Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cachorros por Tenshi Lain

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cachorros.

By Tenshi Lain

Notas en negativo:

-Los personajes de YU-GI-OH! son propiedad de Kazuki Takashi, solo los utilizo porque ADORO el SetoXJoey.

-Esta Historia contiene Shonen Ai, si no te gusta, ya sabes donde está el botón para salir, si te gusta ¡disfrútalo!


Cap. 8

El cálido sol de verano brillaba en todo su esplendor en lo alto del cielo, ligeras nubes se mecían perezosamente al ritmo impuesto por la fresca brisa marina.

En aquella pequeña cala de arena blanca, había una elegante y moderna casa de madera blanca con el tejado verde y un gran porche encarado al mar. Ante ella un grupo de niños jugaba alegremente. Formaban un corro en torno a una niña que llevaba los ojos vendados. Le dieron tres vueltas sobre si misma y luego la soltaron. La chiquilla estiraba los brazos intentando atrapar a alguno. Los otros niños se limitaban a reír intentando no hacer mucho ruido mientras giraban a su alrededor. Finalmente cogió a un chico por la camisa y el corro dejó de girar. Todos observaban, para ver si era capaz de identificar a su compañero.

El chico se quitó las gafas, para que no le reconociera tan fácilmente. Palpó su cara, más bien fina, la nariz algo respingona, las cejas finas. No llevaba  flequillo y su cabello era corto y erizado. Bajó hasta sus orejas y notó que la derecha era ligeramente puntiaguda en la parte de arriba.

- Eres Mamoru - dijo finalmente la chica.

- ¡Acertaste! - corearon todos.

- Ahora tu haces de gallinita ciega - dijo la chica quitándose la venda y cediéndosela a su mejor amigo.

- Vale... - dijo algo desanimado. No le gustaba esa parte del juego.

- ¡Chicos, a comer! - llamó una voz desde la casa. Todos los niños corrieron hacia ella riendo.

- Te has librado ¿eh? - dijo con picardía la chica, sabía lo mucho que Mamoru odiaba ser la gallinita.

- Pues sí - contestó sin ocultar su alegría -. Ah, espera que me ate la zapatilla...

Llegaron después de todos al porche y entraron al comedor por la gran puerta acristalada. Un gran "PUM" estalló nada más entrar y les cayeron encima serpentinas y confeti de colores. Todos corearon a la vez.

- ¡Feliz cumpleaños Kari!

La chica sonrió y miró a su alrededor. La mesa estaba llena de todo tipo de cosos ricas: papas, ganchitos, cacahuetes, montaditos y refrescos de todo tipo, gominolas con formas diferentes, caramelos... y todo cuanto se puede encontrar en una mesa la tarde de un cumpleaños. Al fondo del comedor había una pancarta que rezaba "¡FELIZ 12º CUMPLEAÑOS, KARI!" y a un lado había un mini dragón blanco y en el otro un mini dragón negro dibujados.

La niña sintió algo en su cabeza y al girarse vio a su padre poniéndole una corona de papel plateado en la cabeza.

- ¿Qué te parece peque? - le preguntó el hombre rubio con una gran sonrisa.

- ¡Es genial! Gracias papá - y le dio un fuerte abrazo.

- Me alegro ¡Venga! - dijo refiriéndose a todos - Nada de vergüenza, quiero ver los platos limpios.

Los chicos obedecieron y empezaron a devorar la comida que tenían delante. Kari y Mamoru se sentaron entre una chica de cabello violeta y otra castaña. Joey los observaba sin perder la sonrisa. Había sido una buena idea celebrar el cumpleaños en la casa de la playa. Así los niños podían correr y jugar a sus anchas sin molestar a nadie. Habían llegado a media mañana y hasta el mediodía habían estado nadando en el mar, mientras él y Hana preparaban la comida. Después habían hecho un gincana por la casa, por parejas habían ido resolviendo los acertijos y encontrando las pistas, el primero en resolver todos los enigmas se había llevado una gran bolsa de chuchurías con todo tipo de juguetes: muñequitos en miniatura de los monstruos del juego de duelo, gafas de ojos saltones, pegatinas, matasuegras, etc. Para los demás habían bolsas más pequeñas pero igualmente bien surtidas. Después, cuando el sol ya no picaba tanto, habían vuelto a la playa a jugar hasta la hora de merendar.

Joey se había divertido tanto como ellos. Lo había organizado todo con la ayuda de Mokuba el día anterior y no sabía que había sido más divertido, si prepararlo o ver a los niños resolviéndolo.

Miró con disimulo el reloj de la pared y frunció el ceño ya casi era al hora ¿Dónde se había metido?

- ¿Pasa algo? - preguntó Kari al ver al expresión seria en el rostro de su padre.

- Nada - dijo sonriéndole - ¡Hey! voy a sacar unas fotos más ¿vale?

- ¡Si! - corearon todo mientras se levantaban e iban a colocarse al lado de Kari.

Joey sacó su cámara y enfocó a la cuadrilla. Todos eran compañeros de Kari desde primaria e incluso algunos desde preescolar y ahora todos iban a empezar la secundaria baja. Eran buenos chicos, algunos más revoltosos que otros, como era el caso de Mamoru, pero así son los niños. Sonrió para si mismo al ver como su hija pasaba un brazo por los hombros de su amiga Chiho y Mamuro, el chico se había sonrojado ligeramente.

- ¡Venga decid todos: Whisky!

- ¡Whisky! - corearon mientras se disparaba el flash.

- ¿No son muy pequeños para beber alcohol? - dijo una voz desde la puerta. Todos los niños se volvieron a mirar y vieron a un joven de unos 25 años cargado con un gran paquete en papel de colores.

- ¡Tío Mokuba! - saludó Kari con una gran sonrisa mientras iba hacia él y lo abrazaba - Ya pensaba que no te vería hoy.

- Te dije que vendría en cuanto resolviera ese problema ¿no?

- ¿Ha venido contigo? - preguntó Joey en voz baja mientras Kari llevaba el paquete a una mesa en la que estaban los demás regalos. Todos comentaban lo grande que era y que podía ser.

- Si, está en la cocina con Hana - respondió el moreno, mientras se hacía bien la coleta en la que llevaba recogida su larga melena azabache.

- Voy a ver - dijo dirigiéndose a la puerta -. Te dejo encargado. Que no abran aun los regalos.

- Vale - dijo Mokuba atrayendo la atención de todos, para que dejaran los paquetes.

Joey caminó por el pasillo hasta la cocina y entró. Dentro vio a la amable cocinera dejando sobre la banca platos y cucharas. Sonrió al ver al rubio, pero este le hizo un gesto para que no dijera nada. Se acercó despacio al otro individuo que había en el lugar, un hombre alto, de porte regio y cabellera castaña pulcramente peinada y le susurró al oído.

- Llegas tarde - el moreno dio un pequeño respingo seguido de un escalofrío.

- Había mucho tráfico - contestó volviéndose para mirarlo a los ojos. Joey se perdió en aquella mirada del color de los más puros zafiros y ni se dio cuenta en que momento el moreno se le acercó tanto para besarlo. Al separarse Joey sonrió y miró detrás del más alto.

- ¿Lo has traído?

- Si no, no estaría aquí - dijo el moreno destapando la caja de pastelería que tenía sobre la banca de la cocina. Dentro había una gran tarta de cumpleaños de chocolate y nata, finamente decorada.

- Preciosa - dijo Joey con admiración, la pastelería Tirol, era la mejor de toda la región, si no de todo el país.

Hana puso la tarta en una bandeja y le puso las velas con forma de 12. Joey la cogió con cuidado y Seto le abrió la puerta para que pudiera pasar. Hana iba cerrando la comitiva con los platos y cubiertos. Seto se asomó al comedor y vio como Mokuba entretenía a los niños con un truco de manos y una baraja de cartas. Al ver al mayor, le hizo un leve gesto de asentimiento. Seto apagó las luces, los niños se volvieron sorprendidos y Joey entró con el pastel cantando cumpleaños feliz. Todos se unieron al coro mientras Joey dejaba la tarta sobre la mesa ante Kari. Se apresuró a coger su cámara y sacar algunas fotos. Al acabar la canción Kari sopló con los ojos cerrados mientras todos aplaudían.

- ¿Qué has pedido? - preguntó una niña que llevaba coletas.

- Eso no se dice Chise - le recordó un chico de cabellos verdosos.

- Vale, vale.

Hana empezó a cortar el pastel, después de que Joey sacara una foto en la que se veía a Kari dando el primer corte y después a todos los niños con nata en la punta de la nariz. Todos reían, bromeaban y parloteaban. Joey seguía sacando fotos, entre bocado y bocado a su trozo de pastel. Entonces vio como Kari se frotaba los ojos con insistencia.

- ¿Te vuelve a doler? - preguntó apartándole las manos de la cara y examinando el inflamado ojo.

- Solo un poco.

- El lunes volveremos a ir al médico.

- No, al médico no. No me gusta...

- Pero tenemos que descubrir que provoca esas migrañas - insistió Joey con tono serio.

- Bueno... pero como me pongan gafas me enfado contigo - le advirtió.

- ¿Qué tienen de malo las gafas? - dijo Mamoru con la cara sucia de chocolate y el ceño fruncido - Yo las llevo desde hace cuatro años y no se me han comido los ojos ni nada.

- Pero a ti te quedan bien, estás guapo con ellas - dijo Kari con sinceridad e inocencia,  Mamoru se sonrojó hasta la raíz del cabello -, yo una vez me probé las de Seto y no me quedaban nada bien.

- Pero hay muchas clases de gafas - intervino Atsume en la conversación -. Mi madre trabaja en una óptica y dice que para que las gafas te sienten bien, tienes que tener en cuenta la forma de tu cara.

- ¿Ah si? - preguntó Kari interesada - ¿Y que forma tiene mi cara?

- Es redondeada...

- ¿Y la mía? - dijo otra chica entusiasmada. Atsume estuvo el resto de la tarde diciendo que tipo de gafas les sentarían mejor a cada uno.

.-.

Ya eran casi las ocho cuando los niños se subieron en la camioneta, que Joey conducía para volver a casa.

- ¡Adiós Kari! - decían saludando por la ventanilla.

- Nos veremos el lunes en el cole.

- Buenas noches.

- ¡Adiós chicos, gracias por venir! - se despidió ella desde la puerta saludando con la mano.

En cuanto la furgoneta desapareció por la carretera, Kari entró en la casa tarareando alegremente. Al llegar al salón encontró a Hana y a Mokuba recogiendo. Se acercó y fue metiendo en la bolsa de basura los restos de bocadillos mordisqueados y los envoltorios de los regalos. Miró de reojo la mesa que había junto a la pared con todos sus regalos ya desenvueltos. Había un montón de cosas. Libros, juegos de mesa, cajas de pinturas y cuadernos, peluches, ropa, un despertador con forma de sol, una colcha de cama con un precioso estampado de lunas, soles y estrellas (Kari adoraba ese estampado)... y una preciosa pulsera de plata de parte de Mamoru.

Aun la llevaba puesta. La miró con una sonrisa. Aquel era el primer regalo de persona mayor que le hacían. Era finita y los eslabones tenían entrelazados estrellitas y lunas. Seguramente la había escogido con la ayuda de su hermana mayor Momoko, ella tenía muy buen gusto para estas cosas. Aunque no pudo evitar acentuar su sonrisa al recordar lo mucho que se había sonrojado cuando le dio un beso en la mejilla en señal de gracias. Eso la tenía mosqueada. De un tiempo a esta parte, Mamoru se sonrojaba por cualquier cosa que le dijera... ¿por qué sería?

- ¿Qué te hace tanta gracia? - preguntó alguien a su espalda. Al volverse se encontró con Seto.

- Nada - dijo echándole una última mirada a su pulsera. Al volver a mirar al CEO vio que tenía el ceño fruncido y recordó que él también hacia eso muy a menudo últimamente - ¿y a ti qué te pasa?

- Nada.

- ¿Y por qué pones esa cara de enfado? - insistió.

- No estoy enfadado.

- Está celoso - dijo Mokuba mientras cerraba la bolsa de basura.

- ¿De que? - preguntó con curiosidad la niña.

- De que empieces a mirar a otros hombres - rió burlonamente el menor de los Kaiba. Seto le dedicó una mirada de reproche.

- ¿Qué hombres? Solo estabais vosotros dos y papá en la fiesta - dijo confundida.

- No le hagas caso a Mokuba. Hoy tiene la vena bromista hinchada - dijo mirando a su hermano con el cejo fruncido, este se limitó a sonreír. Kari rió ante el intercambio de miradas. Pero de pronto todo se puso borroso y las piernas le fallaron quedando sentada en el suelo.

- ¡Kari! - llamaron los dos hermanos al verla caer a plomo en el suelo.

- Estoy bien - musitó, pero sus ojos estaban desenfocados y no parecía tener muy claro con quien hablaba.

- ¿Puedes levantarte? - preguntó Mokuba. La pequeña lo intentó, pero no pudo. Seto la cogió en brazos y la sentó en el sofá de la sala contigua. Hana que había ido a la cocina regresó con un baso de agua y se lo dio a la niña.

- Ya estoy mejor - dijo la niña.

- Es la segunda vez en un mes - dijo Seto terriblemente serio. La preocupación empezaba a ser demasiada.

- Papá dijo que iríamos al médico el lunes - informó Kari, recostándose en el sofá. Se sentía tan cansada.

.-.

Cuando Joey regresó, después de haber dejado a todos los niños en sus casas, se encontró con que Kari ya estaba acostada desde hacia rato. Seto le contó que había vuelto a desvanecerse.

Joey entró a la habitación de la pequeña y se la quedó mirando mientras dormía. Algo iba mal, lo sabía. Siempre había sido muy intuitivo y casi siempre acertaba (para bien o para mal). Aunque deseaba equivocarse en esos momentos.

Le dio un beso en la frente y le retiró el cabello de la cara. Lo tenía bastante largo, por debajo de los hombros, liso y suave como el suyo. Había crecido sana y fuerte, era activa, simpática, amigable y un poco alocada. Desbordaba energía, pero... ¿Qué causaba aquellos repentinos malestares?

Era la tercera vez que ocurría, la primera, había sido durante una clase de gimnasia. La profesora había pensado que se trataba de una bajada de tensión y ya no le dio más importancia. La segunda había sido un día que fueron a ver a Seto en la oficina. La pareja estaba hablando mientras Kari fisgoneaba una de las maquetas de los nuevos diseños de juegos que habían en la sala y cayó al suelo redonda.

No sabía que le estaba pasando a su pequeña, pero no pararía hasta descubrirlo. Como que se llamaba Joseph Wheeler que lo averiguaría.


Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).