Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cachorros por Tenshi Lain

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cachorros.


By Tenshi Lain

Notas en negativo:


-Los personajes de YU-GI-OH! son propiedad de Kazuki Takashi, solo los utilizo porque ADORO el SetoXJoey.

-Esta Historia contiene Shonen Ai, si no te gusta, ya sabes donde está el botón para salir, si te gusta ¡disfrútalo!


Cap. 7

Seto estaba tecleando rápidamente en el ordenador del despacho de la mansión. Un par de hojas más y habría terminado y por fin tendría todo el fin de semana libre. Hacía siglos que no se tomaba un fin de semana libre, pero teniendo en cuenta la ocasión no iba a desaprovechar el momento.

- Joey regresaría de su viaje a Hokkaido al día siguiente. Llevaban una semana entera sin verse y había que recuperar el tiempo perdido (aunque antes de su partida ya se habían desfogado).

Llamaron a la puerta un par de veces.

- ¿Si?- preguntó sin apartar la mirada de la pantalla. La puerta se abrió y apareció el rostro de Kari.

- Hana dice que en quince minutos a comer - anunció.

- Enseguida voy.

Kari entró en el despacho y fue hasta el escritorio del CEO, apoyó los brazos en la superficie de la mesa mirando la pantalla. Le fascinaba ver como iban apareciendo las letras unas detrás de otra.

Seto sonrió al verla tan interesada en algo que ni siquiera sabía que significaba. Después de unos minutos más Seto guardó el documento y se dispuso a apagar el ordenador.

- ¡Yo lo hago! ¡Yo lo hago! - pidió Kari al ver aparecer el icono de "apagar".

Seto le cedió el ratón y la pequeña lo cogió muy emocionada. Con algo de dificultad consiguió guiar la flecha hasta el icono y tras un par de intentos fallidos acertó.

Era curioso que viviendo con un par de fanáticos de la informática como lo eran los hermanos Kaiba, Kari apenas supiera hacer un solitario. Pero la razón era simple: Para usar un ordenador hay que estar mucho rato delante de él... sentado... sin moverse... y Kari como buena hija de su padre, era incapaz de estar el suficiente tiempo quieta delante de uno para aprender algo de aquellos chismes.

Los dos salieron del despacho y fueron a la cocina. Eran pocas las ocasiones en las que se usaba el enorme comedor de la casa, además y como decía Joey: comer en la cocina es más familiar y hogareño.

Al entrar encontraron a Hana acabando de poner la mesa. Les sonrió cuando se sentaron.

- La comida estará enseguida.

- ¡Si! - dijo alegremente Kari. Seto se fijó en que sus ojos se dirigían hacia el horno en donde algo se estaba horneando.

- ¿Qué es? - preguntó imaginando la respuesta.

- Bizcocho de chocolate - dijo Kari emocionada - como papá llega mañana... es para darle la bienvenida.

- Al menos esta vez la cocina no ha acabado cubierta de harina - dijo Seto. Hana sonrió disimuladamente mientras Kari sacaba la lengua enfadada.

- Aquello fue un accidente - se defendió la pequeña - ¿y a que hora llegará mañana?

- Por la mañana.

- ¿Pero no dijo a que hora exactamente?

- Pues... -  empezó a decir el CEO.

- Nunca se sabe si los horarios se cumplirán, así que ¿para que dar una hora que puede ser errónea? - le cortó una voz desde la puerta de la cocina. Los dos se volvieron sorprendidos y una gran sonrisa se dibujó en el rostro de la niña mientras se levantaba y corría a abrazar al recién llegado.

- ¡Hola! Bienvenido a casa, papá - exclamó la pequeña mientras su padre la alzaba en volandas.

- ¡Vaya! estás más grande que la última vez ¿qué te dan de comer? - dijo Joey mientras la hacía dar vueltas en el aire y la pequeña reía. Volvió a dejarla en el suelo y dirigió su mirada hacia el joven que no les quitaba la vista de encima. Le sonrió dulcemente - Hola Seto, ya he llegado.

- Bienvenido a casa cachorro - dijo perdiéndose en la mirada del rubio muchacho al que hacía tanto tiempo le había entregado su corazón.

- ¿Qué tal el viaje? ¿Cómo es Hokkaido? ¿Has hecho muchas fotos?

- Una pregunta tras otra terremoto - le dijo con cariño revolviéndole la cabellera. La pequeña rió alegremente -. Además ¿por qué no eres sincera?

- Lo soy - dijo con voz cándida.

- Entonces pregúntame lo que tanto te interesa de una vez... - la pequeña solo sonrió con vergüenza, retorciéndose las manitas. Joey finalmente sonrió y le dijo - Te he traído un regalo y está en la maleta azul.

- ¿Puedo? - preguntó muy entusiasmada y ante la afirmación de su progenitor, salió corriendo hacia la habitación de su padre en la que de seguro encontraría las maletas y el preciado regalo.

Subió presurosa las escaleras hasta el piso superior y atravesó como una exhalación el pasillo. Abrió la puerta del dormitorio de su padre, que quedaba justo al lado del de Seto, y a los pies de la cama encontró los bultos. Se arrodilló ante la susodicha maleta y la abrió. En su interior, junto con la ropa de su padre, encontró un paquete envuelto en un bonito papel de colores con su nombre escrito en una tarjeta.

- ¿A que esperas? - al darse la vuelta vio a su padre y a Seto en el umbral de la puerta observándola.

No necesitó que se lo dijeran dos veces. Arrancó el papel dejando los trozos esparcidos por el suelo enmoquetado, sin embargo solo descubrió otro papel diferente. Lo despedazó con nervios para encontrar... otro papel. Suspiró mirando a su padre con el ceño fruncido, pero este se limitó a dedicarle una sonrisa juguetona, la que ponía cuando gastaba una broma. Se decidió y desprendió la capa de papel que parecía ser la última. Ahogó un grito al descubrir un suave muñeco de peluche en el interior del envoltorio. Era un precioso perrito completamente negro y peludito.

- ¡Kawaiii! - exclamó abrazando su nuevo juguete.

- Entonces te gusta ¿no? - preguntó Joey sonriendo.

- Me encanta. Muchas gracias - dijo dándole un abrazo a su padre.

Seto se limitaba a observar la tierna escena con el corazón lleno de gozo. Era feliz viéndolos sonreír, su dicha era contagiosa.

Aquella era su familia. Las personas a las que más quería. Por supuesto, también estaba su hermano, pero este ya era todo un hombre que había empezado a independizarse. Actualmente Mokuba estudiaba en la universidad y la última vez que había estado en casa, había ido acompañado por una joven que estudiaba ciencias. Una chica muy simpática y muy al gusto de Mokuba.

Que rápido pasaba el tiempo a los ojos del CEO.

.-.

Después de comer, se sentaron en el salón ante la chimenea charlando sobre lo que habían estado haciendo aquellos días. Joey habló sobre su trabajo en Hokkaido. Seto escuchaba en silencio las aventuras de Joey en el norte del país.

Joey estaba reconocido como uno de los mejores fotógrafos de Japón y ahora su nombre empezaba a sonar también en el extranjero. Definitivamente el rubio había nacido para aquel trabajo, le encantaba viajar y ver cosas nuevas. Pero aquello también tenía un aspecto negativo: tener que separarse de su pequeña.

A veces si podía llevársela con él, pero no siempre era posible. Muchas veces tenía que separarse de ella por varios días o incluso semanas. Sabía que la dejaba en buenas manos, pero la extrañaba horrores. A ella y a Seto, que se había convertido en alguien de suma importancia en su vida desde hacia mucho ¿cuánto tiempo exactamente? No estaba seguro, nunca llegó a descubrir en que momento cruzó la línea que separaba el odio y la rivalidad del amor. Pero lo agradecía desde el fondo de su corazón.

- Ya es muy tarde - dijo Joey mirando el reloj. Este marcaba casi las doce de la noche.

- Mañana es sábado - argumentó la pequeña alzando su nuevo juguete en alto.

- Pero es casi media noche... - dijo con fingido tono lúgubre.

- No me dan miedo las brujas - contestó la chica con la misma mirada retadora de su padre.

- ¿Quién hablaba de brujas?

Y dicho esto se lanzó en un devastador ataque de cosquillas. Las escandalosas carcajadas resonaban en el salón. Al cabo de unos minutos...

- No... jaja... ya... me... jajaja... me rindo - dijo la pequeña.

- Pues a dormir - sentenció Joey arrodillándose en el suelo.

- Cuéntame una historia.

- Pero solo una...

- Vaaleee... - canturreó. Se acercó al moreno y le dio un abrazo y un beso en la mejilla - Buenas noches Seto.

- Hasta mañana Kari - se despidió el CEO.

- Iré en un momento - guiñó Joey coquetamente mientras salía de la habitación con su hija de la mano.

Los dos rubios subieron las escaleras y entraron en la habitación de la pequeña. Después de que se pusiera el pijama y se metiera en la cama, Joey se sentó a su lado.

- ¿Qué quieres oír?

- La historia del beso de hada - dijo señalándose el hombro izquierdo. En aquel punto, la pequeña tenía una diminuta marca de nacimiento en forma de cereza sin rabito o de besito de hada como decía Joey.

- Vale - dijo Joey recostándose al lado de la pequeña en la cama -. Cuando naciste, todo el mundo decían que eras la niña más bonita que nunca hubieran visto. Tenías el pelo tan cortito y rubio que casi parecía transparente. Ya naciste con los ojos bien abiertos, para no perderte detalle del mundo. Casi no llorabas y no extrañabas que te cogieran en brazos. Una noche, la ventana se quedó abierta y una pequeña hada que pasaba por allí te vio. También pensó que eras preciosa y decidió darte un presente: un besito de hada. Como sabes las hadas son criaturas mágicas y en quien dejan su beso, dejan un conjuro.

- ¿Cual? - preguntó medio adormilada.

- Un conjuro de protección para que no les pase nada malo y tengan buena suerte. Pero eso no quiere decir que no tengamos que esforzarnos y tener cuidado.

- Me gustan tus historias - murmuró con los ojos cerrados antes de dormirse.

Joey se levantó la tapó bien y le dio un beso en la frente. Observó una vez más la pequeña marca en forma de cereza en su hombro y salió del cuarto.

- Desde luego tienes imaginación - dijo una voz a su espalda mientras cerraba con cuidado.

- Lo dices como si fuera algo malo - repuso Joey volviéndose a mirarlo.

- No digo que sea malo, pero ¿no crees que ya es muy mayor para que siga creyendo en hadas y duendes?

- ¿También quieres que le diga que papá Noel no existe? - sugirió arqueando una ceja - Seto, solo tiene siete años. Deja que disfrute de la magia de creer en lo imposible - puso sus manos en su cintura y lo besó dulcemente -. Deja que ella sueñe lo que nosotros no pudimos...

Sonrió ante el comentario. Sabía a que se refería, pero su mente racional seguía resistiéndose a aceptar aquella idea por completo. Joey le sonrió con picardía y cogiéndole de la mano se lo llevó hacia su habitación.

La ropa fue quedando tirada por el camino desde la puerta hasta al cama en la que ambos amantes se dejaron envolver por la pasión y el reencuentro. Cayendo en las redes de aquel juego que tan bien conocían y que tantas veces habían compartido. Recorriendo las sendas invisibles de aquellos cuerpos que estaban gravadas a fuego en sus mentes. Desplegando toda la gama de sentimientos que ambos compartían y que hacían palpitar con fuerza aquel par de corazones enamorados.

Tiempo después, los dos descansaban uno en brazos del otro, con el sentimiento de plena satisfacción. Seto pasaba distraídamente los dedos por la espalda del rubio mientras este permanecía con la cabeza sobre su pecho y los ojos cerrados, pero sin estar dormido. Disfrutando la caricia.

Sus ojos azules vagaban por aquella espalda, fijándose en cada curva, en cada sombra, en cada cicatriz... llegó hasta una pequeña mancha en su omoplato y trazó un círculo invisible a su alrededor. Joey río.

- No hagas eso - murmuró divertido.

- ¿Por qué no?

- Me haces cosquillas - repuso.

- ¿Esto también es un beso de hada?

- Si lo fuera, no funciona muy bien - dijo con un pequeño toque sombrío.

- Y yo que pensaba que era un antojo... - repuso dándole un leve mordisco.

- En realidad lo es... creo recordar que mi madre dijo que fue una vez que quiso palomitas de maíz con miel a las cuatro y media de la mañana...

- Y la madre de Kari quería cerezas... - dijo lentamente observando la reacción de Joey. Pero este se limitó a quedarse callado unos minutos.

- Tal vez... - dijo al final separando la cabeza del cálido pecho de Seto y recostándose en la almohada de cara a él -. No hablemos de eso.

- Nunca lo hacemos - contestó y antes de que pudiera reprocharle nada, lo besó. Al separarse pasó un brazo por la cintura del rubio y cerró los ojos.

A los pocos minutos, la respiración acompasada de Joey le indicó al moreno que ya dormía. Al fin y al cabo había tenido una semana muy ajetreada, necesitaba descansar.

Le observó en silencio largo tiempo. Su cabello rubio caía desordenado sobre su frente, tan rebelde como siempre, como lo era él... acarició el puente de su nariz con un dedo. El rubio remugó algo en sueños y se dio la vuelta quedando boca abajo con el rostro escondido en la almohada. Kaiba volvió a mirar aquel antojo en forma de palomita de maíz.

Se puso boca arriba y suspiró. Joey nunca hablaba de la madre de la pequeña. Nunca se había visto forzado a darle explicaciones a Kari, porque la niña no preguntaba por ella. Era curioso que no lo hubiera hecho todavía... tal vez cuando fuera más mayor se preguntaría por que ella no tenía mamá... y también por que su papá vivía con otro hombre. No serían preguntas fáciles de responder, pero tarde o temprano habría que hacerlo. "Cuanto más tarde mejor" solía decir Joey cuando se lo comentaba. Pero las cosas no eran así de simples...

Bostezó, los ojos ya se le hacían pesados. Tal vez cuando Kari preguntara, él podría enterarse por fin de su misteriosa maternidad. Sonrió con algo de sorna, por lo general era la paternidad lo que se desconocía o dudaba...

Y con estos pensamientos rodando por su mente, se quedó dormido a la vez que Joey se daba la vuelta y lo abrazaba.

Algún día lo sabría.


Continuará...


Ok, atención a todos las/os lectoras/es.

Hasta aquí llega la primera parte del fic, que digamos que abarca la infancia de Kari y la consolidación de la relación de Seto y Joey. A partir del próximo capítulo no haban tantos Flashbacks, que espero que no os hayan liado mucho, intenté hacerlos lo más marcados posibles.

También he de decir que a partir de ahora la historia tendrá un cierto toque Angst que en lo personal me encanta XD

Ja ne!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).