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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

 

Venía a dejar esto, ya que al fin pude corregir el capítulo en medio de tanto caos en los finales de mi semestre

¡Por Dios, quiero que esto termine!

jajaj

Disfruten 

 

 

Sacar a Viktor no fue fácil porque reclamaba el derecho de ver a su pequeña hija y a su destinado. Pero Yurio tampoco tenía el carácter dócil, así que iba a pelear si fuese necesario y justo cuando estaba por llegar a los golpes, ese castaño lo detuvo. Tadashi no iba a permitir la violencia en la casa de los Katsuki, así que se paró frente a Yurio y lo regañó con pocas palabras mientras a la vez verificara que Viktor no se moviera de su lugar. En ese grupo el más maduro era Tadashi, así que él fue quien usando palabras hizo retroceder a Viktor, y a su vez Yuri con su fuerza física terminó echando a patadas al vejete. Un trabajo en conjunto dirían muchos… pero para Yurio, ese fue su triunfo personal. Nada le gustó más que deshacerse del intruso mayor, de su amenaza latente

 

 

-iré a ver a Yuuri – Tadashi calmó su rabia cando dejó de ver a ese ruso de hebras plateadas. La furia que no dejaba salir con facilidad, porque no le gustaba eso, le causaba un mal sabor de boca

-te quieres adjudicar el hecho de sacar a Viktor – le reclamó el rubio deteniéndolo antes de que siquiera diera dos pasos

-te equivocas Yurio – el castaño ya estaba suficientemente enfadado, quería acabar con todo eso de una maldita vez – iba a decirle que tú lo sacaste. Además yo…

-mentiroso, quieres sacar provecho de esta situación

-maldición, no tengo tiempo para esto – bufó molesto el castaño, soltándose y mirando a Yurio de frente – entonces ve tú – dijo apartándose del camino – ve y dile que sacaste a Viktor de aquí… pero también reconfórtalo porque lo necesita

-eso haré – dijo empujando al castaño y caminando hacia la habitación que conocía a la perfección

-¡maldición! ¡Es solo un niño! – se quejó Tadashi siguiendo al rubio, porque quería saber si Yuuri estaba bien

 

 

Yuuri se había sentado en su cama, con su hija en brazos, susurrándole que no volvería a dejarla sola en las noches. El japonés prometía que dejaría su trabajo en el bar para estar con ella pero Ely negaba diciéndole que era fuerte. Era un círculo vicioso que no podían romper porque el uno pensaba en el bien del otro. Ambos lloraban tratando de que sus sollozos no salieran, ambos siendo fuertes a pesar de la fragilidad que estaban experimentando en ese momento. Eran ellos dos en su mundito problemático y el aura que emitían no era la mejor. Tal vez fue por eso que Yurio se quedó parado en la puerta, solo mirando, sin saber cómo actuar porque en su corta vida no enfrentó algo así… la personalidad de Yurio era difícil, reconfortar a la gente no era su talento nato y aun así quiso acercarse para abrazarlos, guiado por su instinto protector… pero veía esos cabellos platinados tan parecidos al idiota de Viktor y una mezcla de rabia e impotencia lo llenaba. Esas lágrimas que Yuuri derramaba, le dolían demasiado y apretó los puños. El aroma de la tristeza era asfixiante, lo peor de todo era que no sabía cómo terminar con eso

 

 

-si no vas a hacer nada – susurró Tadashi colocándose justo alado de Yurio – yo…

-deberías dejarlos solos – susurró el rubio, pues no sabía si era correcto acercarse justo en ese momento. Yuuri emitía esa aura de rechazo que lo estaba ahogando, el aroma fuerte le golpeaba directamente… en esas ocasiones odiaba ser alfa porque cada emoción del omega le llegaba con fragancias intensas

-que conste que no me estoy aprovechando – Tadashi ni siquiera miró a Yurio, se adelantó a paso calmado, en silencio, pasando de largo. Aunque Yurio quiso insultar al castaño o jalarlo hasta que ambos salieran de la habitación, no pudo… lo intentó pero no pudo

-Tady – la pequeña sintió al castaño cerca y elevó su rostro lloroso. Escapó de la seguridad del pecho de su padre pelinegro y mostró sus ojitos marrones – Tady – dijo estirando sus brazos como cualquier niño buscando resguardo y el castaño solo tuvo que acercarse a tomarla en brazos

-maldición – susurró Yurio, pues con esa simple acción le demostraron que estaba a un centenar de kilómetros de esa familia… sintió que no podía ingresar. La muralla no tenía punto débil, el peso de haber sido el idiota que regreso después de 11 años era demasiado… odiaba admitir que hizo algo parecido a Viktor – maldición – y aun así se quedó mirando un poco más

 

 

La pequeña se aferró al cuello del castaño y él le correspondió con la mayor de las dulzuras, acariciándole la espalda, el cabello, susurrándole algo que solo Ely escuchó. Yuuri se limpiaba las lágrimas, aun sentado en esa cama, Tadashi solo se acercó hasta que con suma delicadeza pudo quitarle los cabellos de la frente. “Ya se fue” fue lo único que el castaño dijo ates de sentarse junto a Yuuri. Fue el mismo pelinegro, quien al igual que Ely, buscó refugio en los brazos de aquel beta. Tadashi se acomodó para abrazar a Yuuri, en silencio, con caricias sutiles, y al mismo tiempo reconfortaba a la pequeña de ojos marrones.

¿Cómo hacía eso, así de fácil? Era la duda de Yurio, porque de pronto la pared que los Katsuki formaban, desapareció, se desplomó en solo segundos y sin dar aviso de nada… ahora solo eran… tres personas sentadas en esa cama, que en silencio se reconfortaban unos a otros… Yurio enfureció, pero por el desprecio que sintió hacia sí mismo. Solo se quedó un momento, sintiendo que sobraba, así que se alejó sin ser detectado siquiera… esa batalla la perdió con tanta facilidad que su orgullo se vio herido irremediablemente

 

 

-Ely-chan ha sido una niña valiente todos estos años – fue la frase que Tadashi recitó cuando ya escuchaba las lágrimas de Yuuri parar y la respiración de Ely calmarse – pero cometió un error

-¿por qué no dijiste que te sentías sola? – susurró Yuuri acariciando la mejilla de su hijita y reposando la suya propia en el pecho de Tadashi, donde Ely también compartía el calor – Ely… mi niña

-yo sabía que papi se iba porque era necesario, porque tenía que cuidarme a mí y para eso necesitaba trabajo – decía sintiendo la caricia de Tadashi en su cabello – no quise molestar

-tu jamás molestarías – sonrió Yuuri mirando a su pequeño ángel con infinito amor – por el contrario… eres lo más hermoso que tengo y por ti haría lo que fuera  

-pero Ely pensaba en ti también – sonrió Tadashi, interviniendo entre ese par de japoneses irremediablemente dulces – eso solo los hace adorables – el castaño besó la frente de cada uno – pero su defecto es guardarse los pensamientos egoístas

-pero yo…

-sabes… para que Yuuri no trabaje en las noches podríamos haber buscado otra solución – dijo como regañándoles – tal vez yo debería aumentar el sueldo de Yuuri por ayudarme en la tienda

-Tadashi, ¿cómo dices eso? – se quejó Yuuri picando la mejilla del castaño – eso lo hago con placer y sin esperar nada a cambio

-y yo siempre me negué a no darte un pago – sonreía en respuesta, viendo los labios de Ely curvarse en una sonrisa al sentir el ambiente más agradable – pero Yuuri es terco… Ely es más terca – fingía enfado y apretaba su abrazo – pero por eso son encantadores – decía con cariño besándoles las frentes una vez más, escuchándolos suspirar

-me gusta Tady – Ely miró al castaño y sonrió – porque cuida de papi… porque cuida de mí… y desde que se queda conmigo en las noches, no me siento sola

-entonces vendré todas las noches, sin excepción

-¿dejarás tu empleo? – Yuuri se apartó mirando a su pareja con seriedad – no te atrevas Tadashi

-lo dejaré – sonreía pues el reclamo de Yuuri siempre le parecía más como un gesto de cariño que otra cosa – porque debo estar con mi pequeña Elizabeth

-entonces yo lo dejaré también y tú no tendrás que…

-no en quejo – sonreía Tadashi al percibir la determinación en esa mirada otoñal – así ambos estaremos con Ely en las noches… ¿te gustaría eso, Ely?

-yo… – la pequeña miraba la sonrisa del castaño y la mirada de su padre. Dudó en decir lo que su alma pedía

-vamos Ely, dilo… eres una niña ejemplar. Así que por una vez, di lo que quieres – apoyó Tadashi

-quiero verlos en las noches – decía jugando con sus dedos – quiero que estén conmigo… los dos

-decidido entonces – sonrió el castaño mirando a Yuuri – ¿qué dices? renunciemos juntos

-pero… – Yuuri quiso refutar, perder el empleo de ambos al mismo tiempo era una locura. Pero solo recibió un beso para detener sus palabras, uno cálido y reconfortante en ese momento – Tadashi…

-tengo una idea – le susurró bajito, aun sin separarse de los labios que le sabían a gloria desde que todo comenzó a tomar forma – ahora lo importante es Ely

- ¿y Viktor? – Ely dijo aquello con un poco de temor, fijándose mucho en las expresiones de los adultos

-Yurio lo acompañó a la salida. ¿Sabes? Ese rubio es muy bueno manejando a Viktor – sonrió Tadashi, mirando a Yuuri de refilón, quien también sonrió – mañana le preguntarás a Yurio como lo despidió

-¿lo veré de nuevo? – los adultos percibían esa ilusión infantil en esos ojitos brillantes, ¿cómo iban a negarse a eso?

-es… Viktor es tu padre, así que si quieres verlo – Yuuri miraba a su hija y tenía un poco de pánico por cómo estaban sucediendo las cosas – lo verás

-Viktor no es mi padre – sonrió  acomodándose entre Yuuri y el castaño – papi Yuuri es mi padre, y Tadashi es mi Tady – declaró con mucha seguridad antes de señalar su cama – ¿podemos acostarnos juntos un rato?

-claro mi niña

 

 

Yuuri sabía que las cosas se iban a poner difíciles y aun así estaba listo. Se había preparado durante años para este momento, no iba a dejarse caer o preocuparse, porque no tenía sentido hacerlo. Cuando su pequeña hija se quedó dormida, él y Tadashi salieron a platicar un rato, pues había cosas que juntos protestaron el uno del otro. Yuuri dijo lo que tenía que decir, Tadashi lo aceptó reclamando algunas cosas pero acomodando otras. Pactaron la tregua después de un rato de discusión y como para sellar su acuerdo se abrazaron en silencio. El calor del otro les hacía sentirse en paz, porque allí estaba su pilar. Un beso en la frente, una caricia en la mejilla. Una frase cariñosa de Hiroko que al fin salía a enterarse de lo sucedido. Una burla dulce por parte de Toshiya, quien con eso trataba de calmar el pesar de su hijo. Mari ingresaba con el ceño fruncido, diciendo que se quedó vigilando por si el intruso volvía… y al final la familia entera se enteró de lo obvio por voz de Yuuri

Yuuri con esa sonrisa de siempre, recuperada tras reírse un rato con su familia, había buscado a Yurio con una simple excusa “¿quieres ir con nosotros a tocar la guitarra y la flauta?”. El ruso estaba extrañado, pues las cosas en esa casa ocurrían tan progresivamente rápido que asustaba. “Tadashi me contó que tu sacaste a Viktor… gracias” esa sonrisa cálida estaba allí de nuevo, a pesar de que hace un par de horas las lágrimas arruinaban ese rostro. Eso sólo demostraba la fuerza que se formó en el cuerpo de Yuuri, un ser un poco magullado por la tristeza pero firme a pesar de las grietas. El japonés se negó  a arruinar su rutina de fin de semana, del sábado para ser específicos, así que continuaría con cada plan trazado y en esa ocasión Yurio se incluía como fuera. Un parque en algún parque, una plaza desolada, una vereda lo suficientemente gruesa, todo era aceptado cuando de disfrutar de su pasión se trataba y hasta allí se dirigían esas cuatro personas

Tadashi le enseñó a Yuuri que la música era una forma sutil de sacar su enfado, sus frustraciones y cosas negativas, por eso Yuuri lo amaba, porque el mundo admirado desde el punto de vista de Tadashi era diferente, cautivador cuando lograbas adentrarte en él. Las cuerdas de la guitarra que el castaño tocaba vibraban con potencia, la melodía resonaba en sus oídos y Yuuri lo seguía con la flauta en tonos bajos para acompasar los sonidos. Ely miraba el espectáculo sentada en la banca de la plaza que ese día los acogía, sonreía con intensidad y Yurio podía percibir la armonía que se forjaba en poco tiempo. Armonía que le molestaba en cierto punto, pues la gente empezaba a juntarse y la necesidad de Elizabeth por bailar al compás de la tonada se desbordaba.

¡Joder! ¡Eso si era fastidioso! Mucho más cuando esos ojos marrones se encontraban con los verde azulados formando un lazo. “Vamos gatito, baila conmigo” Yurio no entendía por qué demonios no podía negarse a la petición de esa niña… espera, ¿cómo lo llamó? Pero el ruso poco tiempo tuvo para reclamar tamaño insulto, cuando ya fue jalado a mitad de la plaza, en medio de miradas curiosas y obligado a seguirle el paso a una pequeña niña, que con agilidad daba giros sobre uno de sus pies. Esa era una pose clásica de ballet, seguramente Minako le enseñó toda clase de cosas como esa. Ely mantenía sus brazos extendidos, con una de sus piernas flexionadas, para después estirarla en el aire. De alguna forma eso parecía ser una porción de la coreografía de algún evento

Los aplausos llegaban con facilidad cuando Ely se paraba usando las puntas de sus pies y movía sus manos con gracia y elegancia. Yurio se quedó con el ceño fruncido y las mejillas rojas, tenía vergüenza por la atención que estaba sobre él, quien estaba siendo guiado por la pequeña niña en esa danza clásica entonada por la flauta que Yuuri podía usar. Era malditamente vergonzoso saber que estaba en medio de la calle, siguiéndole el juego a una niñita que en muchas ocasiones le llamaba “gatito” con la voz dulce. Aunque… en medio de retos y comentarios de la pequeña traviesa, terminó cediendo ante el encanto infantil y Yurio terminó ayudándola a improvisar una rutina de baile sencilla. Hasta empezó a reírse en cierto punto cuando practicaba levantadas con Ely, que como toda una profesional, mantenía su cuerpo en posición perfecta para facilitarle el movimiento. “¿Sabes bailar tango?” Yurio no supo cuando asintió y tampoco percibió cómo al tonada cambiaba a ser la de un…  ¿violín?

 

 

-¡Tango! – Ely saltaba de emoción cuando empezó, alejándose de Yurio y mirando a Tadashi que con violín en mano empezaba con las primeras notas

-¿me acompañas? – sonreía Yuuri, que divertido por la reacción del rubio solo le jaló la mano para llevarlo al centro de la plaza – ¿sabes lo básico, Yurio?

-sí, pero no  lo voy a… - de pronto sintió esa mano tomarlo de la muñeca, miró por un solo instante al japonés y se perdió en la brillante mirada marrón

-vamos Yurio – sonrió y sin darle tiempo, lo acercó hacia sí mismo. Una de sus manos en el hombro del rubio, la otra juntándola y elevándola un poco – ¿quieres que te guie?

-ese es mi trabajo – Yurio sonrió con prepotencia mientras daba los primeros pasos simples hacia delante, guiando al pelinegro en esa danza en donde sus cuerpos debían estar juntos en coordinación. Sacaría provecho de esa situación al menos

-lo haces bien – sonreía el pelinegro cuando Yurio le dio un giro hasta que lo abrazó por la espalda, en un movimiento lleno de sensualidad, donde esa caricia se extendía por su vientre – ¿un giro? – le advirtió separándose abruptamente siguiendo la coreografía que aprendió hace tiempo

-tal vez dos – Yurio no pudo sentirse más dichoso al ver la picardía en esa mirada otoñal, e ignorando los aplausos de los ajenos trataba de concentrarse en lo importante. Ruso y japonés tenían profesionalismo  de sobra, y ese baile lo demostraría

-has crecido Yurio – sonrió Yuuri mientras empezaba con la sincronía en sus pasos, pegándose al pecho del ruso, deslizando sus dedos por el brazo y sintiendo la nariz del más alto en su cuello

-es un baile… lo haré perfecto sin importar qué

 

 

Elizabeth también bailaba, guiada por un Tadashi que no dejaba de tocar el violín con encanto sin igual y que la acompañaba en los pasos a dar para un tango más suave. La gente se aglomeraba a su alrededor, los cuatro allí presentes no se fijaban porque estaban en su pequeño mundo artístico. Mucho menos se fijaron que un par de ojos azulados también eran espectadores entre la gente y que en silencio evaluaban a todos. Cada movimiento de Yuuri fue vigilado con precisión, fue admirado y degustado desde fuera del escenario. Yurio fue envidiado por muchos, pues el azabache de cabello largo mostraba belleza singular, delicadeza pero fuerza. Un omega que despide un aroma dulce y acogedor… ese era Yuuri Katsuki

La pequeña niña empezaba a aplaudir para dar guía al ritmo, los espectadores la imitaban con placer, volviendo aquello el centro de aglomeración de todos en esa plaza. Yurio empezaba con los pasos profesionales que Yuuri le respondía con habilidad, pues no era la primera vez que hacia aquello. Cuando empezaban los giros la gente se apartaba porque el espacio necesitado era mayor, el círculo que los rodeaba se extendía, así como la coreografía se expandía cada vez más. La tonada era intensa pues los dedos de Tadashi explotaban cada cuerda del violín, como un profesional destacado. Las miradas fascinadas, los aplausos fuertes… el baile exótico… la risa de una pequeña y un ensordecedor final proseguido de un silencio momentáneo antes de la lluvia de aplausos y gritos emocionados. Ambos bailarines adultos respiraban agitados cuando terminaron el baile tomados de las manos y reverenciando al público. La pequeña niña elevaba sus brazos sonriendo en amplitud junto a un castaño, quien agitado, sostenía firmemente el violín. Las monedas que caían en el estuche que llevaban siempre, donativos voluntarios que siempre llegaban. Así terminaba aquella diversión sana, simple y apreciada por muchos

Eso era arte callejero, eso era diversión momentánea que les traía efectivo para disfrutar de su salida familiar. La rutina sabatina cambiaba apenas en esa ocasión, porque generalmente la tonada de tango lo llevaban en una grabación y los bailarines eran Tadashi y Yuuri, pero con Yurio la puesta en escena fue mejor aún. Ely tomaba su propia gorrita para elevarla mostrándoselas a las personas que aún no ponían su moneda. Agradecía con una enorme sonrisa, saltando al ver las esferas brillantes acumulándose en pago a su talento. Yuurio se iba a quejar porque lo habían usado como artista callejero, hasta que reconoció entre el público a cierto patinador famoso que lo miraba con seriedad, mientras se mordía la punta del dedo pulgar. El ruso rubio sonrió con prepotencia antes de abrazar a Yuuri por la espalda y susurrarle algo, para después ignorar al invitado no deseado y seguir con el placer de esa salida

Helado” fue el grito de guerra de Ely cuando ya nadie los miraba. Lo hizo para que los mayores la siguieran en su faena de fin de semana. Eso fue hermoso, muchos lo decían sin miedo a equivocarse y algunos se quedaban para felicitar a los cuatro artistas. Al final la gente se dispersaba, dándole la oportunidad a cierto hombre de iris azulado de acercarse, pero fue detenido de inmediato. Viktor fue impedido de seguirlos, Yurio se interpuso en cierto momento, evitando que la pequeña o que Yuuri fueran capaces de ver al ruso patinador. Le costaría mantener esa distancia entre esos tres pero después de un rato, cuando Ely agarró a Tadashi y empezó a correr por la calle, Yuuri lo siguió. Yurio no supo ni cómo logró perder de vista a Viktor pero se sentía dichoso de haberlo logrado.

 

 

-hoy iremos a casa de Tadashi – sonreía Ely quien con su cono de helado de sabor a fresa caminaba en frente de los adultos

-puedes venir también – sonrió Yuuri mirando al rubio – pasearemos un rato por allí, veremos un par de películas y…

-tengo cosas que hacer – Yurio fingió desgano, cansancio hasta bostezó para liberarse de aquello. Solo por esa ocasión no impediría que el castaño estuviera con Yuuri puesto que tenía un asuntito pendiente por allí – así que me largo

-eres aburrido gatito – Ely reía con picardía a sabiendas que al rubio no le gustaba ese calificativo. Tadashi casi se atora con su cono de helado debido a la risa que le provocaba ver a esos dos pelear, eran solo niños

-mocosa, ¡deja de llamarme así!

-¡mocoso tú! – reclamaba enfadada apuntándole con el dedo y haciendo un puchero leve

-Yurio, deja de llamar a Ely de esa forma – reclamaba Tadashi, sintiendo esa mirada fúrica por parte del rubio – ella es una princesa

 

 

Los asuntos que Yurio tenía que resolver se centraban en cierto ruso con cabello gris, cualquiera diría que el viejo en verdad estaba, cabe la redundancia, viejo… ¡anciano! ¡Senil! ¡Idiota! Y el rubio no supo cuántos de esos insultos le dijo cuándo se lo encontró a una cuadra de donde dejó a esos tres. “Pareces acosador, Vitya” Yurio quería desquitar sus frustraciones, enfado, decepciones, dudas, todo lo que pudo en ese momento definir, con el mayor. Porque para ser sinceros, Viktor fue su obstáculo más grande desde hace años, en el patinaje, en la vida, en los amores. Viktor no sólo le robó la oportunidad de superarlo, sino también le quitó a Yuuri… a ese omega que Dios sabe cuánto deseaba para sí. Aun recordaba la dolorosa noticia de que esos dos eran pareja, los anillos, los besos, las coreografías… y la puñalada final… cuando rebelaron ser destinados… todo se había ido al carajo en menos de un año y en ese mismo momento se las cobraría todas. “Yurio, no podrás impedir que yo me quede con Yuuri, con mi hija, con mi familia” esas palabras fueron el detonante de su pelea y siendo dos alfas, se entenderían bastante bien

Alejados de esa situación estaban los otros tres, que sin siquiera pensarlo siguieron el plan de cada sábado, donde se tomaban un descanso de toda la rutina. El espectáculo callejero solo era una diversión que les daba el suficiente capital para gastarlo el resto del día en cosas sencillas, comida esencialmente, porque la adoraban. Jugaban, reían, Tadashi cargaba a su princesa sobre sus hombros mientras tomaba la mano de Yuuri para caminar por la zona comercial, donde solo veían por pura diversión. Alquilaban alguna película que disfrutarían en casa del castaño y al final del día allí estaban, mirando la televisión con calma, mientras comían palomitas, bromeaban y se comportaban con una familia. Lo más extraño era que eso lo hacían incluso antes de que Tadashi y Yuuri fueran pareja, lo único que cambiaba en la actualidad era que Yuuri se recostaba junto a Tadashi, besándose de vez en vez

La noche les llegaba en aquella casa, pero no era ningún problema porque Tadashi tenía todo listo. Habitación preparada para Ely, para que durmiera placenteramente, había limpiado su departamento y tenía suministros para una cena, desayuno y demás. Así que dormían allí. Como cada noche Ely se recostaba en compañía de los dos adultos, contaban alguna historia hasta que la pequeña se quedaba dormida, le besaban la frente y acomodaban para que durmiera tranquila. Ellos iban a seguir viendo películas mientras bromeaban sobre las escenas. Tal vez por eso los Hiroko, Toshiya y Mari siempre insistieron en que Yuuri abriera los ojos y viera que Tadashi era la persona indicada para recomenzar de nuevo

 

 

-no juegues conmigo Tadashi – se habían estado arrojando palomitas por diversión, pues diferían en el final de la película – ella se quedará con Jhon

-claro que no… ella se quedará con el alfa. Sabes que es lo normal en esas películas. Sea donde sea – sonreía mientras veían el desenlace

-no siempre debe ser así – Yuuri miraba la pantalla y era verdad que el alfa conquistaba al omega al final. Le disgustaba enormemente ese asunto, le daban una idea equivocada a todo el mundo – pues… aquí estoy yo

-Yuuri, tu eres la más grande excepción en esta vida – con cariño abrazaba al azabache y le besaba la frente – eres único… porque la vida te forjó así

-te quiero más de lo que crees Tadashi – susurraba tomándolo de las mejillas para besarlo – yo creo que…

-Yuuri – sonrió cortándole el discurso – no tienes que decir nada, porque confío en la mirada que me brindas. No te justifiques porque es innecesario – susurró sintiendo los brazos de Yuuri rodearlo en un abrazo cálido – yo estoy enamorado de ti, Yuuri

- a veces dices cosas impensables para cualquiera – reía y de un empujón hacía que Tadashi cayera al suelo. El pelinegro reía divertido al verlo a disposición y lo aprisionaba de las manos mientras se sentaba en el vientre ajeno – eres raro – decía mirándolo desde arriba

-me dice el omega que trata de someter a un beta – reía rodando con Yuuri por el suelo, en un juego para saber quién quedaría encima de quien

-soy mejor que tú – decía orgulloso cuando después de varios intentos quedó sentado en el vientre de Takeshi y sujetándole las muñecas a cada lado de la cabeza

-lo admito – emitía con dulzura rindiéndose en ese juego. Además, le gustaba estar así, de esa forma solo elevando un poco su cabeza podía besarlo con tranquilidad – eres mejor que yo en muchas cosas

-eres un tonto – sus mejillas enrojecían pero no protestaba. Por el contrario, ahora era él quien iniciaba el beso, moviendo sus labios por encima de los del castaño, dejando que la calidez de sus bocas se mezclara – y sinceramente espero que sigas así – susurraba mientras posaba su mejilla en el pecho ajeno, escuchado el latir un poco acelerado, demostrándole las emociones con solo una tonada continua

-Yuuri – susurraba acariciándole la espalda y el cabello – deberíamos ir a dormir – entrelazaba sus dedos y esperaba la respuesta de siempre, un leve si – usaré el sofá como si…

-hoy no – elevaba su rostro y sus manos viajaban en una caricia hasta esas mejillas cálidas, lo miraba un momento antes de sonreírle, sintiendo el calor en sus mejillas – duerme conmigo Tadashi – susurraba con vergüenza

-a dormir entonces

-Tadashi…

 

 

Un suave beso le era otorgado para silenciar el ambiente. Una sutil caricia en su espalda que lograba estremecerlo le hizo sonrojarse hasta las orejas. Se aferraba al cuello del castaño y suspiraba porque sentía como el mayor lo cargaba para levantarse del sitio. La limpieza podía esperar una noche… los sueños venían primero  

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Chiquito pero bonito. 

Sigo dejando de lado a Viktor, porque aunque no parezca, Yuuri es el protagonista XD 

Pero tranquilas, en el siguiente si lo pongo... es más. El capítulo de hoy lo corté para dar un salto bastante agradable en el siguiente capítulo.

¡Se viene el problema señores!

¿quién vendrá?

¿cómo será cuando Viktor al fin alcance a ver a su pequeña hija, ya sin inconvenientes?

Mañana es san valentín y yo no pude escribir nada para la fecha, porque estoy llena de proyectos.... -suspira- 

Ni modo, nos veremos en la sigueinte oportunidad~~

Besitos~

PD: sus reviews, los contesto a penas tenga un tiempito

 


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