Definitivamente, ese mes de septiembre iba a ser una bendita locura. Cada 20 de septiembre, un día antes del día de la primavera y el estudiante, se hacía un festejo en la escuela, el cual consistía en decorar el salón y hacer como una obra de teatro, el curso ganador ganaba un desayuno y dos horas libre de alguna clase para ver una película. Y como siempre, su salón era el que hacia todo a última hora.
El tema que tocaría su salón sería el de un cementerio, la mayoría eligió ese tema, aunque Daniel aun trataba de buscar que conexión tenía un cementerio con la primavera o los estudiantes. “Quizás ya todos dan por hecho que morirán en la universidad y están preparando sus tumbas.” Era la única explicación lógica que se le ocurría.
Ese 20 se septiembre, todos llegaron temprano al salón de clases. Lo primero que hicieron fue sacar todas las mesas y sillas necesarias. Colocaron un par de mesas a los alrededores y le colocaron telas de color blanco rasgadas. En las ventanas colocaron telas de color negro. Taparon algunas sillas con tela gris para hacerlas pasar por tumbas, le colocaron nombres como “Tristeza”, “Discriminación”, “Miedos”, “Desigualdad”, “Violencia” y entre otras palabras más, para luego dar el mensaje en la pizarra del aula. “Entierra todo aquello negativo para un futuro más positivo.” Fue un lindo mensaje que se le ocurrió a la profesora de Literatura.
Aun no estaba del todo listo. Laura y Cecilia se encargaban de colocar sobre las mesas y pegar sobre las paredes arañas que hicieron con origami. Mientras tanto Adrián y Aldana se encargaban de colocar las supuestas telarañas faltas, mientras que los demás alumnos se encargaban de tirar hojas secas en el suelo y pintar con acrílicos rojos las telas, simulando ser sangre.
- Genial, te encargaras de los sonidos de fondo. – Le hablo Daniel a Sebastián, quien estaba en uno de los rincones del salón con su notebook.
- Si, solo traje la notebook para esto, pero solo lo dejare aquí cuando entren los jueces. – Le respondió Sebastián mientras colocaba el sonido de fondo que era bastante aterrador.
- ¡Ariel! Ah, no ¿Cómo te llamabas? – Le pregunto Aldana con una sonrisa tratando de llamar su atención, Daniel la miro y le contesto bastante molesto.
- Daniel. –
- Ah sí, Ariel, Daniel, lo siento, nunca me acorde de tu nombre, como nunca te presto atención se me olvida. – Le respondió mientras se reía como una boba.
- No necesito llamar la atención de nadie. –
- Oye, solo era una broma. Como sea ¿podrías ayudarnos a colocar los globos en el techo? – Le pregunto finalmente.
- Si, ayudare. –
- Genial, aquí tienes. – Aldana le dio la bolsa de globos en la mano y luego camino hacia donde estaba Adrián. - ¡Adrián! Acompáñame a ver el otro salón. – Le pidió ella tomando de brazo.
- Ah, pero aún falta colocar los globos. – Le contesto Adrián al terminar de colocar las telarañas falsas.
- Daniel se encargará de eso, vamos. – Le respondió ella para luego llevarse a Adrián lejos de allí. Obviamente, a Daniel no le hizo muy feliz ver esa escena.
- A veces quiero golpearla, luego recuerda que está en contra de mi moral golpear a una mujer y se me pasa. – Hablo casi en murmuro, pero como su hermana estaba al lado suyo lo escucho.
- ¿Es una mujer? A veces se me olvida que lo es, sus bigotes me confunden. – Al escuchar eso de boca de Cecilia, Daniel no puedo evitar reírse de su comentario.
- Tienes razón. – Le sonrió y luego suspiro. - Bueno, será mejor que terminemos esto en cuanto antes. –
*-*-*-*
Aldana se había quedado hablando con sus amigos en otro salón. Razón por la cual, Adrián se aburrió y le dijo que se iría al salón para verificar si habían terminado la decoración. Camino por los pasillos del segundo edificio y se encontró con Cecilia y Laura, quienes caminaron hacia donde el mismo se encontraba.
- Te estábamos buscando Adrián. – Le hablo Cecilia con una gran sonrisa, parecía emocionada.
- ¿Eh? ¿Por qué? ¿Saben dónde está Dani? Quería recorrer con él los salones. –
- Se fue a comprar en el kiosco. – Le contesto. - Como sea, se me ocurrió una gran idea para que puedas poner a prueba lo que has estado aprendiendo para ser todo un seme dominante. – Después de que Adrián supero su trauma con ese video perturbador que le hicieron ver Laura y Cecilia, ambas comenzaron a darle para ver y leer mangas yaoi, supuestamente para hacerle entender como era ser un verdadero seme dominante.
- ¿Qué cosa? –
- Llévalo a recorrer los salones, hasta que vayan al laberinto del terror que hará el salón de 5to 1ra. Estará todo oscuro, habrá varias personas allí, te acercaras a él por sorpresa y lo besaras. ¿No te parece genial? Creo que con un beso bastara para hacerle saber que realmente lo amas. – Adrián se ruborizo de tan solo pensar en que podría besar a Daniel. No obstante, a veces le tenía mucho miedo a Daniel, pensaba que si lo hacía probablemente lo asesinaría. “No Adrián, un seme dominante no tiene miedo.”
- Pero… ¿Cómo lo besare? Digo ¿No debe haber un ambiente o algo? – Al preguntar eso, Cecilia le sonrió de forma perversa.
- Entonces harás esto. – Cecilia acorralo a Adrián contra una pared y se miraron fijamente a los ojos, ella tomo de su corbata y estiro un poco de esta para que Adrián inclinase un poco su cabeza, después de todo, ella era muy bajita al lado de este. - “Solo déjate besar por mí, cariño.” –
- “Senpai…” – Soltó Adrián sin pensarlo mucho mientras se ruborizaba, actuando ambos como si se encontraran en alguna típica escena de manga yaoi.
- Están haciendo el ridículo ¿Saben? – Les hablo Laura al ver que varias personas en el pasillo los miraban de manera rara.
- Me dan vergüenza. – Justo en ese momento, ambos observaron a su derecha a la persona que hablo.
- ¡Daniel! – Hablaron los dos al mismo tiempo, separándose el uno del otro. Este no parecía molesto, más bien parecía un poco serio.
- Toma Ceci, ya te compré las papas fritas que querías. – Le hablo Daniel entregándole la bolsa de papa fritas que ella quería.
- Gracias. – Le agradeció Cecilia.
- Ah, Dani. ¿Quieres que vayamos juntos a recorrer los salones? En el salón de arriba hicieron masacre en Texas. – Le pregunto al acercarse un poco más a Daniel.
- Esta bien. – Le contesto sin darle mucha importancia.
“Bien, debo aprovechar mi oportunidad.” Durante todos esos días, su relación no había avanzado en lo más mínimo, siempre se limitaba a lo mismo, pedirle ayuda a Daniel para cosas que no entendía y listo, nada más que eso. Pero comenzó a desesperarse al darse cuenta del poco tiempo que le quedaba, pronto terminarían su último año de secundaria, Daniel comenzaría a estudiar Bioquímica, mientras que el mismo estaría como un menso comenzando a trabajar y buscar algún curso que hacer.
Exactamente, ese era su problema. Probablemente cuando terminaran la escuela, ya no tendría excusas para estar junto a él, ya no podría verlo prácticamente todos los días a los ojos y escuchar su voz explicándole, ya no podría tenerlo tan cerca como siempre. Por eso mismo estaba asustado al ver que faltaba tan pocos meses para que llegara diciembre y le dijera adiós a su oportunidad de estar con él.
Revisaron todos los salones, en su mayoría todos tenían una temática que aburría demasiado, los únicos que valían la pena realmente eran esos que trataban de asustar. Sin embargo, ya estaban por llegar al que dejo para el último, el laberinto del terror. La fila había sido muy larga, pero al final entraron. Estaba todo oscuro, la luz era débil y se prendía y apagaba de a ratos, había mucha niebla, hicieron bastante producción para ser un evento escolar bastante pobre.
- No vayas a asustarte Dani. – Le hablo Adrián tratando de sonar bastante confiado en si mismo.
- No lo hare. – Le respondió. A los pocos segundos, Adrián siento como unas manos salieron de las telas que estaban colgadas para tocar su brazo y asustarlo, a lo que grito y se aferró al brazo de Daniel temblando. - ¿Es en serio? – Le pregunto Daniel al ver lo patético que era Adrián al asustarse por algo como eso.
- Solo me sorprendí un poco, es todo. –
Al seguir avanzado por el laberinto, se encontraron con un hombre vestido como si fuera Ghostface de Scream acercándose a ambos lentamente. Y luego al seguir con el laberinto y mirar hacia atrás, apareció una chica con sangre en la cara, abrazando un peluche y con un vestido rosa todo gastado. Adrián obviamente se escondió detrás de Daniel, era bastante miedoso. A los pocos segundos, les dijeron que habían terminado el recorrido y debían salir para dejar pasar a los demás.
“¿Eh? ¿Ya tan rápido?” Pensó al ver que se la paso todo asustado sin poder siquiera cumplir su meta de ser todo un seme dominante.
- Bueno, no estuvo tan mal. Al final te asustaste demasiado ¿eh? – Se rio Daniel al ver que Adrián aún no se había soltado de su brazo. – Bien, ya tenemos que irnos, estuvo bastante bien hecho este laberinto. – Caminaron hasta estar a punto de llegar a la puerta, en ese momento, Adrián decidió darle, aunque sea un pequeño beso antes de irse. Tomo de su rostro le dio de costado un beso en su mejilla derecha.
Tras darle ese pequeño beso, salió corriendo del salón al ver que abrieron la puerta. Se sentía como un bobo al no poder lograr lo que realmente debió haber hecho, pero estaba bastante avergonzado, era la primera vez que le dio un beso en la mejilla a Daniel. “Dios, sí que fui patético.” A los pocos segundos llego al patio y se encontró con Laura y Cecilia.
- ¿Y? ¿Cómo te fue Adrián? – Le pregunto Laura.
- Tuve miedo, lo besé en la mejilla y hui… - Respondido sintiéndose como un idiota deprimido. En ese momento, ambas chicas se rieron de él a carcajadas. - ¡Hey! No se rían. –
- Creo que nos equivocamos, Adrián no eres un seme dominante, eres un uke adorable. – Hablo Laura.
- ¿Qué clase de seme dominante sale corriendo por eso? – Siguió Cecilia. Ambas dejaron de reírse al ver que Adrián las miraba feo. - Ay, perdón Adrián, pero fue gracioso. –
- Para mí no lo es, ya no me importa si soy un seme dominante o lo que sea… Yo solo quiero a Daniel. – Adrián se prometió a si mismo que no lloraría. - Como sea, la próxima vez le diré lo que siento sin importar que, incluso si el no siente lo mismo, yo quiero que entienda lo mucho que lo quiero. –
- ¡Así se habla Adrián! Tu puedes. – Le dio ánimos Cecilia.
“Juro que lo hare, te diré lo que siento por ti Daniel.” Le diré adiós a ese miedo que tengo.
Continuara…