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Mafia roja por BlackWidowHunger

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Me levantó el peso de algo sobre mí, cuando abrí un ojo Nicola me estaba sonriendo divertido, me tape hasta la cabeza y esperé que se valla, estaba muy cansado y para colmo ayer Vaal no me había dejado descansar. Me subió el color a la cara de repente al acordarme los hechos en el agua, agradecí que la manta me cubriera el rostro de Nicola.

 

-Póntelo, nos vemos en el vestíbulo en una hora bella durmiente.- Dijo y sus pasos desaparecieron de la habitación.-

 

¿Qué me ponga qué? Y ¿porque las mantas eran tan pesadas? Me tomó un rato poder sentarme en la cama, estaba verdaderamente cansado, vi que encima de la cama había un traje negro muy caro, asique me habían comprado uno para que no me sintiera  mal o para no avergonzar a los demás. Me duché y salí en toalla al cuarto para probarme el traje, me quedaba exactamente a medida, no llevaba corbata ni moño sino la camisa apenas desabrochada y un pañuelo rojo en el bolsillo derecho.

A la hora señalada estuve en el vestíbulo y Marco junto a Nicola estaban esperando en la puerta.

 

-Me gusta , ya no pareces un adolescente en un bar mitzvah barato.-Soltó irónico el moreno, como siempre.-

 

Antes de quejarme apareció Vaal, impactante e impoluto como siempre, evité mirarlo a los ojos porque todavía me inhibía el hecho de su presencia luego de ayer. Sin decir una palabra todos entendimos que debíamos seguirlo, tomamos el ascensor y paramos en el piso del casino.

Nunca había entrado tampoco a este lugar del hotel, asique al pasar me impresioné por lo enorme que era, había como tres pisos unidos para ese lugar y había máquinas de luces brillantes hasta donde alcanzaba la vista. La gente iba vestida muy elegante también, había personas hipnotizadas sentadas a las máquinas tragamonedas, mesas enteras de póker con hombres grandes fumando y bebiendo, taburetes alrededor de la ruleta donde se hacían apuestas por muchísimas fichas sobre un paño verde. Nunca me habían gustado los casinos, la verdad era que había entrado a dos en toda mi vida pero eso me bastó para dar una mala opinión sobre ellos. Al pasar como pasaba en todos los lugares públicos a Vaal lo saludaba una cantidad ridícula de personas, lo noté especialmente de mal humor asique solo devolvía el gesto lo justo y necesario.

 Llegamos al salón del bar, uno muy lujoso que estaba hecho al estilo de un anfiteatro, vi que Vaal le hacía una seña a Marco y Nicola y ambos asintieron desapareciendo por unas cortinas.

Era ridículo seguirme quejando acerca de los múltiples secretos del rubio porque era obvio que eran interminables, nos sentamos a la barra y Vaal se tomaba un vaso de whisky mientras yo golpeaba nerviosamente los dedos contra la madera encerada en un ritmo histérico. ¿Por qué tenía que estar siempre involucrado?

Puso su mano derecha sobre la mía y me miró mordaz, era obvio que este no era el día para molestarlo. Retiré la mano rápidamente pero el poco contacto alcanzó para darme un respingo, giré mi asiento y miré al público para distraerme. El teléfono de Vaal sonó a mis espaldas y lo escuché hablando otro idioma mientras yo miraba como las mujeres que servían las bebidas estaban casi desnudas, este lugar representaba todos los pecados sin excepción.

 

-Este lugar es horrible, ¿Por qué siempre estas involucrado en lo más decadente del ser humano?- Le solté, no pude contenerme, odiaba tener que hacer caso al miedo por Vaal, el respeto que debía tenerle a una persona que hacía las peores cosas.-

 

-No es mío el casino.- Me soltó con una sonrisa irónica, parecía que mi comentario le había hecho gracia. Me sorprendió la revelación, pensé que estaba jugando conmigo pero él no era un bromista.- Es el único lugar del hotel que no me pertenece.-

 

-¿Por qué?- No pude evitar preguntarle.-

 

-Digamos que odio este lugar.- Me respondió y no pude evitar desconcertarme ante sus palabras.- Se sacan limpios 6 millones por semana , que vienen de personas que pierden la vida pensando que van a salvarse sin hacer nada, sin trabajar, sin estudiar, sin esforzarse más que para ganar un partido de póker o tocar la pantalla de las tragamonedas como un rezo de suerte. Esta lugar es una cárcel sin barrotes  en donde la gente tira su dinero voluntariamente y pierde la noción de la vida mientras todo pasa a su alrededor sin que puedan verlo. –Hizo una pausa para reírse amargamente, sus palabras me dejaron mudo.- Este es el real negocio, un tipo entra a un banco armado y se puede llegar a llevar menos de medio millón por banco si tiene suerte, mientras acá roban legalmente 11 veces más de lo que gano un  idiota armado, pero sin correr riesgo. Este mundo está podrido, este es el mismo caso de la bolsa, de las compañías de seguros, de los bancos, tipos haciéndose ricos con las desgracias ajenas porque pueden. Yo le robo a estos tipos.- Reveló y se tomó de un trago el vaso entero.-

 

No supe que contestar, era la primera vez que Vaal me hablaba tanto y parecía que las palabras estaban acumuladas de manera iracunda en su garganta necesitando salir. Su discurso se me quedó muy grabado, nunca me puse a pensar en los grandes magnates porque yo no vivía en esa realidad, la mía era trabajar y lograr que mi familia tuviera lo necesario para ser felices. Sí el mundo era injusto pero no me veía con acceso a cambiarlo, Vaal lo tenía y estaba haciendo algo al respecto. Mi opinión sobre el cambio un poco, quien roba a un ladrón tiene 100 años de perdón, esa era la frase aunque yo sentía que robar a quien sea estaba mal pero al menos entendía un poco más del misterio que suponía Vaal.

Vi que el de ojos bicolor miró su reloj pulsera, apuró un tercer vaso de whisky y se levantó de su asiento.

 

-Quédate aquí hasta que Nicola venga.- Me dijo mientras se acomodaba el traje.- No te muevas.-

 

Dicho esto desapareció entre la gente y yo me giré hacía el escenario haciéndole caso, vislumbré a una mujer en el centro del escenario de cortinas rojas frente a un micrófono. Empezó a sonar una pista lenta de Jazz y la mujer se puso a cantar, tenía linda voz.

 

-Hermosa ¿No crees?- Me dijo una voz a mi izquierda, me giré y me encontré con un hombre desconocido sentado donde había estado Vaal.-

 

El hombre era grande, debería tener unos cincuenta y tantos años, vestido en un traje impecable y con el cabello perfectamente peinado hacía atrás, me sonrió entre dientes y yo asentí educadamente.

 

-Nunca vi a Vaal hablarle tanto a alguien que no fueran sus secuaces.- Me sorprendió con la frase mientras le hacía señas al cantinero para que viniera.- Un Martini por favor.-

 

-Sí, supongo.- Respondí inseguro, este tipo conocía bien a Vaal al parecer.-

 

-¿Cómo es tu nombre muchacho?- Me pregunto el hombre mientras encendía distraído un puro.-

 

-Lo lamento pero ¿Por qué debería decírtelo?- Me defendí porque cerca de Vaal había aprendido a desconfiar de todos.-

 

-Simple curiosidad por saber quién es el nuevo amante de Vaal.- La frase me cayó bastante mal, no me gusto la parte de nuevo amante. Entonces el rubio había tenido varios aunque la diferencia era que yo estaba contra mi voluntad y tampoco era su amante sino su empleado.-

 

 


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