Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nadie te encontrará por Tris

[Reviews - 37]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lamento la tardanza

Los primeros días en esa cabaña, me gustaba pensar que Dios no me había abandonado, que era una especie de prueba de la vida como de las que solía hablar mi madre, que saldría pronto, que sería una terrible experiencia, pero mucho más corta de lo que en realidad fue. Jamás pude imaginar todo el infierno por el que tendría que pasar, porque no estaba presente ni en mis peores pesadillas. Estaba tan enojado con Dios, con la vida, con absolutamente todo, y me preguntaba una y otra vez qué había hecho para perecer tal castigo. Ahora entiendo que a las personas buenas también les ocurren atrocidades.

 

Después de que se llevara a mi hijo, demoró dos días en volver. Esta vez no tuve que preocuparme por comida, mi estómago no parecía querer recibir ni siquiera un poco de agua. Es como si mi cuerpo se negara a seguir viviendo y se conformara con permanecer tendido en la cama observando la pared.

Para cuando Minho apareció, ya sólo quedaban rastros de lágrimas en mi cara y la almohada había parado de sentirse húmeda.

Traía consigo bolsas de supermercado, comenzó a ordenar las cosas en la alacena mirando cada tanto en mi dirección, hasta que se giró como si se hubiese dado cuenta de algo.

—¿Qué te ha pasado en la cara? —inquirió.

Seguí contemplando la pared, aparentando que no había escuchado nada. Sentí sus pasos acercarse a la cama y se paró frente a mí desafiante.

—¿Qué es esto, la ley del hielo? —preguntó burlesco.

Por primera vez, no tuve miedo de lo que podría conllevar desafiarle, ningún dolor superaría la muerte de mi hijo, no había castigo más cruel  que haberlo arrebatado de mis brazos sin poder siquiera despedirme. Había perdido incluso la capacidad de sentir miedo.

—Levántate, voy a tener que curarte eso, además estás hecho un desastre, ¿acaso no has hecho otra cosa que quedarte ahí tirado?

Avanzó hasta el baño y escuché el agua del grifo que empezaba a llenar la bañera. Al salir y notar que no había obedecido volvió a ordenar con menor amabilidad

—He dicho que te levantes. No arruines esto, Key, estoy tratando de hacer algo bueno por ti y tú simplemente actúas como un niño inmaduro. Voy a dejarte tomar un baño aunque no sea la hora para hacerlo, así que date prisa.

Salí de la cama sintiendo el peso de mi cuerpo como una tonelada, pasé a Minho ignorándolo y cerré la puerta del baño al entrar.

Tardó sólo dos segundos en entrar hecho una fiera.

—¡¿Qué mierda crees que haces?! ¡¿Estás tratando de hacerme enojar?! ¡¿Es eso?! ¡Contéstame, con un demonio!

—Vete al carajo.

—Tú te lo buscaste—dijo acercándose.

—¿Ah, sí? —lo encaré, haciendo que se detuviera—¿Y qué es exactamente lo que me busqué? ¿Ser secuestrado y torturado por un loco hijo de puta? ¿La muerte de mi hijo? ¿Las violaciones? ¡Dime, maldita sea, dime cómo es que yo pedí todo eso!

—¿Violaciones? —se burló—¡Por favor, lo has disfrutado tanto como yo!  Eres una maldita zorra, no me vengas a decir ahora que te he forzado. Te encanta y lo sabes.

—¡Vete a la mierda, maldito enfermo! ¡Ah! —solté un quejido cuando me tomó del cabello alzándome hasta ponerme de puntillas.

—Cállate de una puta vez.

—¿O qué? —lo reté—¿Vas a matarme? Por favor, hazlo, lo estoy deseando.

—Te crees muy valiente, ¿verdad?

De un empujón me lanzó a la bañera y comenzó a hundir mi cabeza rodeando mi cuello con ambas manos. Luchamos por un rato en donde a causa de mis sacudidas terminó empapado y con los brazos repletos de arañazos.

Cuando pude volver a respirar me abalancé sobre él y golpeteé su pecho una y otra vez mientras gritaba:

—¡Mátame! ¡Mátame de una buena vez porque no vas a conseguir nada más de mí! ¡Eres un monstruo! ¡Eres un animal despreciable! ¡Asesino, dime qué hiciste con mi hijo!

—¡Cállate de una puta vez! ¡No es mi culpa que tuvieras un hijo débil! ¡Me encargaré de que tengas otro en pocos meses, cuál es el maldito problema!

—¡Hijo de puta! —grité enfurecido mientras arremetía contra él con más fuerza—¡No quiero otro, quiero a mi hijo, dime dónde carajo lo dejaste! ¡¿Qué hiciste con él?! ¡Devuélveme a mi hijo! ¡Dame a mi hijo!

—¡Basta!

—¡Dime dónde está! ¡Dímelo!

—¿Quieres saber dónde está? —dijo con sorna—Está pudriéndose en donde nunca podrás encontrarlo y todo es culpa tuya por no saber cuidarlo, por ser un inútil y un cobarde.

—¡CÁLLATE! ¡Asesino! ¡Asesino de mierda! —Continué lanzando manotazos a diestra y siniestra hasta que me arrojó al suelo y se encaminó a la habitación.  

Al cabo de unos minutos regresó con unas pesadas cadenas y candados y el miedo brilló en mis ojos. Me arrastré hasta pegar mi espalda con la bañera, y aun temblando de frío le enfrenté con la mirada tratando de mostrarme imponente.

—¿Ya se te esfumó la valentía? —preguntó. 

—Púdrete.

Me levantó del suelo tomando mi brazo con fuerza, seguramente formando un moretón, y me arrastró hasta la cama, en donde comenzó a enredar las cadenas, para después colocarlas alrededor de mi cintura y mi cuello, dejándome inmovilizado. Parecía disfrutarlo de verdad, amaba demostrar que él siempre ganaba. Siempre.

—Esto te ayudará a reflexionar sobre tu comportamiento—comentó.

Evité su mirada, y me mostré indiferente ante las cadenas, no quería aumentar su regocijo.

—¿Me escuchaste? —preguntó obligándome a verlo al tomar mi mandíbula con fuerza.  Permanecí en silencio, aun sabiendo que aumentaría su enojo—¡Respóndeme cuando te hablo, con un demonio! ¿Es que acaso tú no entiendes que me perteneces? Harás lo que yo te ordene, y así será por el resto de tu vida. Métetelo en la cabeza, carajo.

—No te pertenezco—respondí—Nunca seré tuyo.

—Cállate.

—Querías que hablara.

—No te hagas el listo conmigo. No querrás ver mi lado malo, Key.

—¿En serio? Pero si es el único que conozco—provoqué.

—Pues créeme cuando te digo que puedo ser mucho peor—contestó desafiante con su rostro muy cerca del mío. Me retó con la mirada unos segundos más y después se marchó de la cabaña. Y yo permanecí allí, encadenado a la cama, con mis movimientos bloqueados.

No sé cuánto tiempo estuvo fuera. Yo ya sentía mi cuerpo entumecido, y sabía que era solo el comienzo. Preparó él mismo la cena y se acercó a la cama con un plato para mí.

Tomó una cucharada y sopló despacio, después la dirigió a mi boca y me lanzó una mirada para advertir que no podía rechazarla, y no iba a hacerlo, aun cuando no tuviera mucha hambre, pues sabía que de despreciar esta comida, podían pasar días para que volviera a probar bocado y estando encadenado aquí no podría siquiera beber agua. Después de unas cuantas cucharadas me brindó un poco de agua y luego se dedicó a mirarme con atención.

—Soy lo único que tienes—murmuró de pronto—No hay nadie ahí fuera esperándote. Nadie te ama. Nadie te echa de menos. Todos siguieron adelante sin ti, y ahora solo somos tú y yo.

Me concentré en bloquear sus palabras, a impedir que mi débil cerebro la aceptara como ciertas, como lo ha hecho otras tantas veces, pero siempre una pequeña parte logra entrar en él. Una parte de sus hirientes palabras atraviesa esa barrera mental que intento imponer, desembocando este agudo dolor en mi pecho.

Lo miré enfadado y lo encaré:

—Eres tú quien no tiene a nadie, no yo. Y me tienes envidia por eso.

—¿Ah, sí? ¿Y quién te ama, según tú?

—Mi familia—respondí valiente— Mis amigos…Mi novio.

Al escuchar esto último su mirada burlesca se transformó en cólera. Me acercó de las cadenas lastimando un poco mi cuello y me gritó:

—¡Tú no tienes novio! ¡Yo soy tu esposo y ese idiota no es nada tuyo! ¡¿Me oíste?!

—Pues no es a ti a quien amo

—Cállate—gritó y me lanzó un puñetazo en la cara.

Sentí el calor abrasarme la mejilla pero no me importó.

—Nunca te voy a amar. Es a él a quien amo, es a él a quien deseo, es él-

—¡Cierra la maldita boca! —había perdido completamente el control. Corrió a la cocina y regresó con un trapo que me zambulló en la boca, después sacó cinta adhesiva de uno de los cajones y me rodeó con ella para que no pudiera empujar el trapo fuera de mi boca.

Una vez listo, pareció calmarse un poco, me observó seriamente y se recostó a mi lado murmurando un “así está mejor”.

Yo seguía ahí, obligado a permanecer a su lado. Encadenado. Como un animal.

Minho se limitaba a fingir que mi hijo no había existido, no podía nombrarlo más y yo parecía estar castigado. No había consuelo para mí, sólo castigos.

Aun así, un par de días después, cuando dejé de estar amordazado, intenté preguntar una vez más, rogando porque me dijera qué había hecho con él, pero simplemente respondió:

—Él se ha ido. Se ha ido y te ha dejado, en cambio yo sigo aquí, contigo, pero tú no me lo agradeces.

—Por favor—imploré—por favor, sólo necesito, sólo…quiero saber dónde está. Se fue tan rápido, si tan solo pudiera despedirme.

—Eso no servirá de nada. No volverá, Key, pero tranquilo, yo prometo nunca dejarte, ¿de acuerdo?

Estaba harto de estas cadenas, eran pesadas y lastimaban las partes en que rozaban mi piel, así que en un esfuerzo por ser liberado, ahogué mi odio y respondí:

—Sí, de acuerdo, tienes razón, tú eres lo único que necesito, lamento no saber agradecértelo.

Me miró sorprendido y comentó sonriendo:

—Vaya, esas cadenas sí que funcionan, tal vez deba usarlas más seguido. ¿Has tenido tiempo para pensar?

—Sí. Tenías razón en todo, es sólo que, estaba muy triste y no pensaba bien. ¿Podrías…podrías perdonarme?

—¿Cómo decir que no a esa carita? —me besó, y tuve corresponder para que creyera en mi arrepentimiento—. Veremos qué tal te portas estos días, tal vez podamos quitarte estas feas cadenas.

No dejaba de mirarme, recorrió cada centímetro de mi cara y después posó su mano en mi mejilla, comenzando una suave caricia. Tomó mi mentón y me hizo mirarlo de frente mientras pasaba su pulgar por mis labios.

—Joder, eres tan hermoso—susurró—.A veces no puedo creer lo hermoso que eres. No debería estar permitido…ser tan lindo. Tengo mucha suerte Creo que no te das cuenta de tu belleza, de lo contrario no habrías estado con alguien tan patético como Jonghyun—se burló.

Respiré profundamente tratando de ignorar su comentario, evitando caer en su trampa de encender mi furia y provocar otro castigo, así que simplemente cambié de tema.

—Es…es mi hora para ir al baño—le dije—. Realmente tengo que ir.

—De acuerdo, iré por la llave—dijo abandonando la cama.

Estaba seguro que de decir únicamente lo que él quería escuchar, me liberaría en un par de días, sólo tenía que ser más cariñoso de lo normal, y fingir ser la pareja perfecta, pero era tan difícil cuando se empeñaba en hacerme recordar mi vida antes de esto, cuando mencionaba a Jonghyun y veía esa burla en sus ojos que gritaban “ahora eres mío”. No es que yo quisiera olvidar a nadie, es sólo que recordar volvía todo tan…doloroso. Cuando llegué aquí era lo único que hacía: pensar y pensar en Jonghyun, en Taemin, en mamá, en Comme Des; pero era una tortura. Era un completo martirio imaginar qué estarían haciendo, si seguiría la búsqueda en mi nombre, si pensarían que estoy muerto, si se dirían a sí mismos “tenemos que superarlo”…si Jonghyun ya habría probado otros labios, si lo que dijo Minho era verdad y tenía a alguien más, así que me acostumbré a dejarlos a un lado, intentando mantener mi cordura. Fue más sencillo cuando Hyun-Su llegó, porque él me hacía feliz, tan feliz como se puede ser en este lugar, y estaba demasiado ocupado pensando en la mejor manera de protegerlo. Y ahora, bueno, no hago otra cosa que no sea pensar en él. Lo extraño tanto que duele. Aún puedo sentir sus manos presionando mis mejillas cuando le daba el biberón, o su alegría al estar fuera de la cabaña y que el viento le alborotara el cabello y le hiciera parpadear deprisa. Le echo tanto de menos que hay momentos en que me falta el aire, y cuando las luces se apagan, mi mente vuelve a atormentarme rememorando esa última noche; me hace preguntarme cuánto es que sufrió, si lloró y no fui capaz de escucharlo, si estaría aquí de haber vencido el sueño,  si pensó que su padre era un patético cobarde incapaz de salvarle la vida…si está en un lugar mejor. No puedo con la idea de su cuerpecito enterrado en un horrible lugar, sin un ataúd, sin nadie que lo visite. Es por eso que las lágrimas vuelven cada noche. Es por eso que las siento como cuchillas en mis mejillas, todas con el peso de la culpa, con las dudas que carcomen mi mente.

Es por todo eso que cargo 100 libras en el pecho en todo momento que no me permiten controlar los pensamientos y acciones hirientes hacia mí mismo.

Y tengo que vivir con ello. 

Notas finales:

Gracias a las personas que comentan y Dejen un lindo comentario si les gustó. Es muy importante para mí saber qué les parece la historia, si consideran que hay algo que falta o que les gustaría que apareciera. 

Hasta luego. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).