Esperando AuCentauro.
Carlos suspiro mirando como Evie y las demás chicas corrieron perseguidas por los cupidos mientras eran llenadas de flores y demás para verse mas “hermosas”, incluso Mal que todo el año estaba de mal humor espantando a dichos angelitos se dejaba preparar para la carrera de apareamiento.
Llegaba la edad en la que cada centauro siente ese llamado, la necesidad por encontrar y pareja y unir su vida para siempre a ese otro ser que le complementaria, el año pasado ninguna de las chicas tuvo suerte puesto que se encontraban en otros bosques pero tras la gran idea de Mal de escapar a otros campos de donde provenía la madre de Evie salieron en marcha, los pequeños cupidos les recibieron gustosos llenándoles de flores y siendo sus amigos desde el principio como era su naturaleza y ahora ahí estaban intentándolo de nuevo.
Carlos resoplo quitándose la estúpida corona de flores que habían puesto en su cabeza a esos pequeños bastardos alados siempre se burlaban de él, Evie decía que debido a su complexión era confundido con una chica pero Carlos sabia mejor que solo le hacían eso para fastidiarle tenía ganas de patearles hasta el otro lado de los campos, pero entonces ayudaban a cepillar su cola bicolor deshaciendo los nudos y terminaban ganándole de nuevo.
Jay se burló de él, desde siempre lo hacía hasta que Mal le recordó como muy sutilmente cuando él era también muy joven y debido a su cabello largo también fue confundido un par de veces por una chica por lo cupidos y llenado de flores igualmente, Carlos anhelaban entonces poder llegar a ser tan grande como Jay incluso Ben, el esperaba crecer en algún momento y pronto por favor, aun era muy joven demasiado joven para ser confundido con una chica y afortunadamente demasiado joven para sentir aquel impulso o estaría en problemas para conseguir la atención de alguien.
Estaba quitándose los pétalos de su cabello usando el estanque como espejo cuando alguien se sentó a su lado era Jay que gran sorpresa ya que estaba seguro que este estaría buscando una pareja, desde que habían llegado no paraba de coquetear con medio mundo incluso con las ninfas del bosque.
- ¿Carlos que estás haciendo? – pregunto confundió.
- Tu qué crees quitándome estas estúpidas flores que los cupidos me pusieron – frunció su nariz adorablemente y no era que solo Jay lo pensara, Carlos era hermoso realmente hermoso, su tez lechosa salpicada en pecas le hacían ver las estrellas en su piel todo el tiempo y su pelaje era tan blanco como la nieve con algunas manchas negras en su lomo simplemente perfecto.
- Estaban alistándote para la carrera – le respondió con confusión.
- Estaban fastidiando- gruño girando a mirarle realmente molesto odiando ser realmente pequeño, no como Jay era enorme un poco más alto para alguien de su edad con un hermoso pelo castaño rojizo y una suave cola negra él la había cepillado muchas gracias, incluso su pecho bronceado y totalmente desarrollado, no era como él un pequeño potro flaco.
- ¿Por qué no estás en la carrera? – pregunto Jay quitando una pétalo de se mantenía oculto del chico.
- Soy demasiado joven – dijo Carlos – no tengo interés en esas cosas aun – soplo un mechón de cabello aburrido – e incluso si los tuviera mírame soy demasiado pequeño y flaco – levanto los brazos para hacer énfasis – todas las chicas buscan a un chico grande como tú o agradable como Ben – se cruzo de brazos.
- Lo siento pero Ben ya está tomado –se encogió de hombros.
- Finalmente no creí que se animara y atrapara a Mal – dijo aplaudiendo.
- De hecho fue Mal quien le persiguió y atrapo no creo que eso sea lo tradicional pero que importa.
- Bueno ella nunca sigue las normas… ninguno de nosotros lo hace - rio notando como su cola tenia flores también – demonios – gruño empezando a quitarlas.
- Creo que lucen bien en ti Carlos – Jay le te detuvo ocasionando que Carlos le mirara como si le hubiera crecido otra cabeza.
- Idiota – le insulto al ver creer que se burlaba de el – No soy una chica.
- Bueno ya que al parecer eres pequeño bien puedes serlo y buscar un chico como pareja. – Jay le miro sonriente aquella que le daba siempre que se burlaba de él.
- Ya verás voy a creer muy pronto – inflo su pecho al igual que sus mejillas pecosas – seré muy grande.
- Si claro – rodo los ojos Jay finalmente sentándose en la orilla del lago con el – ni siquiera has tenido tu primera carrera – señalo empujando su nariz con un dedo haciendo que el chico hiciera visco.
- Deja eso – le dio un manotazo - ¿Qué hay de ti? – señalo ahora - ¿no deberías estar ahí? esta es tu tercera carrera – conto con sus dedos recordándole que Jay no había mostrado interés en nadie desde la primera vez que corrió.
- Lo sé – suspiro Jay mirando hacia la nada mientras una pesuña jugaba con el agua del lago suavemente- estoy esperando – termino muy bajo.
- ¿Esperando? – Carlos le miro confundido - ¿Esperando que?
- Que crezcas idiota – le tomo por el cuello abrazándole para revolver sus cabellos con fuerza – ¿quién va a acompañarte en tu solitaria espera mientras todos están ocupados?– termino soltándole.
- ¡Jay! – le empujo frunciendo su nariz – ya verás el próximo año será mi año – animo sonriente cuando un montón de pétalos cayeron en su cabeza, al levantar la mirada vio como unos cupidos agitaban las flores desde los árboles que les cubrían - ¡Qué no soy una chica maltita sea! – grito levantando los puños haciendo que los cupidos salieran volando – cállate Jay te llenare de flores el cabello a ver si te gusta – amenazo cuando la risa del aludido empezó.
- Eso no me molesta – respondió encogiéndose de hombros por lo que Carlos tomo algunas flores de su corona que había quitándose y empezó a trenzar el cabello de Jay usándolas.
Ellos se quedaron ahí el resto del día disfrutando de la tranquilidad y el silencio, Carlos empeñando en llenar de flores el cabello de Jay para fastidiarle y el joven centauro suspirando al ser otro largo año de espera, “Un año más” se repitió mentalmente con tristeza cuando sintió a Carlos recostado en su costado simplemente le abrazo y enterró su nariz en sus blancos rizos dándose fuerzas para aguantar un año más hasta que Carlos estuviera preparado, que la naturaleza siguiera su curso y finalmente Carlos sintiera el llamado a correr, un año más esperando al pequeño que era ajeno al amor de Jay.