Despertó jadeando y sudoroso. Odiaba tener esas pesadillas. Al parecer aún no se detenían del todo.
Abrió el cajón y sacó aquel marco, acarició la ecografía —...
Lo extrañaba.
Se limpió las lágrimas — cada día te extraño. No sabes cuánto me hubiese gustado conocerte, cargarte, besarte— sollozó —Siempre estarás en mi corazón, Akachan.
Cerró los ojos al recordar el nombre que Tetsuya recién le había revelado, ahora que fue el segundo aniversario de la muerte de su bebé y Hiroshi.
—Vamos, Kōki.
—No quiero ir a ningún lado.
—Vístete. Los Kagami y los demás tenemos que decirte algo.
—¿Qué cosa?
—Es... Es sobre el bebé.
Miró al pelirrojo, aquella mirada dura le indicó que no estaba bromeando.
Se quitó las sábanas y se vistió rápidamente —Estoy listo.
—Vamos.
Abordaron el auto del pelirrojo y estuvieron en la carretera por varios minutos.
Enseguida miró la casa Midorima—¿No íbamos con Tetsuya-san?
—Estamos en el lugar indicado. Vamos.
Kōki siguió al pelirrojo y el mayordomo de la familia los recibió. Él los guío hasta el jardín donde solo estaba los adultos. Algunos con flores blancas.
—¿Qué sucede?
—...— todos se miraron pero comenzó Tetsuya.
—Se que debimos decir esto antes.
—¿Qué cosa?— todos se miraban nervioso y tristes.
—Hace dos años, mientras estabas incociente, nosotros movimientos los papeles con Imayoshi para que recupera.
—Mi apellido— lo interrumpió —¿Pero eso que tiene que ver?
—Midorima-sama fue el que te atendió —el castaño asintió —Cómo el fe... El bebé ya estaba desarrollado tuvimos... Tuvimos...
—¿Tuvimos? ¿Qué hicieron?
—Lo que Tetsu quiere decir, es que él y taiga tuvieron que darle un nombre al bebé...
—N-Nombre— ¿Su bebé tenía un nombre?
—Sí... Siento no decirlo antes pero tenía miedo de que hicieras una tontería— murmuró Tetsuya.
—¿Le pusieron nombre a mi bebé?
—Sí... Fue para el papeleo del... Del... Aborto— desvió la mirada.
—¿Qué nombre le pusieron?
Tetsuya tomó la mano del castaño y lo llevó a un área donde había hermosas flores sembradas.
Kōki admiró las flores pero algo atrajó su atención, era una pequeña lápida: Furihata Akachan.
—Midorima-sama nos dió permiso de sepultarlo aquí. Se que debimos...
—¿Por qué no me dijeron?— gritó llorando mientras caía de rodillas —¿Por qué me hicieron esto? Yo confíe en ustedes.
—Perdóname... Tenía miedo de cómo tomarás esto.
—¿Y cómo quieres que lo tome? ¡Le he llorado a mi hijo dos años! Y él está aquí.
—Lo siento.
—Nunca de los perdonaré... Mi bebé.
Sacudió la cabeza. No quería pensar en ello.
Le había dolido que le ocultaran el pequeño cuerpo de su bebé y, peor, que le ocultaran que tenía nombre.
—Akachan... Mi Akachan.
Sonrió al saber que ahora tenía un lugar al que ir a llorarle a su bebé.
Tomó su teléfono y envío un mensaje: lo siento, no debí hablarles así. Se que lo hicieron por mí bien... Gracias por todo, espero me puedan disculpar.
Se levantó entró al baño al ver la hora. Era viernes y tendría su primer consulta con el nuevo sensei.
Se alistó y se dirigió a la dirección que Akashi le había dado.
En la fachada del edificio se podía leer: consultorio M&M.
Entró y lo primero que vió fue a un doncel pelinegro.
—Buena tarde
—Bienvenido ¿Viene a consulta?
—S-Si. Furihata Kōki.
—Claro, lo estábamos esperando. Por favor espere un momento mientras lo anunció.
No había nada fuera de lo normal. Se parecía mucho al consultorio de su novio.
—Sígame, Furihata-san.
Siguió al doncel y entró a la oficina.
—¡Kōki-chan! Bienvenido.
—¿Mi-Mibuchi-san?
—De ahora en adelante seré tu psicólogo.