Su vida ya no era una rutina. Siempre era inconsistente y todo gracias a Akashi Seijūrō.
En los últimos 4 meses el pelirrojo lo invitaba a diferentes lugares: cine, cenas, teatro. A veces aceptaba y otras no, puesto que la mayoría de las veces se sentía incómodo por las miradas sobre ellos y los chismes que decía la prensa.
Ahora lo habian culpado del divorcio del pelirrojo. Qué él era el tercero en discordia en el matrimonio... Pero desistir de ello cuando Akashi salió a dar una conferencia de prensa y reveló la verdad: su ex-esposa lo había intentado asesinar para quedarse con la fortuna Akashi y ahora estaba en la cárcel pagando, y confirmado que había una amistad entre ellos desde hace años.
Se sintió aliviado cuando vio el reportaje. Posiblemente dejarían de hacerle preguntas incómodas. Pero...
Sinceramente no entendía como podrían creer que estaban en una relación. Akashi Seijūrō era un varón interesante, un buen partido, no lo negaba; le gustaba estar informado, leer, las películas, básquet ball, viajar, siempre tenía temas interesantes para las conversaciones. Y sí a todo eso le sumaban que era rico... Bueno, iba a heredar todo una empresa, para muchas mujeres y donceles era el varón ideal. Por lo decir que más que amarlo, estaban detras de la fortuna Akashi.
Mientras que él era un doncel viudo, que tuvo un matrimonio tormentoso. Era obvió que nadie se interesaría por él y mucho menos Akashi Seijūrō...
Además, ya había decidido estar solo. Sin la compañía de algún varón para que no le volviera a suceder lo mismo. Pero había un problema ¿Quién era esa persona que enviaba las orquídeas? Tenía curiosidad y eso estaba mal. Cada vez estaba mas ansioso por recibir la siguiente hermosa gardenia, y leer los hermosos mensajes que hacían latir su corazón...
—Sensei.
—Director.
—No debería entretenerse tan fácilmente. Tiene parado aquí bastante tiempo.
—Lo siento— se disculpó avergonzado.
Regresó a su salón, levantó los utensilios, tomó su bolso y se dirigió a su auto. Miró la hora, ya no le daba tiempo de ir a cambiarse, tendría que ir así al almuerzo.
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—Siento llegar tarde, Akashi-san— se disculpó con el pelinegro.
—No se preocupe, Kōki-san. También acabo de llegar— sonrió al castaño para tranquilizarlo.
—... Entonces ¿sobre que quería hablar?
—Tan impaciente. Con calma, primero comamos.
Asintió y ordenaron. Degustaron tranquilamente. Kōki agradecía estar en una zona privada.
—¿Qué piensa de mí hijo?
—¿Qué?
—¿Qué piensa de mí hijo?— volvió a preguntar. Notó el semblante confuso del castaño.
—¿De Seijūrō-san?— ya se había acostumbrado a llamarlo así en esos meses — Pues... Es un varón muy interesante y atractivo.
Masaomi sonrió y esperó a que continuará el castaño.
Se arrepintió de decir eso último y al ver la sonrisa se sonrojó —Es amable, caballeroso, le gusta el básquet ball y la lectura, también se que juega shōgi y le gusta la equitación. Además, siempre tiene temas de conversación— Una cosa era pensarlo y otra decirlo abiertamente.
—Ya veo...
—¿Por qué?
—La verdad es que me gustaría que se casé con Seijūrō.
—¿Qué?
—Seré sincero. Durante el último año, desde que lo ha está tratando y después del divorcio, lo veo muy feliz a su lado. Lo único que sale de su boca es Kōki esto, Kōki aquello. Por ello, llegue esa conclusión.
—Yo...— frunció el ceño. Se sentía algo.. ¿Enojado?
—Por ello le pido esto.
—¿Él sabe esto?
—No— bebió de su copa —Le he ped...
—Lo siento— interrumpió al pelinegro. Se sentía muy molesto con él. — No estoy interesado ni enamorado de Seijūrō-san. Yo...
El ruido de cristal romperse llamó la atención de ambos.
—Hijo/ Seijūrō-san.
Sintió su corazón estrujado al ver esa mirada roja. Intentó hablar —Yo...
—¡Seijūrō!— Masaomi salió corriendo detrás de su hijo.
No se movió de su lugar ¿Qué había pasado?
La bolsa de papel en el suelo llamó su atención. Se levantó, la recogió y miró su contenido —No puede ser.
Era una orquídea, una orquídea exactamente igual a las que había recibido los últimos meses... Era Akashi Seijūrō quien le enviaba todas aquellas orquídeas y hermosos mensajes.