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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Les juro que estoy respondiendo reviews, poco a poco, pero lo hago, lamento tardar, pero a veces se me olvida XD pero eso no significa que no los lea cuando me llegan. Soy la más feliz de este mundo cuando me llega el aviso al mail

....

Así que quien me desea muerte... pos no jajajaj, seguiré aquí para martirizarlas un poco y después darles su dosis rosa XD

Espero disfruten del capi

Muchas gracias por leer~

 

 

 

 

Elizabeth en dos meses había aprendido a sobrellevar su nueva vida. Tenía una rutina bastante singular pues empezó a asistir a la escuela, aunque fue a la fuerza. La pequeña se negó a aprender ruso, se negó a aprender costumbres, se negó a socializar en casa o alrededores y cuando se vio obligada a ir a la escuela, no entendía una mierda. Incluso fue capaz de gritarle eso a su abuela cuando volvía de su primer día, pues terminó mareada al escuchar un idioma tan complicado para su joven mente. Elizabeth aun reñía en casa, se encerraba en su habitación cuando podía hacerlo e incluso trataba de no coincidir en la mesa con ambos rusos por mucho tiempo. Esa era su pequeña rabieta y no acabaría hasta que el inmenso resentimiento que tenía se apaciguara un poquito al menos

Ely tenía su carácter, uno bien forjado por las creencias implantadas en su lugar natal y en ocasiones más complicado en comparación a sus dos custodios. Era una niña dulce y amable, pero si alguien le hacía daño se volvía un pequeño cachorro capaz de morder al atacante. Era así que se defendía bastante bien cuando su abuela empezaba a reclamarle cosas o a hablar mal de su papi. La pequeña de cabellos platinados odiaba todo lo referente a la nueva nación que la acogía, no quería aprender a hablar ruso, por eso se forzó a aprender inglés y solo con eso charlaba, aunque obviamente, con tan poco tiempo en su nueva “cárcel” apenas si podía presentarse y pedir indicaciones. A través de clases en línea y en secreto, ella aprendía el idioma del país, sólo para saber qué cosas raras le decía su abuela, algunas eran bastante desagradables por lo poco que entendía, pero al final fingía no entender y la ignoraba. Su rebeldía entonces se daba en hablar japonés todo el maldito tiempo, para simplemente ver a su abuela hacer muecas porque no le gustaba nada referido al lugar natal del “omega que le arruinó la perfecta vida”

Viktor, en cambio, adoraba a su pequeña hija. Podían no llevarse bien, pero la amaba porque era su hija, no tenía otra razón más fuerte que aquella. Tuvieron discusiones, desacuerdos, diferencia de opiniones y hasta se pusieron limitantes para hablar de la familia Katsuki, pero al final, el mayor aceptaba la voluntad de la pequeña a la que separó de su papi. Con esos meses juntos, Viktor notó cierto encanto en Ely que reflejaba el de Yuuri y su mente dio un vuelco, dejando la rabia, el resentimiento y demás, como si fuera sólo un recuerdo vano. Se dio cuenta de las locuras cometidas y a la vez entendía que tenía un problema de ira que no podía controlar, pero no estaba dispuesto a cambiar nada en ese punto. Una doble personalidad también podría ser un problema en su persona y eso poco le importó, porque tenía otras cosas por las que ver en ese momento. Se puso la meta de conquistar a su pequeña hija, a sacarla de esa habitación en la que se encerraba y de la que sólo salía a alimentarse y eso con mala cara e ignorándolos a todos… aun en esa faceta su pequeña hija era adorable, por eso quería volverse un amigo, eso en un principio

 

 

—¿quieres ir a patinar?

—contigo no — era la respuesta inmediata de la pequeña, la cual mostraba su ceño levemente fruncido y se negaba a mirar a Viktor

—vamos Ely — sonreía. Le divertía cada expresión que su pequeña podía mostrarle — soy tu padre… quiero empezar de nuevo

—devuélveme a Japón — exigía mirándolo con las mejillas infladas

—claro que no — objetaba de la misma forma infantil que su hija mostraba — pide otra cosa

—entonces no quiero nada más — decía y seguía comiendo alguna otra cosa rara de Rusia, pero pocos segundos después se daba cuenta de que podía pedir algo — tal vez… quiero acceso a internet sin restricciones de páginas — miró a Viktor con decisión, pues cada que intentaba acceder a una red social o videos, su computador personal le mostraba que esas páginas estaban bloqueadas. Fue horrible descubrirlo en sus primeros intentos por hablar con su familia en Japón

—para que te comuniques con el omega — Irina entonces hablaba con rabia — claro que no, jovencita

—Irina —Ely aprendió a tratar a la madre de Viktor sin tacto ni respeto, la propia Irina se lo ganó a pulso — qué mal carácter te traes. Si sigues así, te saldrán más arrugas y parecerás pasa — Ely no supo cómo podía decir tantas cosas así, en su hogar jamás le faltó el respeto a nadie, pero ahora no podía controlarse. Tal vez su pequeño corazón y mente se mentalizaron a siempre estar a la defensiva con esa familia

—Ely — regañaba Viktor con la voz seria, pero le daba gracia aquello. La mujercita de sus ojos tenía un carácter insoportable a veces y su madre era el objetivo de todos esos comentarios con mala intención — basta, estamos en la mesa

—¿sabes lo que aprendí de Yurio mientras me enseñaba a patinar en Japón? — sonreía la pequeña sin mostrar mala intensión y cuando los rusos le pusieron atención, su sonrisa se borró — esto — tomó el plano y lo arrojó hasta el otro extremo de la mesa — gracias por la comida extraña — Se levantó con calma y se encaminó a su cuarto, azotando la puerta lo más fuerte que pudo cuando la cerró

—dios — Irina apretaba los puños con enfado, esa actitud la dejó helada — ¡controla a esa niña, Viktor! — se quejaba la mujer — no sabía que era así

—está enfadada, eso es todo

—eres su padre, ponle orden — regañaba con postura firme

—lo intentaré — suspiraba el dueño de aquellos ojos azules oceánicos mientras dejaba todo de lado. Tenía que ver como apaciguar a la fierecilla que tenía por hija

 

 

Elizabeth, en su cuarto, se reía bajito por su pequeña travesura, jamás pensó en aplicar una acción así. Yurio le había dicho que cuando alguien no le caía bien, simplemente tenía que fastidiarlo, ya que eso hacia él cuando era adolecente, y que siendo pocos los años vividos de una persona, era un comportamiento justificable. Ella hacía eso por mera diversión, venganza sería la palabra adecuada, pero no quería usarla porque sonaba demasiado mal. Elizabeth no era una mala niña en clase, con sus compañeros, tampoco era mal educada con sus vecinos, pero con ese par de rusos, quienes la sacaron de su país natal y la tenían sin conexión al mundo, las cosas eran diferentes.

Lo tomó como un juego, porque le prometió a su papi ser buena chica, pero no podía simplemente dejar que Irina o Viktor la manipulasen. Ella era buena con quien ella quería y era mala con quien ella creía que estaba actuando correctamente. Pero entonces le llegaba la soledad, el dolor y la añoranza. Ely extrañaba su casa, su cuarto, su familia, extrañaba todo y reclamaba en pucheros porque su papi no venía por ella. Había estado escuchando detrás de las puertas, escondiéndose para que así los mayores no se callaran nada y su recompensa fue enterarse de lo sucedido en Japón. Viktor e Irina ganaron la custodia y su papi no pudo hacer nada, fue doloroso saber que peleaban por ella desde hace mucho tiempo.

En esos dos meses, la infante de cabellos platas aprendió que la vida era difícil y que la pequeña burbuja en donde creció, ya no estaba, así que su mente infantil se desvaneció poquito a poco, aún seguía en ese proceso y de alguna forma debía sostenerse. Ely sabía que había una sola cosa que le permitiría quitarse el dolor del pecho y era el hielo. Patinar, reír mientras seguía su sueño, tal y como su papi dijo. Sólo por eso, cuando Viktor intentó de nuevo acercarse y le ofreció enseñarle a patinar, ella aceptó fingiendo que era una tarea tediosa, pero lo hizo… tal vez se le pegó las mañas de su rubio sensei… pero si así podía hacer rabiar a Irina, lo haría

 

 

—vamos Ely. Tú puedes — destellaba en emoción mientras la veía deslizarse. Viktor se sentía un triunfador nato cuando logró forjar un tiempo de “paz” con su hija

—si — Ely no le ponía mucha atención a Viktor. Sólo se fijaba en las líneas que ella forzaba en en el hielo y en los recuerdos que este le traía

—puedes hacer un salto si quieres, así veré qué falla tienes al realizarlo

—ahora voy — decía mientras admiraba su reflejo en aquella pista y recordaba cuando su papi la cargaba en un levante improvisado. Esos eran algunos de sus mejores recuerdos

—¿te pasa algo? — al ver que su hija no se movía de su lugar, se acercó hasta palmearle la cabecita y vio una pequeña lágrima surgir de esos hermosos ojos otoñales — Ely… cariño

—no me toques — decía en voz bajita mientras volvía a deslizarse por allí y de paso se limpiaba la lágrima traicionera que dejó escapar — veamos… ¿así? — sacudía su cabeza un poquito para no mostrar debilidad, no le daría el gusto a nadie. Se concentraba en su movimiento, elevando uno de sus pies y deslizándose sobre el otro

—¿cuándo dejarás de tratarme así? — suspiraba al verla de esa forma. Una combinación entre rencorosa y melancólica

—cuando me regreses con mi papi — su actitud cortante no se esfumaba mientras volvía a dar un leve giro intentando no caerse y concentrarse

—no irás jamás — podía enfadarse y gritar, pero no lo hacía, porque su hijita no merecía aquello — no insistas, Elizabeth — tenía mucha paciencia con ella, porque era su preciada joya y siempre lo sería

—entonces así te trataré siempre, Viktor

—soy tu padre

—al único padre que conozco es… — se calló un momento. No quería ponerse melancólica — quiero otro entrenador —exigió de pronto mientras se dirigía a la salida de la pista — tú eres muy osco y no quiero que me enseñes

—nuestra convivencia te facilitará acostumbrarte a mí e incluso a la cultura — insistía, pero solo veía la espalda de su pequeña mientras se alejaba

 

 

Ely no respondía, no quería. Si Viktor insistía en ello, ella simplemente se negaba… porque dolía. Ver al ruso era recordar que un extraño la separó de su familia amada, era recriminarse por haber tomado la mano de Irina y haber confiado en esa mujer. Elizabeth se arrepentía cada día de su vida por haber pedido hablar con su otro padre biológico. En ocasiones se odiaba ella misma porque por su causa su papi lloró amargamente muchas veces, por su pedido egoísta ahora estaba cursando esa vida. Ely entendió que las lágrimas que vio en la carita de su papi antes de despedirse en el aeropuerto, eran de desesperación y que la nota que leyó a través del cristal era una despedida… odiaba haber sido tan ingenua y prometió no volver a serlo

Le gustaba el hielo y quería pensar que, si se concentraba en eso, su vida podría ser un poquito más alegre, por eso Ely se enfrascó en esa actividad. Cuando al fin podía darse a entender con un ruso horrendo mezclado con un inglés básico, charlaba con las niñas que sabían inglés en su salón y se forjaba una infancia alegre sin soledad, pero después de la escuela empezaba su etapa más divertida del día. Despedirse no le costaba y se iba por allí, sin rumbo fijo, aún con riesgo de perderse, pero siempre lograba encontrar el camino a la pista de hielo. Aquel lugar era su santuario de libre ingreso, pues debido a que Viktor habló con los que administraban el lugar, ella podía entrar cuando lo desease. Encontró su escapatoria perfecta, algo que le librara de ir a casa a ver la cara amargada de su “abuela”, la misma que siempre le reclamaba por sus ojos de color tan común. Ely odiaba escucharla, porque cuando ella se veía al espejo era lo que más amaba. Sus ojos eran el rasgo que le unía un poquito con su padre japonés y adoraba eso.

Esa rutina la repitió por un mes entero, sin descanso, asustando de muerte a Irina porque Ely jamás avisaba sus planes vespertinos y escuchando el regaño de Viktor por salir sola. Aun así, nadie podía quitarle a la pequeña la inmensa felicidad, porque al final del mes y con una sonrisa enorme, ella demostraba que ya podía hacer un salto digno. Cuando hizo su primer simple Axel se reía como una niña de cuatro años con muñeca nueva, fue allí donde Viktor al menos hizo algo bien en esa vida. El ruso llevó a su hija a una clase especializada de ballet, cosa que Ely adoraba practicar desde que era pequeña. Seguramente Viktor ya pensaba en el futuro deportivo de su hija, pero Ely sólo sabía que gastaba tiempo en actividades que la llevaban a un mundo de ensueños. Poco a poco las sonrisas de Elizabeth crecían y aunque no iban dirigidas a sus “familiares”, al menos, de lejos, Viktor podía disfrutarlas y aplaudirlas

 

 

—mocosa — ese susurro molestó a la niña que usaba un tutú por puro capricho de su maestra, pues la adoraba —¡mocosa!

—¡te voy a…! — decía con furia tratando de localizar esa voz. Ely ya fruncía su ceño y tenía intensión de decir algo para defenderse. Eso hasta que se dio cuenta de unos cabellos rubios cerca de la puerta — no puede ser — susurró y su mirada brilló de inmediato. Se fijó en que nadie la notara y fue a curiosear… porque… ¿era él, en verdad? — ¡gatito! — decía divertida antes de lanzarse a los brazos ajenos, pues ese sujeto era simplemente “reconocible”

—maldición — se quejó cuando logró agarrarla — estás más pesada, ¿qué has comido?

—¡oye! — reclamaba con un puchero, pero de inmediato sonreía como cuando era feliz en Japón

—no hay tiempo. Seguro que tu padre me encuentra — Yuri hablaba con el mismo tono retador de siempre y con simpleza jaló a la niña para que salieran de ese lugar

—¿a dónde vamos? — dio un saltito emocionado mientras caminaban aprisa, pues si Yurio estaba ahí, al menos tenía a alguien a quien molestar y eso era divertido

—¿A dónde más? — bufó finiendo enfado y de refilón vio a la niña que, aunque no lo iba a decir en voz alta, le agradaba — Yuuri se está muriendo sin verte

—papi— dijo con ilusión al mismo tiempo que se colgaba del brazo ajeno — ¡¿Dónde? ¡¿DÓNDE!

—callada mocosa o el plan se arruinará — tuvo que cubrirle la boca a la emocionada infante — y créeme que no será bonito

—¡vamos, vamos! — suplicaba. Le bastó con escuchar “Yuuri” para imaginarse qué pasaría dentro de poco y no podía estar más feliz

 

 

Elizabeth ni siquiera escuchó toda la explicación de Yurio y se adelantó al ruso, quien era el vigilante para que nadie indeseado les cortara el camino. Corrió por el pasillo, bajó escaleras y salió a la calle con apuro, buscando a ese alguien que anhelaba tanto ver. Cuando lo localizó, corrió sin importarle su vestimenta y se lanzó a los brazos del azabache japonés que tenía puesto una gorrita que cubría sus cabellos negros como la noche sin luna. Las palabras no fueron dichas, puesto que las lágrimas de ambos salían sin impedimentos debido a la emoción. Los besos, las caricias, los te quiero, todo fue al apuro y Yuuri ni siquiera se fijaba en su alrededor, porque… al fin tenía a su hija en brazos

 

 

—mi niña — sollozaba quedito mientras le besaba las mejillas — te extrañé tanto — apretaba su abrazo mientras dejaba a Ely en el suelo y él se inclinaba un poco para estar a la altura de su pequeña

—papi — soltó el aire contenido y sus lágrimas brillaron en sus mejillas — me siento tan sola sin ti — decía con la voz quebrada, aferrándose a Yuuri — ¿vienes a llevarme contigo? — casi suplicaba una afirmativa

—claro que si — Yuuri hablaba con ilusión mientras empezaba a dar vueltas con su pequeña hija. Yurio vigilaba de lejos, le había costado mucho llegar a ese punto, así que debía valer la pena — te llevaré a casa — pero eso era exagerar

—¡estás loco! — Yurio escuchó eso y golpeó la cabeza del azabache japonés — si haces eso, serás tachado como criminal. ¡Joder!... ¡piensa un poco! — trataba de no elevar la voz, pero era difícil si Yuuri decía tales estupideces

—¡quiero ir con mi papi!

—y yo me la quiero llevar — reclamaban en conjunto mientras aun lloraban por la emoción y el reencuentro — es mi hija, Yurio

—lo repetiré, katsudon, ¡estás loco!

—sabía que esto iba a pasar — reconocible, serena, altiva voz que hizo que la emoción del reencuentro se terminada y todos giraran hacia su origen — Elizabeth no irá contigo… Yuuri Katsuki  

—Irina — susurró Yuuri al hacer contacto con esa mirada penetrante. Instintivamente retrocedió con su hija detrás de él — ustedes me quitaron a mi hija — acusó sin temor alguno

—tenemos la custodia completa. Estás infringiendo una ley — su expresión rencorosa era ya común

—pues me vale un comino sus leyes. Quiero ir con mi papi… así que mejor aléjate, Irina — Ely se aferraba a la cintura del azabache y enfrentaba la mirada desafiante de la rusa

—calma, Ely — decía Yuuri — no te rebajes. Compórtate como siempre — le semi regañaba

—pero ella… está bien — se quejaba Ely. Ella sabía que no podía desobedecer a su papi

—ellos son — pero claro, una mujer sin escrúpulos no se quedaría sin hacer algo en contra de su “enemigo”.

 

 

Dos hombres aparecieron entonces, uniformados, altos, fornidos, intimidantes e Irina los comandaba. Por más que esos dos se amaran, por más que quisieran estar juntos, por más que llevaran la misma sangre, algo les impedía estar juntos como la familia que eran. Yuuri fue forzado a soltar a Ely, los hombres lo tomaron de ambos brazos y lo arrastraron a una distancia prudente. Yurio en seguida enfrentó a uno de ellos, usando su fuerza para que soltara al japonés, pues no permitiría que lo dañasen y mucho menos frente a Elizabeth. Irina tomó a la niña del brazo antes de que la pequeña se lanzara a defender al japonés, lo hizo con la suficiente fuerza para que no se le escapara. Lo demás se vio lleno de gritos, intentos de escape, cosas sin sentido, para que al final solo se escuchara algo antes de que los policías arrestaran a Yuuri

 

 

—Te prometo que estaré allí, Ely. Como sea te miraré… como sea me tendrás en tu vida — decía mientras luchaba porque ese par de uniformados no se lo llevaran a dios sabe donde

—¡papi! — seguía intentando soltarse del agarre de la rusa, pero ella incluso la abrazó por la espalda para que dejase de protestar — ¡no se lo lleven! ¡suéltame Irina!

—joder, ¡he dicho que tiene papeles! — Yurio aun forcejeaba con uno de esos tipos, era una lástima que uno más se hubiese unido a ese pleito y Yuuri no lograse zafarse de sus custodios — ¡es invitado mío! ¡Me hago responsable de sus actos! — se quejaba Yurio tratando con uno de los oficiales

—¡Ely! ¡Cumple tu sueño, Ely! — Yuuri estaba consciente de que algo así pasaría, aun así, quiso arriesgarse y valió la pena, porque al menos logró estar con su hija un momento — ¡yo te apoyaré, hija mía! — de nuevo estaba despidiéndose con apuro. Expresando el amor que tenía por su pequeña en frases improvisadas de momento — te amo Elizabeth y siempre estaré orgulloso de ti

—¡papi! — empezaba a llorar de nuevo — Irina… haz que lo dejen libre — suplicó como última opción, pues veía las esposas en las muñecas de su papi

—como sea… como sea te volveré a ver, Ely — decía Yuuri antes de ver a una figura varonil llegar al lugar e impresionarse al reconocer la escena  

—¡Viktor! ¡Haz que dejen a mi papi! — exigía la pequeña cuando alguien se posó junto a ella — ¡Viktor! — seguía pataleando para que la soltaran, pero el mayor hizo caso omiso a su pedido

 

 

Viktor no se inmutó cuando veía a los uniformados arrastrar a Yuuri. Fingió no haber visto las esposas, ni a Yurio, quien intentaba que soltaran al japonés. No sonrió o emitió palabra alguna, se quedó con esa expresión serena y desinteresada. Irina dio una rápida explicación acerca de lo sucedido mientras cedía la custodia de Elizabeth. Viktor tomó a su hija, quien seguía reclamándole cosas, la ignoró y la cargó en brazos. Se la llevó lejos del lugar, porque un espectáculo público de ese tipo era simplemente intolerable… mucho más si es que un japonés se involucraba en ello. Irina fue la única que se quedó sonriendo mientras veía que el omega era metido a una patrulla y el rubio intentaba que el auto no arrancara. Esa mujer ya había previsto aquello y era por eso que tenía informantes en ciertos sectores específicos, aeropuertos esencialmente

Ese hecho se seguiría repitiendo con varianzas estratégicas. Yurio era el principal colaborador en aquello. Jugaban a pactos con amigos, planes sacados de lo más recóndito de la mente de las trillizas, cosas sin sentido, pero que hasta cierto punto funcionaron. Después de todo, de alguna forma Yuuri debía volver a ver a su hija, aunque sea un pequeño momento. Cada esfuerzo lo valía si al menos podía abrazar a su retoño y decirle cuanto la amaba, cuanto todos en Hasetsu lo hacían  

 

 

Veces…

 

 

No importaba lo que tuviera que hacer, Yuuri lograba al menos contactarse con su pequeña hija. Al principio intentó acercarse a Ely al viajar a Rusia, Yurio le facilitó siempre los pasajes correspondientes, ese rubio se ganó un pedacito de cielo con aquella acción desinteresada. Yuuri estuvo en celdas varias veces en los siguientes dos meses, hasta el punto en que fue deportado después de la orden judicial que Irina le impuso, declarándolo una amenaza para Ely. Así empezaba el martirio del japonés y de la lucha incesante por ver a Elizabeth de cualquier forma, al menos para decirle que la extrañaba y que fuera fuerte porque de alguna forma encontrarían una solución.

A Yuuri se le negó el permiso para visitar Rusia, pues fue declarado persona no grata y hasta sonaba gracioso porque Irina se lo gritó en alguna ocasión. Sus intentos quedaron en la nada en cierto punto y se desesperaba, pero tenía a un rubio que se quedó con él, empujándolo para que no se rindiera y buscara alguna forma de acercarse a Elizabeth. Yurio no era el único en esa labor, pues detrás de las rejas también había otra persona apoyando al azabache para que soportara y siguiera en su lucha. La familia también tenía algunas ideas de como contactarse con la pequeña princesa del hogar. Llamadas cruzadas, hackeo de cuentas, de nuevo intentar apelar a la sentencia del caso, era siempre la creatividad en apogeo. Algunas cosas fueron probadas poco a poco y con el pasar de los meses daban resultados o a veces no había nada más que una insufrible espera sin respuestas

 

 

—lo que tenemos que hacer ahora es simple — sonreía Lutz mientras se acomodaba los lentes falsos que la caracterizaban cuando pensaba en otra estrategia

—vamos — suspiraba Yuko — llevamos más de nueve meses intentando comunicarnos vía oral o escrita. Hay que probar la otra alternativa

—ni siquiera en su cumpleaños número nueve logramos hacer contacto — suspiraba Mari mientras veía a Yuuri sentado en la esquina de la mesa, con la expresión serena, pero la mirada dolida — tenemos que buscar otra forma

—no te preocupes, Yuuri — decía Hiroko palmeando la espalda de su hijo — Ely jamás te recriminaría eso. Ella es una niña sabia, sabe que no te dejan acercarte y por eso no lograste estar con ella en ese día

—lo sé, oka-san — sonrió débilmente — y aun así quiero al menos estar con ella en las fechas importantes

—no te deprimas — se quejaba Loop mientras se acomodaba el cabello largo que la caracterizaba y diferenciaba de sus hermanas — ya verás que podemos arreglarlo — sonrió con comprensión, mostrando esa amabilidad y belleza heredada de Yuko. La transformación de esas niñas a unas adolescentes maduras, había sorprendido a todos

—sabes… no fuimos muy obvios antes — Axel revisaba su celular — Ely no puede estar desconectada del mundo por siempre. En algún momento aparecerá. La he buscado y no logro hallarla, pero supongo que es porque está hablando y escribiendo ruso. Si es así, no tengo ni la menor idea de cómo contactarla — sonreía con sutileza — pero la he buscado en las plataformas del idioma inglés. Ella sabrá que es la única forma de contactarnos sin ser demasiado obvios

—es verdad. Si usa el japonés será descubierta con facilidad, pero si lo hace en ingles será más sutil — sonreía Lutz mientras sacaba algo de su mochila — es por eso que hay que regresar a nuestras bases… señores… hay que volver a gatear — dictaminaba

—¿a qué te refieres? — Yuuri miraba a las niñas, que en esos años habían sido como las investigadoras privadas de los Katsuki. Ellas reían cómplices mientras mostraban tres cámaras diferentes, regalos en sus diferentes cumpleaños — oh… te refieres a volver a los videos en internet

—EXACTO — se rieron en conjunto — ya lo hemos hecho antes y a pesar de que Ely parecía no contactar, pudo ser porque no eran videos demasiado populares. Así que ahora los haremos de una forma que se vuelvan la noticia del momento. Así como hicimos para llamar a Viktor una vez, podemos hacerlo para que Ely te vea virtualmente

—¿no creen que será predecible y harán todo para censurar el video para Ely? — Yuuri suspiraba cansado, cada vez perdía más fuerzas y eso no era agradable 

—nada cuesta intentar. Claro que seguiremos con lo de las cartas y esas cosas, pero obviamente también seguiremos intentando con los videos. No te desanimes Yuuri — sonrió Axel

—está bien — apretó sus puños — ¿cómo lo haremos entonces?

—¡esa es la actitud! — apoyaba Loop

—toca para Ely. El arpa, la flauta, el shamisen, lo que tú quieras. Nosotras grabaremos y editaremos todo para que quede lo más llamativo posible — sonreía Lutz mientras ya armaba miles de composiciones en su cabecita — te haremos brillar y tú sólo tienes que tocar

—al final de cada video le dejaremos un mensaje a Ely. Uno pequeño en los créditos del autor y en los comentarios. Así sabrá que iban dedicadas para ella. Los videos en internet son eternos, así que alguna vez Ely podrá verlos y saber que jamás dejamos de pensar en ella — Axel sonreía con ternura en complicidad con sus hermanas

—entonces… debo practicar — esas pocas palabras encendieron los ánimos de los demás, pues Yuuri aún no se rendía

 

 

Las trillizas tenían razón, más le valía al menos intentar aquello. Dejar registros de sus memorias sonaba lo más parecido a un diario o a un blog, pero que perduraría en la memoria de muchos, después de todo, las imágenes se quedaban mejor grabadas en las memorias. Cada video sería como un diario visual, le dedicaría cada melodía a Ely y esperaba que en algún momento su pequeña hija le respondiera. Dejaría sus sentimientos plasmados en la melodía, usaría el método de Tadashi para conquistar al público y esperaba que todo saliese bien

Si lo pensaba, Naya hacía algo parecido usando el medio virtual para dejar al descubierto todas sus investigaciones, protestas, opiniones… incluso, Yuuri llegó a saber que Naya peleó con un ministro o algo por el estilo, mediante post en una red social. Yuuri se había reído al enterarse, pero, aunque le dijera a la reportera que dejara esa pelea que solo la estaba hundiendo más, ella se negaba… y su voluntad era admirable. «No estoy aquí para callarme ante cualquier simple amenaza. Soy libre de expresarme. Soy libre de exigir la justicia que fue negada a quien en verdad la necesitaba y vendida al mejor postor. Soy reportera, Yuuri. Ya he pasado por cosas peores que una simple censura». El japonés tomó fuerzas al escuchar aquellas palabras en una plática, él también debía ser fuerte y seguir luchando a pesar de las adversidades

Yuuri no había dejado de tocar la flauta traversa, practicaba al menos unos treinta minutos al día a pesar de los terribles tiempos que pasaba. Lo hacía porque recordaba que a su pequeña le gustaba cada melodía salida de su flauta, también lo hacía porque de esa forma podía sentir que Tadashi estaba cerca de él mediante las rutinas que, con paciencia, fueron enseñadas. El azabache seguía luchando por no desmoronarse, por ganar las fuerzas que parecían abandonarlo cuando las cosas salían mal y se aferraba a cualquier cosa para lograr su objetivo. Las visitas a aquella prisión, las llamadas de Yurio en la noche, ayudar en las ideas de las trillizas, platicar con Yuko, el trabajo y el cuidado de sus padres, quienes debido a la preocupación habían estado envejeciendo más, todo eso lo mantenía firme y a la vez distraído de la pena que diariamente lo atacaba

 

 

—vamos — sonreían las trillizas que jalaban a Yuuri fuera de Yu-topia — tenemos que aprovechar el lindo cielo despejado

—esperen, me olvido mis lentes

—sin lentes te ves mejor. El video será más hermoso si no los usas

—no puedo ver sin ellos — se quejaba, pero las muchachas no lo soltaron

—por hoy seremos tus guías

—eso me suena a que me caeré — sonreía divertido por el bufido de las trillizas. Así que se resignaba a sostener su instrumento y seguirles el paso. Con ellas como directoras, los videos tal vez se harían populares en poco tiempo

 

 

En esos meses muchas cosas sucedieron y Yuuri sonreía sinceramente de nuevo, porque no podía permitirse detener el mundo solo por su problema. Tenía una herida profunda, pero Yuuri debía seguir y para eso se vio obligado a dejar todos los malos recuerdos previos a su despedida de Ely. ¿Traumas? Ya no había ninguno en su vida, porque el perder a una hija era mucho más doloroso que cualquier otra cosa que le hubiesen hecho y apaciguaba cualquier otra laceración en su alma, para centrarse solo en la puñalada que no se cerraría sino hasta tener a Ely entre sus brazos. Ahora se atrevía a disfrutar cada pequeño acontecimiento grato a su alrededor, lo hacía sin sentir culpa, porque sabía que estaba dando lo mejor de sí en todo momento y se merecía al menos sonreír por la felicidad ajena… y la propia. Porque una estrella puede nacer en cualquier momento e iluminar su cielo, pero las demás seguirán siempre titilando y formando una hermosa constelación que debía disfrutar

Presenció la boda de su hermana, el nacimiento de una nueva familia, festejó cada cumpleaños como siempre, apoyó locura de las trillizas, admiró el cómo Yurio se recuperaba con rapidez para volver a dar pelea. Yuuri incluso celebró el cumpleaños de Ely con un pastel que él mismo hizo, porque al menos quería imaginarse que pronto su hijita llegaría por esa puerta. Demostraba que su fortaleza era ilimitada y que su amor de padre era inquebrantable

El rubio ruso se había quedado un buen tiempo en Japón, en un principio para recuperarse de su brazo roto, pero después simplemente lo hizo para apoyar al japonés. Con la pérdida de la temporada en el patinaje, el ruso tenía tiempo libre, así que era el cómplice en todas las travesuras de las trillizas y en las oportunidades de Yuuri para viajar a Rusia mientras esa opción estuvo disponible y después de aquello de todas formas seguía viajando de Hatestsu a San Petersburgo. La vida libertina de aquel muchacho llegó un punto en donde fue obligado a regresar a Rusia permanentemente o perdería muchas oportunidades. Fue el propio Yuuri quien empujó a Yurio abandonar el país asiático.

Yuuri estaba agradecido infinitamente por el apoyo recibido, pero cada quien debía tener su propia vida, por eso y con amabilidad, echó al ruso del onsen. Yurio aun así se decidió seguir apoyándolo y prometió que, como fuera, intentaría al menos acercarse a Ely en Rusia y le daría algún mensaje. Esa fue su intención, por eso se pasó analizando de lejos la rutina de la pequeña hija de Yuuri y llegó a volverse un experto en encontrar oportunidades para charlar con la “mocosa”, pero Viktor simplemente parecía adivinar sus movimientos. El viejo era como una plaga que impedía los encuentros de Yurio y Ely, los mensajes ocasionalmente no eran transmitidos y era frustrante, porque demostraba que la pequeña luz de los Katsuki estaba siendo recluida lejos de todos los que amaba.

La única noticia que le llegaba a Yuuri por parte de Yurio, era que su pequeña iba a una escuela de categoría y era buena chica. Estudiosa, amistosa y amable, esa era la Ely que crió y estaba feliz de que siguiera así. En las tardes su pequeña iba a patinar o a clases de ballet, eso era la poco que Yurio logró conseguir antes de ser descubierto. Yuuri se sentía feliz, porque su pequeña niña estaba esforzándose para no dejar sus sueños a pesar de todo lo que estaban pasando, le enorgullecía tener una hija como Ely. No sabía cómo era la relación mantenida entre Ely y los Nikiforov, pero rogaba porque no fuera una de aquellas en donde la convivencia es nefasta, tanto como para no tener paz… Lo único que quería Yuuri era que su niña viviera feliz y cómoda, incluso si eso fuera lejos de él

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Mi niña pequeñita se me está desmoronando… es triste… no tanto porque no dejará de luchar y hacerle la vida de cuadritos a Irina XD

Bueno, dejo esto aquí antes de irme a estudiar. Deseadme suerte porque mañana tengo dos exámenes y la verdad me da pereza ponerme a leer lo que toca… ni modo. Esta ficker se despide con besos y abrazos~

Muchas gracias por seguir sobreviviendo

Nos veremos~


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