos Sawada habían dado sus primeros pasos, justo para llegar un al lado del otro.
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Vongola Nono, o Timotteo, como la familia y los escasos amigos lo conocían, dio un suspiro relajado mientras disfrutaba del clima que Japón ofrecía. Él estaba de vacaciones y de visita en el hogar del uno de sus subordinados y amigos de mayor confianza.
Se había decidido que merecía un descanso, la muerte de su hijo Feredico aun lo acosaba. El mundo en el que vivían era peligroso, lo sabía pero…haber enterrado a su hijo fue un duro golpe incluso para él.
Y para tener un momento de calma ahora estaba en Japón disfrutando el clima y relajándose con las atenciones de la amable Sawada Nana.
—¡Nii-san!
El anciano abrió los ojos para ver al pequeño Tsunayoshi caer al suelo luego de haber corrido y perder el equilibrio, un poco aturdido observo como el pequeño niño se levantó con lágrimas en los ojos y un segundo después el niño de tres años lloraba a todo pulmón.
Él estuvo a punto de levantarse, pero se detuvo cuando sus afilados ojos fueron testigos de la llamas de la última voluntad rodeando al pequeño niño.
Llamas del cielo.
Estaba sorprendido, eran pocos los usuarios de llamas del cielo y aún más pocos los poseedores de tales llamas tan puras.
Un enorme potencial.
En su sorpresa y momentáneo entumecimiento, Timotteo solo pudo ver como Tsuna-kun luego era consolado por otro niño de su misma edad.
Su hermano menor.
Como todos, él también fue sorprendido por la llegada de gemelos, nadie había esperado el segundo hijo, aun así todos lo habían aceptado y tomado como una de las grandes sorpresas de la vida.
“¿Zero-kun también tendrá llamas del cielo?”
Era consciente de la descendencia de ambos niños se remitía hasta Primo, aun así solo Tsuna-kun parecía el único capaz de heredar la voluntad de Giotto, como Xanxus, Zero-kun no aparecía entre los herederos para ser el líder de Vongola.
—Está bien Nii-san…
Parecía que mientras él se perdía en sus pensamientos, Zero había llegado a su hermano mayor y lo consolaba, el llanto se había detenido de inmediato con la presencia del pequeño albino ahí y ahora Tsuna tenía el ceño fruncido, pero por lo demás había dejado de llorar.
—No duele…
Una pequeña mueca de rebeldía y terquedad adornaba ese joven rostro, Tsunayoshi no quería llorar enfrente de su hermano menor, eso no era nada cool. Él era el mayor, debía ser fuerte.
Ojos amatistas brillaron de diversión y alegría, él casi podía adivinar los pensamientos de su hermano mayor, aun así él no dijo nada, después de todo, Zero entendía a la perfección el querer aparentar fuerza para no preocupar a tus seres queridos.
—Bueno…
Con asombroso poco esfuerzo, Tsuna supero el dolor de su caída y luego tomando la mano de su hermano menor, ambos fueron corriendo hacia donde sabían su madre estaba para pedirle algo de merienda.
Ellos tenían hambre.
Y Timotteo vio todo en silencio y asombro, él fue sorprendido cuando aquellas puras llamas del cielo habían rodeado al niño y luego cuando el gemelo menor se había acercado estas llamas habían creado lo que solo podía ser un pequeño capullo de protección ante ambos hermanos.
Él sabía que ambos niños no habían sido conscientes de tal muestra de dominio ante las llamas, y para que Tsuna-kun lo hiciera a una edad tan joven.
—Eres increíble Tsunayoshi-kun….
Zumbando en contemplación brevemente pensó si debía sellar esas llamas por un tiempo, pero al ver a los dos niños correr de la mano y con Tsuna instintivamente asegurándose que su gemelo menor estuviera a salvo, él decidió que no era necesario.
Tsuna tenía a alguien a quien deseaba proteger y él no iba a hacer nada para entorpecer tal determinación.
Y Timotteo nunca sabría lo que esa decisión conllevaría en el futuro, como años más adelante cuando mandara a su mejor hombre a entrenar al joven Tsunayoshi, un joven líder con muchas sorpresas aparecería para hacerse cargo de la décima generación de Vongola.
Justo como debía ser, el futuro traería un sin número de sorpresas para todos.
Nono lo esperaría con ansias.
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Omake.
Mamá, Papá.
En una pequeña sala en donde el piso estaba lleno de juguetes por todos lados, se encontraba un joven hombre rubio y ojos claros. El hombre estaba en el suelo, sentado al estilo indio tratando de hablar con la otra personita que tenían enfrente.
—Vamos Tsuna…di “papá”…
Grandes ojos ámbar brillantes y alegres le devolvían la mirada los suyos verde jade. El bebé de un año y medio miraba a su padre con una brillante sonrisa cuya brillantes rivalizaría con la del sol mismo.
—…¡¡Edo!!...—La cantarina risa del bebé se escuchó por toda la habitación.
El hombre le sonrió a su hijo, lo levanto y lo puso a su altura para que sus miradas pudieran estar aún más centradas el uno con el otro.
—No es tan difícil Tsuna…solo tienes que decir p-a-p-á…
—…¡¡Edo!!...—otra risa se logró escuchar.
—No Tsuna… “PAPÁ”….
—….¡¡¡Eo!!!....
—Tsuna ahora te comiste una letra…
—….¡¡Eo!!...
El adulto negó con la cabeza divertido de decir “Edo” ahora decía “Eo”. El mayor de sus hijos al parecer iba en retroceso al pronunciar sus primeras palabras, pero Tsuna se veía tan lindo y alegre que él lo dejo pasar, aún era muy pequeño para hablar de todos modos.
—No es justo que quieras forzar a Tsuna a que su primera palabra sea “papá” eso es hacer trampa y lo sabes…
La nueva voz sonó muy divertida, la cabeza del hombre volteo a la dirección de la voz para mirar a una hermosa mujer de largo cabello castaño claro, con orbes ámbar ligeramente más oscuros que los de su hijo.
—En la guerra y el amor todo se vale…—el hombre sonaba muy orgulloso de sí mismo.
—….Tramposo…—aun así la mujer no sonaba para nada molesta.
Nase entro por completo a la habitación caminando hacia el sofá para luego sentarse en él, mientras acomodaba al pequeño cuerpecito en sus brazos.
—¿Zero se quedó dormido?...—el hombre le sonrió a su dormido hijo menor mientras trataba de calmar un poco a su hiperactivo castaño.
—Tal parece que a Ze-kun lo duerme la música clásica…—ella había estado escuchando música clásica con el pequeño peliblanco cuando vio, un tanto asombrada y divertida como en cuanto el sonetos de Mozart comenzó su hijo se había quedado dormido casi al instante.
—¡¡Edo!!....
Ambos padres miraron a Tsuna que se retorcía en los brazos del mayor estirando sus bracitos en la dirección en donde su madre y hermano estaban.
—No Tsuna…Papá…—comento distraídamente el joven hombre mientras se levantaba con un poco de esfuerzo del suelo.
—¡¡Eno!!....
Los gritos del menor provocaron que el bebé dormido se removiera en los brazos de su madre para que luego abriera sus ojos con un tono inusual de orbes lilas se enfocaran en su hermano mayor.
El hermano mayor sonrió con mucha más alegría cuando vio a su hermano despierto, así la cosas, pequeño Tsuna aun en los brazos de su padre…
—¡¡Zero!!....
El hombre se congelo en su camino hacia su esposa y la mujer abrió los ojos muy sorprendidos.
—¡¡Zero!!...¡Zero!...¡¡Zero!!...—y lo repetía una y otra vez riendo alegremente mientras miraba a su hermano gemelo.
Los adultos se quedaron callados un rato, dejando que solo el “Zero, Zero” sea escuchado por el lugar.
—Al parecer ambos perdimos…¿Cierto?...—la mujer fue la primera en hablar. Tenía una pequeña sonrisa de resignación en su rostro.
—No es justo…todos mis esfuerzos en vano…—refunfuño el hombre, sentándose ahora en el sofá junto a su esposa.
Tsuna aun trataba de llegar a su hermano, repitiendo la misma palabra una y otra vez, aun estando en los brazos de su padre y este todavía refunfuñando lo acerco hacia el menor de los gemelos.
—…Zero…—
La pequeña manita de Tsuna se posó suavemente en la redonda mejilla de su hermano, suaves ojos ámbar se encontraron con las amatistas delotro. Ambos bebés se quedaron viendo mutuamente perdidos en su propio mundo, hasta que….
—…Tsuna…—Los padres abrieron los ojos sorprendidos al escuchar las primeras palabras del menor de los gemelos.
—…Zero…—
—…Tsuna….—
—..Zero…—
—…Tsuna….—
—…Zero…—
—…Tsuna….—
Los bebés se llamaban mutuamente bajo a atónica mirada de sus padres.
—De alguna forma…esto se vio venir…—comento un tanto nerviosa pero a la vez encantada la madre.
—Ni “mamá” ni “papá” sino “Tsuna y Zero” ¿eh?...—
El padre sonaba muy divertido pero un tanto resignado.
—…Tsuna…—
—…Zero….—
—…Tsuna…—
—…Zero….—
Y los gemelos continuaron llamándose hasta que ambos se cansaron y se durmieron. En la misma cuna y sin soltar sus pequeñas manitas.
Solo uno de los tantos momentos de amor fraternal que ambos pequeños realizarían incontables veces a lo largo de sus vidas.