Esa mañana iba a ser una como cualquier otra. Sin embargo, como cada primero de julio, su hermana se encontraba emocionada por repartir amor a todas las personas que quería. A la hora del desayuno, ella se levantó más temprano que todos para prepararlo con sus chocolatadas y sus tostadas en forma de corazón.
- ¡Buenos días! – Saludo Cecilia a sus padres y a su hermano, quienes recién estaban llegando a la mesa para poder desayunar. Ella se encontraba sentada en su asiento de siempre, esperando a que todos se sentaran.
- Buenos días. – Contestaron todos con una voz somnolienta.
- Les prepare el desayuno, coman con gusto. – Les hablo ella con emoción al señalarles el desayuno que estaba puesto sobre la mesa.
- Gracias. – Contestaron los tres y comenzaron a disfrutar del desayuno, agradeciéndole a Cecilia su generosidad.
Al terminar de desayunar, cada uno de los mellizos lavaron sus tazas, se asearon, se vistieron con el uniforme escolar y tomaron sus bolsos para poder irse a la escuela. Sin embargo, antes de que se fueran, Cecilia fue corriendo hasta su habitación para tomar una caja de bombones.
- ¿Una caja de bombones? ¿Para quién es? – Le pregunto un tanto curioso al ver que su hermana llevaba una caja mediana de bombones.
- Es para todas las personas que quiero obviamente. Esta semana esta para dar dulzura y recibir amor. - Le respondió con una gran sonrisa. - Tengo planeado dar una golosina distinta cada día de la semana, este día toca bombones. – Cecilia abrió la caja y de allí saco uno de los bombones para entregárselo a su hermano. - Ten, tú serás el primero en recibir mi dulzura por ser mi hermano y mejor amigo de toda la vida, es mi forma de agradecerte lo mucho que me soportas. –
- Gracias Ceci. – Le sonrió al recibir el bombón.
- Ey, se supone que cuando alguien te da un dulce en la semana de la dulzura tienes que devolver el favor con un beso. – Le reprocho su hermana señalando su mejilla derecha. Daniel se rio y la obedeció, se acercó hacia ella y le beso la mejilla. – Bien, ahora solo espérame a que le regale uno a mamá y otro a papá y nos iremos. –
La semana dulce era algo que pasaba sin importancia para Daniel, pero a su hermana le encantaba ese tipo de cosas. Al llegar a la escuela, lo primero que hizo fue buscar a Laura y luego a Adrián para regalarles un bombón y recibir sus besos en la mejilla, también busco a sus otros amigos y profesores que les caían bien.
Al entrar al salón, justo en la puerta, sintió como alguien lo empujo desde atrás para que pudiera pasar. Al darse vuelta para ver de quien se trataba, se dio cuenta de que era Aldana. “¿Ni siquiera se disculpará?” Se preguntó y luego se sintió idiota por eso. “Claro, las estúpidas no saben modales.”
- ¡Adrián! Toma, es por la semana de la dulzura. – Le hablo ella entregándole un chocolate bastante grande.
- Oh, gracias Aldana. – Adrián lo tomo y le sonrió.
- Recuerda que se agradece con un beso, cariño. – Y tras decir eso Adrián le dio un beso en la mejilla.
Al ver esa escena tan desagradable para su gusto, automáticamente todo su buen humor se fue por el retrete. La expresión en su rostro estaba entre seria y molesta, esa era la típica cara que ponía cuando no estaba de buenas. Camino rápidamente hacia su asiento y fue sacando sus carpetas y útiles.
- Dani… - Intento hablarle Adrián, pero este rápidamente lo interrumpió.
- No me hables, no estoy de humor. – Y tras decir eso, le quedo bien en claro que Daniel no quería hablar con él.
Al llegar la profesora de arte, pidió los trabajos que debían estar terminados para esa clase. La tarea que tenían que entregar era un simple collage.
- ¡Ceci! ¿Cómo quedo tu collage? – Le pregunto Adrián a Cecilia. Ella busco dentro de su carpeta de dibujo el collage y se lo mostro.
- Mira. – El collage de ella era sobre un perrito y un gatito formados con varios papeles de distintos tonos que de igual forma quedaban preciosos.
- ¿Y él tuyo Dani? – Le pregunto Adrián. Daniel no contesto, simplemente le dio vuelta a la hoja que tenía sobre su escritorio para que pudiera verse. Era como si fuera una plaza, con animales y personas corriendo o recostadas sobre el pasto.
- Wooh, genial. – Adrián se dio la vuelta unos momentos para tomar su collage y mostrárselos. - Yo solo hice este. – El collage de Adrián era bastante interesante, para no decir raro y gracioso. Eran personas en una ciudad, tres mujeres modelos en ropa interior con cabeza de perros.
- Esta increíble. – Comento Daniel y soltó una pequeña risa.
- Gracias. – Le agradeció con una sonrisa.
- Muy bien chicos, tráigame sus collages así los corrijo y comiencen a hacer el dibujo que les pedí de muchos colores con temperas. – Les hablo la profesora de arte desde su escritorio.
Cecilia al escuchar eso lo primero que hizo fue sacar su dibujo para pintarlo con temperas y pinceles que estaban en su mesa. Mientras tanto, Daniel no había hecho el dibujo, no tenía ni idea de que debía dibujar para empezar, simplemente se quedó mirando su hoja en blanco.
- ¡Ceci! ¿Tú que dibujaste? Yo dibuje esto. –Laura se encontraba sentada en la mesa de al lado de Cecilia. Tomo su dibujo y se lo acerco a ella para mostrárselo, era un dibujo de Deadpool y Spiderman con el primer nombrando tratando de besar al otro.
- ¡Te quedo genial Laura! Aunque ¿No crees que te será muy difícil pintarlo? – Le respondió Cecilia a lo que Laura simplemente negó con la cabeza.
- Ya veo como me arreglo. –
- Bueno, yo dibuje esto. – Hablo Cecilia mostrándole el dibujo que estaba en su hoja. Era sobre dos diablos, uno de ellos estaba sonriendo sínicamente mientras sujetaba al otro del mentón, con este último golpeado, sangrando y débil. - No ¿Crees que es hermoso? Me vale verga si la profesora piensa que estoy mal de la cabeza, este dibujo será precioso. –
- Díaz, pase y muéstreme su collage. – La llamo la maestra.
- ¡Si! –
- Hermano…- Cecilia le hizo una seña a su hermano para que se acercara un poco. - ¿Tú no piensas regalarle ninguna golosina a Adrián para que te de un beso? – Le pregunto en susurros.
- ¿Qué? ¿Por qué haría eso? – Le respondió con el mismo tono de voz bajo.
- Porque te gusta ¿no? Yo tengo varias golosinas en mi bolso, puedo darte alguna. – Daniel sonrió al ver que su hermana quería ayudarlo, pero simplemente negó con la cabeza. Pensaba que, aun si quisiera darle alguna golosina, debía ser el mismo quien la comprara para regalársela, no usar las de su hermana.
- No, Ceci, entiendo que quieras ayudarme, pero simplemente no lo hare. – Le respondió amablemente.
- Bien, entonces… ¿Qué dibujaras? – Le pregunto para cambiar de tema, al ver que la hoja de su hermano estaba completamente vacía.
- No lo sé. –
- ¿Qué tal si dibujas algo que amas? Yo siempre dibujo a mis OTP o algún personaje favorito que tengo, son las únicas cosas que amo en la actualidad. Aunque es una desgracia porque cuando quiero dibujar un personaje inventando por mí siempre termina pareciendo el calco exacto de mi eterno enamorado. – Cecilia apoyo lentamente su frente sobre la mesa al decir eso último. Daniel se rio y agradeció de todo corazón que los únicos intereses románticos que tuviera su hermana fueran solo con personajes ficticios.
- Veré que puedo hacer. –
Tanto Cecilia como a Daniel les encantaba dibujar, practicaban mucho sus dibujos casi siempre, hasta sus estilos de dibujos eran exactamente iguales al del otro. Daniel fue quien perfecciono la anatomía de sus dibujos, mientras que Cecilia aun batallaba un poco con eso, solía pedirle ayuda cada vez que no le convencía como quedaban sus dibujos.
Daniel tomo sus auriculares, se los coloco y luego lo conecto a su celular para después abrir su reproductor de música, le gustaba dibujar bien concentrado escuchando música para no distraerse.
Sin darse cuenta, ni bien hizo el primer punto en la hoja con su lápiz, comenzó a dibujar sin detenerse. Lo primero que dibujo fueron los cuerpos, era una pareja bailando, un hombre y una mujer. Aunque, la mujer en realidad, era un simple cadáver que estaba siendo sostenido por aquel hombre. Luego de eso, comenzó a dibujar el rostro del hombre, tenía una mirada perdida puesta sobre el cadáver. Al final, dibujo la ropa, le hizo un par de detalles más y lo termino después de unos cuantos minutos de dedicación.
“Quedo genial.” Fue lo que pensó al terminar el dibujo. Luego de eso, tomo su pincel, lo mojo un poco con el vaso de agua que tenía Cecilia en su mesa, lo paso por un poco de tempera blanca y cuando estuvo a punto de apoyar el pincel sobre la hoja, se dio cuenta que Adrián lo estaba observando.
- Dibujas genial Dani, yo no pude dibujar nada. ¿Me ayudas? – Le pregunto Adrián, haciéndole ojitos de cachorrito para que aceptara ayudarlo. Lamentablemente, Daniel era muy débil con Adrián, así que al final siempre terminaba aceptando.
- Esta bien, dame la hoja. ¿Qué quieres que dibuje? –
- Quiero un conejito, supongo que es más fácil de pintar. –
- Esta bien, un conejo será. – Daniel empezó por dibujar la base del conejo, un circulo y luego un ovalo que representara el cuerpo y luego de eso comenzó a dibujar las patas, la cola, las orejas y al final el rostro y sus bigotes, nomás en lo único que se tardaba era en hacerle el efecto del pelaje.
- ¿Hermano ya terminaste tu dibujo? – Le pregunto su hermana al ver que estaba dibujando un conejo para Adrián.
- Si, es este. – Le respondió a Cecilia y luego tomo su hoja de dibujo para mostrárselo.
- Woooh, esta genial… - Hizo unos segundos de silencio y soltó una pequeña risa. - ¿Dibujaste a Adrián? –
- ¿Qué? – Pregunto Daniel confundido.
- ¡A ver! – Hablo Laura cuando le prestó atención al dibujo que sostenía Cecilia. - Si, el hombre se parece a Adrián. –
- ¡No es verdad! – Se defendió, aunque al ver el dibujo más detalladamente, se dio cuenta que había dibujado a Adrián en su totalidad, incluso le dibujo el lunar que tenía muy visible en su cuello.
- ¿Me dibujaste? Woooh, me representaste a la perfección Dani. – Adrián sonrió al ver el dibujo de Daniel con más detenimiento.
- Que no eres tú maldita sea, toma tu estúpido conejo y cállate. – Daniel le dio su dibujo del conejo y le quito su propio dibujo de las manos de su hermana. “Dios, esto es muy vergonzoso.” Daniel había terminado haciendo lo que su hermana siempre hacia, dibujar a su enamorado, aunque el suyo era real y no uno 2D.
- Gracias. – Y eso fue lo último que Adrián le dijo durante toda la hora de arte.
Durante toda la hora de arte, ellos se dedicaron a pintar sus dibujos con sumo cuidado, mientras que algunos compañeros simplemente gritaban, contaban chismes que todo el mundo escuchaba porque no sabían bajar el tono de su voz, se sacaban fotos o estaba inquietos por todo el salón.
Al final, no le alcanzo el tiempo para terminar de pintarlo, así que la profesora les pidió que lo entregaran la próxima clase. La siguiente clase de matemáticas fue aburrida y como siempre tuvo que explicarle un par de cosas a Adrián que siempre terminaba confundiendo.
Cuando termino el horario escolar, todos salieron casi a los empujones de la escuela, como siempre. Daniel siempre iba caminando a la parada del autobús con su hermana y Laura. Pero antes de irse, Adrián se acercó hacia ellos, lo cual era raro, porque él siempre tenía que irse por el lado contrario para irse a su casa.
- ¡Daniel! Espera. – Escucho como Adrián lo llamaba. Las chicas y Daniel se detuvieron a esperarlo cuando lo escucharon.
- ¿Qué pasa? – Le pregunto a Adrián. Este saco de su bolso una caja de bombones y se la dio a Daniel, haciendo que se sorprendiera.
- Quería darte esto, de regalo por la semana de la dulzura y como agradecimiento por siempre estar ayudándome. Sé que soy muy bobo para muchas cosas y eso siempre te molesta, pero quiero que sepas que me alegra que de todas formas me ayudes. – Al escuchar las sinceras palabras de Adrián, Daniel no pudo evitar ruborizarse un poco.
- Oh, gracias. –
- Ay, pero que frio eres hermano. – Se quejó Cecilia inflando sus mejillas.
- Que desagradable eres Daniel. – Hablo Laura con una expresión de indiferencia hacia Daniel.
- ¿Y ahora que hice? – Les pregunto confundido a ambas chicas.
- Se supone que cuando alguien recibe algo dulce en la semana de la dulzura, debes devolver el favor con un beso. – Le explico Cecilia con una sonrisa pícara.
- ¿Qué? Yo no… - Y para cuando se dio cuenta, ambas chicas comenzaron a decir “Beso, beso.” Una y otra vez hasta que se cansó de tanto que insistían. - ¡Esta bien! – Se acercó un poco más a Adrián y le beso en la mejilla rápidamente. - Gracias por el dulce. – Y tras decir eso le dio la espalda y comenzó a caminar rápidamente, dejando de lado a las chicas quienes gritaban de la emoción, y a un Adrián sorprendido por su acción.
“Este día fue muy vergonzoso.” Lo único que deseaba Daniel en ese momento, es que a Adrián no se le ocurriera la extraña idea que tenía Cecilia de regalar dulces cada día de la semana dulce, porque si tuviera que darle un beso en la mejilla cada día, su corazón terminaría explotando de las emociones que esa pequeña acción le causaba.
Continuara…