Ante las puertas del más concurrido bar espero a Miguel, ya que a mí solo no me dejaban nunca entrar. Después de hacerme esperar dos horas llegó con su acostumbrada actitud despreocupada y sin molestarse en darme una explicación o disculpa, me saluda y se dirige al cadenero para dejarnos entrar. Cada vez que lo veo, me sorprende como finge ser la criatura mas codiciada del lugar, pero lo que aún me parece inaudito, es que siempre lo dejan pasar.
Entramos al lugar iluminado por luces de colores y sonorizado por música electrónica. Miguel y yo logramos tomar una mesa que recién desocupaban cerca de la pista, por que a Miguel le encanta bailar. Pedimos una botella de brandy y unos refrescos, Miguel, con su acostumbrada arrogancia le pagaba la botella por adelantado y le daba unos billetes extras al mesero para que se mantuviera al pendiente de nosotros. Odiaba como metía abiertamente el dinero en el mandil que usaban los meseros, mientras me miraban como esperando que yo también les diera.
Al cabo de un rato, después de tomar algunas copas, Miguel me dijo:
- ¡Que bárbaras estas mujeres!, mira que dejarnos plantados a los dos… ¡a mí!
- Bueno, algún día tenía que pasar, ¿no?, además hoy no tengo humor de chicas.
- ¡Por favor Alex!, uno siempre debe de estar dispuesto para mujeres – decía Miguel mientras me abrazaba. Lo que él no imaginaba es que antes de venir cancelé cortésmente a las chicas para que nos quedáramos solos él y yo. Estaba decidido a desquitarme.
- Entiéndeme Miguel… Sonia me acaba de dejar.
- Las mujeres vienen y van – toma un trago y sonríe abiertamente mientras me dice – bueno, yo nunca he estado en tu situación, regularmente yo las desecho.
- ¿Desechas?, oye, pero no son pañuelos ni otra cosa que se tire a la basura.
- Cálmate, ¿ves?, es por esa actitud tan aburrida que estás en el fondo. Por eso Sonia te botó.
Uff… Eso fue muy hiriente para mí. Me dieron ganas de aventarle en su cara que yo ya sabía que ella me dejo por él. Pero decidí callar, finalmente me estaba dando más motivos para vengarme. Después de eso, tomó su copa y se levantó a la pista. Se detuvo un poco, volteó y me miró retadoramente mientras me decía:
- Ven a bailar, quizás alguna chica se interese
- No, ya te dije que no. Ve tú, diviértete.
- Como quieras, pero luego no te estés quejando si me voy con algún bombón.
Ya no le contesté. Solo levante la copa en señal de brindis y lo observé bailar en la pista. La música electrónica invadía todo el espacio, y Miguel se movía provocadoramente al ritmo de la canción, mientras la gente lo observaba. Era clásica la forma en como llamaba la atención. Confieso que me parecía sumamente sensual cuando bailaba, tenía ritmo e increíblemente se movía con gran estilo. A la par que mi rencor, estaba sintiéndome atraído por él. Entonces algo extraordinario me electrizó. Mis ojos se clavaron en su camisa que gradualmente se desabotonaba al compás de sus movimientos. La piel de su pecho quedó al descubierto, ofreciéndome un panorama desconocido sobre él. Lo miraba cada vez más sorprendido mientras me quedaba congelado con la copa apenas rozando mis labios. Su expresión era muy diferente a la que estaba acostumbrado, realmente disfrutaba bailar y parecía que el mundo se desvanecía a su alrededor, su cabello y su piel estaban mojados por el sudor, mientras sonreía con una naturalidad cautivadora. Me quede totalmente perplejo observando por primera vez al verdadero Miguel, sin poses ni disfraces. Solo él, bailando por el simple placer de hacerlo. Mi asombro se transformó entonces en excitación, me sonrojé al percatarme de mi inusual erección… ¿Cómo era posible que deseara de esa forma a quien supuestamente detestaba? La idea de poder aprovechar esta circunstancia haría que mi venganza fuera aún más interesante… y excitante. La pregunta entonces era si me daría tiempo de aprovecharla…