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AMOR Y VIDA por Korosensei86

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Notas del capitulo:

 "Cuando Yuuri se giró para encarar al público, clavó su mirada hechicera en él. Podría ser que fuera su imaginación, un delirio de grandeza o sus esperanzas agarrándose a un clavo ardiendo, pero estaba casi seguro. Yuuri lo había mirado a él, con una malicia, sexualidad y picardía como nunca antes había presenciado en él, y aquello sólo pudo provocarle peligrosos cosquilleos en el espinazo. El silbido, como dotado de voluntad propia, escapó solo e incontrolable de sus labios. Solo entonces, sorprendido por la audacia de sus propios actos inconscientes, Viktor empezó a sospechar hasta qué punto se había condenado a sí mismo con algo que no sólo había ocasionado él, sino que había contribuido deliberadamente a crear."


Momentos después de la victoria del Eros, Viktor espera impaciente a que Yuuri salga del vestuario para poder volver juntos a Yuutopia. 

Viktor se sentó a esperar en el hall del Ice Castle, agotado por tantas emociones. A lo lejos, las luces de la ciudad intentaban cara a la majestuosa oscuridad nocturna. 
 
A pesar de su cansancio, estaba contento. Había conseguido lo que quería. Plisetsky había vuelto a donde le correspondía estar, al lado de Yakov, y Viktor, además, lo había devuelto fortalecido y consciente de su todavía gran margen de mejora. Se había quedado con Yuuri, y no sólo eso, había podido constatar, al fin, signos objetivos de que el chico lo quería a su lado, aunque fuese como mero entrenador. Ante Viktor, meses de su entrañable compañía en en el casi tan entrañable y afable paraje de Hasetsu le aguardaban como premio por la distinción por la que siempre terminaba consiguiendo lo que quería. Bueno, al menos casi todo. 
 
Pero había algo que empezaba a inquietar a Viktor y es que el japonés tardaba demasiado en salir del vestuario. No era sólo que Viktor deseara volver cuanto antes a zambullirse en las rejuvenecedoras aguas termales, también temía que algo le hubiese ocurrido a aquel chico por el que empezaba a sentir verdadero afecto. Algo dubitativo, sin terminar de decidir si estaba exagerando o estaba tomando una medida prudente, Viktor decidió ir a comprobar el estado de Yuuri. 
 
Al tiempo que Viktor se internaba en el vestuario masculino, la sala se le hizo más extensa de lo que realmente era de lo que vacía que se encontraba. Entrecerró los ojos, intentando encontrar a Yuuri en aquel mar de taquillas, como quién intenta encontrar a Wally en cada una de esas minuciosas ilustraciones, salvo que esta vez el juego parecía mucho más trascendente. Por fin, una conocida y dulce voz le dio una pista de su paradero.
 
-Takeshi? -llamó Yuuri- Chotto tetsudai dekiru ka? (¿Me puedes ayudar un momento?)
 
Viktor lo encontró de espaldas, jadeando torpemente, intentando sin éxito pero de una manera que a Viktor interpretó como adorable, deshacerse de su traje. 
 
-No soy Takeshi -aclaró Viktor. Yuuri se volvió estupefacto con una capa de rubor cubriendo su rostro, atrapado como estaba en tan embarazosa situación- Pero creo que puedo servirte de ayuda.
 
-¡Ah, Viktor! -Yuuri resbaló su mirada hacia el suelo.- ¡Me has asustado! No sabía que estabas aquí.
 
-Ya me imagino -rió Viktor algo conmovido por las sinceras acciones del japonés.- Estaba preocupado porque tardabas mucho. 
 
-Vaya, lo siento -se disculpó Yuuri, casi por costumbre.
 
-No te preocupes -intentó aliviarle Viktor.- Ahora que sé que no te has dado un golpe en la ducha o algo, estoy más tranquilo. ¿Quieres que te eche una mano?
 
Viktor no pudo evitar esbozar una maligna sonrisa. ¿Cómo no disfrutar de la incomodidad de Yuuri, sobre todo con aquella mueca tan mona que solía poner? Poco después, cuando el karma le pagara por su falta de compasión, se arrepentiría de tan malvados pensamientos. 
 
-Bueno, verás -balbuceó Yuuri pudoroso.- Resulta que no puedo alcanzar la cremallera. ¿Podrías bajármela, por favor?
 
Al procesar la petición, Viktor tuvo que tragar saliva para evitar que se le secara la boca del todo. 
 
“Imbécil”, se dijo a sí mismo, “¿Qué esperabas que te pidiera? ¿Que le cantes el "Kalinka Moya"? 
 
-Claro -contestó Viktor, tomándose las manos para evitar su temblor. 
 
Estar tan cerca de Yuuri era, sencillamente, demasiado tentador para la turbia mente de Viktor. Se sentía como un niño en una tienda de caramelos, un niño diabético. ¡Y más, cuando acababa de ver a Yuuri bailar así! ¡Y más cuando Yuuri le había dirigido una mirada así! Viktor inspiró e expiró, procurando centrarse. 
 
Con el pulso todavía agitado e incierto intentó asir la cremallera. Lentamente, la plácida curva de una sensible e indefensa nuca fue desvelándose. En aquella suave colina inversa, Viktor planeó, en contra de su propia cordura y voluntad, un pista de aterrizaje para una ingente y por definir cantidad de besos y pequeños mordiscos. El mecanismo descendente siguió su pausado viaje hacia los hombros.
Has estado espectacular esta noche.- le alabó Viktor.
 
-¿En serio?- quiso confirmar Yuuri algo incrédulo.
 
-Por supuesto -repuso Viktor algo indignado por la innata y exasperante capacidad de Yuuri para dudar de sí mismo.- Has seducido a todo el público. Has derrochado Eros puro. 
 
Yuuri soltó una risita adorable, tal vez algo sobrecogido por tanto reconocimiento. ¡Oh, ahí aparecían los hombros! Redonditos y suaves en sus ángulos pero con una forma algo triangular como los místicos montes que aparecían en las pinturas orientales, aunque de una naturaleza dramáticamente carnal. 
 
-Bueno, antes me has sacado muchos fallos -recordó Yuuri.
 
-Eso es porque aún puedes mejorar mucho y yo quiero que lo hagas- replicó Viktor, luchando por mantener  su atención enfocada en la conversación.- Todavía tienes mucho por ofrecer, Yuuri, y lo más importante es que empieces a patinar con la seguridad con la que has patinado hoy. 
 
Si bien Viktor había nacido con muchos talentos naturales,  la capacidad de mantener una conversación coherente mientras desnuda minuciosamente a un potencial amante no estaba entre ellas. Tal vez por eso o por el desgaste del vetusto mecanismo, la insidiosa cremallera tuvo a bien atascarse justo a la altura de los omóplatos. 
 
-Vaya –observó Viktor con la garganta reseca.- Se ha atascado.
 
-¿En serio? -contestó Yuuri, cuya figura empezaba a estremecerse bajo las cuidadosas manos de Viktor.
 
-Eso me temo -anunció, y adivinando la preocupación del japonés enseguida respuso.- No te preocupes. Haré que le cosan una cremallera nueva. No deja de ser un traje algo viejo. Por ahora, vamos a ver si podemos sacarte de aquí.
 
Yuuri asintió con la cabeza para después bajarla, dejándola suspendida de su nuca como si florara en sus propios pensamientos.  
 
-¿Sabes, Viktor? -dijo de la nada- Al principio me costó entender un poco que es lo que planteabas con Eros. 
 
-¿No me digas? -colaboró Viktor, afanándose en desatascar la odiosa cremallera con unas manos cada vez más sudorosas.
 
-Sí, pero después lo entendí. Vi que se trataba de la historia de un playboy, un Don Juan que llegaba a una ciudad.
 
El corazón de Viktor le propinó un mazazo en pleno pecho, con tal fuerza que el ruso creyó marearse. Al mismo son que su torrente sanguíneo bañaba furiosamente sus venas, hormigueando todo su cuerpo, se preguntó esperanzado si Yuuri habría empezado a comprender lo que quería trasmitirle. 
 
Entonces, continuó Yuuri, conoce a la mujer más hermosa del lugar e intenta seducirla. La mujer, al principio, se da cuenta de las intenciones del playboy e intenta ignorarlo pero al final se enamora perdidamente de él.
 
“Como me ocurrió a mí contigo, un playboy salido de la nada que destruyó todas mis defensas y no me dejó pensar con claridad.”
 
Viktor sintió temor por volver a sentirse esperanzado. No era la primera vez que Yuuri le dejaba entrever un atisbo de luz para después mandarlo de vuelta a las tinieblas. 
 
-Pero el playboy se aburre y la abandona. Esa era la imagen mental que he querido trasmitir cuando bailaba, porque, bueno -empezó a murmurar nervioso.-  Yo quería mostrarme como la dama más hermosa del lugar. 
 
Viktor suspiró resignado. Allá se iba otro recodo más de esperanza perdido. 
 
“¿Qué estas diciendo? ¡Tonto! ¡Tú no eres la dama, esa soy yo! ¡Tú eres el Don Juan conquistador! ¿Por qué no puedes verlo? ¿Por qué no puedes verme cuando estoy tan cerca de ti.” 
 
Viktor tenía ganas de gritar pero aún no estaba lo suficientemente superado por la situación como para descubrirse ante Yuuri de una manera tan aparatosa. Y aquella maldita cremallera le estaba volviendo loco.
 
-Ya veo -comentó.- Es una idea interesante.
 
-¿No es raro? -preguntó Yuuri temeroso.
 
-No. En cierto modo, es muy valiente de tu parte que quieras hacer de la mujer. Vi algo especial en ti hoy, como una forma distinta de moverte. ¿Has estado practicando movimientos más femeninos?
 
-¡Sí! -respondió Yuuri con un entusiasmo casi automático.- Minako-sensei me estuvo ayudando.
 
¡Como no! ¡Esa arpía, otra vez metida por el medio! ¡Y Viktor había cometido la insensatez de confesarle sus sentimientos hacia Yuuri! ¿Se lo habría pasado bien a su costa? 
 
-Fue una idea muy inteligente de tu parte. Ayudó mucho a la representación -añadió Viktor intentando sonar lo más apaciguado posible.
 
Milagrosamente, el engranaje empezó a funcionar de nuevo.Con la cremallera bajada del todo, la piel bruñida y elástica refulgía bajo las tristes bombillas del vestuario. Era una visión tentadora y voluptuoso. Solo el deseo de pasar un dedo solitario y revoltoso por tan espléndida ladera bastaba para derretir al gélido ruso, por no mencionar que la inquieta cremallera terminaba casi en la zona lumbar. Viktor casi podía adivinar el nacimiento de aquel trasero tan memorable y turgente. ¡Oh y las caderas! ¡Cómo olvidar aquellas malditas caderas que iban a conducirle por la vía de la amargura! Desde luego, no tocar toda esa perfecta arquitectura de músculos y huesos era de gente deprimida y desilusionada con la belleza de la vida. Viktor alargó sus manos para luego reprimirse.
 
“¡No lo hagas! No quieres volver a ser esa persona.”, le riñó su conciencia. 
 
Y tenía razón. Viktor recordó con hiel en la lengua la culpabilidad que le atenazó cuando se percató del hilo de sangre que salía de la entrada de Yuuri, la misma que minutos antes había profanado impunemente y sin permiso, la misma culpabilidad que le había estado persiguiendo cual espíritu vengativo desde que dejara al chico mal colocado entre las sábanas que él mismo había ensuciado . 
 
-Gracias, Viktor –susurró Yuuri de pronto.
 
-¿Cómo dices? -preguntó el ruso distraído en sus propios dilemas éticos.
 
-Gracias -repitió Yuuri. 
 
Con un ademán ágil, el japonés sacó sus brazos del conjunto y se volvió hacia Viktor, exponiendo su pecho desnudo ante él.- Por haberme animado esta tarde. Y bueno, por la cremallera, también. La pureza de la sonrisa con la que aquel joven confiado y puro de corazón le agració no hizo si no contrastar aún más con el censurable y pérfido hambre que invadía a Viktor. Carraspeó antes de hablar. 
 
-Bueno, lo único que he hecho ha sido mirarte. El resto lo has hecho tú solito -confesó.- Además, soy tu entrenador. Se supone que debo cuidar de ti. 
 
-Mi entrenador -repitió Yuuri embelesado por el sonido de las palabras.- Casi parece un sueño.
 
Aquel último comentario terminó de debilitar a Viktor, quién además fue testigo de cómo el asiático , terminaba de deslizar el traje hacia abajo para liberar las piernas. 
 
-Bueno, creo que te dejo que termines de vestirte -anunció Viktor mientras se retiraba, azorado por primera vez en años.
 
Yuuri pestañeó al procurar comprender la rápida huida de su entrenador, para darse cuenta de que estaba semidesnudo. 
 
-¡Oh, lo siento! -chilló con recobrado puritanismo.- Pero, Viktor, me has visto desnudo en las aguas termales. No pensé que te molestaría...
 
-Ya bueno -repuso el ruso rápidamente.- No es por mi, es por que puedas vestirte tranquilo. Hablando de aguas termales. ¿Nos vemos ahí en media hora? 
 
-Sí, claro –afirmó un sonriente Yuuri, ajeno al drama interno del ruso.- Nos vemos allí.
 
 
Viktor salió de Ice Castle como alma que lleva el Diablo. Tal era el fuego interior que lo consumía que agradeció enormemente, la brisa marina que recorría entonces las calles de Hasetsu. Yuuri estaba en lo cierto. Ya había disfrutado el ver su cuerpo sin ropa otra veces, sin embargo, aquel desnudo paulatino, aquella especie de striptease involuntario, había provocado que su razón se suicidara, quemándose a lo bonzo cual radical. 
 
¡Dios, lo deseaba! ¡Lo deseaba demasiado! Y aún teniéndolo tan cerca, no podía tocarlo. Viktor se preguntó si no era mejor cuando estaba en San Petersburgo, soñando con él pero sin la continua tortura de tenerlo delante y tan lejos a la vez. Tal vez, aquel era un castigo, concluyó. Había buscado el amor en tantos cuerpos para finalmente descartarlos sin piedad, que cuando por fin había encontrado al indicado, este le estaba completamente vedado. No le estaba mal empleado, reconoció amargamente. 
 
¡Pero tenía que serenarse! Viktor se internó cual delincuente entre las sombras de su cuarto para consolarse y sofocar aquella llama, como Yuuri no querría hacerlo, temiendo profundamente que algo en su cuerpo desnudo delatara posteriormente lo pecaminoso de sus aquellas actos furtivos. 
Notas finales:

Supongo que en comparación con el anterior cap, este se puede considerar un mero bonus track repleto de fanservice. No os preocupéis: la semana que viene volverá la trama y nos meteremos en el cap 4 del anime. 

A pesar de ello, espero que os guste el cap. Muchas gracias por seguir este lento y largo fic. Agradezco todo el apoyo brindado ^O^

 

Y sin más dilación: ¡Que tengan un buen fin de semana y nos vemos el viernes que viene!


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