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Cachorros por Tenshi Lain

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Notas del capitulo: Esta semana solo subo uno para mantener la intriga de la trama. Lo sé, soy malvada, pero así me quieren XP

Cachorros.

By Tenshi Lain


Notas en negativo:


-Los personajes de YU-GI-OH! son propiedad de Kazuki Takashi, solo los utilizo porque ADORO el SetoXJoey.

-Esta Historia contiene Shonen Ai, si no te gusta, ya sabes donde está el botón para salir, si te gusta ¡disfrútalo!


Cap. 9

Caminaba de un lado a otro como si fuera una fiera enjaulada, parecía que fuera a trazar un surco en el suelo de tanto caminar por el mismo trozo.

- Cachorro siéntate - llamó Seto con voz suave -. Por más que vayas de un lado a otro no acabarán antes...

- ¿Pero cuanto pueden tardar en hacer esos análisis? - preguntó Joey molesto señalando hacia la puerta por la que ya hacía rato, había desaparecido su pequeña.

- Tardarán lo que tengan que tardar ¿o prefieres que los hagan deprisa y de mala manera?

- No, claro que no... - contestó Joey mansamente sentándose a su lado.

Se llevó una mano a la cara y se frotó los ojos. Seto lo observó en silencio unos minutos. Los nervios lo estaban consumiendo. La paciencia nunca había sido una de sus virtudes y aun era menos paciente cuando algo tenía que ver con el bienestar de su niña.

Él tampoco estaba muy tranquilo, tal vez estaba tan nervioso como el rubio, pero él si sabía controlar sus emociones. Después de todo estaba acostumbrado a verse sometido a mucha presión, pero no era lo mismo una junta en la que se acordaba un importante contrato que aquello.

Tras unos minutos más que se le hicieron eternos, por fin salió el médico. Los dos hombres se pusieron en pie cuando se les acercó.

- ¿Doctor Kenta como ha ido?

- Señor Wheeler, señor Kaiba preferiría hablar en un lugar más cómodo ¿me acompañan a mi despacho?

Los tres se encaminaron hacia el despacho del doctor. Joey sentía algo pesado en el estómago y creía que en cualquier momento se le volvería del revés. Los médicos nunca llevaban al despacho a la gente a no ser que fuera por algo importante.

Era un despacho no muy amplio, pero bien iluminado. De decoración sencilla y moderna. En las paredes colgaban los diplomas del hombre y algunos cuadros de finos grabados. Una pared estaba llena de libros y en la otra un armario empotrado. El doctor se sentó tras su escritorio y Seto y Joey delante de él.

- Los análisis y pruebas que le hemos realizado a Kari indican que tiene buena salud, pero también hemos encontrado algo anormal.

- ¿El que? - preguntó Joey con el corazón encogido.

- Aun no es definitivo. Los análisis no estarán hasta mañana, pero los síntomas son claros...

- Doctor Kenta, déjese de rodeos - le cortó el CEO ya cansado - ¿Qué tiene Kari?

El hombre los observó en silencio unos instantes, como si estuviera pensando en la mejor forma de decirlo.

- Es posible que sea leucemia.

El color abandonó por completo el rostro del moreno, Joey hundió su rostro entre sus manos mientras respiraba agitado.

- ¿Está seguro? - consiguió preguntar Kaiba.

- Ya le he dicho que los análisis no estarán hasta mañana, pero me temo que solo confirmaran mi hipótesis.

- ¿Cómo es que no nos dimos cuenta antes? - preguntó Joey alzando la cara.

- La leucemia de Kari está muy poco evolucionada, apenas empieza a manifestar los primeros síntomas. De ahí los desmayos que ha sufrido - Joey parecía desesperado. Sabía de sobras que leucemia era otra forma de decir cáncer -. Señor Wheeler, no se desespere. Hemos descubierto la enfermedad en un punto en el que puede ser revertida sin dejar secuelas. Si hubiéramos tardado más sería otra historia.

- ¿Qué hay que hacer? - dijo Seto con tono práctico. Joey estaba demasiado impactado como para reaccionar correctamente.

- Primero habrá que someterla a un tratamiento de quimioterapia y radioterapia. En principio eso debería bastar.

- ¿Y si no bastara? - preguntó Seto haciendo acopio de toda su sangre fría.

- En tal caso, lo mejor sería un transplante de médula, pero ahí empiezan los problemas. No es fácil encontrar un donante compatible. Lo primero es hacer análisis a los parientes más cercanos, padres y hermanos, que son los que tienen más posibilidades de compatibilidad. Los abuelos, tíos y primos en la mayoría de los casos son incompatibles.

- ¿Y si ningún pariente es compatible? - preguntó Joey.

- En ese caso hay que pasar a un donante anónimo compatible. Pero eso es muy complicado, la lista de espera es muy larga y pueden pasar meses antes  de que aparezca un donante compatible.

- Maldita sea - masculló el rubio retirándose el flequillo hacia atrás. Luego miró al doctor muy decidido -. Muy bien, empecemos cuanto antes el tratamiento... y por si acaso también querría hacerme los análisis...

- Por supuesto señor Wheeler.

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Tres meses después...

Joey colgó el teléfono exhalando un suspiro frustrado. Miró el número de teléfono que tenía en la mano y lo arrugó con rabia.

- ¿Qué haces ahí?- preguntó Seto al verlo sentado en el mismo sitio que hacía una hora y aun sin llamar a quien fuera.

- Nada - contestó secamente guardando el arrugado papel en su vieja agenda y guardándola en el cajón de su escritorio.

Seto no hizo comentario alguno. Fuera lo que fuera lo que quería hacer el rubio, parecía que le faltara empuje para hacerlo y eso no era normal en él.

Joey se puso en pie y fue hasta él, lo abrazó y lo besó con necesidad. Luego quedó en sus brazos sin moverse.

- Tenemos que irnos - dijo Seto tras un rato.

- ¿Y si él tampoco es compatible? - murmuró sin mirarle a los ojos.

- Eso no lo sabremos hasta que hablemos con el doctor y para eso tenemos que salir ya.

Joey solo asintió y los dos salieron de la mansión. Subieron al mercedes negro de Seto y emprendieron el camino hacia el hospital. Joey recargó la cabeza en el asiento y miró con indiferencia el paisaje. Estaba extremadamente pálido y ojeroso, no había dormido casi nada en las semanas que llevaban de búsqueda de donantes, porque por desgracia el tratamiento con fármacos y radiación no había sido suficiente, la leucemia no había remitido, así que tuvieron que dar el siguiente paso: el transplante. Pero cuando la diosa fortuna se pone en tu contra es difícil hacerla ceder. Sus análisis de compatibilidad habían dado negativo y también los de su hermana y su madre. Seto, Mokuba, Yugi, Yami, Tristán e incluso Duke Deblin, se habían hecho el análisis por si acaso, pero nada.

Finalmente habían tenido que buscar al padre de Joey, el cual se encontraba en paradero desconocido. Pero gracias a los archivos de la policía y a algunos contactos de Seto, habían conseguido establecer contacto con él. Estaba en algún lugar en Okinawa, pero no sabían donde exactamente.

Les había dicho que se haría allí los análisis y que mandaría los resultados al doctor Kenta. Esa misma mañana el doctor llamó diciendo que ya los tenía, pero no les había dicho más por teléfono. De todas formas tenían que ir al hospital, así que hablarían con él en persona.

Kari tenía sesión de quimioterapia una hora después de clase. Mokuba ya había dicho que la recogería en el colegio y la llevaría al hospital. Así después los cuatro podrían regresar juntos.

Aquellas sesiones eran lo peor para la pequeña. Se quedaba cansada y vomitaba aunque no comiera más que una cucharada de sopa y no tenía ánimos para nada. Los siguientes días los pasaba igual de mal y cuando por fin se espavilaba un poco, tenía una nueva sesión.

Llegaron ante el edificio del hospital en poco tiempo con el corazón encogido, si no era compatible se les acabarían las alternativas. Subieron en el ascensor hasta el piso correspondiente y fueron a aquel despacho que conocían tan bien.

- Adelante - dijo la voz del doctor desde dentro. Por su cara seria, estaba claro cual era el resultado.

- No es compatible - dijo Joey con una deje de desconsuelo en la voz mientras se dejaba caer en la butaca.

- Lo lamento señor Wheeler - dijo el hombre con total sinceridad. Se había involucrado mucho en aquel caso y cada resultado negativo le dolía en el alma.

- Ahora solo nos queda la lista de donantes - dijo el rubio con desesperación.

- Bueno eso no es del todo cierto - apuntó el hombre revisando el dossier con el expediente de Kari -, la madre no ha realizado la prueba...

- Ni lo hará - dijo sombríamente el rubio.

- ¿Acaso falleció? - preguntó el médico mirando extrañado la reacción del hombre rubio. Pero Joey no contestó - De todas formas incluiré el nombre de Kari en la lista.

- Gracias doctor - dijo Kaiba mirando de reojo a su pareja.

- Pero aun así, sería preferible agotar antes todas las posibilidades - dijo el médico mirándolo significativamente antes de que salieran.

.-.

Los dos bajaron en silencio en el ascensor sin decir nada. Joey ni siquiera parecía que se diera cuenta de lo que hacía. Caminaba como un autómata siguiendo a Seto. El moreno por su parte no se animaba a preguntarle nada. En los casi once años de relación que llevaban, nunca habían hablado de la madre de Kari y cuando por casualidad surgía el tema, Joey hacía todo lo posible por eludirlo. Pero al parecer, en esta ocasión no podría hacerlo.

- Joey - le llamó. El rubio dio un respingo y lo miró algo confundido.

- ¿Si?

- Creo que el doctor tiene razón, debemos agotar todas las posibilidades. Tal vez ella...

- No - dijo rotundamente -, deja el pasado tranquilo.

- No importa el pasado, lo que importa es el futuro de Kari.

- No pienso buscarla.

- Pues deja que lo haga yo...

- He dicho que no, Seto. Deja ya el tema - y sin más echó a andar por delante de él. Kaiba suspiró exasperado ¿Por qué demonios era tan terco y cabezota?

Cuando por fin lo alcanzó, el rubio estaba de pie ante la puerta de la sala de quimioterapia. Dentro se veía una cama amplia al lado de una máquina de la que salían varios tubos y uno de ellos iba directo a la vía que Kari tenía en su brazo izquierdo. La niña permanecía recostada contra los cojines mientras Mokuba, sentado a su lado le contaba las últimas novedades sobre su trabajo con el diseño virtual. Siempre le hablaba de los nuevos proyectos y le preguntaba si tenía alguna idea y ambos se ponían a imaginar cientos de posibles proyectos, que aunque muchos eran imposibles de realizar, no dejaban de ser divertidos de idear.

- Hola papá - saludó al verlos en la puerta.

- Hola bonita - dijo Joey depositando un beso en su frente - ¿Cómo va?

- Ahora bien, espera a que haga efecto - dijo con pesar la niña.

Joey sonrió acariciándole la mejilla, los ojos color chocolate de la niña se fijaron entonces en el gran Kaiba. Parecía más serio de lo normal... Tal vez para otras personas no fuera fácil distinguir aquellos leves matices en el estoico rostro del CEO, pero Kari siempre había sabido identificarlos. Tal vez por haber crecido con él y haberlo visto sin su máscara de duro y feroz hombre de negocios.

- Seto, estás muy serio ¿pasa algo? - ahora miró a su padre, el también tenía esa leve sombra en sus ojos.

- Nada que no tenga solución - dijo el moreno mirando a Joey pero este se limitó a esquivarle la mirada.

Media hora después, los cuatro salieron del hospital. Joey llevaba en brazos a Kari. La pequeña había perdido bastante peso en esas semanas y no costaba nada llevarla. Los dos rubios subieron en la parte trasera, mientras los hermanos Kaiba iban delante.

- Enseguida llegaremos a casa - decía Joey mientras Kari recargaba la cabeza en el hombro de su padre.

- Estoy mareada... - murmuró. Estaba mortalmente pálida. Las sesiones de quimioterapia, cada vez le sentaban peor. A este ritmo al final tendrían que dejarla ingresada. Bueno en realidad el doctor ya lo había sugerido, pero Joey no quería internar a la niña a menos que fuera 100 por 100 necesario.

Mokuba los miró con preocupación por el espejo retrovisor, luego miró a su hermano, pero este no apartaba la mirada del frente. Había cierta tensión entre su hermano y el rubio, pero en asuntos de pareja es mejor no meterse.

Al llegar a la mansión fueron recibidos por el servicio. Todos los empleados de la mansión Kaiba estaban muy preocupados por la salud de la pequeña Wheeler. Prácticamente la habían criado allí, igual que a los hermanos Kaiba. Joey llevó a su hija a su habitación y la acostó en la cama mientras sacaba el pijama de debajo de la almohada.  Pero de pronto la pequeña se levantó y fue corriendo al baño de su habitación. No tuvo tiempo de cerrar la puerta siquiera. Joey escuchó las arcadas y las salpicaduras. Allá iban los macarrones del mediodía, o los pocos que había conseguido ingerir...

Entró al baño y encontró a su pequeña arrodillada ante la taza del inodoro. Colocó una mano en su frente para ayudarla a devolver mejor. Cuando las arcadas cedieron Kari se apoyó contra el pecho de su padre. Joey la sentó sobre el inodoro, empapó una toalla y limpió el rostro de Kari. Luego la llevó de nuevo a la cama. Se acostó a su lado y acarició su cabeza con ternura.

- Papá - murmuró con voz algo ronca.

- ¿Dime?

- ¿Me voy a morir? - el corazón de Joey se contrajo dolorosamente. Él mismo hacía lo posible por eludir esa cuestión y escucharla en boca de Kari era doblemente doloroso.

- Claro que no - aseguró intentando sonar convincente -, encontraremos un donante pronto y te curarás - le dio un beso en la frente -. Ya lo verás.

- Pero si no lo encontramos... si no me curo...

- Lo harás - dijo contundente abrazándola con fuerza mientras sentía los ojos hinchados -, te curarás, te pondrás bien...

- Aun así, solo quiero que sepas que te quiero mucho. Y también a Seto y a tío Mokuba y a tía Serenity, a la abuela, a tío Yami y Yugi y a Tristán. Os quiero a todos mucho y para siempre... aunque yo ya no esté... - dijo en un susurró mientras se dejaba caer en brazos de Morfeo.

- Nosotros también te queremos - susurró Joey mientras gruesas lágrimas resbalaban por su cara.

Pasó un par de horas sujetando la mano de su pequeña mientras dormía, meditando en silencio en la oscuridad de la noche. Finalmente una mirada de determinación iluminó sus ojos. Dejó a Kari con cuidado bien acostada y salió de allí.

Fue hasta su escritorio y sacó su vieja agenda del cajón y recuperó aquel papel arrugado. Lo miró por unos segundos con intensidad y desvió su mirada hacia la repisa en la que había una foto de Kari. Sonreía con toda la alegría y vitalidad que tanto la caracterizaban y que hacía un tiempo que había perdido. Suspiró hondo y marcó el teléfono. Tras tres toques le contestaron...

- Good morning ¿Is miss Tea Gardner at home?

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Kaiba seguía despierto en la cama con un libro en las manos, aunque por más que lo intentaba no conseguía pasar del mismo párrafo. Joey había estado en la habitación de Kari desde que habían regresado. Ni siquiera bajó a cenar. Los hermanos Kaiba cenaron solo, como antaño, aunque la atmósfera era mucho más tensa que en aquel entonces. Mokuba se quedó con él hasta las diez y después se fue a su casa.

Después fue a ver a Kari, pero al escuchar la conversación que mantenía con su padre, prefirió no interrumpir. Joey estaba atravesando una dura fase. Su hija cada día estaba peor y él no podía hacer nada para evitarlo. La impotencia los estaba matando a ambos, pero habían hecho todo cuanto estaba en sus manos, ahora solo restaba esperar...

Le pareció escuchar a Joey en su habitación. Frunció el ceño ¿con quien podía estar hablando a esas horas? Aguzó el oído, pero no consiguió entender lo que decía. Tras un rato se percató de que estaba hablando en ingles. Se levantó y fue a ver que pasaba. Abrió la puerta que comunicaba ambas habitaciones y se asomó. Joey estaba sentado junto a su escritorio hablando por teléfono con alguien mientras anotaba algo en un bloc.

- Ok, Wednesday at 7 o'clock... I'll spend for you in the terminal... Thanks for all... Bye.

Joey colgó el inalámbrico y suspiró cansado inclinándose hacia delante y apoyando los codos en las rodillas. En ese momento giró la cabeza y se quedó mirando a Seto en silencio.

- No permitiré que muera - dijo con tono serio y aquella mirada de determinación que tenía cuando en su juventud se enfrentaba en un duelo importante -,  mientras halla una oportunidad... por mínima que sea... por mucho que me duela tomarla, lo haré. No permitiré que muera.

- Bien - fue lo único que contestó Seto y después ambos permanecían en silencio por varios minutos en la oscuridad de la habitación.

Continuará...

 


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