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Cachorros por Tenshi Lain

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Cachorros.

By Tenshi Lain

Notas en negativo:


-Los personajes de YU-GI-OH! son propiedad de Kazuki Takashi, solo los utilizo porque ADORO el SetoXJoey.

-Esta Historia contiene Shonen Ai, si no te gusta, ya sabes donde está el botón para salir, si te gusta ¡disfrútalo!


Cap. 11

Kaiba aun no se lo creía. La madre de Kari era ni más ni menos que la esposa de uno de sus más grandes rivales en el mundo empresarial. Nicolas Regan, el dueño de "Regan Industries".

Y lo más curioso de todo, era que Kaiba la conocía. Durante una fiesta hacía dos años, había conocido a la señora Regan por casualidad. Fue en representación de su marido ya que este estaba fuera de la ciudad. Le había parecido una mujer muy cortés e inteligente. Todo un carácter. Recordaba perfectamente como había toreado los comentario hipócritas de un viejo empresario que se había pasado con el vino. Aquel hombre había intentado dejarla en evidencia por sus conocimientos sobre el área en la que trabajaba su marido, pero el tiro le salió por la culata y acabó siendo él quien quedó como un cazurro ignorante.

Recordaba que se lo había comentado a Joey cuando regresó a casa, pero no notó ninguna reacción extraña por su parte. No se puso tenso o se incomodó, simplemente sonrió y dijo "Si que tiene carácter esa mujer". Ya no volvieron a hablar de ello.

¿Quién hubiera imaginado algo así? Desde luego Seto no. Iba sentado en silencio en el asiento trasero de su limusina mirando por la ventanilla mientras Joey y June hablaban.

- Está preciosa - dijo ella mirando la foto de Kari que Joey le había enseñado -. Se te parece mucho. Seguro que es tan vital como tú.

- La verdad es que si - dijo con orgullo aunque sus ojos se opacaron un poco -. Por eso es tan duro verla en este estado - June cogió la mano de Joey y le dio un apretón para darle ánimos. Seto no pudo evitar mirarla mal, aunque la mujer no se dio cuenta.

- Si es tan fuerte como tú, saldrá adelante.

Joey le dirigió una sonrisa agradecida. Fue entonces que los celos acabaron con la paciencia del CEO.

- ¿Y que dijo el señor Regan al saber que venía a Japón?

Joey le miró con el ceño fruncido sin acabar de comprender la actitud del moreno. June hizo gala de todo su aplomo y contestó con voz tranquila.

- En realidad nada. Teníamos planeado venir a Japón por unas semanas para atender algunos negocios. Simplemente insistí en venir antes para asegurarme de que todo estaba bien.

- ¿No sabe nada de nada? - insistió Seto, Joey le dirigió una mirada seria ¿a que venía todo aquello?

- Eso es - contestó June mirándolo directamente a los ojos, tenía una leve idea de por que actuaba así con ella -. Señor Kaiba, yo no he venido a intentar meterme en la vida de Kari ni en la de Joey. Ambos tenemos nuestras vidas y no encajaríamos en la del otro. No obstante le prometí a Joey que estaría para ellos si surgía cualquier problema y es por esa promesa que he venido. Kari no tiene porque saber quien soy si es eso lo que le preocupa.

Antes de poder hacer o decir nada más, la limusina se detuvo ante las puertas del hospital. Los tres bajaron y atravesaron las puertas automáticas. Pasaron de largo la recepción y subieron en el primer ascensor junto a un enfermero y una mujer sentada en una silla de ruedas con la cabeza vendada. Estos dos se bajaron en la segunda planta y los demás continuaron hasta la cuarta, Oncología infantil.

Nada más abrirse la puertas metálicas se encontraron en un pasillo pintado en tonos cálido y acogedores. En las paredes habían cuadros con animalitos sonrientes y payasitos simpáticos. También habían algunos murales con arco iris y soles sonrientes.

- Parece un lugar muy agradable -comentó June observando los alrededores con curiosidad.

- Con todo el tiempo que tiene que pasar aquí los niños, es normal que intenten hacerlo lo más acogedor posible - comentó Joey sonriendo. Se acercaron al mostrador de las enfermeras y una jovencita de cabellos verdosos y ojos castaños les sonrió.

- Buenos días señor Wheeler, señor Kaiba - dijo con una leve reverencia.

- Hola Nami ¿Sabes donde está el doctor Kenta?

- Ya no tardará mucho en terminar la ronda, en unos diez o quince minutos estará aquí.

- Muy bien... ¿sabe si Kari está despierta?

- Ya lo creo, han venido sus amigos del colegio - sonrió la enfermera.

Se despidieron de la muchacha y enfilaron por el pasillo de las habitaciones. Por el camino se cruzaron con varios niños en bata de hospital jugando o charlando con sus padres, algunos llevaban un gotero a rastras, otros tenían la cabeza rapada. Finalmente llegaron a la puerta número 113 y se quedaron observando.

La habitación estaba pintada en un suave tono natilla, no como el opresivo blanco de las habitaciones de otras plantas. La luz del sol de la tarde entraba a raudales por el ventanal mientras las cortinas se mecían levemente con la brisa. La mesilla y un pequeño estante, estaban llenos de ramos de flores y colgados en la pared dibujos firmados por sus compañeros de clase. Solo había una cama en el cuarto, pero en aquellos momentos estaba superpoblada.

Kari estaba recostada sobre la almohada, a su derecha sobre la cama, estaba su amiga Mika-chan, Chiho a la izquierda y a los pies de la cama, sentado con las piernas cruzadas, un apuesto muchacho de cabellos cortos y erizados que narraba una divertida anécdota.

- Pero entonces llegó la profesora Morimiya y los echó a todos - decía el chico, haciendo que las otras tres niñas se partieran de risa.

- No me lo creo... -decía Kari secándose los ojos.

- Pues es verdad - aseguró Chiho -, ojalá hubieras visto sus caras ¡De foto vamos!

- ¿Pero como se les ocurrió hacer semejante tontería delante de la sala de profesores? - dijo Mika-chan.

- No insistas, ese par no tiene más luces - dijo Mamoru negando con la cabeza y las otras tres volvieron a reír.

- Parece que os divertís por aquí - comentó Joey sonriendo. Los cuatro niños se volvieron a mirar.

- Hola papá - dijo con una gran sonrisa Kari estirando los brazos para recibir un abrazo de su padre. Joey la correspondió y dejó un beso en su frente.

- Hola bonita ¿qué tal esta tarde?

- Bien, pero mañana tengo sesión... - dijo resignada con una mirada triste.

- No te preocupes, seguro que irá bien - intentó animarla Chiho.

- Sí y volveremos a visitarte en dos días - aseguró Mika-chan. Luego añadió en voz baja -. Y te traeremos un regalo.

- ¿Regalo? - preguntó Kari con sana curiosidad. Las otras dos se rieron y luego miraron al moreno del grupo.

- Es cosa suya, pregúntale a él - Kari clavó sus ojos color canela en su mejor amigo y este sonrió.

- Ya lo verás cuando lo traigamos.

- Oh, venga Mamoru-chan solo una pista... anda... - pidió Kari abrazándolo y consiguiendo que el chico se sonrojara intensamente.

Joey se echó a reír a carcajadas ante la escena, pero esta no duró mucho más.

- La hora de visitas está a punto de acabar - informó la fría y autoritaria voz de Seto -, sería mejor que volvierais a casa ya o se os hará de noche.

- Ay, Seto, pero si aun hace sol - replicó Kari haciendo morritos, pero la expresión del CEO no varió.

- No te preocupes, de todas formas tiene razón - dijo Mamoru apartándose de Kari con sumo cuidado sin desviar la mirada de aquellas dagas azules que tantas veces lo habían amedrentado desde que conoció a Kari ¿Por qué diantres el señor Kaiba siempre lo miraba así?

Los tres niños desfilaron hacia la puerta despidiéndose de su amiga. Claro que Mamoru en ningún momento le dio la espalda a Kaiba...

- ¿Por qué haces eso siempre? - le preguntó la chica una vez sus amigos desaparecieron.

- ¿Hacer que, cachorro? - dijo dándole un beso en la frente.

- Mirar mal a Mamoru...

- Porque es un delincuente juvenil en potencia - contestó Seto sentándose a su lado.

- Exagerado... solo es un poco travieso.

- Pintar de verde al caniche de los vecinos no es una travesura, es una gamberrada - dijo el CEO con tono recriminatorio.

- Nunca se demostró que fuera él... - intentó defender Kari a su amigo, aunque sabía que era una batalla perdida. Fue entonces que reparó en la presencia de June - ¿Y usted quien es? - el CEO se quedó mirando a June esperando su respuesta.

- Me llamo June Regan, soy amiga de tu padre - le sonrió con dulzura -. Me enteré que estabas enferma y como tenía que venir a la ciudad decidí visitaros.

- Yo me llamo Hikari Wheeler, pero todos me llaman Kari - contestó la pequeña con una sonrisa marca Wheeler, claro que el tono pálido de sus mejillas y las leves ojeras no encajaban del todo en su habitual estampa.

En ese momento llegó el doctor Kenta. Revisó por encima a Kari y después condujo a los tres adultos a su despacho.

Tras hacerse las presentaciones el doctor llamó a una enfermera para que le extrajera una muestra de sangre a June y así poder ver si era compatible con Kari. June se quitó la chaqueta quedando en manga de tirante fue en ese momento que Seto vio algo muy familiar. En el hombro derecho de la mujer había una pequeña marca en forma de cereza sin rabito, idéntica a la de Kari.

- Es una maraca de nacimiento - informó June viendo donde estaban fijos los ojos del CEO -, la heredé de mi madre, y ella de la suya...

- Y Kari de la suya - dijo un tanto cortante.

- ¿También la tiene? - preguntó sorprendida mirando a Joey.

- Así es. Aunque ella la tiene en el otro hombro.

- Igual que Eric - sonrió la mujer mientras la enfermera le ponía un algodón en el lugar por donde le había sacado sangre.

- ¿Eric?

- Mi hijo - sonrió June - cumplió los ocho años el mes pasado... ¿Cuándo sabrán los resultados doctor?

- En unos días - contesta el hombre tras decirle a la enfermera que los análisis corrían prisa -. La avisaremos en cuanto se sepa algo.

- Mejor llamen al señor Wheeler y que él me llame a mí - contesta June volviendo a ponerse la chaqueta.

- Como quiera - asintió el doctor.

Tras unas breves palabras de despedida los tres adultos salieron del despacho rumbo a la salida del hospital.

- Este es mi móvil - dijo June dándole una tarjeta -, siempre lo llevo conmigo. Llámame a cualquier hora.

- Muy bien - asintió Joey - ¿Cuándo llegará tu marido?

- A más tardar pasado mañana. Tiene una reunión con unos inversionistas... - puso una mano en el hombro del rubio y le sonrió con dulzura - No te preocupes, todo irá bien. Ya lo verás.

Un flamante coche azul medianoche se detuvo ante ellos y June subió a él tras desearles buenas noches. Joey suspiró mirando la tarjeta, sus ojos castaños se mostraban muy tristes. En ese instante el abrazo reconfortante de Seto consiguió una leve sonrisa en sus labios.

- Vamos dentro - le susurró en la sien -. Kari nos estará esperando.

- Quiero quedarme esta noche con ella - dijo en voz baja mientras atravesaban las puertas automáticas.

- Como quieras.

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Las luces de la ciudad pasaban rápidamente delante de la ventanilla, mientras June tenía la mirada perdida en algún punto inconcreto. Su mente estaba lejos de allí, a doce años de distancia, en el salón de una pequeña cabaña de montaña.

*+++++++++++++++++ FlashBack +++++++++++++++++*

- Vamos solo un poco más - decía el anciano doctor.

- ¡No! ¡Dios mío me voy a morir! - gritaba June a pleno pulmón con el rostro cubierto de sudor.

- No te vas a morir - le aseguró un muchacho rubio que la sujetaba fuertemente de la mano -. Venga ya falta poco. Solo un poco más...

- ¡No puede darme algo para el dolor! - lloró a la vez que otra contracción arremetía.

- No haría efecto a tiempo - dijo el hombre mientras otra mujer le acercaba una toalla.

- Hacía años que no veía a una primeriza dilatar tan rápido ¿verdad cariño? - le aseguró esta pasándole un pañuelo por la frente a su esposo.

- ¡Kyaaah! ¡Sáquelo ya doctor! - gritó asiendo con más fuerza las manos de Joey.

- Ya tengo la cabeza - anunció el galeno con una sonrisa - venga un empujón más...

Y con un grito que podría haber despertado a medio estado de Nevada el bebé salió. El llanto del recién nacido se dejó escuchar por toda la habitación.

- Felicidades, es una niña - dijo el anciano mientras su esposa cogía a la criatura y procedía a limpiarla.

June dejó caer la cabeza hacia atrás aun jadeando. El doctor prosiguió a curarla mientras Joey le limpiaba el rostro.

- Después de todo hemos tenido suerte. Cuando el coche se quedó parado en mitad de la carretera, creí que nos tocaría atender el parto en la cuneta...

- Suelo hacer ese recorrido todos los días, así que tarde o temprano os hubiera encontrado - comentó el doctor -. De todas formas fue un tanto temerario irse de vacaciones tan lejos de la ciudad y más aun cuando se está a poco de parir.

- Pero es que aun faltaba un mes... - intentó defenderse Joey.

- Aquí tenéis a vuestra pequeña - dijo la matrona con una bondadosa sonrisa.

- Joey cógela tú... - murmuró June sin mirar al bebé que se agitaba inquieto dentro de la mantita mientras lloraba. La mujer frunció el ceño, pero ante el gesto de Joey no comentó nada. Y con cuidado dejó al bebé en brazos de su padre.

Seguía llorando cual desesperada, pero tras unas dulces palabras de Joey y algunas caricias, se fue calmando.  La niña abrió sus grandes ojos marrones y los clavó en los suyos. Joey se quedó mirando a la recién nacida en silencio, tan pequeña e indefensa. No podía creer que fuera una parte de él, que en sus venas corriera su sangre... pero así era.

El doctor y su esposa se retiraron de la habitación para dar intimidad a la pareja. Joey seguía de pie junto a la cama mientras acunaba a la pequeña que lentamente se había quedado dormida. June los observaba atentamente sin decir nada.

- ¿Seguro que no quieres cogerla? - preguntó Joey sin dejar de mirar a su pequeña.

- No... si lo hiciera me encariñaría con ella... como estás haciendo tú - Joey la miró con una ceja arqueada -. No me mires así. Estás babeando...

Joey sonrió un poco apenado y con cuidado abrigó a la niña en sus brazos.

- He cambiado de opinión - dijo el rubio mirándola a los ojos -. No quiero darla en adopción.

- ¿Qué tienes en mente? - preguntó June alzando una ceja.

- Yo la criaré - dijo con determinación -. Me ocuparé de ella.

- ¿Estás seguro? Un bebé es una dura carga. Mantenerla no será fácil y con tu trabajo...

- Eso lo sé. No te preocupes, de peores situaciones he salido.

June lo observó en silencio por largo rato y finalmente sonrió. La determinación de aquel hombre era admirable.

- Como quieras... pero por favor. No le digas nada sobre mí... No quiero que sufra por mí culpa. Si quieres dile que fallecí al poco tiempo de darla a luz... pero que ella no tuvo nada que ver con eso.

- ¿De verdad no quieres saber nada de ella?

- No... eso sería peor - June sonrió mientras gruesas lágrimas rodaban por su rostro. Joey se acercó y le dio un abrazo para reconfortarla -. Aunque eso sí... - dijo June al apartarse mientras se secaba las lágrimas- si alguna vez tenéis problemas no dudes en buscarme.

- Deacuerdo.

- ¿Ya has pensado un nombre? - preguntó mientras se acomodaba.

- Sí... Hikari, Hikari Wheeler.

- Suena bien...

*+++++++++++++++++ FlashBack/end +++++++++++++++++*

Tras unas semanas, June se había recuperado por completo del parto y había regresado con su familia, mientras que Joey había regresado a Japón para quedarse.

Nicolas regresó de su viaje y al poco tiempo le pidió matrimonio. June aceptó sin dudarlo, Nicolas era el hombre de su vida. Le amaba con todo su corazón y sabía que era con él con quien deseaba pasar el resto de su vida. Sin embargo, nunca pudo confesarle lo ocurrido durante su ausencia. Temía su reacción, que la rechazara y se alejara de su lado.

Por eso nunca le dijo nada. Guardó aquel secreto en lo más profundo de su corazón, hasta que con el paso del tiempo todo aquello no parecía ser más que un lejano sueño.

Procuraba no pensar mucho en aquello para no mortificarse, aunque de vez en cundo se sorprendía preguntándose ¿le habrán salido ya los dientes? ¿ya hablará o caminará? ¿Qué tal le irá en la escuela?... Entonces se recriminaba por aquellas preguntas y dejaba el tema hasta que repentinamente regresaba.

Con el nacimiento de Eric, había logrado mitigar el dolor de aquel recuerdo, aunque este nunca desapareció.

De vez en cuando tenía noticias indirectas de Joey. Veía su nombre al pie de las fotos que hacía para diferentes revistas o cuando se hacía algún comentario sobre Seto Kaiba y su "extravagante" relación con un fotógrafo. Claro que el CEO tenía suficiente poder e influencia para mantener a los medios alejados de su vida privada y dichos comentarios no solían durar mucho tiempo en las revistas.

Seto Kaiba era todo un carácter, igual que Joey. Las personas así solo podían acabar de dos formas: odiándose a muerte o amándose de por vida.

Observó como el Hotel en el que se hospedaría cada vez estaba más cerca y suspiró.

Por un tiempo incluso creyó olvidar todo lo ocurrido entre el rubio y ella... pero entonces recibió aquella llamada. En ningún momento dudo en ir, al fin y al cabo se lo había prometido. Pero le pareció irónico que la llamara justo cuando su marido tenía pensado ir.

El coche se detuvo ante las grandes y elegantes puertas acristaladas del hotel y el portero le abrió la puerta.

- Buenas noches - saludó con cortesía el hombre.

- Buenas noches...

June entró en el vestíbulo ricamente decorado y fue directamente al mostrador. La joven recepcionista hablaba por teléfono mientras revisaba el contenido de los casilleros que tenía a su espalda. Tras unos instantes colgó y se volvió hacia ella con una sonrisa.

- ¿En qué puedo servirla?

- Soy June Regan, tengo una habitación reservada.

- Así es señora Regan - dijo la jovencita revisando el registro - su equipaje llegó hace unas horas. Se lo subimos a su habitación -  cogió una llave de las muchas que tenía tras ella, con un llavero dorado en el que se leía 313 - Aquí tiene la llave de su habitación - dio un pequeño toque a una campanita y al momento se acercó un botones -. Ayame, acompaña a la señora a la habitación 313.

- Si me hace el favor de seguirme - dijo con educación el botones mientras se encaminaban hacia los ascensores.

Entraron en el que quedaba más a la derecha. La pared del fondo era transparente y mientras ascendían, June pudo contemplar en todo su esplendor el puerto de Domino los barcos apenas eran pequeños puntitos de luz en la negrura del mar enmarcada por una costa llena de luces de neón.

Con una débil campanada el ascensor se detuvo en el piso indicado.

El botones abrió la puerta de la habitación 313, la habitación se componía por una salita, dos dormitorios (uno con una cama de matrimonio y el otro con una cama individual) y el baño, además de un magnífico ventanal con vistas al puerto. Todo magníficamente decorado. En la mesa de la salita había un hermoso ramo de flores que prácticamente abarcaba toda la superficie.

- ¿Necesita algo más? - preguntó el botones con cortesía y una sonrisa encantadora.

- No, gracias. Puede irse - le dio algo de propina y el mozo se fue contento. Ojalá tuviera más clientes así...

June se acercó al fragante ramo y cogió la tarjeta que pendía entre los primorosos pimpollos.

'Porque eres la luz de mis días,
porque eres mi sueño hecho realidad,
por ser mi remanso de paz en esta agitada vida,
porque te amo por siempre y más.
Nicolas.'

Ella sonrió, tal vez su esposo no fuera un gran poeta, pero no lo cambiaría por nadie. Lo amaba demasiado para siquiera pensarlo.

Un amargo sentimiento se instaló en su corazón. El mismo que la acompañaba desde hacía doce años, su secreto no era una tontería, había tenido un hijo con otro hombre ¿Que pensaría Nicolas si descubriera la verdad? No tenía valor para decírselo...

Recargó la frente contra el frío cristal del ventanal y observó el cielo estrellado. Cerró los ojos y susurró.

- Solo puedo seguir callando...


Continuará...


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