—Kazunari-san ¡Necesito ayuda!
El pelinegro frunció el ceño y cambio el teléfono a su mano dominante —¿Qué sucede?
—Podría venir a casa.
—¿Tuviste un accidente?— Shintarō miró preocupado a su esposo.
—No. Se trata...— explicó la situación.
—Ya veo. Voy para tu casa. Tienes que estar bañado. Toma una ducha en la bañera y relajarte. Nos vemos.
—¿Qué sucede?— Shintarō se preocupó por la sonrisa en su esposo.
—¡Kō-chan tendrá una cita!— exclamó al colgar.
Se sorprendió —¿Cita?
—Sí. Con el enano.
—... ¿Aka.
—Vamos. Llévame al centro comercial— interrumpió a su esposo y comenzó a llevarlo hacia la salida.
—Bien— ¿Akashi con Furihata?
—————————
Entró en la bañera y se relajó; utilizó los paquetes aromáticos que le había regalado Momoi, todo el baño olía a rosas.
¿Qué haría? ¿Cómo tenía que comprarse? Tal vez...
—No debí aceptar— Cerró los ojos y recordó la sesión.
Sentía que de verdad hablar con Akashi lo ayudaba; el pelirrojo era una persona que en el pasado le dió miedo pero después descubrió que era un buen varón y desde entonces mantenían una relación cordial e incluso habían compartido algunos títulos de libros.
Hablar con el pelirrojo dejaba de sentir esa fuerte opresión y enojó con él mismo por no haber reaccionado mucho antes. Sensei era un excelente consejero.
—Deja de pensar— susurró y se hundió en la bañera.
———
—Bienvenidos— se hizo a un lado. Se había colocado una bata blanca.
—Anda, vamos a la habitación. Shin-chan ve la televisión.
—Muchas gracias por esto— comentó mientras se dirigía a su habitación.
—De nada. Traje dos modelos. El enano dijo que es un evento formal.
—¿Le pregunto?
—Por supuesto— llegaron a la habitación y Kazunari comenzó a revisar lo que llevó —Pienso que éste te quedará mejor. Y toma.
Sujeto la pequeña bolsa y la abrió —Esto es...
—Por si tienes sexo con el enano en tu cita.
—¡No es una cita!— gritó sonrojado.
Shintarō resopló al escuchar el gritó.
—Y no voy a tener sexo— susurró avergonzado dejando la bolsa en su lugar. Contenía una tanga negra y condones.
—humm si tu dices. Vístete, Kō-chan. Ya falta poco.
Kazunari observó al castaño desnudarse —Ya no hay marcas.
Sonrió —Ya no más.
—¡Así se habla Kō-chan! — Kazunari siguió observando. De verdad el castaño se veía más animado, más tranquilo. Ya no había rastros de los golpes y marcas visibles de los cinturones en su espalda, sólo queda una que apenas y era perceptible para el ojo humano.
Se colocó el traje y Kazunari le ayudó con la corbata.
—Te queda perfecto— tomó varías fotos.
—¿De verdad?
—Sí. Vamos que el enano no tarda en llegar. Además, nosotros nos veremos con mis suegros.
—Muchas gracias. ¿Cuant...
—Cuentame todo con lujo de detalles. Y más si hay besos de lengua con el enano.
—¡Kazunari-san!— un gran sonrojó cubrió sus mejillas ¿Ellos besándose?
—¿Qué? Ese será mi pago.
—Kazu. Vamos, se hace tarde.
—¡Voy! nos vemos.
5 minutos después de que se marcharon los Midorima. Un mensaje de Akashi llegó informándole que lo esperaba.
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Llegó al edificio, descendió de la limusina y envío el mensaje. Cuando el castaño le dio la dirección se sorprendió, no esperaba que viviera en unos sus edificios.
Estuvo esperando unos minutos y lo notó salir del elevador.
El castaño usaba un traje en color gris oscuro, camisa blanca, un chaleco gris plata y una corbata del mismo tono del traje. Su silueta se vía bastante definida, haciéndolo ver un doncel atractivo.
Kōki Furihata se veía muy sensual en ese traje con
feccionado para donceles.
¿Sensual?
¿Estaba mirando a su paciente cómo a un doncel que le atraía?