Hoy era el día.
Ace había logrado aguantar una semana más, mientras planeaban lo que harían para obtener a la mago fuera de su jaula, estaban medianamente preparados, pero dispuestos a todo para obtener su libertad.
Uno a uno, los muchachos afilaron sus habilidades. Sabo memorizo sus mejores conjuros, Vivi contacto sus mejores espíritus, Sanji estaba listo para desangrar a cualquier idiota que se atravesara en su camino. Ace, Ace tenía lo último de la magia demoniaca de Marco para utilizar.
Una gran arma, pero la sabia mejor.
Debía guardarla como último recurso.
Su cuerpo estaba sanado pero algo débil, y mientras aún era de noche, caminaron por entre los intrincados laberintos de árboles, hacia el lado contrario de donde los soldados acunaban esfuerzos para llegar a ellos y someterlos.
Sabo creo unos títeres de barro, que tomaron sus formas para mantenerlos en la cueva. Vivi, invoco unos cuantos espíritus para que habitaran de forma temporal aquellas vasijas de barro y dieran la impresión de estar vivas a la vez, que disminuye sus espíritus para que no sientan el doble de presencias en el mismo lugar.
Comenzaron la escalada por el monte Corbo, tomo ellos habían denominado a la montaña que ahora había sido su refugio. Los animales se retiraron de la misma manera que el primer día, pero a diferencia de antes, no parecían tan aterrados, estaban atentos, listos para arrojarse y devorarlos si la magia de demonio desaparecía del cuerpo de Ace.
Habían pasado algunas horas cuando vieron la verja metálica que separaba los laboratorios del bosque. Como lo habían sospechado, toda la guarda disponible había ido a capturarlos y como los demás prisioneros estaban completamente dominados y custodiados por magia, no habría que preocuparse por ellos.
Ace logro sacar una de las manos de sombra de Marco y destruyo la verja. Nadie debía tocarla ya que estaba hechizada con electricidad infinita y buena, no querían volverse unas croquetas.
Pasaron por el agujero con tranquilidad, y vieron a su primer guardia. Estaba solo, pasando por las puertas mientras revisaba que los presos estuvieran en el interior.
Sanji dividió su cuerpo en muchos cuervos negros. Al ser un purasangre tenía esa habilidad de transmutación. Voló por encima del hombre, distrayéndolo, y de repente se arrojó contra él, todos los cuervos envolvieron al tipo que no tuvo tiempo de gritar, antes de que al separarse Sanji, una cascara vacía de piel y huesos cayera al suelo.
Nadie se horrorizo, como la noche en que Ace poseído había masacrado a ese escuadrón. Hacia unos días que habían llegado a esa conclusión. Que para protegerse, no dudarían en matar. Sanji ya lo había hecho aunque fuera sin querer, y por liberarse de ese encierro, lo haría de nuevo.
Les enseñaría porque eran tan temidos y odiados en la antigüedad.
Ellos corrieron y los prisioneros que se dieron cuenta se quedaron en absoluto silencio mientras ellos proseguían su viaje. No podían armar un motín. No ganarían. Por eso su mejor opción estaba en dejar que los otros siguieran y liberaran a la mujer mago.
De uno en uno, se deshicieron de los guardias en los pasillos y de las piedras mágicas de seguridad.
De repente, una alarma sonó.
-¡¿Qué?!- Vivi gritó, no habían hecho nada que los delatara aun- ¿Cómo lo hicieron? ¡Corran!
Los muchachos comenzaron a desesperarse, corriendo por entre los intrincados laberintos mientras sentían que en la montaña donde los demás guardias estaban, las presencias se dirigían rápidamente hacia la base.
Joder.
¿Cómo era posible esto?
¿Quién se había dado cuenta de su emboscada?
Los niños echaron a correr por los pasillos y los demás prisioneros aullaron y gritaron, tratando de ocultarlos a ellos con el sonido. Los pasos estaban cada vez más cerca. Los gritos y los encantamientos estaban en el arden.
- ¡por amor al orden! – Vivi grito- ¡ayúdanos! ¡Ayúdanos!
- hay que separarnos- Sabo dijo mientras detenía su carrera y se quedaba atrás- yo los detendré aquí y ustedes traten de llegar a la mago-
-¡no podemos dejarte atrás, no hables estupideces!-
- ¿acaso no entienden que es nuestra única oportunidad de salir de aquí? ¿Si nos atrapan a todos, como se supone que lo haremos?
Sabo tenía razón.
- me quedo también- dijo Ace entonces- no poder hacer mucho pero con la poca magia que me queda creo que poder detenerlos un poco más de tiempo.
-no, no, no- Sabo negó con la cabeza- tienes que ser tu quien libere a la mujer. No creo que ninguna otra magia pueda hacerlo-
- pero…
- yo me quedare- dijo Sanji- los entretendremos juntos-
Vivi y Ace inmediatamente reclamaron que no estaban de acuerdo con eso. Sin embargo al final, y con el poco tiempo que tenían, debían hacerlo.
- ¡asegúrense de liberarla!
Ace se mordió el labio y Vivi agarro su mano mientras comenzaban a defender. La princesa elfo tomo una mirada decidida cuando el primer guardia apareció y sin siquiera pensarlo, clavo una lluvia de espinas de rosas en el hombre, clavándolo en la pared sin piedad. Ace la miró impresionado.
- ¡no voy a dejar que nadie se interponga en nuestro camino!
El pecoso asintió, comprendiendo las razones de su compañera y de él.
Matarían a quien fuera necesario.
No permitirían que siguieran usándolos como objetos de sus experimentos. Burlándose de sus uniones. Estaba seguro que por lo menos sus almas gemelas no harían eso.
La magia de Marco estaba lista para ser usada. Lista para destruir todo a su paso. La puerta enorme que custodiaba la sala de congelamiento estaba a unos pasos de ellos.
Un hechizo más de Vivi y el acero fue derribado cayendo con un ruido sordo.
Ambos entraron sin dudar.
Sobre el pilar de mármol estaba la figura de la mujer congelada. Flotando sobre ese líquido o material extraño, inmóvil y sublime.
- Ace… hazlo por favor.
Vivi le miró con determinación, dispuesta a cualquier cosa que pudiera pasar. La mujer podía confundirlos con enemigos y atacar, podría no querer ayudarlos, podrá hacer una infinidad de cosas horribles a ellos.
Su cabelló negro y largo, su piel morena y sus ojos cerrados en un sueño profundo.
¿Qué estaría pensando?
¿Se habría dado cuenta de todo el tiempo que había pasado?
Ace puso las manos sobre su pecho, tratando de concentrar las últimas gotas de magia restante.
Las convoco, haciendo que se deslizaran por su sangre, sintiendo la llamada de miles de demonios que susurraban en sus oídos cosas horribles y tentadoras.
¿Quieres hacerla pedazos?
Podemos hacerlo por ti.
Podemos rasgar, moler y triturar.
Podemos romper, cortar y filetear.
-no, no quiero nada de eso.
¿Que buscas en nosotros entonces?
- libérenla
Liberar…
-¡háganlo!
Liberar…
Una especie de gotas negras empezaron a salir de sus dedos y la tinta de sus hombros comenzó a escurriese. La pequeña cornamenta en su coronilla desapareció y ese rio de negrura comenzó a deslizarse hacia la mujer congelada.
Se enterraron en el hielo y por un momento el niño pecoso pensó que romperían el cuerpo de la mujer y con ello su esperanza de escapar.
Pero no fue así.
Comenzaron a romper el contenedor, descongelando el agua, y rompiendo el tubo mientras el cuerpo inconsciente de la mujer caía al piso.
Luego se metieron por su boca, nariz y oídos.
Y la reanimaron.
Ella arqueo la espalda mientras respiraba una bocanada de aire, como probablemente no había hecho en mucho tiempo. Tosió, trato de moverse pero parecía un cachorro recién nacido.
- ¿estás bien? ¿Señorita mago?- Ace corrió hacia ella, dando gracias a los espíritus malignos que la liberaron
- ¿q-quie…en… tu… er…es?-
Era un milagro que en realidad podía decir algo así que Ace contestó rápidamente.
- ¡somos prisioneros en este lugar! ¡El gobierno mundial nos tiene aquí!
A la mención del gobierno la mujer pareció reaccionar. Aunque no podía moverse bien, ella los miro con profundidad. La puerta entonces se derribó y los guardias entraron.
Los niños se dieron la vuelta esperando una horrible muerte pero no llegó.
-doscientas flores- la mujer conjuró un extremidades femeninas brotaron de los cuerpos de los guardias, tomando sus cabezas y rompiendo sus cuellos.
La mujer seguía en el suelo pero sus brazos estaban cruzados sobre su pecho.
La magia de Marco estaba en ella, y recuperaba su cuerpo de manera increíblemente rápida. Ella lo sabía también, ella miró a Ace como si supiera quien era.
¿Qué?
Vivi estaba ocupada invocando ayuda para seguir deshaciéndose de los guardas y Ace era impotente, sin una sola gota de magia para luchar.
-no podremos salir de aquí en este momento- la mago les dijo inmediatamente.
-¿Qué? ¿Entonces todo fue para nada? – el pecoso comenzó a entrar en pánico arrodillándose al lado de la mujer.
- no he dicho eso, pero la barrera que contiene a esta isla necesita más que unos pocos minutos para deshacerse. No podre revertirla ahora.
-¡¿Qué podemos hacer entonces?!- gritó Vivi.
Ella Logró sentarse.
Tomo uno de los pedazos de vidrio del contenedor y se arrancó la uña del meñique.
- es todo lo que puedo hacer por ahora- dijo ella y comenzando a conjurar cosas extrañas que Ace podía asegurar eran idioma demoniaco, la uña comenzó a estirarse, a adelgazar y transformarse, terminando como una pequeña hoja de papel.
-gracias por prestarme este poder de tu rey demonio- dijo ella e hizo una media sonrisa aterradora-
Ella sabía utilizarlo mucho mejor de lo que Ace jamás podría. La hoja de papel fue doblada en forma de una mariposa.
Ella la sopló y esta comenzó a volar.
- dejemos que lleve nuestras esperanzas.
Ace vio al pequeño papel, volar por encima de ellos y salir.
Entonces la mujer se puso de pie.
- hagamos lo que hagamos, van a atraparnos al final, pero nuestro deber ya está cumplido. Podemos esperarlos en silencio.
Ni Vivi ni Ace sabían a que se refería la mujer, pero si ese papel era su esperanza, entonces estaba bien.
- arrástrense ante mí, gusanos-
Todos los guardias retrocedieron inmediatamente, corrieron hacia las salidas. ¿Qué tan peligrosa era esta mujer?
- destruyeron mi hogar, y mi familia ¡no se los perdonare!
Los dos muchachos oyeron gritos desde fuera ¿Cómo lo estaba haciendo?
-¡háganse detrás de mí, niños!
Hicieron lo que ella ordeno sin rechistar y la mirada de Ace pudo distraerse hacia los demás contenedores del lugar. Todos marcados con fechas y nombres extraños.
¿Trafalgar Law?
Nombre extraño.
De repente todo se quedó en silencio.
Robin apretó las manos e hizo mala cara.
- Aokiji…
- Nico Robin- un hombre con peinado afro, gafas negras y ropa descuidada entró al cuarto- no creí que llegaría el día en que te vería despierta de nuevo.
- al menos al despertar lo primero que vi no fue tu estúpida cara- la mujer respondió- esto no durara mucho más, Borsalino. Este lugar caerá y la verdad no podrá ser ocultada más tiempo. ¡Monstruos!
- como siempre, sigue siendo imposible hablan calmadamente contigo, mujer.
- ¡cállate, traidor!- ella le gritó- ¡termina de una vez con todo esto!
El solamente suspiro y su aliento gélido comenzó a enfriar todo.
- no se preocupen niños, no moriremos, solo tendremos que esperar.
Ace miro sus pies, y estos estaban volviéndose una cristalina forma de hielo. Se estaba congelando ¡estaban congelándose! Miro a Vivi que estaba de la misma manera, asustada viendo como era consumida por esa magia poderosa.
¡Marco! ¡Sálvame!
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El demonio se desperto en medio de una fuerte sacudida, el hielo recorria sus venas y pudo escuchar la voz de su alma gemela pidiendole ayuda.
su grito furibundo se escucho en todo el plano infernal.