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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Ya llegó laura sad... disfrútenlo

 

 

 

El corazón de Hiroko se estrujaba mientras los minutos pasaban, estaba afligida, desesperada y sus lágrimas se acumulaban negándose a caer. El sol se empezaba a ocultar por el horizonte, las horas pasaron con extrema lentitud causando que el desespero se contagiara como un virus en el aire. Ely todavía seguía yendo de un lado a otro, saliendo a ver si es que tal vez su padre ya llegaba caminando por la ruta de siempre. Mari se había ido a buscar a Yuuri por las calles, a ella se le unieron Yuko, Takeshi, las trillizas y hasta Minako. Todos hicieron un rastreo exhaustivo por horas, todos con el pecho comprimido, adolorido y dudoso. En el aire estaba el mal presagio que todos se negaban a pronunciar

Visitaron el negocio de Tadashi, cerrado como siempre que el dueño no estaba en la ciudad y Yuuri trabajaba. Pasaron por el restaurante y el jefe de Yuuri les dio detalles de con quien se encontró y la hora de salida. Todos estaban preocupados, pero en los alrededores, habían visto al azabache ir caminando en soledad. Nada raro indicaba que el azabache fuese atacado por alguien. Visitaron los lugares frecuentados por Yuuri y no lograron encontrar nada, ningún rastro, era como si se lo hubiese tragado la tierra. Llamaron sólo a vecinos conocidos, pero nadie daba información. Era como si Yuuri hubiese desaparecido, se hubiese vuelto humo, o una estrella.

Tadashi había llegado hace poco, incluso más pronto de lo que se esperó, pues decía tener una ansiedad por volver con sus dos joyas. El castaño había abrazado a su pequeña con efusión, pero a cambio solo recibió la queja de la infante, quien aún estaba esperando el regreso de Yuuri. Toshiya le dio detalles cuando Ely se distrajo con Hiroko un momento, se expresó la conmoción en el hogar y la felicidad del castaño se esfumó. Tadashi abrazó a Hiroko tratando de calmarla, dándole unas palabras de ánimo y con rapidez se había ido a buscar a su Yuuri. En su bolsillo cargaba con una fotografía, iba a preguntar por el azabache a cualquier persona que se le atravesara mientras corría por las calles. Aun no podían pedir ayuda a la policía, pues no superaban las 24 horas de espera para la declaratoria formal de desaparición. El celular de Yuuri no estaba encendido, y la desesperación crecía con cada segundo. ¡Nada estaba bien!

Yuko había descubierto que Yurio platicó con Yuuri antes de que este desapareciera, hecha una furia, había ido a buscar al ruso en todos lados, incluso lo habían ubicado en el aeropuerto y verificaron que el rubio no tenía a Yuuri con él. Era entonces que tenían a alguien más buscando a Yuuri, un aliado que, como cualquier tigre sobreprotector, saltó a las calles ignorando que su vuelo se podría perder. Todos corrían con desesperación por las zonas comunes y no comunes, porque los malos presentimientos de una madre estaban latentes. Debían unirse en un trabajo en conjunto, que sacaría mejores resultados

Tadashi llamaba insistentemente buscando alguna noticia en Yu-topia, pero la respuesta era la misma. No sabían nada. El castaño no se detenía, volvía a su monólogo, con una fotografía en su mano y una sonrisa nerviosa para interceptar a quien podría darle informacón. Mari ya había vuelto a casa, empezaba nuevamente con las llamadas a algunos conocidos para preguntar por el japonés. Ely estaba demasiado nerviosa cuando la oscuridad llegó y con todo lo que pudieron, intentaron entretenerla, pero todos estaban tensos y no era fácil engañar a la pequeña

 

 

—¿dónde está papi? – decía mientras se negaba a cenar – quiero a papi. Comeré con él

—Tadashi ya llegó – sonreía Mari mientras empujaba al castaño, lo había tenido que llamar para que al menos la pequeña se calmara un poco – tu papi llegará después — insistía con los nervios a flor de piel  

—Ely-chan – sonreía Tadashi mientras la cargaba en brazos – ¿por qué no has cenado? — debía dividir su tiempo en una búsqueda exhaustiva y en reconfortar a su pequeña niña. Era duro, pero se forzaba a no desesperar y no contagiar su mal rato a Elizabeth

—porque me falta papi – dijo con una mueca – ¿dónde está?

—tuvo que ayudar a alguien, pero ya volverá. Tienes que ser una buena chica y obedecer a tu abuela – decía con calma mientras se sentaba con Ely en el comedor – comamos y vayamos a dormir después — Tadashi nunca pensó en mentirle a la hermosa pequeña de cabellos platas, pero era necesario. En estos momentos lo menos que querían era que Ely se alterara, apenas si se había recuperado de la gripe que adquirió

—pero esperaré a papi

—a él no le gustara verte así. Tienes que comer y dormir en el horario de siempre – mantenía la calma mientras se disponía a ayudar a Ely en esas tareas. La entretenía con una plática simple mientras agradecía por el plato a Hiroko. Comía siempre pendiente de que Ely le siguiera el paso, pues necesitaba dejarla dormida para poder seguir con el caos

—pero quiero a papi aquí — exigía cuando ya la llevaban a asearse antes de dormir

—te prometo que ya llegará – hablaba con calma mientras cargaba a Ely en brazos intentando dormirla y como respuesta su pequeña bostezaba

—yo me encargo – decía Mari cargando a la pequeña y meciéndola con calma – duerme Ely… yo cuidaré de tus sueños por hoy

—quiero a papi – susurraba ya cediendo al sueño. Era muy pequeña todavía, estaba cansada de esperar, de ir por la calle buscando una pista de Yuuri y al final cedió — papi — susurró antes de quedarse completamente dormida

—iré a buscarlo de nuevo – decía Tadashi viendo el reloj y admirar las estrellas titilar – volveré rápido. Hiroko-san… él llegará — sonreía antes de abrazar a la mujer

 

 

El castaño se calzaba con rapidez antes de disponerse a salir. Estaba preocupado, pues Yuuri no salía por allí sin avisar. Además, el azabache tenía planeado estar con Ely toda la tarde, jamás desilusionaba a su hija, eso solo significaba que algo le pasó. El castaño en conjunto con amigos y familia de Yuuri, ya habían recorrido la ciudad entera, corriendo por los alrededores, preguntando e incluso tenían una copia de la foto de Yuuri en su bolsillo o en el celular.

Mari le daba el celular ya cargado y lo despedía antes de que Tadashi echara a correr por la calle. Ella miraba al cielo, pues ya había llamado a su prometido también y este también patrullaba las calles ayudándolos. Toshiya de igual forma estaba con unos vecinos en esa búsqueda desesperada y Hiroko solo velaba porque Ely no despertara. No podían preocupar a la pequeña de esa forma. Tenían fe en que Yuuri apareciera por esa puerta con una sonrisa y una disculpa por alguna razón cualquiera… pero que estuviera bien, solo eso rogaban 

 

 

—Yuuri – susurró Mari al ver a alguien asomarse por la calle, acunado por la oscuridad de la noche y el leve resplandor de las luminarias públicas. No esperó a saber si en realidad era su hermano y salió corriendo, incluso sin zapatos, para verificar si sus ojos no la engañaban – ¡Yuuri! – casi gritaba de la emoción al reconocer la ropa que usaba su hermano. Corrió para alcanzarlo, no le importaba lo demás, pero justo antes de tocarlo, el otro la miró levemente y retrocedió

—¡no me toques! — el azabache no permitió que siquiera se le acercaran. Retrocedió de inmediato, ni siquiera miró a la persona que intentaba alcanzarlo

—Yuuri… hermanito — susurraba desesperada y solo ahí se fijó en la apariencia del menor —Yuuri, estaba preocupada por ti — sus lágrimas empezaban a caer de a poco, cubriéndose los labios con la mano porque esa idea loca le rondó la cabeza… esa maldita idea

—Ma-Mari —susurró al fin, levantando su vista y dándose el lujo de caer de rodillas en medio de esa calle — Mari… Mari — susurraba extendiendo sus brazos como un niño pequeño que requiere ayuda… y Mari se lo dio

 

 

Los sollozos de Yuuri se extendían y Mari solo lo acunó en sus brazos como cuando eran pequeños y el menor se había lastimado por caer de repente. Ella también lloraba al fijarse más en la apariencia de su pequeño hermano, no podía simplemente ignorar aquel leve aroma a suciedad. El rostro tenía un par de rasguños, nada adornaba aquel rostro, el cabello estaba revuelto, cayendo en desorden por los hombros de Yuuri, la ropa desalineada levemente, ni siquiera traía el abrigo que llevaba esa mañana. El frío solo hacía que esos dedos que le rozaron estuvieran helados, ella trataba de aliviar la baja temperatura de ese cuerpo al abrazarlo. Las lágrimas no cesaban, los sollozos, el temblor de ese cuerpo, todo en Yuuri estaba… mal, muy mal… demasiado mal

Mari aun percibía el aroma del celo en Yuuri, pero en menor porción de la que debería. Tal vez el menor se tomó el supresor, pero algo estaba muy mal, demasiado mal… no podía dejar de repetírselo, algo estaba mal. Lo entendió. Ese “algo” era el pánico que su hermanito tenía, mostraba, desprendía y contagiaba. Yuuri susurraba algo inentendible, entre sus lágrimas revelaba algo entre dientes y Mari no sabía qué hacer. Lo único que ella tenía a la mano era su celular y con ello, llamó a Tadashi, lo hizo por desesperación porque no quería dejar a su imaginación volar. No quería nada, no quería pensar siquiera, solo quería abrazar a su hermanito y susurrarle infinidad de veces que todo estaba bien. Mari quería que todo fuese una pesadilla y seguramente era el deseo de todos también

Yuuri se negaba a hablar con claridad, se negaba a moverse de su lugar, se abrazaba a Mari con desesperación, acallando sus grititos de llanto en el hombro de su hermana. Temblaba sin descanso, casi ni parecía respirar bien en ocasiones. Mari intentaba que Yuuri le dijera lo que pasó, la razón por la que estaba en ese estado, pero lo único que obtenía eran más sollozos. Eso dolía demasiado. Mari estaba al borde del pánico, no sabía qué diablos hacer, y ni siquiera se veía en capacidad de cargar a su hermano para adentrarlo en la casa. No había llamado a sus padres para que la ayudaran, porque al mencionarlos, Yuuri empezaba a negar y a desesperarse. La japonesa iba a intentar cargar a Yuuri, cuando a lo lejos veía a un jadeante Tadashi llegar, respiró más tranquila, al menos lo tenía a él. Debía confiar en alguien, no podía entrar y buscar a sus padres, pues al parecer Yuuri no quería presentarse en ese estado y ella no lo iba a obligar

 

 

—Yuuri — susurró entonces el castaño, cuando su aire volvió y su corazón dejó de querer salírsele del pecho — Yuuri… Yuuri

—no — susurró mientras se aferraba a Mari con desesperación — Mari, no… no

—es Tadashi, Yuuri… deja que él me ayude y te ayude a ti también — susurraba acariciando la espalda de su pequeño hermano. Intentaba que su voz no se quebrara, pero era demasiado difícil hacerlo

—Yuuri — Tadashi entonces se arrodilló junto al par de hermanos y trató de tocar al azabache, pero este se alejó negando — me alegra verte — el castaño analizó a Yuuri con agilidad y rapidez. La luz pública le daba apenas una muestra, pero la evidencia era clara – estaba preocupado por ti – dijo bajito, haciendo que Yuuri se calmara. No lo tocó, solo le hablaba con suavidad y miraba a Mari en busca de respuestas, pero no había nada, solo una negativa – Yuuri… mírame – estiró su mano para tocarle sutilmente el brazo y ganó la mirada del azabache. Una mirada llorosa… la carencia de aquellos lentes se le hizo aún más extraño

—Yuuri, es Tadashi, tranquilo… él estuvo buscándote por horas. Al menos míralo – suplicaba Mari deteniendo su propio llanto, pues ya estaba dejando que desesperación la dominara

—déjame verte – susurraba Tadashi siendo precavido en cada movimiento que hacía y manteniendo una ligera sonrisa – Yuuri… mírame… por favor —una sonrisa dulce que mostraba cuando apoyaba a su novio

—no me mires… Tadashi – susurró mientras cerraba sus ojos al ver la mano del castaño acercarse – no me mires por favor – suplicaba sintiendo los dedos del castaño en su mejilla y trataba de separarse de inmediato

—ya estás en casa – le dijo, sintiendo su corazón estrujarse al verlo temblar por el simple tacto. Miró a Mari y ella se cubrió los labios porque al parecer entendió lo que pasaba. Ambos evitaban llorar, pues ahora necesitaban ser el apoyo de su frágil azabache

—Yuuri… ya estás bien – Mari se mordió el labio al terminar de decirlo

—es cierto —susurró Tadashi logrando que el rostro de Yuuri apareciera, se separara del pecho de Mari y lo mirase – ya estás aquí… no te voy a dejar ir. Estás con tu familia

—Tadashi – susurró alejándose levemente de su hermana. Cerró sus ojos con fuerza al alejarse de su refugio momentáneo – lo… lo siento – susurró con la voz quebrada y Mari soltó un gemido de dolor al ver una marca en el cuello de su hermano. Un moretón leve, pero al fin y al cabo… un moretón

—Yuuri – Tadashi se obligó a sonreír levemente mientras, con cautela, tomaba la mano de Yuuri y la atraía hasta posarla sobre su mejilla – no te haré nada – susurró quedito mientras dejaba su dolor salir y una lágrima se escapaba de su lacrimal

—lo siento — volvió a decir mientras se acercaba con cautela al castaño —lo siento tanto

—Yuuri — extendió sus brazos y sintió como el azabache se lanzaba a ellos. Lo acogió con cuidado, tratando de no hostigarlo. Lo abrazó lleno de emoción y desesperación a la vez. Su labio le temblaba, sus ojos se aguaban y tragó saliva con fuerza. Con cariño y cuidado como para tocar un frágil cristal, le acarició la espalda, le besó la mejilla y lo acunó en sus brazos – nadie te hará daño aquí — susurró sintiendo su garganta cerrarse debido a las lágrimas que empezaban a salir de sus ojos, a la vez que escuchaba a Yuuri sollozar

—yo no quise

—shhh… tranquilo — impidió que le menor hablara y a la vez apretaba la mano de Mari para que fuera fuerte también

 

 

Tadashi le acariciaba la espalda con cautela, escuchando las disculpas ajenas, los suspiros, los sollozos ahogados, porque Yuuri se ocultaba en el pecho del más alto para no hacer un escándalo. Mari empezaba entonces a llorar con fuerza, cubriendo sus labios con mucha presión para que no escucharan su lamento. Tadashi recogió el cabello de Yuuri con una de sus manos y lo deslizaba suavemente, vio la reacción inmediata, una negación de Yuuri que poco a poco cedió. Mari también puso atención a la piel que era descubierta, pues allí la prueba se mostraría.

Yuuri se encogía lleno de angustia, pero les permitió que lo examinaran a la vez que se apretaba contra el pecho ajeno. Tadashi descubrió el cuello de su novio, la nuca de un omega era como un pergamino sagrado que contenía la escritura divina. Tadashi la admiró con cautela con la poca luz de la farola y se tensó de inmediato. La piel aun mostraba la señal, la mancha levemente roja se diferenciaba. Tadashi se mordió el labio soltando el cabello de inmediato y obligándose a aguantar el dolor… «una marca» fue el pensamiento de los dos ajenos que lloraban al descubrir aquello. El pergamino había sido ensuciado con la tinta oscura de alguien desconocido por el momento

Mari dejó que Tadashi tomara en brazos a Yuuri, cargándolo como a un niño pequeño y asustado. Ella corrió a casa, a avisar que encontraron a Yuuri, pero que no dijeran nada, que impidieran que alguien viniese a Yu-topia. No debían agobiar a Yuuri, solo debían decir que ya apareció y cuando la oportunidad se diera, podría recibir visitas, pero lo más importante a decir fue que no tocaran a Yuuri siquiera. Hiroko y Toshiya reclamaron como cualquier otro padre angustiado, pero al ver las mejillas rojas de su hija y las lágrimas aun presentes, decidieron callar y aceptar. Mari no les dio ninguna explicación total a sus padres, solo les pidió que ayudaran a preparar la bañera y así se hizo.

Tadashi fue el encargado de llevar a Yuuri a la bañera, no lo soltó en ningún momento y a lo lejos, con un gesto de su cabeza, agradeció la comprensión a los dueños de casa. Yuuri tampoco se alejó de él y se aferraba con fuerza, tratando de no ver a nadie, rogando en susurros para que Ely no estuviera despierta. Tadashi no dijo nada más cuando, con mucho cuidado, ayudaba a Yuuri a sentarse en el filo de la bañera para que se desvistiera. No lo tocaba demasiado, evitaba mirarlo para no incomodarlo, solo estaba ahí para ayudarlo a entrar en el agua caliente cuando fuese necesario. Solo estaban ellos dos en una habitación de baño privada, que solo usaban Yuuri y Ely. Tadashi sonrió indicándole al azabache que cerraría los ojos para no mirar la desnudez ajena y así, solo dejaba que el propio Yuuri lo guiara en la ayuda que necesitara. El sonido del agua al regarse, el chapoteo, los pasos de uno de ellos al salir de la habitación. El castaño se quedó sentado en el pasillo fuera de ese cuarto, en espera de que le dieran la señal para ingresar a ayudarlo a salir

El silencio reinaba todo el lugar, en toda Yu-topia, hasta en el corazón de los habitantes de la misma. Pero eso fue solo temporal. Mari, en susurros, trataba de calmar a sus padres, olvidándose de su propia agonía. Daba el aviso a todo el mundo para que se enterasen que Yuuri ya estaba en casa, les exigía que nadie se atreviera a llegar de improvisto. Todos trataban de no ser indiscretos, ayudando en ese silencio instaurado obligatoriamente y vigilando que la pequeña niña siguiera durmiendo, pues ella debería estar ajena a todo el problema. Tadashi se quedaba mirando sus manos, no lloraba ya y solo estaba con la mirada gacha. Nadie le dijo nada, pero dejaron que él se encargara de Yuuri.

En silencio siguieron con el cuidado. Tadashi envolvió a Yuuri en una toalla al llegar la hora. Lo cargó a la habitación que le pertenecía al mayor de ellos y le secó el cabello sin decir nada, solo sonriendo sutilmente. Se dio vuelta hasta que el otro se cambiara, con eso no invadía la privacidad ajena. Acomodó al azabache entre las sábanas, le sujetó la mano acariciándole el dorso con su pulgar, le besó la misma con cuidado, repasó la mejilla con la punta de sus dedos y lo vio cerrar los ojos. Cuando la respiración calmada se daba en Yuuri, Tadashi salió de la habitación mientras soltaba en aire acumulado y aprisionado. Terminaba apoyándose en la pared más estable y se dejaba resbalar por la misma, hasta que, en el suelo, sus rodillas le punzaban

 

 

—Tadashi — Mari se acercó solo cuando los minutos pasaban y el castaño no se movía de su lugar, en donde pegaba la frente a la pared y miraba al suelo — como… ¿cómo estás?

—cuídalo — susurró entonces, levantándose con cautela

—¿qué?... ¿a dónde vas? — dijo al verlo caminar a la salida — espera

—yo escuché algo — se explicó mientras tocando las paredes se dirigía afuera de Yu-topia

—¿qué cosa?... me estás asustando — trataba de sujetarlo, pero el aura pesada que Tadashi tenía la alejaba de inmediato

—yo solo iré… a ver algo — dijo con calma mientras se calzaba. Nunca levantó su rostro, seguía viendo al suelo —regresaré pronto

—Tadashi… quiero saber…

—¡Mari! —levantó un poquito su voz y por única vez la miró. Sonrió levemente y después solo suspiró — vuelvo luego. Sólo iré a ver a alguien

—¿a quién? — insistió con duda al ver esa mirada dolida

—a alguien

 

 

Tadashi salió con paso calmo, pero sin dudas y Mari sabía que algo iba a pasar. Ella iba a perseguirlo, pero tenía que calmar a su madre que suplicaba noticias reales. Volvió con rapidez diciéndoles que iba a seguir a Tadashi, pero entonces escuchó una vocecita llamar a Yuuri entre sueños. Mari no tuvo opción más que quedarse a intentar que su sobrina volviese a dormir y rogaba internamente porque Tadashi solo fuera a buscar un lugar solitario donde llorar sin que nadie lo viera.

Mari trató de cuidar a Elizabeth con esmero, mantenerla en la habitación que le correspondía, pero cuando ya no pudo retenerla, la llevó a donde Yuuri dormía. El azabache estaba descansando como un tronco y Ely simplemente se colocó alado de su padre, suspirando y acunándose en el pecho de Yuuri. Mari no tuvo opción más que quedarse a vigilarlos, porque no quería que Yuuri, tal vez despertara de repente, y asustara a Ely. Debía ser el pilar de esa familia ahora

 

 

Calle…

 

 

Las frías calles acunaban a un castaño que miraba al frente, sin fijarse en quien pasa a su lado, aunque siendo casi media noche, pocas personas pasaban por el lugar que él recorría. Mientras buscaba a Yuuri y antes de que Mari lo llamara, alguien le dijo que vieron a un azabache ser cargado por un hombre guapo de cabellera platinada. Tadashi no tuvo que saber más para deducir quien era el culpable de la agonía de los Katsuki. Por eso, en ese mismo momento se apresuraba a llegar a su hogar, porque tenía algo que ubicar, algo que tenía que sostener en sus manos antes de ir a visitar a una persona especial esa noche

Tadashi sabía el lugar exacto en su casa en la que tenía a su pequeña compañera de años mozos, cuando era joven. La tenía guardada en un cofre de madera, el cual abrió con calma mientras miraba la fotografía que estaba colgada en un cuadro encima de ese cofre. Su padre, madre y hermano sonreían junto a él, por instinto sus labios se curvaron levemente. Tadashi tomó aquel bulto alargado envuelto en dos telas, una negra y una roja. Dos cuerdas ataban aquel paquete y Tadashi sonrió antes de quitarse el abrigo y colocarse el obi que tenía guardado en el miso cofre. Era entonces que, colocándose el implemento, tenía lugar en donde guardar aquella reliquia familiar que le cedieron cuando abandonó su casa

 

 

—tranquilo Yuuri… te prometo que no volverá a hacerte daño… ya no

 

 

Sueño…

 

 

Los Katsuki estaban alterados por los recientes hechos, pues las conclusiones llegaban simplemente con saber pocos detalles de Yuuri. No podían dormir, se la pasaban de un lado a otro, bebiendo té o simplemente suspirando al ver el cuarto de Yuuri. Mari estaba al borde del pánico y ni siquiera su madre podía contenerla. Las mujeres tenían un mal presentimiento, uno que no se iba, uno que las estaba empezando a asustar. Sentían mucho dolor en el pecho por lo que se imaginaban que pasó con Yuuri y a la vez incertidumbre porque solo formularon hipótesis y nadie les certificó nada.

Yuuri abría sus ojos en cierto punto de esa noche. No había pasado mucho tiempo desde que sintió que alguien se posaba a su lado, despertó de inmediato, pero con calma se dejó embriagar por el aroma de su hija. Ely estaba a su lado, al verla solo pudo sonreír y acunarla en su pecho. Yuuri miraba a la nada, solo repasando con sus dedos los cabellos platinados de su hija y dejando que el tiempo se le resbalara de entre los dedos. Suspiraba cuando vio su puerta abrirse levemente y por ella asomarse su hermana, quien con duda sonreía y trataba de verse normal… pero Yuuri no era idiota, sabía que algo pasaba

 

 

—Yuuri, ¿quieres algo? – el menor negaba mientras besaba la frente de su hija — ¿estás bien?

—Mari — susurraba quedito — ¿cómo están ustedes?

—cansados, pero no te preocupes… solo duerme — mantenía su voz serena, pero se mordía el interior de su mejilla

—¿Tadashi? — cerró sus ojos cuando lo nombró, temblando levemente y recriminándose por eso. El castaño le había ayudado sin decir nada, quería simplemente… verlo

—él… salió — dijo con duda y al momento vio a Yuuri tensarse — pero volverá pronto. Sólo fue a comprar algo para hacer un té — se excusó — te avisaré cuando llegue

—gracias

 

 

Departamento…

 

 

El perfil de un hombre estaba detallado por la luz de la luna. Sentado en medio de su cama, limpiaba sus manos y terminaba de secarse el cabello después de haberse duchado. Una leve sonrisa se mostraba mientras se levantaba para colocarse la parte superior de su pijama. Bebía licor fino de un vaso de cristal con hielo, el mismo que adornaba aquella sustancia. Solo el timbre acababa con su paz y chasqueaba la lengua antes de caminar para abrir la puerta

 

 

—Viktor Nikiforov —  la voz trémula del chico que llevaba un abrigo largo y que usaba aun la capucha, resonó

—es muy tarde como para recibir visitas… ¿lo conozco? – se preparaba para cerrar la puerta, pues suponía era un fanático agresivo — si me disculpa —al ver que el otro no hablaba intentó cerrar la puerta, pero una patada abrió la misma y el ruso advirtió que estaba en problemas

—te encontré — la capucha era deslizada con calma mientras mostraba su cabellera castaña — me presento… soy Osuma Tadashi

—no bromees — se quejó antes de empujarlo para sacarlo de su hogar, pero enseguida lo bloqueaban y era él quien trastabilló hasta retroceder mientras Tadashi cerraba la puerta — sal de aquí ahora, maldito beta

—¡¿cómo pudiste?! — susurró mientras abría su abrigo de un solo movimiento y lo deslizaba por sus brazos con agilidad

—te atreves a invadir mi propiedad. La pagarás caro, Tadashi

—lo que le hiciste a Yuuri — susurró mientras mostraba la katana enfundada que estaba ubicada en su obi — no tiene perdón

—¡largo! — enfureció al notar la agresiva mirada del japonés

—¿y crees que lo voy a dejar así? — miró al ruso con furia en sus ojos mientras con fuerza sujetaba la empuñadora con la mano derecha y sujetaba la funda de la katana con la izquierda — Viktor

—tsk… no he hecho nada malo — su ceño fruncido y sus puños apretados. Estaba listo para la afrenta

—desgraciado — deslizó la katana con extrema lentitud, haciendo resonar la hoja que brotaba de la funda, hasta que, en esplendor, aquella arma brillaba con la luz de los focos encendidos en la sala — maldito

—es mi destinado. Yo soy su alfa y él es mi omega… no le hice nada a lo que no tenga derecho, Tadashi — sus palabras salían fluidas, pero en realidad estaba en pánico mientras el dedo de la mano izquierda de Tadashi se deslizaba por la parte sin filo de la hoja de la katana que era sostenida de forma horizontal. El ruidito casi imperceptible no se detuvo hasta que el dedo de Tadashi terminó en la punta de la hoja afilada y presionó levemente dejando que un par de gotas de líquido rojo salieron de este… con eso se demostraba lo letal de aquel artilugio

—¿sabes qué caracteriza a un japonés? — sonrió quedito mientras bajaba su brazo y con ello extendía la katana a su costado. Estaba preparando la primera posición de ataque — el orgullo, el deber y el honor — no pensaba muy bien en lo que soltaba, porque estaba más pendiente de la furia que crecía dentro de si

—eres un simple hombre que quiere vengarse por algo que ni siquiera le corresponde enfrentar

—Viktor Nikiforov… he venido a recuperar el honor de los Katsuki. Derramar tu sangre… remedirá tus pecados. Ofrecer tu sangre a la familia deshonrada les devolverá el honor que ellos merecen — su mirada no se desconectaba de la del ruso

—estás diciendo tonterías

—lo sé — sonrió Tadashi mientras daba el primer paso y Viktor, en defensa, retrocedía uno — pero solo ganaba tiempo… para mentalizarme… para soltar mis músculos – sonreía sujetando su katana y dándole vuelta para que el filo estuviera brillando con la luz — porque quiero, tal vez, invocar mi linaje guerrero – rió divertido al ver el pánico en el ruso — para matarte — la última palabra se acentuó delicadamente. El castaño lo estaba disfrutando, lo sentía en su sangre, hasta podía decir que olía el miedo ajeno

—estás fanfarroneando — pero apenas logró saltar lejos de donde el filo brillante hizo que el aire fuese cortado, produciendo un silbido suave — que… — susurró cuando vio la hoja cortar en dos la pequeña mesita de centro que tenía.

 

 

El cristal de aquel mueble se quebró en mil pedazos, la madera se destrozó haciendo saltar un par de astillas y el ruso sintió el pánico. La mirada de Tadashi, platinada como la luna en media noche, lo encontró de pronto y la hoja de la katana se movió de un solo movimiento en su dirección. Viktor apenas reaccionó apartándose un poco, unos mechones de su cabello fueron cortados, y vio la punta de la katana tan cerca que el aliento se le fue del cuerpo. Viktor entonces supo que el castaño iba en serio y no solo eso, sino que era un verdadero espadachín el que ahora intentaba matarlo. Esquivó los dos siguientes ataques, veía sus muebles destrozarse y el relleno salir volando mientras el otro sujetaba la empuñadura con dos manos y aplicaba cada vez más poder. Viktor cada vez sentía más pánico, porque esquivar los ataques cada vez era más difícil y ver la furia en esos ojos, no era mejor

 

 

—¡quieto! — usó su voz en contra del beta, quien tembló y la katana descendió hasta el suelo — ¡quieto! ¡Obedece! — sonrió con orgullo, su linaje era el mejor

—oh dios — dijo con pánico, pero en seguida soltó una risa sutil — el alfa me ha asustado

—que — dio dos pasos atrás cuando el japonés lo enfrentó y movió la katana con habilidad

—hola — sonrió antes de aparecer junto al ruso. La hoja de su arma se posaba en la mejilla del mayor — ¿acaso olvidaste que tu voz de mando no me hace ni cosquillas? — susurró antes de ver al ruso casi correr para alejarse de él

 

 

Tadashi sonreía levemente mientras incrustaba su katana en un mueble adjunto hasta partirlo, con eso le demostraba a Viktor que no estaba ni siquiera bromeando. Apuñaló el aire hasta que la punta de la hoja se clavara en la pared, a solo milímetros de la mejilla de aquel hombre de ojos azulados y se relamió los labios, pues la presión le secaba la boca. No paraba ni para acomodarse el cabello que caía en su rostro, solo seguía moviendo su katana, como en sus años juveniles hacía, puesto que él practicaba kendo y sobresalía en algunos deportes.

Tadashi no pertenecía a una familia en extremo acomodada, pero tenía ciertas tradiciones que cumplir por compromiso. Abandonó todas esas obligaciones porque buscaba cumplir sueños, más, lo que aprendió estaba fresco en su memoria y ahora mismo lo aplicaba. Porque estaba perdido en la ira, en la sed de venganza, en el dolor que no logró derramar en lágrimas y que afloraban en agresivas acciones. En su mente solo estaba el miedo de Yuuri, la imagen de su querido Yuuri tembloroso y llorando al llegar a casa, en esa mordida en la nuca, en ese cuerpo que mostraba maltrato.

Tadashi sabía que Viktor abusó de Yuuri aprovechando el celo que el menor mostraba, sabía que el maldito lo marcó y ató a él. Sabía que Viktor era un hijo de puta que no tuvo piedad ni consideración. Tadashi solo quería devolverle la paz a su pequeño Yuuri y por eso en ese mismo día acabaría con la vida de ese monstruo, por eso no detenía su ataque masivo con aquella arma afilada, por eso se condenaría a ser un asesino y poco le importaba… Tadashi lo único que quería era provocarle el mismo dolor a ese ruso, para que Yuuri se viera libre del propio

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, este capítulo me hizo llorar, me meto mucho en la piel de cada uno. Me duele... espero que a ustedes también XD

Podría hacerlos sufrir como en mi fic “problemas de clase” pero me controlaré *risa malvada*

Por cierto… tengo que empezar a matar a mis personajes. No se asusten, es en otro fic. ¿Me ayudan? …. Ok jajajjajajaj no se asusten, solo bromeaba… bromeaba con lo de pedir ayuda, ya tengo el orden de despedidas… si… ya maté a dos pequeños personajes, empezaré con la masacre después… bueno, creo que no debería estar diciendo esto en este fic… pero como no creo tener lectores en ambos lados, me ahogo en risa en estas notas finales

Debo decirles que actualizo esto a las dos de la mañana, así que en otra ocasión responderé reviews.

Muchos besos~

Nos vemos 


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