El compañero del héroe
Epílogo
Y ahí estaba con el cabello sujeto en una coleta alta y una sudadera esperando en la mugrosa recepción de ese motel barato esperando a JJ, esperando al “Rey”, había decidido elegir a Otabek sobre el canadiense y ahora tenía que enfrentar las consecuencia de su decisión, no era tan cobarde como para simplemente huir sin dar una explicación, se lo gritaría a la cara al moreno, no lo necesitaba más, no quería seguir donde estaba… Ahora entendía la diferencia… La diferencia entre ser un amante y ser un compañero…
La diferencia entre ser algo que debía ser escondido y algo que podía ser libre... Esa gran diferencia que hacia todo mejor… Suspiró y miró la pantalla de su celular para revisar la hora, ¿a qué maldita hora pensaba llegar el canadiense? Maldijo entre dientes golpeando el suelo con el pie ansiosamente, quería irse lo más pronto posible, Otabek había quedado de esperarlo cerca por si necesitaba algo o las cosas se ponían complicadas, si no aparecía en los próximos 5 minutos se largaría y le avisaría por mensaje y al diablo lo demás…
Estaba a punto de llamar al Kazajstán cuando el moreno entró en el lugar con unos lentes de sol en la cabeza, por dios… Ni siquiera había sol, cada segundo que pasaba se preguntaba más como había soportado tanto tiempo ese tipo de cosas, el canadiense lo ubico de inmediato y lo vio fruncir ligeramente el ceño, no estaba seguro de si era por lo de aquella tarde o por su cabello amarrado, el otro lo detestaba de sobremanera… El otro se acercó a grandes pasos a él…
-Yuri- ese tono de voz no auguraba nada bueno, rara vez se le escuchaba tan serio por algo -¿Qué te he dicho de tu cabello?- frunció el ceño más marcadamente
-Es mi cabello… No es asunto tuyo…- ya había sido mucho tiempo… Un año entero de lo mismo, esta vez no iba a ceder ni un poco en ese aspecto, le iba a recordar quien era realmente Yuri Plisetsky, el tigre ruso del hielo… No por nada había llegado al podio en su año debut como senior
-¿Estamos en nuestros días gatito?- ese maldito idiota estaba sacando boleto… Sin duda alguna que lo estaba haciendo enfadar, tenía unas ganas tremendas de darle una patada con toda su fuerza –O acaso es… ¿Otabek?- la forma siseante de decir el nombre ajeno le dio un mal sentimiento, simplemente el canadiense era una persona horrible en el fondo
-Eso es asunto mío JJ… No voy a seguir con esto…- lo mejor era ir al punto de una buena vez –Estoy harto…- las cosas como eran, ya no necesitaba del mayor para sentirse mejor por unos segundos antes de sentirse más vacío, más aislado… Había encontrado una persona que producía un efecto mucho mejor… Un efecto real… Ese simple beso en el mirador le había dado mucho más que todo el sexo del último año
-¿Y tú crees que eres tú el que decide?- una mano en su cintura, un tirón que lo llevó contra el pecho ajeno y un beso casi violento del otro –Tu eres mío gatito… Esto se acaba cuando yo me aburra…- una mano del canadiense le soltó el pelo sin apartarse ni un milímetro, le costó varios segundos recomponerse lo suficiente de la sorpresa para ponerle ambas manos en el pecho y tratar de alejarlo
-¡Suéltame!- alzó la voz un poco pero sin llamar demasiado la atención y sin embargo el otro se negaba a soltarlo -¡Suéltame maldito idiota!- el moreno era muy fuerte para él
-Arreglemos esto en la cama gatito…- la mano que estaba en su cintura bajó a su cadera en una caricia, las piernas le temblaron un segundo, el toque del más alto era preciso… Sabía dónde tocar pero por supuesto que no iba a ceder sólo por un poco de sexo.
Estaban en medio de un forcejeo en el que ninguno estaba dispuesto a ceder, JJ obviamente quería llevarlo a la cama y él se resistía a caer tan bajo, era casi ridículo haber caído en una escena tan cliché como esa… Solo que eso no era una novela ni una película, aquí no había un héroe encantador que llegará a rescatarlo… Otabek estaba a una llamada de distancia pero en la posición en la que se encontraba le era imposible recurrir a eso.
Tenía que valerse por sí mismo, no era tan delicado como a la gente le gustaba pensar, por mucho que fuese tan joven encontraría como zafarse del más alto ya que al parecer a nadie en ese cochino establecimiento parecía importarle un pepino que básicamente el canadiense lo estuviera arrastrando hacia los elevadores, supuso que en un motel como en el que estaban ese tipo de escenas no eran tan poco comunes, el rubio y largo cabello que el otro había soltado le estorbaba dificultando aún más la tarea, se las ingenió lo mejor que pudo para golpearlo con la rodilla.
-¡Suéltame de una puta vez!- el canadiense había aflojado el agarre por el dolor acción que aprovecho para zafarse de su agarre con brusquedad –Vete a la mierda JJ… No soy tuyo…- más valía que eso le quedará muy claro al moreno, lo miró a la cara, el chico lucía francamente molesto
-¿Cuánto crees que te durará el gusto Yuri? No eres tan bueno en la cama…- oh no, esta vez no iba a caer en sus provocaciones
-No me importa… Simplemente ya no me interesa ser amante del “Rey”… Ya no te soporto…- se sacudió la ropa dando otro paso atrás dispuesto a irse de una buena vez de ese lugar –Tú tampoco eres tan bueno como crees…- agregó burlón antes de dar la media vuelta para alejarse antes de que el canadiense intentase reaccionar a sus palabras.
Salió tan rápido como pudo de ese lugar, a la calle… A la libertad… Lo había hecho… Se lo había dicho en la cara y a pesar de ese forcejeó inicial la cosa había salido mejor de lo que esperaba, llamó a Otabek a penas se alejó una cuadra… No había dejado al “Rey” para seguir siendo solo un amante, por supuesto que no… Había dejado a aquel hombre para buscar la sensación que le otorgaba el héroe de Kazajistán… La sensación de ser un compañero… El compañero del “Héroe”