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Un ángel de paso por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Sean felices~

 

 

 

 

Meses…

 

 

Habían sido tiempos largos -casi eternos-, de lucha firme para obtener el menor número de problemas posibles. El proceso se asemejó a subir escalones en una escalinata empinada que llevaba a un mirador que mostraba la vista más hermosa de Japón, pero la recompensa final era incomparable.

Ely y Hiro estaban junto a sus verdaderos padres, los Katsuki estaban en su apogeo de felicidad y Viktor e Irina estaban en Rusia en donde no podían ser una amenaza. De ellos no se podría decir más porque parecía que al fin la calma llegó a la vida de todos después de tantas tormentas, pero de los otros había mucho que suponer o certificar

Yurio ya aceptaba que Loop tenía su encanto al igual que las otras trillizas, las cuales hacían de su vida una aventura, pero también mostraba que no se iba a aferrar a la idea de un futuro junto a su destinada. Por su lado, Loop no estaba ni siquiera desanimada cuando el propio Yurio le dio a entender que no se quedaría con ella, después de todo a Yurio lo veía como un amigo cercano al cual podía molestar cuando quisiera, incluso le sacaba provecho cuando era necesario. Mari, Hiroko y hasta Yuko apostaban por cuál sería la pareja definitiva de ese ruso, pues ya conocieron a un candidato, Minami, que era la personificación de la alegría y energía, pero les faltaba conocer al tal Otabek que era un misterio para las japonesas, sin embargo, Yurio hablaba siempre de él.

Yuuri se reía cuando veía pelear a Yurio con las trillizas o con Elizabeth, le parecía muy divertido que se comportaran como unos niños a pesar de las edades que tenían cada uno. Ese tipo de relación que progresaba de a poco era agradable a la vista, por eso invitaba al ruso a quedarse cuanto quisiera o que volviese cuando lo necesitase. Yurio se volvió parte de los Katsuki también y así se lo trataba siempre.

Elizabeth pidió tiempo para adaptarse a su nueva vida y decidir si es que iba a seguir participando en el patinaje artístico sobre hielo o hacer otra cosa, pero Yuuri sólo tardó alrededor de tres meses como para verla entrenando en las mañanas y en la pista de hielo después de clases. No cabía duda de que su hija heredó el talento de ambos progenitores y su destino estaría en las pistas de hielo internacionales, por eso Yuuri la apoyaría siendo su entrenador temporal hasta que su hija decidiera qué era lo que exactamente quería hacer con su vida, después de todo, nunca descartaría enviarla al extranjero para que estudiase y de paso que consiguiera otro entrenador para que expandiera sus conocimientos y estrategias para las competencias. Pero para eso faltaba mucho tiempo todavía

Tadashi y Yuuri seguían con sus dobles identidades bajo las sombras, después de todo, años de esfuerzos les trajeron una carrera que se levantaba en la medida necesaria para que su tiempo se viera equilibrado entre: disfrazarse e ir a las presentaciones, y en quitarse el maquillaje para convivir con la familia. La escuela de Hiro, los estudios de Ely, los entrenamientos de patinaje, las prácticas para manejo de instrumentos, sus días eran agotadores en ocasiones, pero las sonrisas se ampliaban cada vez más. Estaban juntos, la familia era enorme y cada vez aumentaba más, Mari era la encargada de esa parte. La herencia se volvía palpable con los pañales que se desechaban, una comparación que hacían para reírse en ocasiones.

Volvían los días de calma y festejos familiares libres de alcohol en la medida posible, planes que llegaban de la nada, reuniones imprevistas, cosas de todos los días. La primera vez que Ely se resfrió desde su llegada a Japón fue el hecho más divertido en esos meses, porque la pequeña pudo pedir mimos y caprichos cuanto quiso y nadie se los negaba. Ni siquiera Hiro se escapó de eso porque era como volver a tener un bebé en casa… una nueva experiencia que todos gozaron, aunque pareciese extraño

Y después llegó algo que todos ansiaban.

Casarse nunca había sido siquiera una posibilidad mientras el dolor de una hija perdida estuviese latente, por eso Yuuri y Tadashi no se habían mentalizado para un momento de ese tipo. Fue muy raro que, en una mañana mientras desayunaban, Toshiya comentara que desearía ver a sus dos hijos casados y con una familia estable. Cruzaron un par de miradas, muchas sonrisas cómplices y una aceptación que inició con el evento más esperado de la familia o así lo definieron Isamu y Mari

Lo planearon con sencillez mientras los días se iban normalizando para las vacaciones de verano, fue progresivo así que los involucrados ni siquiera se dieron cuenta de lo que pasaba. Los hijos de la pareja habían estado organizando la fiesta para después de la ceremonia sencilla que se pensó realizar. Un par de cumpleaños se festejaron previo al gran evento y las cosas parecían ser como la fiesta de año nuevo, pues representaba un cambio en la vida de los Katsuki. Los novios en cierto punto se vieron impedidos de participar en la planeación, pues los más animados eran los ajenos. No iba a ser algo grande, por el contrario, se pidió algo pequeño porque hacer una ceremonia con “todas las de la ley” sería… extraño. Llevaban años juntos, estaba más que claro que se amaban, no hacía falta más que hacerlo oficial y todos lo sabían

 

 

—Esto es tan raro — se reía Yuuri al verse al espejo. Admiraba el traje formal, blanco, impecable que le habían cedido y que calzaba a la perfección en su cuerpo bastante delineado debido a que hacía ejercicio con su pequeña hija — ¿por qué hacen esto, si sólo lo vamos a firmar en el papel? — estaba decidiendo si quedarse con los lentes puestos o no, pero si quería ver todo en detalle serían necesarios

—¿Puedo pasar? — alguien tocaba en la puerta y Yuuri giraba levemente para ver a su hermana que asomaba la cabeza — igual entraré… — ingresaba demostrando su lindo vestido azul con detalles perlados — te ves resplandeciente, hermanito

—Gracias… supongo — hizo una leve mueca de diversión al ver a su hermana usando un vestido de gala que tal vez compró para la ocasión, porque nunca lo había visto usarlo — ¿qué haces?… Mari en serio, dime que no hicieron una fiesta formal — suspiró al verla acomodarse bien las pulseras plateadas que adornaban sus muñecas

—No, por desgracia — fingía decepcionarse, pero sonreía — como lo especificaste es algo privado y chiquito, pero no por eso debe ser descuidado y feo. Oka-san y oto-san se han esforzado mucho en preparar la decoración, cuando lo veas, te encantará. Es su ilusión más grande el verte casado y feliz con la persona que elegiste

—Mari-ne… gracias — Yuuri quería cortarle el discurso a su hermana porque ya la vio sensibilizarse y querer derramar sus primeras lágrimas, así que se acercó con naturalidad para cederle un abrazo que la apaciguara

—Es que es tan hermoso el verte por fin sonriendo y con la mirada brillante. — Acarició los cabellos de Yuuri e impidió que sus emociones la desestabilizaran — Mi hermanito se ha vuelto un hombre

—Mari, no me digas que estás de nuevo embarazada

—No eches a perder el momento — le regañaba apretándolo más en el abrazo — sólo venía a verte. Ya es hora

—¿Tan rápido? — de pronto sintió pánico y soltó un jadeo leve

—No me digas que estás nervioso — reía divertida mientras acomodaba los lentes en su hermano — te tardaste

 

 

Risas divertidas mataban su ambiente fraternal y sentimentalista. Yuuri caminaba con su hermana en silencio, sólo sujetando sus manos para apoyarse mutuamente en ese día. No había mucho que decir, pues era como otro día más, al menos así quería pensar Yuuri mientras caminaba hasta toparse con su padre quien, cediéndole el brazo, lo guiaba hasta el lugar donde Tadashi lo esperaba para casarse como era debido. Una broma de Toshiya hacía que a Yuuri se le enrojecieran las mejillas levemente y le diera un toque encantador al rostro que estaba adornado por un mechón suelto que le cubría levemente el ojo izquierdo. El cabello largo, bien sujeto, evitaba que las hebras negruzcas se ondearan con la brisa leve que de pronto lo recibió, estaba adornado por una horquilla que su hija le había regalado para la ocasión. Una flor rosada estaba en su cabello y lo llevaba con orgullo puesto que fue su pequeña Ely quien se la dio

 

 

—Papi… para ti — un pequeño apareció de pronto en su camino y Yuuri sonrió con amplitud. Hiro vestía un traje formal de color blanco y recibía a su papi con una flor de un color amarillo causando una sonrisa llena de dulzura por aquel acto — no es un ramo, pero una flor basta… eso dijo papá

—No me digas que alguien más lleva flores para darme en el camino — Yuuri reía mientras su hijo negaba levemente y estiraba su mano para indicar que quería acompañar a su papi hasta el altar  

—Es algo sencillo, pero agradable — comentaba Toshiya mientras sonreía y marcaba sus arrugas faciales — tu madre siempre quiso tener una boda en casa, así que está más feliz de lo normal

—¿La de Mari no cuenta?

—Esa fue al estilo tradicional, ésta es al estilo occidental… así que no cuenta — bromeaba mientras daban los últimos pasos para encontrar el lugar donde los invitados esperaban. — ahora sonríe para que todos vean lo feliz que estás ahora — Habían alistado una pequeña hilera de sillas para reunirlos a todos y Yuuri caminó entre ellas hasta donde se ubicaba Tadashi, con su traje celeste claro

—¿Celeste?… ¿por qué? — miraba a su padre con curiosidad y este reía

—No sé. Lo escogimos al azar — Toshiya tomaba la mano de su hijo y sonreía al dársela a Tadashi. Habían concordado que el festejo imitaría a una de las películas occidentales que adoraban — espero que sean felices… tanto o más de lo que yo lo soy con Hiroko — era entonces que la mano de Hiro soltaba la de Yuuri. El pequeño sonreía antes de irse con su abuelo a la primera fila de aquel conjunto y tomaban asiento para ver la ceremonia

 

 

Ely tenía una cámara entre sus manos, usaba un vestido largo de color blanco que combinaba a la perfección con su cabello platinado hasta la cintura. Los saludaba animadamente para evidenciar que ella y las trillizas eran las encargadas de grabar el evento para que fuera admirado por el resto de sus vidas. Era algo sencillo, pero un evento, al fin y al cabo. Seguramente todo lo planearon ellas como cabecillas, por eso todo estaba tan armonioso y sorprendente

Señoritas vestidas de blanco rodearon a la pareja que sólo se dejaba llevar pues no tenían idea de lo que su familia planeó. Las jovencitas, siendo estas: Lutz, Loop, Axel y Naya, cedieron una flor amarilla a cada uno de los novios para que al final Yuuri tuviese tres y Tadashi dos, hasta que Hiroko se acercó cediendo la tercera flor a su nuevo hijo legal. Era un ritual un poco extraño, pero los novios no dijeron nada y continuaron con el proceso. Tadashi sonreía mientras entrelazaba sus dedos con los de Yuuri y elevaba esa unión para besar el dorso ajeno; Yuuri, riéndose disimuladamente, lo imitaba para que las cosas siguieran igualitarias. La autoridad a cargo de hacer oficial su unión entonces empezó a expresar las palabras comunes para un matrimonio y sólo en ese momento el corazón de Yuuri palpitó más rápido de lo normal

Estaba viviendo su matrimonio, de pronto se dio cuenta de que no era un sueño. Fue como un pequeño clic en su mente, uno que le dio aviso que su vida iba a cambiar con sólo filmar ese papelito. Yuuri siempre quiso celebrar una boda en donde él fuera protagonista, un deseo oculto y hasta demasiado romántico que quiso tener en secreto, pero allí estaba. Sus manos unidas al de su futuro esposo, a la persona que eligió como su compañero para el resto de su vida.

Yuuri miró de refilón a Tadashi y lo detalló con rapidez mientras sus emociones afloraban. Castaño de cabellos cortos, pero no tanto, lo suficiente para peinarlos hacia atrás de vez en cuando. Un muchacho menor a él que mantenía el mismo brillo en los ojos plateados que vio la primera vez. Esa dulzura que despedía no había cambiado, por el contrario, parecía haberse incrementado y admitía que eso lo cautivó tiempo atrás. Tadashi tenía una sonrisa sincera y un leve rubor en las mejillas, algo que hizo que Yuuri sintiera sus mejillas colorearse también. Se avergonzó entonces porque en ese preciso instante se dio cuenta de que estaba dando un paso más en su vida, uno muy importante: se estaba casando con la persona que amaba y con la que ya tenía un hijo… mentía, tenía dos.

Las memorias escondidas de Yuuri llegaron a su mente, imágenes que detallaban desde el primer encuentro, las veces en que una confesión sencilla era dicha y que tontamente él rechazó al inicio. No quería recordar las razones de esos rechazos y se centró en la decisión de ese muchacho por seguir a su lado. Era tierno. Tadashi era tres años menor que él y aun así parecía más maduro en ocasiones, y en otras era tan infantil como un niño. Tenía defectos como cualquier otro, pero también tenía virtudes que destacaban con cada sonrisa bondadosa o un beso sincero para calmar las ansias o los problemas. Tadashi era un alma libre, que buscaba sueños y a la vez retos, pero que cuando decidió quedarse en un solo lugar, eligió ese… con Yuuri. El azabache se sintió privilegiado de haber encontrado a esa persona, apretó levemente el agarre y lanzó un suspiro porque la emoción le recorría el pecho, y los nervios salidos de alguna parte, le llagaban con fuerza.

«Acepto» fue la declaración para esa unión tan formal y que parecía innecesaria, porque ellos ya se habían unido mediante sus almas y hasta mediante sus cuerpos con anterioridad. Esa boda sólo era una reafirmación del amor que se profesaron alguna vez, y que repitieron en forma de palabras, decenas, cientos de veces más. Ellos dos decidieron estar juntos porque encontraron un sentimiento al cual aferrarse, entregarse y compartir. Enfrentaron retos, pasaron por malos momentos, pelearon en ocasiones porque era natural cuando fortalecías lazos con una persona que era diferente a ti, pero también llegaron a compartir momentos llenos de felicidad. Estaban a ese punto y no querían dar marcha atrás.

Un beso casto en donde cerraron sus ojos instintivamente, una unión sutil que ocasionó la fusión de temperaturas, uno tan tierno que ocasionó que alguien soltara una exclamación de asco, algo que sólo hizo sonreír a los esposos porque… ni siquiera sabían por qué. Tal vez porque sabían de quien era esa expresión. Pero también hubo quienes rieron, aplaudieron, gritaron y lloraron.

Estaba hecho.

Los deseos de felicidad se dieron con calma, uno a uno, provenientes de familia y amigos, aliados y cómplices. Había muchos sinónimos que englobaban a todos los presentes en esa ceremonia, los mismos que estaban más emocionados que los propios novios, pero se prefirió usar la palabra “familia” para identificarlos a todos.

Un abrazo tras otro, un te quiero dado con sinceridad, pactos de paz, amenazas disimuladas para que se cuidaran mutuamente. La sorpresa de tres personas que llegaron a favor del novio, los reencuentros y perdones de una familia separada por la distancia de sus hogares. Fue especial. Una boda bella, una promesa eterna de estar juntos, una mirada cálida que se daban antes de volver a juntar sus labios por capricho.

Dos hijos que se lanzaron a los brazos de los padres, cada uno riendo porque entendían que ahora eran una familia legal, pero que de todas formas siempre consideraron ser una familia firme. Era perfecto y así continuaba, pues la fiesta posterior a la ceremonia se daba con prisa… tal vez porque todos estaban hambrientos.

 

 

—Los novios primero

—Mari — se quejaba Yuuri, pero accedía porque en realidad le gustaba la idea de monopolizar un ratito al novio… mejor dicho, al esposo que tenía — esto es vergonzoso — decía tomando la mano que le era ofrecida para el primer baile

—Dales el gusto. Todos quieren ver esto — Tadashi reía divertido cuando, en un rápido repaso con la mirada, captó a todos con las cámaras en las manos o celulares bien dispuestos. Los espectadores tenían la emoción pintada en la mirada — ¿o acaso te molesta bailar conmigo?

—Hemos bailado tango, vals, otras cosas que ni siquiera sabemos si tienen nombre — decía mientras escuchaba la tonada de vals de esa noche — ¿crees que me daría vergüenza ahora?

—Tus mejillas están rojas, Yuuri — recalcaba como si fuera lo más obvio del mundo y lograba que ese rubor se intensificara — ¿vergüenza después de tanto tiempo?

—Un poco — admitió pues a esa mirada no podía mentirle — estoy emocionado — una charla mientras sus pies se movían solos, pues esa danza la practicaron antes — no pensé que llegaríamos a esto

—Un par de anillos y un papel firmado — señalaba las alianzas de oro que poseían en sus dedos correspondientes — pero nosotros desde hace años que estamos atados

—Unimos almas, unimos destinos, unimos nuestros labios y lo prometimos — empezaron a reírse al dar un giro. En esos años seguirle las palabras románticas al otro era un juego, un algo que sólo hacían por diversión y que a veces rimaba, otras simplemente eran palabras del corazón — te amo, Tadashi — susurraba antes de brindar una sonrisa avergonzada

—Yo te amo a ti — reiteraba antes de besarle los labios con delicadeza y dar una vuelta completa logrando que el cabello azabache quedara desperdigado por el hombro ajeno — ¿Te he dicho que adoro tu cabello?

—Lo tocas cada que puedes… no hace falta que me lo digas — susurraba antes de aferrarse al cuello de su esposo — a mí me gustan tus ojos

 

 

Muchas cosas como esas eran dichas mientras se desplazaban por el espacio disponible para el festejo, nadie les dijo nada y los dejaron hacer lo que deseasen mientras las demás parejas se unían a la danza en el patio. Los esposos se disfrutaban mutuamente mientras los demás imitaban aquel amor que desprendía la pareja y que en esos años sólo se fortaleció. Toshiya con galantería ofrecía su mano a Hiroko y ellos se unían a la danza suave que el DJ Beka aplicó. Mari tomaba a Isamu y lo obligaba a bailar con ella en el medio de la pista porque también quería destacar un poquito. Ely miró a los posibles candidatos para su baile y entonces sonrió, tenía en la mira a su pequeño hermano que agarraba un chocolate de la mesa de bocadillos con disimulo extremo. Hiro entonces era cargado con facilidad por su hermana mayor y compartía su botín para que el baile fuera más dulce. Loop reía con diversión mientras guardaba su celular en su sostén y con las manos libres tiraba de Yurio para que la acompañara a la pista, ese par era la muestra que los destinados a veces eran los que menos se esperaban. Poco a poco las parejas y no parejas se unían a aquel festejo y el ambiente festivo adornaba la escena en donde el sol comenzaba a ocultarse lentamente  

Baile clásico que se trasformaba disimuladamente mediante las canciones que cambiaban a unas más movidas. Palabras de los novios, pocas para que nadie se quejara, y de otras personas que se animaron a demostrar la felicidad familiar. Bocadillos que los asistentes disfrutaron por cortesía de las mujeres que se pasaron la mañana en la cocina y los hombres que ayudaban, aunque no supieran mucho de eso. Todos pusieron su granito de arena con todo y al final reían mientras comían el pastel de la boda y empezaba a repartir la champaña que poco a poco dejaba a los adultos en tono para jugar.  

Tadashi empezaba a reírse porque las mejillas de Yuuri enrojecían con cada copa y lo detenía cuando parecía ser suficiente, pero se equivocó. El azabache casi cayó al levantarse con brusquedad y con él casi se lleva la mesa de bocadillos. Tadashi lo agarró mientras reía y los demás hacían lo mismo, pues Toshiya al tratar de ayudar había terminado de rodillas frente a la mesa con su copa en alto. Desastres mínimos que se reparaban con un buen baile que les bajara el grado de alcohol en el cuerpo mediante el derroche de energías. Cosas que pasaban de prisa y sin permiso

 

 

—Papi… tengo sueño — una carita somnolienta seguida de un bostezo despejaba la pista. Yuuri cargó a su pequeño niño y le besó la mejilla antes de encaminarse a la habitación del mismo

—Vamos entonces — con paso calmo, sonrisa dulce, cariño demostrado en caricias a las finas hebras azabaches, Yuuri se alejó de la fiesta. Acunaba a su hijo en brazos y detrás de él dos personas salían también dejando el festejo de lado

—Ya es tarde — decía Tadashi al admirar casi las diez de la noche en el reloj de pared que identificó — no me di cuenta — Cuando se divertían, el tiempo volaba

—Ustedes deberían seguir disfrutando de la noche — Ely se recostó junto a su hermanito que ya casi cerraba los ojos y miraba a los mayores — yo cuido de Hiro

—¿Se irán? — decía el pequeño sin soltar la mano de Yuuri — ¿a dónde? — restregaba uno de sus ojitos y luchaba por mantenerse despierto

—No nos iremos — sonreía Yuuri besando la mejilla de su pequeño y de su niña que estaba junto a él — sólo saldremos a bailar un rato más

—Está bien — bostezaba Hiro mientras buscaba el confort de Tadashi quien se acercó de inmediato

—Duerme, pequeño Hiro — susurraba el padre besando la manito del pequeño

—¿Pueden tocar? Vamos, así se duerme — pedía Ely con súplica y esos ojitos brillantes

—Todo por mi nena — sonreía Tadashi mientras buscaba un instrumento dulce

 

 

Ely les facilitó el trabajo al apuntar a un instrumento que ella dejó en el cuarto de Hiro. La ocarina que hace tanto tiempo fue heredada, fue alcanzada por Tadashi, era una pequeña y carmesí que ya era de posesión de Hiro porque Ely se lo regaló. Hiro reía levemente al ver a su papá alistarse para tocar, se acurrucaba más en su cama y junto a él, Ely también se acomodaba. Una nota empezaba a darles una melodía relajante, larga, suave, como el trinar de un pajarito en la mañana. Una canción de cuna que poco a poco lograba que esos ojitos se cerraran por completo, hasta el punto que dos angelitos se hundían en un mundo sin peligros… el mundo de los sueños.

Ely ya se había acomodado a sabiendas de que se quedaría dormida y esa era su intención, pues ella cuidaría de Hiro esa noche y las que fueran necesarias para que los mayores pudieran quedarse tranquilos. Un regalo pequeño para los recién casados, quienes se sonreían mutuamente al ver a sus retoños suspirar entre sueños mientras uno abrazaba al otro. Se aseguraban de dejarlos bien cómodos antes de salir y encontrarse con quien muchas veces ya les facilitó un escape con anterioridad… no preguntaron, sólo asumieron que todo fue planeado

 

   

—Ustedes dos están recién casados… tienen un departamento a disposición también… no creo que tengo que decir más — Mari sonreía con picardía al ver a ambos sonrojarse levemente — no sean penosos y corran… shu — reía mientras movía sus manos para “espantarlos”

—Su maleta está lista — reía Isamu en complicidad con su esposa, adoraba ayudarla en ocasiones — ropa limpia para que se cambien en la mañana. Ustedes tranquilos, nosotros nos encargamos de los niños

—¿Siguen aquí? — Hiroko entonces ingresaba con una sonrisa — vamos, es su noche de bodas… si me dan un nieto más se los agradeceré — las risas de todos sólo hacían que la incomodidad de la nueva pareja aumentara logrando que sus rostros se volvieran rojizos  

 

 

Y como en algún deja vu… Yuuri y Tadashi terminaron fuera de Yu-topia con mayor rapidez de la que esperaron. Ni siquiera habían logrado despedirse de los invitados, aunque pensándolo mejor, eso hubiese sido más bochornoso aún. Se quedaron viendo su hogar por unos minutos, analizando qué hacer después de eso. Yuuri deslizó su pulgar por el anillo que ahora lo ataba a Tadashi y sonrió por inercia. Tadashi se rascó una mejilla mientras aspiraba el aire cálido de esas noches de verano

En esa ocasión no se miraron a los ojos, sólo entrelazaron sus manos con un poco de torpeza y, por raro que pareciera, sus mejillas se coloreaban con fuerza ante los nervios previos a lo que estaba establecido para esa noche. Caminaron en silencio durante todo el trayecto, algo que sólo los hizo ser conscientes de sus latir desbocados, pero ni así decidieron cambiar el ambiente. Usaban un abrigo por encima de sus trajes porque ni tiempo les dieron de cambiarse y… no sabían cómo actuar o qué decir. ¡Eran pareja desde hace casi siete años, tal vez más! Pero ni eso les hacía sentirse cómodos cuando atravesaron la puerta del departamento que Tadashi nunca vendió, el mismo que era mantenido intacto y usado para algunos días de práctica instrumental o como en esa noche… para una… una reunión personal e íntima

 

 

—E-estoy nervioso — confesaba el mayor de ellos mientras se quitaba la flor de su cabello — no sé por qué… y hasta suena tonto, pero… estoy nervioso

—Estamos casados — susurró Tadashi mientras tomaba delicadamente la mano de Yuuri y lo atraía hacia sí — tal vez es por eso… ¿quién lo diría? — sonreía para calmar al otro y a la vez recibía un mismo gesto que lo calmaba a él

—Es nuestra noche de bodas — susurraba quedito con sus mejillas coloreándose más aún — ¿no debería ser normal?

—No… ésta noche debe ser especial — sonreía por milésima vez en esa noche y con torpeza abrazaba a Yuuri por la cintura antes de besarlo con timidez — más especial que la primera, más especial que alguna otra

—Yo sólo sé que quiero estar contigo — confesaba en un tono nervioso — Tadashi… hemos cumplido con nuestra promesa… y…

—¿Crees que las palabras están demás esta noche? — se abrazó a Yuuri y posó su quijada en el hombro ajeno

—Lo están… yo mismo no sé qué decir — deslizaba sus brazos hasta el cuello ajeno y se pegaba lo más posible para sentir el calor de Tadashi — no sé cómo… expresarme

—Entonces callemos — se separó un poco para besarlo con delicadeza mientras daba una pequeña vuelta con Yuuri entre sus brazos — sólo… sólo dejémonos llevar

—Te amo

—Y yo a ti

 

 

Danzaron sin darse cuenta, girando un par de veces mientras sus labios se unían en un beso tierno, al separarse dejaron que saliera un suspiro, sus ojos se unieron durante largos minutos y finalmente sonrieron por estar comportándose de esa forma tan vergonzosa. Se encaminaron al lecho sin romper la unión de sus manos, escuchando el resonar de sus pasos, ni siquiera encendieron las luces en su travesía. Se detuvieron en la puerta de la habitación que utilizaban de vez en cuando y se miraron un segundo antes de separarse. En silencio sonrieron antes de dirigirse a un mueble donde buscaron dos velas y un cerillo para iluminar tenuemente su estancia

Detallaron el perfil del contrario con la punta de sus dedos, mirándose con ternura, entrelazaron sus manos y finalmente unieron sus labios. La ternura inicial la transformaron en una demostración de amor ilimitado a través de un beso en donde sus labios se enredaban a compás del latir de sus corazones. Sus respiraciones cambiaban de a poco, volviéndose erráticas, provocando que sus pieles desearan tocarse y que sus manos se inquietaran. Un abrazo los hizo compartir calor, un beso más los hizo perder la noción del tiempo y espacio, una sonrisa les dio la señal de que no se detendrían.

Con calma se encaminaron a su cama, recostándose con lentitud… y sólo en ese momento dejaron de unir sus labios para sorprenderse con el adorno que los recibía. Rieron divertidos al reconocer el aroma de flores amarillas encima de la cama y las velas rojas que podían ser encendidas a su alrededor, pero que decidieron ignorar. Todo eso seguramente era un regalo especial por parte de un miembro de la familia y decidieron usaron con soltura mientras en silencio se acariciaban y mimaban como en aquella primera vez en donde unieron sus cuerpos.

Las prendas caían con lentitud a un lado de su cuna matrimonial, las flores tenían el mismo destino hasta que en ese lecho sólo estaban ellos dos. Miradas se dedicaban mientras suspiros se entregaban. Besos resonaban, caricias se repartían si pudor alguno y uno que otro gemido no podía ser reprimido. Sonreían al ver las alianzas que brillaban con la tenue luz y fue la única cosa que adornaba sus cuerpos mientras se recostaban para enredar sus pieles.

 

 

—Te haré feliz por el resto de nuestras vidas — susurró Tadashi mientras su mano se deslizaba por la pierna ajena, ascendiendo hasta la cintura que apretó con calma

—Lo has cumplido hasta ahora — susurró mientras enredaba sus piernas en la cadera contraria y suspiraba al sentir la excitación de su ahora esposo — confío en que lo seguirás haciendo — mantenía su voz calmada mientras elevaba sus manos hasta ese rostro que emanaba sutil lujuria, la misma que quería aumentar

—Te amo tanto — Tadashi acercaba su rostro al ajeno mientras sus dedos viajaban hasta el pecho descubierto y acariciaban lo que estuviera a su paso. Detallaba cada curva, hendidura, marca, líneas, jugaba con la piel ajena por diversión — no dejaré de hacerlo… lo supe desde que hiciste a mi corazón saltar con sólo un roce

—Y yo te correspondo con la misma intensidad — Yuuri gimió quedito al sentirse extasiado con el roce en su parte baja ante cualquier movimiento leve. Apretaba a su esposo contra su cuerpo necesitado en una muda petición de apresurar un poco las cosas. Su desnudez le permitía formarse una imagen mental del cuerpo que friccionaba con el suyo, de modo que sofocaba su lucidez — te amo de la misma forma, Tadashi

—Yuuri… no quiero hacerte daño — gruñó al sentir el movimiento de aquella cadera que le podía hacer perder el control. Sus intimidades estaban bien despiertas, ansiosas, reflejando el deseo turbio que sentían el uno por el otro y el que Yuuri se moviera tan sensualmente sobre él no ayudaba mucho a su autocontrol. Mordió el labio inferior de Yuuri con suavidad y le robó un beso en donde saboreó con gula a su amado

—Mañana empieza mi celo… no tienes que ser cuidadoso — sonrió divertido mientras besaba los labios ajenos y enredaba sus dedos en el cabello que mostraba humedad debido al calor que compartían — por eso elegí esta fecha — no dejaba de menearse encima del regazo de Tadashi, con malicia suspiraba junto al oído de su esposo y claramente sentía sus caderas siendo apretadas y guiadas en un movimiento más suave

—Eres demasiado sexual a veces — reía forzosamente mientras deslizaba sus dedos a la entrada que lo acogería y comprobaba la tibieza y el leve rastro de lubricante que de seguro al día siguiente se notaría con mayor potencia. Anhelaba ese celo que produciría un aroma dulzón que ni él podía dejar de notar y degustar

—Lo aprecias tanto como yo — gimió mientras se aferraba a la espalda ajena y la arañaba para producir un estimulante. Escuchó con placer el ronco gemido que fue emitido y volvió a dibujar una línea rojiza con sus uñas — Tadashi… tengamos otro hijo — susurraba con picardía mientras deslizaba su lengua por los labios ajenos y se estremecía por la caricia circular en su entrada

—No me niego — con complicidad dejaba a Yuuri mostrar ese lado suyo que gustaba de esconder. Metió dos de sus dedos en el interior logrando que el otro se arqueara por la impresión. Los deslizó con leve facilidad, moviéndolos cuidadosamente para comprobar si su amado soportaría la falta de preparación — esta noche… la siguiente… todas… intentémoslo hasta que otro pequeño milagro ocurra, Yuuri — deslizaba su lengua por el cuello ajeno, besando la manzana de adán que se movía al compás de la respiración del azabache y terminaba mordiéndole levemente la mandíbula

—E insinúas que yo soy el sexual aquí — era entonces que gemía en el oído ajeno, tentándolo, suplicando porque lo complacieran en esa necesidad infinita que tenía — Tadashi… ah~

—Conocer nuestras facetas escondidas… será divertido — en un solo movimiento lo dejó debajo de sí y calló esos labios con los suyos. Sus dedos jugaban con aquella partecita de Yuuri que lo succionaba mientras mordía ese cuello inmaculado sin importarle dejar evidencias claras de su noche de bodas.

 

 

Entregarse enteros, unirse en cuerpo y alma, jugar mientras se demostraban su amor, nada de eso cambió con el tiempo. Se besaban mientras sus cuerpos se acoplaban, entrelazaban sus dedos de la misma forma que lo hacían sus espíritus. Jadeaban palabras de amor mientras desbordaban su pasión. Se miraban mientras seguían en aquel acto carnal que los llevaba a la gloria. Lo repetían cuantas veces fueran necesarias para agotar sus cuerpos y certificar a sus almas la promesa de una vida juntos. No midieron el tono de sus voces, se dejaron llevar, llenaron esa habitación de sonidos íntimos y poco les importó. Así eran ellos dos cuando se perdían en su pequeño mundito lleno de ensueños

 

 

Años…

 

 

Las personas cambiaban, pero otras no lo hacían y era eso lo que definía si un futuro se veía brillante u oscuro.

Viktor no cambió, no cedió, no se arrepintió. De él sólo se sabía rumores dados por medios televisivos de vez en cuando, los cuales se debían a algún aniversario o algún hecho que se relacionara con el patinaje ruso. El público lo fue olvidando de a poco hasta que sólo era una leyenda plasmada en algún reportaje o video. La que sí sabía cómo se encontraba aquel hombre, era Elizabeth, quien de vez en cuando visitaba al ruso en compañía de su papi –el único al que Viktor toleraba–, porque ir sola era un riesgo que no pensaba correr nuevamente. E incluso de esa forma había una precaución extra que tomaban y esa era una fecha y tiempo de retorno a Japón que se respetaba con exactitud, caso contrario, la familia actuaba con prisa y la autoridad competente era llamada. Después de todo, dos intentos por retener a Elizabeth en Rusia fueron dados y una nueva mancha en la vida de Viktor se plasmó

 

 

—Me voy ahora, Viktor — sonreía Elizabeth mientras abraza por obligación a aquel ruso de cabellos grisáceos — cuídate y cuida de tu madre

—Sólo han sido dos días — aquel hombre ya no brillaba, ahora sólo era un fantasma pálido — pero fue grato verte… y a ti también, Yuuri

—Espero que se cuide o enfermará también — Yuuri sonreía con amabilidad, porque ya perdonó a Viktor, y porque le tenía compasión pues lo veía cada vez más acabado y triste — nos vamos — daba una leve reverencia de respeto, porque a pesar de todo… Viktor era su otra mitad, la otra parte de su alma — adiós, Nikiforov-san

—Tu sonrisa siempre es cálida, Yuuri

—Te mandaré la mensualidad como siempre, Viktor — Elizabeth desde cierto punto tomó la responsabilidad de mantener a su progenitor y a la madre de este, tal vez porque sintió compasión al verlos en la ruina después de que cometieran tantos errores — compra las medicinas para Irina

—Heredaste su dulzura — una sonrisa era dada, pero no fue acorazonada, solo una curva en esos labios — buen viaje

—Adiós — Elizabeth sabía que Viktor intentaría manipularla como siempre, por eso tomaba la mano de su papi y salía con prisa. No miraba atrás hasta estar sentada en el taxi y sólo ahí sacaba su mano por la ventana para despedirse

 

 

Viktor era un caso perdido, un poco peligroso o eso parecía demostrar la mirada altiva que daba, pero Ely lograba tolerarlo en conjunto con su papi. Eran familia de una u otra forma, era un lazo sanguíneo que pesó, pero que estaba tambaleándose constantemente por los errores recurrentes del ruso. Viktor no quiso cambiar y por eso poco a poco fue desplazado de la vida de su propia hija y ese sería su peor castigo.

Pero había felicidad.

Elizabeth sonreía mientras patinaba con placer en cada pista que visitaba y triunfaba en cada competencia en la que elegía participar. Inspirada por el amor de su familia brillaba sin desearlo siquiera, surgía, se elevaba y de esa forma llegó a opacar incluso a aquella persona que le enseñó lo básico en ese mundo. Ely se abría como una flor en primavera, mostrando su belleza en una perfecta combinación entre dos naciones, era una figura aclamada, pero nunca permitió a su ego y orgullo crecer sin límites. Ella no quería terminar como la persona que a sus diecinueve años no quería volver a ver por más de dos días cada seis meses. Los problemas eran superados con facilidad, no tenía que forzarlos porque la blancura podía absorber a la envidia y malos deseos de ajenos.

Hiro crecía en un ambiente lleno de dulzura y era por eso que, al igual que su hermana, escogía un sendero y lo seguía en plenitud. Vio obstáculos como cualquier otro lo haría, pero con un leve empujón los superaba y estaba listo para el siguiente reto. Una naturaleza beta –aún dudosa porque daba muestras de ser un posible alfa- que lo volvía inmune a todas las reglas que la sociedad quería imponerle, le dio la libertad para explorar sin miedo. Tomó un camino dividido entre su amor por el piano y por los pinceles, sin embargo, supo cuidar de cada uno de sus amores y no abandonó ninguno. Triunfó a su forma y era feliz por eso, además, era muy joven todavía y podía seguir superándose a sí mismo

Dos artistas seguían escalando en su vida musical, mantenían sus dos identidades independientes por pura satisfacción propia, pero gozaban cuando sólo eran Yuuri y Tadashi Katsuki. Sonreían mientras tomados de la mano tocaban o bailaban como un par de enamorados eternos, ofreciendo un espectáculo callejero en un parque de Hasetsu. Un pequeño bebé llegó en cierto año maravilloso para comprobar que nada era imposible y que se podía romper las reglas establecidas. Felicidad creciente en una pequeña familia que no destacaba en nada, pero que evolucionaba en las sombras y así continuaría mientras ellos lo desearan

 

 

—¿Qué hacemos teniendo una cita a esta edad? — comentaba Yuuri mientras cargaba en brazos a una bebita que mordía un juguete colorido, peinaba esos cabellos negruzcos y le apretaba uno de esos cachetes rosados

—No sé… tal vez porque lo merecemos — Tadashi llegaba con un platito con dangos de colores y se sentaba junto a su esposo

—Nunca dejarás ese lado tuyo — el azabache le cedía a la bebita quien feliz estiraba sus manos hacia el castaño dejando de lado el juguete anterior — el romántico

—No — decía arrugando la nariz y haciendo ruiditos que su hija de mirada plateada imitaba mientras aplaudía — ¿por qué dejaría de hacerlo?

—¿No te cansas?

—No — reía mientras besaba los labios de Yuuri quien acababa de morder el dango — ¿tú no te cansas de preguntar?

—No — imitaba la expresión de Tadashi y reía — me gusta escucharte responder de mil formas diferentes

—¿Te gusta la vida que llevamos?

—Me encanta — usando sus dedos le colocaba un pedazo de dango en la boca de su esposo y sentía esos dientes morderle con suavidad — es simple, es cursi — reía — pero es bonita

—Sabes… esto deberías agradecérselo a Ely

—¿Por qué lo dices?

—Yo me acerqué a ti gracias a ella — comentaba mientras miraba de refilón la expresión de Yuuri

—¿En serio? — elevaba una ceja con extrañeza

—Aún recuerdo a la pequeña niña que me veía de lejos mientras yo tocaba la guitarra. Me acerqué a ella para sonreírle y entregarle una flor que estaba en mi solapa… era una hermosa pequeña

—Y después me viste a mi… y te enamoraste — sonaba un poco orgulloso por lo dicho, halagado sería más acertado

—Puede ser… pero con quien me encanté primero fue con Ely

—No me lo habías dicho — reprochaba fingiendo estar dolido

—Ahora te lo digo… Ely era un ángel que estaba de paso por mi vida, así lo creí en ese momento, pero se quedó y se quedará siempre en mi camino

—Un ángel — Yuuri sonrió ante aquel pensamiento — me gusta cómo suena

—Tengo una idea — Tadashi entonces acarició la mejilla de su hijita y sonrió — volvámonos compositores, ¿Qué me dices, Yuuri?

—Estás loco — lo golpeaba levemente en el brazo y suspiraba al ver que la mirada de Tadashi no perdió ese brillo travieso

—Y nuestra primera melodía será esa… tendrá ese nombre — soñaba, nunca dejaría de hacerlo

—¿Cuál?

—“Un ángel de paso” — Tadashi sonrió al escuchar el balbuceo de su pequeña — a Ai parece gustarle, ¿no es verdad? — le apretaba levemente la nariz y ella reía en respuesta

—Estás loco — jugaba con la manita de la bebé de ojos platas y suspiraba. No sabía cómo se dejaba llevar por cosas como esa — hay que hacerlo… tal vez eso nos lleve a alguna otra clase de aventura extraña — sonreía en respuesta a la felicidad en la mirada de Tadashi

—Eso suena a una película — Ely y Hiro aparecieron por detrás de la pareja asustándolos un poco — ¿tú qué crees, Hiro?

—¡A mí me gusta! ¡Hay que hacerlo! — reía trepándose a la espalda de Yuuri — yo los apoyo

—¡Así se habla! — Tadashi era abrazado por su hija mayor y pronto la risa de Ai adornaba el ambiente

 

 

Y era así… que volvían a crearse un sendero… siempre juntos… como la familia que siempre fueron

 

 

FIN

 

 

 

 

Notas finales:

 

No sé cómo pude escribir tanta cursilería junta. Al menos para mí fue cursi, no sé cómo lo habrán tomado ustedes XD

Ahora, como ya es el final de esta historia tengo algunas cosas que decir:

1.- Si me reclaman porque Viktor no pagó sus pecados con la bien merecida condena a reclusión en una cárcel japonesa, yo les digo… ¿Y cómo funciona la justicia en su país? Por lo menos en el mío los culpables quedan impunes si tienen dinero, o al menos eso es lo que se ha demostrado en la mayoría de casos, por eso puse a Viktor de esa forma. Además, hay que tener en cuenta que se ganó el odio de su hija y terminó en soledad con una madre enferma, a mí me parece mucho castigo, aunque lento y típico

2.-El lemon incompleto me pareció perfecto para esta finalización, porque quise mostrar que detrás de tanta dulzura hay lujuria, pero también secretos de pareja que serán solamente de ellos. (pero quedé encantada con Tadashi y desearía hacer un lemon con este par, alv)

3.- Creo que alcancé a aclarar todas las cosas raras en esta historia, así que la posibilidad de un extra –creería yo—es innecesaria, pero si es que alguien me dice que faltó unos detalles, dejen su comentario y yo veré si es necesario añadir un epílogo

4.-Es más bien una confesión… *respira hondo*… yo… la verdad… es que… Confieso que no me gusta el omegaverse. ¡Y ya lo dije! ALV… me siento más aliviada ahora XD

Ahora, me dirán. ¿Y por qué rayos hiciste un omegaverse entonces? Bueno, fue un reto personal y no solamente en este fandom, tengo otro que publicaré en KHR.

En un inicio odiaba, detestaba, repudiaba el omegaverse, me parecía un mundo guiado por la esclavitud y discriminación, para mí era horrendo el leer la guía de este mundo y creánme que hasta ahora no me termina de agradar en totalidad este universo alterno. Y digo que “no termina” porque he leído muchas obras que tratan al omegaverse con “destinados”, sus tramas son dulces, cursis, llenas de amor “real”, cosas que para mí son una hermosa fantasía, pero sigue siendo basada en un mundo clasista. Es tipo: me gusta 7w7, pero me asusta :o

Mucha palabra, poca explicación. Este fic fue pensado para romper el orden de clases, para mostrarles el lado negro del omegaverse desde mi punto de vista y creo que con todo el sufrimiento que les hice pasar quedó más que claro… creo… y me siento satisfecha. Mi reto personal era hacer un beta-omega, alfa-alfa (aunque eso quedó en nada XD), pero más que nada era crear un CO (personaje que no pertenezca al fandom y sea de mi invención) que los lectores amaran y al final se quedara con el principal de la historia. ¿Lo logré?... según sus comentarios, sí, XD y eso me hace inmensamente feliz

Bueno ya me desahogué mucho, así que no les canso más y les agradezco inmensamente el haberme aguantado hasta este punto. Fue un placer inmenso leer sus comentarios (si me faltan responder algunos, lo haré en estos días) y platicar un poco con ustedes

Muchos besos, abrazos y… guiños ;D

Por siempre suya: Krat

XD

 

 

Krat se pone sentimental cuando finaliza un fic TuT 


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