- no se preocupen niños, no moriremos, solo tendremos que esperar.
Ace miró sus pies, y estos estaban volviéndose una cristalina forma de hielo. Se estaba congelando ¡estaban congelándose! Luego Miró a Vivi que estaba de la misma manera, asustada, viendo como era consumida por esa magia poderosa.
¡Marco! ¡Sálvame!
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El rugido del rey demonio se escuchó en todo el reino infernal.
Su forma humana se desdibujó, hasta el punto en que casi recobra la forma original con la que fue creado. El vínculo aún seguía tatuado en su mano derecha y era una pequeña tranquilidad entre un océano de ira.
Ninguno de sus sirvientes se atrevió a nombrarlo o mirarlo. El pájaro hecho de las llamas del mismísimo infierno, capaz de quemar incluso el alma de la gente no era algo para andar jugando.
Algo había pasado a Ace.
No sentía como si siguiera vivo.
Su corazón se había detenido.
Trató de arriesgarse una segunda vez para poseer a Ace pero este no pudo dar su aprobación, no estaba consiente, no estaba respirando.
¡No!
Esperaba que almenas hubiera podido defenderse con la poca magia que Marco pudo otorgarle, pero no sintió ninguna defensa.
¿Qué había pasado?
¿El ataque había sido tan rápido o tan eficiente que no le había dado tiempo de reaccionar?
Nami sintió las oleadas de poder salir de su amo y se apresuró a huir lejos de la zona de impacto. No dejaría que su alma fuera quemada solo por estar cerca de la ira de su señor. En secreto y con rapidez comunico la situación a otros de los señores demonios, el orden establecía que la verdadera forma no debía ser revelada hasta que llegara el “reinicio” y Marco estaba demasiado descontrolado como para recordarlo.
Si su alma marcada había muerto, estaban seguros de que habría que matarlo para detenerlo. Su preocupación se dividía entre la angustia por la situación de su señor y la impotencia ante la suya propia.
Podía sentir a su alma gemela un poco, pero estaba débil y cansada. Trató de traspasar su poder a ella pero no se le permitía, había algo interponiéndose entre sus conexiones. Algo que trataba muy duro de impedir que llegaran a ellos.
Todo el asunto era simplemente desesperante así que cuando llegó el primer señor aparte de Marco ella lo guio hasta donde su seguridad estaba de acuerdo y le dejó tratar de calmarlo.
También convocó a algunos de sus informantes para tratar de hallar alguna información acerca de que había sucedido.
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Garp marcó una vez más el número de teléfono de la isla pero nadie le contestó de nuevo. Habían estado intentando contactarlos desde que, habían escuchado de una masacre al interior de la prisión.
Debía saber si su nieto estaba bien.
Roger y Rouge habían estado tratando de ir a visitar a su hijo, pero se les negaba, como casi siempre se hacía.
Diciéndoles que los niños estarían más seguros y que algún demonio podría seguir su barca y llegar hasta el lugar donde los mantenían a salvo.
Ninguno de ellos se creía ese cuento nunca más.
Algo estaba pasando.
Desde la masacre, pequeños murmullos habían estado levantándose en el mundo. Dudando, haciéndose preguntas, tratando de llegar al fondo del asunto. El gobierno había tratado de apagar las chispas de un inminente incendio, pero no estaba funcionando, los rumores de torturas y experimentos médicos estaban demasiado esparcidos como para arrancarlas con solo callar unas cuantas bocas.
Lo peor había sido cuando había tratado de ir hasta la misma isla a exigir una explicación.
No había podido encontrarla.
Habían usado la misma magia que usaban para desviar a los demonios contra él.
Rouge salió hacia el jardín de su casa, sosteniendo sus cabellos con desesperación. ¿Realmente era lo correcto?
Si la alma gemela de su hijo era un rey demonio ¿no se supone que era porque el orden lo había predicho? ¿Alejarlo de esa persona había sido lo correcto?
Se mordió el labio hasta que sintió el ácido sabor de la sangre corriendo por su barbilla. Su pequeño bebé podía estar sufriendo, ya nadie se creía el cuento de que los estaban protegiendo y ella mucho menos.
Si tan solo…
Si tan solo supiera como llamar a ese demonio.
Entonces probablemente lo haría.
Pero ella y Roger eran humanos, no tenían magia para invocar y nadie que conocieran sería tan estúpido como para arriesgar su vida invocando una bestia de las profundidades del infierno.
Su esposo le abrazó por la espalda.
¿Qué pensaría su hijo de ellos?
¿Creería que lo abandonaron apropósito para ser maltratado?
Mientras ambos trataban de hallar una solución o por lo menos una esperanza para su problema sintió que algo se acercaba a ellos.
Una diminuta figura blanca que no podían distinguir, flotaba como una hoja.
Finalmente se dieron cuenta de que no flotaba, si no que revoloteaba dando tristes y desanimados espasmos.
Roger se acercó al objeto.
Casi se sentía familiar.
Era una mariposa de papel doblado.
¿Cómo había llegado hasta ahí?
-¿Qué pasa, querido?- su esposa se acercó, preocupada.
Al observar la diminuta figura de papel ella la tomo en sus brazos.
-¿Qué…?
La diminuta figura pareció morir y se desdoblo rápidamente.
Una hoja de papel en blanco quedo en sus manos. En el centro, una sola palabra escrita en negro.
O’HARA.
Ellos vieron una sombra negra sobre el papel. Un aura oscura y tenebrosa. Algo demoniaco.
Ella lo oculto dentro de su ropa. No es que no confiaran en Garp, pero el hombre anciano siempre había tenido serias dudas acerca del demonio que se decía llamar pareja de Ace. Pero ellos ya habían aceptado eso y estaban dispuestos a entregar a su hijo a esa criatura, si demostraba que no tenía intenciones de hacerle daño.
Además Garp era un mal mentiroso.
Volvieron al interior de la vivienda donde el abuelo estaba con las manos sobre su cabeza, vociferando a Sengoku que más le valía permitirle la entrada a la isla o que iba a desertar.
- ¡no puedes hacer eso Garp! ¡El gobierno te necesita!
- ¿sí? ¡Pues yo necesito a mi nieto!
- él está bien Garp-
-¡¿entonces por qué no puedo verlo?!
- hay una falla en los sistemas de seguridad, la barrera está un poco débil y no podemos arriesgarnos a que se derribe-
Roger se paró junto al teléfono diciendo en voz muy alta para que Sengoku pudiera escucharle
- mira anciano, creo que ya nos has engañado suficiente. No creeremos más de tus mentiras, también hemos escuchado los rumores de cómo están tratando a nuestros niños. Y si no nos demuestras ahora que estamos equivocados pues maldita sea que vas a tener problemas, porque estamos dispuestos a lo que sea por recuperarlos ¡¿oíste anciano?!
-Roger, cálmate por favor. Son solo rumores estúpidos.
-¿estúpidos? ¿Qué hay de la masacre de guardias?, ¿eh? a mí me parece bastante real ¿Porque no nos dejas aunque sea hablar con Ace?
- Roger, conoces las reglas.
- ¡las reglas pueden irse al infierno!- Gritó Rouge- ¡es mi hijo, y estoy preocupada!
Inmediatamente después de eso Roger colgó el teléfono con violencia
Garp se quedó callado. Sengoku nunca había actuado de esa manera, tratando de desviar la conversación. Había algo raro y no le gustaba para nada lo que podría significar.
-no sé cómo podríamos… pero- rouge dijo con voz tímida- ¿contactar a… un demonio?
- ¡Rouge!- Garp se escandalizó
- ¡pero Garp, es nuestra mejor opción ahora! Sabes lo limitados que estamos los seres humanos.
Era verdad. Sin magia, sin poderes, sin habilidades extraordinarias, los seres humanos eran personajes casi secundarios. Normalmente en un problema que no podían solucionar ellos mismos, debían buscar ayuda de una criatura más fuerte.
Garp se opuso fuertemente pero al final se detuvo, consciente de que ellos no podrían invocar a un demonio por su cuenta, y no había nadie lo suficientemente loco como para hacerlo por ellos.
Salió de la vivienda, buscando otra forma de solucionar las cosas.
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El sitio era un absoluto caos, columnas derribadas se consumían en una llama azul incandescente, que no se detenía a pesar de las muchas barreras. La sala se bañaba completamente con ríos de oro.
Cadenas poderosas del dorado material sostenían el cuerpo furibundo de Marco, inmóvil entre las miles de cuerdas como telas de araña.
-ni siquiera voy a pedirte que te calmes- la voz gruesa y elegante le dijo al demonio- en tu lugar, estaría exactamente haciendo lo mismo. Pero conoces las reglas, un paso más allá de la línea, y tendremos que matarte.
Otras seis poderosas figuras aparecieron en la habitación. Todas mirando al pájaro envuelto en llamas azules. Para su alivio, vieron que aún tenía partes humanas aquí y allá desperdigadas. Aún no había traspasado la última barrera y podían regresarlo.
- si te mueres ahora, ni siquiera podrás saber si sigue vivo o muerto- la misma voz dijo- somos uno de los pilares del mundo, debemos mantenernos firmes.
La criatura dejo de resistirse un poco a sus ataduras aunque aún no demostraba intenciones de recuperar su forma humana.
- encontraremos la isla- dijo- lo haremos porque es necesaria nuestra intervención. El gobierno mundial ha roto una de las leyes del orden más importantes.
“las almas gemelas están hechas para equilibrarse. Para compartir un vínculo irrompible y eterno donde se impedirán mutuamente caer en la nada”
- lo sabes bien Marco. La existencia de ese chico no es mera casualidad, al igual que la tuya o cualquier ser vivo que ocupe un lugar en el mundo.
La cabeza del pájaro se retorció y se contrajo hasta tomar la forma humana de Marco.
- no respira, ni siquiera está consciente… los mortales me han declarado la guerra y lo sabes.
-estoy consciente de eso, pero no podemos permitirlo ahora.
- no puedo esperar mas
- no te pediremos que esperes.
- ¿entonces qué piensas que hay que hacer…Tesoro?
Frente a él, estaba el único aparte de Marco que ya tenía un alma gemela. Tesoro el rey de la Avaricia. Su poder sobre el oro y las piedras preciosas era solo una referencia a que podía controlar la ambición de los seres. Stela, su alma gemela, era una preciosa mujer rubia de ojos azules, absolutamente humilde y de gran corazón que había sido quemada en la hoguera por sus congéneres al considerarla una bruja que llevaba la marca del diablo.
Sin embargo, poco sabían aquellas personas que al entregarla al fuego, prácticamente la ponían en las manos de Tesoro. Eso no significa que el demonio no se hubiera vengado en su nombre.
Sin embargo Stela fue quien detuvo la matanza. Quien, a pesar de haber vivido en carne propia esas vejaciones y malos tratos, decidió que habían recibido suficiente castigo e insto a Tesoro a dejarlos en paz.
Aun hoy en día Tesoro no lograba entender porque la obedeció.
- hay alguien dispuesto a entregarnos lo que queremos.
Ante esa declaración, Marco volvió a tomar su forma humana.
- ¿de quién estás hablando…?
- ha, ya lo veras. ¿Acaso no puedes sentir tu propia magia revoloteando por ahí?
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Un mes después…
Roger dejó caer unas cuantas gotas de su sangre sobre el papel en blanco. Vio como estas se consumieron y una especie de aura salió de la tarjeta.
Había un sonido parecido al de un tambor resonado en las paredes de la casa. Rouge se encogió aterrada detrás de su marido, sabiendo que lo que acababan de hacer era probablemente un llamado demoniaco.
No eran magos, pero el papel era mágico por cuenta propia.
La idea había llegado de repente y parecía una locura, no, en realidad era una locura. Pero no quedaba más opción.
Todas las luces de la casa se apagaron.
Cuando se encendieron de nuevo, la figura ardiente de una mujer semidesnuda hizo su aparición. Tenía el cabello rojo ardiente y un par de voluptuosos senos, su mirada era picante y provocadora.
- vaya, humano- se relamió los labios- hace mucho que no tengo uno…
Rouge se puso en medio de su esposo y esa provocativa mujer con el ceño fruncido.
- ¡oh! ¿Me llamaste frente a tu esposa? ¡Chico travieso! Bien ¿Qué deseo quieres pedir?
- no hemos llamado para pedirle un deseo- rouge dijo con tranquilidad
-¿entonces?- Nami zapateó el suelo con impaciencia- tengo muchas cosas que hacer mortales, no quiero perder mi tiempo.
- permíteme aclarar- la madre de Ace dijo- hace unos años, cuando nuestro hijo único cumplió sus diez, su marca de alma gemela resultó ser la de un rey demonio.
El súcubo de pelo rojo se quedó callado ante la revelación.
- su nombre es Ace. El gobierno se lo llevó diciéndonos que la unión con su alma gemela traería le traería sufrimiento y desastres al él y al mundo así que se lo llevaron a una isla.
- pero no creemos eso- Roger dijo- no quieren que nosotros lo veamos y no nos dan noticias de él.
-Ace…
- ¿sí?
- ¿el alma gemela de mi señor? ¿Ustedes son los padres de ese niño?
-si…
- mi señor vendrá en persona- dijo ella con severidad y desapareció.
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Marco no tenía tiempo para hacer entradas dramáticas como lo hubiera hecho si estuviera de buen humor. En realidad quería matar algo, pero, si los progenitores de su alma gemela querían hablar con él (no comprendía como le había encontrado) entonces lo haría.
Se materializo en el mundo mortal en frente de los dos.
- no estabas equivocados al llamarme. Ace sufre y está casi muerto- soltó sin rodeos.
Los padres del niño quedaron en shock.
- ¡maldición… lo sabía! ¡Lo sabíamos!
-esto- dijo la madre señalando el papel- llegó volando a nosotros hace unos días, no sabemos porque, pero creemos que puede ayudarle a encontrar a Ace.
Marco miró la hoja en blanco con un poco de confusión. La mujer se la extendió con un poco de temor y entonces pudo sentir su propia magia exudar de ella.
Esto era…
Su sonrisa se convirtió en una mueca de dientes centelleantes, satisfechos. Esta hoja era una “vibre card” una carta viviente.
Lo que necesitaba.
Justo lo que necesitaba.
¿Por qué el papel no había ido en primer lugar hacia él?
Ah. Que estúpido de su parte.
El papel solo puede viajar hacia alguien de quien conozcas la ubicación.
- morirá mucha gente- dijo
- lo sabemos.
- Ace no volverá a este mundo sin mí.
- … sí. Así es… ¿vas a hacerle daño?
- no.
- entonces está bien… solo queremos que nuestro hijo sea feliz. Somos demasiado crédulos como para saber que es bueno y que es malo para él. Tratamos de interponernos en el orden y… no somos quien para hacerlo.
- no hay nadie que pueda interponerse. Y es por eso que hemos decidido exterminarlos a ellos- dijo el rey de la lujuria como si nada-
- te entregamos a Ace. Cuídalo por favor. Dile que sus padres lo amamos…
Marco lo sabía. Que el amor que ellos profesaban era diferente pero igual de profundo.
- es mío ahora.
A ninguno de los dos padres le gustaba el sonido de eso. Pero no podían hacer nada. Solo podían sentarse y rogar por lo mejor ante la inminente masacre.