Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un ángel de paso por 1827kratSN

[Reviews - 105]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holi~

Me alegro que sigan soportando a esta ficker. La historia se pone caliente

Espero lo disfruten ^^

 

 

 

 

A pesar de que sabían que el gran día llegaría tal vez mañana, o tal vez en dos días, tres o cuatro a lo mucho, la fecha precisa era incierta y a pesar de tener a una pequeña alfa en casa, no podían darse una guía. Ely apenas había descubierto su naturaleza, debía desarrollarla con los años, así como ir aprendiendo cómo reconocer el celo cercano de un omega con exactitud. En definitiva, estaban como siempre, inseguros de cuándo el celo de Yuuri iniciaría, pero no podían detener las rutinas diarias, al menos las obligatorias, porque el mundo no se detenía por un simple celo.

Era así entonces que Tadashi tenía que ir a una reunión con un hombre que solicitaba tenerlo en su orquesta para un festival a futuro y debía ausentarse durante la mayor parte del día. Yuuri sonreía controlando su estado anímico, porque no quería sentir lejos a su pareja por demasiado tiempo, pero aun así debía hacerlo. El japonés tenía que ir también a su trabajo en el restaurante y de compras con Mari, así que no había la mínima posibilidad de estar juntos.  Ely se reía al ver como Yuuri se abrazaba a Tadashi y lo besaba sin importarle que ella los mirara o que las trillizas los fotografiaran. La familia más o menos entendieron por qué Yuuri hacia aquello, cosas de omegas

 

 

—deja ir a daddy — se reía Ely tirando de la mano de Yuuri – se va a retrasar

—ustedes también — Hiroko salía por el pasillo sosteniendo la maleta de Ely y mirando a su hijo con ternura — vamos, hay que apurarse

—mi pequeña Ely es tan linda — sonreía Tadashi mientras la cargaba y despedía con un beso en la mejilla. Muchos eran los que se preguntaban cómo Tadashi podía comportarse como un padre de sangre de forma tan natural. Incluso algunos envidiaban aquello, pues no era fácil hacerse cargo de un niño que no llevaba tu genética — cuidad de tu papi mientras no estoy — Tadashi tenía una respuesta para el amor que le profesaba a Ely. «Para ser su padre, sólo necesité reconocer, respetar, amar todo de ella y verla crecer junto a mi»

—¡lo haré! — decía con emoción mientras chocaba sus manos con las del castaño — regresaré temprano hoy, justo para recibir a papi cuando vuelva del restaurante — aseguraba mientras cargaba con su maleta

 

 

Detrás de las sonrisas se escondía la preocupación de cada miembro de la familia por el celo de Yuuri, no en sí por el celo, sino porque habían visto a Yurio en los alrededores. El ruso estaba un poco diferente de lo usual, al menos de como recordaban relacionado al comportamiento en su estadía. Así que temían que intentara algo y por eso, todos en el barrio, incluso el jefe de Yuuri, estaban al tanto de la situación. La mayoría de habitantes eran betas, instintos protectores con omegas y eso hacia las cosas más fáciles, sabían que de ser el caso ayudarían a Yuuri a refugiarse hasta que fueran por él. Por eso respiraban tranquilos, porque se podía evitar problemas, además el propio Yuuri cargaba consigo supresores de olor e inhibidores de celo. Pero eso no evitaba que Hiroko y Toshiya no sintieran un leve miedo al ver a Yuuri partir a dejar a Ely a la escuela y después al trabajo diario… pero tenían fe

Yuuri y Ely jugaban mientras caminaban al instituto, reían, saltaban a veces, gastando un poco de la energía de la más pequeña. Ely solía decir que el olor de su papi era agradable, dulce y que aumentaba un poco con los días, pero nada preciso, pues la pequeña aun ignoraba el riesgo que eso conllevaba. El mayor no se preocupaba por eso, tenía miedo, pero se lo guardaba porque era necesario. No podía estar temblando y enclaustrado en su casa por varios días cada tres o cuatro meses. Debía enfrentar su naturaleza como los otros omegas que vivían en ese mundo, usando medicamentos y fuerza de voluntad. Así eran las cosas. Con calidez despedía a su niña, platicaba con una de las madres de familia y se enteraba que pronto habría una fiesta de cumpleaños de una amiga cercana de Ely. Cosas normales en la sociedad y evidencia de que Ely era feliz

Yuuri sonreía mientras acunaba su estuche con la flauta traversa, pasaría por la tienda de Tadashi un rato, pues esperaría a un proveedor y después iría al restaurante. En ese día le pidieron que tocara una melodía suave con la flauta y estaba emocionado, hace mucho que no lo hacía de esa forma. Hasta ese punto, el arpa era el instrumento requerido, incluso el samishen, pues era adorado por su jefe, pero había un cambio y era bueno. Yuuri se prometió dar lo mejor de sí, tocar como nunca, pensar en Tadashi mientras lo hacía, recordar las primeras clases, mostrar el resultado de su práctica diaria, mostrar su pasión desenfrenada por la música. Sonreírle al mundo porque su vida era buena, y transmitirlo en esa tonada que se sabía de memoria. Era así que, al llegar el momento, se sentaba en su lugar y se ataba el cabello hasta dejarlo en una coleta alta, la misma que estaba pensando en cortar, pero eso lo pensaría después. Tomaba su instrumento, lo besaba con disimulo porque estaba feliz. Su jefe lo miraba desde lejos con una sonrisa y Yuuri empezaba a tocar con elegancia

Los días de frio aún no se iban, pero disminuían en intensidad y para animar a todos Yuuri entonaba “Viva la vida” con habilidad innata dada por la práctica. Se ganaba miradas por parte de los clientes y sonreía porque al parecer estaba llegando a ellos a través de la música. Titanium también era parte de su plan de ese día y sonreía al escuchar los halagos de quienes ya se tenían que ir, pero que dejaban alguna felicitación que su jefe le daría después. Se sentía pleno en lo que hacía, estaba eufórico cuando dos niños pequeños se le acercaron para poder escucharlo mejor y reía cuando le aplaudían con emoción

 

 

—no dejas de impresionar a muchos — era entonces donde Yuuri se tensaba porque esa mirada verdosa se posaba encima de su figura

— Yurio — susurraba al verlo en frente de si con una sonrisa tierna — ¿qué haces aquí?

—tranquilo, no vengo a causar problemas… solo quería hablar contigo — pidió con cortesía y Yuuri negó

—Yurio, vete por favor… ya fue suficiente con lo que te escuché en aquella ocasión

— si quieres me disculpo aquí — suspiró mientras veía cuantas personas presenciarían aquello — es en serio

—… — Yuuri no era de las personas rencorosas, también creía en el perdón y fue así que decidió aceptar — espera, saldré pronto — no podía evitar confiar en Yurio, porque percibía el arrepentimiento en esa mirada  

 

 

El jefe vio aquello de lejos, insistió en que Yuuri no debía irse con el alfa, pero el azabache dijo que no se irían, que hablaría a la vista de todos. Yuuri pidió una mesa al fondo del local para charlar a gusto y prometió no demorar demasiado en esa actividad. Era así que invitaba a Yurio a sentarse con él, sonriendo al ver la leve aura deplorable del rubio, hasta mostraba unas leves ojeras. Tal vez la culpa por el comportamiento de aquel día le estaba afectando y Yuuri no pudo sentir más que ternura, porque Yurio apenas estaba viviendo las experiencias amorosas en su corta vida. El ruso seguía siendo bastante inexperto, ingenuo, impulsivo y levemente tímido

 

 

—lo siento — Yurio permanecía apretando la taza de café que pidió — es solo que me sentí desesperado y cuando eso pasa, no puedo controlar bien lo que digo

—¿estás arrepentido sinceramente? — Yuuri no podía evitar sentir empatía por aquel muchacho. Además, si se mentalizaba que, para un alfa, el simple hecho de perder debía ser complicado, hacerlo ante un beta… debía ser peor. El japonés quería verlo de esa forma, ponerse en los zapatos del otro… una excusa para no alejarse del ruso, porque le agradaba aquel muchacho 

—si — suspiró — no quise decirte que serías… — hizo una mueca extraña y Yuuri quiso reírse, pero se controló porque debía mostrarse firme — no quería desearte nada malo, pero sabes que algunas de mis palabras tenían fundamento

—lo sé, y sé que corro peligro — dijo probando su té, sintiendo la mirada de Yurio en su persona — pero tengo muchas personas que cuidarán de mí en esa etapa difícil.

—debiste quedarte en casa. Me preocupas, Yuuri

—tengo que trabajar Yurio. No puedo detenerme solo por mi próximo celo

—eres valiente

—gracias — emitió una sonrisa y el rubio desvió la mirada enseguida

—siempre he sabido que tu fortaleza es innegable, pero la tenías escondida debajo de capas y capas de dudas e inseguridades — dijo mientras se perdía mirando alguna otra cosa en ese restaurante. No debía mirarlo directamente o volvería a sentir esa necesidad de quedarse y volver a luchar. Ya hizo las cosas mal, debía darse un tiempo antes de decidir qué hacer

—¿gracias? — susurró Yuuri, pues no sabía si estaba siendo alagado o insultado — creo que cambié desde que nos conocimos, ¿no?

—me has demostrado que puedes vivir sin depender de nadie. Has criado una hija estupenda. Has abofeteado a todo malnacido que intenta cortejarte y que tu no quieres tener cerca — emitió una sonrisa divertida — claro que cambiaste

—ese golpe te lo merecías, al igual que Viktor

—lo sé — suspiró antes de mirar a los ojos a Yuuri y tomar su mano — falló, pero al menos debía llevarse un recuerdo

—¿qué haces? — trató de apartarse, pero el otro no lo dejó.

—me despido — dijo atrayendo la mano de Yuuri para besarle el dorso — me regreso a Rusia hoy en la noche

—me alegra que al fin decidieras continuar tu camino — sintió cierta negativa de su cuerpo hacia el contacto con Yurio y se apartó en cuanto pudo. No le gustaba despreciar a nadie, pero era inevitable… en esos días solo aceptaba a la persona que él deseaba tener cerca… ya se descontrolaría en su celo, pero por ahora su mente mandaba y le decía que nadie más que Tadashi debía tocarlo

—te dedicaré mi programa corto – dijo con calma sonriendo a ver el desconcierto de Yuuri — será algo alegre, pues no hablaré del amor

—¿sino?

—mi tema será acerca la niñez — se reía levemente, pues Yuuri se veía dudoso. Yakov tal vez haría la misma expresión, frunciendo levemente el ceño y apretando los labios en una mueca — tu hija me enseñó que es mejor vivir apreciando las cosas sencillas, igual que un niño

—entonces querrás decir que hablarás de la inocencia

—eso suena mejor — sonrió levemente, ya tenía tema para la temporada — aun no le pongo título. Debo pensarlo mejor

—Triunfarás en todo lo que te propongas, Yurio… mucha suerte y gracias por venir a verme estos meses — gratitud, Yuuri era de esas personas

 

 

Yuuri sabía que el rubio no tenían malas intenciones, que era simplemente un poco tosco en sus demostraciones, pero había progresado en ese tiempo. Olvidando el incidente de la vez anterior, las miradas amenazantes y las palabras duras, Yurio seguía siendo Yurio. Tal vez Ely fue quien logró amansar a la fiera, su hija tenía ese encanto. En cierto punto, Yuuri llegó a pensar que su hija era la destinada de ese rubio, pues a pesar de la diferencia de edades parecían complementarse bien. Cuando esa probabilidad pasaba por la mente del japonés, sonreía porque no iba a negar que Yurio sería un buen compañero, pues se mostraba dulce y amable con los que quería.

Pero resultaba que su pequeña era un alfa. Una pequeña alfa que algún día encontraría a su pareja destinada o que simplemente encontraría a su compañero en alguna buena persona. Hombre, mujer, beta, alfa, omega, con tal de que su pequeña hija fuera feliz, él la apoyaría y protegería de todo. En eso pensaba Yuuri mientras regresaba a casa con una sonrisa, porque mientras más rápido volviera, más podría estar con Ely y más pronto ver a Tadashi… parecía doncella enamorada esperando al príncipe azul, pero le daba igual porque sus hormonas estaban un poco alborotadas

 

 

Casa…

 

 

Mari llegaba con una animada Ely, quien cantaba emocionada porque ese día estaría a cargo del cuidado de su papi. Como alfa su instinto de protección era mayor que el de los demás. Ahora todo tenía sentido en la vida de la pequeña heredera de hermosos cabellos platas, porque entendía la razón por la cual podía oler muchas cosas a distancia. Elizabeth siempre pensó que todos podían hacer lo mismo que ella, pero ahora se sentía especial. Se sentía emocionada porque siendo alfa, podía proteger a su papi desde ese día. Se prometía ser fuerte, ser buena y ser educada para corresponder a las expectativas de su papi y a la vez quería ser gran persona para que, cuando encontrara a su destinado, pudiese tratarlo o tratarla como se debe. Pero si se enamoraba de alguien más, también quería ser amable y cuidar bien de él o ella… Ely había aprendido todo eso de Yuuri

 

 

—papi se está tardando – se quejaba cuando veía el reloj hacer tic tac sin detenerse y pasaba de la hora pactada

—el jefe de Yuuri dijo que estaba hablando con alguien – sonreía Hiroko mientras acariciaba la cabecita de su nieta – por eso tardará un poquito más. Podemos comer algo hasta que llegue

—está bien, abuela – sonrió moviendo sus piernas con emoción — esperaré a papi, comeré con él

—eres una dulzura — sonreía Mari emocionada, tal vez también quería tener una hija pronto

—ya es tarde. Ya debería estar aquí – protestaba Elizabeth mirando la entrada — ¿por qué no llega papi?

—llamaré al jefe para preguntar — suspiró Mari, pues sabía que su sobrina no se calmaría hasta que lo hiciese

—vamos a ver si ya viene — Hiroko entonces tomaba la mano de su nieta y salía a la calle. No les haría daño esperar a Yuuri fuera de casa

 

 

Veinte minutos después y con la información que le dio el jefe de Yuuri, Mari empezaba a preocuparse. Yuuri ya debió haber llegado, por más que caminara despacio, ya debió hacerlo. Suspiró alterada, Ely preguntaba seguido por la ubicación de su papi y las cosas se ponían cada vez más tensas, incluso Hiroko empezaba a preguntar y preocuparse. Era entonces cuando las llamadas a varios conocidos se hacían, pero las respuestas eran negativas y cuando se completó la primera hora de retraso, ya empezaba el pánico en los Katsuki. Algo no andaba bien y en el corazón de Hiroko había una sensación extraña

 

 

Palabras…

 

 

Yuuri había caminado un rato pensando sobre lo que Yurio planeaba hacer. Le deseaba felicidad y próspero bienestar, pero le dolió ver la tristeza en la mirada verdosa. Melancolía que se originaba por el no ser correspondido. Mas no podía hacer nada ante ello y rogaba porque el destinado de aquel ruso un poquito tosco, llegara, para que la sonrisa que mostraba se diera en esplendor a cada momento del día. Estaba tan distraído en eso que no se fijó en que alguien lo seguía de lejos, que alguien lo miraba y se acercaba a paso constante. Y quien en cierto momento lo interceptó y sonrió con amplitud

Yuuri miraba a Viktor con detenimiento. El ruso mostraba una sonrisa dulce, sincera y amplia, como en tiempos de antaño, en donde llegó dándole promesas de convertirlo en un patinador que triunfaría en la Gran Prix Final. Correspondió con un gesto parecido, aunque cauteloso. La mirada azulada estaba apagada levemente, pero no perdía dulzura. Viktor pedía paz y sólo quería hablar. Yuuri no le vio problema, porque se sentaron en un parque a platicar. El ruso pedía disculpas por su comportamiento agresivo, Yuuri sólo lo escuchaba porque le parecía gracioso que dos personas se disculpasen con él, en el mismo día. El japonés no tuvo corazón para decirle que no a aquellas palabras, iba a perdonarlo. Además, Viktor parecía ser sincero. La conversación fluyó sola y el tiempo pasaba sin que Yuuri se fijase. El ruso se portaba amable y delicado… hasta que cierto tema salió a flote

 

 

—sabes, yo aún conservo el anillo que me diste, Yuuri — sonreía con sinceridad

—yo… me deshice del mío — Yuuri cortó aquello lo más rápido que pudo. No quería detallar esas cosas

—así que… en serio decidiste olvidarme — una mueca de dolor se mostró en su rostro y apretó sus puños

—tengo que irme, Ely y Tadashi me esperan — no lo miró, decidió que era hora de terminar con aquella plática

—¿puedes decirme qué le ves a Tadashi? — pidió con la voz calmada, precavida para no asustar al azabache

—Viktor, ¿no crees que te estás dañando a ti mismo? — suspiró mientras el otro negaba —no quisiera hablar de eso y menos contigo

—Yuuri, solo quiero saber. Quiero estar seguro de que él sabrá protegerte, darte el valor que mereces —dulzura, mirada cálida

—lo hace. No tienes por qué preocuparte por eso

—sigo creyendo que no es apto para ti — dijo sujetando la mano de Yuuri entre las suyas — creo que yo…

—Viktor, por favor, no digas más — se quejó suspirando. Nada podía ser tan bueno. Viktor no podía simplemente cambiar de un día al otro, ni aún con meses, tal vez con años — debo irme

—¿qué pasará en tu celo? — insistió con preocupación

—elegí a Tadashi para que esté conmigo en esos días. Es mi pareja, es lo que yo más quiero

—nunca podrás tener hijos con él

—él no ha protestado por eso — ya se estaba dando cuenta de lo que Viktor pretendía. Era simplemente darle todos los contras a su relación y convencerlo de que dejara a Tadashi

—pero algún día lo hará — dijo mirándolo. Ambos parados frente a frente, porque Yuri estaba dispuesto a irse — cuando eso pase, te sentirás lo peor de este mundo y no quiero que sufras, Yuuri

—no lo entiendes Viktor — lo miró un instante antes de dar su primer paso para alejarse — no puedes simplemente juzgar a Tadashi así porque si

—pero no me digas que no has pensado en esto. Todos quieren una familia propia, no ajena. Incluso si llegasen a adoptar, el tal Tadashi te recriminaría algún día por no haberle dado hijos propios, con su sangre — palabra tras palabra, mirada posada en el japonés, evitando que se fuera

—Ely es su hija — dijo ya enfadado por esas palabras — ella es su hija a pesar de que no lleve su sangre. Y así como crió a Ely, podemos criar a otro pequeño si así nos apetece — lo enfrentó con seguridad. No se iba a dejar persuadir tan fácilmente

—cuando llores por cosas como esa, ¿qué harás? — apretó sus labios antes de seguir — Si llega a abandonarte, ¿qué pasará?

—no lo hará — pronunciaba con convencimiento total

—¿cómo puedes estar tan seguro?

—porque confío en él y porque lo conozco bien

—¿qué pasa si no? Si te está mintiendo

—¿por qué dices eso? — estaba incomodándose, centrándose en su naciente furia

—cuando se canse, cuando vea que es difícil protegerte de un alfa, cuando esté agotado… se irá — Viktor hablaba con tanta firmeza, que Yuuri se sintió ofendido, aunque no sabía por qué — te abandonará

— él no es como tú — ¡se hartó! estaba cansado de que le dijeran eso. Yuuri estaba harto de las palabras hirientes de Viktor, porque al insultar a Tadashi, lo insultaban a él también — él nunca me abandonará

—no es como yo, tienes razón — decía con una leve sonrisa — porque yo no te he abandonado todavía

—¿estás escuchándote, Viktor? – dijo con furia mientras apretaba sus puños y lo miraba retadoramente

—me perteneces, Yuuri — susurró quedito mientras se acercaba

—YO NO TE…

 

 

Yuuri entonces apagó su voz, cortó su grito, cortó sus pensamientos, porque una sensación conocida le estaba invadiendo. Tembló entonces, porque el calor que se originó en su vientre empezó a subir por su piel. Eso era… su celo. Yuuri no se dio cuenta de eso, no puso atención porque estaba tan furioso por las palabras de Viktor, que perdió el aviso previo de aquel suceso. Un omega sentía cuando el celo estaba a punto de estallar, era como un periodo pequeñito en donde podían refugiarse en algún lugar o llamar a su pareja para que lo acompañara. Pero en esa ocasión Viktor le hizo plática, lo hizo enfadar, discutieron y… «él lo planeó. No puede ser». Cuando el japonés escuchó la leve risita de Viktor, supo que sus pensamientos acertaron. El ruso lo entretuvo hasta que ese momento llegase y ahora ya no había como pararlo.

Su celo estalló y su aroma se desplegó con fuerza. Con ese mar de feromonas podía atraer a cualquier alfa cercano y Viktor estaba a pocos pasos. Con terror, Yuuri buscó los supresores que traía en su bolsillo mientras retrocedía. Se removió con apuro, pero no estaban y jadeó. El supresor no estaba, el inhibidor tampoco, ¡pero estaba seguro de haberlos palpado en el restaurante justo antes de salir! Cuando escuchó su nombre salir de esos labios rusos, lo vio. En la mano del más alto estaban las dos capsulitas que Yuuri buscaba con desespero, ¿Cuando? Un supresor, un inhibidor de celo. Viktor le había quitado el único auxilio que tenía en su bolsillo y lo miraba con esa sonrisa sincera e infantil, pero con los ojos maliciosos

 

 

—¡no huyas Yuuri! – el azabache iba a correr. Iba a pedir ayuda a alguna persona que caminara cerca de donde se habían sentado. Iba a gritar por ayuda, pero sus piernas temblaron y su voz pereció

—lo planeaste – susurró quedito mirándolo con terror – mataste tiempo… percibiste mi celo cercano y… eres… — tenía toda la intensión de defenderse, de golpearlo, de hacer algo, pero

—¡quieto Yuuri!

—Viktor… me prometiste jamás volver a usar esa voz – dijo temblando cuando sintió su cuerpo detenerse, obedeciendo el mando del alfa y a su vez un gritito ahogado se le escapó… estaba pidiendo auxilio, pero… ¿por qué nadie lo auxiliaba?

—¡silencio! — soltó esa orden, justo cuando Yuuri iba a gritar más alto — es por tu bien mi pequeño Yuuri, porque debemos estar juntos

—no… por favor – pidió en una súplica mientras daba pasos hacia atrás, estaba luchando contra las reacciones de su propio cuerpo. Suplicaba porque alguien lo ayudara, pero estaban demasiado lejos de la calle central… Viktor no había cambiado… manipulando las cosas a su favor

—tranquilo — esa sonrisa hizo que Yuuri temblara de miedo y que empezara a sentir sus ojos aguarse

—aléjate de mí – pidió recordando la última vez en donde algo parecido pasó. Una ocasión en donde Viktor lo obligó a ceder al primer coito, aquella vez cuando aún no se sentía listo, pero que el alfa no pensaba dejar pasar. Eso fue cuando Viktor estaba un poco ansioso debido al alcohol. Yuuri en esa ocasión le perdonó aquello porque lo amaba. Tal vez jamás debió permitírselo en esa ocasión ni en ninguna otra – no uses esa voz – suplicó porque era horrible sentirse obligado a tener sexo

—Yuuri – esa voz de mando estremecía al pequeño omega, su cuerpo no le respondía

—Viktor, por favor… no quiero esto. No… yo no te quiero dar mi cuerpo de nuevo – sus lágrimas brotaron al ver al alfa acercarse mientras que, en su cuerpo, el calor empezaba a extenderse con rapidez

—te marcaré Yuuri, porque… debemos estar juntos — condena siniestra. Justo ahí, Yuuri entendió que Viktor siempre fue… un maldito, pues siempre obtenía lo que quería, bajo cualquier costo

—por favor – sollozaba desesperado, pero no podía moverse. Sus piernas ya le temblaban y aquella zona… aquella zona, pedía atención  

—¡Yuuri! ¡Quieto! – y aquella voz lo dejó sin voluntad… Yuuri había perdido

—no — sollozó desesperado al sentir las manos de Viktor en sus brazos. Su cuerpo podía estar en el celo, pero su mente aún estaba ligada a su parte pensante — no quiero

—aun estás en el proceso inicial— dijo mientras lo abrazaba y le besaba las mejillas — no te preocupes, tu alfa te aliviará

—¡aléjate! — su voz ya casi era un susurro y sus lágrimas eran un mar

—cállate Yuuri — usaba su voz de mando sin tener compasión y veía a Yuuri sollozar mientras obedecía — quieto, no te muevas

—mal… di… to — apenas podía decir aquello porque la voz de mando lo obligaba a obedecer. Trataba de tranquilizarse para que su cuerpo le obedeciera, pero enseguida el espasmo producido por el celo lo desconcentraba de nuevo y en cuanto se dio cuenta, estaba siendo sostenido en brazos del ruso, quien caminaba con calma por las calles

 

 

Yuuri sentía el efecto del celo expandirse por su cuerpo, cada vez más poderoso e insoportable. Sus mejillas empezaban a enrojecer, sentía humedecerse esa parte tan suya, tan personal, no podía siquiera abrir sus ojos porque Viktor le prohibió abrirlos. Cada que creía recuperar su control y sentía la capacidad de desobedecer, Viktor le ordenaba detenerse usando otra vez esa voz estúpida y potente. Y si no era eso, era su cuerpo que se estremecía ante cada roce, sentir a un alfa cerca, sentir el poderío hacía a su “animal” interno gemir extasiado, pero se negaba a ceder. Yuuri no quería eso. Las lágrimas ya salían en ríos por sus mejillas, porque no quería ir con Viktor, porque quería alejarse de ese alfa, porque no era a él a quien eligió para compartir esos días. Pero poco a poco su instinto omega tomaba fuerza, el aroma a alfa le traía ansiedad y era un estímulo a su necesidad sexual… ¿Dónde estaba su parte humana ahora? ¿por qué debía tener esa debilidad al ser omega? ¿Por qué no podía decidir con quien compartir su vida?... ¿Por qué?

 

 

—ya está, mi pequeño Yuuri – colocaba con cuidado a su pequeño en el sillón de su departamento. Recostándolo con sumo cuidado y de paso, recorriendo ese cuello con calma, olfateando tan exquisito aroma que tanto extrañó

—bastardo – susurraba tomando el control de su voz – bastardo… te odio — su voz se quebraba, sus lágrimas no se detenían… aún estaba… en contra

—eres mi destinado Yuuri — susurraba sobre los labios ajenos que besaba, pero veía la contra, pues esos labios apretados le impedían invadir esa boca — colabora de buena forma — advirtió con calma

—me prometiste… que no me ibas a obligar de nuevo — susurró quedito mientras recordaba cosas pasadas mientras Viktor se acercaba cada vez más

—siempre tan ingenuo, creyendo en todo lo que digo — al fin salían las palabras que en realidad quería soltar, pero que siempre callaba porque debía mantener esa faceta pulcra ante los demás. Pero ahora estaba con su Yuuri, ya no debía fingir

—me mentiste… me has mentido siempre —sollozaba tratando de quitarse al alfa de encima — no me amas, solo me usas para tu satisfacción

—nadie tendrá lo que es mío — su voz seria y su sonrisa desaparecida. Egoísta, manipulador, egocéntrico… ese era Viktor

—yo no te pertenezco… yo no te amo — se aferraba a la verdad que le dolía. Porque Viktor lo veía como un objeto y lo había hecho desde el inicio. Así lo entendió

—Yuuri, mi pequeño Yuuri. Siempre tan sonriente

—me abandonaste, debiste mantenerte lejos — sentía las caricias en su piel, pero se negaba a responder

—debiste quedarte callado, Yuuri — susurró mirándolo de frente, percibiendo ese aroma potente y dulce que el celo le daba al japonés — debiste simplemente aceptar que volví por ti y recibirme con los brazos abiertos nuevamente

—disfrutas de mi sufrimiento —afirmó y esos labios no dudaron

—si — Yuuri abrió sus ojos para ver la sonrisa divertida del ruso poseedor de cabello platinado y ojos como el mar. Ahora mismo, Viktor representaba un acantilado que lo llevaría a la muerte — lo disfruto mucho

—¿qué? — no podía creerlo… ese hombre… era un monstruo

—¿quieres saber por qué te dejé? — sonrió burlón

—por tu padre — afirmó, pero dudaba mucho que fuera la verdad

—es cierto — dijo mientras metía una de sus manos debajo de la ropa de Yuuri — pero lo que te dije antes, no es tan cierto. Mi padre moría, yo fui a verlo, pero… te dejé aquí… te abandoné para que sufras

—¿por qué? — quería saber qué tan podrido estaba ese hombre. Quería odiarlo sin remordimientos ni prohibiciones

—porque era injusto que solo yo sufriera… yo perdía a mi padre, ¿y tú qué? — apretó los dientes y esa mirada azulada tomaba un toque frío, sombrío — Nada Yuuri… debías sufrir igual que yo. Te abandoné para que llores, para que yo no fuera el único sufriendo… para que alguien fuese más desdichado que yo. Solo así yo podía mantenerme por encima de alguien

—tú solo… querías sentirte mejor, a base de mi sufrimiento — su voz se le iba y su llanto también, estaba en shock

—cada que me llamabas llorando, sentía que sufrías más que yo. Necesitaba saber que sufrías a diez niveles más para no sentirme tan desdichado… eras mi única satisfacción en ese tiempo. Yo lloraba por mi padre moribundo, quien intentaba reponerse al cáncer… pero para que yo no cediera a la depresión, necesitaba saber que alguien sufría peores cosas que yo. Necesitaba sentirme superior a alguien… y ese fuiste tú… mi alma gemela

—malparido — insultó con los labios apretados

—los destinados hacen eso, ¿no? Ayudarse mutuamente

—solo querías reírte de alguien más… solo me destrozaste para…

—para sentirme mejor — confirmó — para divertirme un poco, para sentirme poderoso… para muchas cosas Yuuri. Y el lazo que se rompió fue…

—¿diversión?

—¿cómo adivinaste Yuuri? Mi pequeño Yuuri está entendiendo — reía bajito a ver la desesperación en el japonés — si sobrevivías a eso…  serías perfecto… así… me necesitarías más — Yuuri abrió los ojos por el impacto. Ese hombre estaba… loco — pero no conté que tuviéramos una hija… eso si me dolió Yuuri. El no decirme de ella, fue tu error más grande y merece un castigo

—aléjate — suplicó horrorizado, no veía ni un poco de duda en esa mirada. Todas las palabras de Viktor, eran reales… entonces… la serpiente venenosa no era Irina… sino era… Viktor  

—yo siempre obtengo lo que quiero. En las competencias, en la vida, en el amor… eres mi destinado Yuuri. Eres mi premio y yo jamás dejo que estos se escapen de mis manos

—te odio — sollozó cuando sintió la lubricación completa y soltó un gemido por la caricia de Viktor sobre su piel — te odio

—no lo haces… no lo harás más… con la marca, me amarás de nuevo

—maldito – pero sus labios fueron cerrados con un beso forzado. Uno que sabía amargo y venenoso  

—te has moldeado como quise… es hora de que regreses con tu dueño, Yuuri

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

No hice violación “gráfica” porque sería demasiado. Podría hacerlo por el morbo, pero ya lo hice un par de veces en otros fics… siempre conllevan a una mini depresión, un bloqueo o simplemente desazón por la historia. Así que… lo que Viktor hará, es cosa de ustedes. Abran sus mentes, sufran, suplanten a Yuuri y sientan su dolor. Yo me iré por las sombras y seguiré practicando como hacer un fic “angust”

Las quiere: Krat

PD: Sí tendrá final feliz, pero hay que sufrir un poco


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).