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2Fast, 2Beautiful por urumelii

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Notas del capitulo:

ya volví, siento la tardanza, al menos no fue un año XD 

maldito trabajo me abruma y no puedo escribir pero ya ando de vuelta y salió mas largo de lo que esperaba

 

NO ME MATEN

Reita



Comprar un auto de lujo no es tan fácil como llegar y decir, me da un ferrari por favor, el vendedor saca su auto de una cajita y te lo da. En realidad tenía mucho tiempo desde la última vez que me había comprado algo tan caro, desde que trabajaba para la policía Kai y yo vivíamos de nuestro sueldo y no del dinero de mis padres. Que si bien, gran parte ya era mío prefería dejarlo para las emergencias. Comprar un auto de lujo para usarlo en carreras clandestinas, era una emergencia.

 

Así que con mi novio aún molesto por las decisiones, entramos en la concesionaria de Ferrari cerca de Roppongi, tal vez podía comprarme un auto menos costoso, pero si pensaba ganarle al Lexus LFA de Kyo y tomando en cuenta que ya no era un niño, podía darme ese pequeño, gran, lujo. Sabía perfectamente el auto que quería comprar, sin embargo, ser un policía de clase media con un novio periodista no muy conocido, no pareció impresionar mucho a los empleados de la tienda, quienes nos miraron con hastío desde el momento en el que entramos. Estaba preparado para aquello, lo que ellos no sabían es que yo había crecido rodeado de lujos, en la clase más alta de Japón y sabía perfectamente como lidiar con ellos. 

 

Recorrí la tienda con la mirada, estaba casi seguro que el auto que buscaba no estaría en exhibición, era un modelo muy específico y algo inusual, pero contaba con que estuviera en la bodega. Si tuviera que esperar a traerlo de Italia, tendría que escoger otro, no tenía tiempo para esperar. 

 

—Esto es una locura —dijo Kai mirando a todos con cara de pocos amigos. Él nunca había lidiado con el desdén de los demás por no tener dinero, al ser de clase media, era muy ajeno a esos comportamientos. Por lo que no tardó en llamar la atención de uno de los vendedores, quien lo veía con cara de pocos amigos. 

 

—¿Puedo ayudarlos? —preguntó el vendedor mirándonos como bichos raros. 

 

Metí las manos a los bolsillos de mis jeans, Kai rodeó mi brazo con su mano acercándose a mi, esperaba que yo resolviera todo el asunto en diez minutos y salir de ahí pronto. 

 

Miré a mi alrededor comprobando que el auto que buscaba, no estaba en el piso. 

 

—Estoy buscando un auto —sonreí inocente. Sabía que aquel tipo tendría problemas conmigo e incluso se burlaría de mi y eso fue lo que pasó, el vendedor hizo una mueca. 

 

—No estoy muy seguro de tener algo a su altura —dijo sarcásticamente. 

 

Kai iba a responder, seguro una grosería pero le puse la mano en el pecho para detenerlo, la satisfacción de ver al vendedor tragarse sus palabras llegaría después. Ese tipo de vendedores era una de las principales razones por las que odiaba codearme con la clase alta de cualquier lado, odiaba a la gente que se sentía superior por tener mas dinero que los demás, me enfermaba tener que ir promocionando logros o dinero como si fuera más importante que cualquier otra cosa. Para mi era más valioso una tarde con Kai, la tranquilidad de mi vida y no tener la amenaza de un mafioso que un montón de acomplejados por no tener dinero. Puesto que estaba seguro que ese vendedor no era de clase alta, si lo fuera, no estaría trabajando ahí, nada le daba derecho a sentirse superior solo por vender autos de lujo. 

 

—Espero que lo tengas, verás que me urge —le contesté con una alegre sonrisa. 

 

—Si está buscando un auto familiar...

 

—Un Ferrari F12 Berlinetta, para ser exactos —lo interrumpí.

 

El vendedor me vio impresionado por un segundo, claro que saber de autos no es lo mismo que tener dinero para comprarlos. 

 

—Me temo que ese auto está muy por fuera de su alcance señor, verá su costo es de 300 mil dólares al contado, aquí no contamos con créditos o algo parecido —dijo con malicia. 

 

Asentí—. De acuerdo, pero, ¿tienen uno aquí? —pregunté. 

 

La cara de Kai al escuchar el precio, fue de absoluto enojo, no fue impresión, simplemente no quería que gastara esa cantidad en un auto. Eso no pasó inadvertido por el vendedor, quien comenzó a ponerse nervioso, probablemente pensaba que ambos éramos una especie de ladrones de autos de lujo haciendo una investigación. 

 

—Lo siento, no puedo darle esa información —dijo el vendedor finalmente. 

 

Kai giró los ojos—. ¿Podemos terminar con este circo? —me miró molesto. 

 

Solté una carcajada.

 

—El tipo no me ha dicho si lo tienen, no lo puedo comprar si no sé —dije mirando al vendedor. 

 

—Akira Suzuki —dijo una voz detrás de nosotros. Otro vendedor de traje se nos acercó con expresión de sorpresa—. ¿Qué demonios haces aquí? —me sonrió. 

 

—Vine por un auto, Hiro. Pero tu vendedor no me quiere decir si lo tienen en la bodega —Hiro era el gerente de la concesionaria, un tipo con canas por todo el cabello que era gran amigo de mi padre; pues mi progenitor tenía un gusto por los Ferrari, me traía a la tienda desde que era pequeño a ver los nuevos modelos y tal vez comprar uno. Esos gustos no se adquieren de la noche a la mañana. 

 

—Pensé que jamás volverías a pararte aquí —me saludó Hiro con la mano y después dándome un abrazo, dejando al primer vendedor con la boca abierta—. Tu debes ser Kai —le dijo a mi novio—. Tu padre habla maravillas de él —me dijo saludando a mi novio de la misma forma. 

 

Me giré al vendedor y le sonreí coquetamente—. Creo que olvidé presentarme, soy Akira Suzuki, de la empresa de electrónicos. ¿Has oído hablar de ella? —el vendedor asintió sin poder producir sonido. 

 

—Ya puedes irte —le dijo Hiro al vendedor quien hizo tres reverencias antes de marcharse, sabiendo que podía meterse en problemas si yo decidía decir que el servicio había sido bastante malo—. ¿Qué estás buscando?

 

—Un Berlinetta F12 —contesté—. La cuestión es que lo necesito hoy mismo. 

 

—No creo que haya mucho problema, solo que el único color disponible es el rojo. ¿Está bien?

 

—Está perfecto —sonreí. 

 

Salimos tres horas después en un auto completamente nuevo de la concesionaria, Kai rió ligeramente al ver al vendedor en la entrada mirándonos aún descolocado.

 

—¿Quieres dar una vuelta? —le pregunté sintiendo la suavidad del motor bajo mis pies. 

 

Kai me miró alzando una ceja, pensé que volvería molestarse, pero una ligera sonrisa apareció un su rostro. Miró fijamente el camino que se extendía frente a nosotros, aún estaba lleno de autos, tendríamos que salir de Tokio si quería realmente probar su velocidad, lo que no sabía es que tan dispuesto estaba mi novio a acompañarme.

 

—Un motor V12 capaz de alcanzar 340 km/h —dijo acariciando el asiento—. Por supuesto que quiero dar una vuelta, ¿estás seguro de poder manejarlo? —preguntó con seriedad. 

 

Miré de frente, con ambas manos sobre el volante, mis dedos acariciando sutilmente la palanca de velocidad detrás de volante. Mi pie izquierdo en el embrague y el derecho en el freno. Ese era el momento de la verdad, después de ocho años tendría que comprobar si aún era capaz de controlar un auto a una velocidad exorbitante. Estaba un poco más nervioso de lo que quería aceptar, pero la expectativa del rugir del motor me animó. 

 

—No lo sabremos, si no lo hago —sonreí acelerando ligeramente. 

 

Es como andar en bicicleta, jamás se olvida. Bueno, esto fue mejor, mil veces mejor a medida que la adrenalina recorría mi cuerpo y la velocidad del auto aumentaba. Al principio me costó trabajo manejar las velocidades, dicen que es mas sencillo si están en el volante, pero debes acostumbrarte a utilizarlas de aquella forma. Jamás había manejado un auto tan rápido con Kai a mi lado, en nuestros tiempos de adolescente, él siempre había sido el copiloto de Aoi, no mio. 

 

Era espectacular escuchar su risa, ver su emoción. Aunque al principio había sido el mas renuente a regresar a las carreras, Kai también era un amante de los autos, no podía ocultar lo bien que se sentía ir tan rápido, con precisión y sin implicar ningún peligro. De pronto me sentía más vivo, más joven, como si me hubieran devuelto ocho años. Recordé por qué me gustaba conducir a tan alta velocidad y dejar los problemas atrás, ese momento exacto en que nada a tu alrededor importaba mas que tu y el auto, el sonido de las llantas sobre el pavimento y el motor revolucionar. De pronto, me salían lágrimas de los ojos que se secaban casi al instante por el aire que chocaba contra mi cara. 

 

Llegamos a casa de Kyo casi al anochecer, Kai se había quedado mudo poco antes de entrar nuevamente a Tokio, parecía pensativo y no quise preguntarle. Seguramente millones de preocupaciones pasaban por su mente, así era él, siempre pensando en los demás antes que en él. 

 

A medida que me acercaba a la entrada de la gran casa noté un auto amarillo estacionado afuera, alguien estaba recargado esperando. Apreté el volante con nervios, Kai pareció notarlo lo mismo pues puso su mano sobre mi rodilla para alertarme. Estacioné suavemente, era imposible que el auto no llamara la atención, pero mi tensión se disipó al notar que no sólo era un Camaro de color amarillo, el auto ahora frente a nosotros, Sakito estaba recargado en este con los brazos cruzados, sonreía de lado a medida que nos íbamos acercando. 

 

Bajamos del carro sin decir nada más; aunque era un Camaro el auto no era el mismo que había conducido tantos años atrás, no era un SS; este Camaro era un ZL1, un auto hecho prácticamente para correr carreras. 

 

—¿Usarás de nuevo un Camaro? —le pregunté a Sakito mientras acariciaba el cofre del auto.

 

—Por supuesto —contestó sin mirarme—. A diferencia de ustedes, que están sobre compensando el tamaño de sus miembros. El Camaro es el mejor auto para un drift, nadie en un sano juicio usaría un Ferrari o un Lamborghini para eso.

 

—Aún así compraste un ZL1 —dije alzando una ceja. 

 

Sakito rió.

 

—Este me sirve más, el universo sabe que necesito mucha ayuda si quiero volver a hacer drift como antes. Todos sabemos que Shou era el experto y ahora también me toca ser bueno en un circuito —dijo con amargura. 

 

—Lo harás bien —aseguró Kai. 

 

Sakito chasqueó la lengua separándose del carro, no se veía muy convencido. Después de haber sugerido que buscáramos a los Shiroyama, había tratado de evitar a Sakito, aún si todos me habían preguntado a qué se refería, simplemente no podía decirles lo que habíamos descubierto. Significaba que podíamos meterlos de nuevo al embrollo que los había hecho huir para empezar, sin mencionar que no estaba listo para encontrarme con Aoi. ¿Qué se suponía que iba a decirle? De ser honesto, tenía mas ganas de golpearlo que otra cosa, pero estaba poniendo todo de mi parte para no hacerlo. La mejor solución era que yo corriera el circuito y el drag. 

 

—¿Por qué les gusta tanto reunirse en mi patio? —Kyo abrió la puerta de la reja, vestía pantalones negros y una camisa abierta con las mangas arremangadas y el cuello alzado. Estaba descalzo, tenía un aspecto bastante salvaje, muy lejos del maestro de matemáticas. Ya no tenía el cabello rubio como en preparatoria, pero se lo había cortado de forma irregular, lo cual lograba que se viera peligroso con los tatuajes del brazo al descubierto. Si en el trabajo lo vieran de esa forma, seguro lo despedían. 

 

—Te esperábamos, dulzura —dijo Sakito—. Le avisé a Shou, pero me dio largas —desvió la mirada.

 

Kyo suspiró. 

 

—Esperemos que llegue antes de correr nuestra primera carrera, hoy solo iremos a ver. Solo esperamos a Nao que....—la frase se quedó en el aire cuando un tercer auto se estacionó detrás del Ferrari—. Tienes que estar bromeando, les dije que no compraran nada vistoso y ¿fueron por un auto de dos millones de dólares? 

 

Me giré para ver al recién llegado, sorprendido por la afirmación de Kyo, efectivamente ahí estaba un Bugatti Veyron 16.4 Super Sport, valuado en un poco menos de dos millones de dólares; uno de los autos más caros del mundo. Era hermoso de pies a cabeza, pero era una perdida de dinero, si lo destrozábamos o teníamos un accidente.

 

—¿Se volvieron locos? —gritó Kyo cuando Nao y Ruki bajaron del auto color negro con naranja. Ni Sakito ni yo pudimos evitar acercarnos maravillados de la compra. 

 

Ruki rió con fuerza. 

 

—Es mi dinero —aseguró—. Además, si quieres infundir respeto desde el principio, no puedes llegar con un auto tan simple como un Camaro —señaló el auto amarillo. 

 

—Has de tener la verga bien chiquita —dijo Sakito viendo el interior del auto y sin mirarlo. 

 

Ruki lo ignoró pero giró los ojos. 

 

—Juro que no tuve nada que ver —dijo Nao—. Solo estaba ahí, mencioné lo rápido que era el auto y lo siguiente que supe es que Taka estaba haciendo negocios, ¿sabes la presión que implica no chocarlo? —se rascó la nuca sin mirar a Kyo. 

 

—Procuremos no estrellarlo —fue todo lo que dijo—. Nos vamos en veinte, Tora nos verá allá. 

 

Nos metimos a la casa, por el atuendo de Kyo sabía que quería regresar a ese aspecto rudo que tenía en la preparatoria y que había perdido un poco al convertirse en profesor. Yo debía hacer lo mismo, no podía llegar a un sitio de carreras clandestinas luciendo como policía, sin embargo muchas de mis cosas se habían quemado o quedado en el departamento, no tenía mucha ropa que pudiera simular que era un delincuente en potencia. Terminé con una camisa negra de cierres y algo que no pensé que usaría de nuevo, amarré un pañuelo negro que cubría no solo mi nariz, también el resto de mi barbilla. 

 

Kai entró a la habitación mientras yo me veía en el espejo, me miró con los ojos muy abiertos, abrió la boca y la volvió a cerrar varias veces. Incluso se había quedado estático en la puerta, agarrando el picaporte con fuerza. 

 

—¿Tan mal me veo? —dije un poco inseguro, debía romper el extraño silencio que se había formado entre nosotros. 

 

—¿Qué? ¿De qué hablas? Te ves…—pareció quedarse sin palabras nuevamente—. Wow.

 

Solté una carcajada.

 

—Pensé que había perdido el toque para dejarte como un idiota —negué tomando las llaves del Ferrari y saliendo de la habitación.

 

—Son demasiadas emociones para un solo día, ¿sabes? —dijo siguiendome por el pasillo—. Primero logro subirme a un auto a toda velocidad con el gran Akira Suzuki, y ahora logro verte absolutamente sexy preparandote para ir a una carrera. 

 

—¿Si ubicas que el gran Akira Suzuki es tu novio, verdad? —dije divertido, mientras mi novio hablaba como un chico de dieciocho años.

 

Kai se dirigió de inmediato a la cocina, donde probablemente estaban los demás—. No, el detective Akira Suzuki es mi novio, ahora, viéndote así, me recuerdas mucho a cuando solo eras Reita para mi —sonrió colocándose de frente—. Y no tienes una idea de cuántas ganas te tengo en este momento —lo soltó y se metió a la cocina. 

 

Mentiría si dijera que solo me dejó con el hueco en el estómago, al estar juntos por tantos años habíamos caído en una especie de rutina de parejas donde el sexo había pasado a segundo plano, aun cuando al principio nos la pasábamos haciéndolo como conejos en todos lugares permitidos y no tan permitidos. Últimamente no teníamos mucho contacto íntimo y jamás de los jamases Kai decía cosas como aquellas, por lo que no tomó más de dos segundos para sentir un bulto incómodo en mi pantalón. 

 

—¡No te quiero ahí! —el grito de Kyo fue suficiente para distraerme de los pensamientos obscenos que me embargaban y cuyo protagonista era Kai. Caminé con fastidio a la cocina, donde mi amigo enano le gritaba a un desafiante Hiroto—. Es muy peligroso para ti. 

 

—No es la primera vez que iría —gritó Hiroto. 

 

—No tenías la fama que tienes ahorita, tu manager mi mataría —lo contradijo. 

 

Hiroto giró los ojos. Dentro del lugar estaba Saga con cara de incomodidad, Sakito quien obviamente parecía divertido ante la situación y Kai y yo. 

 

—Hay algo que se llama ir de incógnito —dijo el otro. 

 

—Si te pasa algo —Kyo cerró el puño alejándose del mas chico. 

 

Hiroto avanzó hacia él, aún enojado—. Suenas igual que Aoi con Uruha, y ya sabemos cómo resultó eso —dijo con venenos, dejándonos a todos en absoluto silencio. Había sido un golpe bajo. 

 

—Si vas a hacer lo que tu quieras, para que me preguntas en primer lugar —dijo Kyo entredientes—. Nos vamos —nos dijo a nosotros y salió de la cocina con furia. 

 

Sakito caminó con los brazos cruzados negando, él también se había cambiado de ropa, llevaba lo que parecía ser una ombliguera debajo de un chaleco negro. Nunca había notado que tenía el ombligo perforado, sus pantalones eran sumamente ajustados. 

 

—Aquello estuvo de más —dijo Sakito saliendo detrás de Kyo. 

 

Nadie dijo nada más, al final Hiroto se colocó un gorro de invierno y un cubrebocas; nos acompañó llevando a Saga con él. Gracias a las averiguaciones Kyo, sabíamos a donde dirigirnos, un barrio cerca de Shinjuku donde se haría una carrera de circuito. Nuestra finalidad solo era ir a observar a nuestros posibles contrincantes, saber su nivel de manejo para entrenar y saber a lo que nos enfrentábamos. 

 

No tardamos mucho en llegar, alrededor de veinte minutos. Como lo recordaba, el lugar estaba abarrotado de gente de todas las edades y autos muy llamativos, habíamos hecho bien en escoger nuestros autos, los cuales no pasaron inadvertidos entre el desfile de autos modificados.

 

La carrera estaba cerca de comenzar, los autos que participarían en el circuito ya estaban en la línea de salida, de los cuales destacaba un Lamborghini Murcielago de color azul eléctrico. Como había dicho, Tora ya se encontraba ahí, se nos acercó con una mueca en el rostro, tampoco lucía como un agente especial, sus tatuajes estaban expuestos con la playera blanca sin mangas que usaba. 

 

—Al parecer hoy hay un nuevo participante, al menos de eso están hablando varios equipos —anunció, señalando el Lamborghini con la cabeza—. Logré contactar con uno de los organizadores, ahora se paga una cuota para entrar y cualquiera puede hacerlo —informó. 

 

Kyo bufó prendiendo un cigarro—. Antes debías de hacerlo por mérito —se quejó. 

 

—Los tiempos cambian —contestó Tora mirando a Saga, quien se escondió detrás de Hiroto pretendiendo estar viendo a otro lado—. No debiste venir, llamas mucho la atención —le dijo a Hiroto.

 

—No empieces tú también —sentenció—. Dejen de tratarme como si me fuera a romper. 

 

En todo el lugar se respiraba un ambiente cargado de anticipación, había muchas chicas paseando en ropa que dejaba muy poco a la imaginación, muchas de ellas mirando a Kyo con lascivia, quien les devolvía el gesto de inmediato. Una de las claves para lograr encajar en ese ambiente era mezclarte con el entorno salvaje y Kyo lo sabía hacer muy bien. 

 

Nos dividimos para analizar los autos, la gente, había muchos hombres mayores que podía jurar era los que apostaban a los corredores. Muchos de ellos luciendo atuendos costosos y joyería vistosa. La música retumbaba muy alto en diferentes areas, según la cantidad de personas rodeando un auto, podía adivinar quienes eran las estrellas en las carreras. Chicos adolescentes que lucían muy jovenes para mi gusto, aunque así debí verme en mis mejores épocas. 

 

Parecía una gran fiesta, de la cual no me tomó mucho formar parte. De pronto no era un detective, de pronto volvía a ser Reita, el chico que se creía dueño del mundo al estar detrás del volante, el chico más popular y mas admirado entre los que nos rodeaban. Tenía tanto sin sentirme de esa forma, que parecía una droga a la que podía volverme adicto. 

 

Mientras caminaba, saludaba a las chicas, me acercaba a las pequeñas fiestas a hablar de autos, pues si bien, aunque había dejado de manejar, mi amor por los autos nunca disminuyó. Me enteré que había un equipo que destacaba de todos, uno llamado SCREW, cuyo piloto estrella era un chico de veinte años llamado Kazuki, quien competiría en la carrera de aquella noche. Tenía que asegurarme de prestarle especial atención. Nadie parecía conocer al nuevo piloto, que solo se había presentado, había pagado y ya; no se había acercado a hablar con nadie y aunque muchos lo intentaron, el piloto simplemente había desaparecido hasta el momento. 

 

Me preparaba para regresar a mi auto, cuando sentí la mirada de alguien, me giré para ver de quién se trataba pero no vi a nadie, al menos no cerca; pues muy alejado de todo el alboroto noté una moto; no cualquier moto, era una Icon Sheene. El que asumí era su dueño, me veía fijamente o al menos eso parecía pues aún traía puesto el casco negro, estaba vestido completamente de negro y tenía los brazos cruzados ligeramente recargado en el asiento. Iba a acercarme a preguntar que traía, cuando el pitazo de preparación de los pilotos sonó, la carrera comenzaría en unos minutos. 

 

Regresé con los demás, quienes ya se encontraban recargados en el cofre del Lexus, solo habíamos llevado ese, el Ferrari y el Bentley de Hiroto; además de un Audi que al parecer pertenecía a Tora, pero que no usaría para las carreras. Noté que todos estábamos nerviosos, como si alguno de los nuestros ya estuviera compitiendo, pude sentir la emoción recorrerme el cuerpo y por un momento sentí ajeno que Kai no cargara con una tablet y un audífono; tuve que recordarme que nadie estaba corriendo, aún. 

 

Entre la conmoción, no logré distinguir al piloto del Lamborghini, pues mi mirada se fijó en el que debía ser Kazuki, un chico de cabello castaño que caminaba alegremente a un BMW Z4 que debía estar modificado, de lo contrario ese auto no era rival para un Lamborghini, pero no pude evitar pensar en el M5 de mi padre que Aoi condujo años atrás y que lograba hacer maravillas con él. Nunca es el auto, es el piloto. Y por lo que logré averiguar, el tal Kazuki era muy bueno al volante. 

 

—Estoy viviendo un extraño deja-vu —dijo Nao detrás de mi. 

 

Solo atiné a asentir a medida que la chica marcaba el inicio de la carrera. Fue estúpida la manera en la que el BMW aceleró, dejando a todos atrás casi en un instante, la fluidez del auto era evidente entre los demás. Por su parte el Lamborghini había acelerado pero parecía estar tomando demasiadas precauciones. Para poder ser espectador de una carrera clandestina debías estar cerca de un equipo participante pues no había otra forma de rastrear los autos, no era como en una carrera profesional que tenía instaladas cámaras pro el circuito para no perderse ningún momento. Sin embargo, noté que había una pantalla sobre un cofre de una camioneta, la cual desplegaba la carrera a través de una cámara en la parrilla de uno de los participantes. 

 

Nos acercamos para presenciar mejor lo que ocurría. El BMW llevaba por mucho la delantera, pero no la suficiente para perderse de vista, era obvio que ganaría sin problemas. El circuito duraba escasos diez minutos y para el minuto seis, nadie había logrado alcanzarlo, al menos eso fue lo que pensé hasta que se escuchó el ruido de lo que para cualquiera pudo haber parecido el motor de una motocicleta, pero que si prestabas atención sabías perfectamente que era un Lamborghini. 

 

El Murciélago aceleró finalmente, dejando al auto detrás en un compás tan perfecto y una sincronía tan medida que me recordó al instante a otro piloto. Nadie podía manejar así, mas que él. Hizo una maniobra arriesgada al dar una vuelta antes de lo previsto.

 

—Se está luciendo —dijo Kyo en voz alta, exactamente lo que yo estaba pensando—. Solo le dio ventaja a los demás para después humillarlos. 

 

—Si no supiera que es imposible diría que es...—las palabras de Nao quedaron incompletas cuando uno de los dueños de la camioneta donde veíamos la carrera gritó. 

 

—¿Quién carajo está conduciendo ese auto? —era otro chico, de cabello rubio muy corto con los ojos excesivamente delineados. Nadie supo contestarle, pero parecía furico—. Va a rebasar a Kazuki. 

 

No terminó de decirlo cuando el Lamborghini pasó el BMW cerrándose frente a este para impedirle que pasara. 

 

—Enlaza la cámara de Kazu —dijo el chico rubio, en la pantalla se desplegó la vista trasera del Lamborghini, el cual se movía con fluidez perfecta para evitar que el BMW lo rebasara. 

 

—Está jugando con él —fue Kai quien habló esta vez, se estaba mordiendo las uñas—. Y faltan dos minutos, si no me equivoco sigue una curva, si el BMW no logra rebasarlo antes, el Lambo va a ganar —su capacidad de análisis estaba intacta. 

 

No lo logró, en la curva el Lamborghini hizo algo que nunca se debe hacer, aceleró de más para por fin perderlo. Escuchamos el sonido del motor aproximarse, aquel piloto desconocido ganaría sin ningún cuestionamiento y por varios segundos de ventaja. 

 

—Ese hijo de puta —dijo el rubio.

 

Nos alejamos de la pantalla, pues los autos estaban a escasos metros. Entonces pasó, el Lamborghini cruzó la línea de meta derrapando y haciendo sonar las llantas con un fuerte rechinido, el BMW cruzando segundos después. La multitud se acercó emocionada, todos esperando que el piloto desconocido bajara del auto, pero no lo hizo. Incluso el chico llamado Kazuki se había acercado al auto, tal vez para estrechar la mano de su contrincante, nada ocurrió. 

Nosotros no nos acercamos, nos quedamos mirando el espectáculo desde lejos. De pronto el Lamborghini volvió a prenderse haciendo que la multitud tuviera que alejarse cuando comenzó a moverse, aceleró y se perdió de vista dejando a todos perplejos. Me giré por puro instinto hacia la Icon Sheene, algo me decía que ambos tenían algo que ver y no me equivoqué cuando el piloto aún con el casco, asintió en mi dirección, se subió a la motocicleta, alejándose de la misma forma que el Lambo. 

 

—Esto ha cambiado mucho —dijo Nao suspirando. 

 

—Sí, pero no parece nada que no podamos vencer —contestó Sakito cruzando los brazos—. Excepto ese piloto, maneja igual que…

 

—Aoi —completé sin creerlo del todo. 

 

Fue entonces cuando entre todo el vitoreo y música, Kyo sacó su celular abriendo mucho los ojos ante el mensaje. Estaba demasiado acostumbrado a esos mensajes sorpresa como para no saber que aquello sería algo catastrófico. Nos mostró la pantalla. 

 

“Muero por verte, a ti y a tu equipo correr. Espero tengas tiempo para un café o una cerveza, lo que tu quieras. Gazette9 lo hizo increíble hoy. Te pido que no te niegues. Toshiya.”

Notas finales:

que tal?

 

De nuevo, perdon por borrar los rvws Y_Y tanto que los amo y yo aca borrando, gracias por ponerlos de nuevo. 

 

Que creen que va a pasar?

 

MUAHAHAHHA


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