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2Fast, 2Beautiful por urumelii

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Notas del capitulo:

waaaaaaaa

nomematen

byeeeeee

Kyo


 


Ver correr a Kaoru me devolvió la esperanza al cuerpo, era una bocanada de aire fresco la forma en la que ese bastardo conducía el auto, se colaba sigilosamente entre los autos evitando ser alcanzado por la patrulla que ferozmente iba detrás de él. Cuando era adolescente, ver competir a mis amigos significaba estar pegados a una tablet viendo el recorrido del GPS en un camino de apenas tres colores, ahora, Uruha, Kaoru y Shinya se habían encargado de instalar alta tecnología en los autos y no sólo podíamos seguirlos en el rastreador, también gracias a las cámaras instaladas dentro del vehículo. 


 


El recorrido se desplegaba, ya no en una tablet si no en un monitor instalado sobre una pequeña plataforma que los tres mecánicos habían construido para el propósito, me causaba gracia como habíamos pasado de no tener ningún mecánico a tener tres, uno, Shinya, con especialización en sistemas eléctricos. No sólo el nivel de los autos había incrementado, también los atributos que les habíamos podido agregar. 


 


Uruha hablaba por el pequeño auricular en su oído, yo podía estar al tanto de toda la comunicación, gracias que nos habían dado nuestros propios comunicadores, en ocasiones me sentía como salido de una película policiaca más que una carrera de autos. El castaño y Kaoru bromeaban entre ellos durante la carrera, tenían una sinergía espectacular fruto de los largos días en que habían trabajado juntos, parecían leerse la mente o solo necesitaban de pocas palabras para entenderse. Llevaba poco tiempo de convivir con Uruha nuevamente, pero me había dado cuenta que ese enorme talento que tenían con los autos seguía ahí, de la misma forma que su timidez que reflejaba con la seriedad de su semblante, uno que se había endurecido. Me pregunté si todos habíamos cambiado y si él podía notar ese cambio; pues yo no lo veía del todo. 


 


Cuando Kai se apareció en la carrera pensé que sería un gran primer paso para que él y Reita pudieran comenzar a arreglar las cosas, sin embargo, nos ignoró olímpicamente y el mundo dio vueltas al verlo entre el equipo de Screw, dispuesto a ser su estratega. Quise plantearme mil escenarios en los cuales mi amigo pudiera ayudarles a los que se habían convertido en nuestros principales rivales, pero simplemente no hallaba una explicación que me gustara; hasta que Ruki llegó a mi lado con cara de espanto, parecía haber visto un fantasma. 


 


—No permitas que Reita haga algo estúpido —fue la advertencia de mi hermano. 


 


Lo miré sin entender a lo que se refería. 


 


—No está ahí por su propia voluntad —Ruki me miró con grandes ojos—. Confía en mi, si Reita hace una escena, podría ser peor para Kai.


 


No lo pensé dos veces y avancé hasta la multitud que rodeaba a SCREW, dos personas sostenían a mi amigo por el pecho impidiendo que se acercara a Kai, quien daba indicaciones como si fuera un mero robot, a través de un auricular. Si Kai, era su estratega, Gazette9 estaba en desventaja, puesto que el castaño oscuro conocía a la perfección cada movimiento y forma de conducir de los pilotos. Aquello se demostraba en ese momento en el circuito, donde el Bugatti de Nao se había quedado atrás del Audi R8 de Screw, a pesar de que el auto del primero era el auto más rápido del mundo; Nao tenía mucho tiempo sin conducir. 


 


Sin embargo, el Porsche 911 de Kaoru se deslizaba de tal forma y realizaba movimientos tan precisos que el Audi no era capaz de alcanzarlo, lo cual me hizo sentir un poco mejor. Llegué hasta donde estaba Reita, tenía la mandíbula tensa y no dejaba de mirar a Kai. 


 


—Vámonos —le dije dandole una palmada en el pecho, haciendo que las dos personas que lo detenían lo soltaran. La mirada que le dirigí a mi amigo fue suficiente para que comprendiera que algo más sucedía, parecía que iba a replicar, no desistí ante su silenciosa súplica. 


 


Comenzó a encaminar hasta donde nos encontrábamos cuando una exclamación de parte de todos los presentes llamó nuestra atención. 


 


—Maldita sea —escuché a Kai decir—. Salió de la nada, si sigues así vas a chocar el auto, Yuuto —advirtió. 


 


Miré a la pantalla y sonreí, el Bugatti había logrado salir por una de las calles principales hacia donde estaba el Audi, había tomado toda la avenida en sentido contrario. Aunque no había casi autos por la hora, era una maniobra muy complicada, pero parecía que Nao y Tora estaban llevándose muy bien en los auriculares. El Audi estaba tratando de alcanzarlo, pero la advertencia de Kai era real, el Bugatti de Nao podía alcanzar los 100km/h en apenas 2.5 de haber sido acelerado y aunque poseía una característica de fábrica que lo hacía frenar apenas alcanzaba los 431km/h, Uruha lo había modificado; si Nao quería y aceleraba, dejaría atrás al Audi en un instante. 


 


—Yuuto, en serio deja de perseguirlo —volvió a advertir Kai. Sin embargo, el conductor no hizo caso. 


 


—Se va a matar —dije en silencio. 


 


El Bugatti aceleró sobre la avenida dando una vuelta un tanto brusca hacia la izquierda, había visto a Nao hacer eso muchas veces antes, el chico de SCREW debía tener un control magistral de su auto para poder imitar la maniobra que Nao acababa de realizar, la cual no logró, se pasó por varios metros donde por fin logró dar la vuelta. 


 


—Kaoru está en el lugar de encuentro —anunció Uruha por el auricular—. Nao, apresúrate si quieres llegar segundo. 


 


—Estoy bastante oxidado —dijo Nao con pesar, incluso si iba a llegar detrás de Kaoru—. Ese niño no es tan bueno, solo es imprudente —explicó refiriéndose a Yuuto—. Voy a perderlo en la siguiente calle, Tora, ¿es seguro? 


 


El Bugatti siguió toda la estrecha calle, evitando algunos autos estacionados, el Audi R8 estaba detrás de él pero en una distancia bastante considerable; casi diez segundos de diferencia; lo cual en una carrera de autos es muchísimo. 


 


—Tienes un par de autos estacionados bloqueando el camino, tienes que dar una vuelta muy rápida si quieres llegar primero —explicó el mencionado. 


 


—Es justo lo que voy a hacer —en la segunda calle, el Bugatti dio vuelta a la derecha. 


 


—Nao, ¿qué carajo? —regañó Tora. 


 


El Bugatti disminuyó la velocidad hasta quedar detrás de uno de los autos estacionados, segundos después el Audi lo pasó de largo encontrándose con los autos bloqueando su camino. Nao aceleró en reversa dejando al otro encerrado, se fue toda la calle de esta forma, hasta que encontró un espacio lo suficiente grande para dar la vuelta, aceleró y en menos de dos minutos llegó al lugar de encuentro. 


 


—Te dije que no fueras por ahí —gritó Kai. La mano del chico que reconocí como Byou se colocó sobre su hombro, el otro lo miró con cierto recelo, no parecía asustado o al menos estaba desesperadamente tratando de ocultarlo. 


 


Reita iba a volver a acercarse, alcancé a tomarlo del brazo a duras penas; lo jalé sin decirle nada. Era peligroso hablar estando tan cerca de los de Screw; yo también moría por romperle la cara a medio mundo y arrastrar a Kai de regreso si era necesario. Las palabras de Ruki me lo impidieron, esperaba que fuera suficiente para mantener a Reita a raya. Me siguió a regañadientes, murmurando cosas que no alcancé a escuchar. 


 


Nos encontramos con los demás, quienes festejaban la victoria de ambos equipos, incluso Ruki lucía contento y los colores le habían regresado a la cara.


 


—Kaoru maneja espectacular —dijo Tora a Uruha con los ojos muy abiertos. 


 


—Es un idiota, casi se mata tres veces —se rió el castaño rascándose la nuca—. Nunca había visto a Nao correr, lo hace increíble —se dirigió a Ruki. 


 


Mi hermano negó con resignación—. Es un fanfarrón —contestó bufando. 


 


—Si quieres ver que alguien se luzca mientras conduce, deberías ver a Aoi Shiroyama —contesté sin pensar. El silencio que se hizo entre todos fue abismal, nadie había querido hablar del tema desde que Uruha había regresado, aunque se había limitado a contarnos que Aoi era el dueño del Lamborghini Murciélago que había aparecido en esa primera carrera, nadie tocaba el tema, pues nadie estaba preparado para afrontar lo que en realidad significaba que estuviera vivo. Uruha y Aoi podían ser hermanos, pero Aoi era integrante del equipo, era el mejor amigo de Reita; incluso lo consideré mi peor enemigo en mis tiempo escolares, era una pieza faltante en ese enorme rompecabezas y era una de las piezas mas importantes. 


 


Uruha mostró una extraña cara, parecía no solo dolido de la mención del chico, también debía extrañarlo horrores. Yo me sentía extraño cuando Hiroto no estaba cerca, no quería ni pensar como se debía sentir él, dentro de esta situación tan frustrante. Reita se mostró aún más tenso de lo que ya se encontraba, como si le hubiera recordado uno de los cientos de problemas que ya de por si tenía. Me arrepentí casi de inmediato del comentario, cuando la voz de Nao resonó en el auricular. 


 


—¿Dónde será la celebración? —Podía jurar que estaba sonriendo de oreja a oreja, su voz sonaba llena de vida, entusiasmada y no podía culparlo, subirse a un auto era una sensación incomparable que yo había echado a perder en mi primera carrera de drag, situación que estaba resuelto a que no volviera a pasar. 


 


—Mi casa —respondí—. Solo tendrán que adelantarse, tengo una cita —dije amargamente. Todos sabían a lo que me refería, aquella noche iba a encontrarme con Toshiya en un departamento que tenía en Shinjuku. Reita me miró para transmitirme apoyo—. Habla con Ruki, tal vez te sientas mejor —le dije evitando pensar en lo que me esperaba. 


 


Tora se me acercó, la sonrisa había desaparecido de su rostro, me tomó por un hombro y me tendió la hebilla de un cinturón y un estuche de collar—. Este es un micrófono con rastreador —señaló la hebilla—. Este collar tiene una cámara, asegúrate de usarlos todo el tiempo o al menos el mayor posible. 


 


Los tomé sonriendo altaneramente—. Que fetiches tan raros tienes, Tora. Mira que querer grabarme cogiendo —examiné ambos objetos, no parecían anda de lo que había dicho. 


 


—Idiota —giró los ojos—, es por tu seguridad. Además si dice información relevante que podamos usar en su contra será mejor para armar un caso criminal. Prometo no jalármela cuando te lo estés cogiendo. 


 


Lo miré con desdén—. Eres un asco —me reí. 


 


—Eso se censura, no te preocupes; si quieres en video tu desempeño te lo puedes quedar —me dio una palmada en la espalda. Se quedó estático escuchando lo que Uruha decía por el auricular puesto que el nombre de Saga salió al tema. 


 


—Mejor ve tu —dijo Uruha a Kaoru—. Saga odia los autos, dudo que piense diferente de una motocicleta, le diré que en lugar de ir yo por él, vas tú. 


 


—Ese imbécil —Tora se había quitado el auricular para que habláramos, frunció el ceño al escuchar la conversación. 


 


Bufé—. Si no te das prisa, se te va a adelantar —me crucé de brazos. 


 


Tora negó—. No es que no me esté dando prisa —hizo una mueca metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón—, es mas bien que Saga no quiere que ni me acerque. Piensa que es un capricho —se pasó mano por el tatuaje de su cuello—. Si supiera…


 


Iba preguntar a lo que se refería cuando me dio otra palmada en la espalda, me deseó suerte con Toshiya, asegurando que tanto él como dos de los patrulleros de la policía me estarían esperando afuera del departamento en caso de que las cosas se pusieran feas. Miré a mi alrededor, Ruki hablaba con Reita, seguro le contaba lo que me había dicho, otra cosa más que resolver. Me despedí de todos colocando el dichoso collar alrededor de mi cuello, prometí que volvería pronto y que se sintieran libres en la casa, por alguna razón sabía que habría alcohol de por medio, lo cual me parecía perfecto, necesitaría mucho después de mi cita. 


 


Caminé al Lexus asegurando que la hebilla del pantalón estuviera bien puesta y arranqué el motor, la pantalla me desplegó de inmediato la dirección a la que me dirigía, con lo mucho que odiaba ir a Shinjuku. Como había imaginado el edificio era estúpidamente lujoso, a unos cinco minutos de la estación de tren, tenía bastantes pisos y unos cuantos empleados que me recibieron en el lobby con cara de espanto. Mi aspecto debía alarmarlos demasiado, aunque hicieron lo mejor por ocultarlo, no parecía un profesor en lo absoluto cuando asistía a las carreras, trataba de verme lo mas rebelde posible, de esa forma tampoco mis alumnos me reconocerían si es que alguno rondaba por ahí. 


 


Después de tomar dos elevadores y subir diecisiete pisos, por fin llegué a una puerta de color caoba con el numero 179C en el centro. No quería tardar demasiado en tocar el timbre, pero me costó bastante decidirme, no sólo porque me estaba metiendo en la boca del lobo, también porque trataba desesperadamente de convencer a mi cerebro que aquel hombre que iba a recibirme, era el mismo chico que había querido tanto en preparatoria. Tal vez si lo veía así, sería mas fácil, tal vez podría arrancarme a Hiroto del corazón y que su nombre no me doliera tanto al escucharlo, al verlo, al pensar que en ese mismo momento, se estaba subiendo a un avión que terminaría por alejarlo de mi. 


 


La puerta se abrió sin que yo tocara el timbre, Toshiya me miraba con una extraña expresión en los ojos, vestía una camisa negra que dejaba ver gran parte de su pecho y pantalón de mezclilla de color gris; su cabello estaba ligeramente alborotado. Percibí el aroma de comida recién hecha que inundaba el departamento, mezclado con su loción y cigarros. 


 


—Pasa —me invitó sonriendo ligeramente, esa extraña mirada me siguió hasta que entré al departamento. 


 


Era enorme, una de las paredes practicamente eran puras ventanas que dejaban ver toda la vista nocturna de Tokio, no había un televisor, solo enormes libreros llenos de libros y enciclopedias que parecían ser de medicina. A pesar de estar amueblado con costosos accesorios y decoraciones, lucía terriblemente impersonal, no había ni una foto de alguien o algún reflejo de que aquel fuera el hogar de alguien. Probablemente Toshiya usaba muy poco el departamento.


 


—Nos dejaron servida la cena —señaló el pequeño comedor de color negro, que lucía una gran cena sobre esta, un plato frente al otro, vino y dos velas encendidas. Parecía como todo un escenario de una cena romántica—. Espero tengas hambre. 


 


Avancé torpemente hacia una de las sillas, sorprendido que se hubiera tomado tal molestia, tampoco sabía qué estaba esperando. Las miles de fantasías de mi yo adolescente se desplegaban una a una en mi cabeza, no importaba cuánto quisiera aferrarme a ese sentimiento, a esa realización de que por fin después de tantos años, Toshiya sería mío, los pensamientos seguían desviándose a Hiroto. 


 


Nos sentamos en silencio, el chico sirvió el vino en las dos copas y le dio un ligero sorbo desgustando la bebida con singular alegría. 


 


—Por un momento pensé que no vendrías —dijo mirando la copa con entretenimiento. 


 


—Te dije que lo haría —contesté sin estar muy seguro de qué hacer. 


 


—Y Kyo Matsumoto siempre cumple su palabra, ¿no? —Sonrió de lado—. Realmente no has cambiando en nada. Adelante —señaló la bebida—. No tiene droga ni veneno, te lo juro —dijo en tono burlón. 


 


Le di un sorbo dubitativo, sabía bien hasta eso . Toshiba sirvió con delicadeza  los filetes de carne con la guarnición de verduras, , me sentí con un poco más de confianza en cuanto él empezó a comer, así que hice lo mismo. 


 


—¿Dónde están tus padres? —Pregunté finalmente. 


 


—Muertos —contestó con desdén—. Mamá murió poco después de que encarcelaron a Mana y mi papá vivió unos cuantos años más antes de que el mismo cansancio y la depresión terminaran por llevárselo junto a mi madre —por primera vez no habló con frialdad, yo sabía algo mucho que sus padres significaban para él, siendo ellos la principal razón por la que se había metido en la mafia para empezar. 


 


—Lo siento —dije honestamente. 


 


Se alzó de hombros—. Sé lo que piensas, pude haber hecho otra cosa de mi vida si ya no había necesidad de pagar por eso tratamientos de cáncer de mi madre —no me correspondía juzgarlo de esa forma, pero sí, fue lo que pensé—. Sin embargo, no es fácil levantarte un día y darte cuenta que lo has perdido todo, dime, ¿alguna vez lo has sentido? 


 


Me miró fijamente esperando mi respuesta. Recordé esa fatídica escena años atrás cuando Toshiya me había rechazado cruelmente, cuando me había dicho que yo jamás había tenido que padecer como él lo había hecho, mi incapacidad de entenderlo cuando yo había nacido con todo y él con nada. Repasé mi vida hasta ese momento, había experimentado tanto, tal vez no de la misma manera que él, afortunadamente no me había faltado el dinero, pero yo no había recibido el mismo cariño de mis padres como él; aún así la vida me lo había recompensado con un hermano, Toshiya era hijo único, y unos amigos que consideraba más mi familia que amigos. Probablemente al estar en la mafia, él no podía tener amigos, no en un mundo lleno de desconfianza y traición. Y luego estaba Hiroto, todos esos años me había hecho añicos, acostándome con el o la primera que se atravesara, seguro que el chico no me correspondía; y aunque no lo hiciera, lo amaba, lo amaba tan honesta y puramente, que incluso me sentía afortunado de tener a alguien a mi lado al cual pudiera abrazar para no soltar jamás. Toshiya, en cambio, había tenido que recurrir al chantaje y a la amenaza para tenerme ahí, cenando frente a él; yo jamás tendría que hacer algo parecido con Hiroto, aun si no quería volver a hablarme, siempre habíamos estado el uno para el otro. Hacía ocho años, me había sentido como la peor basura por no entender a Toshiya, esa noche entendí lo afortunado que era y lo patética que era la existencia del otro. 


 


—Probablemente no —contesté, sintiendo mucho calor de pronto. Le di otro bocado a las verduras tratando de ignorar el sentimiento—. Eso no es culpa de nadie, ni tuya —dije finalmente. 


 


Toshiya sonrió, había dejado de comer para verme con detenimiento—. Sería estúpido culparte por todo lo que he pasado. Vaya no fue tu culpa nacer en cuna de oro, ni que mi madre se enfermara; tal vez en ese tiempo no lo vi, lo mucho que te preocupabas por mi y ahora no dejo de pensar que tal vez, si te hubiera correspondido, mi vida sería muy diferente —dijo con tranquilidad volviendo a retomar sus alimentos—. Es extraño pensar de las cosas que uno se arrepiente cuando crece, no me mal interpretes, en esa época era incapaz de sentir algo por ti —continuó, mientras mi cuerpo comenzaba a sentirse extraño, casi a sofocarse, sentí tanto calor que tuve que quitarme la camisa que tenía encima de una de tirantes, bajo la mirada divertida de mi acompañante—. Entonces, te vi con el cantante, Hiroto. Y entendí que eso pudo haber sido para mi —apreté los puños, no me gustaba que Toshiya dijera siquiera el nombre de Hiroto—. No que quiera ser cantante o actor, es que pude haber sido yo al que recogías de los ensayos, las audiciones, al que abrazabas o besabas en la frente cuando me llevaras a comer —abrí mucho los ojos, ¿cuánto tiempo me había estado siguiendo? Me removí en el asiento cuando noté que tenía un bulto en el pantalón, mi miembro estaba despertando como si estuviera excitado, aún si no lo estaba—. Te preguntarás cómo es que sé todo eso —Toshiya continuó—. Después de que metieron a la cárcel a Mana, traté de zafarme, quería reformar mi vida. Die estaba muerto, mi mejor amigo se había matado por culpa de la mafia, no quería esa vida para mi, así que fui a buscarte. Te encontré con él, no pude acercarme; vaya Kyo, sonreías de tal forma —se acomodó en el asiento, mientras yo sentía gotas de sudor resbalar por mi frente. Sonrió—, no había visto esa sonrisa en tu cara; nunca, ni conmigo y entendí que ese no era mi lugar. En cambio, permaneciste como un ancla para recordarme de donde venía, por eso me esforcé tanto para llegar a donde estoy, para no volver a sentirme tan inferior, para no volver a perder las cosas que pudieron haberme salvado —una necesidad imperante de poner atención a mi miembro me invadió y entendí lo que estaba pasando, miré la comida horrorizado. Toshiya rió ante mi acción—, voy a usarte para salir de este maldito pozo. La bebida no tenía droga, la comida, en cambio —sonrió—. Dime que te estás volviendo loco, que necesitas descargarte, que solo puedes verme a mi, usarme a mi, tocarme a mi —se levantó y apoyó las manos sobre la mesa, acercándose a mi rostro—. Hazme tuyo, como se lo haces a ese cantante —dijo en un susurro.


 


Me levanté bruscamente—. Deja de hablar de Hiroto, no digas su nombre, no te atrevas siquiera a mencionarlo —le advertí respirando agitadamente, mi erección más que evidente debajo del pantalón. Toshiya desvió su mirada sonriendo. 


 


—Entonces hazme tuyo —se acercó y colocó sus manos alrededor de mi cuello, la fricción de su cuerpo contra el mío, hacía que el calor se volviera insoportable, quería más, necesitaba más para poder apaciguar el calor que mi cuerpo estaba produciendo. Toshiya movió su cadera contra mi entrepierna y me sentí a reventar—. Es lo que siempre has querido —me susurró al oído—. Olvida su nombre, conmigo. 


 


Para evitar que siguiera hablando de Hiroto, solo atiné a tomarlo por el cabello con la mano izquierda, lo jalé con fuerza hacia atrás y lo besé, no lo besé con pasión sino con desesperación de apagar el calor que sentía. Mi cuerpo se encendió, respondió ante el roce del cuerpo del chico contra el mío. Correspondió mi beso con igual salvajismo, jugando con su lengua, bailando a ese ritmo que le estaba imponiendo. Lo que sea que me hubiera dado, estaba explotando en mi cabeza, nublando cada uno de mis sentidos, dejando solo el calor y la necesidad de apagarlo, sintiendo cada roce de Toshiya como un hielo dispuesto a apagarlo que ardía en mi. 


 


Lo aventé contra la pared, devorando su cuello, no podía pensar en nada más solo en que la ropa me estorbaba para cumplir mi cometido. Le arranqué la playera con ambas manos, tirándola sin cuidado, el otro se dejaba hacer, respondiendo a mi movimientos, lo tomé por los hombros y clavé mis uñas arrastrándolas por su brazo, dejando grandes marcas rojas en lo blanco de su piel. Pensé que se quejaría apero solo un gemido de placer, que me encendió. 


 


—¿Qué me hiciste? —Le dije mientras quitaba mi propia camisa y abría los pantalones. Aunque sabía que era probable que la noche terminara así, contaba hacerlo con cuidado para que Tora pudiera escuchar o no dañar su equipo, en ese momento, ya no me importaba, arrojé lejos el cinturón junto con el pantalón, no usaba ropa interior.


 


—Nada que no quisieras hacer —dijo entre jadeos. 


 


—Maldito —lo volví a tomar por el cabello con fuerza, lo empuje hacia el piso donde cayó de rodillas, estrellé su rostro contra mi miembro—, demuéstralo, qué tanto has querido chupármela. 


 


Sin mostrar objeción, Toshiya abrió la boca metiéndose mi miembro de una, tuve que estirar la mano derecha para recargarme en la pared, las piernas me flaquearon y estuve a punto de caer, con un punto de apoyo, pude mover la cadera, haciendo que mi miembro chocara contra la garganta de Toshiya; pensé que haría algo por escapar, en cambio me recibió gustoso moviendo la lengua. Ambas de sus manos apretaron mis muslos con fuerza, subió y bajó por estos hasta que me sentí al borde, terminé sin previo aviso dando un fuerte grito. Sin embargo, no me sentía ni cerca de estar satisfecho, los efectos de la droga haciendo estrago en mi cuerpo hacían que mi erección no bajara aun si ya había terminado, necesitaría mucho más que eso para satisfacerme y el otro lo sabía, pues se levantó limpiando el resto mi esencia con el pulgar. 


 


—Carajo —dije molesto, lo giré bruscamente por la cintura, bajando su pantalón con todo y ropa interior en el proceso. Lo azoté contra la pared, esta vez de espaldas, con mi pierna derecha, abrí las suyas—, sabías que esto iba a pasar, ¿no te da miedo que lo haga así? —agarré con fuerza una de sus nalgas, dejando apenas marcados mis dedos. 


 


—Puedo con esto —dijo el otro acomodándose de la mejor forma, pues debía ser terriblemente incomoda la posición para él, sin embargo parecía ser mas masoquista de lo que yo era un sádico. 


 


Aquello me explotó en la cabeza, le di una fuerte nalgada, furioso de que lo estuviera disfrutando, furioso de que yo mismo estuviera tan excitado. Volví a encajarle ls uñas esta vez en la espalda, queriendo encontrar un poco de alivio en la acción; azoté ambas manos en sus nalgas robando un fuerte gemido, las abrí sin cuidado, tanto como pude, tanto para ver su entrada aún si no estuviera lista para recibirme, no estaba ahí para hacerlo sentir cómodo. Coloqué la punta de mi miembro y empujé rodeándolo por la cintura para no dejarlo caer. Fue la primera vez que las piernas de Toshiya parecían fallarle. Le di varias estocadas, sin descanso, el otro empujaba su cadera contra mi, ni bien logró acostumbrarse a la intromisión. 


 


—Había escuchado que eras bueno, argh —trató de sostenerse de la pared, pero no podía. Sudaba entre cada jadeo y estocada. 


 


—¿Querías esto, no? Disfrútalo, porque es la única manera en la me tendrás —tomé su pierna derecha y la levanté haciendo la intromisión más profunda—. Sólo podrás llevarme a la cama si tu eres la puta y yo no estoy pensando claramente —me sentía tan cerca y aún así sabía que no sería suficiente. Ver a Toshiya tratar de lidiar con su equilibrio mientras se entregaba al placer, me prendía mucho más de lo que ya estaba. No me importaba si él terminaba, no estaba ahí para satisfacerlo, no me importaba, me azoté contra él al sentir cómo terminaba, hundí mis dientes en su hombro para no volver a gritar. 


 


Salí sin el más mínimo cuidado, tratando de recuperar la respiración, el otro se giró hacia mi aún sonriendo, una gran sonrisa que no aguanté; mimado se levantó sola y le solté una cachetada que le volteó la cara, su mejilla se tornó roja en un instante. Mi miembro se movió de la excitación, no estaba cerca de estar satisfecho. 


 


—La habitación, perra, ahora —pronuncié. Toshiya permaneció de pie por demasiado tiempo, mi mano volvió a volar, esta vez a su otra mejilla—. ¿Quieres que te coja o que te castigue? —Grité. 


 


El otro avanzó hacia la puerta más cercana, ni bien la abrió, me aventé sobre él. Los caímos en la enorme cama, estábamos en completa oscuridad, pero no podía importarme menos; lo giré por el cabello, haciendo que abriera su boca para volver a recibirme, necesitaba lubricarme; lo cual hizo sin objeción; a cambio lo masturbé ligeramente, aunque no quisiera darle placer, que sintiera que me ocupaba de él, también quería que lo siguiera disfrutando, para yo poder seguir descargándome. 


 


—En cuatro, puta —le dije sacando mi miembro—. ¿No? —Dije cuando este no respondió al instante. Lo tomé por los tobillos y lo jalé hasta la orilla de la cama, levantando su piernas tanto que solo podía ver el enorme esfuerzo que hacía para mantener la posición. Introduje uno de mis dedos en su entrada, robándole un gemido—. Tu y yo, nos vamos a hundir juntos —metí mi miembro sin sacar el dedo—. Vámonos derecho al maldito abismo. 


 

Notas finales:

lalalalallalalaa


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