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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Si es que hay sobrevivientes, espero que disfruten de este capítulo~

Besitos~

 

 

 

 

Elizabeth se hallaba sentada frente a la camilla del muchachito de nombre Orel, esperaba con paciencia a que Viktor volviese con los padres del más joven y mientras tanto ella platicaba con aquel azabache. Los supresores habían surtido efecto, la conciencia del muchachito estaba de vuelta y mostraba que, detrás de esa desesperación, había una bonita sonrisa llena de gratitud. Se reían cuando Ely soltaba una broma, ambos evitando el tema que los unió en ese día, siempre vigilados por los farmacéuticos porque un alfa y un omega en celo juntos, no era algo que podían tomar a la ligera. Ely agradeció ese gesto por parte de los betas, así tenía esperanzas de que la sociedad cumplía la función de proteger a los omegas que en esa época eran frágiles.

Cada uno de los jovencitos tenía su propio demonio interno, llamado culpa y vergüenza, así que era preferible fingir que nada raro pasó. Elizabeth miraba aquellos bonitos ojos verdes brillar cuando Orel contaba cosas sobre su familia, ella simplemente seguía la plática con experiencias del patinaje para no aburrir al pequeño

 

 

—¿Puedo preguntar algo, Elizabeth?

—Dime sólo Ely, ya te lo dije — protesta con un puchero — y pregunta, soy toda oídos — pero muestra seriedad porque presiente lo que el jovencito quiere saber

—¿Por qué no…? ¿Por qué no me atacaste cuando mi calor llegó?

—bueno — la jovencita dio una vueltita en aquella silla giratoria que le dieron para que esperara. Quería mil veces borrar el recuerdo de las reacciones de su cuerpo, así que se obligó a sonreír y contestar con calma — dime, ¿tienes novia o novio?

—no — esas mejillas se tornaron más rojas de lo que estaban y a Elizabeth le pareció algo tierno

—¿alguien que ames?

—¿no es lo mismo? — Ely negó con una sonrisa — entonces… no

—tampoco yo — jugó con su bufanda mientras recordaba algo sobre un rubio altanero — no tengo a nadie especial — sonrió forzosamente recordando que el amor que le ofreció a Yurio fue tomado como una broma y al final ella misma terminó desistiendo en demostrar sus sinceras intensiones. Amar y no ser correspondido era… doloroso… y prefería evitarlo, pues de nada servía insistir en un imposible

—¿y eso que tiene que ver? — Ely volvió en sí al escuchar al más joven

—Orel… te contaré algo, pero será nuestro secreto, ¿está bien? — lo vio asentir y sonrió — mi papi es una persona hermosa, llena de vida, fuerte, decidida. Mi papá es risueño, soñador, despistado, pero amable, dulce y protector

—suena muy bonito

—¿quieres saber cómo se conocieron? — Orel asintió y ella siguió — mi papi no siempre fue fuerte, ¿sabes? Alguien le hizo mucho daño, lo hizo llorar, pero después llegó mi papá y lo hizo sonreír de nuevo… ahora te haré una pregunta — se acomodó frente a Orel y con amabilidad le acomodó el cabello — mi papi o mi papá… ¿cuál de los dos crees que es omega?

—tu papi — respondió con seguridad sonriendo ante la caricia en su mejilla. Orel sentía claramente que esa muchacha intentaba reconfortarlo, después de todo habían pasado un buen rato esperando y sus padres no llegaban — y tu papá debe ser un alfa muy protector

—no — sonrió divertida pues siempre le respondían aquello, pero a Orel sería al primero que lo corregiría — mi papá… es un beta

—¿en serio? — el jovencito elevó sus cejas con asombro. Ely asintió dos veces en una acción infantil que a veces mostraba — pero el hombre de cabello igual al tuyo es alfa… es imposible que tu papá sea beta

—Viktor — sonrió mientras apuntaba a la puerta — el alfa que viste hace rato es mi progenitor, mas es quien causó desdicha de mi papi. Ellos eran destinados, se unieron en un lazo y estaban destinados a ser felices. Ese final feliz es el que todos predicen, ¿no?... pero no siempre lo que dicen los demás es lo correcto

—entonces — sus labios se separaron para emitir algo, pero al parecer cambió de opinión — no entiendo

—… — Elizabeth cubrió su boca con una de sus manos para tratar de ocultar la risita divertida que le nació al ver la confusión ajena — quiero decir que no siempre un alfa y un omega se aman sólo por ser lo que son, por ser de esa clase de personas especiales. Tampoco un lazo los obliga a estar juntos — sus ojos conectaron con los de color verde y redujo su tono de voz como si estuviera a punto de rebelar un secreto enorme — Eso de alfa y omega que comparten una sola alma que está destinada a reencontrarse y formar una sola nuevamente, sólo son mentiras que todos nos hacen creer

—¿entonces no me quisiste macar porque soy un omega? — la decepción del más joven se mostró en un leve brillo en la comisura de esos ojos, como si fuese a llorar

—tontito — dijo con cariño revolviéndole los cabellos — lo que trato de decir es que tú debes estar solamente con la persona que amas, no importa si es beta, alfa u omega. Lo que interesa es que esa persona te corresponda y te haga feliz

—entiendo — sonrió, pero aun así jugaba con sus dedos

—yo busco a una persona a la que amar y que me ame. — recompuso su semblante y volvió a mostrarse alegre, llena de energía e infantil — No voy marcando a cualquier omega desconocido que se me cruce en el camino. Eso es horrible y cruel

—yo tenía miedo de que eso me pasara… yo no quería ser marcado por alguien a quien no conozco — confesó con lágrimas en los ojos y Ely se acercó su lado para abrazarlo. De ella nacía un instinto protector heredado de su padre japonés y cultivado por su daddy amado

—entonces desde ahora me prometerás que te cuidarás mucho en tus épocas de calor. Llevarás supresores e inhibidores en tus bolsillos y sólo dejarás que te toque la persona que amas  

—lo haré — Orel se dejó mimar por la muchacha, sintiéndose protegido y feliz de haber conocido a alguien tan noble

—ambos debemos buscar el amor real y no sólo uno aparente y fantasioso, ¿está bien? — el menor asintió y ella restregó su mejilla con la ajena. Orel era tierno, le recordaba a Hiro, su hermano — yo no obligaría a nadie a corresponderme y tú no debes dejar que nadie te obligue a hacerlo

—gracias por ayudarme — su voz era temblorosa debido a que estaba aguantando su llanto

—gracias a ti por bajarme de mis nubes

—yo no… hice nada

—me demostraste que aún tengo mucho que aprender, Orel… soy muy joven, así que no pude encontrarte más pronto o evitar a los alfas. Aún me queda mucho por aprender y sé que apenas estoy empezando a conocer la vida

—gracias… Elizabeth

—de nada — sonrió separándose del niño cuando vio a dos personas entrar con prisa — ahora no llores, porque tus padres están aquí — susurró quitando con su pulgar la lágrima que se le escapó al pequeño

—hijo — una madre que dolida se acercó con apuro, temerosa por la escena que acababa de ver y miró con desesperación a esa niña junto a su hijo — ¿estás bien?

—Mamá… — fue lo único que dijo antes de que su madre lo abrazara con fuerza

—me retiro entonces — Elizabeth sonrió con ternura hacia Orel e ignoró las miradas dolidas que le dirigieron aquel par de adultos. Ella sabía la mala idea que dio al estar abrazando a un omega indefenso, por eso los reverenció con respeto japonés y se retiró a paso calmado — no te separes de tus padres, pequeño, aún eres muy joven para correr peligros de este tipo — Elizabeth se encaminó a la salida, pero antes de que llegara escuchó una protesta susurrante

—¿lo marcaste? — un padre que reclamaba por la integridad de su hijo.  Ely no se ofendió por la acusación indirecta, sólo comprendió con la situación, el miedo de ese beta

—no señor… tampoco le he hecho algo malo. No se preocupe — sonrió con amabilidad  

—¿cómo es posible? — mira a esa niña con características semejantes al alfa que lo halló a él y a su esposa

—eso le pregunto yo —se rió suavecito — no todos los alfas somos unos desgraciados… pero le diré algo serio — entonces su mirada conectó con la del mayor y frunció su ceño — no vuelva a abandonar a su hijo simplemente por fijarse egoístamente en un perfume barato para una mujer ajena a la suya, obligando así a que una pelea se diera en medio de un lugar como este centro comercial y por eso se alejaran de su hijo con la tonta excusa de que buscara una cafetería donde tomar un chocolate

—¡cómo te atreves! — bajó la voz en esa discusión con la alfa joven

—huele a dos perfumes diferentes y su esposa no parece ser de las que cambian de fragancia con frecuencia — golpea el pecho de ese hombre con su dedo índice mientras se enfada más, pero sigue hablando en susurros — Además se notan las lágrimas de su esposa y la mano está roja por tal vez… una bofetada que impactó en su mejilla — gruñó indignada porque le tomó unos momentos deducir eso y por la mirada incrédula de ese hombre… acertó — tiene un hijo omega. Entienda que no puede dejarlo sólo cuando estaba cercano a su celo

—yo no sabía que su celo estaba llegando

—debió darles señales claras antes de que pasara, un celo no pasa de un día a otro — estaba demasiado molesta como para controlarse o pensar coherentemente

—soy un beta, no puedo olerlo

—es un padre, ¡debe buscar un método para protegerlo!

—eres una insolente

—Cuide a Orel, está muy asustado — terminó con aquello al ver que Orel la miraba de lejos

 

 

Elizabeth reverenció una vez más antes de salir de esa habitación, estaba muy molesta con todo el maldito mundo. Ver novelas le sirvió de algo en esa ocasión, pero a la vez era indignante saber que, cosas como esa, eran tan comunes que hasta se plasmaban en historias hipotéticas. Quería gritarles a todos que eran muy estúpidos por no apreciar a sus familias, ella daría todo por estar con la suya y no con el ruso de sonrisa acorazonada que la esperaba fuera de la farmacia. «Veo que te fue bien y regañaste a ese hombre. Tal vez así te dejen acercarte a Orel sin problemas» Elizabeth quería ahorcar a Viktor, pero decidió simplemente respirar hondo y ponerse a recordar dónde dejó su bolsita con su ropa anterior mientras caminaba por esos pasillos. Ese día debía acabar ya, pues no quería pasar por más cosas extrañas

 

 

—¡Elizabeth!

—oh, es ese pequeño — sonrió Viktor mientras saludaba con su mano al mencionado y a los padres que llegaban poco después

—¿Orel? — Elizabeth elevó una ceja al verlo correr hacia ella, pero al final sonrió — ¿olvidaste decirme algo? — se le hizo muy gracioso verlo respirar agitado al estar enfrente de ella, pues al fin podía notar la diferencia de alturas... quince centímetros

—yo… bueno

—respira, pequeño — rió divertida mientras se daba cuenta de que en verdad era alta en comparación a Orel — ya veo porqué pude cargarte sin dificultad… pequeño — recalcó admirando al azabache colorear sus mejillas levemente

—sabes que creceré, ¿verdad? — protestaba un poco cohibido al tener que levantar su cabeza para mirar a Elizabeth — seguro que soy más alto que tú después de unos años

—yo quisiera que te quedaras chiquito y apapachable — posaba sus manos en sus mejillas y ladeaba su cabeza levemente — como estás ahora eres perfecto

—bueno — el jovencito respiró hondo olvidándose de la vergüenza por la que estaba pasando — yo… quiero seguir en contacto contigo — habló despacio, cuidando de no tartamudear y mostrar seguridad

—¿eh? — Viktor miraba todo de cerca, le interesaba saber a qué tan profundo llegó su hijita en el corazón de ese muchachito — Ely… por qué no me dijiste que…

—¡Orel! — Elizabeth tomó la muñeca del muchacho — corre — no dijo más antes de salir huyendo con el muchacho a cuestas. Obviamente no quería que Viktor escuchase nada de eso, poco le importaba que la acusaran de “secuestradora” — rápido

—pero yo solo quería

—lo que me tengas que decir, será en privado. No quiero que Viktor se entrometa

 

 

Al final del día Elizabeth tenía en su celular el contacto de aquel muchachito, en conjunto con un mensaje simple que le deseaba un descanso agradable. Sonreía divertida al recordar la decisión en esa mirada y el sonrojo en esas mejillas, pero tenía que reconocer que Orel fue valiente y sincero. «Dijiste que debo encontrar a quien ame… creo que tú puedes ser la indicada. Quiero que seas tú esa persona en la que puedo confiar y compartir mi vida» esas palabras dichas con claridad hicieron que Elizabeth se sintiera dichosa, porque le hizo sentir fuerte, capaz de ser un “manto” protector para alguien más

 

 

—si puedo cuidar de Orel, tal vez pueda cuidar de papi — sonrió mientras tecleaba una respuesta más colorida, llena de caritas y con un “dulce sueños” al final

—buenas noches hija

—Viktor, sé que estabas escuchando — suspiraba mientras miraba la puerta — ¿quieres decirme algo?

—¿saldrás con ese chico?

—Orel es mi nuevo amigo y aunque te moleste no pienso perder contacto con él

—por mí está bien

—porque es omega — suspiró al ver la sonrisa de Viktor

—quiero que dejes esa loca idea de ser pareja de Yurio — su seriedad se mostraba en su postura: brazos cruzados, rostro serio, mirada desafiante

—Viktor — frunció su ceño y lo miró — a mi pareja… yo la escojo

—sólo pienso en tu futuro

—ese es mi problema — tomaba un cojín y lo lanzaba contra Viktor — ahora fuera. Ha sido un día largo y quiero descansar

—tienes mi permiso para salir con Orel, es un lindo omega y…

—buenas noches — con apuro se dirigió a la puerta y empujó a Viktor — no te voy a escuchar, Viktor — y sin más cerró la puerta. Odiaba que su entrenador actuara de ese modo

 

 

Francia

 

  

Pronto sería el día de la competencia en Francia, debía esforzarse en los entrenamientos y disfrutar de cada día. Esa era la idea primordial de aquella patinadora que, ante la prensa, era japonesa, pues Ely fue capaz de redundar tanto sobre su nacionalidad original que al final se volvió natural. La jovencita ahora era orgullosamente la hija de Yuuri Katsuki y Tadashi Osuma e incluso les dedicaría cada victoria que obtuviera… eso era la miel del panal de los periodistas

Habían pasado dos meses y medio desde la exhibición que se volvió noticia deportiva primordial en dos países lejanos. Dos meses y medio de batallas diarias entre Elizabeth e Irina. Dos meses y medio de quejas rusas que la menor de los Nikiforov había mandado al diablo incluso cuando la amenazaron con volverla a aislar del mundo. Elizabeth armó un escándalo cuando su red de internet se bloqueó, fueron tres días llenos de caos en esa casa y sólo finalizó cuando Elizabeth desapareció un día para encerrarse en un cibercafé con el dinero que extrajo de la cartera del propio Viktor. Cosas como esa se repitieron por días, hasta que Elizabeth amenazó con gritarle al primer periodista que viera, sobre aquellas prohibiciones que sufría desde niña. La ventaja de la jovencita era la adorada reputación de los Nikiforov, la misma que estaba cayéndose de poco en poco.

Nadie la iba a alejar de los Katsuki, se lo juró y por eso charlaba con ellos cada tarde si le era posible y los mantenía al tanto de todo lo que hacía. No le importaba lo que dijeran los demás, ella era japonesa, su familia no eran los Nikiforov y se acostumbró a repetir eso ante cualquiera que le preguntara, fueran prensa o no.

 

 

—¡Elizabeth, deja de comportarte así!

—Viktor — lo miraba con serenidad — esto recién empieza

—Te estoy dejando hablar con Yuuri — le costaba nombrarlo, pero por la rabia lo había dicho sin dudarlo — te devolví la libertad de usar las redes sociales

—Eso era tu deber conmigo — le retó con la mirada furiosa — ¡No soy tu prisionera!

—Lo entiendo, pero… ¿por qué me niegas como tu padre? — el dolor de su mirada opacaba el azul de sus ojos y acentuaba las arrugas en la comisura de los mismos — ¿por qué reniegas de nuestra familia? Pensé que ya superamos esa etapa

—Ustedes no son mi familia — refutaba apretando los dientes y empujando el primer sillón que vio — ¡te lo he dicho todos estos años! ¡Ustedes no son mi familia y nunca lo serán!

 —Te doy todo lo que necesitas y muchas cosas que deseas — sujetaba sus cabellos y los tiraba levemente mientras miraba a su hija — ¡¿QUÉ MÁS QUIERES DE MÍ?! — gritaba con desesperación mientras extendía sus manos hacia su hija. Temblaba levemente por la impotencia

—Que me devuelvas a mi casa — no dejó que la tocasen y se escapó de la sala — ¡QUIERO IRME A JAPÓN Y SER UNA KATSUKI! — huía a su cuarto donde al menos tenía un poco de paz

—Te dije que la controlaras desde el inicio — regañaba Irina mientras caminaba hacia su habitación — asume las consecuencias, Vitya

—¡no digas nada, mamá!

 

 

Las peleas siguieron en esa casa, se volvió una guerra para saber quién sometía a quien, pero Elizabeth demostró que podía usar esa extraña naturaleza llamativa de los rusos en su favor. Llegó a contactar con un reportero por cuenta propia y protestar por los hábitos de su abuela por mantenerla con un régimen de dieta demasiado estricto para su edad. Irina siempre dijo que jamás permitiría tener a una mujer con exceso de peso bajo su techo, Elizabeth siempre protestó por eso y era tedioso contrabandear golosinas solamente en la escuela. Se rió demasiado cuando un hombre de traje llegó a revisar dónde y cómo vivía la hija de la leyenda del patinaje. Casi besaba a ese hombre porque al final del día ella ya podía tener chocolates y golosinas en casa, así como otro tipo de comida que se le era prohibida, fue un compromiso que Viktor aceptó para no meterse en problemas con la justicia… desde ese punto Elizabeth mostró que podía jugar sucio también y sacar provecho de las injusticias en su vida

En ese tiempo Irina había estado de pésimo humor y Elizabeth gozaba demasiado de verla maldecir por la casa, porque sabía perfectamente la razón de ese enfado y tenía nombre. Nadie en casa podía mencionar a Naya. ¿Alguien habló de corrupción? Naya lo había hecho y era la noticia que surcaba los noticieros. ¿Quiénes estaban involucrados y por qué? Los Nikiforov y su custodia total sobre Elizabeth. La jovencita no era idiota, sabía que hubo algo chueco en esas cosas, por eso no se sorprendió cuando vio un blog con una crítica de la propia Naya y días después, reportajes o diferentes formas de acusar a los rusos.

Elizabeth por simple capricho había desayunado todos esos días con Irina y Viktor para sonreír mientras tecleaba algo en su teléfono. Lo hacía porque, al encontrar una noticia que involucraba a Irina, mostraba la pantalla sin decir una una sola palabra y era suficiente para arruinarle el día a su “abuela”. Esa mujer solía maldecir en ruso y retirarse de la mesa, las risas de la jovencita llenaban la estancia y cuando solamente “padre e hija” se miraban, la frase del día era dicha «Viktor, eres un corrupto. Ahora entiendo la desesperación de mi papi en los días previos a mi secuestro». El dolor y un poquito de culpa en la mirada de Viktor era el pago de Elizabeth cada mañana. La discusión posterior a eso siempre terminaba con el orgullo del mayor en el piso y unas lágrimas que se derramaban, pero que no le afectaban a Ely

Cuando faltaban solamente unos días para la competencia final y el invierno estaba llegando, Elizabeth decidió dejar de enfurecer a sus convivientes. El ambiente tenso en casa y en la pista donde practicaba no eran buenos para su desempeño y aunque no le interesaba mucho ganar en la categoría junior, quería destacar lo suficiente como para que su papi estuviera orgulloso. Ella estaba consciente de que la vendrían a ver a las competencias, obviamente era un secreto que no quería decir y lo escondía debajo de la excusa de “desear” destacar en la competencia.

Todas las tardes y noches, cuando terminaba su rutina de práctica, se encerraba en su cuarto y charlaba con sus padres, pero para que nadie sospechara que ellos viajarían a Francia para verla, las conversaciones se hacían cortas o nunca se topaba el tema. Elizabeth solía también charlar con Orel por teléfono y eso ya no era extraño porque su amistad era incluso apoyada por el propio Viktor y sus intereses personales. Viktor incluso invitó a Orel junto con sus padres para que asistieran a los eventos, pagándoles los gastos completos, era más que obvio que quería que su hija se enfocara en algún tipo de relación con el joven omega y Elizabeth fingía no darse cuenta.

La jovencita muchas veces pidió disculpas por el comportamiento de su entrenador, pero su amigo no se quejaba e incluso la ayudaba en aquellas ocasiones cuando quería hablar en paz con su familia. Si Ely y Orel salían juntos nadie decía nada, se les permitía pasear sin supervisión por un determinado tiempo y era entonces donde Ely charlaba abiertamente con los Katsuki manteniendo a Orel entre sus brazos. Solían irse a alguna cafetería, centro comercial, donde lograran conectar una Tablet y hacer una videollamada. Orel en un principio se cohibió al ser presentado ante la verdadera familia de Ely, pero siendo tratado como a un amigo cercano sonreía por la felicidad ajena y la sentía suya. Así habían sido las cosas hasta ese punto

A los dos días antes de la competencia, Elizabeth dejaba que Viktor se portara tan meloso como quisiera, porque sintió que el mayor tenía cierto atisbo de miedo recorriéndole entero. Tal vez Viktor entendió que ella ya estaba creciendo y en cualquier momento podría escapársele de las manos, pero se negaba a aceptarlo. Esa fue parte de la rutina hasta el ansiado día

 

 

—ya te toca — la voz de Irina cortaba el momento en donde Viktor la abrazaba para darle ánimos. Ely suspiraba, pero reuniendo paciencia besaba la mejilla de Viktor y sonreía

—lo haremos, Viktor — afirmaba con seguridad al cerrar la sudadera de su uniforme

—llámame padre como la vez anterior — su voz no era la cantarina de siempre, más bien tenía un toque lleno de melancolía y súplica

—no me presiones — sonrió divertida mientras hacía un battement donde estiraba su pierna derecha y la izquierda la colocaba en punta con el patín, aún recordaba cuando Minako le enseñaba esa pose — ahora… hay que salir a calentar

 

 

Elizabeth estaba contenta, motivada y por eso brilló tan solo con salir a calentar en esa pista de hielo inmaculado. Poco le importaban las miradas sobre sí, las expectativas que todos esos desconocidos tenían de ella por ser la única hija de Viktor Nikiforov, le daba igual la prensa, el público, los jueces, su entrenador, Irina… todo, todo no valía nada en ese momento. Mientras daba un par de saltos sencillos en el calentamiento para iniciar con las competencias de ese día en el programa corto, su mirada se posaba en las gradas. Sonreía porque buscaba a alguien en especial y la halló con un poco de esfuerzo visual… mas, fue su fortuna encontrar más de lo que esperó.

Entre el público las vio, dos personas, Yuko y Mari, ellas estaban en medio de una fanaticada que tenía un cartel con su nombre. Por un mensaje en un video que su papi hizo, Ely lo supo. Su familia, su verdadera familia, estaría allí. Se mezclarían desde las sombras para que Irina no los encontrara, pero estarían ahí, mirándola en su última competencia como junior para después ir al senior. Ely no podía estar más feliz, porque incluso Orel la saludó desde el graderío y ella le mandó un beso simplemente para avergonzarlo. Su pequeño amigo que disfrutaba de sus locuras, incluso era su contacto principal con el exterior y por eso… estaba en conjunto con sus padres, sentado dos filas por debajo de Mari y sonreía en complicidad

 

 

—esto representa mi infancia — sonreía mientras se centraba en regresar con su entrenador para esperar su turno en esa competencia — sólo en eso pensaré

—no te pongas nerviosa, Ely — Viktor miraba a su hija sonreír y se le hacía extraño notarla tan brillante en ese día — pero no creo que lo estás

—por alguna razón no siento nada más que tranquilidad — movía sus pies de un lado a otro al estar sentada en el suelo, en un pasillo alejado de la pista

—¿es porque Ore está aquí? — sonrió satisfecho, pues creía haber desecho esa loca idea que tenía su hija — veo que en verdad te gusta — Viktor se sentía aliviado por saber que Elizabeth desistió de ese amor absurdo que tenía por Yurio

—Viktor — no se enojó por aquellas palabras, por el contrario, le dio risa — cuando una flor se abre, sus colores sobresalen por sobre el césped

—¿y esa analogía? — elevó una ceja, extrañado por escuchar aquello

—voy a brillar… lo juro

 

 

Cada paso, pose, cada axel y salchow, cada sonrisa y el amor que mostraba en la pista era dirigido hacia ellos, pues con eso les demostraría cuanto los amaba y cuanto los había extrañado. Elizabeth sonreía al empezar, lo hacía mientras en su mente repetía las memorias que tenía de cuando veía aquel anime sentada con sus padres en la sala de Tadashi, con sus abuelos o con Mari en Yuutopia. Recordaba las veces que bailaron las canciones de Sailor Moon mientras se deslizaban por el hielo en una coreografía improvisada. La ilusión cuando era niña mientras recibía un collar con el símbolo de la luna creciente y lo presumía como su tesoro. Eran tantas memorias las que llegaron a su cabeza que incluso se perdió en su propio mundo mientras daba giros sobre uno de sus pies.

Elizabeth se reía mientras hacía una pose llamativa para enseguida hacer un Axel triple. No escuchaba nada más que la canción y no sentía nada aparte de las emociones que años atrás la envolvieron. Se concentraba en cada paso de su rutina, lo hacía a la perfección. Se centraba tanto como le era posible, aunque falló el último salto porque no se aguantó la carcajada al recordar una travesura antigua. Hace tiempo las trillizas hicieron un cosplay junto con ella y por hacer bromas impulsivas, terminaron llenas de agua porque cayeron en la pileta del parque al que acudían. Su familia siempre le cumplió los caprichos propios de una niña de seis años y adoró eso.

Al terminar con su presentación, Ely jadeaba mientras, con su mirada, buscaba a alguien entre el público, pero estaba desorientada y al final solo pudo mandar besos hacia todos los asistentes, pero el destino sólo eran los Katsuki y Nishigori. Tomó algunos de los objetos que lanzaron a la pista y al fin miraba a su entrenador

 

 

—lo hiciste muy bien — escuchaba eso de Viktor mientras era abrazaba después de que dieran la calificación. Ely ni siquiera vio aquello, sólo sonreía a la cámara y saludaba

—Viktor, me asfixias — se quejaba cuando ya no aguantaba la incomodidad de ese abrazo. Además, Viktor le impedía seguir saludando mientras buscaba a su familia

—siempre tan linda~ — aun con esas palabras y miradas sobre sí, Ely sonrió solamente hacia una dirección específica porque, a lo lejos, entre tanta gente, veía a Loop y a Lutz junto con Toshiya, su querido abuelito

 

 

Tercera posición en la tabla, poco le importaba, estaba feliz por razones ajenas a la competencia. Elizabeth escuchaba las recomendaciones de Viktor, participaba en la entrevista de la prensa y como siempre agradecía a su “padre” por entrenarla y dedicaba la coreografía a su papi, pero en esa ocasión nombró a Yuuri sin disimulo, y Viktor parecía simplemente resignado. Ya habló con él, ya le dijo que no volvería a negar sus orígenes y el ruso a regañadientes aceptó. La que si estaba molesta era Irina, quien se mantenía lejos de todo lo referente a las cámaras, pues su reputación no estaba bien apilada y prefería evitar preguntas innecesarias. Detrás del “telón” Irina terminó felicitándola también y por sólo esa ocasión, Elizabeth agradeció con una sonrisa sincera, que a los rusos les pareció extraña

Ely sabía cierto porcentaje del problema de Viktor con su papi, no lo entendía bien, pero sabía que el egocentrismo y orgullo de ese ruso superaban por mucho la empatía por el prójimo. A la jovencita no le interesaba si Viktor alguna vez llegó a sufrir por la separación de su destinado o si sentía remordimiento por lo que hizo –sea lo que fuere-, prefería fingir que no sabía nada y concentrarse en su felicidad. Sus padres le prometieron venir a ese evento, ella confiaba en eso, pero también sabía que les sería difícil porque Irina… ¡Irina era el diablo! Elizabeth la escuchó esa mañana hablar con alguien por teléfono mientras planeaban impedir el ingreso de cierto par de personas. Típico de la madre de su entrenador. Ely no sabía por qué demonios existía ese odio en contra de su papi, tal vez porque Irina se sentía desplazada por Yuuri, inferior de alguna forma y eso la hacía actuar de esa forma

 

 

Triángulo cómplice…

 

 

—¿lo lanzaste? — decía Loop mirando a su hermana

—obvio — reía Axel divertida mientras con su cámara enfocaba a Ely entre las personas en la zona de participantes — mira, lo tiene en brazos — emocionada casi soltaba su cámara. Apreciaba el pequeño dango que lanzaron y que Ely recogió después de mirarlo un poquito  

—esa es… ¡eso es, maldita sea! — decía Mari mientras apretaba sus puños satisfactoriamente, pues Ely saludaba en su dirección y eso que estaban escondidas entre la gente — ¡te amamos Ely! — se exaltaba y sus gritos se confundían con los de las fanáticas de esa muchacha

—Mari, tranquila, debemos escabullirnos entre la gente — decía Yuko jalando a sus hijas de paso — no queremos que la vieja bruja nos encuentre

—cierto — Mari entonces se encogía en su lugar, trataba de fundirse entre ese grupo de locas — vamos entonces, salgamos de aquí. Tengo que regresar al hotel para ver a mi pequeño retoño y a Isamu… más le vale haberlo cuidado bien

—quiero ver la cara de Ely cuando cargue a su primito — se reía Lutz antes de salir del lugar, pues por ese día ya no había más que hacer

 

 

Pocos lograron ingresar al lugar de la competencia, siendo Yuuri y Tadashi quienes fueron impedidos de entrar debido a un hombre fortachón que se excusó de revisar los papeles de los extranjeros. Yuuri ya se lo temía, ese seguramente era plan de Irina. Esa mujer estaba podrida desde el centro. Pero ellos no estaban alterados cuando fueron retenidos por más de dos horas en la entrada, fue el primer día solamente y aunque al final no lograron ver a Elizabeth en su programa corto, al menos las chicas lograron pasar. Era entonces donde aceptaban que dejar al pequeño Hiro en casa con Hiroko, fue su más grande idea. Ambos previeron que tendrían una decepción de esas y aun así el siguiente día juraban que iban a estar presentes en la actuación de su hija

 

 

—así que esa mocosa está en los primeros puestos — la pareja entonces se giraba hacia esa voz que representaba altanería

—Yurio — el azabache entonces suspiraba mientras se acercaba para picarle la mejilla al ruso — has llegado tarde — reclamaba fingiendo estar infantilmente enfadado

—tenía mi propio evento, ¿sabes? — fruncía su ceño mirando a Tadashi y esa era la forma que tenía para saludar al castaño, quien le respondía con una sonrisa y una leve reverencia con la cabeza — pero ya estoy aquí — entonces abrazaba al japonés sonriendo porque hace tiempo que no lo veía

—Yurio, ¿qué haces? — el japonés se tensó por el repentino abrazo pues el ruso nunca fue así de expresivo — ¿de dónde viene este abrazo? — elevó una ceja al estar aún apresado

—más bajito — susurraba el rubio mientras hundía su nariz en el cabello ajeno

—pero, ¿por qué? — se quejaba Yuuri y se preguntaba por qué Tadashi no lo sacaba de esa situación, pues su novio demostró ser celoso en varias ocasiones. A pesar de eso seguía siendo estrujado por el rubio y no lo entendía, al menos no hasta que lo escuchó…

—es un gusto verte, Yurio — Yuuri se tensó al reconocer esa voz, se afligió más al escuchar el como Yurio emitía una risita nasal. Terminó deduciendo que el ruso estaba simplemente dando muchas razones para enfadar a otro ruso… aunque, ¿por qué Viktor se enfadaría por eso? — estás confabulado con…

—viejo… tu frente ha crecido más — sólo cuando logró que el otro viera ese hermoso abrazo lleno de cariño y rodeado de flores de color rosa, se alejó del japonés y lo dejó volver junto a Tadashi — ¿dónde está tu hija? A ella fue a quien vine a ver… dime — sonreía con altanería mostrando su rostro bien esculpido y despejado debido a que su cabello estaba sujeto en una coleta

—no me gusta que te le acerques — Viktor frunció su ceño ante Yurio. Ya habían peleado muchas veces por esa “amistad” que mantenía con su hija, lo seguiría haciendo hasta cuando Ely se olvidara de Yuri

—soy su amigo, ¿qué más querías? … ¿esperabas que me importe lo que tú me prohíbes? — decía con calma mientras se acercaba al mayor y sonreía con malicia — nunca lo ha hecho, viejo

—es difícil alejarte de mi hija, Yurio — pero aquellos ojos azules no se concentraban en el rubio sino en las dos personas que estaban detrás del mismo — pero es mucho más difícil hacer que Yuuri y su acompañante dejen de acercarse a Ely

—estás siendo infantil — el rubio entonces se acercaba a los japoneses y tomando del brazo del azabache lo jalaba con él para alejarse — sigues con esa actitud insana. ¿No crees que ya fueron años de venganza sólo porque te rechazaron?

—a ti también te rechazaron — Yurio fruncía el ceño al ver a Viktor y su infinito orgullo herido. Los japoneses no decían nada y sólo seguían al ruso rubio, con la esperanza de así poder ingresar para al menos ver a Ely de lejos — entonces no deberías alejarte de Yuuri — Viktor usaba un tono meloso al decir ese nombre, pero no recibía reacción alguna

—pero yo logré lo que tú no — sonrió Yurio mientras se detenía, pero empujaba a los otros dos para que siguieran de frente y se alejaran — adivina qué fue

—¿una linda amistad? — sonrió Viktor, burlándose de la escena de la que fue testigo hace poco

—tengo un lazo con Yuuri, uno que nunca se borrará — Yurio se acomodó el cabello y se mostró divertido al ver al otro quedarse callado con el ceño levemente fruncido — ya conociste a Hiro, ¿no? Es sumamente lindo 

—el hijo de Yuuri

—y el mío — se jactaba Yurio mientras se erguía orgulloso a sólo dos pasos de Viktor — envídiame vejete

—Yurio — Yuuri entonces quiso detenerlo, pero sólo recibió una sonrisa por parte de Tadashi quien lo jaló para que no interfiriera en la afrenta de esos alfas — pero Yurio está simplemente volviendo las cosas más difíciles — susurró cerca del oído de Tadashi

—déjalo, se está divirtiendo — el castaño entonces tomaba la mano del otro e ingresaba al lugar del evento — pero mientras esos están distraídos, mira… podemos evitar al grandote — decía mientras se escabullían a la zona de espectadores.

—espero que no se maten — suspiraba Yuuri, pero era verdad que al menos así podía ingresar sin inconvenientes

 

 

Fueron apenas unos minutos los que tardaron en abrirse paso entre la gente. Yuuri y Tadashi vieron muy poco del último participante en la final, pero lograron que Ely los viera a ellos en las gradas. La pequeña de cabellos platas estaba junto a Irina y debido a eso no pudo saludarlos como se debía, pero no podían evitar algo así. Los japoneses se limitaron a sonreírle a su hija antes de mezclarse entre la gente para no tener problemas con esa mujer rusa. Era preferible pasar desapercibidos de nuevo, les bastaba con que su pequeña los tuviera presentes en ese momento. Además, en esa ocasión nadie los echaría de ese país, no podían porque todo era legal.

Les tomó tiempo sacar papeles, comprar boletos para casi toda la familia y organizar su viaje. Lograron que nada se interpusiera en sus planes, incluso las órdenes judiciales que los mantenían lejos de Rusia habían perdido valía. Abogados, líos legales, problemas, todo valió la pena pues después de seis años alejados de su pequeña, al fin podían hacer aquello sin ningún problema. Yuuri y Tadashi habían trabajado duro para llegar a ese punto, donde su leve fama escondida bajo seudónimos les daba la libertad de pasearse por países a los que antes se les tenía prohibido ingresar. Si Viktor pensaba que se estaba enfrentando al mismo Yuuri de hace seis años, estaba muy equivocado

 

 

Después…

 

 

Esa noche Ely regresó a casa abrazando los peluches que le lanzaron ese día, ni siquiera discutió con su abuela quien le reclamó por no haber salido primera en la tabla en el programa corto. Tampoco se molestó en esconder el dango que recogió de la pista porque estaba orgullosa de su nueva adquisición, pues sabía que era regalo de su querida tía. Incluso ignoró el labio partido de Viktor, aunque sí le daba curiosidad porque eso no pudo haberse producido por un accidente. De todas formas, ella simplemente se despidió de todos y se encerró en su habitación del hotel, pues tenía que descansar lo más que pudiera, aunque no iba a hacer eso exactamente. Tenía otras prioridades y la primera era agradecerle a Orel el haber sido el puente para recibir los regalos de su familia

Elizabeth sonreía mientras se enredaba en sus cobijas y charlaba con su amigo durante un rato. Después se dedicaba a monear su celular para ver los videos que tanto le gustaban. Adoraba el canal de dos estupendos artistas a los que les debía los mejores años de su vida. Nadie sabía que Kaito Yamamoto y su esposo Aoi en realidad eran Tadashi y Yuuri, el primero pianista y prospecto para director de una sinfónica, el segundo flautista, arpista y violinista en crecimiento. Dos disfraces bien hechos, con maquillaje en exceso, pero nadie preguntaba mucho porque sus presentaciones se hacían en teatro y las cámaras no los enfocaban demasiado. Ely apreciaba que sus padres hicieran esa locura para no destacar en el mundo musical y ella mismo había dado la idea del nombre artístico para su papi.

Ambos japoneses participaban en los diferentes conciertos de la orquesta sinfónica del país oriental en diferentes eventos. Kaito y Aoi tenían una fama leve porque ocasionalmente eran solistas, además tenían una personalidad reservada y poco se sabía de ellos, lo que ocasionaba que todos pusieran sus ojos en esos dos. La fama no era deseada por ninguno de los dos, pero gracias a eso, Yuuri y Tadashi lograron tener influencias bastante buenas y mediante esas lograban comunicarse con su hija. Fueron años de tretas como esas y para Elizabeth era divertido participar de ellas

 

 

—están loquitos — susurraba la jovencita mientras veía los videos de baja calidad que había en YouTube sobre un nuevo concierto que dieron los Yamamoto. Una presentación en Francia hace dos días y era la razón para que Yuuri y Tadashi hayan logrado estar en su competición — ¿cómo lo hicieron? — se reía mientras veía la decena de comentarios en el video y ella dejaba el suyo “al parecer los nervios lo hicieron desafinar al final, esfuércese más Aoi-san”

 

  

Viktor también estaba feliz, pero era porque su hijita estuvo esplendorosa durante la presentación de ese día y sólo eso le importaba. Había desechado todo pensamiento negativo cuando Ely lo abrazó antes de irse a dormir, pues el gesto tierno de su niña era lo único que aliviaba la tensión que acumulaba durante cada día. Y a pesar de eso, cuando estaba conciliando el sueño, las palabras de Yurio rondaron su cabeza y el dolor de su labio por el intercambio de golpes debido a una pelea absurda para liberar estrés, también le recordaba el asunto de esa tarde. Pensaba entonces… ¿Hiro era hijo de Yurio? Sonaba más coherente porque un beta y un omega no podían tener hijos. Lo que significaba que Yuuri pasó también por las manos de Yurio y después, ¿qué? ¿Qué debía pensar?

Por la cercanía de Tadashi y Yuuri se notaba que estaban juntos en una relación amorosa firme. Entonces el japonés jugó con todos y acabó con el beta, o simplemente usó a Yurio para obtener venganza y darle celos. Muchas cosas, algunas incoherentes, se le venían a la cabeza mientras el cansancio le llegaba para al final simplemente pensar en ese pequeño niño… si Yuuri fue tan descarado como para haber jugado con tres personas a la vez, ¿de quién era realmente ese adorable pequeño? Viktor sólo pensaba en Hiro, trataba de buscarle un parecido consigo mismo, pero no había nada más que rastros de Yuuri enteramente y aun así… si Hiro era hijo suyo… lo iba a tener para él y junto con Ely serían sus tesoros más preciados

 

 

Libre…

 

 

Ely esa mañana saltaba sobre su camita del hotel mientras reproducía un video en su celular, uno en donde una sonata en violín era interpretada por dos personas y ese par eran sus padres con aquellos disfraces que les daban una belleza diferente a la usual. Lo único que tenía en mente era que en Francia sería su primera revuelta revolucionaria, ya lo había planeado y hasta se lo contó a Orel para definir detalles en secreto. Ely ya lo decidió, usaría la competición para comprometer a Viktor a cederle permiso para que volviera a Japón sin vigilancia. Sea como sea lo iba a hacer y para eso tenía que ganarse la atención de las cámaras y por eso… sólo por eso… debía obtener el oro. Ni más, ni menos

 

 

—estás escondiendo algo, Elizabeth — mencionaba Irina quien con la autorización del diablo podía entrar en la habitación “privada” de la jovencita

—no me afectan tus comentarios, Irina — ni siquiera la miró mientras saltaba de su cama y hacía unas piruetas de ballet sencillas para salir al pasillo

—eres una mal educada

—¿ya pidieron el desayuno? — seguía bailando mientras caminaba por el pasillo hasta el ascensor y se colocaba sus audífonos

—deja de bailar ahora mismo

—no te escucho, ¡IRINA! — gritaba cuando las puertas del ascensor se cerraron y por ende el sonido rebotaba en ese espacio tan pequeño

—¡basta!

—quiero que Viktor me llame a desayunar para la siguiente ocasión — mencionaba mientras saltaba un poco para que la cabina temblase y de ese modo su “abuela” se asustara. Siguió molestándola hasta que llegó a su asiento en el comedor, era su placer personal

—tu hija cada día está peor, Viktor

—tengamos un desayuno tranquilo — bebía de su café con leche y suspiraba al ver como Ely mostraba su lengua en reclamo porque no tenía un poco de dulce en su desayuno

—hoy compites, no es bueno que consumas azúcar en exceso — Irina miraba desaprobatoriamente a su nieta, pero de nuevo se veía ignorada

—hoy será un buen día, ¡lo sé! — Elizabeth comía con ánimo a pesar de que no era su comida favorita — ¡lo presiento!

—¿al fin te has propuesto a ganar la competencia? — Viktor elevaba una ceja con extrañeza, pues a Ely no le llamaba la atención ganar alguna medalla, sólo le importaba participar y darlo todo

—¿eh? Yo siempre hago eso — sonreía fingiendo inocencia pues de ese modo hacía enfadar a Irina. La verdad Elizabeth hasta ese momento se había asegurado de no ganar el oro, aunque a veces disfrutaba tanto de su coreografía que el primer puesto en el podio le llegaba sin pensarlo, pero era obvio que Ely al menos fallaba en algún salto como para disminuir su puntuación. A veces sus fallas no eran planeadas, otras sí lo eran, pero tenía sus razones — quiero ganar el oro para que Viktor se ponga feliz~

—te estás burlando — decía la mujer de mayor edad, quien veía a su hijo alejarse para contestar una llamada — eso no es agradable, Elizabeth

—señora — sonreía porque amaba hacerla enojar — no me importa lo que diga, yo salgo ahí para triunfar siempre… no me hace falta que usted me lo exija

—te desconcentras en las rutinas

—es porque siempre pienso en mi familia… papi, Mari, daddy, mis abuelitos y…

—tu única familia es Viktor y me incluyo también

—es por eso que me da agriera a la mitad de la rutina y me equivoco — decía dramatizando un poco, posando su palma en su frente y echando su cabeza hacia atrás — porque me acuerdo de usted y su voz… por si no se ha dado cuenta, señora, usted no me cae bien

—irrespetuosa

—usted nunca ha hecho algo como para ganarse mi respeto — reclamó sin ninguna duda — sólo me ha criticado, regañado, abofeteado y prohibido millón de cosas

—tu padre también lo ha hecho

—Viktor es diferente — defendió sin saber siquiera por qué lo hacía — él puede ser también demasiado duro con las prohibiciones, pero siempre me ha tratado con cariño, como su hija y ha puesto dedicación en mi crianza… usted sólo se la pasa odiándome por el simple hecho de que mis ojitos se parecen a los de mi PAPI

—¿de nuevo discuten? — Viktor se había apresurado a regresar porque tenía ese mal presentimiento al ver los hombros tensos de su pequeña. Además, sabía perfectamente lo mal que ese par se llevaba, dejarlas juntas en soledad era sinónimo de peleas — ¿no pueden llevarse bien?

—Viktor… tu madre de nuevo me está haciendo sentir mal — Elizabeth hacía una leve mueca mientras lo veía sentarse a su lado — por favor, deja de traerla a las competiciones

—Elizabeth — advertía con un tono serio

—está bien — se resignaba — pero te juro que hoy voy a ganar y debes recompensarme por eso

—lo haré… — sonreía acariciando la cabeza de su pequeña — ¿ya pensaste en lo que quieres?

—Viktor… creo que ya sabes qué es lo que quiero — sonrió mientras llamaba a una camarera — así que… ¡quiero waffles!

 

 

Tenía una meta secreta, un deseo que pronto se haría realidad y era por eso que Ely, al pisar la pista de hielo, desbordó confianza. Era su única oportunidad en esa categoría y la iba a tomar. Se mostró con aquel vestido azul con mangas transparentadas, se sentía una princesa en evolución justo antes de atacar al “dragón”. Se juró a sí misma que iba a brillar con su rutina, la misma que realizaría de forma perfecta, pues su meta era el oro.

Con esa medallita brillante culminaría su etapa en la categoría junior, pero también obtendría el pase que necesitaba para volver a Japón con su familia. Era así que se deslizaba con su sonrisa radiante porque vio en la primera fila a todos… toda su familia real. Sus abuelos, sus tíos, sus amigos, sus padres y su pequeño hermano estaban ya levantando las manos en apoyo. Un cartel se mostraba, sonreían y saludaban emocionados… por eso Ely se veía mucho más espléndida que en presentaciones anteriores… porque observaba a las personas que amaba y con las que quería estar siempre

 

 

—así que… Viktor lo hizo — sonrió divertida mientras veía al mencionado junto a Irina — los dejaste entrar esta vez… gracias, Viktor — era cierto, su padre cumplía con lo que prometía y por eso los Katsuki estaban ahí… para verla debutar

 

 

Sólo faltaba un poco más…

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Es de madrugada y la ficker está media dormida, así que se disculpa por si en los últimos párrafos se saltó alguna falta ortográfica. Quise dejarles este capítulo aprovechando que encontré unas horitas de ocio que pude explotar.

Hasta este punto creo que las emociones de todos están a tope y ya sólo falta el final. El desenlace no me tomará más de tres capítulos o tal vez menos, eso espero, porque todavía no lo he revisado por completo el borrador.

No tengo más que decir… la verdad mi cerebro ya no funciona bien, así que… nada XD

Krat los ama a todos~

Les manda besos y abrazos~

Bye-bye~


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