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My unknown husband por frizzante gatto

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En cuanto entró en la sala de espera, Naruto se encontró con media docena de miradas expectantes, fijas en él. Estaban allí reunidos los actores principales de La fierecilla domada; manifestaban una impúdica curiosidad con respecto a lo que había ocurrido en su velada con lord Uchiha.

El único que daba la impresión de estar preocupado con las notas del ensayo como para advertir su entrada era Neji.

- Llega tarde, señor Uzumaki - dijo, sin levantar la vista.

—Perdón, me he quedado dormida —murmuró Naruto, yendo hacia una silla desocupada.

Era cierto. Después de haber vuelto a su pequeña casa de la calle Somerset, había permanecido despierto durante largo rato, bebiendo vino y mirando fijamente a la nada. Se metió en la cama pero, de todos modos, el sueño se mostraba esquivo. Tenía la impresión de que, cuando al fin se había dormido, ya era la hora de levantarse y debió enfrentar el día con los ojos enrojecidos y ojeras.

No había podido dejar de pensar en Sasuke. La noche anterior se había producido la culminación de todos los temores y la curiosidad que la habían perseguido durante años. Ahora, todas sus fantasías concernientes a su esposo desconocido habían desaparecido. Él era real, y más peligroso de lo que hubiese soñado nunca que fuera. Sasuke era un hombre espléndido: inteligente, poderoso, activo, de la clase de individuos capaces de dominar la vida de un doncel de modo tan completo que terminaría perdiéndose a la sombra del Uchiha. En ese sentido, Sasuke se asemejaba mucho a su padre. Naruto no quería ser el esposo de un hombre fuerte, pues se había esforzado mucho para convertirse en Uzumaki Menma.

Habría sido más fácil hacer a un lado a Sasuke si no fuese por el matiz de vulnerabilidad que había detectado en el azabache, por el modo delicado en que lo había tocado, por la sorprendente confesión de que el pelinegro quería casarse algún día por amor. ¿Habría más cosas escondidas tras ese exterior tan cerrado? Jamás podría correr el riesgo de averiguarlo. Pensar en lo que había sucedido entre ellos lo llenaba de una extraña desesperación. El rubio no había dejado lugar a dudas en cuanto a que no quería volver a verlo y, en el fondo de su corazón, sabía que era lo mejor. Entonces, ¿por qué se sentía como si hubiese perdido algo infinitamente precioso?

—Aquí estás —oyó el murmullo de Kiba, y le alcanzó una taza de té caliente.

Naruto lo recibió, agradecido, y bebió un sorbo del líquido dulce y vigorizante.

—Él no te ha dejado pegar ojo, ¿eh? —le preguntó el canino, encantado—. Nunca te he visto tan fatigado. ¿Tan bueno fue él, Menma?

Naruto le dirigió una mirada severa y cansada.

—No he estado con él... como tú crees.

—Por supuesto que no —dijo el señor Jiraiya, un actor de unos sesenta años, quien se consideraba hombre de mundo. Era excelente desempeñando papeles de padres ansiosos, maridos atribulados, borrachos y bufones, todos con el sesgado encanto que le había ganado el afecto del público—. Querido mío, nunca admitas nada: tu vida privada debe seguir siéndolo.

Subrayó el comentario con un guiño amistoso.

La voz de Neji, llena de ironía, se entremetió en la recién iniciada conversación.

—Señor Uzumaki, ¿podrías venir con nosotros? Tengo una página llena de notas relacionadas con tus errores en la función de anoche. No me cabe duda de que querrás oírlas.

Naruto asintió y siguió bebiendo su té, preguntándose a qué se debía el estado de tensión del ojiperla. Debería haber estado contento pues la función había sido bien recibida, tanto por el público como por la crítica, y él había contribuido con el Capital asistiendo a la cena prometida con lord Uchiha. ¿Qué más querría él?

Antes de que Neji pudiese empezar a leer las notas, se abrió la puerta de la sala de espera y asomó la cara de uno de los utileros del teatro, con expresión incierta.

—Con vuestro perdón—dijo, para todos los presentes en general, y luego miró a

Naruto—. Acaban de entregar un paquete para usted, señor Uzumaki. El muchacho que lo entregó ha dicho que debía ser puesto en sus manos de inmediato.

Intrigado, Naruto tendió su mano hacia el pequeño paquete envuelto de manera sencilla, y el utillero se lo alcanzó. Al ver la expresión ceñuda de Neji, el utillero no tardó en desaparecer. Naruto estaba muy tentado de abrir el paquete pero lo dejó a un lado para hacerlo después, sabiendo que Neji se enfadaría si se producían más interrupciones de la reunión de trabajo. Todos los integrantes de la compañía observaban con atención la misteriosa caja, sin hacer el menor caso de los gestos impacientes con que Neji hojeaba sus notas.

—¿Qué esperas? —le dijo, al fin, el Hyuga a Naruto, torciendo su boca en una mueca irónica—. Será mejor que abras ese maldito paquete. Es evidente que nadie va a prestar atención al trabajo que tenemos por delante hasta que lo hayas hecho.

Kiba se asomó por encima del hombro de Naruto, con sus ojos brillantes de curiosidad.

—¿Lo ha mandado él ,no?

Naruto desenvolvió con cautela la caja y encontró dentro un papel plegado. Todos se inclinaron más hacia él como esperando que lo leyese en voz alta. El rubio acercó la nota más a su cuerpo y la leyó en silencio.

Señor:

Tengo entendido que esto perteneció, en otro tiempo, a un dotado actor. Merece ser usado por una persona que posea la gracia y la belleza para exhibirlo como es debido. Le ruego que acepte este obsequio en la comprensión de que no va acompañado de ninguna obligación por su parte, salvo el que lo disfrute.

Su servidor

Sasuke, lord Uchiha.

Con cierto recelo, Naruto sacó de la caja un pequeño saco de terciopelo azul, entonces volcó su contenido sobre la mano. Kiba lanzó una audible exclamación, mientras que el señor Jirayia aprobaba con un retumbante sonido gutural. Incapaces de resistirse, el grupo de actores formó corro alrededor de Naruto para ver el regalo.

En el centro de la mano de Naruto brillaba el collar más exquisito que él hubiese visto: una hermosa joya de cristal resplandeciente en forma de obelisco que parecía entre verde y azul dependiendo de la luz. A él no le costó trabajo creer que, el esposo del hermano del rey, hacía muchos años, hubiese poseído una pieza tan magnífica*** Si bien muchos pretendientes le habían ofrecido a Naruto alhajas y regalos, que había rehusado, nadie le había regalado nunca algo tan elegante. Atónito, contempló el pequeño tesoro que tenía en la mano.

—Yo... yo tengo que devolverlo —dijo con esfuerzo, lo cual provocó un inmediato coro de desaprobación.

—¿Por qué?

—Consérvalo, chico, tienes que pensar en tu futuro...

—¡El marqués, con su fortuna, podría comprarte mil más de ésos y no sentirlo, siquiera!

—No te apresures —le aconsejó Kiba—. Antes de hacer nada, piénsalo un día o dos. —Está bien, ya es suficiente —dijo Neji, tironeando impaciente de un mechón de sus cabellos castaños—. Tenemos cosas mucho mejores de qué ocuparnos que la conquista del señor Uzumaki.

Los actores, obedientes volvieron a sus lugares. Naruto encerró en sus dedos la alhaja, con su mente hecha un torbellino. Claro que debía devolverlo pues, hasta entonces, jamás había aceptado un regalo de un hombre. Pese a lo que había expresado lord Sasuke, sabía que el moreno esperaría algo a cambio. No pertenecía a la clase de hombres que darían algo por nada. Entonces, un extraño pensamiento acudió a su cabeza.

Sasuke era su esposo; ¿por qué no habría de aceptarlo de parte del Uchiha? Ese matrimonio de tan larga data ya lo había privado de muchas cosas. Por cierto, tenía derecho a una pequeña compensación El collar era muy bello, muy tentador y armonizaba con a la perfección.

“La conquista del señora Uzumaki”, pensó, sonrojándose de turbación y de deleite. No debería sentirse complacido de que lord Uchiha se hubiese interesado por él sino, más bien, alarmado. ¡Qué asombroso giro del destino ser pretendido por su propio esposo! Debía poner fin a este coqueteo y con el desastre antes de que siguiera más adelante.

Deslizó de nuevo el collar al interior del estuche y se esforzó por prestar atención a las notas de Neji. Estaba callado y alicaído, mientras que los otros formulaban preguntas y proponían cambios relacionados con la obra. Cuando terminó la reunión, se fue a su camarín, deseoso de unos minutos de intimidad para poder pensar.

—Señor Uzumaki—murmuró Neji cuando Naruto pasó.

Ella se detuvo y lo miró, inquisitiva.

—¿Sí, señor Hyuga?

En el rostro de Neji se veía la expresión de quien se ocupa de cuestiones prácticas, pero sus cejas cafés se crispaban, revelando cierto tumulto interior.

—Al parecer, la cena con lord Uchiha no ha sido una prueba tan dura, después de todo.

—No —dijo el rubio— Fue bastante agradable.

—¿Volverás a verlo?

Mientras lo decía, sonrió como burlándose de sí mismo, como si le pareciera una tontería haberlo preguntado.

—No, señor Hyuga.

A Naruto le extrañó que la expresión del castaño se hubiese relajado. ¿Estaría preocupado ante la posibilidad de que una relación con lord Uchiha dificultara su carrera? ¿O habría algún motivo personal en la pregunta.

—Entonces, ha terminado —dijo.

Naruto apretó en su mano el collar en su estuche de terciopelo.

—Desde luego, señor Hyuga.

Notas finales:

*** El esposo del hermano del rey [como trabalenguas xD] es al que le perteneció el collar antes, era un actor excelente, aunque en esta obra no tendrá nombre ni rostro XD lo siento !!


Un disculpa por no actualizar pronto, pero ahora salí de vacaciones ¡Yei!  y estere por aquí más seguido, ya quiero que pase la acción. Vamos Naruto acepta tus sentimientos ya!! . Ah! y muchas gracias por sus mensajitos, me dan mucho aliento y energía, son un amor :3


Gracias por leer y una disculpa si hay faltas ortográficas D:


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