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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holiwis~

¿Siguen vivas?

Pues si es que lo están... disfruten de la actualización ~

 

 

 

 

 

Había pasado un tiempo, mucho a decir verdad y su ansiedad se estaba haciendo presente. Cierto azabache seguía esperando escuchar algún ruido que le diera una pista de que alguien había llegado, pero nada. Simplemente escuchaba de lejos a Mari, a sus padres, ellos caminaban por ahí y el ruido de sus pasos lo mantenía inquieto. Sabía que algo debía estar pasando y el hecho de que no viera al castaño por ahí, era su mayor prueba

 

 

—¿dónde está Tadashi? — Yuuri sintió que debía ver a aquel castaño, que debía explicarle lo que pasó y por eso salió de su cama, dejando a Ely sola por un momento 

—Yuuri, vuelve a dormir – sonrió Mari al ver a su hermano de pie, pero ella se preguntaba la misma cosa

—Mari… nee-san necesito saber dónde está — apretó sus labios, tenía un mal presentimiento  

—se fue… no sé a dónde — no podía mentirle a Yuuri, al menos no en ese momento. Estaba consciente de ello

—oh dios… ¿dijo algo? — su pecho dolió al escuchar aquello, tenía miedo… ahora todo le daba miedo. Su retroceso había sido tan rápido, que hasta él mismo se sorprendió

—que va a visitar a alguien… sé lo que estás pensando Yuuri, pero no pudo haber ido a ver a Viktor — le costó decir aquello, más, porque no quería pensar en ese ruso

—Mari… Tadashi vio mi cuello — dijo con terror mientras se apoyaba en la pared. Su respiración se le aceleró de pronto, sintió su garganta cerrarse y su pecho doler — bu-búscalo… no dejes que haga una tontería… nee-san, por favor — casi podía llorar en ese punto

—está bien — al ver a su hermano casi desmoronándose con esa simple noticia, quiso abrazarlo. Lo hizo con mucho cuidado — iré a buscarlo

 

 

Sólo mira…

 

 

Las llamadas se hacían permanentes desde el punto que fue necesario. Hiroko y Toshiya insistían en conocer el paradero de Tadashi, pero hasta ese punto de la noche no hubo respuesta alguna. Mari llamaba a Tadashi con insistencia mientras corría calles abajo, salió tan pronto como dejó a Yuuri de nuevo en cama, asegurándole que traería al castaño de regreso. Nadie le respondía, eso solo la hacía tener más pánico, pues ya tenía muchos problemas por un solo día y en ese punto las horas empezaban a pesarle. El cansancio y el estrés eran sus cadenas a llevar, fue por eso que buscó apoyo en su prometido, Isamu. En medio de la noche, con esa compañía se sentía más fuerte y se imaginaba que Yuuri también buscaría apoyo en Tadashi. Ahora podía entender un poco a su hermanito, aquella necesidad de estar con la persona amada, pero también tenía miedo de llegar a entender cómo sería sentir la ausencia de esa persona especial en su vida

Mari debía impedir cualquier tontería que hiciera ese castaño, lo peor de todo era que… si pasaba algo, era ella la que se sentiría culpable, porque no siguió su instinto y dejó a Tadashi irse de Yu-topia. Isamu seguía diciéndole que no era su culpa, pero eso no aliviaba el cargo de conciencia, aun así, trataba de ser fuerte y mantenerse firme. Sus lágrimas brotaban mientras seguía con su carrera hasta encontrar un taxi a esas horas de la noche, Isamu apretaba su mano, se daban fuerza mutuamente. Al hallar el transporte, Mari se vio en la necesidad de escoger. Su mente apuntaba a dos opciones, una que deseaba que fuera verdadera y la otra la que debería ser la real. Se debatió cuando le preguntaron a donde iba, quería mil veces decir la dirección del departamento de Tadashi, pensando que ese castaño estaría allí, llorando y nada más. Isamu la sacó de sus pensamientos besándole la mejilla y Mari dio la dirección que el propio Yuuri le facilitó, irían hacia el departamento de Viktor. Cuando el auto se movió, su alivio fue un poquito estable

 

 

Llega con prontitud…

 

 

El ruido llamó la atención de toda persona cercana a cierto departamento. Tadashi gritaba demasiadas cosas cuando atacaba, tal vez solo era la rabia, o simplemente la necesidad de soltar el aire. Palabras de amenaza, insultos, promesa de muerte, de todo un poco era dirigido solamente hacia el ruso. Viktor se defendía con lo que podía, lanzando cosas, intentando escapar de la furia de aquel japonés que solo intentaba recuperar el honor de su familia. Tadashi se lanzaba con claras intenciones homicidas, clavando la katana en el suelo donde el ruso apenas escapaba rodando por el suelo, las puñaladas no se detenían, llegaban con fuerza cada vez y los gritos fúricos de Tadashi solo daban al ambiente un toque más aterrador.

Viktor escapaba de cada horrible tentativa de ser herido. El aire era cortado y un silbido era la única evidencia. El ruso no sabía que la furia de una persona podía llegar a eso, a una pelea incesante por la sobrevivencia, y tampoco supo la habilidad innata -que supuso tenían los japoneses- en el manejo de esa afilada arma blanca. El uno atacaba con la katana, el otro trataba inútilmente de usar su voz de mando para detener a su atacante. Tadashi seguía destrozando todas las cosas a su paso mientras perseguía al ruso malnacido. Viktor usaba lo que estuviera a disposición como escudo, pues el corte no podía rozar su piel. Las cosas estaban partidas, quebradas, hechas añicos en el suelo del departamento.

Los vecinos ya estaban asustados porque el ruido se volvió evidente. La puerta empezaba a sonar con golpes, fue por eso que las miradas curiosas se acumularon en el pasillo de acceso al departamento del ruso, incluso ocuparon las escaleras de emergencia cercanas para guardar distancia de un posible peligro. La oscuridad tragaba todo, pero las luces que encendieron les daban una visión clara de lo que sucedía. De pronto un silencio corto se hizo presente, ya se temía lo peor, pero un hombre de cabellera platinada apareció de repente por esa puerta. Viktor se lanzó fuera de su propio hogar y detrás de él, estaba un japonés que intentaba destajarlo con la katana. Todo era un desastre, el miedo ahuyentó a algunos espectadores y también le dio una pista clave, a quien salía del ascensor para llegar a ese departamento

 

 

—TADASHI — Mari reconoció la voz del castaño que maldecía. Apenas salió del ascensor seguida por Isamu y corrió a detener aquello — MALDITO IDIOTA – se quejaba Mari al llegar hasta donde el mencionado levantaba su arma al aire

—¡Viktor! — se quejaba Tadashi persiguiendo al ruso que ya tenía un corte leve en un costado — ¡vuelve! — el ruso se le había escapado del departamento. Sus planes se vieron arruinados de repente — ¡aun no termino contigo! — de su frente el sudor resbalaba debido al esfuerzo, soltaba un jadeo, pero estaba listo para el siguiente ataque — haré que ese lazo se rompa, aunque sea a la fuerza — susurraba para sí mismo

—¡TADASHI! — Mari entonces se interpuso en el ataque, ni siquiera lo pensó al antes de hacerlo — ¡cálmate por favor!… TADASHI — le gritó tomándolo de los hombros pues el castaño parecía perdido en solo su furia

—Mari — al fin vio a aquella persona, apretó los labios y bajó su katana — a un lado… debo librarme de la escoria — afirmó mientras intentaba soltarse del agarre de Mari

—¡claro que no te voy a dejar ir! — empujó a Tadashi con fuerza hasta hacerlo retroceder. Detrás de ella, Isamu se volvía una segunda barrera, la misma que analizaba su alrededor. Muchos espectadores, un herido leve… eso era malo

—ese malnacido — decía apuntando al ruso — ¡debe pagar! — su ceño fruncido, su cuerpo tenso y la negativa a que Mari lo parara — a un lado

—Tadashi, escúchala — Isamu temía porque alguien ya hubiese llamado a la policía. Tenía que hacer algo, pero sabía que esa tarea era de Mari — enfría tu cabeza

—maldición… ¡piensa en Yuuri! — Mari se negó a alejarse de Tadashi, por el contario, le agarró el rostro e hizo que la mirara

—Por eso lo hago — dijo con cuidado mirándolos de frente. Mari e Isamu eran familia de Yuuri, pero no estaba dispuesto a escucharlos

— piensa en él… en Yuuri — no dejaba que el otro se apartara demasiado, tenía que detenerlo — y en Ely… ¡piensa en ellos!

—lo hago — afirmó con la voz profunda y soltando un jadeo — por eso…

—SI TE METEN A LA CÁRCEL, LOS DEJARÁS SOLOS, TADASHI — Mari abofeteó a Tadashi para que reaccionara. Lo hizo dos veces porque no estaba segura de que funcionara — REACCIONA DE UNA VEZ

—LO SÉ – dijo con la voz quebrada, apretando los puños y sintiendo el escozor en sus ojos — lo sé… pero ese tipo — apuntó a Viktor con el dedo, el mismo que estaba reposando en el barandal de ese piso mientras recuperaba el aliento. Ninguno de los dos sabía cuánto tiempo pasaron en esa pelea

—que importa — susurró Mari abrazándose al castaño, pues vio el dolor en la mirada platinada — por favor… no los dejes solos, menos ahora… te necesitan demasiado — apretó el pecho de Tadashi y suspiró profundo. Ella ya lloró y se desahogó, pero… ¿y Tadashi? ¿Ya lo había hecho? ¿O estaba aún guardándose el llanto?

—Mari te lo suplico. Déjame… déjame darle una lección — cerró sus ojos para no ver a Mari, para evitar la mirada dura de Isamu, quien a lo lejos hablaba con los vecinos, tal vez para tranquilizarlos a todos

—ya le has dado muchas hoy — sonrió divertida porque al girarse, podía ver al ruso parado a pocos pasos. Sosteniéndose el pecho, temblando en pánico y revisando las heridas que poseía — ya basta… ya es suficiente

—mi Yuuri se… se… — Tadashi sintió su garganta cerrarse, no quería tener oportunidad de pensar porque el dolor regresaría — mi Yuuri — susurró con dolor mientras sus lágrimas se acumulaban en sus ojos y tuvo que sostener su frente para no decaer

—él te busca — dijo Mari acariciándolo en la mejilla. Tadashi se veía tan frágil en ese momento. Tal vez el castaño sufría a un nivel diferente de los demás, nadie podía saberlo con exactitud — él y Ely te buscan… volvamos a casa — endulzaba su voz mientras quitaba la primera lágrima que se derramaba desde esos ojos cerrados — Tadashi… ya es suficiente por hoy

 

 

Isamu charlaba con los vecinos aglomerados en ese piso, lo hacía porque ya uno había dicho que llamaría a la policía. Tuvo suerte de poder detenerlo antes de que lo hiciera, pero no fue fácil evitar que más de uno tuviera la misma idea. Usó palabras amables, súplicas en cierto punto, trataba de hacerle el trabajo sencillo a Mari. Confiaba en que ella sabría calmar a Tadashi, después de todo… el castaño no era un mal muchacho, en el poco tiempo que lo trató pudo darse cuenta de eso. Todo en esa parte del problema estaba en calma, pero del otro extremo nada lo estaba

 

 

—estás en problemas, Tadashi — Viktor habló cuando el otro se había calmado, en el fondo agradecía a Mari por detener a la bestia — con esto… puedo…

—¡aquí el que está en problemas eres tú! — Mari enfrentó a Viktor apenas lo escuchó. No dejaría que Tadashi se alterara de nuevo

—soy yo el que casi es asesinado — bramó Viktor dando algunos pasos para acercarse al par de betas — Tadashi es quien tiene problemas aquí

—es mejor que te calles de una vez — Isamu logró tirar de Viktor para que no se acercara a Mari y Tadashi, lo empujó hasta apartarlo — ya has hecho demasiadas atrocidades en este día

—¿yo? — Viktor sonrió de aquella manera infantil, amable, impecable, y con eso delató la falsa máscara que volvió algo tan natural de él — yo no he hecho nada malo — quitó esa expresión de su rostro para tomar seriedad — aquí el malo de la película… eres tú, Tadashi… todos aquí lo vieron

—¡ultrajaste a Yuuri!… — nadie había dado nombre a lo ocurrido, pero Mari acababa de resumirlo en una sola palabra – te demandaremos… Viktor — habló con rabia, soportando las miradas impresionadas de los presentes

—él intentó matarme — gruñó el acusado, apuntando a Tadashi — él es quien merece ser demandado

—¡maldito infeliz! — Tadashi de nuevo apretaba la empuñadura. Escuchar esa palabra le afectó demasiado, porque no podía negar la realidad — voy a… — pero no dio más de dos pasos cuando Isamu lo agarró y empujó contra una pared

—cálmate — susurró Isamu — cálmate o saldremos mal parados. ¡Cierra la boca! — imponía su superioridad, pues era mayor a Tadashi, era lo único que podía hacer en ese momento  

—Ja — Mari se burló al ver a ese ruso en tales actitudes. Cuando sintió que Tadashi era retenido por su prometido, se concentró en ese hombre — mírate Viktor. No tienes una maldita herida de gravedad — se quejó Mari, pues era verdad. Viktor seguía entero — solo un cortesito, y con una katana… Tadashi solo estaba jugando contigo – sonrió y tenía razón. Tadashi sólo había estaba jugando hasta ese momento, pues con las habilidades que tenía el castaño, pudo matar a Viktor de un solo ataque. Mari lo había visto un par de veces manipulando una espada de madera, Tadashi era letal

—esto no se queda así — se defendió el ruso

—¿qué crees que dirá Ely al enterarse? —dijo Mari, pero solo estaba fanfarroneando en ese punto, pues jamás dejaría que su pequeñita sobrina se enterara de tal atrocidad y supuso que Yuuri y Tadashi planeaban lo mismo —no me amenaces Nikiforov

 

 

Mari tardó un rato en lograr que Tadashi guardara de nuevo la katana, que la enfundara y la mirara de frente. Viktor gritaba cosas que los otros dos no escucharon, las miradas de los vecinos entonces, empezaron a recaer en el ruso, en Tadashi. Los cuchicheos, los reclamos, las peleas en palabras, pero Mari cubrió los labios de Tadashi para sacarlo de allí. Eso debía terminarse con solo eso, no debían ceder a las provocaciones. Las cosas se podrían feas a partir de ese momento. Cometieron un error que daría ventaja al ruso, pero, ¿Quién podía culpar a alguien por querer defender su honor? Muchos lo harían y por eso su destino estaba marcado

 

 

Caída…

 

 

El camino a Yu-topia en el taxi, fue tenso, sin palabras, dejando que Tadashi se desahogara a través de las lágrimas silentes y sollozos ahogados. El castaño hasta hace poco había sido fuerte, pero ahora que estaba calmándose, cuando veía sus manos rojas por apretar la empuñadura con fuerza, se dio cuenta de la tontería que acaba de hacer. Con aquella afrenta hacia el extranjero, su pase a un juicio estaba marcado y sabía que Viktor lo haría solo por verlo caer, solo por quitarse un obstáculo más. Tadashi lloraba en silencio porque las cosas le golpearon de frente, las imágenes de un destrozado Yuuri que llegó a casa, las lágrimas de todos, la desesperación de Ely al no saber de su padre, su propio dolor, frustración. Sollozaba bajito sin pena a que Mari lo viera, a que Isamu lo juzgara. Quería desahogarse para poder llegar a la casa de los Katsuki calmado, un poco al menos. Mari entonces le quitaba la katana enfundada, al igual que el obi que le apretaba la cintura. El muchacho maldecía suavecito, se mordía el labio, se limpiaba las lágrimas, pero al final suspiraba mientras Mari lo reconfortaba con palabras dulces. Debían enfrentar aquello con calma y cabeza fría, despejada.

 

 

—¿Qué pasó? — Toshiya recibía a los tres, había salido con desespero al escuchar un auto estacionarse en la entrada — Isamu, Mari… Tadashi — lanzó un suspiro de alivio al ver al castaño también en aquella calle

—Toshiya-san — sonrió Isamu saludando con cortesía — creo que es mejor entrar. El frío ya es demasiado a estas horas

—¿están todos bien? — aunque las palabras de su futuro “hijo” fueran ciertas, primero quería verificar que todos estuvieran a salvo — Mari

—papá — sonrió Mari mientras tomaba el brazo de Toshiya y entraba en la casa — dejémoslo así por hoy… las cosas no han sido muy calmadas

—¿dónde lo encontraste? — preguntó, pues de refilón veía a Isamu intentando que Tadashi entrara a Yu-topia — está muy…

—con Viktor — susurró Mari mientras, junto a su padre, se adelantaban

—ya veo— el dueño de aquella casa y jefe de hogar, tomaba la katana enredada en el obi que su hija aún tenía en sus manos. Cerró sus ojos, mordiéndose el labio — pasen — no necesitaba escuchar nada, la expresión de Mari le decía todo — les serviré un poco de té

 

 

Todo era así de simple, solo debía dar los pasos faltantes para ingresar a la casa que acunaba a su novio, pero Tadashi no podía simplemente hacerlo. Isamu trataba de hacerlo razonar y pasar, pero el castaño seguía negándose, excusándose. Tadashi ni siquiera podía mirar la entrada sin sentirse culpable, había hecho las cosas pensando solo en el dolor del momento. ¡Cómo pudo hacer tal barbaridad! Le dio a Viktor la oportunidad que estaba esperando y… ¿cómo enfrentar eso? Isamu entendía a aquel muchacho, pero también conocía la ansiedad de todos los Katsuki. «Ellos no te van a juzgar Tadashi. Están preocupados por ti, y como si eso no fuera suficiente, Yuuri y Ely seguramente te están esperando dentro» pocas palabras, pocas razones, pero la inmensidad de las mismas superaba cualquier culpabilidad

 

 

—lo siento — Tadashi al final lo hizo, caminó con calma al interior de ese hogar. Fue recibido por la sonrisa de Toshiya y… no pudo simplemente quedarse callado — lo siento tanto — miró al padre de Yuuri con vergüenza. Su comportamiento no fue el apropiado

—yo estuve a punto de hacer lo mismo cando vi las lágrimas de mi hijo, diez años atrás… también quise hacerlo ahora — Toshiya palmeó el hombro del castaño y le dio una leve reverencia con su cabeza — no te culpo — se adelantó unos pasos para guiar a todos al comedor

—yo… fui inmaduro — se mordió el labio mientras veía el único escalón que tenía que pasar para adentrarse en la calidez de ese hogar, calidez que ahora parecía haberse minimizado, mas no perecido — lo siento — repitió para enseguida colocándose de rodillas ante aquel hombre y de Hiroko, quien llegaba también — perdón — nadie pudo evitar que ese castaño tocara el suelo de madera con su frente. La pose típica para pedir perdón ante su falta.

—Tadashi, no hagas eso — se alteró Hiroko al ver al muchacho. Se posó junto a su esposo y le codeó levemente para que detuviera aquella muestra de arrepentimiento

—lo único que querías era… hacer justicia por mano propia — Toshiya se inclinó hasta estar de rodillas frente a Tadashi — levanta tu rostro Tadashi… hazlo — pidió con la voz calmada mientras escuchaba el leve sollozo del muchacho  

—no te vamos a recriminar nada — susurró Hiroko mientras intentaba no llorar. Ya había sido mucho por ese día

—le he dado la oportunidad a Viktor… la oportunidad de tener algo con que dañarme y con ello, chantajearlos a ustedes — dijo sin levantar su frente del suelo, ocultando su culpa y sus lágrimas — perdóneme Hiroko-san… Toshiya-san

—lo enfrentaremos, pero necesito que seas fuerte… porque yo ya estoy viejo — Toshiya seguía hablando con calma, palmeando la espalda de Tadashi, pues no le gustaba verlo así — porque Yuuri está herido y porque necesita a alguien que lo ayude a mantenerse en pie, Tadashi… levántate

—perdón — repetía apretando sus puños — debí pensar y no solo actuar

—cometiste un error — Hiroko paró su llanto surgido en algún momento. También se puso enfrente de Tadashi y lo obligó a levantar el rostro para mirarlo — pero puedes remediarlo — sonrió levemente

—lo haré de alguna forma — Tadashi entonces frunció su ceño y soltó un suspiro largo — lo haré de cualquier forma Toshiya-san, Hiroko-san y Mari-san — prometió mientras con fuerza limpiaba sus lágrimas — ustedes me acogieron como a un hijo y ahora solo les traigo problemas… lamento ser un hijo tan idiota

 

 

Tadashi sólo después de desahogarse, de disculparse, se adentró al comedor. Era reconfortado por la madre de Mari, quien le daba fuerza para que volviera a sonreír, porque era Yuuri quien necesitaba todo el apoyo en ese momento. Yuuri había estado esperando un tiempo a que Mari regresara, había charlado con sus padres cuando se atrevió a salir un momento, pues no podía dormir. No había dado detalles de nada, simplemente había dicho que le dieran unas horas para calmar su cabeza y era por eso que le habían cedido un té relajante sin exigir nada. Debido al cansancio, el japonés se había ido a dormir sin esperar a que los demás llegasen.

Era así que el castaño encontró entonces, la imagen que muchas veces apreció con ternura. Un padre abrazando a su hija mientras suspiraba entre sueños. Tadashi se quedó parado en la puerta de esa habitación levemente oscura, viendo aquello en silencio. Se perdió un buen rato en esa imagen, no quería dejar de ver eso cada noche, porque era la viva representación de la pureza de una familia. Cuando sintió de nuevo sus lágrimas aflorar, se adentró con pasos tan suaves que seguramente nadie se daría cuenta de su presencia. Decidió quedarse sentado cerca de la cama, en silencio, como si fuera un espíritu que vigila. Su labor era velar por la seguridad ajena… la seguridad de sus dos joyas… y así lo haría

 

 

De día…

 

 

Irina bostezaba mientras tiraba de su maleta de viaje. Caminaba despacio, haciendo resonar sus tacones, moviendo ligeramente la ropa de marca que exhibía sobre su cuerpo, mostraba elegancia y porte. En su mano derecha venía un regalo, una bolsa de colores que estaba sellada. Ese obsequio era un atuendo que trajo especialmente desde Rusia para su nieta, uno de vivos colores y de la talla perfecta. Sonreía levemente porque tenía tantos planes que la hacían sentir plena. Bajó del ascensor cuando el colorido numerito indicaba el piso del departamento de su hijo, iba a darle la sorpresa de su regreso, pero se detuvo cuando sintió algo extraño. Esa sensación, como aquel mal presentimiento de una madre, el instinto que toda mujer tenía. Ingresó con apuro al departamento, buscando con su mirada a su retoño y asustándose por el desorden en aquella estancia. Las cosas estaban destruidas, rotas, hechas trizas. Entonces soltó todas sus cosas, buscando a su hijo con desesperación y lo halló recostado en la habitación que le correspondía

Irina revisó a Viktor con apuro, como lo haría cualquier madre asustada. Verificó que nada estuviera fuera de lugar en su pequeño retoño, quería saber que Viktor estaba bien. Deslizaba sus dedos por el rostro, cuello, cabello, brazos, pecho, hasta que el otro la detuvo, mostrando una leve mueca de dolor. Los detalles de la noche ajetreada se relataron mientras tomaban un café y los gritos llenos de histeria de la mujer, se dieron. Era inevitable. La furia llegaba entonces, las amenazas, las discusiones y planes para destrozar al enemigo que ellos consideraban demasiado agresivo. Irina era una madre sobreprotectora y como tal, iba a hacer hasta lo imposible por defender a su sangre. Iba a destrozar toda amenaza, juraba que iba a romper la promesa que le hizo a su hijo, la que jamás debió hacer. Una única amenaza se lanzó

 

 

—destruiré a ese japonés, porque no es más que una desgracia en nuestra vida

—tengo suficiente evidencia para apresar a ese castaño y por ahí empezaré — complementaba Viktor, quien estaba serio. Esa sonrisa infantil y risueña se había desvanecido desde que Mari lo amenazó

—¿ya no lo defenderás? — una madre sorprendida y satisfecha — has tomado la decisión correcta, Vitya

—Yuuri decidió ya — dijo tocándose la parte derecha de su cabeza, donde aún le dolía el golpe recibido — me rechazó y yo simplemente no puedo dejarlo así

—te lo dije — sonrió con satisfacción — él no puede darte la satisfacción que quieres, Viktor

—decidí dejarlo así — suspiró mientras sentía la leve caricia reconfortante de su madre — Yuuri ya no me es necesario. No es aquel pequeño japonés que brillaba solo para mí, que se moldeaba para darme satisfacción, el que decidió hacerme caso en todo… se ha vuelto rebelde y así no me agrada

—y lo que no te agrada lo olvidas, lo desechas, lo tiras fuera de tu vida — sonrió Irina con ternura — igual que con el Plisetsky y la promesa absurda que le hiciste

—él era un lindo muchacho — sonrió Viktor, besando la mano de su madre — pero siendo alfa no me sirve. Admito que fue decepcionante saber que era alfa, pero de inmediato encontré a Yuuri… creí que él sí era el indicado

—cualquiera pensaría que su destinado seria el perfecto, pero no fue así, y yo que soy tu madre traté de evitarte esta situación. Ahora aprende a escuchar a tu madre, Viktor

—entonces qué me dices ahora, mamá. ¿Qué haremos ahora?

—obviamente tomar lo que es nuestro. Darles un castigo a ellos y regresar a Rusia — abrazaba a su hijo con cariño. Una madre, era una madre

—entonces iré a poner la denuncia de inmediato

—ellos darán contra, Viktor — sonrió acariciando los cabellos platinados de su hijo — fue bueno dejarte solo. Sabía que intentarías obligarlo a corresponderte. Quería empujarte a eso, para que te dieras cuenta de que Yuuri es solamente un… estorbo — soltó con tranquilidad, pero esta vez el ruso no dio réplica — hiciste bien, hijo mío

—tendré problemas con eso

—O será una oportunidad — sonrió divertida — Viktor, ahora tu madre te ayudará

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Wow, no saben las ganas que tengo de ver sus expresiones. Me hubiese gustado ver cómo se tomaron los últimos capítulos, después de todo, la falsa idea que todas tenían de Viktor… cayó. Advertí que me gustan las montañas rusas emocionales, de alegría a tristeza y de nuevo a la alegría, eso es encantador.

Casi me olvido de explicar algo. La marca de los alfas siempre me pareció cruel, pues es una cicatriz que nunca desaparecerá de la piel del omega. Por eso en este fic yo le hice un pequeño cambio. Si se fijaron, cuando Viktor soltó el lazo con Yuuri, el cerdito se quejaba de que ya no sentía el vínculo y Tadashi dejó de ver la marca en la nuca de Yuuri. Ahora… en mi historia, la marca, como mordida en sí, se va cicatrizando hasta que solo es una señal leve, como cualquier cicatriz en la piel, pero al romper el lazo, esta desaparece. ¿Magia? Si, magia, porque a esta autora no le gusta las cicatrices eternas ^^  … lamento no haberlo explicado antes, pero solo ahora que estaba releyendo algunas cosas me di cuenta de ese detalle

Debo aclarar que todo se irá aclarando con el tiempo XD

Nos estaremos viendo~

PD: Respondo reviews el domingo, lamento eso ^^

 

 


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