Soltó un gemido al sentir las manos recorrer su torso. No quería ni imaginar que iba a sentir si no tuviese esa delgada prenda cubriéndolo.
—Eres muy sensible, Kōki.
¿Él, sensible? —M-mentira.
Lo besó una vez más y Kōki respondió al demandante beso.
Lentamente, Seijūrō le quitó playera dejándole el torso desnudo. Besó desde las orejas hasta el pecho, jugueteando con los pezones erectos, provocando escuchar dulces gemidos y sentir las manos temblorosa de Kōki aferrarse a él.
—mgghh~
Se cubrió la boca. ¿Cuanto tiempo había pasado desde que alguien no lo tocaba así, de manera cuidadosa?
—No lo hagas— quitó las manos del castaño —Quiero escucharte gemir para mi.
Un infarto.
Eso le había dado al escuchar el tono de voz ronca y sensual de Akashi. Sentía que su corazón se detenía y su cuerpo calentarse más.
Notó a Kōki distraído. Una sonrisa se formó en sus labios.
—ughhh~— arqueo su espalda. Seijūrō acaba de morder uno de los pezones, y sintió un fuerte tirón en su parte baja.
—Alza los brazos— ordenó.
Cuando el castaño obedeció, el pelirrojo le retiro la camisa y luego el pantalón.
—N-No me vea.
—Jamás apartaría la mirada de tí, Kōki— aseguro mientras descendía a besos el abdomen del castaño hasta llegar al boxer. El cual se encontraba humedecido por el líquido preseminal.
Se lamió y los labios y en un rápido movimiento bajo el boxer y se arrodilló entre las piernas de Kōki.
—No~
Detuvo las manos de Kōki con una mano y con la otra comenzó a masajear el miembro.
Nunca había estado con un doncel, así que tomaría a Kōki cómo a él le gustaba. Ser hombres ayudaba.
—Aghhh~ no~
Sujetando las manos de Kōki tuvo una vista maravilla. Estaba tan sonrojado, jadeaba y gemía de forma incontrolada.
Necesitaba ver más.
—Acomodarte en la cama.
Kōki asintió y gateo hasta media cama mientras que él se desnudaba.
Al acomodarse me pudo ver el desnudo de Akashi. Su corazón se aceleró al ver aquel torso desnudo y más cuando abrió lentamente el cierre del pantalón y fue deslizandolo hasta deshacerse de él. Quedando en un ajustado boxer que no dejaba nada a la imaginación.
—¿Te gusta lo que ves?
—...— se sonrojo y cubrió el rostro.
Se deshizo de su boxer y el del castaño. Volvió a besarlo y movió su cadera. Ambos miembros hacían fricción haciendo gemir a los dos.
Se apartó y sentó entre las piernas de Kōki, para luego hablarlo hacía él.
Ambos se miraron y se besaban. Mientras Seijūrō acariciaba ambos miembros, Kōki se aferra a la espada blanquecina.
Mirada roja y café se encontraron y volvieron a besarse.
Esa noche, Kōki perdió la noción del tiempo, del miedo inicial, del las dudas y todas las cuestiones que cruzaban su mente. Lo único que quería era disfrutar esa noche de placer en los brazos de su novio.