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Mafia roja por BlackWidowHunger

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Notas del capitulo:

Gracias por los reviews y por seguir este fanfic como el otro que hice :)

Me dejaron en el penthouse y se fueron, me quedé con el equipaje parado en el medio del recibidor. Esperé que alguien me dé indicaciones o algo por estilo, pero nada de eso pasó. Tomé la valija junto con el bolso y camine por la estancia, estaba totalmente vacía a excepción de la puerta cerrada a la que no me atrevía a entrar, la oficina de Vaal. Esperé unos veinte minutos más a que alguien viniera para decirme donde tenía que dormir pero fue en vano.

Me armé de valor y toqué la puerta de la oficina, nadie respondió en un rato asique pasé, Vaal estaba solo y lo vi anotar algo en unas planillas color verde claro. Lo miré en silencio mientras él trabajaba pero no me dirigió la vista en ningún momento, hice sonidos con la garganta pero tampoco obtuve respuestas.

 

-Disculpe señor Petrov, ¿Dónde debería dormir?- Le pregunte en voz baja porque la falta de valor me quitaba volumen.-

 

Cesó su trabajo y me miró, por primera vez luego de todo el tiempo que estuve parado como un idiota. Me miró fijo, insondable y profundo, sus ojos de diferente color se imponían, tenía una mirada fuerte. El gesto duro menos de un minuto y reanudó su actividad como si nada, esto me hizo poner algo nervioso y decidí mejor salir de la habitación cerrando la puerta tras de mí.

Como no quise revisar las habitaciones dejé mi equipaje en la entrada y me acosté en uno de los sillones de la sala principal, descubrí que aunque eran muy vistosos también eran cómodos. Sin darme cuenta me quedé dormido por completo.

Desperté porque el estómago me sonaba, moría de hambre y esto era causado por un excelente olor a comida. Me estiré sobre el sillón, había despertado un poco entumecido pero no era tan grave, el sillón era bastante cómodo solo que no era una cama. Alcé la vista sobre el respaldo del sillón y vislumbre a lo lejos una persona que cocinaba del otro lado del piso en lo que podía ver desde el sillón, una gran cocina bien equipada. La figura se hizo más visible y me di cuenta por el inconfundible cabello plata que era Vaal, con las mangas de la camisa arremangadas y haciendo algo, supuse que cocinaba pero la idea me parecía ridícula.

Pasaron unos minutos más en los que yo me deshacía del incómodo traje que llevaba desde ayer y me ponía unos jeans con una camiseta blanca de mangas cortas. Estaba ocupado ordenando mi bolso cuando de repente sobre la mesa de café frente a mí apareció un digno plato de pasta salteada con vegetales y un vaso de vino blanco helado. Levanté la vista y mire sorprendido a Vaal, quien me miró fijo e hizo un gesto hacia el plato.

 

-Come.- Dijo simplemente y dio media vuelta.-

 

-Muchas gracias.- Le respondí antes de que despareciera nuevamente a la cocina.-

 

La situación se oía ridícula en mi cabeza, un jefe de la mafia que sabía cocinar y me preparaba personalmente el almuerzo, teniendo cientos de personas a su cargo. Me reí ante mi propio chiste y probé la comida porque mi estómago se retorcía prácticamente. Estaba buenísimo, de verdad era una comida tan bien hecha que podía servirse en un restaurant, miré hacia la cocina mientras comía y vi que la figura de Vaal a lo lejos ahora lavaba los recipientes en la cocina. Si yo le contaba a alguien que un jefe de la mafia me había cocinado y luego lavado los platos el mismo la gente se me reiría a carcajadas, que curiosa personalidad contradictoria tenía ese impactante hombre.

Una vez que terminé fui a llevar el plato y vaso a la cocina, lo encontré allí y antes de que pudiera volver a agradecer o decirle que había estado muy rico me interrumpieron las palabras del aludido.

 

-Toma tus cosas y sígueme.- Me soltó saliendo de la cocina por otra puerta distinta que daba a un pasillo que yo no había accedido hasta ahora.-

 

Fui a buscar mi valija y lo seguí, como dijo. Pasamos por la puerta de unas seis habitaciones, las conté, hasta que al final del pasillo me abrió la anteúltima puerta y me hizo un gesto para que me metiera. El espacio era espectacular, era una habitación de forma rectangular, más amplia que cualquier habitación en la que yo haya dormido en mi vida. Estaba decorada toda en blanco y colores madera claros, la pared contraria a la puerta tenía ventanas del piso al techo con inmensas cortinas que tenían vista al mar, era de otro planeta. Al lado de la puerta contra la pared había una cama de dos plazas, con mesas a los costados y un sillón a los pies de la misma, toda cubierta con almohadones que se veían mullidos. Pude vislumbrar un baño, era una habitación en suite, un armario en la pared del lado derecho, contra la ventana un sillón con una mesa de café y una lámpara de metal plateado. Un solo cuadro sobre la cama decoraba la habitación, era otra pieza de la colección de desnudos, me gustó mucho la fotografía porque era de dos cuerpos abrazados, dos cuerpos que por la iluminación parecían unirse muy íntimamente.

Me quedé sumamente impactado porque esta era la “cárcel” en la que iba pasar el resto de mis días, no era algo tan grave. En ese momento recordé a mis padres por un segundo y me sentí mal de estar viviendo en tanto lujo mientras ellos mantenían con mucho trabajo mi pequeño hogar y de pronto me preocupé porque no iba a poder ayudarlos con más dinero como hacía siempre.

 

-Ponte un traje, moño y veme en la sala de estar en una hora.- Dijo el hombre ruso interrumpiendo mis pensamientos y desapareció por el pasillo. Era intimidante, y de pocas palabras.-

 

Deshice el equipaje en el placard y me dio gracia ocupar tan solo tres cajones, un estante y algunas perchas, estaba claro que este armario estaba hecho para gente adinerada, excéntricamente abundante en todo sentido. Tomé un traje negro junto con una percha y lo colgué en la puerta del baño, prendí la ducha y me metí dentro. Mi madre me había enseñado el truco de meter la ropa al baño para que la misma se planchara con vapor mientras uno se duchaba, no tenía otra opción.

Salí a los 15 minutos y me cambié, el traje estaba más decente pero seguía pareciendo mal cuidado, me divirtió encontrar un solo moño en mi equipaje color azul, el conjunto era ridículo. Una vez que me vestí fui hacia la sala de estar y esperé unos minutos hasta que Vaal apareció hablando por celular. Estaba vestido con un espectacular traje negro ajustado, moño color rojo oscuro, camisa blanca, zapatos de punta marrón oscuro y el pelo perfectamente peinado hacia atrás, suelto. Me miró mientras hablaba por teléfono y esperé una expresión burlona, sobradora o irónica con respecto a la diferencia en calidad de nuestros atuendos pero tal mirada nunca llegó.

 

-Nos vamos.- Me dijo y nos abrieron la puerta de la entrada Marco y Nicola, mientras unas mujeres uniformadas pasaron, supongo que era la limpieza.-

 

-¿No tenías un traje más arrugado Liam?- Me preguntó Nicola riéndose de lado.-

 

No pregunté a donde nos dirigíamos asique solo esperé para averiguar, viajamos en el ascensor privado del hotel hasta llegar al piso 7 de la torre no abierta al público. Al llegar vi un paraíso rojo y negro, a simple vista parecía un lugar bien ambientado de época barroca, pero con una segunda mirada percibí que estaba en un club, club de sexo.

 

-Amo este piso.- Concluyó Nicola frotándose las manos.-

 

-Anúnciale a Madame Tussauds que prepare todo.- Le dijo Vaal a Marco por entre el murmullo de voces y música de Jazz. El aludido asintió con la cabeza y desapareció.-

 

-Si me necesitas estaré en la sala negra.- Dijo Nicola entusiasmado y también desapareció por entre la gente.-

 

Me quedé solo con Vaal y este avanzó por entre la gente, deduje que debía seguirlo y así lo hice. Pasamos por entre la gente y divisé hombres mirando espectáculos de mujeres desnudas, mujeres poniendo dinero en la cintura de hombres, tipos manoseando a otros tipos disfrazados y mujeres que se besaban embadurnadas en pintura  roja sobre la barra. El sexo en este “cabaret” no tenía fronteras. Intenté no perder de vista a Vaal mientras miraba hipnotizado el ambiente cargado de intensidad, perfume, lujuria, música espesa, sensualidad y pieles tocándose.  Mientras caminaba  un hombre de piel oscura que pasaba en sentido contrario se colgó del hombro de Vaal y le dio un beso en cada mejilla, me guiñó un ojo y siguió su camino. Pero no me pareció raro ya que cada dos pasos que daba el de pelo claro alguien lo saludaba, le hacía una reverencia, mueca o un movimiento de cabeza, todos parecían conscientes de su presencia. Vi miradas lascivas hacia el poderoso líder de la mafia de parte de hombres y mujeres, el ambiente ya estaba recargado pero la presencia de Vaal destacaba, la gente volteaba a verlo y la verdad tenía sentido.

 

Llegamos delante de unas cortinas espesas de terciopelo rojo, las cuales Vaal abrió y sostuvo para que yo pasara, acción que no pasé por desapercibida. Dentro vi muchas mesas redondas de mármol blanco y sillas de cuero, el salón estaba casi repleto. En el medio vislumbre un escenario redondo, amplio que estaba cubierto con más cortinas en toda su circunferencia. La luz comenzó a bajar su intensidad a medida que avanzábamos por el gran salón, parecía que lo que sea que fuera a pasar estaba por comenzar.


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