Al atardecer, a kilómetros de ahí, en otra ciudad, Alfa se encuentra cómodamente recargado en un sillón con los pies subidos en un escritorio. Llaman a la puerta y se asoma un muchacho diciendo:
- Señor, lo buscan, dice que es urgente.
- Ya te dije que no estoy para nadie.
- Es el señor Clío.
- ¿Clío? - pregunta Alfa cambiando su expresión - hazlo pasar inmediatamente.
Clío entra vestido elegantemente, y Alfa lo mira con satisfacción levantándose para servirle una copa. Pero Clío se adelanta y le dice:
- No por favor.
- ¿Cómo?, ¿ya no bebes? – dice con fingida sorpresa, esbozando una sonrisa burlona.
- No. Necesito hablar contigo.
- Tú dirás.
- ¿Cuáles son tus intenciones con Saba?
- ¿Saba?... ¿por qué?, ¿piensas faltar a tu palabra de caballero y entregármelo?
- Solo contesta la pregunta.
- Es mío.
- ¿Lo amas?
- ¿Amar? – sonríe, pero suspicazmente pregunta - ¿por qué percibo cierto interés por él?
- Solo contesta.
- No. Es solo un juguete... es mi favorito.
- Dime la verdad. ¿Solo te gusta por que se parece a Elizabeth?
- Nada se parece a ella, y tú lo sabes perfectamente. – dice con un gesto rudo, pero después suaviza el tono de su voz mientras se sienta de nuevo - Pero dime, ¿por qué te interesa ese chico?... ¿te gusta?
- Lo quiero para mí.
- ¿Para ti?, ¿desde cuando te gusta tener amantes masculinos?.
- Él me gusta. Solo te pido que me lo dejes a mí.
- ¿Y si no lo hago, me lo quitaras como a Elizabeth?
- Yo no te quite a Elizabeth. Fue tu culpa.
- ¡¿Mi culpa?! –dice con un tono furioso y amenazante, azotando su puño contra el escritorio – Tu sedujiste a mi prometida, después de que la abuela la intento casar contigo.
- Eres un idiota. Elizabeth vino a mí por que se decepciono de ti. Además no tuve nada que ver con lo de la abuela.
- Tú la convenciste de que yo no la merecía.
- ¡Es mentira!, Elizabeth te fue a buscar después de que se entero de que la iban a casar conmigo y te encontró en brazos de Amanda... – Clío se calla en un mutis de vergüenza dándole la espalda a Alfa.
- ¿Qué dijiste?- dice Alfa levantándose de golpe, dirigiéndose a Clío y sujetándolo con fuerza al brazo.
- Nada...
- No... sabes lo que dijiste y no es posible... ¡mientes!
- ¡Yo no miento!. Elizabeth me contó que estabas besando a Amanda en el jardín donde se veían. – voltea furioso hacia Alfa - ¡Siempre jugaste con ambas!... realmente no merecías a Elizabeth.
- ¿Y por eso te acostaste con ella?... eres despreciable, te aprovechaste de la situación.
- Yo la amaba más que nada en este mundo. Pero Elizabeth solo lo hizo por despecho...
Alfa se tranquiliza, se aleja de su hermano y se sirve una copa de vino, bebe un poco mientras mira por una ventana que da a la calle y le dice a Clío:
- ¿Y que te garantiza que Saba no lo haga por despecho?... sabes que él me pertenece – bebe un poco más de vino y le dice con una sonrisa maliciosa a Clío - Recuerda esto: cuando toques su piel, él deseara que sea yo el que lo haga... igual que Elizabeth.
Clío solo mantiene silencio mientras aprieta sus puños con coraje. Alfa lo ve de reojo y se dirige a su escritorio tomando la pose inicial antes de ver a Clío. Enciende un cigarro y expeliendo el humo le dice a Clío:
- Quédate con él. Y cuando te aburras y te des cuenta que él no te quiere, devuélvemelo.
- No te expreses así de él.
- Tú entraste pidiéndomelo como si él fuera un objeto. Para ti también es un juguete.
- Tú no entiendes...
- Imagino que si viniste hasta acá, es por que ya disfrutaste de sus encantos, ¿no?.
Clío se ruboriza y mira hacia la ventana. Alfa sonríe burlonamente y le dice:
- Vaya hermanito, realmente te ha perturbado. Nunca te imagine compartiendo nuevamente un amante...
Clío mira con desprecio a Alfa, él cual juguetea con el humo del cigarro. Pero decide no continuar con su juego y se despide:
- Nos vemos luego.
- Tomate tu tiempo. Él puede ser encantador, pero es muy... voluble.
Sale Clío azotando la puerta. Durante el camino de regreso recuerda a Elizabeth una noche en sus brazos llorando por Alfa. Perturbado por su dolor Clío la besa apasionadamente y sin decir más, un deseo bestial se apodera de él y la hace suya durante toda la noche. A la mañana siguiente no la ve más, sin embargo en su corazón se encuentra una gran satisfacción. Pero más tarde se encuentra con Amanda, y esta le cuenta que nuevamente la encontró con su hermano, totalmente despechada le contó todo lo sucedido en la noche, y que Alfa al escuchar eso, la trato con absoluta indiferencia. Esto le destroza el corazón a Clío, y cuando va a buscarla a Elizabeth, ella se suicida tirándose de un puente a un río muy turbulento. Amanda se fue del pueblo y jamás se supo de ella. Clío y Alfa jamás volvieron ser los mismos.
Cuando Clío llega a su casa, ya casi anochecía. Entra y se da cuenta que estaba Saba sentado en un sillón tomando vino. Al buscar la licorera se percata que esta vacía. Saba se ríe evidentemente borracho y se tropieza al tratarse de incorporar. Clío trata de ayudarlo, pero Saba lo hace a un lado con una expresión perturbada. Logra incorporarse y le pregunta a Clío:
- ¿Por qué hueles al perfume y a los cigarros de Alfa?, ¿lo viste hoy?
- Sí.
- ¿Por qué lo viste?, ¿qué te dijo? – pregunta con notable ansiedad.
- Yo deseaba saber lo que sentía por ti.
- ¿Y?...
- Él no te ama. Eres solo un juguete para él.
- ¿Y para ti? – pregunta Saba con lagrimas en los ojos.
- Depende de ti. Me gustas pero no sé que hacer.
- Tal vez deberías devolverme con él. De todas formas no importa.
- ¿Por qué dices eso?
- Es evidente que solo soy un pasatiempo para ambos. Debí morir definitivamente desde aquel hotel. – Saba comienza a llorar y bebe lo que le resta de vino.
- Te dije que no bebieras. Ven vamos a dormir.
- ¡No!... déjame en paz.
Clío no sabe que hacer, así que abraza a Saba y le da un suave beso en los labios. Saba lo mira sorprendido y de nueva cuenta lo besa pero apasionadamente. Clío se deja llevar por su beso y lo lleva a su habitación, pero Saba se niega entrar:
- No...
- Lo lamento, yo... – dice apenado Clío.
- No quiero estar en un cuarto donde este Alfa.
Clío se sorprende y lo ayuda hasta llegar a su cuarto, lo ayuda a desvestirse y una vez que lo acomodo en su cama y se disponía a retirarse, pero Saba lo detiene del brazo y le dice:
- No te vayas.
- Debes de descansar.
- Entonces bésame.
Clío sonríe y accede, pero al momento de agacharse para darle un beso Saba lo jala hacia la cama y se monta sobre él. Saba sonriendo comienza a besar a Clío mientras retira torpemente su ropa hasta hallar su piel. Mientras lo besa Clío lo detiene y lo jala hacia su rostro, sus ojos se encuentran y Clío le pregunta:
- ¿Qué ves en mis ojos?
- Lo mismo que en los míos... soledad.
- Desearía amarte tanto... – dice mientras acaricia su roja cabellera.
- ¿Y por que no lo haces?
- No quiero buscar en ti a Elizabeth... ¿ves las mujeres pintadas en los cuadros?, todas ellas se parecían en algo a ella... su sonrisa, la mirada... los besos.
- Pero...
- Tampoco quisiera que buscaras en mí a Alfa. Vi tu expresión cuando percibiste su aroma... me di cuenta que aun lo quieres. Odiaría pensar que estas conmigo por despecho, eso no te lo perdonaría.
Saba no dice nada, Clío se incorpora y recoge su ropa, ambos se miran pero no se atreven a continuar. Finalmente Clío sale de la habitación y Saba comienza a llorar.