-Mmm... –Con mucho cuidado, deshizo el abrazo de su camarada. Se volteó para verlo –Parece un niño bueno... –Dijo entre susurros -¿Cómo regresarlo a la normalidad...?
<<Hábito>>
-Ah... –Volvió a retumbar en sus pensamientos las palabras de Yuko. Se levantó de golpe. Esto hizo que Sanji despertara.
-¿Zo...? ¿Zoro...? –Estaba muy adormilado.
-... –Lo miró -<<Hábito...>> -Al escuchar de nuevo la voz en su cabeza se inclinó con los ojos cerrados.
-Zoro... –Se levantó para atender a su camarada -¿Estás bien...? ¿Qué pasa...?
-Estoy bien... No pasa nada. Lamento haberte despertado... –Se recuperó –Anda, debes descansar... –Se volvió a recostar de lado mirando al cocinero. Sanji hizo lo mismo.
-Te veo triste... –Zoro se sorprendió por la respuesta de su nakama –No me gusta verte así... –Tomó con cuidado la mano del espadachín en señal de confianza.
-No es nada... –Desvió su vista a otro lado.
-No mientas... –Colocó la mano del espadachín en su mejilla –Es tan cálida.
-Oye, no son como las tuyas. Es verdad...
-¿Eh...?
-Debes cuidar muy bien de tus manos...
-... –Estaba confundido.
-Verás, una vez me dijiste que esas manos sólo las puedes utilizar para cocinar y que por nada del mundo las expondrías en las batallas...
-¿Pero por qué...?
-Supongo que es algo que te inculcaron en ese lugar donde antes vivías...
-...
-Tú eres el cocinero de este barco. Antes de unirte a nosotros, trabajabas en un restaurante...
-Ya veo... ¿Y sabes si tengo familia...? –Preguntó con ilusión mientras movía su esponjosa cola.
-La verdad no lo sé...
-Ya veo... –Sus ánimos se fueron, mostrando una cara de desconsolación.
-Pero...
-... –Miró a su compañero.
-Ese mueble de allí es tuyo... Tal vez haya algo que nos pueda ayudar a recobrar tu memoria...
-Es cierto... ¡Es cierto...! –Se levantó con euforia y una sonrisa iluminada en su rostro -¡Quiero ver que...! –Intentó levantarse, pero -¡AH...! –Fue retenido por la herida -¡Aauhh...!
-Oye, calma... No se irá de ahí... Recuerda que no puedes caminar... –Lo recostó en el tufón –Ahora lo importante es dormir un poco.
-Tienes razón... –Dijo esto con una cálida sonrisa y pasando su mano sobre los aretes del marimo.
-... –Sostuvo la mano de Sanji para apartarla –Duerme... –Se acostó mirando al techo.
-Bu-Buenas noches, Zoro. –Cerró los ojos y se volvió a perder en sus sueños.
-... –Sin más que decir, sólo miró el techo y parpadeó un par de veces. Al cuarto parpadeo se quedó dormido.
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-¿Eh...? ¿El dojo...? Pero...
-Con es aquí donde alguna vez viviste... –Zoro se sobresaltó un poco al escuchar la voz de Haruka quien se encontraba a su lado.
-Tu...
-Jejeje...
-Hola... –Dijo ya recuperando la calma.
-Buenas noches...
-La noche es muy hermosa...
-¿No te da miedo que esté contigo invadiendo tus sueños...?
-Hmm... Créeme, he pasado por cosas más extrañas durante mi viaje... Además, algo me dice que tú no eres malo... –Dijo con una sonrisa de lado –Aun si te atrevieras a hacerme algo... –Iba a colocar su mano sobre las espadas... -¡Mis espadas...! ¡¿Dónde demonios están...?!
-Jajaja... En verdad eres muy gracioso –Mostró aquella gentil sonrisa.
-Supongo que no puedo hacer nada...
-¿Qué fue lo que te pasó...? –Miró esta vez con seriedad a la herida de Zoro.
-Ah... Tuve una pelea... –Dijo con indiferencia.
-¿Y...?
-Bueno... –Sin razón alguna, la confianza había regresado a Zoro y le contó lo sucedido a Haruka.
-¿Y recuerdas como comenzó la pelea entre ustedes...?
-No... Fue como un abrir y cerrar de ojos cuando ya estaba discutiendo con ese torpe cejas rizadas... Pero...
-... –Prendió su cigarro y dio una gran calada –Pero... –Sacó el humo.
-Al verlo llorar... Una parte de mi quería detenerse, pero otra me hacia desear lastimarlo mas...
-¿Y estás arrepentido...?
-... –Entrecerró los ojos recordando la escena –Supongo que no...
-Zoro-san... Parece que aun no te has dado cuenta...
-¿Vas a decirme que es...?
-No debo, aun si quisiera no lo aceptarías... Es algo que tú mismo debes darte cuenta.
-... –Agachó un poco la cabeza.
-Dime, Zoro-san... ¿Qué es lo que sientes por ese muchacho...? ¿Lo quieres...?
-... –Fingió rabia.
-El que calla otorga... –Dijo divertido dando otra calada a su cigarro.
-¡Claro que no!
-¿Entonces por qué fuiste a rescatarlo? Debe haber una muy buena razón...
-Tsk... Es sólo un niño mimado...
-El está preocupado por ti...
-... –Miró con enfado a Haruka.
-Sus sentimientos son sinceros, aun si no recuerda nada. Debes ser mas paciente con él, como lo es contigo; no todos los días encuentras a personas que en verdad lo valen todo... Eres su nakama... ¿Deseas que el desaparezca?
-... –Seguía mirando con un poco de desdén a su visitante.
-Piensa muy bien la situación... Escucha los sentimientos de tu corazón, más no tu rencor injustificado...
-¡¿Injustificado...?! ¡Él no debería seguir con nosotros en este barco... Y ahora en la situación en la que está, como sabré si no será un estorbo en un futuro...
-Parece que te falta mucho por entenderlo después de todo... Al menos... –Miró a Zoro a los ojos y fumó de nuevo su cigarro –Mostrar tus verdaderos sentimientos no te hará débil... –Sacó de la manga de su kimono un pequeño costal hecho de hoja de árbol –Ten... –Se lo entregó al espadachín –Esto les ayudará a sanar sus heridas...
-¿Por qué haces esto...?
-¿Y dime por qué no?
-Gracias...
-Zoro-san.
-¿Si?
-No lo olvides... Y pon más atención a tus actos y tus palabras.
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-Ah... –Abrió de golpe los ojos, sintió un pequeño bulto sobre su mano, se trataba del pequeño costal. Se sentó y comenzó a revisar el obsequio que le había dado Haruka –Veamos... Es una pomada... –Con cuidado deshizo el vendaje de su brazo –Es poco... Apenas si alcanza... No importa... –Antes de colocarse el ungüento, miró a Sanji y fijó su vista a su tobillo -... –Con sumo cuidado le quitó el vendaje y le colocó la medicina sobre la herida –Espero y funcione... Parece que sobra un poco... –Se colocó el resto del ungüento sobre la herida de su brazo -... –Miró de nuevo a Sanji y sin querer, sonrió al ver el rostro de su nakama -¿Qué rayos me está pasando...? –Se dijo así mismo entre murmuro y moviendo la cabeza –Es un idiota... Sólo lo ayudé porque es un completo torpe... Y no quiero que los demás me molesten...
-Mmm... –Salió de sus pensamientos al escuchar al cocinero –Mmm...
-Parece que está teniendo un sueño...
-... –Hizo un pequeño gesto de disgusto mientras aun estaba dormido.
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-Ah... Ah... –El pequeño Sanji estaba huyendo de sus hermanos, por más que se esforzaba en correr, mas sentía los pasos de esos monstruos pisándole los talones.
-No podrás escapar, idiota... –Se escuchó a lo lejos la voz de Ichiji quien estaba en compañía de Niji y Yonji.
-“Debo esconderme...” –Llegó al sótano del castillo. Cerró la puerta y fue a buscar algún rincón en donde pudiera esconderse –“Ya no, por favor...” –Pensó entre pequeños sollozos, encontró por fin su escondite que era un viejo ropero; abrió la puerta del mueble y se encerró -... –El miedo lo invadió, lo único que podía hacer era rezar porque sus hermanos no lo encontraran –“Tengo mucho miedo... Por favor que no vengan...”
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-No...
-¿Eh...? ¿Qué estará soñando...?
-... –Se le notaba un semblante de miedo.
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-... –Estaba sentado dentro en aquel mueble abrazando sus piernas –“¿Por qué no puedo ser fuerte como ellos...?” –Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar la puerta del sótano abrirse y en seguida escuchó unos pasos -... –Se encogió y se tapó la cara con sus manos –“Que no me encuentren, que no me encuentren, que no me encuentren...”
-¿Dónde podría estar ese inútil...? –Preguntó Niji con burla.
-Jamás me cansaré de hacerle la vida imposible a ese bueno para nada... –Agregó Yonji.
-Tal vez si... –Ichiji llamó la atención de sus hermanos mientras seguían buscando –Si lo matamos un día de estos, padre estará muy orgulloso de nosotros...
-Le haríamos un gran favor... –Comentó Niji –En verdad es la vergüenza de nuestra familia... Darle de comer a un montón de ratas y encima no saber pelear... A veces creo que este mundo sería mejor sin ese tonto...
-... –Las lágrimas de Sanji brotaron al escuchar esos terribles comentarios –“¿En verdad sería bueno que yo...?” –La puerta del ropero se abrió dejando ver las horribles sonrisas de sus verdugos -¡Ah...! –Salió rápido del mueble para poder escapar, pero fue retenido por Ichiji –No, por favor... Ya basta...
-Jajajajaja... Esas suplicas no son suficientes...
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-Por favor... –Comenzó a moverse de su lugar dejando un poco escéptico a Zoro –No...
-Cocinero... –Le llamó para despertarlo, pero no lo hizo –Cocinero... –Volvió a llamarlo.
-Aahh... –Una pequeña lágrima escapó de sus ojos cerrados.
-Cocinero... –Lo llamó de nuevo -¿Qué es lo que le ocurre...?
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-¡AAH! –Recibió un fuerte puñetazo en la cara por parte de Ichiji -¡Ya déjenme, por favor...!
-¿Por qué? Eres nuestra diversión... –Dijo Niji propinándole un golpe en el estomago.
-¡Agh! –Cayó al suelo sobándose su estómago –Ya... Por favor... –Dijo entre sollozos –Yo no he hecho nada...
-Exacto... Sólo eres la falla... –Dijo con burla el peli rojo escupiéndole en la cara a Sanji –No eres más que un inútil...
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-No es cierto...
-¡Cocinero! –Tomó el hombro de su nakama para despertarlo.
-Me... Duele... Me duele mucho...
-¡Cocinero...! –Lo zarandeó, pero no despertaba.
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-¡Snif! –Con trabajos intentó huir a rastras de ellos.
-¿A dónde crees que vas...? Aun no terminamos contigo... –Yonji jaló a Sanji del cabello y lo estampó contra el muro.
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-¡Agh...! –Se retorció aun sin abrir sus ojos.
-¡Oye!
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Se arrinconó en una esquina, lo único que le quedaba por hacer era aguantar los golpes y las humillaciones de sus hermanos -¡Ya no, por favor...! ¡Padre! ¡Padre, ayúdame! ¡Por favor!
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-¡Me...! ¡Me duele mucho...!
-¡COCINERO! –Lo zarandeó con más fuerza -¡COCINERO, DESPIERTA! –Por fin logró sacarlo de ese horrible recuerdo.
-... –Estaba completamente asustado, apenas pudo reconocer en donde se encontraba –Zoro... –Lo miró con miedo y con lágrimas en sus ojos -¡Zoro! –Se abalanzó sobre él espadachín –Zoro...
-¡Oye, cálmate!
-Aaah... Zoro... –El llanto no le dejaba hablar
-Oye... –Estaba un poco intranquilo por el comportamiento de su compañero –Sólo fue una pesadilla... Ya pasó...
-Tengo miedo... –Se aferró mas a Zoro.
-Ya pasó... –Deshizo el abrazo para mirarlo -¿Qué fue lo que soñaste...?
-Yo... Yo... –Tenía la cabeza agachada e intentando controlar su llanto -...
-¿Y bien...?
-No... No lo recuerdo...
-Ya me cansaste... –Zoro comenzó a perder la paciencia. El humo comenzó a hacer acto de presencia, al darse cuenta de esto, Sanji miró con mucho miedo a su nakama –COMO ES POSIBLE... YA ME TIENES HARTO...
-¡Ah...! –Se cubrió con gran pánico ante la reacción de Zoro -¡Lo siento! ¡Lo siento! –Las lágrimas volvieron a salir -¡Perdóname! –Miró a su nakama -¡Por favor, no me lastimes...!
-... –Al ver de nuevo el rostro de Sanji, se sintió mal –Yo... –Fue hasta él y le acarició la cabeza para poder calmarlo.
-... –Al ver que el humo se desvanecía de nueva cuenta, no dudó en abrazarlo –Yo... Lo siento mucho... –Se acurrucó en el pecho de su nakama y este por su parte seguía acariciando su cabeza.
-Ya pasó...
-No me dejes sólo, por favor... Tengo mucho miedo...
-No... Yo...
-No me odies... Te lo suplico...
-Cocinero... –Estaba bastante acomplejado por la actitud de Sanji.
-Por favor... –Aun sin recordar nada, sentía el pánico, la tristeza y la desolación a causa de ese recuerdo –Perdóname...
-Ya pasó... Sólo fue una pesadilla... Ya, tranquilo...
-... –Poco a poco fue recuperando la compostura y se secó las lágrimas y miró con pena y miedo a su nakama –No recuerdo lo que soñé, pero fue algo horrible...
-Lo importante es que estás bien... Anda, hay que dormir...
-Si...
-Anda, vamos a dormir... –Zoro se recostó dándole la espalda a Sanji –Buenas noches... ¡Ngh...! –Sintió unos delgados brazos rodeándolo –Oye, oye...
-... –Restregó su cara en la espalda de su nakama –...
-Está bien... –Deshizo el abrazo y se volteó para abrazar al rubio –Si esto te ayuda a sentirte mejor... –Dijo algo avergonzado y molesto.
-Gracias... –Se volvió a acurrucar en su pecho.
-“Espero que esto no dure por mucho tiempo, en verdad es como si estuviera cuidando de un niño, si tan sólo pudiera...”
<<Hábito>>
Esa palabra retumbó de nuevo en su cabeza, el sueño lo estaba invadiendo al fin, pero no sin antes... –Oye...
-Si...
-No quiero que les digas que fui bueno contigo... ¿Me oíste...?
-Está bien... –Abrazó con más fuerza a Zoro.
-... –Su tenue sonrojo se hizo presente y cerró al fin sus ojos para descansar.