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Notas del capitulo:

Lamento la demora. 

Disfruten el capítulo

 

Estuve unas horas solo esperando en esa habitación después de que los policías se fueran, o mejor dicho, después de que yo los echara.

No sabía si ya habrían hablado con mi familia, o qué era exactamente lo que estaba esperando, pero me limite a recostar la cabeza en mis brazos cruzados sobre la mesa y a contar las baldosas del suelo.

Después de un rato más entraron un hombre y una mujer, ambos vestidos con trajes elegantes y costosos. El hombre era alto y delgado, de unos treinta y tantos, y tenía un porte intimidante. La mujer era algo regordeta, un poco mayor que él, con la mirada comprensiva y amable. Tal vez estos sí que podrían ayudarme.

El hombre se acercó muy tranquilo y me extendió la mano

—Hola, Kibum, soy el sargento segundo Lee Jinki, de la unidad de delitos graves.

Por supuesto, yo no tenía ni idea qué significaba ser un sargento segundo, pero apostaba que estaba por encima de los otros policías.

Me estrechó la mano con fuerza y seguridad, y después tomó asiento frente a mí.

La mujer, que seguía cerca de la puerta, caminó también hacia la mesa y me sonrió con amabilidad, para después estrecharme la mano y presentarse.

—Soy la cabo Park, me alegro mucho de conocerte, Kibum.

Yo no hacía más que asentir y alternar la mirada de uno a otro. El sargento Lee estaba por hablar cuando un ruido en la puerta lo interrumpió. Era el tal sargento Yesung, que intentaba meter una silla más al cuarto.

Antes de que lograra entrar, Jinki lo detuvo con una seña de mano

—Nosotros nos encargaremos del interrogatorio a partir de ahora, te agradecería que nos dejaras solos—dijo—.Ah, y un poco de agua para Kibum, si no es mucho pedir.

Debió imaginar que esos inútiles no se habían preocupado por ofrecerme algo de beber. Jinki se volvió hacia a mí, cambiando su mirada a una más amable.

—Bueno, Kibum, como ya le he dicho, nosotros formamos parte de la unidad de delitos graves de Daegu, y yo era el investigador principal encargado de su caso.

—Supongo que no hubieron buenos resultados, eh.

No sabía por qué había dicho eso, simplemente lo solté, y eso dejó a ambos un poco fuera de lugar, pero se recuperó rápidamente y añadió:

—Pronto vendrá un médico. Necesitamos…

—No quiero ningún médico.

Nos dedicamos a mirarnos fijamente, y quizá sabiendo que era mejor ceder, se limitó a hacerme preguntas de carácter general como mi fecha de nacimiento, a qué me dedicaba, dónde vivía y cosas por el estilo, lo que hizo que la tensión disminuyera un poco. Vino alguien a dejar botellas de agua y se retiró deprisa.

Al cabo de un rato el sargento comenzó con las preguntas serias, las que de verdad le importaban y preguntó:

—¿Le molesta si volvemos a encender la cámara de video, Kibum?

—Sí, Jinki, me molesta. Y tampoco quiero que haya nadie detrás de ese espejo.

—No era mi intensión molestarlo, es sólo que eso facilitaría mucho las cosas.

—Es una pena, entonces.

Me miró profundamente, con esos pequeños ojos escrutadores, esperando, tal vez, a que cediera a su petición, lo que claramente no iba a pasar.

—De acuerdo—dijo—¿Recuerda qué hizo la tarde del 30 de septiembre del año pasado?

No recordaba la fecha de mi secuestro.

—No lo sé, aunque si me preguntas por el día en que me secuestraron, estaba dando una junta de padres de familia en la escuela donde trabajaba cuando ese hombre apareció.

—¿Cómo fue que logró sacarlo de ahí sin que nadie lo notara? —preguntó.

—Fue muy sencillo, si le soy sincero, sólo necesitó de una pequeña arma y voilá, ya era todo suyo.

Continuó haciendo preguntas y yo traté de relatar todo lo que había sucedido, entonces llegó la pregunta que estaba esperando.

—¿Dónde está él ahora, Kibum?

—Está muerto—dije sin reparos.

Ambos me miraron sorprendidos, pero antes de que lograran preguntar algo más, yo necesitaba hacer algunas preguntas también.

—¿Dónde está mi familia?

—Llamamos a su madre—contestó Jinki—.Estará aquí mañana a más tardar.

No podía asimilar la idea de que volvería a ver a mi familia. Todo parecía tan irreal, como si de un momento a otro fuera a despertar de nuevo en esa cabaña con ese animal por un lado, todavía a su merced. Me estremecí sólo de pensar.

—Quiero saber dónde estoy—dije.

—Lo siento—dijo Jinki—.Creí que ya lo sabía.

—Quiero saber exactamente dónde, señálenmelo en un mapa.

Jinki le dirigió una mirada a la mujer y ella entendió de inmediato, por lo que abandonó la habitación y regresó unos minutos después con un mapa.

Cuando regresó con un mapa, él señaló una ciudad al noroeste de Daegu. Las carreteras a cualquier ciudad alejada de las zonas más pobladas solían estar en un pésimo estado, de modo que había que conducir muy despacio. Calculé al menos cuatro horas en coche desde Daegu.

—¿Cómo han llegado tan rápido? —pregunté.

—Hemos venido en helicóptero.

Pensé que, después de todo, no estaba tan lejos de casa como lo imaginé, y por alguna razón, se me empañaron los ojos de lágrimas, así que tuve que tragarme el nudo en la garganta que se había formado.

—¿Cómo ha llegado usted aquí? —inquirió Jinki.

—Conduciendo.

—¿Desde dónde ha venido conduciendo?

—Desde una montaña. Desde la cabaña.

—¿Cuánto ha estado conduciendo?

—Una hora aproximadamente.

Asintió y me enseñó una montaña en el mapa, cerca del punto de la ciudad.

—¿Es aquí? ¿En Green Mountain?

—No lo sé. Yo estaba arriba, no la he visto desde fuera.

Envió a Park en busca de un mapa únicamente del pueblo. Jinki y yo permanecimos sentados, mirándonos, hasta que regresó, y el único ruido era el golpeteo de su pie debajo de la mesa. Cuando la mujer volvió, Jinki me dio un bolígrafo y me pidió que dibujara la ruta que había seguido. Traté de trazarla lo mejor que pude.

—¿Podría llevarnos hasta allí?

—No—me apresuré a decir—No pienso volver a allí. De ninguna manera. No.

—De acuerdo, Kibum, tranquilo.

Recordé que aún tenía las llaves de la furgoneta y se las lancé.

—La furgoneta está aparcada afuera—dije

Envió a Park fuera con las llaves. Esta debió de dárselas a alguien más, porque regresó al cabo de un instante.

Mientras, yo no dejaba de darle vueltas a un asunto. Si estábamos a solo tres o cuatro horas lejos de Daegu, por qué mi famila llegaría hasta mañana. No quise preguntar, pero algo me decía que tenía que ver con este interrogatorio. Que necesitaban más tiempo conmigo a solas.

Dijeron que habían enviado a un equipo a buscar la cabaña. Uno de los policías solía ir a cazar por esa zona, y pensó que tal vez sabría dónde estaba. Todavía no les había contado que había matado al Minho ni había hecho mención alguna del bebé, y ya me dolía la cabeza sólo de pensar en todas las preguntas que me harían al respecto. Necesitaba estar solo. Necesitaba alejarme de aquella gente.

—No quiero responder a más preguntas—dije.

Park, que parecía ser más comprensiva, asintió de inmediato y le dirigió a Jinki una mirada que no aceptaba reclamos.

—Creo que deberíamos ir todos a descansar—añadió—¿Le parece bien, Kibum?

—Sí.

 

Reservaron una habitación de hotel para mí, y ellos ocuparon las habitaciones contiguas a la mía. La mujer se ofreció a quedarse conmigo, lo que rechacé inmediatamente, después preguntó si me apetecía algo de cenar, pero mi estómago no parecía querer aceptar nada, así que tuve que negarme.

En el cuarto había un televisor, pero como no tenía ganas de encenderlo me limité a acostarme y observar el techo. Intenté dormir, pero seguía dando vueltas en la cama, asustado de cada ruido que escuchaba por la ventana. Ya fuera el aire o el ruido de los coches, nada me permitía estar tranquilo. Cuando la oscuridad inundó la habitación, el miedo empezó a embargarme por completo, así que tomé una almohada y una manta y me escabullí hasta el armario, donde dormí hasta que a la mañana siguiente Park llamó a mi puerta. Me llevó café y pan, y estuvo hablando de cosas sin sentido durante un rato, mientras yo daba pequeños mordiscos a mi comida. No quería bañarme con ella en mi habitación, y en lugar de echarla, tan sólo me enjuagué el rostro e intenté arreglarme el cabello.

Una vez listo, fuimos en coche hasta la comisaría, a la misma habitación que el día anterior. Jinki ya estaba esperándonos. Todos tomamos asientos, y yo me limité a dar miradas asesinas al espejo.

—No hay nadie detrás—aclaró él—Y tampoco encenderemos la cámara hasta que usted lo diga.

Volvimos a las preguntas, quería cada detalle del día en que desaparecí, y yo luchaba por mantener el control. Describir a Minho me revolvía el estómago y sentía un nudo en la garganta difícil de deshacer. Logré mantener la compostura hasta que Jinki mencionó que los policías habían examinado la escena del crimen y habían encontrado el cadáver de Minho

—Parece que lo han  atacado con un cuchillo, ¿es así como murió, Kibum?

El tono de Jinki no era acusador, pero la tensión se sentía en el aire. Hasta ahora no había pensado que las demás personas podían tomar mis acciones como erróneas, que podía ser yo el malo de la historia.

—Yo lo maté—dije.

—Tengo que advertirle, Kibum, que llegados a este punto, no tiene que seguir hablando si no lo desea, y cualquier cosa que diga podrá ser utilizada como prueba en su contra ante un tribunal. Tiene derecho a un abogado y a que haya uno presente durante nuestro interrogatorio. Si no puede permitirse uno, podemos facilitarle algunos números de asistencia jurídica. ¿Lo ha comprendido?

Las palabras parecían rutinarias y no creía que fuera a meterme en ningún lío, pero consideré la posibilidad de solicitar un abogado. La idea de retrasar aquel proceso para hablar con otro hombre trajeado me daba dolor de cabeza.

—Lo he entendido.

—¿No quiere un abogado?

—No.

—De acuerdo. Entonces continuemos. ¿Cómo lo hizo, Kibum?

—Lo acuchillé en la espalda.

Jinki se dedicaba a mirarme fijamente, como si quisiera leerme el pensamiento.

—¿Lo estaba agrediendo en ese momento?

—No.

—¿Por qué lo mató, Kibum?

Levanté la vista de inmediato, sorprendido por aquella pregunta. Aquella pregunta estúpida.

—¿En serio me está preguntando…? Qué le parece porque me secuestró un año y medio, porque me golpeaba o porque me violaba prácticamente todas las noches y…—me detuve antes de decir algo sobre mi hijo.

—Lo entiendo—dijo—En verdad lo hago. ¿Cuándo lo mató?

—Hace un par de días.

—¿Es decir que se estuvo allí un tiempo más después de matarlo?

—Algo así

—¿Por qué? ¿Por qué no se fue de inmediato?

—Yo…no podía.

—¿Estaba encerrado?

—No

—Entonces, ¿por qué no podía irse, Kibum?

—Estaba buscando algo—dije, sintiendo el nudo en mi garganta crecer otra vez.

Jinki me estudiaba con la mirada, y Park parecía aumentar su mirada compasiva hacia mí.

—Encontramos algunas cosas, Kibum. Cosas para bebés

Oh Dios mío.

—¿Hay algún niño, Kibum? —continuó preguntado

Me faltaba el aire. La habitación se hacía más pequeña y me dejaba sin aire.

—No.

Me dolía la cabeza, y quería llorar.

—¿Hubo algún niño, Kibum? —preguntó con ternura.

—Sí.

—¿Dónde está ese niño ahora?

—Él…él está muerto

—Lamento muchísimo escuchar eso—decía con delicadeza. Parecía como si hablara con el corazón, como si hablara de verdad—¿cómo murió su hijo?

No sabía cómo responder, mi mente se encontraba en otro lugar.

—Yo…no estoy seguro. Enfermó y entonces…

—¿Dónde está su cuerpo?

—Cuando me desperté, él lo tenía en brazos. Estaba muerto. No sé adónde se lo llevó, no quiso decírmelo. Lo busqué por todas partes. Por todas partes... Ustedes tienen que buscarlo, ¿de acuerdo? Por favor, encuéntrenlo, por favor... —Se me quebró la voz y me quedé callado.

El cuerpo de Jinki lucía tenso, así como su rostro. Park, por otra parte, lucía de lo más triste y devastada. Tenía los ojos brillosos de llanto y parecía luchar por no llorar.

Yo estaba sudando, y las lágrimas luchaban por abandonarme. No podía respirar. Traté de ponerme de pie, pero no tenía las fuerzas suficientes. Tropecé con mis propios pies y caí al suelo. Park corrió hacia a mí y se quedó tumbada conmigo en el suelo, abrazándome, presionando mi cabeza en su pecho.

Traté de quitármela de encima, pero mientras más forcejeaba, más me abrazaba ella. Comencé a gritar mientras lloraba, y no podía hacer nada por silenciarme. Los recuerdos de mi hijo inundaban mi mente. Podía verlo sonriéndome, para después ver como Minho lo arrebataba de mis brazos, llevándoselo para siempre.

Continué sollozando en los brazos de esa mujer, y comenzó a susurrar:

—Todo va estar bien, Kibum…Ahora estás a salvo. Todo va estar bien.

Quise decirle que nunca iba a estar bien. Que nunca podría estar todo bien de nuevo, pero las palabras no salían de mi boca.

Luego vi otro par de pies delante de mí, junto a la figura agachada de Jinki.

—Está hiperventilando —dijo una voz—. Kibum, soy el doctor Jung. Intenta respirar hondo varias veces.

Pero yo no podía. Y después de eso, ya no recuerdo nada más

Notas finales:

Hola! 

Espero que les haya gustado el capítulo, dejenme saber si es así, me gustaría saber qué les parece como va todo, ya que estamos llegando al final. 

No sé cuántos capítulos restan pero sí sé que estamos muy cerca del final. 

Intentaré escribir el próximo pronto. 

Hasta luego!


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