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Salit~ por Patito Asesino

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Nuestra historia comienza hace muchos años atrás, con el inicio de esta maldita guerra. Apenas tenía 12 años, vivía junto con mi madre y mis 2 hermanos en la capital de Naugent en Mextra, nos encontrábamos en casa esperando la llegada de nuestro padre para celebrar su cumpleaños; había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vimos así que le teníamos preparada una pequeña sorpresa. Pero esta fue para nosotros, no recuerdo el momento exacto en que el desastre comenzó, hubo una luz cegadora y luego se escuchó un enorme estruendo, pocos segundos después nuestra casa solo era un montón de escombros. Quede atrapado entre ellos hasta que Jethro, mi hermano mayor, me saco de entre ellos.

-¡¿Estás bien?!- Yo solo lo contemplaba sin decir nada, el shock de todo lo sucedido me impedía hablar -¡Evens, vamos, respóndeme!-.

-Estoy bien...- Dije en un susurro. Tomó mi mano y comenzamos a movernos entre lo que quedaba de nuestra casa, no lográbamos ver lo que había a nuestro alrededor debido al polvo y humo, pero logre reconocer la silueta de nuestra madre a unos metros de nosotros. Tiré de la mano de mi hermano y le indiqué el lugar, al llegar la encontramos gravemente herida con Micah inconsciente entre sus brazos. Jethro recibió a nuestro hermano menor cuando otra explosión nos golpeó a nuestra espalda, nos arrojó varios metros hacia delante desde donde nos encontrábamos. Con algo de dificultad intente ponerme de pie, pero me fue imposible hacerlo, Sentía un dolor punzante en una de mis piernas, bajé mi vista y descubrí con horror que un enorme fierro atravesaba mi extremidad derecha, grité de dolor y mi hermano mayor llegó enseguida con el menor en brazos, sujetándolo firmemente.

No sé cómo logro el fierro que me atravesaba, ni cómo logro ponerme de pie para huir de ese lugar. Había realizado un exitoso torniquete para detener la hemorragia, pero el dolor estaba causando que poco a poco perdiera la conciencia.

Corrimos lo más rápido posible hasta llegar a un bosque en la cima de un pequeño monte, fue ahí, cuando por fin nos detuvimos a respirar, que le pregunte qué pasó con mamá.

-Está muerta...- Fue lo único que respondió.

El viento disipó el humo y el polvo trayéndonos una desoladora imagen, fuego y total destrucción. Todo lo que alguna vez conocimos había desaparecido. Atónitos observamos cómo a lo lejos los edificios de la ciudad se desplomaban. El impacto de lo que sea que hayan arrojado fue en plena ciudad y la onda llego hasta el sector de viviendas más alejado, exactamente en donde nosotros vivíamos.

-Debemos buscar ayuda para tu pierna...- Jethro me recostó en el suave pasto mientras marcaba un número desde su teléfono, era inútil, la señal estaba muerta. -¡Maldición!- Siento su puño golpear la tierra una y otra vez hasta que con mi mano lo tranquilizo. Me siento débil y con mucho frío, observo mi pantalón y este está cubierto de sangre.

-¿Jethro, voy a morir?-

-No digas eso Evens, no voy a permitir que mueras ¿Te queda claro? - Asiento levemente con mi cabeza y contemplo el cielo, está oscuro producto del humo; aún podemos escuchar explosiones y gritos a lo lejos. Siento como mi hermano sujeta mi mano y me sonríe.

-Todo estará bien hermanito, papá llegará pronto.-

Le tomo 5 horas a nuestro padre llegar con ayuda, yo estaba prácticamente muerto al arribar a un hospital militar. Después de eso tengo un vacío de un par de semanas en las cuales estuve en coma.

Al despertar a quien primero vi fue al pequeño Micah, él saltó apenas sintió mi mano en su cabeza y corrió a buscar al resto. Al llegar mi padre no pude contener las lágrimas; me abrazó mientras repetía constantemente "Discúlpame", se sentía culpable por no llegar a tiempo, yo solo acaricié su cabeza y le respondí con un "No es tu culpa". Mi rehabilitación fue más rápida de la esperada y, a pesar de que disfrutaba que las enfermeras me consintieran en todo momento, ya era hora de partir. Apenas salimos del hospital nos dirigimos a nuestro nuevo hogar en el planeta Takut.

Al llegar a nuestra nueva casa, ubicada cerca de una base militar en un pequeño pueblo llamado Lift, papá nos reunió en el salón y comenzó a explicar todo lo ocurrido. La guerra entre la federación Sariph y la orden de Hourst había comenzado con el ataque y la destrucción del planeta Mextra, se había convertido en un lugar inhabitable producto de los bombardeos y los gases tóxicos liberados en distintas ciudades; nuestro padre había tardado en llegar con nosotros por la batalla que se había producido en el espacio. La federación logró repeler a gran parte de las naves de la orden, pero no logró salvar el planeta.

-La mayoría de las familias que habitaban Naugent eran miembros de la federación o familiares de soldados, por eso comenzaron con esa ciudad-.

A pesar del tiempo transcurrido el funeral de mamá se realizó a la mañana siguiente de nuestra llegada, la ceremonia fue sencilla contó con la visita de algunos de los amigos de nuestro padre. Entre la multitud vi por primera vez esa rojiza cabellera que nunca pude olvidar, no logre ver el rostro de su dueño, pero recuerdo que su sola presencia llamó enormemente mi atención. Había aparecido de la nada, era un muchacho de la edad de mi hermano mayor, su cabello era como la sangre, rojo intenso y hermoso ante mis ojos; el chico que iba vestido de manera extraña corrió hasta llegar donde mi padre y le entregó un enorme ramo de flores de luz, eran una especie rara que solo crecía en algunas lunas de este planeta. Papá le sonrío y acarició de manera cariñosa la cabeza del muchacho, luego un señor con un largo delantal blanco como el de los hospitales llegó y se llevó al chico tan rápido como había llegado.

No supe nada más de ese él y tampoco quise preguntarle a mi papa.

Al día siguiente un general llegó a nuestra casa para informar que nuestro padre había sido asignado a Astraea como comandante de un grupo de pilotos, sabíamos qué significaba, él debía irse y dejarnos solos. Intentó negarse al puesto, pero no fue ninguna petición si no una orden. A pesar de los gritos de "Te odio" por parte de Jethro hacía papá, él se marchó a la mañana siguiente, no dejó en un terminal y se despidió disculpándose nuevamente, pero ninguno de mis hermanos le respondió, yo, en cambio, le abracé y le dije que estaríamos bien. Tomamos la nave que nos llevaría a la ciudad más grande de este planeta, ahí comenzaríamos la escuela y mi hermano mayor la universidad.

Pasó un año antes de volver a verlo. Recibimos la noticia de que lo habían nombrado general, para mis hermanos no fue un hecho de gran felicidad, pero para mí ver a mi padre en ese uniforme era la imagen de la palabra héroe, corrí a sus brazos y él me recibió gustoso elevándome en el aire, mientras le decía mis intenciones de ser como él. Podía ver en sus ojos lo orgulloso y emocionado que se sentía ante mis palabras. Al voltear para hablar con mis hermanos pude notar la expresión de terror en el rostro de Jethro a causa de mis sueños, pero podía entender su reacción; desde lo ocurrido en Mextra y con el "abandono", como él solía llamarle, de nuestro padre, había adquirido un odio irracional a todo lo relacionado con la guerra y es que, a diferencia de nuestro progenitor, él había seguido el camino de mamá estudiando medicina, volviéndose el número uno de su clase. Pero a pesar de las quejas de mi hermano mayor y los lloriqueos del menor, no abandoné mis sueños y a los 15 años fui aceptado en la academia de pilotos Proitek, en una de las lunas de Takut; estaba ansioso por ingresar y aunque me habían ofrecido entrar fácilmente a Lyfuth, una prestigiosa academia para hijos de generales, di la prueba y entre a la que me había quitado el sueño durante muchas noches. ¿Por qué esa? Solía preguntarme Micah, pues, es ahí en donde mi padre aprendió todo lo que sabe sobre pilotear las naves de la federación. 

-¡Evens Tylles! Prométeme que te cuidarás...- El día de la despedida había llegado y se me había hecho más difícil dejar a este par, de lo que pensé.

-Lo prometo Jethro, los llamaré y visitaré cuando pueda.-

-¿También nos vas a abandonar, Evens?- El pequeño Micah estaba aferrado a mí y al parecer no tenía ninguna intención de soltarme.

-Debo irme, pero eso no significa que no nos volveremos a ver... Somos hermanos y son lo más importante para mí.- Me despedí de ambos con un fuerte abrazo y subí a la nave que me llevaría al lugar que sería mi hogar durante 6 años.

Aunque tengo que admitir que fue más difícil de lo que creí llevar el apellido Tylles a cuestas. El primer día de presentación los instructores me dejaron en claro que por ser el hijo de general no tendría ningún privilegio, pero no importaba ya que tampoco era mi intensión ser tratado de manera especial. Ese mismo día conocí a quien sería mi mejor amigo y un hermano más, su nombre era Vail y era hijo de unos granjeros en Mextra, al igual que yo, había sobrevivido de pura suerte al ataque; con tan solo hablar unos minutos nos hicimos inseparables y también unos dolores de cabeza para los instructores. El tiempo fue pasando rápidamente y me convertí en el número uno de mi clase no sólo como piloto, sino en habilidades de combate.

-¡Tenemos un candidato para ser la mano derecha de Ryhls!- Solían gritar mis superiores y cuando preguntaba quién era ese tal Ryhls, simplemente sonrían y me decían "El demonio de Astraea". Cuando cumplí los 21 años estábamos por graduarnos de la academia, solo faltaban un par de meses para ello cuando llegó la noticia, la guerra estaba empeorando y necesitaban nuevos soldados, la gran nave nos llamaba. Por supuesto que la noticia fue un balde de agua fría para mis hermanos. Jethro, quien ya era un reconocido médico, hizo un gran escándalo en casa cuando le conté y Micah, que ahora era un jovencito bastante atractivo pero muy callado, simplemente se encerró en su habitación y no quiso salir más.

-¿Sabes lo que eso significa, Evens?-

-Que por fin podré luchar junto a nuestro padre.-

-Estás loco.- Me dio la espalda enfadado mientras prendía un cigarrillo, su cabello negro había crecido bastante y lo llevaba tomado elegantemente con un palillo para el pelo que poseía unos finos detalles, me acerqué a él y lo a abracé por la espalda, la diferencia de altura se había vuelto notoria, me había vuelto más alto por media cabeza y eso no le agradaba para nada.

-Debes cuidarte...-

-Lo haré.-

Me despedí de ellos con un nudo en la garganta y era porque ya no volverá a la academia, no, ahora me dirigía a la guerra.

Nos embarcamos temprano, con la oscuridad aun presente. El viaje era largo así que debíamos aprovechar todo el tiempo posible, llegaríamos junto con las distintas naves de otras academias, entre ellas Lyfuth. Recuerdo lo nervioso que me encontraba ese día, Vail no dejaba de desordenar mi castaña cabellera para intentar relajarme, pero sabía que era imposible; no logre quedarme quieto durante todo el viaje, me lleve un regaño más de una vez de algún superior. "Será mejor que vean hacia el exterior, muchachos" escuché decir al piloto, instantáneamente corrí hacia una ventana y logré apreciar todo su esplendor, con aquella forma que me recordaba a los antiguos Astrolabios esféricos de los libros de historia, la reluciente y gran Astraea.

Todos nos encontrábamos perplejos ante su majestuosidad, los cuentos de aquella nave quedaban cortos ante su presencia y fue cuando lo escuchamos, las palabras que cambiarían por completo nuestras vidas.

-Bueno, soldados, bienvenidos al símbolo de la federación y a las ligas mayores. Esto es la guerra caballeros.-

Y con esto puedo dar comienzo la cuenta regresiva, 305 días antes de la caída de la gran Astraea... 305 días antes de que me arrojaras a una nave y me obligaste a perderte. 


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