Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

AMOR Y VIDA por Korosensei86

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 "El bofetón hizo que la habitación del hotel le diera vueltas y la insidiosa luz de la lámpara sobre él no mejoraba la situación. (...) ¿Estaba Yuuri llorando?

-¿Qué ha pasado, Yuuri? -quiso saber aún con el cerebro abotargado.- ¿Por qué lloras? (...) 

-Lo siento mucho, lo siento mucho -repetía insistente.

Entonces, Yuuri se giró y se fue, dejando un sonoro portazo tras de sí. Y la oscuridad se volvió a cernir sobre el mundo de Viktor." 


Viktor despierta resacoso en su habitación y sin recuerdos del día anterior. Sin embargo, Yuuri se muestra reticiente y desconfiado con él. ¿Habrá vuelto Viktor a propasarse con él? ¿Estará el ruso en condiciones de ejercer de entrenador durante el programa corto de Yuuri? 

La luz del sol colándose entre las persianas le despertó como si una decena de policías lo estuvieran enfocando con sus linternas, directamente a los ojos. Se colocó la almohada sobre la cabeza, en un intento banal de luchar contra las circunstancias, pero el martillo mayo que estaba destrozándole las neuronas dentro del cráneo, tenía otros planes. Finalmente, resolvió levantarse y enfrentarse a sus errores como un campeón. 
 
No era como si fuera la primera vez que se levantaba de resaca, ¿verdad?, aunque la forma en que su cuerpo crujía con el más mínimo esfuerzo le recordaba, dolorosa e implacablemente, que ya no tenía veinte años. Entonces, se vio a sí mismo, vestido con la misma ropa de la noche anterior, sobre una cama sin abrir, pero con las sábanas revueltas y empapadas en sus patéticos sudor y babas. La memoria se le fue despertando poco a poco. 
 
Había ido a aquel restaurante con Yuuri, y luego se habían encontrado con gente. Phichit le había acusado de estar manipulando a Yuuri y entonces, por puro despecho infantil, había retado a Celestino a beber. ¿Se había emborrachado con licor de rosas? Y encima, hoy era el programa corto de Yuuri.  Desde luego, era el peor entrenador sobre la faz de la tierra, y su cuerpo se lo confirmó retorciéndole de dolor, como el vil criminal que era.  Bueno, por lo menos la competición no sería hasta por la tarde. Siempre podía acompañar a Yuuri a los entrenamientos, ponerse una gafas de sol y descansar al medio día. 
 
Pero, ¿qué hora era? Casi como si de un hábito matutino se tratara, como quién se ducha o se lava los dientes, comprobó su teléfono móvil para terminar dando un respingo de terror. No era por la hora, que solía siendo prudencial. Al parecer, había una foto de él rondando por las redes sociales, donde aparecía prácticamente como sus padres le habían traído al mundo, en el restaurante, mirando traviesamente a cámara, mientras abrazaba a un desprevenido e indefenso Yuuri. ¡Pobre chico! Su expresión lo decía todo: incomodidad, pudor contrariado mezclado con algo de compasión. Entonces, más recuerdos fugados acudieron a hostigarle: su mejilla ardiendo por un rápido y certero manotazo, Yuuri huyendo de su habitación llorando. Llorando...
 
¡Madre mía! ¿Qué le había hecho al chico? Mejor dicho, ¿Qué le había vuelto a hacer? Incapaz de abordar la cuestión él solo, Viktor determinó que lo mejor era ducharse y desayunar. Tal vez su mente se mostrara menos nebulosa entonces. Se adecentó: se lavó el pelo, el cuerpo y los dientes procurando eliminar cualquier resquicio de mal olor, se vistió con un conjunto casual pero elegante y se puso unas carísimas gafas de sol con las que ocultar su desquiciada y cansada mirada, a la par que evitaba que los excesos de luz del entorno terminaran de destruirle. 
 
De esta guisa, se presentó en la habitación de Yuuri, intentando controlar el suave temblor de sus extremidades. Después de aquellos meses de convivencia, respetaba demasiado su relación con Yuuri como para saber que tenía que enfrentarse a su juicio. El destino le otorgó un pequeño aplazamiento, ya que el joven no respondió a la llamada. Casi por instinto materno, Viktor dedujo que debía dirigirse al restaurante del hotel. En cuanto entró en el concurrido lugar, el entrenador ruso buscó a su pupilo entre la masa, hasta que una mano lo saludó entre el mar de gente. Tal y como Viktor había previsto, Yuuri ya estaba sentado a la mesa, dando cuenta del desayuno continental. Lo que sí le sorprendió, agradablemente, fue la afable sonrisa con la que le recibió. 
 
-Buenos días- le saludó este cuando Viktor llegó a su lado.- ¿Qué tal te encuentras?
 
-¡Yuuri! ¡Lo siento muchísimo!-se disculpó Viktor, casi arrodillándose ante el japonés.
 
-¡Vamos, Viktor! -le tranquilizó, algo incómodo, mientras miraba a los lados, pendiente de las reacciones ajenas.- ¡No pasa nada! Necesitabas dormir, y tampoco es tan tarde.
 
-No me refiero a eso.- le aclaró Viktor mientras tomaba asiento.- Yuuri- comenzó a disculparse otra vez- Si yo ayer hice algo incorrecto o dije algo fuera de lugar...
¡No te preocupes! - le interrumpió Yuuri.- Mi padre también hace muchas burradas cuando se emborracha. ¡Estoy acostumbrado! De hecho, intento no beber por eso mismo.
 
Aquella extraña confesión resonó de forma curiosa en la mente de Viktor, como si tuviera que tenerla en cuenta porque ocultaban una verdad importante. Entonces, el ruso llegó a una precipitada conclusión.
 
-¡Oh, Dios mío! -exclamó Viktor, mientras le tomaba de las manos a Yuuri.- ¿He hecho alguna burrada? ¿Te he hecho algo? Porque no me lo perdonaría.
Yuuri volteó su mirada al suelo, tragando saliva, mientras el puente de la nariz, debajo de las gafas, cobraba una curiosa tonalidad color ketchup. 
 
“Por dios. ¿Qué te he hecho?”
 
-Bueno -titubeó,- Empezaste a pelear con Celestino a ver quién aguantaba más bebiendo y entonces, se te fue la pinza y empezaste a desnudarte, creyendo que estabas en los baños de casa. Luego, yo tuve que volver a vestirte y llevarte a tu habitación. 
 
-¡Qué vergüenza! -exclamó Viktor.- ¡Qué mal rato te hice pasar! ¡Lo siento muchísimo! Por favor, Yuuri, no me tengas en cuenta nada de lo hice o dije ayer. No era yo.
 
Ante esa petición de amnistía, Yuuri volvió a reaccionar de una manera que descolocó por completo a Viktor. Su expresión se había congelado unos instantes, para que, a continuación su boca se entreabriera  de leve consternación y sus cejas se desdibujaran abatidas. Estaba...¿decepcionado? Su posterior intento de sonreír fue todavía más amargo. 
 
-¡Ya, claro! -dijo casi para sí mismo.- No eras tú. Es de lo más lógico. Menuda tontería pensar lo contrario, ¿verdad?
 
-Yuuri -se preocupó Viktor,- ¿Estás bien? ¿He dicho algo que no debía?
 
-¡No! ¡No, qué va! -se apresuró Yuuri en negar, antes de levantarse de pronto.- Vo-voy a por un poco de zumo. ¿Qu-quieres zumo?
 
A pesar de su resaca, Viktor sabía perfectamente que Yuuri estaba actuando tan extraño porque sí le ocurría algo. Sin embargo, en esos momentos carecía del valor y de la energía como para indagar en ello.
 
-Claro -se limitó a contestar.- Gracias.
 
Más tarde, conforme se dirigían juntos al estadio y un silencio cortante como la obsidiana se instauró entre ellos, una parte de Viktor se reprochó su cobardía. Otra, mucho más afectada por los excesos nocturnos, agradeció la tranquilidad. 
 
Faltaban un par de horas para el evento, y ya se respiraba el ambiente de competición. Viktor, ya recuperado, respiró hondo, sintiéndose, en cierto modo, rejuvenecido por una multitud de experiencias triunfales. Sólo fallaba una cosa en aquella prometedora tarde, y es que, por desgracia, Viktor volvía a llamar mucho más la atención que su patinador. La maldita foto se había hecho viral, y un angustiado Yuuri no tardó mucho en descubrirlo, así como el obvio culpable de todo aquello. Viktor los vio hablar en la lejanía.
 
-¡Phichit!- le riñó Yuuri, con las manos temblorosas aún sujetando el celular.
 
-¡Lo siento! -se disculpó falsamente aquel tailandés adicto a las redes sociales- ¡No pude evitar compartirla en Internet!
 
Porque, claro estaba, alguien le debía de haber puesto una pistola en la espalda para que lo hiciera. Viktor opinaba que Phichit era demasiado joven para ese espíritu de abuela cotilla de pueblo. Guang Hong Ji y Leo de la Iglesia también le reprendieron. 
 
-Nosotros nos contuvimos -gritaron casi al unísono- ¡Tramposo!
 
Viktor sonrío hacia sus adentros. Con lo tímido y torpe que era a veces Yuuri, no dejaba de ser un alivio ver que se estaba relacionando bien. Sin embargo, no todo era paz en el horizonte, pues antes de que Viktor pudiera hacer nada por evitarlo, un escualo, silencioso y letal, se había acercado para tocarle el culo a Yuuri... ¡Su Yuuri! El pobre chico dio un saltito, seguido de un chillido, ante el malicioso ataque. 
 
-Yuuri, ¿Por qué no me invitaste? -le preguntó el baboso de Chris casi al oído. 
 
-¡Chris! -protestó Yuuri.
 
-Te veo en forma -le felicitó cínicamente, sin llegar a retirar la mano del musculado trasero.- Parece que tu entrenador te da un entrenamiento intensivo.
 
Sólo Dios sabía lo mucho que Viktor quería a Chris. Eran buenos amigos y habían pasado grandes momentos juntos. Incluso Chris había sido un apoyo en los episodios más bajos del ruso, pero ahora nada conseguiría aplacar las ganas que tenía de partirle la cara al suizo.
 
-¡Chris!- se dio prisa Viktor por intervenir.- ¿Qué tal estás?
 
-No estoy motivado sin ti.- se quejó Chris, al mismo tiempo que se acercaba a tomar la identificación de Viktor, como si no pueda creer lo que ponía en ella.
 
No es que a Viktor no le molestase que Phichit aprovechara para regarle con los flash de su cámara de móvil, cual paparazzi alocado, determinado a no perderse ni un miligramo de drama; ni tampoco todas las protestas y recriminaciones que, intuía, le lloverían a continuación; pero sí encontraba algo de consuelo en el hecho de que, por fin, Chris había retirado sus sucias zarpas de su chico. 
 
-Siempre haces igual al inicio de la temporada- le recordó Viktor.
 
-Viktor –el entrenador de Chris, bebida en mano, apareció subitamente detrás de él, como quien viene a recoger a un huidizo perro sin correa.- Es verdad. Chris no puede tomárselo en serio sin ti. Vuelve al circuito.
 
“Si no sabes motivar a tu patinador, no me eches a mí la culpa. No es como si fuera el centro del mundo, ¿o sí?”
 
-¡Viktor! -le llamaron de pronto unas conocidas voces femeninas.- ¿De verdad eres entrenador?
 
Se trataban de unas ex compañeras de equipo. ¿Qué tipo de cabrón desconsiderado era él si no se acercaba a saludar? De mala gana, volvió a dejar a Yuuri demasiado cerca de Chris para su propia seguridad, pero no por ello, dejo de vigilarlos cuando intercambiaba palabras amables con las chicas. Vio claramente cómo Chris seguía diciéndole algo a Yuuri, algo que le hacía bajar la cabeza y poner una de esas caritas tristes que a Viktor le rompían el corazón. Esperaba que Chris no estuviera manipulándole, esperaba que no intentase mermar su confianza, porque entonces, incluso con todos los años de amistad compartida, tendrían un problema, un gran problema.  
 
Así que, Viktor no perdió el tiempo. En cuanto toda aquella exagerada atención indeseada le dio cuartel, buscó a Chris para arrinconarle y decirle cuatro cosas bien dichas.
 
-¡Chris! -bramó Viktor con una ira que le sorprendió a él mismo.
 
-¡Hola de nuevo, Viktor! -le respondió este con una calma casi insultante.
 
-¿Se puede saber que le has dicho a Yuuri? -exigió saber Viktor.
 
-¿Qué? ¿A Yuuri? -preguntó él, haciéndose el tonto.- ¡Nada, hombre, nada! 
 
-No me lo creo -rebatió Viktor.- Está raro desde que hablaste con él. Más de lo normal. 
 
-Mira, sólo le he dado consejos como patinador algo más experimentado -mintió descaradamente Chris.- Oye, está cambiado con respecto al año pasado. Más sexy...
Yuuri siempre ha sido sexy -replicó Viktor sin pararse a pensar en las implicaciones de sus palabras. Chris sonrió astuto.
No. Lo que quiero decir es que el año pasado era una lindura con un poco de sexy, y ahora es sexy con un poco de lindura- se explicó Chris, para después reír socarronamente.- ¿Te lo has follado ya? 
 
-¡Chris, por favor! -exclamó Viktor ofendido.
 
-¿Desde cuando eres tan puritano? -se extrañó Chris.- Si antes eras casi peor que yo. 
 
-Desde que te atreves a hablar así de mi pupilo -contestó Viktor, incapaz de disimular su enfado.
 
Chris se atrevió a silbar impresionado.
 
-Sí que te has metido en el papel. Entonces, ¿no te lo has tirado aún? Es tan poco propio de ti. Mon dieu, es como si quisieras batir un récord o algo. O...¿será el supuesto “poder del amor” del que tanto cacarea tu japonesito?
 
-Tú mismo me dijiste que esperara -le recordó Viktor.
 
-Cierto -concedió Chis, mientras observaba a Yuuri hablando con Phichit al otro lado del pasillo.- Hay un momento para esperar y otro para actuar, y ahora mismo lo tienes a puntito de caramelo.
 
-¿Ah sí? -dijo Viktor escéptico.- ¿Y en qué se basa ahora, Profesor Giacometti, experto en relaciones ajenas?
 
-Me ofende que no me otorgues el beneficio de la duda, después de haber tenido que soportar tus lloriqueos desde Japón -le replicó Chris, algo indignado.- Me baso en que, como tú mismo me acusas, he hablado con él. Al chico le importas, y no me refiero a una relación entre ídolo y admirador o entrenador y patinador. Te busca con la mirada, como una mascota a su dueño. Quiere ser alguien importante para ti, corrijo, quiere la exclusividad sobre ti. Te lo has ganado: el chico te quiere de verdad y tú le quieres a él, señor súper protector ¡Así que ya lo tienes! ¡Lánzate sobre él, tigre! ¡Tíratelo, que así de paso lo ayudarás a relajarse antes de las competiciones! -Chris le volvió a dedicar otras de sus miradas llenas de lascivia.- A menos que cambies de opinión después de ver mi programa corto, claro. Es muy sexy. Te encantará. Te recomiendo que te pongas gafas de sol para verme porque hoy voy a brillar sobre el hielo.
 
-Lo tendré en cuenta- se despidió Viktor, algo abrumado por la intensidad de Chris, antes de reunirse otra vez con Yuuri. 
 
Finalmente, las actuaciones del grupo de Yuuri comenzaron. El primero en salir a la pista fue Phichit Chulanont. Como era de esperar de un chico tan extrovertido y el primer patinador del suereste asiático en competir a ese nivel, la elección de la canción no podía ser otra que una pieza del musical “The King and the Skater.” Toda una revindicación, y más teniendo en cuenta que incluso antes de que saliera a saludar, el pabellón estaba cuajado de banderas tailandesas.
 
 A Viktor, no podía extrañarle menos todo aquello: sabía perfectamente lo que era ser el orgullo nacional. Tal y como el pentacampeón pudo observar por las pantallas de la sala de calentamiento, fue una actuación bastante meritoria hasta la caída en el  cuádruple toe-loop. Era innegable que Chulanont sabía ganarse al público. 
 
El siguiente sería el chino Guang Hon Ji, quién contaba con las ventajas de jugar en casa y una apabullante juventud. Por lo que supo más tarde Viktor, terminaría presentado la típica actuación bonita y delicada, pero nada arriesgada, con una pieza de música clásica. 
 
En realidad, a esas alturas, ya había dejado de estar pendiente de los programas. Si algo demandaba su atención, ese era su estudiante. Viktor observaba en silencio cómo Yuuri se dedicaba a correr de un lado al otro del pasillo, con la mirada pérdida, inmerso en sus indescifrables pensamientos. A decir verdad, no es que tuviese idea alguna de lo que el japonés estaba haciendo. Nunca lo tenía. 
 
Él nunca había hecho nada raro antes de sus programas. Más allá de los requeridos calentamientos, solía ser capaz de estar bromeando o hablando de chorradas segundos antes de entrar en la pista, para después enfocarse en su nuevo papel. Pero Yuuri no era cómo él. Él tenía que hacer sus “rituales” para tranquilizarse. Viktor nunca tuvo que lidiar con esa inseguridad y angustia. ¿Quién era él para juzgarlo? Sin más guías que lo que había aprendido de él en la pista y fuera de ella, Viktor determinó que lo mejor sería permanecer a su lado y observarlo por si acaso.  Chris, que estaba realizando sus estiramientos justo al lado de ellos, también pareció darse cuenta del curioso comportamiento de Yuuri. 
 
-Viktor -cuchicheó- ¿Está bien?
 
-Viktor le chistó para mandarlo callar.
 
-Nunca lo había visto así- admitió.
 
Después de todo, no se podía saber qué podía salir de Yuuri una vez enfocaba su determinación en  lo quería. Así, mientras Viktor acompañaba a Yuuri hasta la pista, una pequeña revelación se obró en su mente. Había estado intentando enseñarle a Yuuri lo que era la sensualidad, lo que significaba seducir a alguien, pero siempre habían recurrido a metáforas externas; y aquello era, en realidad, un grave error, porque, tal y como le había dicho a Chris, Yuuri siempre había sido sensual. Sólo tenía que recordarlo. En ese sentido, después de todo lo que había mostrado en sus anteriores actuaciones, Yuuri estaba preparado para ser él mismo sobre el hielo, y así se lo haría saber.
 
Finalmente, Yuuri salió a la pista entre los aplausos y jaleos de todos sus seguidores, y se volvió hacia Viktor, apoyándose en la barandilla, en busca de ánimo y algún consejo de última hora. A Viktor le gustó lo que vio en aquellos ojos profundos y negros que tanto amaba. Estaba concentrado e iba a por todos. Era buena señal. Aquello contribuyó a que Viktor reuniera el valor necesario para decirle lo que pensaba. Se atrevió a posar su mano enguantada sobre el puño del joven. 
Es hora de dejar de seducirme con tazones de cerdo y bella mujeres- afirmó el ruso, mirándole a los ojos no sin cierto candor.- Puedes luchar con tus propios encantos.
 
Sin darse cuenta, Viktor había acariciado el reverso del puño de Yuuri con el dedo índice. Entonces, Yuuri se aferró a las manos de Viktor, de manera que sus dedos quedaran entrelazados e incorporándose, tocó su frente con la de su entrenador. Ante el espontáneo gesto, todo el cuerpo de Viktor se tensó de golpe. Yuuri estaba muy cerca y lo miraba con aquellos ojos que, como dos enormes agujeros negros, amenazaban con engullirle. Resistirse era demasiado duro. 
 
-No dejes de mirarme -le ordenó el japonés con una voz firme que cortaba con la rotundidad del acero.
 
Y acto seguido, se fue. Como si lo que acabara de hacer fuera lo más normal del mundo. Viktor se tocó la frente que aún le ardía. Yuuri había estado casi a la distancia de un beso. Había sido ingenuo por su parte, creer, aunque fuera por un instante que Yuuri fuera a besarle. Después de todo, Yuuri se había especializado en darle tan sólo unas migajas, para a continuación alejarse, dejándole completamente hambriento. Y, aún así, aquel pequeño acto de osadía de Yuuri marcaba un antes y un después. 
 
“Está muy cambiado. ¿Qué le habrá hecho cambiar?” 
 
Yuuri volvió a su solitario puesto, en el centro de la inmensa pista, de modo que estuviera preparado para bailar desde las primeras notas del Eros. De un modo análogo a todas sus interpretaciones anteriores, Yuuri empezó a moverse, siguiendo la rutina de baile que tanto habían ensayado. Sin embargo, en esta ocasión, el japonés se decantó por introducir una pequeña variación. 
 
“¿Se está mordiendo los labios? Oh, niño travieso”, suspiró Viktor en su mente. 
 
Pero el impacto determinante llegó cuando su pupilo, después de sus ademanes iniciales, clavó su mirada en él, como un dardo venenoso. Aquel maldito hormigueo volvió a acosarle. Y, es que, nada más comenzar la secuencia de pasos inicial, Viktor fue testigo de un claro cambio de actitud en Yuuri. Desde un punto de vista meramente técnico, parecía que los pasos simplemente eran más certeros y veloces. Se entrelazaban de una forma más elegante, sin titubeo, pero Viktor podía ver con una claridad pasmosa a una joven y hermosa dama sobre el hielo, que se movía con la altanería de quién había venido a exponer, no, a imponer su belleza superior, a adueñarse de la fiesta y de los corazones de todos aquellos que tuvieran la suerte de presenciar sus magnéticos encantos. 
 
Como si aquello no fuera suficiente, Yuuri siguió avanzando por la pista, con la gallardía instaurada en el rostro, de modo que cuando dio su palmada al aire, el silencio era tal, que se oyó sin problemas. Es más, podría pensarse que con aquel ruidoso movimiento, el japonés intentaba llamar más la atención sobre sus atractivos. Así mismo, Viktor no podía sentirse más atrapado por las sugerentes ondulaciones del japonés. Seguía cada paso con la avidez de quién teme perderse algún detalle, totalmente hipnotizado como si la orden de Yuuri lo hubiera hechizado contra su voluntad. Aquella era la secuencia de pasos mejor ejecutado que había tenido el placer de presenciar jamás.
 
- ¡Perfecto!- exclamó para sí mismo, completamente obnubilado. 
 
 Como guinda del pastel y fruto de las más acertadas de las casualidades, los brillantes del traje de Yuuri refulgieron bajo los focos, reforzando aquella poderosa aura sensual que lo envolvía. Pronto, el público, antes respetuosamente silencioso, se deshizo en aplausos, en el momento en el que Yuuri terminó sus piruetas con el entregado perfeccionismo de un artesano. Yuuri siguió su paso por la pista con aquella arrogancia exhibicionista que lo había embargado. ¿Sería consciente de que Viktor lo estaba mirando, de que nadie en que en las masificadas gradas podía apartar la mirada de él? 
 
Entonces, Yuuri se preparó para los saltos. El triple axel salió casi como si de una continuación natural del arabesco flamenco anterior se tratara. Sólo un ojo experto podría diferenciar ambos pasos, sobre todo porque el salto había salido impecable. Sin embargo, Viktor sabía que se acercaba el salchow y temía por él. Además, Yuuri se encaminó hacia él con una expresión tan sentida que casi parecía dolerle. 
 
Contra todo pronóstico, Yuuri aterrizó con la delicada gracia y la suavidad de un puñado de hojas otoñales mecidas entre el viento. Su pupilo irradiaba sensualidad con cada uno de los pasos que daba y esta era pretendida hasta el punto de resultar tan natural como respirar. Ese era el Yuuri sexual y salvaje, profundamente travieso, que sólo aparecía de vez en cuando en el hielo y muy a menudo en las más oscuras fantasías de Viktor. Al mismo tiempo,Yuuri estaba irreconocible en los saltos, absolutamente infalible los realizaba como si se despertara cada mañana haciendo cuádruples. Viktor reconoció en esa aparente facilidad la inversión de las continuas horas de entrenamiento. A pesar de ello, casi no se dio cuenta de que el programa se acercaba a su fin, con todos esos teatrales ademanes. Sólo supo que la perfección detallada de aquel espectáculo le hizo saltar y gritar como un niño. 
 
Mientra tanto, seguía siendo arrebatador. Como si inusual seguridad le ayudara a ello, parecía que había mejorado hasta el saludo a un público que no cesaba de aplaudir, vitorear y lanzarle regalos. 
 
-¡Fue perfecto! -casi jadeó un admirado Viktor. El deseo de abrazar a su asombroso pupilo le anegaba el cuerpo.- ¡Yuuri!
 
-Lo de los abrazos se hace allí -le indicó Chris, algo serio, tal vez preocupado por lo que acaba de contemplar. 
 
Algo avergonzado, Viktor se apresuró en reparar su error y reunirse con Yuuri en el kiss and cry. Este se comportó algo distante, todavía concentrado en el programa que acaba de llevar a cabo. Así, cuando se vio sentado a su lado, esperando las puntuaciones, Viktor no pudo evitar mirarle de reojo con una picante combinación de orgullo y atracción. Aún no podía creerse lo mucho que el japonés había volcado de su sexualidad en la pista. Era como si quisiera presumir ante todos de lo mucho que podía seducir a Viktor. Y ahí estaba, a su lado, sin sospechar hasta qué punto, por su culpa, Viktor se moría por desnudarlo ahí mismo. Al mismo tiempo, una pregunta rondaba por la cabeza del ruso, y este no pudo aguantar la tentación de soltarla al mundo. 
 
-Yuuri, ¿te gustó? -dijo con la voz embargada por la emoción.
 
Yuri seguía sin mirarle, con el rostro todavía convenientemente congestionado por el esfuerzo físico, sudando. 
 
-Esperaba que a todos les gustara mi actuación -respondió este con la respiración aún afectada.
 
Las puntuaciones llegaron al fin, con un incuestionable 106.84 de nota media, la mejor marca de Yuuri en toda su carrera. Al verla, Viktor no podía parar de aplaudir, mientras que Yuuri en su miopía tuvo que acercarse para comprobarla, como si no terminara de creérsela. 
En lo que respectaba al entrenador primerizo, este nunca creyó que se podía sentir aquel éxtasis sólo  por el éxito ajeno. Tanto es así, que terminó por abrazar por Yuuri y revolver su peinado. 
 
-¡¿Cómo no les iba a gustar una actuación así?! -le dijo casi al oído.- ¡Yuuri, eres el mejor pupilo!
 
Viktor fue consciente de cómo se le estaba derritiendo la voz. Sí, Yuuri era más que capaz de hacer que se le cayera la baba. Se percató de que estaba sonriendo, demasiado, pues le dolían las comisura de los labios. Supo entonces que sólo su Yuuri podía hacerle tan feliz y rezó en su interior para poder compartir más momentos como aquel a su lado. 
 
Poco después tuvieron que desalojar el banco. La prensa internacional, no sólo la japonesa, ya estaba esperando al formidable patinador en los pasillos, y Viktor decidió dejar que se enfrentara solo, como un chico mayor, a la prensa. Aún se mostraba balbuceante y torpe, pero algo en Viktor le decía que poco a poco iría ganando más confianza en ese terreno, como ya lo había hecho en el hielo. Cuando lo dejaron tranquilo, Viktor y Yuuri se dirigieron a una de las salas de espera donde las actuaciones eran visibles a través de pantallas. Allí se reunieron con Phichit y Guang Hon, quienes recibieron a un humilde Yuuri con felicitaciones y ánimos.  
 
El siguiente patinador fue Georgi, quien había preparado un número casi tan melodramático como él. Viktor tomó nota mental de preguntarle por wassap a Mila, si este había vuelto a romper con otra de sus novias. Normalmente, esos avatares emocionales hacían de Georgi un patinador poco consistente, muy voluble. Sin embargo, esta noche estaba tan metido en el papel, que se superó con creces, llegando a situarse en puntuación justo detrás de Yuuri. Viktor ni se inmutó. Sabía que el otro ruso no sería un peligro a largo plazo. 
 
Después llegó Leo de la Iglesia, quien se contentó con hacer un programa muy agradable y entretenido a la vista pero con escasa complicación técnica. El latino, al igual que Yuuri, era más bailarín que acróbata. Aún así, consiguió colocarse en la tercera posición, justo por delante de Phichit, quien no tuvo reparos en quejarse. 
 
Por último, le tocó el turno a Chris. Por mucho que le fastidiase reconocerlo, tras aquel intrigante anuncio, Viktor sentía algo de curiosidad por lo que su amigo tuviera pensado para esa noche. Se decepcionó rápidamente. Desde la canción con tintes obviamente eróticos hasta todos aquellos ademanes que parecían sospechosamente diseñados para enfatizar, subrayar su trasero, el programa era descaradamente sexual, demasiado incluso para el propio Chris. Viktor lo conocía lo suficiente como para intuir que aquel epítome del exhibicionismo era enteramente obra y concepto del patinador suizo. Lo peor de todo es que Viktor sabía que le estaba intentando mandar un mensaje, aunque no podía sospechar porque su amigo creía que aquel espectáculo tan vulgar pudiera interesarle. Y ahí estaba: la misma persona que semanas antes le había aconsejado paciencia y discreción, corriéndose en el hielo. Los patinadores alrededor suyo reaccionaron con la misma tibieza que Viktor. 
 
-El premio al atractivo sexual se lo lleva Chris- determinó Yuuri abatido.
 
Viktor, que le había pasado un brazo por el hombro en supuesta señal de apoyo quiso protestar. 
 
“No, ni se te ocurra pensarlo. Eso no es atractivo sexual, eso es vulgaridad, pornografía gratuita.” Aunque, si debía ser sincero, la idea de un Yuuri pornográfico no se le disgustaba del todo. 
 
Phichit Chulanont se mostró mucho más acertado en su descripción de la situación.
 
-El hielo parece empapado- observó asqueado. 
 
De esta forma, con Chris en quinto lugar, las posiciones pudieron ordenarse. Poco a poco, Yuuri fue asimilando que, efectivamente, seguía en primer lugar. 
 
-Intentaré superarte en el programa libre- le anunció Phichit a un Yuuri que todavía no había terminado de digerir los acontecimientos.
 
Poco tiempo después, Yuuri volvía a excederse delante de las cámaras.
 
-Con mi entrenador, Viktor, ganaré con el poder del amor -proclamó victorioso.
 
-Ganar, ganar- canturreó Viktor de fondo, mientras se preguntaba qué clase de amor sentiría su pupilo por él. 
 
La vuelta al hotel fue tan silenciosa y tensa como la ida. Viktor sospechaba que la presión extra de ser el primer clasificado podría llegar a afectar a Yuuri. Por el momento, este no daba signos de ello, si bien se había mostrado poco comunicativo durante toda la jornada. La única excepción fue aquel volátil choque de frentes que Viktor recordaba con auténtico fervor. Después, sólo había habido más silencio. ¿Sospecharía Yuuri que su entrenador pagaría por conocer sus pensamientos? A pesar de su angustia, Viktor decidió seguir dejándole espacio, al mismo tiempo que las insidiosas recomendaciones de Chris se mezclaban y se contradecían en su memoria. 
 
“Tíratelo. Le ayudarás a relajarse antes de las competiciones”, recordó, observando el perfil de Yuuri, para al instante siguiente sentirse repugnante. 
 
Así, sin que le dirigiera la palabra, Viktor lo acompañó hasta su habitación, pero no podría aguantar la tensión durante más tiempo.
 
-Oye- le dijo al fin, delante de la puerta.- Has estado genial hoy. Estoy muy orgulloso.
 
Yuuri le correspondió con una de sus tiernas sonrisas.
 
-Gracias, Viktor.
 
-Yo -empezó a decir, sorprendido de su repentina falta de labia.- Estaba pensando en que si te apetecía hablar, o si te sientes nervioso, bueno, no hace falta que pases por ello solo. Ya, ya sabes dónde estoy.
 
Yuuri lo miró perplejo durante unos instantes para volver a ruborizarse y poner esa carita triste que Viktor no terminaba de entender. 
 
-Muchas gracias, Viktor. Es un detalle de tu parte. 
 
Y de esa manera, el día, para Viktor, concluía como terminó el anterior, con un portazo de Yuuri en las narices de Viktor. 
Notas finales:

Bueno, aunque no lo parezca nos vamos acercando más y más al momento culmen de la historia. Esta mierda va a ir prendiéndose lentamente XD 

Como dije la vez anterior, tengo planeado terminar este mes con la Copa de China para poder irme de vacaciones sin que ustedes se queden sin su lemon, con la conciencia tranquila.

Espero que les guste el cap. ¡Muchas gracias por seguir leyendo, una vez más! Igualmente, les deseo un buen fin de semana.

¡Besos! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).