-Zo-Zoro...
-...
-... –Se levantó de su lugar y se acercó con mucha timidez con las orejas caídas y la cola entre las piernas, quedó a un par de pasos de Zoro y dijo –Yo, lo siento...
-¿Eh...?
-No, fue mi intención molestarte, en verdad lo siento –Dijo con gran sinceridad y asomando un poco la vista hacia su nakama –En verdad discúlpame... Yo... –Se acercó más al espadachín, pero este como respuesta se dirigió al timón como acto de rechazo, Sanji lo miró con arrepentimiento y tristeza –Zoro...
-Ya te oí... Si con eso crees que te sentirás mejor, te perdono... –Fue hasta donde estaba la cabeza del Sunny dándole la espalda.
-No estás siendo honesto... –Zoro volteo a ver de reojo al cocinero –En verdad estás enojado conmigo... Si no quieres perdonarme dímelo...
-Es increíble que puedas razonar las cosas... Tal vez no fue tan malo que olvidaras quien eres...
-... –Tenía los ojos enfocados al horizonte.
-Cocinero...
-...
-¡Te estoy hablando...!
-¡Una isla!
-¿Qué?
-¡Hay una isla! –Corrió y se subió a la cabeza del león -¡Es una isla! Debo avisarle a Nami... –Zoro se dirigió al timón ignorando a su nakama. Por otro lado, Sanji bajó de la figura para poder ir a notificárselo a la navegante –Se pondrá feliz cuando le diga... –Pasó a lado del espadachín y sin darse cuenta, este le puso el pie con la intención de que cayera al piso -¡Ah...!
En la tienda de los deseos:
-Es tan bella la luna de esta noche... –Yuko se encontraba bebiendo sake en el balcón junto a Mokona, Watanuki apareció con otra botella de alcohol –Ah, muchas gracias... –Su ayudante abrió la botella y le sirvió un vaso a cada quien –Tenia semana que quería probar esta marca... –Bebió un poco del vaso –Es tan delisioso y con este bello paisaje, que mejor...
-Aaahh... No hay remedio...
-Deberías tomar un trago... No te caería mal.
-Gracias, pero el alcohol y yo no nos llevamos muy bien...
-Necesitas experiencia, Watanuki... Por cierto... ¿Cómo van las cosas con Doumeki?
-¡Mmm...! –Watanuki se sonrojó un poco al escuchar la pregunta –Bueno... Nos va bien... Jajaja...
-Te veo más feliz...
-Yuko-san...
-Anda acompáñanos... ¿O es que deseas pasar este momento con Doumeki...? –Hizo un gesto pícaro logrando que Watanuki se sonrojara aun más.
-Ah... Ah... ¿Cómo les estará yendo a Sanji-san y a Zoro-san...?
-No cambies el tema...
-Ah... Es que tu...
-Suspiró la peli negra y dijo –No ha ido bien como lo esperaba... No se ha dado cuenta esa cabeza de alga...
-En verdad te agrada ese muchacho...
-¿Watanuki, podrías ir a traer unos bocadillos, por favor?
-Eh... Si...-Se levantó de su lugar para dirigirse a la cocina
-Mokona, ve a ayudar a Watanuki, por favor...
-¡Está bien! –Se lanzó al hombro de chico
-¡Oye, eres un hostigoso, bájate! –Se adentraron por fin a la tienda dejando a la sacerdotisa sola.
-“Parece que no está resultando bien del todo... Cada vez hay más rechazo por parte de ese terco. Además... El tiempo se agota... Qué ironía... –sonrió con resignación – No puedo dejar que Watanuki se entere... Al menos mi consuelo es que el ya no estará sólo, debo hacer algo por Sanji-san... Tal vez y este sea el último trabajo que haga... Pero, si logró darse cuenta del hábito de Roronoa una vez, puede volverlo a hacer... Dependerá de ese marimo si querrá escucharlo o no... Si lo hace, el trato llegará a bueno términos para ambos, pero si no... Será la caída de él y en cuanto a Sanji-san...” –Watanuki miraba a lejos a su patrona y sin decir nada regresó con ella.
-Perdón por la tardanza, pensé que era buena idea recalentar los bocadillos –Yuko salió de sus pensamientos mientras que Watanuki se sentó a su lado ofreciéndole el plato –Aun no me has dicho tu deseo...
-Hmm... –Suspiró con una sonrisa
-Quiero saber cuál es tu deseo, haré todo lo posible por concederlo...
-No es necesario que hagas eso por mí...
-Quiero hacerlo, en verdad te estimo mucho... Eres muy importante para mi.
-... –Yuko se sorprendió por las palabras de su ayudante –Siempre viendo por los demás... Serán de las pocas cosas de las cuales no cambiaras, mi querido Watanuki...
-Es lo menos que puedo hacer por ti... Además, me gustaría conocerte mejor...
-No quiero ser una molestia para ti...
-Yo nunca pensaría eso de ti... –Sostuvo con cariño la mano de la peli negra.
-...
-Algo te preocupa...
-No se te escapa nada...
-Dime que es lo que pasa, puedo ayudarte...
-Es por ese muchacho, cometí un gran error al ofrecerle ese trato... Cuando los hilo que lo aprisionaban se rompieron a su voluntad... Estaba segura que era un buen indicio... Tal vez sólo necesitaba hablar con alguien y ya... es una persona muy fuerte, pero al tratarse de sus nakamas, no dudará nunca en sacrificarse por alguno de ellos...
-Tal vez no fue una buena idea al proponerle eso, pero a final de cuentas fue su decisión...
-Watanuki... ¿No viste algo extraño en Roronoa-kun...?
-¿A qué te refieres...?
-El tiene un hábito...
-No percibí nada... ¿Acaso el...?
-No es la mentira, pero lo que tiene puede hacer que lo haga... Es algo mucho más fuerte que la deshonestidad... Es algo tan fuerte que nosotros lo podemos ver a simple vista... Pero si es fácil de reconocer al momento del cómo se expresa o actúa y en este caso con alguien.
-...
-Es algo que Sanji descubrió –Al decir esto su semblante cambió a una preocupación.
-Es nuevo en ti ver cómo te preocupas por un cliente.
-Claro que no...
-Por supuesto que si...
-... –Fingió disgusto.
-¡Lo sabia!
-Y si fuera así... ¿Qué propondrías?
-¿Podríamos ayudarlo?
-Es imposible... En un trato no puede haber trampa.
-Por lo menos saber cómo se encuentra, pero no tenemos algo que nos ayude a contactar con ellos...
-No, pero tengo algo en la bodega que nos podría ayudar a ver lo que está pasando...
-¿Entonces que esperamos...? –Se levantó de su lugar y le tendió la mano a Yuko.
-Pero...
-Te ayudaré... –Dijo sonriendo
-Hm... En verdad nada se te escapa... –Sostuvo la mano de su ayudante y se levantó. Entraron a la tienda para comenzar a preparar todo lo que necesitarían.
-Cierto... ¿Cómo fue que diste con Sanji-san?
-A veces los vínculos que vas creando con las personas te llevan a conocer a otros, gracias a lo inevitable.
-Ya veo...
-¿Recuerdas que hace unos días salí por encargo?
-Sí, se me hizo un poco extraño que no te llevaras a Mokona. ¿A dónde fuiste exactamente?
-Tuve la oportunidad de viajar a la era pirata.
-¿Para qué?
-Para crear monstruos... O como ellos los llaman, los Reyes Marinos...
-¿Eh...? –Estaba sorprendido.
-Es una larga historia.