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My unknown husband por frizzante gatto

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En la tienda de Mei Temuri el ambiente estaba cargado de los olores acres de tinturas, telas y té hirviendo. En Londres había otras modistas con tiendas mejor dispuestas, con muebles tapizados de terciopelo y paredes cubiertas de espejos con marco dorado, pero ninguna de ellas atraía la clase de clientela rica y distinguida que concurría a la casa de madame Temuri. A Naruto le encantaban los diseños sencillos y sentadores de la emprendedora francesa, del mismo modo que las bellas sedas, muselinas y lanas que empleaba.

Madame Mei interrumpió la explicación que estaba dando a otro doncel y se acercó a recibir en persona a Naruto y a darle la bienvenida a su tienda. Apreciaba que el rubio fuese su cliente, no sólo por su creciente popularidad sino, también, porque Naruto pagaba puntualmente sus facturas, al contrario que las innumerables mujeres o donceles que tenían que engatusar a sus renuentes esposos o amantes para poder pagar sus trajes y vestidos nuevos.

—Señor Uzumaki, ha llegado temprano a la prueba —exclamó la peliroja, conduciendo a Naruto hacia una silla que había junto a una mesa cargada de pilas de diseños, muestras de tela y minúsculos maniquíes vestidos con versiones en miniatura de los últimos modelos—. Si no le incomoda esperar unos minutos aquí...

—De ningún modo, madame.

Se sonrieron, demostrando el respeto mutuo que había entre dos personas que estaban acostumbradas a mantenerse por sí mismas. Naruto se sentó en la gastada silla, rechazó una taza de té y empezó a hojear un libro gastado que ponían al servicio de los clientes para pasar el tiempo.

—Pronto volveré a atenderlo —dijo la modista, y desapareció tras las cortinas de muselina que ocultaban la trastienda.

Mientras Naruto observaba con atención las ilustraciones que el libro contenía, notó que alguien ocupaba la silla vecina.

La atractiva mujer de cabello rosa tomó una de las muñecas y jugueteó con el diminuto volante fruncido que le rodeaba el cuello. Echó una mirada a Naruto y sonrió. Naruto le devolvió la sonrisa, que se desvaneció al caer en la cuenta de que esa mujer era lady Haruno. Gimió para sus adentros, sin poder aceptar que le hubiese ocurrido tan desdichada coincidencia. Sin duda, lady Haruno ya se había enterado de su encuentro secreto con Sasuke. Empezó a extenderse por su piel un rubor de culpa, y lo combatió razonando para sus adentros. Él no había hecho nada malo al cenar con lord Uchiha y, además, después de tantos años... ¡tenía derecho a pasar una velada con su propio marido, aunque más no fuese!

Lady Sakura, haciendo gala de una sólida compostura, no manifestaba la menor turbación ante el encuentro fortuito de las dos.

—Señor Uzumaki —dijo, con una voz aterciopelada, qué grato verle otra vez. Naruto logró componer una sonrisa de aquiescencia.

—Es una sorpresa encontrarla aquí —comentó.

—No es tan sorpresivo. Yo procuré que madame me diese una cita cercana a la de usted. Esperaba que tuviésemos una oportunidad de conversar.

Naruto se esforzó en que no se notara su incomodidad, y le clavó la vista arqueando una ceja.

—Cuántas personas lo admiran, señor Uzumaki —señaló Sakura e hizo resbalar una mirada sobre la figura esbelta de Naruto y continuó diciendo-- Es hermoso, talentoso y deseado por la mayoría de los hombres de Londres. He visto grabados y retratos de usted por todas partes... pero si es el actor más admirado de la escena inglesa. Estoy convencida de que podría conquistar a cualquier hombre con quien se encaprichase. ¿Quién podría resistírsele?

Se hizo entre ellos un tenso silencio, y Naruto se maravilló de la capacidad interpretativa de la otra. Si Sakura se sentía indignada, herida o humillada, no dejaba escapar el menor indicio de ello.

—No sé muy bien a qué se refiere —dijo Naruto, con una entonación inquisitiva en su voz.

La pelirosa se alzó de hombros.

—Tal vez, lo que esté tratando de decir es que cualquier otra persona, ya sea doncel o mujer, yo, por ejemplo, sería una rival perdedora ante una persona tan célebre como usted.

Naruto la miró sin parpadear.

—No tengo deseos de rivalizar con nadie.

Sakura lanzó una leve carcajada, pero en sus ojos jade no apareció la menor traza de humor.

—Eso me tranquiliza mucho. Por cierto, espero que ninguna persona que tenga sus ventajas intente arrebatar a un hombre que pertenece a alguien más.

A través de sus miradas, intercambiaron mensajes tácitos. “No trates de apoderarte de lo que es mío”, decían los ojos de Sakura, y los de Naruto replicaban en silencio: “No tienes nada que temer de mí”.

En un momento dado, Sakura apartó su mirada y concentró su atención en el atuéndo de encaje que llevaba una muñeca que tenía en brazos. Con sumo cuidado, la dejó sobre la mesa.

-Esta es la primera vez que visito a madame Mei—comentó—. Me temo que necesitaré una gran cantidad de vestidos nuevos.

—Estoy seguro de que usted estará muy bien con cualquier cosa que ella diseñe —replicó el rubio, en forma automática.

Con un cuerpo lasivo como el de lady Haruno, era probable que se viera obsena aun vestida con un saco de arpillera.

—Es una pena que no vaya a ser así por mucho tiempo —replicó Sakura palmeándose el vientre y mirándolo con ternura—. En cuestión de meses, sufriré cambios significativos.

El libro tembló en las manos de Naruto, y lo apoyó sobre su regazo. La noticia lo sacudió como un rayo, convirtiendo a sus pensamientos en un caos. “Por Dios, un niño!” El hijo de Sasuke. Consciente de que la pelirosa le observaba con atención, se recobró lo suficiente de su confusión como para aparentar un gran interés en uno de los modelos de traje que había en unas ilustraciones cercanas a él. Se preguntó si lord Uchiha ya estaría enterado de ese embarazo antes, o si lo sabría ahora, y cómo se sentiría al respecto...                                       Enfadado, tal vez. Y atrapado. Sobre todo, responsable. No sería tan despiadado como para abandonar a una mujer en cuyo vientre se gestaba un hijo de él. Él le había dicho que no tenía intenciones de casarse con Sakura... que quería casarse por amor. Ahora, ese sueño era imposible. Naruto estuvo tentado, casi, de compadecerlo pero no se podía negar que él mismo se había metido en la presente situación. Buena pareja haría él con esta mujer calculadora: los dos eran calculadores y egocéntricos y, los dos seguían inflexibles impulsos en pos de lo que querían.

Bueno; Sasuke tendría que vérselas con las circunstancias que él mismo había creado, y Naruto redoblaría sus esfuerzos por mantenerse lejos de él. Que el Uchiha y Sakura resolvieran sus problemas; él tenía que ocuparse de su propia vida.

Para alivio de Naruto, la grata voz de madame Mei interrumpió sus pensamientos cuando le indicó que fuese a la parte de atrás de la tienda para realizar la prueba. Se puso de pie y forzó una sonrisa, que dirigió a la pelirosa.

—Buenos días —murmuró—. Le deseo lo mejor.

La otra respondió con un cabeceo, evidentemente satisfecha de lo que había logrado esa mañana.

Notas finales:

Gracias por leer  UuU


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