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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Les dejo un capítulo más ^^

 

 

 

En esa ocasión Yuuri simplemente se alejó de Viktor, no quiso saber más, eran muchas cosas en su cabeza para procesarlas con rapidez. ¿Creerle o no? Lo perdonó, lo iba a hacer cuando se Viktor se disculpara de forma correcta, ese punto estaba superado. Sólo le dio el perdón para que su propia alma se liberara de ese peso, pero no quería saber más, bastaba con eso. Por eso el japonés se escapó al único lugar donde podía sentirse un poquito seguro, en el hielo. Pudo haber evitado aquello desde hace años, pudo renunciar a las competencias, pero no podía negar que el helado ambiente, el sonido de sus patines al deslizarse, el aroma neutral y la estela de humo que dejaba su respirar, le traía calma a su alma. Sus sueños, sus deseos, fracasos, derrotas, sudor, lágrimas, todo lo dejó en el hielo y por esa misma razón, era el lugar donde buscaba refugio… Yuuri lloró amargamente en soledad, se forzó a dejar que su mente se desahogara un poco, porque no podía negar que las palabras de Viktor sonaban a una promesa de que todo se solucionaría, que despertaría de la pesadilla y que al abrir sus ojos estaría… ¡estaría nada! ¡Nada iba a cambiar solo con eso!

 

 

—¡Yuuri! ¡De nuevo estas cayendo! Con un demonio, ¡reacciona!… sólo fue una disculpa – se quejaba mientras posaba su frente en el hielo. Se regañaba a sí mismo – por dios… solo mírate, ya sufriste una vez… ya decidiste olvidar… ya te forjaste una vida nueva, ¿por qué dudas ahora?

—porque es tu destinado… tal vez – sonreía Yuko colocándose junto al azabache que trataba de disimular su llanto. La chica ni siquiera traía patines, pero había entrado al escuchar las quejas de Yuuri – porque aun te afecta ese hecho

—Yuko-chan – susurró levantándose para mirarla – ¿qué me pasa?

—si te pidió perdón, está bien – Yuko ayudó a Yuuri a levantarse y sonrió de forma maternal, de aquellos gestos que solo una madre puede brindar – tienes un alma noble, dulce, te derrites con rapidez

—Viktor me dio una excusa para justificar todo el daño – dijo limpiándose las lágrimas – no quiero creerle tal estúpida cosa

—¿no era Viktor-san? – sonrió divertida para hacerle notar a Yuuri que se olvidó de colocar el honorífico a aquel nombre – Yuuri, estas un poco impresionado, eso es todo. Cumpliste un sueño o algo parecido… viste como Viktor vino a rogarte por perdón, es normal que sientas que estas cediendo… pero no es así, ¿verdad?

—no – susurraba recomponiendo su postura – yo… yo no quiero nada con Viktor

—¿ni por tu hija?

—Ely puede verlo, puede amarlo, pero yo no quiero nada con él

—¿seguro? — insistía con una sonrisa

—sabes que yo tengo a Tadashi ahora — con sus dedos limpiaba las lágrimas que en vano derramó

—olvida a Tadashi un momento – con calma miraba a su amigo – olvídalo, no pienses en el noviazgo que tienes, no pienses en nadie más que en ti… ¿qué sientes por Viktor?

—no sé

—piénsalo – sonrió Yuko – cierra tus ojos, relájate y piénsalo

—Yuko-chan… no lo sé

—nunca dije que me respondieras a mi… esa respuesta es para ti

—lo sé — suspiraba con pesadez. Por una sola vez en su vida desearía que alguien le diera la respuesta a esas cuestiones sin hacerle un análisis psicológico primero

—ahora límpiate esas lágrimas, porque Lutz no podrá retener a Yurio y a Ely por mucho tiempo – sonreía abrazando a Yuuri. Ella vio el dolor en la mirada marrón, era por eso que decidió dejarlo solo un ratito, un favor de un amigo a otro amigo – ahora… volvamos a la rutina diaria. Yuuri… sonríe

—cuando vea a mi hija, sonreiré

 

 

Y así fue. Yuuri al ver a Ely, encontraba su paz, su fortaleza, porque ella era la razón por la que despertaba cada mañana con energías renovadas, sin importar cuan cansado hubiese quedado el día anterior. Se recuperó de inmediato, sonriendo al tenerla con él en la pista, olvidando todo el pequeño shock que tenía por aquellas palabras que “endulzaron” sus oídos. Yuuri se podía quedar mirando esos ojitos marrones que desprendían inocencia e infantil diversión por horas, pues Ely venía motivada a intentar un salto nuevo, a girar sobre sí misma y otras cosas varias que relataba con rapidez. Yuuri entonces se perdía en su pequeña felicidad y todo desaparecía instantáneamente. Con eso, él podía pasar los días con calma, enfrentar los coqueteos de Yurio, las salidas con Viktor y al final disfrutar de las llamadas en la noche que Tadashi le hacía.

Pasaron muchas cosas en la primera semana, la misma que Yuuri contaba desde que dejó a cierto castaño en el aeropuerto. No sólo sucedió la plática con Viktor, las disculpas y las lágrimas que se derramaron por el caos en la mente empática de Yuuri. También se añadió la lucha interna del japonés por saber qué diablos estaba sintiendo por cada persona que al parecer lo perseguía en tono rosa, así decidió denominar aquel interés romántico que se volvió su pan diario… pero al final mandó todo al demonio porque se estaba complicando y dudando de algo que desde hace semanas había tenía en claro

 

 

—¿saldremos con Viktor de nuevo? — una tierna pregunta debido al cabello despeinado de la señorita que saltó a la cama de Yuuri para despertar al dormilón

—¡Ely!… no me asustes así

—¿o saldremos con el gatito? — decía mientras con habilidad se escabullía entre las cobijas hasta acomodarse en el pecho del mayor — ¿con quién?

—no lo sé — suspiraba mientras besaba la frente de su hija — quien lo pida primero

—ellos están actuando raro — hasta una pequeña niña se podía dar cuenta de aquello. No eran nada normal que dos rusos se pelearan por obtener un tiempo a solas con alguien más — ¿están peleando?

—sinceramente no lo sé, Ely — se quedó mirando a un punto cualquiera en su habitación — solo espero que no hagan nada raro

—¿raro? ¿Cómo qué? — jugaba con el cabello largo de su papi y ponía atención a la respiración del otro — ¿de nuevo intentarán tomar tu mano y la mía?

—cosas como esa — Yuuri rió bajito por recordar aquello, en una ocasión salió con ambos rusos, los mismos que parecían luchar por un solo roce… era demasiado en ocasiones, pero divertido en otras. Podía usar a Ely como excusa para escapar de esa pelea y si no, simplemente los ignoraba o fingía no darse cuenta del tono rosa

 

 

Yuuri pasaba el fin de la segunda semana sin Tadashi con normalidad, dejó de lado los líos amorosos porque poco le interesaba. Se concentró entonces en seguir con sus cosas, porque eso valía mucho más que irse enfadando por la actitud infantil de dos rusos peleoneros. Seguir sus sueños, planes y volverse aún mejor artista era más importante, porque quería corresponder a la fama que Tadashi ganaría, estar a la altura y superarlo tal vez. Yuuri quería aprender a tocar un instrumento más, el violín, porque se dio cuenta que las melodías que coreografiaban en la pista de hielo eran clásicas tonadas y el instrumento más afín a las mencionadas, era el violín. A Ely le encantaban las notas finas que se podían crear con ese instrumento, por eso Yuuri quería lograr tocar cada melodía que su niña deseara interpretar, deseaba ser partícipe del crecimiento artístico de Ely

 

 

—¿sigues con esa cosa? – Yurio miraba a Yuuri con aquel instrumento de madera, una típica escena últimamente

—bienvenido – sonreía Yuuri al ver al rubio ingresar, no iba a enfadarse con él por aquel comentario – ¿cómo te fue?

—tu hija es una… una… una monada – relataba con calma mientras hacia una leve mueca de fastidio

—¿te dio problemas mientras iban a la escuela? – Yuuri se reía disimuladamente. Yurio esa mañana se había ofrecido a llevar a Ely… pero Ely era un mar de energía a esas horas, compadecía al rubio

—no – contestaba mientras se sentaba junto al japonés – solo que… no sé cómo puede tener tanta energía

—es una niña alegre y vivaz – respondía mientras seguía aprendiendo como posicionar sus dedos para cada nota musical en el violín

—¿de dónde aprendiste eso? — el rubio se sentaba cerca del japonés para observarlo con curiosidad

—de un video – él sólo seguía memorizando cada posición

—internet no es fiable

—Tadashi me lo envió – reía al ver el ceño fruncido del rubio – me está ayudando

—podrías dejar de mencionarlo — hacía una mueca de asco y un gesto con la mano para dar a entender su punto

—no lo menciono a menudo – mentía, Tadashi fue su apoyo durante años, amigo compañero, cada cosa que aprendió se la enseñó él. Meditación, música, danza, era inevitable no recordar al castaño. Tadashi se había calado profundo en su alma, vida, futuro, ni siquiera sabía cómo describir aquello – pero me ofrece su ayuda y yo la tomo con una sonrisa

—aun estando en no sé dónde, me sigue costando superarlo

—no tienes que superarlo – era entonces el momento de dejar de lado el instrumento – solo tienes que ser tú

—¿no te gusto ni un poquito? – miraba la reacción de Yuuri, quien se sonrojaba levemente y miraba sus dedos – ya no soy un niño, Yuuri. Mírame de otra forma

—suenas como uno de los actores de la novela de las cuatro – se burlaba, pero solo para calmar el ambiente – Yurio… ¿no crees que te llevo muchos años?

—no importa eso

—puedes al menos decirme si ya has vivido tu vida como quisiste

—lo hice

—tengo una hija, tengo un destinado que quiere conquistarme de nuevo, un novio en el extranjero y problemas con mis propias emociones – sonrió con ternura – no quiero envolverte en esto, Yuri

—no me importa nada de lo que has dicho – suspiró, ¿cuántas veces no dio a notar aquello? – sé que tienes todo eso, y mírame, aquí estoy, frente a ti. Esperando, tratando de que me entiendas y que me aceptes

—y yo me he fijado en tu esfuerzo – sonrió – pero…

—ten una cita conmigo. Sólo eso pido y escucharé tu respuesta a mis sentimientos

 

 

Yuuri al principio estaba dudando de aquella interacción que Yuri pedía, pero al final terminó aceptando, después de todo, no haría nada malo. Su intención era darle la oportunidad al rubio de expresarse, ser detallista, mostrarse tal y como su corazón dictaba, pero eso no disminuyó la leve vergüenza por aceptar una cita… ¿qué hacía saliendo con un jovencito? Se llevaba ocho años de diferencia, era demasiado. Eso ponía límites a cualquiera, siempre los puso, pero por respeto a Yurio, el japonés intentó olvidarse de aquello. El japonés intentó disfrutar de esa salida matutina, porque solo lo harían mientras Ely estaba en la escuela… al menos eso pensaba Yuuri, pero Yurio tenía planes diferentes

¿Qué era una cita? Tal vez solo un paseo en donde dos personas se tomaban de las manos y se daban un beso al final. Definiciones que daría cualquier mente joven e ilusionada, pero para Yurio la cosa cambiaba levemente, porque para él, una cita era para que aquella persona la disfrutara al máximo. Como un muchachito que experimentaba, Yuri mostraba una sonrisa espléndida que destacaba porque los cabellos largos estaban sujetos por una coleta alta que recogía la mayoría de mechones. Tomó la mano de Yuuri y lo sacó de aquellas aguas termales para descender a la ciudad, nadie le quitaba la emoción de aquella oportunidad. Caminaron en silencio un momento, hasta que al final Yurio hizo plática, de cualquier cosa, como detallando el exceso de energía de Ely o de la forma en que podían ayudarla a mejorar su aprendizaje en el patinaje. Era así que de a poco, Yuuri empezó a relajarse como cualquier persona con un anfitrión espléndido

 

 

—Yuuri – miraba al mayor y se reía – ¿qué te pasa?

—que tomes mi mano me altera – se quejaba pues desde hace un momento los dedos de Yurio acariciaban su dorso

—los japoneses siempre son tan reservados – se quejaba con diversión, pero no lo soltaba, por el contrario, parecía sujetarlo con más ímpetu y dulzura – cálmate, no te voy a comer… a menos que me lo permitas

—dime que no es lo que creo haber entendido – dijo suspirando y frotando el puente de su nariz

—lo entendiste muy bien, Yuuri

—¿se te pegaron las frases de doble sentido de Mila o de alguien más? – Yuuri solo le seguía la corriente, en parte era divertido

—no tengo malas intenciones, solo quiero que te relajes… después de todo, es una cita

—Yurio… ¿vas en serio con esto?

 

 

Yurio no dijo nada, pero sus acciones dieron a denotar aquello. Se acercó al japonés sin dar aviso, a centímetros del rostro ajeno, mirándolo con dulzura, logrando que la vergüenza de Yuuri estallara justo antes de darle un beso en la punta de la nariz. “ya no es un niño” eso le quedó claro al japonés que se vio acosado con cosas como esa el resto de la mañana. No hicieron algo extremadamente fuera de lo normal, simplemente pasearon por allí, tomando las rutas menos conocidas, arriesgándose a quedarse en medio del parque viendo un espectáculo ajeno y no haciendo el propio. Yurio era gentil, dulce cuando quería, incluso en detalles pequeñitos como cuando compartieron un simple algodón de azúcar, riéndose porque de alguna forma discutían de por qué las patinadoras tenían que usar vestimentas tan reveladoras. Ninguno de los dos deseaba imaginarse a Ely vistiendo alguna de esas cosas

Ambos seguían preguntándose qué era una cita, mientras miraban a la gente pasar frente a ellos. Se supone que debían estar felices y lo estaban, se divertían con cosas tan pequeñas como recordar su pasado, o discutir alguna falla en alguna rutina, inclusive con un leve roce de sus manos parecían tener un motivo para reírse juntos. ¿Qué era eso? ¿Qué tipos de sentimientos reflejaba aquello? Yuuri se lo pensó mientras veía el rostro de Yuri cuando sonreía mientras caminaban hacia la escuela de Elizabeth para recogerla. Cuando estaba junto a al rubio las cosas dejaban de ser tensas en cierto punto y -a pesar de que era un poco atrevido en ocasiones- el rubio no hacía nada que Yuuri no quisiera, era precavido y a la vez era directo. El japonés apreciaba aquello porque no quería tener que alejarse de Yurio si es que algo salía mal con aquella cita improvisada

 

 

—¡el gatito vino por mí! – se reía Ely al salir y ver a su padre junto al ruso en la entrada – vengan se los voy a presentar

—¡pero si es Yuri Plisetsky! – chillaban las compañeras de la pequeña y en seguida un mini revuelo se daba

—no lo acosen tanto ose pondrá furioso — Ely entonces daba esa explicación al grupo de niñas amigas suyas. Yuuri solo se quedó observando, no pensaba ayudar al ruso, prefería divertirse admirando como Yurio salía de ese lío

—¿en serio, Ely-chan?

—recuerden que los gatitos tienen garras

 

 

Yuuri se reía porque el ruso no sabía tratar con pequeñas damitas que lo tenían como ídolo. Aquello no era nada comparado con el club de fans que el rubio tenía, porque las niñas eran más sutiles, delicadas, carismáticas y más tiernas. Yurio aún tenía mucho que aprender y vivir, ocho años para ser exactos, tal vez un poco más para que probara lo dulce y amargo de la vida. Yuuri podía sentir una ternura inmensa al reconocer aquello, pero no pasaba de allí y eso le dio la respuesta que quería. Pero para acabar bien el día, se daría una oportunidad más para pensar y esa se daba mientras caminaban hacia la pista de hielo. Muchos decían que, para ganarse el amor de un padre, hay que ganarse el amor de los hijos y Yurio lo había aplicado sin darse cuenta, pues la relación con Ely progresaba de forma constante. Tanto, hasta el punto en que en ese día Yurio y Ely tomaron de las manos y se deslizaron por la pista coreografiando algo sencillo, como es, una pequeña porción del lago de los cisnes que Ely adoraba

Al final del día entonces estaban las cosas tan claras como siempre debieron estar. Yuuri se lo dijo al ruso, que su cariño no pasaba del que sentía por un amigo o un hermano menor al que debía proteger. Yurio aceptó esa afirmación, pero se negaba a rendirse, al menos no hasta que su tiempo de partir también llegara y tuviera que regresar a San Petersburgo para empezar a coreografiar la rutina de las competencias en las que debía participar. El periodo establecido para volver a sus rutinas normales les otorgaba un tiempo más, para conocerse mejor. Además, Yurio se comprometió en cuidar a Yuuri mientras el beta no estuviese, pues Viktor aun rondaba el sitio. Aquel viejo siempre aparecía para visitar a Ely y con eso Yuuri también se veía involucrado, por eso el rubio se convirtió en el protector de esa familia pequeña 

 

 

Pero…

 

 

Irina se hallaba sentada en su sofá mientras admiraba el cielo estrellado, se relajaba un poco, dejaba su mente divagar con todas las cuestiones que la envolvían. Los días continuaban pasando sin medirse, y ella ya estaba harta de ver la sonrisa boba que su hijo tenía cada vez que regresaba de ver a Ely. No le molestaba que viera a la pequeña, es más, eso quería para fortalecer sus lazos familiares, lo que le molestaba demasiado era saber que su hijo seguía fascinado por aquel japonés insulso y sin gracia. Eso le daba agriera en todo el sentido de la palabra

 

 

—Viktor, sabes que tenemos que regresar a Rusia — comentó sin disimular su tono autoritario

—mamá, ya arreglé el problema de mi ex, ahora solo deja que me quede aquí

—Viktor, tienes muchas cosas que hacer aún. No puedes simplemente abandonar cada trabajo que tienes por el hecho de conquistar a un omega

—mamá, te he dicho que no lo trates con desprecio

—¿y de que otro modo debería tratarlo? — su delicado rostro se contorsionaba en una mueca, donde su ceño fruncido destacaba

—mamá… algún día yo tendré que separarme de ti – le dijo con comprensión y paciencia – sabes que no me quedaré a tu lado por siempre

—eres lo único que me queda, Viktor – se levantó con gracia para acercarse a su hijo hasta acariciarle la mejilla – quiero verte feliz y sé muy bien que un día deberás dejar la casa… pero

—¿pero qué?

—tu nuevo hogar tiene que estar cerca de mí, no al otro lado del mundo – dijo con tristeza mirando los azulados ojos de su hijo – sé que suena como una exigencia extenuante y debe ser fastidioso tenerme detrás de ti exigiéndote que te quedes cerca, pero… no sé qué más hacer

—no estás sola mamá – sonrió abrazándola – yo me quedaré contigo – suspiraba profundamente – pero no quiero simplemente alejarme de Yuuri. Es mi destinado, ya cometí el error de haberlo dejado y permitido que influyeran en él, sólo por la egoísta idea de protegerlo…

—no me mientas Viktor. Tú no te quedarás a mi lado… tampoco es cierto lo que dices sobre aquel omega

—mamá, puedes venir a vivir aquí… puedes rentar una casa, convivir con tu nieta… intentar llevarte bien con Yuu…

—¡no! – dijo alejándose de Viktor – ese omega ha sido el problema en esta familia

—mamá

—desde que él llegó, todo se ha ido al caño

—mamá, estas dejándote llevar por rencores que se originaron por causas diferentes

—los omegas son la bazofia de esta sociedad – dijo con rabia – todos los defienden como si fueran lo más preciado de este mundo, ¡pero no es así!

—mamá, cálmate por favor

—vienen con pretexto de tener un lazo eterno, reclaman algo que dicen pertenecerles, intervienen en la vida ya forjada de una familia y…

—mamá, sabes que me estás describiendo a mí en esta situación. Sé que tienes una mala experiencia con omegas, pero no desemboques todo tu dolor en una persona que no se lo merece

—Yuuri Katsuki me ha quitado lo que tengo – dijo con rabia mientras tomaba su cartera y sin querer escuchar más se preparaba para salir – se llevó a mi hijo. Se lo llevó tan lejos por tanto tiempo que me sentí morir – miró a Viktor con amargura – me quitó su amor, lo puso en mi contra en cierto punto… a ese omega lo veo como la maldición en mi vida

—mamá, estás diciendo cosas que no son

—desde que ese japonés llegó todo se fue al suelo. Tu padre enfermó, yo enfermé… tu carrera cada vez se hundía más, hasta el punto en que solo te convertiste en un simple entrenador… me quitó la oportunidad de convivir con mi nieta y ahora te retiene aquí de nuevo, alejándote de tu hogar, de la vida que ya has forjado… ¿crees que puedo siquiera pensar en verlo de buena forma, Viktor? – su indignación estallaba en chispas negras – ese muchacho disfruta con ver el dolor ajeno. Disfruta destruyendo cada cosa que yo te inculqué para que obtuvieras todo lo que deseabas en este mundo

—estás confundiendo las cosas mamá. No es como tú lo pintas. Yuuri no tiene la culpa de nada, no tiene malas intenciones

—cuando veas que ese japonés puede herirte y despreciarte, me darás la razón Viktor. Allí dejarás que lo que en verdad eres salga a flote… y cuando eso pase yo te recibiré en mis brazos porque soy tu madre y solo ahí entenderás que a la única persona que tú necesitas, es a mí, Viktor – dio una última mirada maternal antes de salir de aquel cuarto

-estás equivocada, mamá – suspiraba el ruso – Yuuri me ama como yo a él. Yuuri no me heriría jamás… jamás  

 

 

Viktor restaba convencido de eso, Yuuri jamás lo dañaría porque así no era SU Yuuri. Sabía que el japonés estaba dolido y que tenía todo el derecho de desquitarse, pero al final todo volvería a ser como debió ser. Ellos dos juntos, cuidando de su hija como en una familia normal, compartiendo sueños y objetivos. Por eso Viktor se estaba esforzando, alejó todos los demonios de su cabeza y estaba mostrando que podía ser el mismo de antes. Él iba a ser el culpable de las sonrisas, suspiros, rubores y alegrías en Yuuri. Demostraría que puede ser un buen padre, un buen compañero y apoyo incondicional. Lo daría todo por su querido Yuuri. Al final ambos se perdonarían y darían una segunda oportunidad, después de todo, Ely merece criarse con sus dos progenitores en un ambiente lleno de amor

Viktor tenía eso en mente cada que iba por las calles en busca de su pequeño amor, de sus dos pequeños amores. Sonreía mientras metía sus manos a los bolsillos y aspiraba el aire helado porque la nieve aún estaba presente. Una cosa que a Viktor lo tenía contento, era lo que su pequeña hija le dijo, que el tal Tadashi se había ido de viaje. Si ese beta no estaba, no sería un obstáculo a considerar. De esa forma podría hacer que Yuuri se diera cuenta de que el sentimiento que compartieron años atrás podía renacer y volver a surgir con fuerza sin limitación alguna. Sin nadie que abarcara la atención de Yuuri, los impedimentos serían nulos, pues sabía que Yuuri respetaría un noviazgo e iría en contra de la infidelidad. Aquella actitud era una de las cosas que admiraba del azabache, pero en ese momento, aquella lealtad, era solo un obstáculo. Si Tadashi no estaba, no había nadie que pudiera darle contra. Pero estaba equivocado

 

 

—¡Yurio, ya basta! – se reía sin parar atrayendo la mirada de cierto ruso que ingresaba a aquella pista de hielo con sigilo – me haces cosquillas

—no sabía que eras sensible a este nivel – esa voz era la de Yurio y Viktor olvidó que sólo iba allí, para patinar con Ely y mostrarle su rutina – aquí y aquí – la madurez del rubio era simplemente una desventaja. Viktor estaba consiente de eso, pero no creía que el rubio fuera más allá de un coqueteo inocente. Por eso ingresó con calma, pero sin hacer ruido, sólo para observar lo que pasaba en la zona donde se colocaban los patines

—ya basta – se quejaba Yuuri mientras pataleaba levemente quitándose esas manos de encima – ¡deja eso de una vez, Yurio!

—katsudon – decía como en un regaño mientras deslizaba sus dedos por las piernas ajenas, hasta posarse en las rodillas – debes ejercitar más estas piernas. Tus músculos aún están un poco flojos – le criticaba mientras deslizaba sus dedos hasta los tobillos y con un movimiento rápido repasaba su uña en la planta del pie del japonés, causando que este se tensara de inmediato

—gya, Yurio… ¡basta! – se quejaba pues sus pies eran sensibles y un escalofrío le recorría con solo un toque en su planta – me… me haces…

—¿qué? – decía el ruso con inocencia – ¿te derrites? ¿Eh?

—¡no es así! – se quejaba con las mejillas rojas mientras pataleaba una vez más y se ponía sereno – deja que me ponga los patines en paz, Yurio

—sólo jugaba – decía sonriendo con amabilidad – vamos, te ayudaré

—no tienes que hacerlo. Adelántate. Seguro Ely está feliz de patinar contigo – sonreía alejando aquellas manos de sus patines y tomándolos él mismo – corre. Yo iré después

— Yuuri – sonreía con picardía, pero el otro estaba concentrado en sus patines y no se dio cuenta de esa malicia fugaz – ¿has logrado verme como un adulto?

—un poco – contestaba con distracción mientras se ataba los cordones – ¿por qué preguntas?

—puedo ayudar a que la imagen que tienes de mí, cambie – sonrió atrayendo la atención del japonés

—¿cómo?

—fácil – dijo sujetando los brazos ajenos y acercando su rostro – así – juntó sus labios con los contrarios en un roce sutil, el mismo que hizo al mayor tensarse y abrir sus ojos desmesuradamente por la impresión

 

 

Yurio había estado intentando hacer aquello, pero no había encontrado la oportunidad. Se mantuvo paciente, buscaba una aceptación antes de atreverse a aquello, pero tener a Yuuri tan cerca y de esa forma tan inocente, lo obligó a intentarlo. Besar a Yuuri era como su premio, siempre quiso hacerlo. Saborear aquellos labios rosados, los cuales con un poco de brillo relucían como cualquier bonita perla, era uno de sus objetivos. Su galantería no le había funcionado, el japonés seguía embelesado con el dichoso novio que tenía, pero Yurio no se rendía, no iba a hacerlo jamás. Dio ese paso agigantado con la única intención de abrirle los ojos a Yuuri, demostrarle que ya no era un niño. Por eso le mordió el labio inferior haciendo que este quisiera protestar y abriera sus labios, aprovechó aquello para meter su lengua. A Yuri Plisetsky le iba mejor siendo directo, que sutil y pasivo

 

 

—Yuuri – Viktor presenció aquello en silencio, admirando como las mejillas de Yuuri se coloreaban con fuerza y no intentaba alejar al jovenzuelo que lo besaba. Dolió admirar esa reacción. Dolió más el saber que esas sonrisas iban dirigidas a todos menos a él y por eso… – Yuuri… vine por Ely – les interrumpió con gran satisfacción. Era verdad que Yuuri no tenía nada que los relacione, pero aun así… no iba a dejar de luchar por su katsudon

—viejo – dijo después de al menos saborear la lengua ajena, rozándola con la propia y sintiendo ese cuerpo tenso que acercó al suyo – llegas temprano… nos estás interrumpiendo – sonrió con satisfacción mientras soltaba al sorprendido japonés

—así que… Yurio ha demostrado ser un adulto que lucha por la persona que le gusta — la mirada de Viktor se tornaba fría, ocultando la rabia que le quemaba

—claro… ¿celoso Viktor? — el menor no ayudaba, es más, parecía disfrutarlo

—¿por qué debería? Se nota que lo forzaste

—porque me correspondió. ¿No es esa una buena razón para que te enceles? — una sonrisa llena de orgullo, inflada de satisfacción — Soy mejor que tú en estas cosas… estoy por sobre ti y por sobre todos  

—eres solo un niño inmaduro que hace cosas sólo para fastidiar — apretaba los puños y su ceño se fruncía levemente

—eso crees – se enfrentaban los alfas sin mirar que el japonés se ponía de pie con ambos patines ya colocados y se acercaba a ellos

—Yuuri – dijeron al unísono, para preguntar quién era mejor, pero solo vieron esos lentes brillar con el reflejo de la luz

—Yurio – sonrió Yuuri tirando levemente del rubio y al tenerlo cerca – no hagas eso – su mano abierta, su palma mostrándose con plenitud antes de estamparse con la mejilla ajena – nunca más – el escozor en la mejilla del ruso rubio le hizo reaccionar

—yo

—no abuses de la confianza que te doy, Yuri – le exigió con la voz neutral, pero con un tono elevado. Todo eso mientras lo miraba con enfado y luego veía al otro individuo – y tu ni lo intentes, Viktor-san – dijo justo antes de empujarlos y abrirse pasó, porque su hija le esperaba en la pista

—Yuuri

—¡no quiero escucharlos más! – les dijo sin mirarlos antes de desaparecer. Estaba furioso, no solo osaban a besarlo sin permiso, sino que iban a luchar por saber quién era superior y lo ignoraron después. Ese par era despreciaba hasta cierto punto

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Me di cuenta que, hasta yo misma me impresiono por lo que escribo :v 

Hasta ahora el color es rosa pastel, ¿no?

Dejen de ilusionarse tanto, porque como habrán notado... el fic empezó melancólico y retomará su camino XD

Cambiando de noticias~ Ya terminé el borrador de la historia~ ujuju, así que actualizaré más seguido supongo XD

Nos estaremos viendo en los siguientes capítulos~

Besos~

PD: La historia tiene 29 capítulos, tal vez uno más si es que decido acortar uno de ellos ^^


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