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Algodón de Azúcar (YoonSeok) por Futuristic lover

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Entreabrió los labios resecos nada más despertar de ese sueño que por suerte no recordaba. Odiaba tener pesadillas cada noche que se iba a dormir, aunque esta vez su mente le había dado una tregua. Sin embargo, no recordó cuándo había llegado a su casa y porqué estaba en su habitación esa noche.

 

Cansado y débil, abrió los ojos, confuso, viendo la completa oscuridad de esas cuatro paredes que tan bien reconocía. Se volvió a acomodar en su cama cerrando sus ojos al instante, no obstante, la acción de solo moverse, le hizo sentir ciertos pinchazos en su cuerpo. Pinchazos de escozor y dolor.

 

¿Qué había pasado? A Yoongi le costaba recordar la última cosa que había hecho antes de aparecer ahí. Solo tenía en su mente el haber llegado al set de grabación, el ver a Hoseok después de tantos días y que no hiciera nada para detenerlo cuando este marchaba al despacho de Victoria, incluso recordaba el estar preparado para la grabación que se iba a producir, en ese entonces descubrió que el moreno estaría trabajando en el equipo técnico también. Las personas con quienes trabajaría y las escenas que tendría, pero después de eso nada más.

 

Su mente le jugaba una mala pasada o su memoria le fallaba cada vez más o estaba sufriendo un estado de amnesia tras un shock traumático. Poco probable era lo último pues no había sucedido nada, ¿verdad?

 

El chirrido de la puerta de su habitación indicó que no se encontraba tan solo como pensaba. Yoongi se hizo el dormido pensando en quién podría ser y quién osaba entrar en su casa. Supuso que era Jimin ya que a veces el menor asaltaba por sorpresa en su apartamento. Por ese motivo, Yoongi le facilitó una copia de llaves para que no hiciera el tonto y entrase cuando le necesitaba o viceversa. Su compañía no le molestaba, debía admitir.

 

 

Pero este no era Jimin.

 

 

 

—Oh. Todavía sigues dormido. —musitó Hoseok al ver a Yoongi con los ojos cerrados, acompañado de una respiración tranquila. Encendió la luz antes de caminar junto a su cama. —Te he preparado la cena. Tuve que llamar por teléfono a Seokjin para que me ayudara a prepararlo. No soy muy buen cocinero. Vaya. —dejó la bandeja con cuidado sobre la mesita de noche antes de continuar hablando. —El muy mamón se ha aprovechado de la situación y a cambio me ha pedido que le dijera todo lo que había pasado estos días. Agh. Este chico. Cómo puede ser tan espabilado. —dijo cruzándose de brazos. —¡Ah! Es verdad. Tú sigues dormido y yo aquí hablando solo. Tan idiota.

 

Yoongi escuchó una silenciosa risa por parte del moreno quien buscaba una silla donde sentarse y esperar a que el actor abriera los ojos.

 

—No sé qué me pasó hoy, pero algo dentro de mí me incitó y animó a hacer todo lo que hice. Puede que al final no acabe mi contrato en una semana y me despidan hoy. —sonrió y observó la ventana viendo la ciudad hermosamente iluminada por las luces de las farolas y edificios lujosos. —Es genial las vistas desde aquí, Yoongi. ¿Alguna vez te has parado a verlas detenidamente? —dijo mientras se levantaba hacia la ventana y correr las cortinas mostrando toda la escena atractiva.

 

«Casi todos los días», respondió el nombrado en su mente.

 

 

—¿Y los amaneceres? ¿Serán como en los documentales de animales? —continuó hablando sin percatarse de que el mayor ya había abierto los ojos y se fijaba detenidamente en la figura de Hoseok quien no dejaba de observar por la ventana.

 

Tenía una mano vendada y no comprendía del porqué. Supuso que fue debido por tratar de defenderse de Woonyeok en el local hace unos días. La recuperación era lenta y progresiva.

 

—¿Hablas tanto cada vez que estás solo? —dijo Yoongi, interrumpiendo al menor casi sin poder vocalizar pues le costaba aún pronunciar cada palabra.

 

La frágil voz del actor sorprendió a Hoseok quién se dio la vuelta rápidamente. Pegó un sobresalto en un gesto de sorpresa y felicidad, su mirada revelaba ese sentimiento de sosiego al verle musitar algunas palabras. ¿Por qué estaba tan feliz por verle cuando antes ya se habían encontrado? El mayor no entendía dicha reacción contraria.

 

—¡Yoongi! —saltó hacia él totalmente animado y observó cada parte de su cuerpo en un estudio visual minucioso.

 

—Oye, ¿cómo es eso que te van a despedir? ¿Qué has...?

 

De repente, su voz se quebró ya que no podía hablar adecuadamente, su garganta yacía completamente seca y no debía forzar la voz. Tosió y decidió mantenerse expectante a la respuesta contraria.

 

—¡Debes cenar! —interrumpió Hoseok, cambiando de tema inmediatamente. — Te he preparado algo de comer. Me ha costado hacerlo, espero que te guste.

 

Yoongi tenía miles de dudas que quería preguntar para resolver el misterio de lo que había ocurrido con él y con Woonyeok, sobre todo, su desaparición y el porqué había acabado en su habitación después de estar en el set. Pero decidió no preguntar por ahora pues se moría de hambre y la comida olía deliciosa.

 

 

 

 

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Estaba pendiente de los gestos y maneras de comer del mayor, atento a alguna muestra de dolor, aunque esta vez parecía estar todo en su sitio. El medicamento que el médico le había dado hace unas horas, había hecho un rápido efecto. Algo que agradecía. Sospechó, mientras el tiempo pasaba, que Yoongi sufría una corta amnesia por un choque traumático tal como expusieron. ¿Acaso lo había olvidado por completo? ¿Había alguna probabilidad de que se estuviera haciendo el desentendido? Parecía que no. Él seguía comiendo distraído y Hoseok ensimismado en dicha imagen y sus pensamientos.

 

—¿Por qué desapareciste? —interrumpió Yoongi en un hilo de voz bajo.

 

Hoseok se sorprendió ante aquella pregunta, supo a lo que se refería y algo en él se agitó pues no creía realmente que el mayor tuviera curiosidad sobre ello. Evitó su mirada, guiándola hacia sus manos unidas, nervioso e impaciente por saber lo que estaba pensando Yoongi en estos momentos. Tardó en responder, el mayor no insistió ante ello.

 

Mientras el actor daba bocados a ese trozo de filete, observó a un Hoseok inseguro e inquieto.

 

—¿Qué te hizo ese hijo de puta? Es capaz de hacer cualquier cosa solo por venganza. ¿Te ha hecho daño?

 

—No —. Hoseok se alejó cuando Yoongi iba a tocarle. — Solo no...no pude defenderme como quise. No quería que nadie me viera así. Ahora estoy mucho mejor. Puedo cubrirme los hematomas con maquillaje.

 

Yoongi dio un golpe en la bandeja, provocando que la cubertería temblase paulatinamente.

 

—Maldito hijo de...

 

—¿Qué tratos sucios tienes con él, Yoongi? —interrumpió el moreno.

 

—Son asuntos míos.

 

—Asuntos que atañen a mi persona y por lo que veo seguridad. Habla.

 

—Woonyeok trabaja para los peces gordos de diferentes negocios. Es un productor reputado de la industria, que compró Violeta de Prada cuando su ex-novia, Samantha, había triunfado en su primera película. Él es anfitrión de su local, recibe a las grandes familias de Corea que solo quieren pasar un buen rato.

 

Hoseok escuchó atentamente, mientras observaba el plato medio vacío que mantenía el actor en las manos.

 

—¿Y tú sirves para esos desgraciados? —frunció el ceño mirando esta vez el par de ojos ajenos.

 

—Yo solo soy un anzuelo para sus tratos sucios. Se cree que, por haberme ayudado en mis primeros trabajos, tengo que agradecerle de esa manera. Menudo gilipollas. Es un maldito cabrón sin escrúpulos, arrogante y cobarde.

 

—¿Traficas con drogas? Cuando nos encontramos me dijo que le debías eso. ¿A qué se refiere?

 

No sabía si era adecuando preguntar sobre ello, pues algo en su interior le alertaba que la respuesta no le gustaría en absoluto. En sí, toda la vida de Yoongi, el círculo en el que se movía, le imponía y sabía que todo era peligroso para él como para sí mismo. 

 

—Eso es a lo que me refiero con sus tratos sucios. Eso, dinero y sexo.

 

Hoseok frunció los labios dejándolos en una fina línea recta por la incomodidad de su respuesta.

 

—¿Conseguiste resolver la deuda que dijo?

 

—Sí.

 

—¿Qué hicist...

 

—¿Vas a hacerme un reporte? Deja de preguntar y dime por qué he acabado aquí. ¿Qué ha pasado? —dijo el mayor mientras gesticulaba con sus manos que se llevara la bandeja pues no podía moverse.

 

—¿No recuerdas nada? Tuviste una crisis nerviosa. —admitió finalmente mientras apartaba la bandeja de su regazo con cierta molestia, ya que se sentía el sirviente del chico. —Tuvimos que llamar a urgencias. No podíamos calmarte. Estabas fuera de sí. —explicó.

 

—¿Qué sucedió?

 

—Te lastimaron mientras... te atizaban.

 

Yoongi apartó las mantas que le cubrían antes de levantarse e ir al baño. Sin embargo, un fuerte dolor que recorrió todo su cuerpo, deteniéndose en sus muslos, le hizo emitir un fuerte quejido.

 

Hoseok le ayudó a levantarse antes de que el chico volviera a ejercer esfuerzo.

 

—¿Utilizaron correas? ¿Actos de castigo?

 

—Sí, pero... ¿no sabías de antemano que se haría ese tipo de grabación?

 

Yoongi no respondió, caminó hacia el baño, se desvistió como pudo sin percatarse de la mirada nerviosa de Hoseok sobre él y empezó a estudiar las marcas rojizas y zonas castigadas de su cuerpo sin dejar de visualizarse a través del espejo. La inexpresividad en su rostro provocó que aumentara la preocupación en Hoseok. Yoongi no decía nada, solo se mantenía en silencio mientras delineaba las marcas longitudinales con las yemas de los dedos. La mirada del mayor se apagó sin dejar de repasar las zonas llegando a tocar las magulladuras de sus muslos, no era la primera vez que había vivido eso, pudo confirmar el moreno.

 

—¿Ya habías tenido una crisis nerviosa así?

 

—Sí. —respondió ido en su figura maltratada. —Pero en plató nunca. No que yo recuerde. 

 

—¿Antes habías sido pegado?

 

 

No mostró expresión alguna en su rostro ante su pregunta. Hoseok se quedó mudo y expectante por la contestación que no llegaba.

 

Yoongi había encontrado la respuesta a su duda. Sí, había sido pegado mil veces, tanto que esas palizas se convirtieron en cicatrices en su destrozada alma. No entendió cómo los azotes que le habían dado en grabación, le habían recordado a los que recibió cuando tan solo tenía seis años. Motivo por el que le causó la crisis.

 

Todo recobraba sentido.

 

Hoseok interrumpió buscando la pomada que debía echarse el mayor sobre las marcas rojizas. Por instinto, vertió un poco de crema en sus dedos antes de inclinarse con el fin de ponerle un poco sobre la zona lumbar y posteriormente masajear con delicadeza. Yoongi se apartó rápidamente, sorprendido por el contacto repentino del menor.

 

—¿Qué haces, idiota?

 

—Curarte. Tampoco es la primera vez que lo hago. Además, es la hora de hacerlo.

 

Recordó el día en que fue corriendo hacia la farmacia tras ver las heridas de sus caderas, compró una pomada y se la untó con sumo cuidado en los hematomas de la cintura. Aunque esta vez lo hacía más cauto.

 

—Me lo puedo echar yo mismo. No necesito a nadie que lo haga p...

 

—No te muevas. —mandó Hoseok totalmente concentrado en dejar la crema en las zonas respectivas. — El médico dijo que es bueno que te lo eche otra persona.

 

—¿Vas a cerrar el pico e irte ya a tu casa?

 

—¿Vas a aprender a agradecer como es debido?

 

Yoongi se mantuvo en silencio y se dejó hacer paciente. No le gustaba en absoluto que le tocasen sobre las heridas, repudiaba ese suave contacto de aquellas delicadas manos contra su piel imperfecta. Sin embargo, algo en Hoseok hacía sumiso a Yoongi. Tenía una fuerza sobrenatural sobre él y sus sentimientos. ¿Desde cuándo había cambiado? Suspiró y levemente giró su cabeza observando el reflejo del camarógrafo que se exponía a través del espejo. Hoseok yacía concentrado y cuidadoso en su labor. Sus labios se encontraban estirados en una fina línea tensa y sus ojos totalmente abiertos, tanto que aquella imagen le causaba gracia. Quiso reír, pero se mantuvo serio.

 

Era extremadamente adorable.

 

No obstante, cuando Hoseok estiró el brazo, parte de sus mangas quedaron atrás mostrando su piel llena de cardenales de cierto color verde amarillo.

Y tuvo curiosidad de una cosa.

 

—¿Cómo sobreviviste esa noche?

 

Hoseok le observó de reojo y supo a qué se refería.

 

—Llamé a un amigo y me cuidó estos días. No quería ir al hospital. Me buscaría líos.

 

—¿También necesitas pomada?

 

Hoseok sonrió y negó.

 

—Se está curando poco a poco. Así que no. —murmuró con media sonrisa. — ¡Ya está! —afirmó antes de lavar sus manos en el lavabo con tranquilidad. Había terminado su trabajo con éxito. —Si guardas reposo y no eres tan cabezón, ¡para un par de días estarás al noventa por ciento curado!

 

Sin emitir ningún tipo de respuesta, Yoongi terminó de colocarse una camiseta ancha que le llegaba hasta los muslos y marchó de vuelta hacia la cama, desapareciendo de la vista de Hoseok quien terminaba de ordenar la pequeña estantería donde había encontrado la pomada. Cuando finalizó y se dirigió de vuelta a la habitación, Yoongi no se hallaba en ella. Antes de que su preocupación emergiera, un ligero tirón en su camiseta por la espalda le hizo detenerse, confirmando que el chico se hallaba detrás. Su respiración era tranquila, lo notaba, su mano no se separaba. Yoongi adelantó un par de pasos hasta dejar su frente sobre la nuca del camarógrafo.

 

—No quería que Woonyeok te hiciera daño. —dijo Yoongi. —Estoy seguro que volverá a acercarse a ti. —cerró el puño con fuerza sin que Hoseok se percatara y continuó. — No quiero que tenga esa obsesión.

 

—¿Obsesión? No me hagas reír. —sonrió el contrario sarcástico girándose hacia él.

 

—Si llega a tenerla, estarás perdido, Hoseok.

 

—¿Qué intentas decir?

 

Yoongi dejó de hablar, alzó la cabeza observando el par de ojos curiosos, por lo que, se centró en buscar las palabras adecuadas para omitir malinterpretaciones.

 

—Está metido en el tráfico de personas destinadas a la esclavitud y prostitución. Si le tocas mucho los cojones, puede que acabes en un cargo arriesgado como acabó Jimin.

 

—¿C-cómo?

 

Hoseok abrió desmesuradamente los ojos notando cierto escalofrío recorrer su piel.

 

—Te lo dije, lo mejor es mantenerte alejado de esa basura. Que no te vea más.

 

—¿Jimin es...?

 

—Si te refieres a que es otro juguete de Woonyeok, sí. Si sus clientes quieren a un chico joven con características específicas que concuerde con Jimin, Woonyeok le encarga ese trabajo a él.

 

—¿Trabajo? ¿Eso es un trabajo?

 

—¿Satisfacer a los clientes? Sí. Ese “trabajo” es lo único que te mantendrá con vida estando en la mira de él y de otros que prefieres no saber. Lo mejor es mantenerte alejado de ese jodido local, Hoseok. Te vigilan.

 

—No puede ser. ¡Eso es ilegal, Yoongi! ¡ILEGAL! ¿Cómo puedes llamar a eso trabajo? ¿Es su deber? ¿Llegó por propia voluntad? ¿Cuántos más están igual que él? ¡Eso no es legal!  —bramó completamente alterado e incrédulo por cada cosa que escuchaba. —¿Y tú? ¿Qué mierdas haces tú ahí? —preguntó intentando esconder ese nerviosismo que ya se apoderaba de él.

 

—Pagar una deuda. Woonyeok me tiene atado.

 

—¿Qué tipo de deuda?

 

—Los deseos de él y sus clientes.

 

—¿Cómo Jimin?

 

Yoongi no respondió, no pensó en responder, ni en decir específicamente lo que hacía ahí porque Hoseok estaba empezando a temblar de los nervios. Nunca antes le había visto tan descontrolado, observó la tez tensa del moreno, quien mostraba seria preocupación. Sus ojos se encontraban vidriosos denotando la impotencia al saber la injusticia que vivía día a día. Parecía entenderle y escucharle perfectamente, algo que le gustaba de él.

 

—No sé qué haces aquí, Hoseok. No soy nada para ti. Ni siquiera somos amigos, ni familia, ni nada. ¿Por qué te preocupa tanto lo que haga?

 

—Porque no mereces estar ahí. Vivir así. Es algo demasiado fuerte para una persona. Eso es una mafia, un completo circo de locos. Y claro, la policía estará tan al tanto que poco habrán hecho, ¿verdad? Esta… situación es…una locura. —suspiró y se llevó las manos a la cabeza, dándose la vuelta e intentando asimilar toda aquella información tan surreal para él, para un chico que solo se metió en esa industria con el fin de ganar dinero y experiencia en términos audiovisuales. —Tú no deberías estar ahí. Yoongi, eso es el infierno. Tú no…

Yoongi sonrió de medio lado.

—Es la primera vez que alguien dice eso de mí. Y más cuando rumores de mi vida que no le incumbe a nadie, pasan por cada boca. —soltó una pequeña risa antes de volver a mirarle.

 

Samantha le había hablado de dichos rumores, algo que no creía pues prefería escucharlo de los labios del propio protagonista, sin embargo, su cabeza no estaba en proceso de saber más sobre la vida privada del mayor. Las manos de Hoseok sudaban y su mente iba a mil por hora. Quería salvar a Yoongi, quería sacarle de ahí, pero sabía lo complicado que sería. Abrió la boca para decir algo, pero su voz no salía. Estaba bloqueado y más cuando sintió el contacto de los suaves y delgados dedos de Yoongi en su brazo, acariciándolo con suma tranquilidad, un acto que no coincidía con lo dicho anteriormente.

 

—Si no hubiera pasado lo de esa noche, yo no hubiera conocido nunca a un técnico tan idiota como tú. Eres tan iluso que me haces reír.

 

—¿Qué intentas decir? —susurró Hoseok confuso.

 

—Aunque haya sido un error, aunque seas tan estúpido por seguir metiendo tus narices aquí, aunque hayas aceptado un trabajo como este, me alegro haberte conocido. Es difícil mantenerme alejado de ti —confesó Yoongi en voz baja. — Eres tan iluso que atraes a esos mierdas y me revienta que se hayan fijado en un ser tan imbécil como tú. —. Atrajo el cuerpo del contrario en un simple tirón aprovechando la guardia baja de Hoseok, quien se fijaba ensimismado en sus ojos sin siquiera prestar atención a los insultos del chico. — Yo te vi antes. —susurró sobre la piel del cuello del menor. Lento y tranquilo, aunque estando cerca del moreno, algo en él vibraba hasta tal punto de llevarle a la misma locura. Le gustaba.

 

Le gustaba mucho.

 

—Y…Yoongi.

 

El nombrado bajó sus manos a la cadera de Hoseok, introduciéndolas por debajo de la camiseta. Sintió rápidamente el vello erizarse por ese contacto caliente produciendo un suspiro silencioso del ajeno.

 

—Solo yo puedo meterme contigo.

 

Hoseok cerró los ojos y se dejó hacer pasmado en la voz ronca y atractiva del actor. ¿Qué le estaba haciendo? Su mente había desconectado nada más notar esa cercanía y no podía pensar adecuadamente. Ahí estaba otra vez, ese Yoongi que había conocido anteriormente estaba tocándole y hablándole seductoramente. Le encantaba. Adoraba dicha situación en la que se sentía tal como si hubiera tomado un tranquilizante potente.

 

Quería besarle.

 

Quería tocarle.

 

Calmar esas heridas.

 

Quería ser también su tranquilizante.

 

—Duerme conmigo. —musitó Yoongi sobre sus labios.

 

—Sí.

 

Quería ser ese relajante, ese sosiego antes de que empezara la tormenta que iba a suceder.

 

 

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Continuará….

 

 

 

 

 

 

 

 


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