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Notas del capitulo:

Gracias a las que comentaron. Tenía que prepararme para un evento de la universidad muy importante y no pude subir el capitulo antes. 

Disfrutenlo. 

Capítulo 3

 

Sesión tres.

 

Jonghyun me ha pedido que nos tomemos un tiempo. ¿Es que el año y medio que estuve secuestrado no fue suficiente? Tranquila, doctora, era sólo una broma. En realidad, sé que él está sufriendo bastante, y que esto lo desgasta cada vez más. Pero no entiende que nada volverá a ser igual. Ninguno de los dos es igual a antes de mi secuestro. Jonghyun solía ser la persona más bromista que hubiera conocido; siempre estaba sonriendo y siempre sabía qué decir en el momento adecuado. Ahora parece meditar cada palabra que sale de su boca estando conmigo. Ni siquiera nos tocamos nunca.

 

Yo lo quiero muchísimo, aunque esto sólo se lo diga a usted; nosotros teníamos algo realmente hermoso, antes de que ese hijo de puta viniera a arruinarlo todo. Tal vez ambos necesitamos tiempo, yo no soy el único que ha resultado herido con esto. Lo veo en su rostro cada día al salir por la puerta de mi casa, decepcionado de fallar una vez más. 

 

*-*-*-*

Después de entrar en la bañera, Minho comenzó a desnudarse también, y me obligó a retirar mi ropa interior. Entró conmigo; me hizo colocarme de rodillas y me enjabonó de pies a cabeza. El jabón tenía aroma a manzana, y pensé en que acabada de arruinar mi amor por ellas. Paseaba la esponja lentamente por todo mi cuerpo. Primero mi cuello y brazos. “Z, y, x, w, v”. Después la espalda y estómago. “Z, y, x, w, v”. Y por último, mis piernas. Pude sentir que se tomaba más del tiempo necesario en esa zona. Por suerte, -si es que se puede decir que en mi vida existe tal cosa-, no tuve que hacer lo mismo con él. Cuando terminó de enjuagarme me envolvió en una toalla y fue a la habitación -junto con su arma-,  pero yo tuve que esperar dentro del baño.

Volvió ya con el pijama puesto. En sus manos traía  una camisa de pijama azul marino y un bóxer negro que lucía bastante ajustado.

 

—¿No hay un pantalón para mí? —le pregunté temeroso

 

—No lo necesitas—-dijo indiferente—. Así estarás más cómodo.

 

Me ayudó a vestirme, y estábamos por salir; pero no podía seguir ignorando a mi vejiga.

 

—Tengo que ir al baño— murmuré.

—Estás en él, Key—dijo sarcásticamente. Como si yo quisiera bromear con él.

—Me refería a hacer pis.

Se quedó pensando un segundo y después suspiró resignado.

—Como no despertabas, se ha pasado tu hora de “hacer pis”—comentó tranquilo, como si tener una hora para ir al baño fuera lo más normal del mundo—.Puedes hacerlo, pero sólo por ser el primer día, ¿me entiendes? También te daré un poco de agua. A partir de mañana no puedes incumplir el horario.

Asentí sin hacerle mucho caso, aún no me acostumbraba a tener que respetar cada cosa que este sujeto decía. Por supuesto, el hijo de puta no se movió de la puerta para darme privacidad, pero después del baño, ya no sabía si me quedaba algo de dignidad.

 

Al volver a la habitación, el miedo se instaló de nuevo en mi pecho, pues caí en la cuenta de que tendríamos que dormir en la misma cama. Si es que tenía permitido dormir, claro, con Minho ya no podía estar seguro de nada.

Permanecí de pie mientras Minho buscaba algo en el cajón de la mesita de noche, la cual estaba bajo llave. Mi pulso se aceleró aún más al ver la navaja en sus manos, y mi mente comenzó a imaginar todo tipo de torturas.

 

—¿P-para… para qué u-usarás eso? — cuestioné.

—Espero no tener que usarla—respondió impasible. Se volvió hacia a mí, y cogiéndome del brazo, me hizo tomar asiento en la cama. Su mano comenzó a recorrer mi mejilla, y en un descuido, la cuchilla tocó mi piel, haciéndome estremecer—. Eres muy hermoso. Lamentaría mucho tener que hacerte daño. No hagas una tontería, Key. Si estás pensando que puedes herirme y escapar de aquí, es mejor que dejes de creerlo. Aun cuando pudieras salir, jamás lograrías volver solo.

 

Un sollozo escapó de mi boca al escucharlo. Mis esperanzas iban muriendo poco a poco con cada minuto que pasaba en este lugar. ¿En dónde me encontraba? ¿Por qué decía que no lograría volver a casa yo solo?

Tenía que ser positivo. Seguro ya estarán buscándome, al no llegar a casa y encontrar mi auto estacionado en la escuela se habrán dado cuenta que algo iba mal.

Sus manos descendieron a mi pecho y soltaron el primer botón. Mi nivel de pánico había llegado a su máxima potencia. Pero me esforcé por mantener la calma.

 

—T-tengo sed, d-dijiste que me darías agua—le digo, en un intento por quitarme sus manos de encima.

Comienza a soltarme lentamente, como si le costara mucho dejarme ir. Susurra un “quédate aquí” y camina hacia la cocina. Recorro la cabaña con la mirada, buscando algo que pudiera servirme para herir a Minho, pero no tiene ni si quiera lámparas. No hay ni un mísero adorno. ¡Nada!

El vaso; pienso. Quizá pueda quebrarlo en su cabeza y entonces tendría una oportunidad para huir. Aunque si no logro herirlo lo suficiente tan solo se pondría furioso conmigo.

Observo como desprende algo colgado en su cuello, y me parece ver una llave. La inserta en una puerta de la alacena que hace un pequeño “clic” al abrirse, toma un vaso de plástico y se dirige a otra puertilla debajo del lavaplatos. Sirve un poco de agua desde el garrafón que guarda ahí debajo y vuelve a ponerlo en su lugar. Me asusta la idea de que permanezca todo bajo llave, pues mi mente paranoica ya imagina lo que sus castigos pueden incluir.

 

—Aquí tienes—dice sentándose de nuevo a mi lado, colocando el vaso en mis manos.

Doy pequeños sorbos, intentando demorar lo más posible; maldiciendo al vaso de plástico y diciendo adiós a la única idea que he tenido desde que llegué aquí. Si mi plan de golpearlo con un vaso de vidrio en la cabeza ya era un asco, el solo pensar en hacerlo con uno de plástico da pena.

 

—Es suficiente— dice exasperado, arrebatándome el vaso de las manos.

 

Comienzo a morderme los labios mientras se dirige a la cocina a ponerlo de nuevo bajo llave. No sé qué planea hacerme, pero estoy seguro de que no me gustará. No me agrada su nueva sonrisa, esa que dice: “me perteneces y no hay nada que puedas hacer para evitarlo”. Y odio haberme dejado convencer en brindarle un minuto de mi tiempo, sin saber que él me robaría miles.

Se coloca muy cerca de mi cuando regresa a la cama. No sé dónde ha quedado su navaja. Tal parece que disfruta verme aterrado y sólo la ha utilizado para intimidarme. Una de sus manos comienza a acariciar mi rodilla mientras la otra recorre mi espalda, y hago un esfuerzo sobre humano en regular mi respiración para evitar desmayarme. Aprieto mis ojos con fuerza y una escena aparece en mi cabeza una y otra vez como si mi mente quisiera torturarme.

 

¿Cuál es tu mayor miedo en el mundo? Si había algo que Jonghyun adoraba, era divertirse a costa de mi muy extensa lista de miedos.

Oh, no lo sé, Jonghyun, soy un  cobarde por naturaleza, le temo a casi todo.

Lo sé, Kibummie, pero cuál es el mayor de todos. Algo así como tu top cinco.

¿Top cinco? ¿Acaso crees que paso mis días pensando en eso?

Oh, vamos, sé que lo has pensando al menos una vez.

Mm… De acuerdo: Ser enterrado vivo, estar en un incendio, secuestro, ser devorado por un cocodrilo y… ¿Violación?

Ja,ja,ja Sí que eres paranoico, ¿quién piensas que va a violarte? ¡Auch! Le doy un golpe en el hombro y frunzo el ceño ofendido. No era la primera vez en recordarme que ese era uno de mis más ridículos miedos; pero yo no podía evitarlo.

Oye, hay muchos locos ahí fuera. Y es que… la simple idea de imaginarme siendo forzado por alguien y…no saber lo que hará contigo después de eso, Agh! Siento escalofríos de pensarlo .Además, ¿tú para qué quieres saber esto? ¿Para burlarte?

Para evitar que pase, Kibummie Había utilizado su voz tierna, pero no caería esta vez.

Bobo, sé que es para burlarte.”

 

—No sabes cuánto he soñado con este momento— La voz de Minho susurrando en mi oído me trae de vuelta. Sus manos intentan colarse por debajo de mi pijama.

—M-minho, por favor, n-no me hagas daño, te lo suplico— le pido con el rostro bañado en lágrimas.

—Shhh, no te lastimaré.

—No, por favor, déjame ir, t-te juro que no te delataré n-ni hablaré de esto con nadie, sol-

—Silencio, Key, sólo relájate—-empujó mi cuerpo hasta quedar acostando en la cama. Mis sollozos se hacían más ruidosos con cada segundo, y eso parecía molestarle, pero me era imposible controlarlos. No podía dejar que me hiciera esto. Seguía paseando sus manos por mi pecho y su boca ahora recorría mi cuello. Luchaba por apartar sus caricias pero estas se volvían más salvajes a cada segundo; entonces presionó mi entrepierna.

—Suéltame ¡Suéltame! ¡Deja de tocarme, maldito enfermo! —grité, como último acto de rebeldía. Y tal y como esperaba, recibí una bofetada. Mucho más fuerte que las anteriores. Las lágrimas seguían resbalando por las comisuras de mis ojos, pero ni si quiera hice el intento de secarlas.

A continuación, se colocó encima de mí y comenzó a besarme. Apreté los labios, pero él se limitó a juntar los suyos contra los míos con más fuerza.

Me retorcí tratando de quitármelo, pero tenía una fuerza increíble, y ni si quiera parecía estar poniendo todo su esfuerzo. Continué dando sacudidas con las caderas, pero eso parecía encenderlo más. Soltó mis labios por fin, y aspiré una bocanada de aire.

—Para, por favor, para- supliqué—. Tengo miedo.

Se paró de golpe, pero en lugar de sentir alivio,  mi llanto se volvió más intenso cuando  comenzó a desnudarse. Traté de escabullirme arrastrándome por la cama, pero me atrajo de nuevo tomándome por el tobillo. Pataleé con fuerza intentado liberarme, pero ya lo tenía de nuevo sobre mí. Parecía haber perdido la paciencia, pues sus manos recorrían mi cuerpo con desesperación. Sacó mi camisa en un segundo y luchaba por bajar mi bóxer, pero mis forcejeos se lo impedían. Tomó mis brazos con una mano y los colocó por encima de mi cabeza, mientras su otra mano continuaba bajando mi ropa interior.

—¡Por favor!-le grité—. Por favor, no me hagas esto. Te lo suplico, no lo hagas, por favor, por f-

Sus labios se posaron de nuevo en mi boca, y aprovechó mi distracción para introducir su lengua. Sabía a dentífrico.

Comenzaba a sentir su erección en mis piernas, y dirigió su boca a mi oído para seguir jadeando y susurrarme: “Te amo. Eres mío”.

—¡Por lo que más quieras, Minho! Te lo suplico, por favor, por favor, te lo ruego.

—Tú eres lo que más quiero.

Mis fuerzan empezaban a agotarse, y al darse cuenta me situó boca abajo, ahogando mi llanto contra la almohada. Junté mis piernas al sentir sus manos en ellas, pero de nuevo su fuerza venció. Entró de una  sola estocada. Y mi grito se perdió en la suavidad de la almohada.

Continuó acariciando mis piernas, jadeando en mi oído, y entrando cada vez con más fuerza.

Mis uñas quedaron marcadas en las sábanas.

Pude predecir que terminaría por el ritmo de su respiración. Estrujaba mi trasero con una mano mientras la otra halaba de mi cabello hacia atrás.

Mordió mi hombro y sentí que era llenado por su asqueroso semen. Salió despacio y nos envolvió a ambos con una sábana.

 

*-*-*-*

Jamás había llorado tanto en mi vida como aquella noche. Y ahora que lo pienso, creo que lloraba por mi muerte. Por la muerte del profesor de inglés, del novio divertido, del mejor amigo feliz, del vecino sociable, del hijo terco y cariñoso.

Supe que había muerto. Que aun cuando volviera, lo mejor de mi vida había quedado atrás.

Minho destrozó mi vida en pedazos, y los desapareció, para que no fuera capaz de repararla. 

Notas finales:

Hasta pronto. 


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