—Alto ¡No estoy para bromas, Imayoshi-san!— aferró su mano a su mochila.
—No estoy jugando, Furihata-san.
—Pero...
—Es verdad. Él vino a mi hace un año e hizo el trámite.
—¿Y sus padres?
Miró con el ceño fruncido al castaño —¿Nunca le dijo?
—¿Decirme qué?
—Su padres fallecieron hace 6 años. Justo un dos años antes de casarse.
—¿Muertos? Él nunca me dijo... Me había dicho que sus padres no asistieron a la boda por qué se oponían. Cómo soy de clase baja...
Se supone que sus padres lo había desheredado por casarse con él, únicamente le habían dejado continuar trabajando en la empresa familiar. La casa donde habían vivido la compraron entre los dos y quedó a su nombre, por eso pudo venderla para adquirir su nuevo departamento.
—Bueno... El punto es que le ha dejado todo.
—Es imposible. Nunca me amo— sollozó. Sí de verdad lo hubiese amado jamás le hubiese hecho todo lo que le hizo.
—Sé su situación. Incluso yo mismo arregle los papeles para que usted retomará su apellido paterno.
—Así que fue usted.
— Sí... Los Kagami me lo pidieron. Y el juez no se negó al ver su situación.
—Gracias...
—De nada. Y aún así usted legalmente sigue siendo su viudo...
Cerró los ojos. La mirada café pidiendo perdón.
—Lo entiendo. ¿Y si me niego?
— Todo será donado a un...
—¿Un?— ¿una casa hogar, un centro para donceles, una causa benéfica?
—Un prostíbulo de donceles.
—¿Para qué salgan adelante?— cuestionó dudoso.
—No. Simplemente para derrochar el dinero en lo que quieran.
—No puedo creerlo — comentó indignado.
—¿Entonces?
—Esta bien, acepto.
—Ahora. Existen dos cláusula: usted no es puede casar hasta pasar el año y no debe darle nada a sus padres.
—¿Mis padres? — ¿Qué tenían que ver sus padres?
—Sí. Al parecer entendí durante sus años de casados sus padres recibieron dinero.
—Sí... Una semana después de ese día me enteré — fue el día que intento regresar con sus padres.
—Bueno, pues su difunto esposo no quiere que reciban ningún centavo.
—Ya veo.
—Respecto al año...
—¿Realmente cree que después de lo que viví me quiero casar? Eso es lo que menos quiero.
—Lo siento.
—Mire. La aceptaré, pero buscaré algún lugar al que donarlo.
—Entiendo. Pero no puede donarlo todo. La casa y la empresa tampoco. Sólo puede donar el 20% de la fortuna Fukuda.
—¿Por qué?
—¿Piensa dejar desempleados a más de 2000 personas?
—¡No!
—Por eso mismo. Yo seré su albacea. Yo estaré apoyandolo en todo lo que necesite. Buscaré un gerente de confianza mía y él se hará cargo de la empresa. Usted puede solicitar toda la información que requiera.
—Entiendo — ¿Todo era verdad? ¿Y si no era más que un sueño?
—Léelo y firmarlo.
————
Tetsuya y Seijūrō esperaron por más de cuarenta minutos hasta que la puerta se abrió mostrando a un castaño algo confundido.
—¿Qué ha pasado?— notó que su amigo había llorado.
—Kuroko creo que estoy soñando— ambos se miraron confundidos —Pellizcar para ver si estoy soñando— el celeste obedeció —Dolió.
—Lo siento.
—¿Esta bien, Furihata-san?
—Me heredó todo...
—¿Qué?
—Me dejó todo.
Seijūrō entendió —¿Y los padres?
—Muertos desde hace 6 años. Los asesinaron en un asalto. Me acabo de enterar.
—Nunca nos dijo— Tetsuya frunció el ceño y miró al pelirrojo. Ambos pensaron en lo mismo. Fukuda había mandado asesinar a su padres. Las fechas coincidían de cuando los castaños se hicieron novio.
—¿Qué piensa hacer ahora?
—Donar un parte a un centro para donceles. Tendré que buscar alguno y otra parte a una casa hogar.
—¿La empresa?
—No puedo donar o venderla. Ni la casa.
—Esas son las cláusulas— comentó Seijūrō.
—Un parte. Tampoco debo darle dinero a mis padres y no debo casarme.
—¿Qué?— Tetsuya se enfureció.
—No debo casarme hasta que pase el año. De por si no quiero volver a casarme. No quiero que me pase lo mismo.
—Furihata-san. Recuerde lo que le dije.
—Lo sé. Pero no creo superar todo esto— se acarició el vientre —Nunca lo haré sensei. Jamás olvidaré a mi bebé. No sabe cuanto soñe con él, un ser fruto de nues.. mi amor y lo perdí. Ese día perdí todo.
Tetsuya abrazo fuertemente al castaño que lloraba—Todo estará bien...