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Adicto a mi por Haruki Kazuhiko

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Notas del capitulo:

¡Hola chicas! Si… un año estuvo este fic parado y se aún tengo más por actualizar, de antemano agradezco su paciencia y estoy segura que ya eh perdido miles de lectoras, al igual soy consciente que de seguro muchísimas ya se cambiaron de fandom pero… ¿Qué les digo? Si llego a tener solo 4 lectoras y esas mismas están esperando actualización de mis fics, por ellas lo subiré, así soy, me molesta que todas como escritoras esperan gran audiencia, pero para mí, si a solo una persona le pareció interesante, continuare escribiendo por ella.

 

Hace poco actualice otro de mis fics “Después de tanto ¿Lo dices ahora?” y me molesto un poco que algunas lectoras me buscaron para EXIGIRME actualizaciones mas continuas, mientras me reprochaban que ya muchas cambiaron de Fandom y que no debía tardar porque a ellas les urgía saber la continuación, respeto eso, al igual me agrada saber que mis historias les parecen interesantes, pero ¿Saben? Soy humana como todas ustedes, tengo 2 empleos, estudio, y vida social aparte, con mi familia, mi novio y amigos. Ciertamente tardo siglos en actualizar todo lo que creo pero a final de cuentas nunca los olvido y así sea cada tanto tiempo actualización hay y siempre doy señales de vida.

 

Una disculpa si después de todo este tiempo continúas siguiéndome, en verdad permíteme decirte que aprecio esto y al final continuare siempre aquí. Un saludo cordial a todas.

 

 

Tal vez sus ojeras eran demasiado para su cara pálida, simplemente no podían pasar desapercibidas. Todos sus conocidos volteaban a verlos y quienes se animaban a preguntarle qué era lo que pasaba no recibían respuesta y aquellos que contaban con algo de suerte obtenían un “No eh dormido” ¿Y cómo hacerlo? Si cada que cerraba sus ojos podía ver a aquel enorme demonio, con su andar tan seductor y su amaderado aroma.

 

Kise había intentado volver a acercarse, le pedía oportunidades, que lo dejara solucionar un poco todo el drama que ya había logrado, pero Kuroko simplemente se alejaba de él, y de todo ser humano que se interesara últimamente por su salud mental y física.

 

Pergaminos, bendiciones, inciensos y un tipo de exorcismo no hicieron ni cosquillas a “Kagami Taiga” eh inclusive cada noche después de llegar de aquellas sesiones podía escuchar esa maldita risita burlona. “¿Enserio crees que con eso podrás librarte de mí?” escucha en sus oídos resonar con un tono de triunfo y arrogancia en la soledad de su habitación, sentado en el suelo en posición de loto mientras se veía al espejo. Era un desastre total, eh inclusive había bajado de peso considerablemente.

 

Suspiro y mirando su reloj mismo que marcaba las 2:55 de la madrugada regreso su mirada al espejo, saco de debajo de la cama una bolsa negra y tratando de no hacer tanto ruido coloco 4 velones negros, uno frente de él, otro detrás y los otros a sus costados, ah su costado derecho puso un vaso de vidrio con agua, a su izquierda un puño de tierra, a sus espaldas un incienso afrodisiaco y frente a él se quedó simplemente el velón más grande, mordiéndose un poco su labio hizo presión con sus propios labios absorbiendo su propia sangre, se levantó y apago las luces, regreso y sentando en medio de su invocación prendió los velones, miro la pantalla de su celular y apenas los segunderos marcaron las 3 de la madrugada exactos escupió frente a él y un denso viento se dejó sentir.

 

Como siempre su cuerpo temblaba, era imposible que no lo hiciera, su boca a pesar de haber producido hace poco demasiada saliva que combino con su sangre actualmente se encontraba seca y sus labios casi podía sentir como se partían. Rápidamente pudo divisar la silueta del Incubus detrás de él, esos ojos color sangre penetrante… ese borgoña era imposible de olvidar en cualquier planeta.  

 

No, no se había puesto a hacer todo eso por mero instinto, durante todas esas semanas había estado buscando eh investigando como invocar por su propia cuenta al demonio, sabía que en algún momento del camino lo iba a tener que hacer y ese momento era ahora. Solo podía verlo por el reflejo del espejo, su mirada era demándate y obviamente de molestia, justo hoy se había cumplido la sentencia de un mes, un mes en el que supuestamente se acabaría su modo “gentil” y vendrían los acosos paranormales fuertes.

 

Quería pedirle que se detuviera ¡Que parará! Que ni de broma estaría el con otro hombre y mucho menos con un demonio, pero era imposible, sus palabras morían en la garganta y simplemente no era capaz de pronunciarlas, pero rápidamente noto algo distinto, algo que no sabía era posible… Los ojos del demonio fueron relajándose y poco a poco perdían su matiz de enojo, entonces se escuchó un paso, y después otro y luego otro. Los ojos Celeste de Kuroko se abrieron grande y su pecho empezó a moverse rápido debido a que su respiración estaba incontrolable.

 

De nuevo… esa maldita risita.

 

Pronto comenzaron a escucharse aplausos por el lugar, unos que parecían imitar los latidos acelerados de un corazón.

 

-Kuroko… -Un escalofrió recorrió la espalda del mencionado al escuchar la voz de aquel demonio –Si yo pudiera… danzaría con el simple ritmo apresurado de tu corazón –Y este sonrió, mostrándole sus colmillos ante la oscuridad de la noche.

- ¡Aléjate! –Kuroko se volteo y aunque quiso alejarse lo más que podía inmediatamente su cuerpo pego en el espejo, un poco “aliviado” creyó que podría al menos correr para algún lado en lo que el demonio rodeaba la cama puesto que este se encontraba del otro extremo.

 

Su cara fue un poema perfecto, merecedor de ser pintado y retratado con matices exactos para la posteridad al ver como al Incubus no le parecía ni el más insignificante obstáculo al técnicamente atravesar la cama y dirigirse directamente hacia él, los velones hacían la suficiente luz para por primera vez ver con total definición, quiso golpearse mil veces en el suelo o sobre la pared por lo que su mente pensaba, por lo que sus ojos  a partir de hoy adoraban… quería arrancarse el pene y tirarlo a su perrito Husky para que se lo llevara lejos de ahí por estar actualmente erecto y doliendo al palpitar de manera necesitada.

 

Kagami Taiga era simplemente perfecto.

 

Y suplicaba a Dios piedad, perdonara su alma ya perdida y lo llevara al purgatorio.

 

Notas finales:

Y les soy honesta no sé cuándo nos volveremos a ver, pero estoy segura ¡será pronto!

 

Kazuhiko Haruki


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