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Cachorros por Tenshi Lain

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Cachorros.


By Tenshi Lain


Notas en negativo:


-Los personajes de YU-GI-OH! son propiedad de Kazuki Takashi, solo los utilizo porque ADORO el SetoXJoey.

-Los personajes de YU-GI-OH! son propiedad de Kazuki Takashi, solo los utilizo porque ADORO el SetoXJoey.


-Esta Historia contiene Shonen Ai, si no te gusta, ya sabes donde está el botón para salir, si te gusta ¡disfrútalo!


Cap. 6

El día había amanecido un poco nublado, aunque en el tiempo no habían pronosticado lluvias. La cocina, normalmente bien iluminada a esas horas estaba un tanto oscura por lo que las luces estaban encendidas.

- No me gustan los días grises - comentó Kari mientras miraba por la ventana de la cocina.

- Son necesarios los días lluviosos - contestó Kaiba distraídamente mientras repasaba unos informes.

- ¿Por qué te gusta tanto la lluvia Seto? - inquirió Kari sentándose a su lado en la mesa - Cuando llueve no se puede hacer nada, ni salir a pasear o montar en bici o ir al parque o...

- En casa también se pueden hacer cosas.

- Pero no es lo mismo... A los cachorros nos gusta correr al aire libre - sonrió usando el mote que desde muy niña habían recibido tanto ella como su padre. Aunque no sabía muy bien porque y su padre solo decía que era la variación del primer apodo que le puso Seto.

En ese instante llegó Hana con el correo y Kari se apresuró a cogerlo.

- ¿Hay carta de papá? - preguntó entusiasmada la pequeña.

- Hay una postal, pero no se de quien es - dijo la ama de llaves fregando los platos mientras Seto bebía con tranquilidad su café matutino.

- ¡Es de May! - exclamó Kari haciendo que el CEO se atragantara.

- ¿Qué quiere esa? - consiguió preguntar después de toser y de que Kari le diera palmaditas en la espalda.

- Está en Hawaii rodando un anuncio de bañadores ¡Mira que playa más bonita! - dijo mostrándole el reverso de la  postal.

- Preciosa - dijo con sorna y sin mirarla.

- ¿Por qué no te gusta May? Siempre te peleas con ella, ni siquiera con tío Tristán te llevas tan mal.

Seto se limitó a pasar la hoja del periódico sin contestar ¡Por supuesto que se llevaba mal con esos dos! El moreno había sido el que peor se tomó la noticia de que estaba saliendo con Joey. Por poco no llegaron a los golpes. Para Tristán, Joey era su hermano y sentía que permitir que se quedara con Kaiba era como dejar a un corderito en medio de la jaula de los tigres. Costó mucho hacerle entrar en razón, pero finalmente aceptó los hechos (Tras asegurarle al CEO que por mucho dinero que tuviera, si le hacía daño a su amigo se arrepentiría de por vida).

- Simplemente no la soporto. Igual que tu no te llevas bien con Ikky.

- Pero yo no me llevo bien con él porque desde el primer día de clase se burla de mí por tener el pelo rubio en vez de castaño como todos los demás ¿Qué razón tienes tú?

- Eso es personal - dijo Seto con un tono de voz que dejaba claro que daba por zanjado el tema. Estiró una mano y acarició los dorados mechones que tanto adoraba -. Y no le hagas caso a Ikky, muchos matarían por tener ese cabello que tienes. Siéntete orgullosa.

- Sí - dijo la pequeña mucho más animada. Después dejó los restos de su desayuno para ir a recoger su mochila.

Seto cogió distraídamente la postal y leyó el texto.

"¡Hola amigos!

Espero que estéis muy bien.
Ojalá pudierais ver esto ¡Hawaii es fantástico!
Doy gracias a Dios por este trabajo.
La colección de bañadores de este año es fantástica.

Muchos besos...

May Valentaine."

Seto frunció el ceño. Podía guardarse esos besos. Detestaba a aquella rubia desde la primera vez que la vio. Sus continuos flirteos con todo aquel perteneciente al género masculino, le parecía enfermizo. Y más aun cuando iban dirigidos a su cachorro dorado. Aunque no dejaba de ser curioso, gracias a aquello Seto había empezado a entender lo que en verdad sentía por Joey.

Dejó la postal sobre la mesa y fue a recoger su maletín. Hawaii... aquella mujer parecía no poder estar mucho tiempo en el mismo tiempo. Demasiado inquieta... igual que Joey y eso no le gustaba.

Aun recordaba lo mal que lo pasó la primera vez que Joey y May se encontraron tras el regreso del rubio a Dominó...

*+++++++++++++++++  FlashBack +++++++++++++++++*

Kari había cumplido los seis años y había empezado a asistir a la escuela primaria. En su clase estaban algunos de sus viejos compañeros de guardería como Mamoru Takagi, un inquieto moreno de ojos pícaros que parecía no tener idea buena en su cabeza. El duende travieso lo llamaban, puesto que su oreja izquierda era levemente puntiaguda desde que nació. Era buen chico, pero cuando su pequeña y maquiavélica mentecita se ponía a funcionar, todos temblaban.

Por su parte Joey había conseguido un buen contrato con una famosa editorial especializada en revistas de reportajes. Era el trabajo perfecto para él: aire libre, viajes y un buen sueldo. Aunque el dinero era algo de lo que no tendría que preocuparse de haber sido por Seto, pero el rubio orgulloso y cabezota se había negado con todas sus fuerzas a que su querido CEO lo mantuviera. En un principio Seto había intentado disuadirlo de su decisión, pero visto el éxito, prefirió dejar el tema para otra ocasión.

Además en aquellos momentos Kaiba Corp estaba atravesando un duro momento. Una compañía estadounidense le estaba dando muchos dolores de cabeza por que según decían les habían "plagiado" su último proyecto. Cosa que era totalmente falsa, pero eso no quitaba los pleitos legales que suponía la inesperada coincidencia. En consecuencia el CEO llevaba semanas sin apenas salir del despacho y con un humor de perros que provocaba que sus empleados se apartaran de su paso para evitar que descargara su furia en ellos.

Por desgracia Seto no había conseguido dejar el estrés en la oficina y esto había ocasionado una dura discusión con Joey ¿El resultado? El rubio le había retirado la palabra y se había trasladado de la habitación que compartía con Seto hasta que se le bajaran los humos. El moreno se había arrepentido en cuanto su mente se enfrió un poco, pero decidió que Joey estuviera momentáneamente alejado de él ya que no quería empeorara la situación con su amado cachorro.

Le dolía llegar a casa y no ver a ninguno de sus soles (claro que pasada la medianoche era difícil encontrarlos despiertos) y aun le dolía más saber que Joey estaba en el cuarto de al lado, separado por una puerta que ni siquiera tenía echado el cerrojo, pero que no se atrevía a abrir.

Joey había comprendido la situación por la que pasaba Seto y decidió darle espacio. Así que se centró completamente en su trabajo y su hija.

- ¿Seto tampoco vendrá hoy a comer? - preguntó Kari con la cara manchada del tomate de los espaguetis.

- No, cariño - dijo el rubio mientras le limpiaba la cara con la servilleta.

- ¿Ni a cenar?

- Tampoco - respondió el rubio regresando a su plato.

- ¿Hasta cuando estará así? - insistió la pequeña, echaba mucho de menos a su padrino.

- Hasta que se meriende a los malvados tiburones que no le dejan de acechar - dijo con una sonrisa ladeada -. Venga termina de comer que tengo que irme pronto esta tarde.

- ¿No puedo ir contigo?

- No, cariño. Esta vez no puede ser. Pero te lo pasarás muy bien en casa de tío Yugi. Ya verás...

- Bueeeno... - dijo con tono resignado mientras sorbía sus espaguetis y se le manchaba la nariz de nuevo.

Media hora después, ambos estaban en la puerta de la pequeña juguetería. Kari corrió a abrazar a su querido tío Yugi, el cual parecía haberse quedado estancado en su crecimiento siguiendo siendo el más bajo del grupo con bastante diferencia.

- Buenas tardes - saludó el pequeño tricolor aun con la niña en brazos -, venga pasad...

- Lo siento Yugi, pero se me ha hecho tarde - dijo el rubio muy apurado mirando su reloj. Se inclinó hacia la pequeña y le dio un beso en la frente -. Vendré a recogerte más tarde.

- Hasta luego papá - se despidió Kari con la mano mientras su rubio padre volvía a subir corriendo al coche y desaparecía calle abajo.

- ¿Y tío Yami? - dijo la pequeña bajando al suelo y entrando a la tienda.

- Acabamos de recibir unas cajas y las está abriendo en el almacén.

- ¿Qué hay dentro?

- Creo que había una de peluches... - dijo Yugi como quien no quiere la cosa pero disfrutando al ver como los grandes ojos de Kari se iluminaban.

- ¡¿Puedo verlos?! - preguntó entusiasmada. En verdad era el retrato de su padre hasta en la última expresión.

Yugi rió y ambos se dirigieron al almacén donde Yami le permitió abrir la caja y examinar todos y cada uno de los nuevos peluches.


Mientras tanto Joey había llegado al estudio en donde se tratarían los últimos detalles del viaje a Nagasaki que realizarían a finales de mes. Allí harían un reportaje completo sobre la ciudad y su historia que sería publicado en la revista para principios de verano.

Aun tenían tiempo hasta la fecha de partida pero tenían mucho que organizar. A media tarde decidieron hacer un alto para tomar algo y recuperar fuerzas, así que Joey y otros dos compañeros se fueron a la cafetería del edificio. Se sentaron en una mesa y estuvieron hablando un rato de nada en particular y de todo en general. Hasta que un grupo de escandalosas y risueñas jóvenes entraron.

- Mira, mira... son las modelos que la agencia envió para la campaña de Verano.

- ¿Las del estudio C? ¡Dios! Quien pudiera trabajar en ese estudio... - Joey y los otros rieron con ganas ante la cara de ensoñación del pelirrojo encargado de la iluminación.

Por lo que sabía hacía poco que había roto con su última chica y al parecer ya estaba buscando a la nueva. Aunque reconocía que las risueñas modelos de la mesa de al lado eran hermosas. Sí, vale él estaba con Kaiba. Pero una chica guapa, era una chica guapa y el tener pareja no te hacía dejar de ver lo evidente.

De pronto unas finas manos le taparon los ojos y una voz cantarina preguntó:

- ¿Quién soy? - conocía esa voz.

- ¿May? - preguntó retirando las manos y dándose la vuelta - ¿May Valentaine?

- En carne y hueso - dijo una despampanante rubia que se había acercado desde la mesa de al lado - ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿dónde te habías escondido bombón?

- Por aquí y por allá - contestó con una sonrisa. Sintió las miradas envidiosas de sus compañeros de mesa y se apresuró a hacer las presentaciones -. Así que ahora eres modelo... te pega bastante.

- Y tú fotógrafo, no te conocía esas artes. Tal vez podrías hacerme un reportaje - dijo May con mirada intensa y sonrisa incitadora.

- No es por meter cizaña, pero aquí el señor está comprometido por todos lados - dijo el pelirrojo.

- No, no es por cizaña - se burló el otro mientras el grupo se reía a carcajadas.

- Comprometido ¿eh? ¿Y quien es la afortunada? ¿la conozco?

- ¡Chicas, cinco minutos! - anunció una chica que llevaba un audífono en la oreja derecha y una carpeta en las manos.

- El deber nos llama - suspiró May poniéndose en pie -, pero tú y yo tenemos una charla pendiente ¿Quedamos mañana para almorzar?

- Pues...

- Perfecto - le cortó May antes de que pudiera decir nada -, pásame a buscar al estudio C a eso de las 11 ¡Chao!

- ¡Pero May! - intentó llamarla el rubio, sin embargo el grupo de escandalosas modelos ya se había ido - No cambiará nunca... - suspiró resignado el rubio.

Entonces sintió las insistentes miradas de sus dos compañeros puestas en su persona. Le esperaba un laaaaargo interrogatorio.

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Kari estaba encantada con su nuevo juguete, un pequeño pajarito de metal al que se le daba cuerda y empezaba a dar saltitos por el suelo. Nunca había visto un juguete que no se moviera sin pilas o batería y aquello era algo simplemente increíble.

En ese momento escuchó la puerta de la entrada principal y salió corriendo con la esperanza de ver al moreno amor de su padre, pero no era él.

- Vaya cara de decepción ¿no te alegras de ver a tu tío Mokuba? - dijo el menor de los Kaiba fingiendo morritos.

- Claro que si - dijo la pequeña mientras se acercaba y le daba un abrazo -, pero es que no he visto a Seto desde antes de ayer.

- Así es él, cuando el trabajo se pone pesado, no hay quien le vea el pelo...

- ¿Cuándo eras pequeño también? - preguntó con curiosidad mientras iban hacia el salón.

- Entonces era peor - aseguró el moreno, frunció el ceño al ver al pequeño pajarito metálico dando saltos por la alfombra - ¿y eso?

- Me lo ha regalado tío Yami ¿a que es bonito?

- Sí ¿Y tu padre no está?

- Está en su despacho peleándose con la pared - dijo simplemente la pequeña sentándose en la alfombra junto al montón de juguetes que tenía allí esparcidos.

Mokuba no dijo más y fue hacia el despacho en cuestión que estaba en la planta baja. Ya antes de entrar podía escuchar las voces del rubio.

- Estúpido cacharro del demonio... tecnología, tecnología... ¿la tecnología hace avanzar al mundo? ¡y una mi...!

- Como sigas así Kari tendrá un vocabulario muy "fluido" - le cortó el más joven de los Kaiba a su "cuñado". El rubio se limitó a dejar de mirar la pantalla del ordenador con furia para mirarlo a él preocupado.

- ¿Me ha oído?

- No, pero piensa que te estás peleando con la pared.

- Creo que a una pared si la ganaría - suspiró cansado frotándose los ojos.

- ¿Ahora que problema tienes? - dijo Mokuba inclinándose sobre la pantalla.

- No me aclaro con el nuevo programa que ha instalado tu hermano ¿para que lo cambió justo cuando ya sabía usar el viejo?

- Porque ya estaba desfasado... mira solo tienes que hacer esto y... ya.

- Como se nota que has crecido entre estos chismes - dijo socarrón el rubio mientras se levantaba y se desperezaba - ¿Venías a ver a Seto?

- Tal como está la empresa este es el último sitio en donde lo encontraría.

- Cierto - sonrió el rubio - ¿entonces...?

- Nada solo quería ver a mi cuñado y a mi sobrina - sonrió dulcemente.

- Mokuba ¿en que lío te has metido ahora? - preguntó suspicaz, el menor suspiró.

- En realidad no es nada grave, pero... digamos que no tengo ganas de pasar por mi piso en unos días.

- Te has peleado con Umi otra vez - dijo el rubio sonriendo.

- Si y no ha sido precisamente una conversación agradable. Así que he decidido cederle espacio hasta que se le pase el burro.

- ¿Puedo preguntar por que habéis discutido ahora?

- En realidad por nada importante, pequeñas tonterías... pero son tantas que al final parecen algo serio.

- Ya... bueno, esta es tu casa después de todo. Pero dudo que a Seto le vallas a ver mucho el pelo.

Mokuba río y después fue a sacar su bolsa del coche para instalarse en su vieja habitación.

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Seto llegó casi a la una esa noche maldiciendo entre dientes a los inútiles que trabajaban en su empresa y planteándose muy seriamente el despedirlos a todos y crear una nueva plantilla.

- Hay cosas que nunca cambian - dijo una voz divertida desde la biblioteca cuando él pasó por delante. Seto se detuvo en seco y miró hacia dentro.

- Mokuba... - en efecto, allí estaba su ya no tan pequeño hermano sentado en un sillón leyendo un libro - ¿Qué haces aquí?

- Yo también me alegro de verte - dijo con tono cándido y sonrisa dulce.

- Lo siento - dijo sentándose a su lado - Buenas noches Mokuba. Pero en serio ¿Qué haces aquí?

- ¿No puedo venir a visitar a mi familia sin tener un motivo?

- Te has peleado con Umi - afirmó el CEO.

- Si, algo así - dijo dejando el libro sobre la mesa - ¿Y tú con Joey?

- Algo así - le contestó con las mismas palabras haciendo que su hermanito frunciera el ceño.

El mayor de los Kaiba se acomodó en el sillón y suspiró. Estaba agotado. Deseaba con toda su alma que todo aquello terminara y así poder hacer las paces con Joey como es debido... sonrió con picardía ante este pensamiento y lentamente se quedó dormido. Mokuba lo cubrió con una manta y después se fue a dormir.

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Joey estaba terminando de revisar su equipo fotográfico cuando lo llamaron.

- ¡Hey Wheeler! Hay alguien que viene a buscarte.

Joey se volvió extrañado pero sonrió al ver a la chica rubia, ex compañera de aventuras.

- Hola tigre - le saludó.

- May... - miró su reloj pensando que tal vez se le había hecho tarde, pero era temprano.

- Hemos terminado antes de tiempo y he venido yo a recogerte. Tenemos mucho de que hablar ¿Nos vamos? Conozco una cafetería...

De pronto el móvil de Joey empezó a sonar. El rubio miró el identificador y frunció el ceño.

- ¿Sí? que ocurre Jin... ¡¿Que han hecho qué?! - exclamó con los ojos abiertos de par en par - Demonios. Voy para allá, en diez minutos estoy allí... No, ni se te ocurra decírselo a Kaiba - tras esta conversación colgó y se volvió hacia la rubia -. Lo siento May, pero ha surgido una pequeña emergencia. Lo dejamos para otro día ¿vale?

- Muy bien, pero voy contigo - contestó resuelta siguiéndole hacia la salida del estudio.

- ¿Qué? No, no hace falta - dijo el rubio distraídamente buscando las llaves del coche. Pero entonces se percató de algo - ¿y el coche?

- Eso era algo que venía a decirte. Se lo ha llevado la grúa.

- ¿Y por qué no me los has dicho antes?

- No me has dejado... Venga yo te llevo a donde sea tan urgente que tengas que ir.

Los dos rubios se subieron al flamante descapotable y enfilaron la calle principal. May siguió las indicaciones de Joey sin preguntar nada, aunque no pudo callarse al ver a donde la había conducido: Colegio de preescolar y primaria Yamano.

- ¿Qué hacemos aquí?

Joey se volvió para contestar cuando se les acercó un hombre trajeado con gafas de sol y un intercomunicador en el oído.

- Señor Wheeler - dijo respetuosamente.

- ¿Jin donde están? - le preguntó Joey mientras los tres cruzaban la verja y entraban al edificio del colegio.

- En el despacho del director - dijo llanamente.

Subieron al primer piso y tras cruzar un par de pasillos llegaron ante una puerta que rezaba "Dirección". Dentro del despacho había otro hombre trajeado de negro junto a la puerta, un hombre mayor que May supuso que era el director y una señorita con gafas que con su atuendo parecía gritar a los cuatro vientos que era profesora de primaria. Sentados ante la mesa habían un par de niños, uno moreno y una niña rubia de grandes ojos color chocolate que agachó la cabeza nada más ver a Joey. Ambos pequeños tenían la ropa rota y sucia al igual que la cara y las manos. Además de que el niño llevaba una tirita en la frente.

- Señor Wheeler - saludó el director tendiéndole la mano.

- Señor Minamino, señorita Fumiya ¿Qué ha ocurrido?

- Pues aquí los pequeños decidieron comprobar si eran capaces de llegar hasta la sala de calderas y regresar con algo de allí. Por suerte sus... hombres los encontraron antes de que se tiraran encima una de las estanterías.

- Ya veo... ¿Puedo preguntar por que hicisteis semejante estupidez? - preguntó el rubio enfadado a los dos pequeños.

- Señor Wheeler fue idea mía, no de Kari. No se enfade con ella...

- No, Mamoru, tú no me obligaste a ir contigo así que también es mi culpa - dijo la pequeña.

En ese momento llamaron a la puerta y entró una mujer un tanto regordeta de cabello negro liso y cara de verdadero cabreo.

- Buenos días - dijo mientras fulminaba con la mirada al pequeño Mamoru, el cual se encogió en su asiento - ¿Se puede saber en que demonios estabas pensando?

- Mamá yo...

- Ni mamá ni nada - le interrumpió la recién llegada -. Es la segunda vez que me llama el director en lo que va de curso por tus trastadas... Por todos los santos ¿tienes idea de lo preocupada que estaba? Eres un inconsciente... Ya veras cuando se lo diga a tu padre - Mamoru simplemente aguantaba el chaparrón con la cabeza gacha.

- Señora Takagi - llamó la profesora Fumiya intentando aplacar el genio de la mujer - no se altere tanto. Los niños están bien...

- Por esta vez... - dijo aun de mal humor. Después se giró hacia los hombres de traje negro y dijo con una reverencia - Muchas gracias por ayudar a mi hijo - los dos hombres se limitaron a devolver la reverencia sin decir nada -. Y tu jovencito desfilando delante de mí...

- Sí mamá... - dijo el pequeño mientras salía del despacho con su muy enfadada madre.

- Nosotros también nos vamos, siento las molestias - dijo el rubio con una reverencia hacia el profesorado. Tras esto salieron del despacho.

- Nosotros volvemos a nuestros puestos señor - dijo Jin y él y su compañero se fueron.

- ¿Sabe señor Wheeler? - dijo la señora Takagi una vez se quedaron solos - En un principio no me hacía mucha gracia que sus guardaespaldas estuvieran rondando el colegio, pero he de admitir que ahora los agradezco.

- Lo sé... Y por cierto - dijo fijándose en los niños - ¿Por qué demonios hicisteis semejante tontería? - los pequeños intercambiaron una mirada y dijeron a la vez.

- Nos acogemos a la 5º enmienda - Joey agachó la cabeza para que no vieran la sonrisa que cubría su rostro.

- ¿Qué clase de respuesta es esa? - replicó la señora Takagi poniendo los brazos en jarra.

- Se la oí a papá el otro día, cuando volvió tan enfadado de ese juicio - dijo Mamoru.

- Y yo a tío Mokuba cuando Seto le pilló llegando a las siete de la mañana la última vez - argumentó Kari.

- Sois imposibles - suspiró la señora Takagi ofuscada.

- ¡Mamá! - los cuatro se dieron la vuelta y vieron aparecer a una niña de unos diez u once años con el cabello tan negro como Mamoru - ¿Entonces era cierto que aceptasteis el desafío? - preguntó entre asombrada y orgullosa de los pequeños, los cuales parecían estar a punto de gritarle que cerrara la boca.

- ¿Qué desafío es ese Momoko? - inquirió Joey.

- Según he oído, unos niños de sexto retaron a los de primero ha hacer una prueba de valor. Bajar hasta las calderas sin que los pillara el celador, coger una de las linternas de emergencias y regresar.

- Bocazas... - le espetó Mamoru con el ceño fruncido.

- Yo también te quiero hermanito - dijo con voz cándida la niña.

- En llegar a casa hablaremos de esto -le aseguró la señora Takagi a su retoño -. En fin, que pase un buen día señor Wheeler.

- Lo mismo digo - contestó el rubio viendo como se alejaban.

- Hasta mañana Kari - se despidió el niño.

- Hasta mañana Mamoru - contestó la rubia, luego clavó los ojos en su padre como aguardando su sentencia. Pero estos se desviaron al percatarse de algo - ¿Quién es ella?

Joey se volvió un tanto descolocado con la pregunta pero comprendió al ver a May, se había olvidado por completo de ella.

- Eh... Ella es May Valentaine, una amiga mía de hace mucho tiempo. Trabaja en el estudio de al lado del mío como modelo.

- ¡Ah! Mucho gusto, me llamo Hikari Wheeler, pero puedes llamarme Kari - dijo la pequeña con toda la alegría que la caracterizaba.

- Wheeler... - repitió May mirando al rubio con una ceja levantada y una sonrisa - Me parece que tienes mucho que contarme ¿no tigre?

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Kaiba cerró el archivo y dejó caer la cabeza hacia atrás consiguiendo un crujido por parte de su adolorido cuello. Cuando demonios acabaría aquello... era interminable. Se levantó y se acercó hacía la mesita baja en la que su secretaria le había dejado una taza de café... que en aquellos momentos estaba totalmente helado.

La llamó por el interfono y le pidió que le trajera otra taza. En menos de 3 segundos la tenía allí con una humeante taza de café y unos sándwich.

- Gracias Hana - dijo distraídamente frotándose los ojos. La muchacha sonrió para si. El jefe debía estar muy cansado para mostrarse así ante ella. Entonces recordó algo y armándose de valor empezó a hablar.

- Jin y Votca pasaron un informe hace un rato - dijo despacio. Seto dejó el café sobre la mesa sin siquiera probarlo y la fulminó con la mirada.

- ¿Por qué no me lo dijo antes?

- Me ordenó que no le molestara por nada - dijo ella intentando no temblar demasiado (y casi consiguiéndolo). En los años que llevaba como secretaria del CEO había podido apreciar los cambios que sufría su carácter. Ya no era tan frío, agresivo y déspota como cuando lo conoció, era más controlado, pero ese carácter de demonio no desaparecería nunca. Y cuando salía a flote...

Seto la despidió con un gruñido y rápidamente se puso en contacto con los guardaespaldas que cuidaban de su pequeña cachorro. Los había puesto a cuidarla, poco después de aquel maldito secuestro. No estaba dispuesto a pasar por otro susto semejante. También había intentado ponerle guardaespaldas a Joey, pero este se había tomado tan mal la proposición que había desistido.

Apenas un toque y le cogieron el teléfono.

- Diga Señor Kaiba.

- ¿Qué ha ocurrido? - preguntó directamente.

- No se preocupe, ya está todo solucionado. Un pequeño incidente en el colegio esta mañana. El señor Wheeler se hizo cargo...

- ¿Por qué no avisasteis antes?

- El señor Wheeler dijo que no era necesario... - dijo un tanto incómodo ante la molestia de su jefe. Rápidamente explicó las peripecias de Kari y Mamoru en el sótano del colegio y como los habían "rescatado" y llevado a dirección.

- Tsk... sigan en sus puestos - y sin más colgó.

Se dejó caer pesadamente en su silla y se frotó los ojos. Joey era un terco... y tonto por pensar que no se enteraría de esto. Ese maldito mocoso... por su cabeza no cruzaba idea buena. No entendía como Joey le permitía a Kari acercarse a aquel demonio... En fin, ya aclararía las cosas en llegar a casa.

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- En resumen... te sacaste el titulo de gráficas, viajaste por medio mundo, tuviste una hija y te emparejaste con nada más y nada menos que con el codiciado Seto Kaiba... han sido unos años bien vividos.

- Dicho así en vez de 6 años parecen 60 - sonrió el rubio mientras sorbía su café. Acurrufó la nariz y le puso otro sobre de azúcar -, pero si, es un resumen bastante exacto de mi vida.

Ambos rubios se encontraban en una cafetería almorzando. May había escuchado atentamente el relato del chico con mucho interés. Y ella que pensaba que tenía mucho que contar. Kari no había durado mucho rato sentada tras terminar de comer y se había ido derecha a las maquinas de juegos del local.

- Kari, fíjate en las luces rojas - le dijo Joey a su hija mientras la pequeña se dedicaba a golpear con un mazo de goma a los marcianitos que asomaban la cabeza de su cráter.

- ¡Siii! - canturreó acertando de lleno al siguiente extraterrestre.

- Lo que sigo sin comprender es como acabaste con Kaiba... - dijo la rubia sin apartar los ojos de la niña - Se que a ti te gustaba, pero no imaginé que fuera reciproco...

- Pues lo era - sonrió Joey -, pero Seto es un verdadero maestro en lo que a ocultar sentimientos se refiere.

- ¿No dijo nada con respecto a Kari?

- Fue por ella que nos reencontramos... y de todas formas ¿Que iba a decir?

May sonrió, ella fue la primera en darse cuenta de lo que en realidad habitaba en el corazón del rubio por cierto empresario. No le importó no ser ella la persona que hacía brillar con emoción aquellos ojos castaños, pero temía que el corazón de Joey se rompiera. Por suerte y a juzgar por lo que tenía delante, sus temores no se habían hecho realidad.

- ¡Papá! ¡Papá! - llamó Kari mientras se acercaba corriendo con un gran panda de peluche en brazos - ¡Mira que me han dado a cambio de los puntos!

- ¿Pero cuantos puntos has conseguido? - dijo Joey más que sorprendido. En aquel lugar daban premios según el número de puntos que obtenías en los juegos, aunque solían ser bastante roñosos, todo hay que decirlo...

- Mmmh... había un 5 y siete ceros... ¿Cómo se lee eso? - preguntó la pequeña que aun se liaba con las cifras largas.

- ¿Cincuenta millones? - preguntó Joey con una ceja arqueada.

- Pues eso... ¡A que es bonito! - sonrió la pequeña achuchando el peluche.

- Definitivamente es idéntica a ti - río May -, hasta tiene tu suerte.

- Eso también lo dice Seto - contestó la pequeña estirando la mano para poder coger el zumo que le quedaba - ¿Cenará con nosotros esta noche?

- No lo sé. Ya sabes que tiene mucho trabajo - dijo Joey sentándola en su regazo. Aunque para May no pasó inadvertida la leve sombra en sus ojos.

- Recuerdo que aun en el instituto siempre estaba pegado a su ordenador trabajando.

- En eso es igual ahora - aseguró Joey.

- Y también lo que se enfadaba cuando lo interrumpían... sobre todo si era alguien de la cuadrilla - los dos adultos rieron, pero Kari frunció el ceño.

- Papá ¿Estáis enfadados Seto y tú porque le interrumpiste?

- ¿Estáis enfadados? - preguntó May alzando una ceja. Antes de que Joey pudiera negras Kari saltó.

- Sí, ni siquiera se hablan... y papá duerme en su estudio...

- ¡Kari! - saltó Joey más que colorado - no necesita tantos detalles...

- Ah, pero ya sabes que adoro los detalles - dijo May con sonrisa inocente (o al menos esa era su intención) -. Por cierto has dicho que Tristán trabaja en la comisaría de aquí ¿cierto?

- Sí, lo trasladaron de Osaka hace seis meses...

- Y Yugi y Yami también están en la ciudad...

- ¿En que estás pensando May? - preguntó Joey con sospecha.
La rubia se limitó a sonreír.

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Seto Kaiba bajó de la limusina y fue hacia la entrada principal de la mansión. Por primera vez desde que aquella locura había comenzado, había conseguido terminar antes  de la hora de cenar. Hoy por fin podría pasar una tranquila velada con su hermano y sus cachorros. Y con algo de suerte, podría hacer las paces con su rubio.

El mayordomo le abrió y tras una reverencia cogió su abrigo y su cartera para guardarlos. No necesitó preguntar por el resto de los habitantes de la casa. La escandalosa risa de Kari le indicaba que estaban en la sala.

Se acercó hasta allí y los vio sentados en la alfombra, entre ellos la versión junior del juego de dados Monstruos del Calabozo.

- ¡Te gané, te gané, te gané! - canturreaba la niña mientras en el tablero una pequeña figurilla en forma de bailarina daba vueltas mientras los monstruos de Mokuba estaban volcados.

- Me he dejado ganar - saltó Mokuba enfurruñado.

- ¡Ja! Y yo me lo creo... - sonrió la pequeña cruzándose de brazos con pose orgullosa al más puro estilo Kaiba.

- Venga no seas tan cruel con tu tío - dijo Mokuba.

- Pues no tengas tan mal perder... - dijo Seto que había observado la escena desde el marco de la puerta.

- ¡Setoooo! - gritó la pequeña lanzándose en sus brazos - Creía que no vendrías a cenar.

- Conseguí un hueco - le dio un beso en la frente - ¿Y tu padre?

- Se fue de reunión de ladrilla - dijo sencillamente. Kaiba enarcó una ceja.

- Reunión de cuadrilla - corrigió Mokuba volviendo a cerrar los monstruos en sus dados.

- Creía que solo lo hacían a principios de mes - dijo Seto aflojándose la corbata y sentándose en el sofá.

Yugi insistía en reunir a la vieja pandilla al menos una vez al mes. Bueno a casi toda, porque Tea se había ido al extranjero de manera definitiva por su carrera de bailarina, Duke estaba de aquí para allá dividido entre su empresa y sus amantes, Tristán estaba atado por su cambiante horario de policía, Serenity se pasaba la mayor parte del año en Italia con su novio y de Bakura y Marik hacía siglos que no sabía nada. Muchas veces las reuniones se conformaban por Yugi, Yami, Joey y Mokuba. A veces él se unía a las reuniones, aunque sin mucho entusiasmo.

- Pero es que tenían que celebrar - explicó la niña volviendo a mezclar los dados para volver a jugar.

- ¿Celebrar?

- Sí, una amiga de papá está en la ciudad por un mes y quería saludar a todos. Es una chica muy guapa y simpática - sonrió cándidamente sin saber lo que esa frase causaría en el CEO.

El CEO miró a su hermano menor directamente como pidiendo (más bien exigiendo) una explicación. Mokuba se limitó a decir distraídamente.

- Tú también la conoces ¿o ya no recuerdas a May Valentaine? - el fulgor asesino en los ojos del mayor le indicó que si la recordaba.

- ¿Qué hace en Dominó? - preguntó intentando no sonar molesto y casi lográndolo.

- Trabaja de modelo para la misma editorial que papá.

- ¿Joey fotografía modelos ahora? - dijo con mirada sombría.

- No, a May le hacen las fotos en el estudio de al lado... ¿Otra partida tío Mokuba?

- Llevamos toda la tarde jugando a esto ¿no podemos cambiar de juego?

- No, tengo que practicar o nunca podré ganar a Mamoru - dijo con mirada decidida. Eso hizo reaccionar a Seto.

- Por cierto Kari ¿Que es eso de que ahora te dedicas a deambular por el sótano del colegio con Mamoru?

La niña se limitó a reír nerviosamente como lo hacía Joey cuando le pillaban en alguna trastada.

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La siguiente semana no fue muy buena para el CEO. La compañía estadounidense seguía dando la lata poniendo trabas en el proceso legal ahora que empezaba a quedar clara la inocencia de Kaiba Corp. en todo el asunto. Y por otro lado estaba aquella rubia que parecía acaparar todo el tiempo libre de su cachorro.

Con la excusa de que solo estaría un par de semanas más en la ciudad, conseguía que Joey y el resto de la cuadrilla (aunque principalmente el rubio) pasara tiempo con ella. Además de que muchas veces se llevaban a Kari al parque o a tomar un helado, con lo cual la pequeña enseguida le tomó cariño a la rubia.

Seto sabía todo esto por sus guardaespaldas. Cada informe que le pasaban era como un puñal en su corazón ¿Qué demonios pretendía aquella ahora? Sabía de sobras que Joey estaba con él, que era SUYO y nunca permitiría que nadie se lo quitara. Los celos lo carcomían por dentro, consumiéndole el alma lentamente. La situación se volvía insostenible. Su cabeza no hacía más que dar vueltas a lo mismo, hasta tal punto que pensaba que se volvería loco.

Un sábado por la mañana por fin consiguió lo que quería: la empresa estadounidense retiró los cargos y Kaiba Corp. se vio libre de culpas jurídicas.

Rápidamente llamó al móvil de Joey con la intención de quedar para comer y celebrar la victoria con sus cachorros, pero este estaba apagado o fuera de cobertura. Después llamó a la mansión, siendo sábado de seguro se abrían levantado tarde...

Pero no. La sirvienta que atendió el teléfono le dijo que Joey y Kari habían salido y que Mokuba, tras recibir una llamada de Umi, había regresado a su piso.

Aquello plantó una sospecha en su mente ¿podría ser que...?

Pulsó el número directo de los guardaespaldas de Kari.

- ¿Sí señor?

- ¿Dónde están? - preguntó sin andarse con rodeos.

- En el parque central de Dominó, en los columpios. La señora Takagi y sus hijos también están...

- ¿Y Valantaine? - le interrumpió.

- También señor - contestó la voz de Jin intentando no sonar nervioso.

Kaiba estrelló (literalmente) el auricular del teléfono y tras coger su gabardina salió de Kaiba Corp con rumbo fijo.

Su paciencia se había acabado por completo, ahora conocería Valantaine toda la furia de Seto Kaiba.

Aparcó el coche y atravesó el enrejado que separaba la zona infantil de la calle. Había bastante gente, la mayoría padres y madres que pasaban la mañana del sábado con sus hijos en el parque. Los niños corrían arriba y debajo de los columpios, toboganes y demás bajo la atenta supervisión de sus progenitores, que permanecían sentados en las bancas cercanas.

No tardó mucho en ver a Kari y a Mamoru en lo alto del castillo de barrotes. Un poco más abajo estaba la hermana mayor del niño animándolos para ver quien llegaba antes a la torre más alta. La ganadora de la escalada fue Kari y una vez en lo alto agitó un brazo saludando.

- ¡Papá mírame!

Seto siguió la dirección en la que saludaba su ahijada y no tardó en divisar a su rubio padre sentado en una de las mesas de pícnic... con May... Aquella estampa se le antojó demasiado bucólica: el papá, la mamá y la nena en el parque...

Algo se revolvió con violencia en su interior y sin poderlo (ni quererlo) evitar, fue directo hacia la pareja, dispuesto a dejar las cosas bien claras de una vez.

- ¡Vaya! Mira quien está aquí - exclamó Valantaine al verlo acercarse. Joey se giró y lo miró sorprendido ¿Qué estaría haciendo allí Seto en vez de estar en la empresa?

- Parecéis muy entretenidos... - siseó Seto destilando veneno por cada poro de su piel. Joey enseguida sintió las señales de peligro, pero antes de poder hacer nada May le cogió una mano pidiéndole que no hiciera nada. Ese gestó aumentó el grado de celos en el empresario ¡¿Quien se creía que era para tocar a SU cachorro?!

- Algo así - dijo May con una sonrisa un tanto... malvada mientras rodeaba los hombros de Joey con un brazo. Eso fue lo que hizo explotar a Kaiba.

- Valantaine por tu propio bien, más te vale soltarlo.

- ¿Y eso por qué? - dijo con su habitual tono coqueto sacando aun más de quicio al CEO.

- En primer lugar quítale las manos de encima y en segundo no te quiero volver a ver a más de cuatro kilómetros suyo. No tienes ningún derecho ¡Yo soy su pareja, métetelo en la cabeza de una maldita vez! Y no permitiré que nadie se interponga entre nosotros. Y mucho menos tú.

- Eres un maldito engreído - le escupió May con el ceño fruncido -. Lo único que te interesa es que no te quiten algo que es de "tu propiedad", eso no es amor...

- ¡Te equivocas! ¡Quiero a Joey con toda mi alma y corazón! Lo necesito como al aire que respiro y no dudaré en hacer lo que sea para que nadie lo aleje de mi lado - se quedó callado con la respiración entrecortada y entonces recapacitó ¿En verdad había dicho todo eso en voz alta...?

Joey miró a Seto sorprendido, aquellas palabras lo habían pillado totalmente por sorpresa, aun así sonrió y abrazó a su querido moreno para regalarle un beso. En ese momento se acercaron corriendo los niños con Kari en cabeza.

- ¡Lo conseguiste May! ¡Han hecho las paces! - exclamó Kari abrazando a la rubia.

- Te lo había prometido ¿no? - contestó esta guiñándole un ojo.

Kaiba se las quedó mirando un momento mientras Joey se volvía a mirarlas.

- ¿Cómo que lo prometiste? - preguntó el rubio extrañado.

- Es largo de contar y no tengo tiempo - dijo la rubia tranquilamente cogiendo su bolso y su chaqueta -. En fin, me he divertido mucho pero tengo que irme ya ¡Chao! (corazoncito)

Y a paso rápido se alejó, la mirada de Kaiba no presagiaba nada bueno.

*+++++++++++++++++  FlashBack/end +++++++++++++++++*

Dejó caer la postal sobre la mesa y sonrió. Kari le había contado con todo lujo de detalle aquella rubia loca, que estaban peleados y entre ambas decidieron solucionarlo ¿Y que mejor forma que matándolo de celos?... ¿De donde sacarían semejante idea de bombero? Bueno tampoco podía quejarse, gracias a aquello habían hecho las paces.

Salió de la cocina esperando ver a Kari esperándolo en la puerta principal, pero no estaba allí. Escuchó su voz en el despacho y se acercó.

- Si ya está lloviendo - decía mientras hablaba por teléfono - ¿Qué si tengo...? Sí, pero ¿para que las quieres Mamoru? - sus ojos relampaguearon con emoción - ¡Por supuesto! Descuida yo los llevo ¡Hasta luego!

Y colgó el teléfono casi brincando de felicidad, aunque esta se esfumó cuando se encontró ante la fría e interrogadora mirada de Seto.

- ¿Qué estáis tramando vosotros dos? - preguntó alzando una ceja. Kari tosió y disimuladamente fue saliendo del despacho.

- Eso es Top Secret... ¡Venga que llegaremos tarde! - dijo saliendo disparada hacia el coche.

Kaiba la siguió completamente dispuesto a descubrir que retorcida idea se le había ocurrido a aquel mequetrefe ahora.


Continuará...


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