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My unknown husband por frizzante gatto

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Notas del capitulo:

Gracias por leer

Sakura , lady Haruno, estaba recostada sobre el cubrecama de seda marfil bordada de su cama, su cuerpo desnudo cubierto sólo con una bata rosada, levemente transparente. Con un lánguido murmullo, saludó a Sasuke que entraba en el dormitorio de la elegante casa londinense de Sakura. Habían estado separados durante una semana, mientras ella estaba de visita en la casa de su tía, en Hertfordshire.

En cuanto había regresado, Sakura había enviado una breve esquela perfumada y sellada con lacre dorado a la casa de Sasuke en la ciudad. A juzgar por el tono imperioso del mensaje, el Uchiha supuso que la pelirosa ya estaba enterada de sus últimas actividades. Dios era testigo de que lo vigilaba de cerca: daba la impresión de que había contratado a una red de espías para que lo siguieran.

—Hola, querido —dijo Sakura, indicándole con un gesto de su esbelta mano blanca que se acercara.

Atrajo hacia ella su cabeza y le dio un beso ardiente, reteniéndolo junto a ella con asombrosa fuerza. Sasuke echó su cabeza atrás y la miró con curiosidad. Vio en el rostro de ella una expresión que no le agradó, mezcla de excitación y triunfo, una luz expectante en sus ojos verdes que le aseguraría la victoria.

—Sakura, quisiera decirte una cosa...

—Yo ya lo sé —le interrumpió ella, sin alterarse—. ¿Sabes?, es humillante soportar las risillas disimuladas y la falsa piedad de la aristocracia y comprobar que compiten por ser los primeros en decirte que te has encaprichado con un pequeño actor de poca monta.

—No era mi intención ponerte en una situación incómoda.

—Fue muy astuto de tu parte planear una velada cuando sabías que yo iría al campo, a visitar a mi tía! ¿Cómo estuvo él, querido? Debe de haber sido emocionante tener en tu cama a tan famoso buscón...

---No sucedió nada entre nosotros.

Ella lanzó una carcajada escéptica.

—¡¿De verdad?! Así que ése es el juego de ese doncel. Yo misma he usado esa táctica, ¿lo recuerdas? Te hice esperar todo un mes antes de permitir que me poseyeras. La espera hace que la victoria sea mucho más dulce, ¿no es así?

Hasta ese momento, Sasuke no sabía bien qué era lo que quería de Sakura ni qué obligaciones había contraído con ella. Durante varios meses, ella había sido una

compañera entretenida. Él nunca le había mentido, jamás se había apoderado de nada que no le hubiese sido ofrecido de manera voluntaria y había pagado generosamente por el privilegio de que ella lo recibiera en su cama. Él no había ido a la casa de ella con la intención de terminar la relación, aunque sabía que esta aventura se había puesto rancia. Nunca habían compartido otra cosa que el placer físico. No se había generado entre ellos una comprensión profunda ni una intimidad que fuese más allá de lo físico, y jamás sucedería.

—¿Por qué me hiciste venir? —preguntó él.

Ese nuevo matiz en la voz de él, ese frío desinterés que no había notado antes, la hizo ponerse rígida.

—Quiero hablar con respecto a tus intenciones, querido. ¿Piensas convertir a Menma Uzumaki en tu nuevo amante?

—Eso no es asunto de tu incumbencia.

—¿Vas a dejarme por un doncel, y más uno como ése? Él no es más que una bonita chuchería de la que pronto te cansarás... y cuando eso ocurra, volverás a mí.

La arrogancia de Sakura lo exasperó. Nunca le había permitido a nadie que le reprochase alguna de sus acciones, y no estaba dispuesto a otorgarle ese derecho a Sakura.

—Si yo me meto en la cama de otra mujer u otro doncel —dijo, en tono suave—, que me condenen si te pido tu aprobación.

—Muy bien, milord. ¿Puedo preguntarte, al menos, qué será de mí?

Sasuke la asaeteó con una mirada evaluativa. Con lo lujuriosa que era Sakura, no demoraría una semana en encontrar a un nuevo proveedor. Él no se había hecho ilusiones de que ella lo amara, pues no manifestaba síntomas de esa enfermedad. El fin de la relación entre ellos no le partiría el corazón ni la haría sentirse abandonada.

—Te las arreglarás muy bien —respondió él—. No creo que exista un hombre que te haya mirado y no te desee, Sakura—le dijo, y suavizó un poco el tono para proseguir—: He disfrutado contigo estos meses. Me gustaría acabar las cosas de un modo agradable, sin arruinar los recuerdos. Me cercioraré de que sean pagadas todas tus cuentas. Quiero dejarte un regalo de despedida: un coche nuevo, más joyas, una casa... tú sólo dime qué preferirías.

Los ojos jade de ella se clavaron en los de él.

—Ya me has hecho un regalo de despedida —dijo, sin parpadear.

Había en su voz un dejo de ironía que él no comprendió. Llevó lentamente su mano a su vientre un poco redondeado y la deslizó sobre su tersa superficie en una caricia cargada de intención.

Aún sin comprender, Sasuke observó el movimiento de sus blancos dedos. Su mente no aceptaba lo que ella estaba tratando de decirle.

—¿Qué podría pedir? —murmuró Sakura, manteniendo su mano en el vientre en actitud protectora—. Tal vez, algo más de dinero, y luego debería prometerte que no volvería a molestarte con respecto a mi estado. Ese suele ser el arreglo habitual, ¿no? Los hombres en posiciones como la tuya conciben a menudo hijos ilegítimos y no sienten la menor obligación para con las madres de sus bastardos. Pero yo a ti te conozco, querido. Tú no eres como la mayoría de los hombres.

—Nosotros hemos tomado precauciones... —dijo él con voz áspera.

—A veces, esas precauciones fallan.

—Quiero que veas a un médico.

—Ya lo he hecho. Por supuesto, estás invitado a encontrarte con él para que te confirme la noticia —dijo ella y, tras una pausa agregó, con súbito arranque de vulnerabilidad. Puede ser que no me creas o que afirmes que el niño no es tuyo, pero al menos yo sé que te he dicho la verdad.

Si era un engaño, era magistral. Sakura hablaba sin alterarse, sin el revelador sonrojo ni el pulso acelerado de una mujer que estuviese mintiendo. Conservaba una calma y una lucidez totales.

Un hijo... suyo y de Sakura. Todo su ser se rebeló ante esa idea. Durante toda su vida adulta, jamás se había descuidado en lo que a las mujeres concernía. Había elegido muy bien a sus parejas y, que él supiera, jamás había concebido hijos ilegítimos con ninguna de ellas. Sakura tenía razón: era rara la vez en que un hombre se creyera en la obligación de hacer algo con respecto a sus amantes embarazadas, salvo un aporte financiero para el sostén de sus hijos. Esto no debería ser una trampa... pero para él lo era. Sintió frío. Se volvió de espaldas a la cama para que la pelirosa no pudiese ver reflejada la repelente verdad en su semblante.

Ahora, no podía abandonarla, sin importar lo que sintiera por ella. Estaba ligado a ella para siempre a través de ese niño. Sakura lo conocía lo bastante bien para entender que él no podría vivir con su conciencia si no se hacía cargo de ella y del niño. Desde entonces en adelante, su vida estaría ligada a las de ellos.

Él sabía que Sakura quería convertirse en su esposa, que abrigaba esa expectativa con relación a él, y que él lo esperaría de sí mismo a menos que hubiera un obstáculo. Una sonrisa amarga torció sus labios y, para su propia sorpresa, dijo:

—No puedo casarme contigo.

—Entiendo tu renuencia, querido. De todos modos, hay que considerar ciertos hechos. Tú necesitas un heredero pues, de lo contrario, tu hermano cargara con tu título. Por otra parte, hay que pensar en el bienestar del niño...

—Yo ya estoy casado.

Era la primera vez que Sasuke lo admitía, incluso ante sí mismo. Apretó los puños y una rabia impotente lo arrasó. ¡Maldito fuese su padre por haberlo llevado a semejante situación!

Se hizo en la habitación un silencio tan absoluto que él se volvió hacia Sakura. El rostro de ella estaba ceniciento, aunque él no pudo discernir si era de impresión o de furia.

—¿Qué? —exclamó, sibilante—. ¿De modo que los rumores son ciertos? Jamás lo habría creído de un hombre como tú...

—Sucedió hace muchos años. Yo era niño: tenía siete años. Mi padre lo arregló. —Si ésta es una estratagema...

—Es la verdad.

En la cara de Sakura el tono ceniciento fue reemplazado por una oleada púrpura.

—Por Dios... ¿y por qué tenía que ser un endemoniado secreto? ¿Dónde has tenido escondida a tu esposa todo este tiempo?

—No he vuelto a verlo desde el día en que nos casaron. Ambas familias estuvieron de acuerdo en que debíamos crecer separados y que nos “presentarían” cuando llegáramos a la edad apropiada —contestó Sasuke, haciendo una profunda inspiración para continuar—: Pero eso no sucedió nunca. Yo no sé cómo le explicaron los hechos a él. Mi padre optó por subrayar qué afortunado era yo de estar vinculado a una familia rica y no tener que pasar nunca por los inconvenientes de tener que elegir una pareja por mí mismo. Yo lo odié por lo que me había hecho, cualesquiera hubiesen sido sus motivos. Yo me resistí a todo intento de mi familia de reunirnos a los dos, y

Naruto...

—Naruto —repitió Sakura , “un doncel” pensó aturdida.

—... al parecer, él tenía tan pocas ganas como yo de que nos conociéramos.Cuando, al fin, yo decidí tomar el asunto en mis manos y enfrentarme con él, había (&&&&&&) desaparecido. Eso fue hace tres años. Y todavía no he podido hallarlo.

—¿Cómo que ha desaparecido? ¿Nadie sabe dónde está? ¿Ni su familia?

—Si alguno de sus amigos o parientes lo saben, no van a decirlo. He contratado detectives que han buscado en toda Europa sin hallar rastros de él.

—Pero, ¿por qué habría de desaparecer de este modo? Algo tiene que haberle pasado —señaló ella, con una nota esperanzada en la voz—. ¡Quizás esté muerto! Sí, o desfigurado a consecuencia de un accidente... o puede que haya hecho votos y esté oculto en un convento...

—Hemos tenido en cuenta todas esas posibilidades, pero no existe evidencia alguna que las sustente.

—Si él estuviese vivo se presentaría a ocupar su lugar como el próximo duque de Uchiha.

Sasuke se encogió de hombros.

—Existe la posibilidad de que no le agrade la idea de tenerme como marido —replicó

el azabache con sequedad.

En el semblante de Sakura se evidenció la lucha entre la ira y el deseo, que hicieron sobresalir las pequeñas venas azuladas de sus sienes y su garganta.

—¿Qué harás con respecto a la señor Uzumaki? —preguntó, en voz temblorosa—¿O, acaso, pretendes tener a toda una colección de mujeres y donceles a tu disposición?

—Él no tiene nada que ver con Naruto Namikaze; ni contigo.

—Él será quien me reemplacé —dijo Sakura entre dientes—. ¡Y eso a pesar de lo que me has hecho a mí y de lo que me debes!

Mientras observaba las facciones enfurecidas de Sakura, en la mente de Sasuke surgió otra imagen: los claros ojos de zafiro de Menma y el brillo de su piel bajo la luna. “Yo no tengo interés en tener una aventura contigo”, había dicho él, “y eso es lo único que tienes para ofrecerme.”

—No voy a volver a verlo —repuso Saskue, sin alterarse—. Él merece mucho más de lo que yo puedo darle.

—¿Y qué hay con respecto a mí?

—Tus necesidades quedarán cubiertas. Y las del niño, también. Pero la relación entre nosotros ya no será la misma.

Ella se aflojó; fue evidente que había optado por ignorar el significado de sus palabras. —Es natural —dijo, en un tono mucho más suave—. Yo sabía que tú no me abandonarías, querido.

Se estiró hacia él en actitud suplicante, y sus labios rojos se abrieron, incitadores.

Sasuke sacudió la cabeza y se encaminó hacia la puerta del dormitorio; tuvo que apelar a toda su capacidad de control para no salir corriendo de esa perfumada prisión.

—¡ Sasuke, tenemos que hablar!

—Después —musitó él, cada vez más contento a cada paso que ponía distancia entre ellos.

No quería hacer el amor, ni conversar; sólo quería dejar de pensar y de sentir, al menos por un tiempo.

Notas finales:

Gracias por leer y por seguir esta historia. Y Perdón si se me pasó una falta ortografía


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