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¿Rubí? ¿Zafiro? ¡No!... ¡Esmeralda! por Natsumi Dragneel

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POV Eren.

Ya llevo una semana de vacaciones, y debo admitir que lo he pasado muy bien: He salido con mis amigos, he hecho ejercicio y he podido conocer muchas tiendas a las que nunca había ido, pese a haber estado viviendo aquí por 11 años.

En este momento me encuentro en el centro comercial con Kiyoshi, buscando que hacer. Me apeteció vestirme de hipster hoy, por lo que llevo una camisa acuadrillé, jeans ajustados oscuros, unos lentes cool falsos, zapatillas converse color negro y un gorro delgado, por que hace un calor que no se imaginan. Por su lado, Kiyoshi se vistió con unos jeans normales, una polera de su serie favorita: "Pokemon" y zapatillas Vans de color blanco.

Pequeño inculto, no sabe que Converse es mejor que Vans.

Nos comenzó a dar sed debido al calor, aunque en Nueva York no hace mucho calor en comparación a otros lugares del globo. Seguimos caminando y vimos un Starbucks sin fila para comprar; nos miramos, no lo pensamos dos veces y nos compramos un fresco frapuccino cada uno. Decidimos sentarnos en una de las mesas del local que tuviera un enorme quitasol.

-¿Hace un calor terrible no?-pregunta Kiyoshi

-Si. Sin embargo la gente sigue sin entender lo de la no contaminación; deberían dejar de contaminar de una vez por todas.

-Siempre tan defensor de la naturaleza.

-Sabes que siempre he odiado el maltrato de cualquier tipo-le reprocho.

-SI lo sé-dice y sonríe.

-¿Qué sucede Kiyoshi?-interrogo.

-Nada, nada. Es solo que recordé cuando me defendiste de esos matones.

-Ah, es cierto.

( Hace 11 años)

-¡Maldita ballena!

-¡Deja de comerte los postres de tu casa!

-¡En cualquier momento rodarás en lugar de caminar!

-¡Cuidado! ¡Escondan la comida de la morsa!

-¡Ballena! ¡Ballena! ¡Ballena!

Esos eran los comentarios que solía escuchar todos los días en primer año de primaria. Yo no era delgado como mis compañeros, pero no era mi culpa. Yo podía comer muy poquito y era gordo de todas formas. Siempre he comido comida sana, rara vez como frituras, grasas o dulces, mientras que mis compañeros solo comen pastelitos, papas fritas y muchos, muchos dulces y eran delgados.

¿Por qué tengo que ser yo el gordito?

El día de hoy no me tuve ganas de almorzar, precisamente para que no me molestaran, pero la verdad es que tengo hambre. Hace 3 días que no como; no quiero que mamá se preocupe por mi, pero yo no quiero ser gordo nunca más.

Me fui a sentar en el cesped, el cual estaba cerca del juego de los más pequeños, que tienen entre dos y tres años menos que yo (Yo tengo 5).

-Uy, mira nada más a quién nos hemos topado: Con el Snorlax del instituto Sora-escuché una voz a mi espalda. Era Austin, un chico problemas de mi clase.

Vi que no estaba solo, lo acompañaban sus dos amigos más: Ben y Christopher, los dos siendo títeres de este chico Austin. Honestamente, el único que me desagrada es Austin, ya que Ben y Christopher lo siguen por el miedo que le tienen.

-¡Quítate de mi camino!-gritó Austin- ¡No me interesa si es corriendo, rodando, reptando o volando de la patada que te daré!

Acto seguido se acercó a golpearme la cara, lo que provocó que me cayera de la banca en la que estaba sentado. Del miedo me tapé la cara y sentí como Austin me pateaba; sus amigos también me estaban golpeando e insultándome. De la impotencia, el dolor y humillación, gruesas lágrimas comenzaron a caer de mis ojos. Dejé escapar uno que otro sollozo.

-¡Oigan! ¡Déjenlo en paz!- grita un niño en japonés.

Que extraño ¿Por qué habla japonés si está en Estados Unidos? Aquí se habla inglés, aunque yo sé japonés de todas formas, me extrañó escuchar un grito en japonés.

-¿No es un acto de cobardía atacar a uno siendo ustedes tres?-siguió reclamando el niño en japonés. Tenía una camiseta blanca con una flama en medio del pecho, bermudas café claro y zapatillas deportivas negras que dejaban ver unos pequeños calcetines blancos. El niño físicamente era moreno claro de piel, con cabello castaño y unos deslumbrantes ojos verdes.

-Si pueden pelear con él-siguió reclamando el niño- ¡Hazlo conmigo idiota!- y le dio a Austin un puñetazo que lo hizo retroceder.

-¡Hey! ¡Que no te entiendo!- le gritaba Austin en inglés.

-SI no quieres llegar a tu casa con el ojo morado, más te valdrá correr ahora mismo-dijo el niño de ojos verdes y tomó, con mucha dificultad, la rama más grande que encontró, mostrando su increíble fuerza. El trío de matones se espantaron al verlo y comenzaron a huir en dirección contraria a nosotros.

Yo seguía sollozando y el niño de ojos verdes se dio vuelta asustado. Tiró la rama y se arrojó al lado mio y me ayudó a levantarme.

-¿Estás bien?-me preguntó en japonés.

-Si-le respondí en el mismo idioma- ¿Por qué me defendiste? Ni siquiera nos conocemos.

-Odio el maltrato-me respondió con seguridad- Además me pareces una excelente persona para estar sufriendo este tipo de malos tratos.

-Pues muchas gracias... Ehmmm, ¿Cuál es tu nombre?

-¿Mi nombre? ¡Ah, es cierto! Mi nombre es Eren Jaeger, tengo 5 años y soy el nuevo estudiante de Japón, un placer conocerte- dijo e hizo una pequeña reverencia- ¿Y tu nombre cual es?

-Kiyoshi Sasaki-respondí.

-Espero que seamos buenos amigos-me dice y sonríe, pero su sonrisa se desvaneció cuando vio mi muñeca- ¡Debo llevarte a la enfermería! ¡Estás sangrando!

(Fin recuerdo)

-Ha pasado mucho tiempo ¿No?-dice Kiyoshi en un suspiro; aún le duele haber sido tratado de esa manera cuando era menor.

-Vaya que si-respondo.

-Oye.

-¿Qué?

-Déjame quedarme en tu casa hoy, no me quiero quedar sólo en la mía.

-Si claro.

Nos fuimos del centro comercial y partimos rumbo a mi casa, la cual estaba a tres manzanas; bastante lejos, pero nos servía para mover un poco las piernas.

Era mucho más tarde de lo que esperaba, eran las 23:45 de la noche ¡Quien lo diría! Entre lentamente a mi casa, esperando no encontrarme con mi mamá furiosa por llegar a esta hora ¡De verdad que lo pasé por alto! Para sorpresa mía, mi mamá estaba durmiendo en su habitación, se le notaba bastante cansada; me acerqué lentamente y le dí un beso en la mejilla. Amo mucho a mi mamá y no me gusta verla tan cansada, así que no la molestaré en su momento de descanso.

Salí y me fui a mi habitación, donde Kiyoshi ya estaba preparando el colchón inflable para dormir. Ambos nos pusimos nuestros pijamas y nos acostamos en nuestros respectivos lugares: Yo en mi cama y Kiyoshi en el colchón inflable. Estaba a segundos de quedarme dormido cuando escucho la voz de Kiyoshi.

-Eren...

-¿Qué quieres, Kiyoshi?-respondí un tanto molesto.

-¿A ti te gusta alguien?-escuché que lo dijo un tanto nervioso, me di vuelta para tenerlo cara a cara.

-Creo que no, ninguna de nuestras compañeras me llama demasiado la atención para decir que me gusta, solamente creo que Krista es muy linda y tierna, pero no, no me gusta nadie.

-Ah Okay. Buenas noches Eren-dijo y se quedó dormido, prácticamente al instante después.

No le tomé mucha importancia a su pregunta y me quedé dormido, al igual que él.


(A las 4:00am)

-¡NO! ¡TE LO RUEGO POR FAVOR! ¡NO TE LLEVES A MI HIJO!- escuché gritar a mi mamá.

-¡SILENCIO!-gritó un hombre y escuché a mi mamá chillar; ese tipo debió de haberle pegado a mi mamá.

No lo dudé y me levanté como un rayo. Corrí a la puerta de mi habitación, pero sentí que alguien me tiró hacia atrás. Era Kiyoshi.

-No vayas. Quédate acá o las cosas se pueden poner peor-me dijo serio.

-¡No voy a dejar que le peguen a mi mamá!-susurré y me libré rápidamente de mi amigo. Corrí lo más rápido que pude hasta llegar a la habitación de mi mamá. Abrí la puerta solamente para encontrarme la siguiente escena: Habían tres tipos sujetando y amordazando a mi mamá mientras un cuarto le apuntaba con una pistola a mi mamá al centro de la cabeza. Cuando se escuchó el portazo, el hombre acabó con la vida de mi mamá en un instante y enfrente de mi. Comencé a dejar que las lágrimas cayeran por la rabia y odio que sentía cuando ese hombre me miró impresionado.

-¡TE VOY A MATAR!-le grité antes de abalanzarme contra el hombre que le disparó a mi progenitora.

-Eren mi amor-dijo el asesino- Que bueno que corras a mis brazos. Pero espérame un momento.

Antes de que pudiera siquiera tocar a ese maldito, los tres hombres dejaron caer el cuerpo de mi difunta madre para agarrarme a mi y taparme boca y nariz con un paño blanco; comencé a marearme y sentía que perdía la consciencia poco a poco, hasta desvanecerme.

Lo último que recuerdo es que en su placa decía "Ackerman"
Notas finales: ¡Espero que les haya gustado el capítulo! ¡Nos leemos la próxima!

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